Capítulo 07

Diario de Tadeo Dávila

7 Días Antes del Suceso

La semana pasada fue una mezcla de sentimientos pesados y cansados, como buena persona que soy, asistí al funeral de Diana. A pesar de haber estado con ella, de ser prácticamente novios, no conocía a nadie de su familia, la incomodidad que sentía al dar el pésame a sus familiares no fue nada agradable, en el fondo la quería.

Era hora de encontrar ese gato nuevamente, por algún motivo sentía que todo este entorno lúgubre y hosco eran producto de su presencia en mi vida, como dice el dicho: «nunca te cruces con un gato negro».

Salgo temprano de clases para ir al gimnasio, nunca dejo de entrenar ni un día a acepción de los fines de semana. Al finalizar mi entrenamiento sigue la luz de sol latente en los tejados, el gato no aparecerá a estas horas, como buena aparición nocturna no dispondrá de su presencia a la vista del sol, lo siento en mis huesos, es una criatura noctívaga, esperará a que el ambiente sea propicio y oportuno como la noche en la que Diana murió... ¡Ahí aparecerá!

Voy a colocar esa casa vieja patas arriba para conseguirlo, se que vive ahí... aunque algunas veces dudo a donde se dirige después de verme, ¡Esta noche voy a encontrarlo y me vengaré!

Estoy equipado, empaqué en un pequeño coala en mi cintura varias cosas que me serán útiles: una linterna, baterías de repuesto, un pequeño botiquín de primeros auxilios, agua potable y unas galletas. Aunque creo que exageré un poco, también coloqué dentro una pistola vieja de balines con la que jugaba cuando era pequeño, son algo peligrosas, recuerdo que un chico en mi colegio le disparó a otro en la cara, la diminuta bala de plástico le dejó ciego un ojo... en este caso es la mejor arma que tengo para inmovilizar al gato.

Son alrededor de las 7:20 p.m., estoy frente a la casa húmeda y vieja de la esquina, pareciera que nunca se hubiese secado desde el chaparrón pasado, soy muy detallista y sé que no ha llovido desde entonces. Pero la humedad en esta morada era evidente, o más bien latente, posiblemente no me había percatado antes y esta estructura siempre contó con esta característica tétrica.

La pintura esta rasgada, le cae a tiras desde el techo, la iluminación es casi nula, no sé cómo pude entrar aquí la última vez detrás el misterioso felino negro, pero aquí estoy de nuevo, mi linterna es de gran ayuda, capto detalles que no percaté antes, esta casa da miedo, es como si tuviera un escalofrío permanente en mi nuca, un mal presentimiento que no desaparece.

Huele a humedad, se mezcla con otros aromas como aserrín, pintura arcaica y orine viejo, es asqueroso pero soportable. Hay polvo por todos lados, charcos de agua, pero lo raro de este lugar es que no escucho nada, ni siquiera el sonido de la calle se cuela por las paredes y ventanas viejas, no hay indicios de que hubo alguien viviendo aquí recientemente, es una casa inhabitable desde hace muchos años.

Los muebles de madera son muy antiguos, muy bien tallados y de buena mano de obra, es extraño que no los hayan robado, aunque probablemente la razón sea esta atmosfera macabra, soy el único loco con la valentía suficiente para entrar aquí solo.

Otra cosa que percibo, por más que camino alrededor escucho y me incrusto en cada rincón de la casa, no veo insectos o animales, ninguna cucaracha sucia caminando o volando, hormigas acumulando arena, mosquitos posados en el agua de los charcos, moscas hurgando en la suciedad, grillos cantante, gusanos arrastrándose, tuqueques pegados a las paredes sonándole a las presencias, alguna lagartija huyendo de mí o alguna paloma anidando en el techo... no hay nada.

La planta de arriba es solitaria y seca, parece torcida, como si la casa fuera a derrumbarse en cualquier momento. Hay algo muy curioso, en una de las habitaciones hay un agujero en el suelo, lógicamente llevaría a la planta baja, pero está tan oscuro que no puedo ver al fondo, la luz de mi linterna se pierde en la oscuridad... rompe con mis conocimientos lógicos, el segundo piso no cuenta con tanta altura para no poder observar la planta baja desde ese agujero, si mis cálculos no me fallan, debería estar viendo lo que fue la cocina desde ese hueco, alrededor de unos tres metros y medio diría yo.

Soy valiente pero no estúpido, no tengo una cuerda o una cámara para arrojar dentro y ver que hay después de la oscuridad, es hora de marcharme y dar por vencido este día, mañana tendré otra oportunidad.

Casi a punto de salir de la habitación veo vestigios de arañazos en las paredes, el gato vive aquí, por algunos momentos pienso que me está observando y se ríe de mí.

En conclusión, me enfurecí y me fui, no lograría nada buscando cosas aparentemente donde no las hay.

Con un nudo irritante en el pecho y un peso inquieto en la espalda sigo mi camino hacia el edificio, pienso tomar una ducha y escuchar música hasta quedarme dormido, quiero descansar, esta estúpida aventura me ha dejado reventado, de haber encontrado algo realmente tangible no estaría en esta condición de idiota desesperanzado.

Recorro el camino hasta el edificio, vivo en el piso 5, me gusta subir las escaleras, es parte de mi rutina de ejercicios, me molesta las personas que usan el ascensor viviendo en pisos tan bajos, son la muestra de holgazanería de la humanidad... pero hoy estoy muy cansado, no hay nadie esperando que llegue el elevador y lo tomo directo a mi apartamento.

Como ya había dicho soy muy perceptivo, la puerta de mi casa tiene algo extraño, la reja principal está mal cerrada y la manilla de la puerta de madera esta girada un poco, yo no la dejé así...

Abro la puerta con un silencio y sigilo cuidadosos, esto era lo que faltaba esta noche, alguien humeando en mis cosas. Saco mi revolver de juguete, su forma, color, brillo y texturas son muy realistas puede pasar como un arma real que podría asustar a cualquier intruso.

Escucho una voz en la cocina, me deslizo por la pared para asomar la mirada por el rabillo del marco de la puerta, el sonido de la licuadora me aturde de repente, nunca me gustó ese sonido, cuando era pequeño siempre que quería hablar sobre cualquier cosa, ese estúpida eufonía aparecía encendida por mi madre como si no le importara lo que tenía que decir.

La sorpresa fue ridícula, de la misma forma fachosa que el sonido, mi odiosa hermana estaba ahí en la cocina, preparándose un batido de leche con no se qué... hubiese preferido encontrarme con un ladrón.

-¿Qué estás haciendo aquí Cristina?- le pregunto a mi hermana, ella voltea como si estuviese en su casa, de hecho hasta está vestida como la recuerdo, linda y vulgar, un short corto y una franela larga que la cubre un poco más arriba de las rodillas.

-¿No te puedo visitar?- me contesta con su tono odioso y característico, como me molesta su voz, estoy a punto de echarla de aquí. -¿Qué traes en la mano? ¿De dónde sacaste eso?- me pregunta asustada y apaga la licuadora.

-Es mí revolver de balines idiota...- respondo con una cara de amargado, dejo el revólver y mi pequeño bolso encima de la repisa al lado de los utensilios de la cocina. -¿Cómo entraste...? ¿Mamá te dio la llave?- vuelvo a formular otra pregunta ya que no contestó la anterior.

-Se la robé, ¿Quieres un poco? Es batido de lechosa a ti te gusta- sigue hablando en su propio mundo feliz, me molesta que se tome tantas libertades en mi hogar, mi hermana me conoce tanto que ni siquiera sabe que de todas las frutas que existen odio la lechosa.

-¿Qué quieres?- le interrogo colocando mi mano abierta encima del vaso de vidrio donde iba a servirse su batido preparado en mi licuadora, Cristina entendió que debía hablar antes que la echara por las malas.

-Necesito que me prestes tu apartamento...bueno solo una habitación- no estaba seguro si me lo rogó o fue una especie de orden sumisa, en tanto hablaba y bajaba un poco la mirada yo pensaba en ni siquiera tomar en cuenta por un segundo esa petición.

-¡No!- le articulo a mi hermana para dejarla en su lugar, ella no pertenece aquí, la única manera que le permitiera estar aquí es de visita con mis padres, nada más. -¿Para qué quieres estar aquí en primer lugar?- volvía a preguntarle, quito mi mano del vaso para que sirviera su bebida, cuando termine de tomarla le pediré que se marche, soy una persona consciente y no voy a sacarla antes que beba lo que preparó, no pienso botar el liquido después que se vaya, es mejor que lo digiera todo.

-Desde que te fuiste mamá y papá contrataron a una señora de servicio y esta todo el día en la casa hasta que llegan ellos, es una vieja amargada, no me deja hacer nada- explica ella, comienza a beber su preparación, es una adicta al fitness y no para de comer ese tipo de alimentos saludables. -Quiero traer a mi novio aquí... tú entiendes...- dijo finalmente sin rodeos, no me gustaba para nada esa idea.

-Mi apartamento no es un motel Cristina- le contesto furioso pero sereno, coloco la licuadora en el fregadero y la lleno de agua para limpiar los residuos de fruta. -Si tu novio es lo suficientemente hombre para tener un auto, tendría el valor para llevarte a un hotel en vez de esconderse detrás de tu falda esperando que me pidieras ese favor, hermana- confecciono las palabras para hacerla enojar y despedirla, Cristina es de esas chicas interesadas y aduladoras que aman a sus novios solo por el físico, su cartera y su automóvil.

-Por favor hermano, tienes un gato de mascota ¿Y no me puedes prestar una habitación por una simple noche?- clamó mi hermana con fuerza.

-¿Qué dijiste?- pregunto desconcertado, no comprendía si mis oídos habían escuchado correctamente lo que mi hermana dijo... ¿Un gato de mascota?

-Por favor, por favor, por favor- repetía varias veces sin responder mi pregunta como siempre, es una mala costumbre de ella, no responder lo que le solicitan. Por otro lado yo seguía observando las esquinas del lugar buscando a mi supuesta mascota. -Jorge ya debe venir en camino, le dije que te iba a convencer- seguía hablando ella sola, no le prestaba mucha atención hasta que... ¡Apareció!

El endemoniado gato negro con lengua de serpiente estaba ahí en mi hogar... parado en dos patas, me miraba desde la puerta de la cocina que conectaba con el pasillo hacia las habitaciones y el baño. Su espalda arqueada simulaba algo espeluznantemente humano, la oscuridad del pasillo lo camuflaba, pero podía ver sus ojos verdes y su lengua burlona.

-¡Mira, ya me está llamando!- dijo Cristina poniéndome su teléfono celular en la cara para que viera la llamada entrante de su novio, no pierdo de vista la gato, este vuelve a caminar en cuatro patas y se esconde.

-Dile que no venga- le arrimo con fuerza para un lado y no quitar la mirada del gato, pero mi hermana es necia y seguía interponiéndose entre los dos. -Vete de aquí Cristina, no estoy de humor, ¿Entiendes?- le grito.

La corneta de un auto suena, mi hermana corre hacia la ventana de la sala asomándose para saludar a Jorge. La niña impertinente no asimilaba ni una palabra de mi boca.

-¡No voy a permitir que tu novio suba Cristina, vete de aquí, no quiero que vuelvas más!- esta vez grito con fuerza señalando la puerta, el gato gruñe un poco, giro la cabeza directo a los ojos del gato, me erizó los pelos de la nuca con su sonido.

Mi hermana seguía bebiendo su líquido naturista, un pedazo grueso de fruta mal cortado se atora en su garganta, comienza a toser golpeándose en el pecho y respirando con dificultad, el vaso de vidrio cae al suelo estallando sus cristales. Cristina resbala con el espeso zumo de lechosa en el suelo y como si una mano invisible la empujara tropieza con la ventana y cae desde el quinto piso.

No hubo ni un grito para alertar la muerte, al asomar mi cabeza por la ventana la veo abajo, mi hermana muerta... estrellada justo encima del auto de su novio, Jorge tampoco pudo sobrevivir. 

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