027; objetivos




Carlisle y Esme habían guiado a los invitados hacia la parte trasera, justo al otro lado de donde se celebraría la fiesta de Alice. Estaban lo suficientemente lejos como para no ser molestados por la música, tener una conversación tranquila y dejar que los niños jugaran a sus anchas.

Killian se encontraba sentado en el suelo tras habérsele sido prohibido ayudar a traer aperitivos; Rosalie, Esme y Emmett se encargarían de todo, así habían dicho. Los ojitos de Frank brillaban felices ante la imagen del golden retriever durmiendo en una esquina, Alena intentaba llamar su atención con un trozo de las galletas que su madre llevaba en el bolso y el resto se dedicaban a observar que el animal hiciera algo que no fuera roncar. Todos lo observaban menos uno, Harold.

—No estas bien —Killian no preguntó, sino que afirmó.

Los marrones ojos del adolescente recayeron sobre él, Harold suspiró mientras miraba hacia el nublado exterior que aún contenía algo de claridad del atardecer.

—Hay una pareja interesada en adoptar a Frank —susurró—, han venido un par de veces al orfanato desde la última vez que nos visitaste.

Killian pronto comprendió el porqué de su estado de ánimo. Frank era el hermano menor de Harold, habían sufrido el dolor del abandono juntos hasta que cayeron por milagro en las manos de nana. Siempre habían estado juntos y que sólo un esté en consideración para la adopción era complicado, sobre todo cuando adoptar a ambos sería tener a un niño de ocho años pero también a uno de quince. Eran edades muy distintas a las que no todo el mundo estaría dispuesto.

—Vaya...

—Si... —contestó Harold, luego soltó una corta risa amarga—. No quiero sonar egoísta ni quejica, pero no quiero que lo adopten sin mi.

El mayor miró con lástima a su viejo compañero.

—No es egoísta —respondió—, has pasado por muchas cosas para mantenerlo a salvo y que no le sucediera nada, es normal que pienses así. Tienes miedo, pero tampoco quieres arrebatarle la oportunidad a Frank.

—Perdóname por estar quejándome de esto justamente contigo —murmuró—, sé que pasó lo mismo con tu hermana.

Killian elevó ligeramente los labios ante la mención de su hermana. Harold no había llegado a conocerla porque la adoptaron años antes de su llegada al orfanato, pero siempre le habló sobre ella y de cómo era.

—No te disculpes, creo que soy el más indicado para hablar sobre este tema.

La música se oyó más fuerte al otro lado de la casa, el timbre sonaba en repetidas ocasiones y más murmullos lejanos hacían eco en las paredes. Los padres adoptivos de Alena conversaban tranquilamente con Soledad y Carlisle, mientras que Esme y Rosalie conversaban con los niños e intentaban por igual que Jasper despertara de su profundo sueño. Bella y Edward se mantenían en el núcleo de la fiesta junto a Alice, Emmett y el otro Jasper. Bella no se sentía tan agobiada como creería en un principio que se sentiría, se notaba cómoda y estaba hablando con algún que otro compañero de clase.

—¿Has hablado con él? —preguntó Killian hacia Harold, regresando a la conversación.

—Aún no.

—Deberías. Aprovecha a hablar las cosas con tiempo, ¿cómo crees que reaccionaría sino si nana de repente le dice que sus papeles de adopción están completos y debe marcharse del orfanato, sin ti?

—Tú hablaste con Lively.

—Durante varias semanas, analizamos los pros y los contras, analizamos las oportunidades de vernos, de encontrarnos cuando hubiéramos cumplido la mayoría de edad..., pero para nosotros no se dio el destino así. Te recomiendo hablar bien con él, y ver primero qué clase de personas son también, puedes hablar con nana sobre eso. Ella será la que más pueda ayudarte y recomendarte.

Harold se dejó caer sobre la pared y miró un punto fijo de la estancia.

—Ayer adoptaron oficialmente a Hayley —informó.

Killian sonrió.

—Era obvio que la adoptarían pronto —contestó con la sonrisa aún en sus labios—, me recuerda mucho a Alena.

—Estaba muy feliz. Sus padres adoptivos habían ido a buscarla junto a su hijo mayor y una pequeña cría de gato para darle la bienvenida. Imagina su sonrisa cuando vio que tendría un hermano y, además, una mascota.

—Cada vez hay menos.

—Es buena señal —dijo Harold—. Supongo que cuando vas creciendo te das cuenta de la crueldad de la situación.

—¿Cuántos bebés quedan ahora?

—¿Bebés? Creo que seis.

—Nunca hay muchos, y si los hay, se van rápido —Killian jugueteó con sus manos—. Eso también es bueno.

—Si... —Harold se enderezó y lo miró—. Cuando sea mayor, tenga un trabajo estable y esté acomodado económicamente, adoptaré a alguien del orfanato.

El mayor rió.

—Yo he pensado lo mismo varias veces —confesó.

—¿Pero?

—Me sabría muy mal sólo adoptar a uno —dijo entre risas.

—Ay... claro... no había pensado en eso. Bueno, entonces volvámonos directores del orfanato.

—¿Le quieres robar el puesto a nana?

Harold se congeló.

—Ian, nana...

—Cierto. Me había olvidado —Killian movió la cabeza rápidamente antes de asentir—. De acuerdo, si la oportunidad lo permite, seamos los futuros directores. Pero primero ocúpate de Frank y todo el huracán de emociones que tienes.

Killian se sentía a gusto, era un ambiente bastante normal y familiar. Lucía como lo que siempre debió sentirse como una familia. Pero a pesar del buen ambiente y el agradable rato que estaban pasando, los problemas sólo estaban a punto de comenzar.

Edward entró por la puerta en busca de Carlisle, no sin antes detenerse frente a la figura de Killian. El humano lo miraba desde el suelo, el vampiro lucía tenso y preocupad.

—Killian, ¿podrías ir y quedarte un rato con Bella? —pidió—. No me gusta dejarla sola cuando no es muy partidaria de las aglomeraciones y necesito hablar con Carlisle.

El humano lo entendió rápidamente, aquello tenía que ver con la vampiro que buscaba a Bella.

—Sí, por supuesto, ¿dónde está?

—Abajo, cerca de la entrada principal —le contestó mientras estiraba su mano para que la tomara y así ayudarlo a levantarse. Killian quedó junto al cobrizo, elevando todavía la cabeza para poder mirarle a la cara.

—¿Estás bien? ¿Es muy malo? —cuestionó.

Las facciones del vampiro parecieron suavizarse ante esas palabras. Edward sonrió y negó.

—Bueno, es complicado —murmuró bajo sólo para él—, pero no debes preocuparte por nada, ¿si? Ve con Bella. En la mesa aún quedan bocaditos de manzana, ya veo que has arrasado con todos los de aquí.

Killian rió.

—No seas tonto, los niños me ayudaron a comer.

A lo lejos nana observaba la escena con una sonrisa en la cara, aunque no escuchara la conversación, el solo ver la sonrisa y lo cómodo que lucía Killian era suficiente como para alegrarla.

—Vale, vale —Edward elevó ambas manos—. Gracias, Killian.

—No es nada. Bella me cae bien —dijo encogiendo los hombros. Cuando Edward se giró para caminar hacia Carlisle, el humano miró a Harold que lo miraba con una ceja alzada—. ¿Qué?

—Es raro verte tan a gusto en un lugar que no sea el orfanato —confesó.

—Lo es, ¿verdad? Yo también lo creo. Bueno, debo ir un momento abajo, ¿te quedas aquí o vienes conmigo?

—Mejor me quedo —dijo—. Tengo que evitar que Frank termine con las tartaletas de frambuesa, creo que se ha comido unas ocho.

Killian se alejó del chico mientras reía. Avanzó por el pasillo hasta llegar al principio de las escaleras; el lugar estaba decorado de tal forma que parecía una discoteca o club nocturno, las luces se movían de un lado a otro, la música sonaba más fuerte a medida que avanzaba y varios alumnos del instituto de Forks bailaban, reían y conversaban. Killian juraba que incluso había visto alumnos de primer año y no solo graduados. El lugar estaba abarrotado.

Pudo divisar a Bella justo en el momento que abría la puerta de la entrada principal y la figura de Jacob Black aparecía seguida por otras dos. Killian arrugó su nariz ante la imagen y se apresuró a llegar a su lado.

—¡Hola, Bella!

La voz gutural de Jacob resonó en un momento durante el que no sonaba la música. Killian llegó justo en el momento que el más alto saludó. Bella puso cara de pocos amigos. En vez de un hombre lobo, habían venido tres. Jacob había entrado por su cuenta, flanqueado por Quil y Embry, que parecían muy tensos mientras miraban a un lado y otro de la estancia como si estuvieran adentrándose en una cripta embrujada. La mano temblorosa de Embry todavía sostenía la puerta y tenía la mitad del cuerpo fuera, preparado para echar a correr. Bella se dio la vuelta de repente y se alejó del trío y Killian. El humano miró perplejo su acción antes de seguirla, pero Jacob tenía la misma idea que él.

—¡Qué bienvenida tan cordial! —apuntó.

Bella agitó su mano libre y lo fulminó con la mirada.

—¿Qué rayos haces aquí?

—Me invitaste tú, ¿lo recuerdas?

—Por si el gancho de derecha fue demasiado sutil para ti, permíteme que te lo traduzca: era una cancelación de la invitación.

—No tengas tan poco espíritu deportivo. Encima de que te traigo un regalo de graduación y todo.

Killian quedó junto a los otros dos lobos mientras el dúo hablaba. Siquiera quería mirar a los chicos a su lado, la diferencia de altura entre ellos y él era ridícula, además ninguno sabía qué decir. Los tres parecían extras de una película.

—Seth no para de hablar de ti —una voz agradable al oído sonó por encima de la música. Killian se giró para encontrarse con el sonriente rostro de un chico de piel rojiza, corto cabello negro y brillantes ojos marrones; su alto y esbelto cuerpo musculado le obligaba a mirar hacia arriba al igual que con Edward—. Dice que quiere invitarte a cenar con Emily algún día, tanto ella como él tienen a Sam al punto del colapso nervioso.

—Eh... —Killian no sabía cómo responder.

—Soy Embry Call, por cierto, y éste —dijo cuando señaló al chico un poco más bajo que él pero igual de gran altura y mayor musculatura, piel oscura, ojos marrones y corto cabello negro por igual— es Quil Ateara.

—No le digas mi nombre —se quejó el chico.

—¿Qué te pasa? ¿Quieres ser el misterioso de los dos?

—No, idiota, pero puedo presentarme solo —dijo.

—Bueno, yo te presenté porque lucías como un cachorro asustado ahí junto a la puerta.

—¿No eras tú el que la sostenía y estaba a punto de salir corriendo? ¿Quién de los dos se supone que tenía miedo, Embry?

—Cállate, Quil.

Killian soltó una pequeña risa. Los lobos eran raros.

Ante la risa, ambos parecieron regresar su atención a él.

—Por cierto, Killian Cullen —siguió diciendo Embry—, que no te sorprenda recibir algún sobre pronto porque Emily intentaba convencer a Sam para que le diera una carta a Billy para que él se la diera a Charlie, para que Charlie se la diera a Bella y Bella a Edward, y Edward a Carlisle quien te la daría a ti para que vuelvas a visitar la reserva y así poder convencerte de aceptar una cena con ellos dos.

—¿No es... no es mejor llamar por teléfono? —preguntó el humano.

—Bueno, sí, pero es Emily así que mejor no cuestionar lo que quiere hacer.

Quil pareció centrarse en algo antes de codear a Embry y que ambos miraran en dirección a Jacob y Bella, los cuales estaban bastante separados de ellos.

Se movieron en cuanto se percataron de su expresión y se abrieron paso con agilidad entre los fiesteros; ellos se movían también con una flexibilidad propia de bailarines mientras Embry tironeaba del brazo de Killian para no dejarlo atrás.

—Ahora, explícate —exigió Jacob cuando llegaron.

Embry y Quil miraron de manera alternativa el rostro de ambos, confusos y precavidos.

—No sé prácticamente nada, Jake.

Bella parecía seguir buscando algo pero los lobos la arrinconaron en un segundo.

—Entonces, cuéntanos lo que sepas.

Los tres cruzaron los brazos sobre el pecho a la vez. Killian había quedado justo detrás de ellos y lo único que lograba ver eran tres amplias espaldas y, de vez en cuando, la cabellera de Bella. La escena tenía una pizca de gracia, aunque sobre todo resultaba amenazadora.

Entonces Bella vio a Alice bajar por las escaleras. Su piel nívea refulgía bajo la luz púrpura.

—¡Alice! —chilló con alivio.

Ella la miró en cuanto gritó su nombre a pesar de que el sonido de los altavoces tendría que haber ahogado su voz. Movía el brazo libre con energía y observó su rostro cuando ella se fijó en los tres hombres lobo que se inclinaban sobre ella. Entornó los ojos. Sin embargo, antes de que se produjera esa reacción, la tensión y el miedo dominaron su rostro. Killian la miró preocupado mientras ella se acercaba con sus andares saltarines. Jacob, Quil y Embry se alejaron de ella con expresiones de preocupación. Alice rodeó la cintura de la fémina con el brazo.

—He de hablar contigo y con Killian —le susurró al oído.

—Esto, Jake, te veré luego... —farfulló cuando se calmó la situación.

Él alargó su enorme brazo para bloquearles el paso, apoyando la mano contra la pared.

—Eh, no tan deprisa.

Alice alzó la vista para clavarle sus ojos desorbitados de incredulidad.

—¿Disculpa?

—Dinos qué está pasando —exigió él con un gruñido.

Jasper se materializó literalmente de la nada. Alice y Bella estaban contra la pared y al segundo siguiente Jasper estaba junto a Jacob, en el costado opuesto al del brazo extendido, con expresión aterradora. Killian tembló ante la intensidad de su mirada, no habiendo visto aquella expresión con anterioridad.

Jacob retiró el brazo con lentitud. Parecía el mejor movimiento posible, partiendo de la base de que quería conservar ese miembro.

—Tenemos derecho a enterarnos —murmuró Jacob, lanzando una mirada desafiante a Alice.

Jasper se interpuso entre ellos. Los licántropos se aprestaron a la lucha.

—Eh, eh —intervino Bella, añadiendo una risilla ligeramente histérica—. Esto es una fiesta, ¿os acordáis?

Killian brincó como pudo alrededor del grupo y se colocó detrás de Jasper, junto al par de féminas y asintió ante lo dicho por la humana.

Nadie le hizo el menor caso. Jacob fulminó a Alice con la mirada mientras Jasper hacía lo propio con Jacob. De pronto, Alice se quedó pensativa.

—Está bien, Jasper. En realidad, tiene razón. Jasper no relajó la posición ni un ápice.—¿Qué has visto, Alice?

Ella miró a Jacob durante unos instantes y luego se volvió hacia el par de humanos. Era evidente que había decidido dejar que se enteraran.

—La decisión está tomada.

—¿Os vais a Seattle?

—No.

—Vienen hacia aquí —aventuró Bella con voz ahogada.

Los muchachos Quileute observaban en silencio, leyendo el involuntario juego de emociones de sus rostros. Se habían quedado clavados donde estaban, pero aun así no permanecían del todo quietos. Las manos no dejaban de temblarles.

—Sí.

—Vienen a Forks —susurró esta vez Killian.

—Sí.

—¿Con qué fin? —volvió a hablar Bella.

Ella comprendió la pregunta y asintió.

—Uno de ellos lleva tu blusa roja —Alice respiró hondo un par de veces, sus manos habían comenzado a temblar y su expresión lucía incluso peor ahora—, y también la chaqueta que le regalé a Killian como bienvenida el año pasado.

Killian sintió los ojos clavados en él mientras el color desaparecía de su rostro.

—¿Mi chaqueta? —logró preguntar—, ¿qué- qué significa eso?

Jasper sobó el hombro de Killian. El humano miró que la expresión de Jasper era de desaprobación. No le gustaba debatir aquellodelante de los hombres lobo, pero le urgía decir algo.

—No podemos dejarles llegar tan lejos. No somos bastantes para proteger elpueblo.

—Lo sé —repuso Alice con el rostro súbitamente desolado—, pero noimporta dónde les plantemos cara, porque vamos a seguir siendo pocos, ysiempre quedará alguno que vendrá a registrar el pueblo.

—Alice, debo irme, he de alejarme de aquí —le dijo Bella articulando para que le leyera los labios.

—Eso no sirve de nada. No es como si nos las viéramos con un rastreador. Ellos seguirían viniendo primero aquí.

—En tal caso, he de salir a su encuentro —si no hubiera tenido la voz tan ronca y forzada, la frase habría sido un grito—. Quizá se vayan sin hacer daño a nadie si encuentran lo que vienen a buscar.

—¡Bella! —protestó Alice.

—Espera —ordenó Jacob con voz enérgica—. ¿Quién viene?

Alice le dirigió una mirada gélida.

—Son de los nuestros. Un montón.

—¿Por qué?

—Vienen a por Bella y, por alguna razón, ahora también a por Killian. Es cuanto sabemos.

—¿Os superan en número? ¿Son demasiados para vosotros? —preguntó.

Jasper se molestó.

—Contamos con algunas ventajas, perro. Será una lucha igualada.

—No —le contradijo Jacob; una media sonrisa, fiera y extraña, se extendió por su rostro—, no va a ser igualada.

—¡Excelente! —exclamó Alice, Su rostro estaba exultante y la desesperación había desaparecido de sus rasgos perfectos.

Dedicó a Jacob una ancha sonrisa que él le devolvió.

—No tendré visiones si intervenís vosotros, por supuesto —comentó, muy pagada de sí misma—. Es un problema, pero, tal y como están las cosas, lo asumo.

—Debemos coordinarnos —dijo Jacob—. No nos va a ser fácil. Éste sigue siendo más un trabajo para nosotros que para vosotros.

—Yo no iría tan lejos, pero necesitamos la ay uda, así que no nos vamos a poner tiquismiquis.

—Espera, espera, espera —interrumpió la humana.

Alice estaba de puntillas y Jacob se inclinaba hacia ella, ambos con los rostros relucientes de entusiasmo a pesar de tener la nariz arrugada a causa de sus respectivos olores. Ambos la miraron con impaciencia

—¿Coordinaros? —repitió entre dientes.

—¿De veras crees que nos vamos a quedar fuera de esto? —preguntó Jacob.

—¡Estáis fuera de esto!

—No es eso lo que piensa vuestra médium.

—Alice, niégate —insistió—. Los matarán a todos.

Jacob, Quil y Embry se echaron a reír a mandíbula batiente.

—Bella —contestó Alice con voz suave y apaciguadora—, todos moriremos si actuamos por separado, juntos...

—... no habrá problema —Jacob concluyó la frase.

Quil volvió a reírse y preguntó con entusiasmo.

—¿Cuántos son?

—¡No! —gritó Bella.

Alice ni siquiera la miró.

—Su número varía... Ahora son veintiuno, pero la cifra va a bajar.

—¿Por qué? —preguntó Jacob con curiosidad.

—Es una larga historia —contestó Alice, mirando de repente a su alrededor —, y éste no es el lugar adecuado para contarla.

—¿Y qué tal esta noche, más tarde? —presionó Jacob.

—De acuerdo —le contestó Jasper—. Si vais a luchar con nosotros, vais a necesitar algo de instrucción.

Todos los lobos pusieron cara de contrariedad en cuanto oyeron la segunda parte de la frase.

—¡No! —protestó.

—Esto va a resultar un poco raro —comentó Jasper pensativamente—. Nunca había sopesado la posibilidad de trabajar en equipo. Ésa debe ser nuestra prioridad.

—Sin ninguna duda —coincidió Jacob, a quien le entraron las prisas—. Tenemos que volver a por Sam. ¿A qué hora?

—¿A partir de qué hora es demasiado tarde para vosotros?

Los tres quileute pusieron los ojos en blanco.

—¿A qué hora? —repitió Jacob.

—¿A las tres?

—¿Dónde?

—A quince kilómetros al norte del puesto del guarda forestal de Hoh Forest. Venid por el oeste y podréis seguir nuestro rastro.

—Allí estaremos.

Se dieron media vuelta para marcharse.

—¡Espera, Jake! —gritó la humana detrás de él—. ¡No lo hagas, por favor!

El interpelado se detuvo y se dio la vuelta para sonreírme mientras Quil y Embry se encaminaban hacia la puerta con impaciencia, no sin antes despedirse de un Killian que parecía perdido en sus pensamientos pero que igual aceptó e imitó la despedida.

—No seas ridícula, Bella. Acabas de hacerme un regalo mucho mejor que el mío.

—¡No! —chilló ella de nuevo.

Sin embargo, Jacob la ignoró y se fue detrás de sus amigos.

Killian mordió su labio inferior, intentado que éste no temblara ante lo que acababa de escuchar. Jasper mandaba olas de calma a ambos humanos, sin embargo la que peor parecía estar era Bella, Killian lucía en blanco como si su cuerpo no fuera capaz de procesar todo.

Edward apareció por las escaleras junto a Rosalie; el varón abrazó a su novia por la espalda mientras que la fémina envolvía a Killian entre sus brazos, preguntándole una y otra vez si estaba bien. A pesar de la preocupación que sentían por el estado de ánimo de Killian, no podían evitar sentirse eufóricos ante la nueva ayuda que les brindarían los lobos.

—¿Quieres ir con Carlisle arriba? Soledad ha dicho que se irán pronto para tomar el vuelo de regreso, así que aprovecha a estar con ella —le recomendó Rosalie.

Killian asintió, frotando el dorso de su mano contra sus ojos como si estos escocieran.

—Sí, voy con ellos —dijo antes de desaparecer escaleras arriba.

Rosalie observó el lugar por el que se había ido con ojos complicados.

—Estará bien —le aseguró Edward.

—¿Cómo lo sabes?

—No le preocupa ser el objetivo —dijo en un suspiro—, lo que le preocupa es poner en peligro a su nana y los niños.

Para cuando la fiesta finalizó, Edward desapareció junto a Bella (a la cual debía llevar a su casa) y se libró de limpiar el desorden que había quedado en el hogar. Los Cullen se hallaban en la entrada principal frente a los vehículos que llevarían a los niños y a Soledad y los Robinson hasta el aeropuerto. Killian sostenía la mano de la mujer con cierta fuerza mientras la miraba.

—De acuerdo, dime qué sucede ahora —dijo la mujer.

—No sucede nada, nana —contestó con voz temblorosa.

—¿Sabías que cada vez que debes mentirme a mi, no te sale? Ahora, dímelo.

Killian se quedó en silencio durante un instante, sus ojos recorrieron todo el rostro de la mujer. El brillo de sus ojos, las arrugas junto a ellos, las bolsas y ojeras debido a la edad, las pecas y sus lunares y, por último, la acogedora y amable sonrisa que siempre portaba.

—Nana —llamó.

—¿Si?

—Te quiero mucho, ¿lo sabes, no?

La mujer se sorprendió. ¿Así que se trataba de eso?

—Y yo a ti, mi niño —contestó antes de abrazarlo con fuerza—. Pensaba que era algo grave pero simplemente estás siendo un pequeño pegajoso.

"Si tú supieras", pensó el menor.

—No mfe digfas afí —respondió como pudo al tener su cabeza enterrada en el hombro de su nana.

—Me hubiera gustado quedarme un poco más pero un día sin mi y el orfanato se convierte en campo de guerra —bromeó la mujer.

Soledad se separó de él y se dirigió a Carlisle para despedirse de él también, en ese interino Harold se acercó a Killian y lo abrazó cortamente.

—Recuerda lo que hablamos —dijo.

—Lo mismo te digo, Ian.

—¿Alena se durmió?

—Sí, está aferrada a Frank en el asiento trasero y Melody no se los puede quitar de encima.

Ambos jóvenes rieron.

—No lo digo por Alena porque ya tiene a quien, pero cuida de ellos por mi —pidió.

Harold agachó la cabeza, sus ojos clavados en el suelo mientras su expresión se mostraba nostálgica.

—Lo llevo haciendo desde que te adoptaron —dijo—, alguien debía aceptar el rol del hermano mayor ahora que tú no estabas.

—No había mejor persona para hacerlo que tú.

—Lo sé —alardeó—, lo que pasa es que a ti te querían más por ser más viejo.

—Discúlpeme, señor adulto —molestó.

—Cuídate tú también.

—Siempre lo hago.

Killian vio como los vehículos desaparecían entre los árboles, nana se había negado a dejarlo ir con ellos porque decía que era muy tarde y debía descansar. Poco sabía que todo el cansancio de Killian era nulo. Los Cullen (salvo Edward, Emmett y Esme) se hallaban fuera sin decir palabra alguna. Jasper ya no notaba la ansiedad del humano sino que ésta había menguado cuando los coches se fueron.

—Quiero ir esta noche —dijo.

Rosalie y Alice giraron la cabeza de forma mecánica ante la petición.

—Deberías descansar —recomenzó la rubia.

—Quiero ir —repitió de golpe. Luego al darse cuenta de sus palabras, se corrigió—. Si ustedes me dejan me gustaría ir.

—Estarás ahí solo, Killian, mejor descansa aquí.

—No estaré solo, Bella estará ahí.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque es Bella.

—¿Por qué quieres ir? —cuestionó Jasper esta vez.

—Quiero... quiero ver cómo son.

—¿Los lobos?

Killian negó.

Vuestras peleas.




[•••]

Les voy a ser sincera, tenía pensado actualizar el resto de historias pero estoy enganchada a un juego y terminé por escribir NADA, así que decidí actualizar OR en compensación.

Pero pido perdón porque literal me distraigo con cualquier cosa.

Ahora si, ¿podemos hablar de Embry Call? Entre él, Garrett y Sam Uley me tenían súper enamorada cuando era más pequeña.

Por otro lado, qué lindo que es el drama y más aún cuando lo escribes. Estaba releyendo los capítulos escritos y puedo decir que se viene de todo menos sonrisas.

Nana Sol tqm, btw

¡Espero que estén todos bien, se cuiden mucho del frío (también del calor si viven en el sur que no queremos insolaciones)!

Nos leemos prontito si el juego no me consume a mi antes ahre.

Y, como siempre digo, muchísimas gracias por darle una oportunidad a mis historias y leerlas, no saben cuán inmensamente lo agradezco<3

HAOYUS

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