024; el cullen que huele bien

El sábado llegó; y con él, las mini-vacaciones de Edward y Bella a Jacksonville. Los Cullen habían partido temprano en la mañana hacia el interior del bosque, habiendo Esme dejado comida suficiente en el frigorífico para que Killian no tuviera que preocuparse por ello. Antes de marchar, Alice le aseguró que haría sonar su teléfono móvil brevemente con una llamada para que Jasper y él se alejaran de allí en coche.

Dicho animal se encontraba durmiendo en el suelo. Eran las tres y media de la tarde, y acababan de terminar su lento almuerzo.  Su fiel hueso de juguete descansando a su lado como si temiera que alguien se lo fuera a quitar en cualquier momento; Killian se encontraba sentado en el amplio sillón, sus piernas cruzadas y un libro de romance trágico entre sus manos.  Sus ojos se movían de un lado a otro con rapidez, su mente engullendo todas y cada una de las palabras en aquel papel impreso que estaban destrozando su pobre corazón a medida que la trama avanzaba.

Suspirando y apartando el libro hacia su derecha, Killian se dejó caer y miró la luz del techo. Estaba aburrido. En los últimos días, Alice había estado a su lado la mayor parte del tiempo, distrayéndolo e intentando que todo regresara a la normalidad. Rosalie lo había —prácticamente— arrastrado fuera de la casa para hacer la compra semanal junto a Esme, Jasper le enseñaba (o al menos intentaba) jugar al ajedrez tal y como había prometido, y Emmett se había empeñado en enseñarle auto-defensa. Sobra decir que era toda una escena extraña el ver a un humano de baja estatura intentar luchar contra el gigante vampiro Emmett Cullen. Por lo que al segundo día, Killian desistió. Carlisle, por otro lado, había estado bastante ocupado y sólo lo había vuelto a ver aquella mañana antes de irse. Ahora, solo sin mucho más que hacer que leer aquel libro, pudo darse cuenta de cuánto se había acostumbrado a la presencia de aquella familia. Incluso cuando la estancia estaba en silencio y ninguno hablaba, al menos sentía su presencia y sabía que estaban allí; pero ahora estaba solo.

Solo y aburrido.

La melodía proveniente de su teléfono fue como si un rayo de luz hubiera cruzado las espesas nubes negras que surcaban el cielo de Forks aquel día. Sentándose de golpe, tomó el aparato con una mano y leyó el remitente "Alice Cullen" antes de que la melodía cesara. Esa era su señal para irse. Killian se apresuró a tomar una cazadora cortavientos de color verde oscuro y agarró las llaves del coche, la correa, la pequeña mochila con algo de comida y agua para el perro, y su comida.

—¡Jasper! —llamó el joven. El animal (el cual había comenzado a correr en sueños) se despertó de golpe y buscó, algo desorientado, a aquel que lo llamaba—. Vamos a dar un paseo.

La palabra "paseo" pareció ser clave para que el canino reaccionara, dando un fuerte ladrido antes de agarrar su juguete en su boca y salir corriendo hacia el exterior. Killian lo siguió tan rápido como pudo, dirigiéndose hacia aquel elegante vehículo negro que le habían dejado ya preparado.

—Por aquí —llamó el humano al ver que Jasper estaba listo para adentrarse en el bosque. Sus cuatro patas se movieron por sí solas, no controlando cuán rápido iba y chocando con la puerta trasera del coche antes de que Killian pudiera siquiera abrirla—. Ten cuidado —dijo mientras ataba al animal con el cinturón para perros que Alice había comprado con anterioridad—, el viajo no es muy largo pero hay que tener cuidado. Prometo dejarte correr todo lo que quieras en cuanto lleguemos.

Alrededor de veinticinco kilómetros de densos y vistosos bosques verdes que bordeaban la carretera. Debajo de los mismos serpenteaba el caudaloso río Quillayute. Killian se sorprendió cuando pudo divisar una de las tantas playas en La Push, siendo la primera que veía aquella llamada First Beach. El agua de un color gris oscuro aparecería coronada de espuma blanca mientras se mecía pesadamente hacia la rocosa orilla gris. Las paredes de los escarpados acantilados de las islas se alzaban sobre las aguas del malecón metálico. Estos alcanzaban alturas desiguales y estaban coronados por abetos que se elevaban hacia el cielo. La playa sólo tenía una estrecha franja de auténtica arena al borde del agua, detrás de la cual se acumulaban miles y miles de rocas grandes y lisas que, a lo lejos, parecían de un gris uniforme, pero de cerca tenían todos los matices posibles de una piedra: terracota, verdemar, lavanda, celeste grisáceo, dorado mate. La marca que dejaba la marea en la playa estaba sembrada de árboles de color ahuesado —a causa de la salinidad marina— arrojados a la costa por las olas.

Decidió bajar la ventanilla, permitiendo que la fuerte brisa de aroma salado inundara el vehículo. Killian llevaba años sin disfrutar el estar en la playa. Estaba bastante entusiasmado, y por lo que pudo darse cuenta, el perro igual. El animal había empujado su cabeza por encima del hombro izquierdo del humano tras haber bajado la ventanilla y miraba hacia al exterior, deleitándose del viento con su boca abierta. Killian buscó con éxito un lugar en el que poder aparcar, se bajó y dejó salir al canino con cuidado, asegurándose de no soltar la correa. Con la mochila al hombro y habiendo activado la alarma del coche, comenzó a caminar por una pequeña bajada para poder llegar hacia la arena mojada.

First Beach se encontraba medianamente vacía, sólo siendo visitada por algunos valientes que se atrevían a adentrarse en las turbulentas aguas con sus tablas de surf. Killian se inclinó un poco para soltar la correa del arnés que llevaba Jasper. El animal movió su cola contento, y se acercó al humano para poder dejar su juguete junto a sus pies antes de ladrar fuertemente y salir corriendo. Killian sonrió, pero aun así había cierta inquietud en su interior que le hacia estar preocupado por los Cullen. Si bien era consciente de que eran mucho más capaces de cuidarse de ellos mismos que él, no podía evitar ese deje intranquilo que inundaba su cuerpo. Por lo que había escuchado por parte de la familia, Victoria era una vampiro enormemente sanguinaria y sádica, además de —por lo visto— rencorosa.

El ladrido de Jasper lo hizo reaccionar.

El perro esperaba sentado a unos quince metros de distancia, jadeando notablemente y moviendo su cola de un lado a otro mientras que ésta golpeaba la arena mojada y levantaba pequeños trozos de ella.

—¿Tienes hambre? —preguntó el humano.

Jasper lloriqueó, levantándose y dando una corta vuelta sobre sí mismo antes de regresar a la posición anterior.

—Ya veo, eso no es... ¿Sed?

Nuevamente el perro hizo lo mismo.

—¡Oh, el juguete! —exclamó Killian con el juguete favorito de Jasper en sus manos. Ante el ladrido afirmativo, el joven rió y lazó con todas sus fuerzas el objeto hacia el otro lado de la playa. El canino no dudó ni un instante en salir corriendo tras él.

Al cabo de un par de minutos en el que Jasper se revolcó a gusto en la arena mojada y le dejó en claro al humano que debería bañarlo una vez que regresaran a casa, se acercó corriendo a él y dejó el objeto junto a sus zapatos otra vez. Killian no tuvo más opción que cumplir los deseos del animal, volviendo a lanzar el juguete con mucha más fuerza para que lograba llegar un poco más allá. Cuando hubieron pasado cerca de cuarenta y cinco minutos, Jasper parecía bastante cansado, por lo que dejó el juguete y se recostó en la arena para descansar mientras jadeaba sin cesar. Killian sacó el pequeño botecito de agua junto con un cuenco de paseo y vertió un poco del líquido en él, pero Jasper siquiera se levantó para olisquearlo.

Killian observó el cielo y el mar; el primero lucía un gris mucho más oscuro que cuando llegó, y el segundo ahora se veía vacío ante la intensidad peligrosa de sus olas. El clima parecía estar empeorando pero el agua no caía y el viento no era mucho.

Cuanto su teléfono móvil sonó y la melodía llegó a sus oídos, estaba tan centrado en el horizonte que contestó sin tan siquiera mirar quién era el remitente.

—¿Si? —preguntó cuando la llamada fue descolgada.

—¿Cómo que "si"? —la vieja voz de nana se escuchó al otro lado de la línea—. ¿Acaso esa es forma de saludar a tu nana favorita?

Killian rió.

—Eres mi única nana.

—¡Más te vale que lo sea! —contestó la mujer.

—¿Ha pasado algo? —preguntó el menor, ahora bajando la cabeza y viendo como su pie pateaba una pequeña roca enterrada en la arena mojada.

—¿Debe haber sucedido algo como para que tenga que llamarte?

—¡No! No es eso, es sólo que últimamente hablamos casi todos los días antes de la hora de cenar para que pueda hablar con los niños. No esperaba tu llamada a esta hora —explicó.

Bueno, es que hemos recibido las tarjetas de invitación —canturreó.

—Oh... eso.

No suenas entusiasmado.

—Lo estoy, lo estoy —aseguró—. Pero aún no sé a cuál universidad iré. No quiero causarle problemas a nadie con ese tema ya que todos están en busca de las suyas propias, además debo buscar un trabajo para pagar la universidad a la que entre. Ah, y a eso debo sumarle de que mis notas no es que sean las mejores...

Ian... ¿Carlisle no te ha dicho que él se encargará de los gastos de tu universidad?

—En múltiples ocasiones, pero no puedo aceptarlo, nana. Me haría sentir muy mal que paguen por algo que ni siquiera es suyo.

Un suspiro bastante pesado se logró oír al otro lado.

Killian...

—Creo que mi error fue llamarlo "señor Carlisle" y no "señor Cullen" —murmuró bajo.

Nana rió.

Llámalo sólo Carlisle y te dejará la mitad de su herencia.

—¡Nana!

Oh venga, niño, no seas tan pesimista. Ten un poco más de confianza en las personas que te rodean, ¿o acaso no es lindo que quieras hacer algo por ti? Si su capital se lo permite, ¿por qué no dejar que te ayuden con tu futuro? Carlisle Cullen demostró en repetidas ocasiones cuánto le importas, e incluso las cuidadoras pudieron darse cuenta de ello. Si él quiere, ¿por qué no aceptar?

—Pero-

—¡Cambiando de tema! —exclamó—. He visto que has invitado a los niños también.

—Sí... Alice insistió.

Ya veo —murmuró.

—Intenté que no se pusiera muy densa con respecto al tema. Mejor que nadie sé que el presupuesto del orfanato es limitado y los billetes de avión para todos los niños sería un gasto impensable para todos —Soledad quiso hablar pero el menor no se lo permitió—. ¡Oh, y por cierto! Alice también insistió en invitar a Alena y su familia. La señora Robinson llamó ayer por la mañana para confirmar la asistencia de los tres. También dijo que Alena estaba muy emocionada por visitar "mi pueblo" y que me echaba de menos.

A pesar de tener tan sólo nueve años, la comprensión que tiene de tu situación es increíblemente amplia. Es una niña muy lista, y también te quiere mucho. Cómo no hacerlo, prácticamente se crió bajo tus cuidados —dijo nana, recordando como desde pequeña había estado como un pegote junto Killian—. Realmente me asustaba que terminara siendo una caprichosa malcriada porque cierto jovencito le daba todo lo que quería.

Killian se rió.

—Pero eso no sucedió. Significa que se me da bien cuidar niños, ¿no?

Podrías incluso quitarme mi puesto de trabajo —bromeó la mujer.

Los rojos iris de Killian observaron el turbulento mar, la esencia marina llenando sus pulmones.

—¿Al menos vendrás tú del orfanato? —su tono de voz sonaba algo más apagado que antes—. Necesito que aunque sea estés tú aquí para no tener miedo, nana.

Haré todo lo que esté en mi mano para poder estar ahí contigo en ese día tan importante.

—¿Lo prometes? —preguntó en un hilo de voz.

Lo prometo.

Killian parpadeó un par de veces para evitar que sus aguados ojos hicieran de las suyas. Dio una bocanada de aire y se giró para mirar a Jasper, sin embargo el hueco se encontraba ahora vacío. El joven miró a su alrededor pero no podía divisar la rubia figura animal por ningún lado.

—Nana —dijo.

—¿Si?

—Creo que se me ha perdido el perro.

—¡Niño tonto! ¡Ve a buscarlo!

—Llamaré luego.

Ignorándolo, nana gritó:

—¡El perro! —seguidamente, el pitido que indicaba la finalización de la llamada.

Killian guardó el teléfono en su bolsillo y las pertenencias de Jasper en la mochila antes de colgársela al hombro y comenzar a correr por la orilla en caso de que el perro hubiera decidido adentrarse en el mar. El clima era cada vez más turbulento y pareciera que la tormenta que anunciara estuviera a escasos minutos de distancia.

—¡Jasper! —exclamó el joven, más no hubo respuesta alguna del animal. Killian silbaba y silbaba para llamar su atención pero no hubo éxito. Cuando estaba a punto de ir a comprobar que no se hubiera ido hacia donde el vehículo estaba estacionado, chocó contra una persona bastante alta que lo ayudó a no terminar en el suelo cubierto de arena—. Lo siento mucho, uhm... ¿por casualidad no habrá visto...

Killian desvió la mirada y pudo divisar la despreocupada figura de Jasper que movía la cola junto a la persona que lo acompañaba.

—¿Es tu perro? —una agradable voz aún algo aniñada pero que se notaba que cruzaba por la pubertad se escuchó. Killian levantó sus ojos hasta la alta persona y pudo ver con claridad al joven.

Se notaba que era varios años más joven que él, sin embargo la gran diferencia de altura le resultó a Killian demasiado injusta. El más de metro ochenta de altura del adolescente no estaba en concordancia con el rostro joven que poseía, su gran sonrisa dándole un aspecto aún más aniñado; brillantes ojos marrones que lo veían con algo de sorpresa en ellos, como si lo conociera y lo hubiera reconocido en aquel instante. Su corto cabello negro ligeramente despeinado debido al viento.

—Sí, es mi perro —contestó Killian tras escasos segundos.

—¡Eres tú! —exclamó el más alto.

—¿Soy... yo? —preguntó confuso Killian.

—¡Eres el chico de ojos rojos que huele bien! —chilló.

Killian juntó sus cejas en una expresión confusa.

—¿Disculpa?

—¡Oh! ¡Lo siento! —dijo cuando se dio cuenta de que lo que decía no tendría sentido para él—. Me llamo Seth Clearwater, soy amigo de Jacob Black.

Killian hizo memoria.

—¿El amigo de Bella?

—¡Sí! ¡Ese mismo! —confirmó—. ¡Waaah! No esperaba conocerte de esta forma. No me dejaron salir a atrapar a esa vampiro pelirroja porque acabo de transformarme por primera vez hace apenas unas semanas, lo cual veo totalmente injusto, pero jamás creería que eso me llevaría a conocerte. ¡Qué buena suerte tengo! Todos en la manada hablan de ti: "el Cullen de ojos rojos que huele a persona".

El chico era como un juguete a cuerda, no dejaba de hablar. Sin embargo aquello no molestó a Killian, se notaba que el menor lucía realmente emocionado por su presencia.

—La vampiro pelirroja... —repitió Killian—. ¿Hablas de Victoria?

—¿Así es como se llama? —preguntó Seth—. No sé su nombre, sólo sé que lleva dando vueltas por la zona bastante tiempo y el líder de nuestra manada parece realmente furioso con ella.

—Oh.

—Por cierto, tu perro andaba corriendo detrás de una gaviota y casi se mete mar adentro. Menos mal que lo detuve a tiempo.

—¡Muchísimas gracias! —exclamó Killian, horrorizado ante lo dicho—. Me distraje un segundo con una llamada...

—No te preocupes. Luces como alguien que realmente se preocupa por él, así que un descuido por primera vez es algo que siempre puede pasar. El perro está bien, así que no hay que lamentarse por nada.

Killian elevó ligeramente la comisura de sus labios.

—¿Seth? —la melodiosa voz de una mujer se escuchó detrás de ellos—. ¡Dios santo, Seth! La próxima vez que quieras bajarte del coche, al menos espera a que lo haya detenido.

El aludido bajó la cabeza avergonzado cuando sus ojos divisaron la silueta de la mujer.

La fémina era apenas cinco centímetros más baja que Killian, y vestía ropas claras que contrastaban con su cobriza piel; su cabello negro brillante y lacio, y sus ojos sorprendentemente oscuros. Sus hermosas facciones eran apaciguadas por tres grandes cicatrices en el lado izquierdo de su rostro, desde su frente hasta su mentón (y, por las cortas mangas de su ropa, Killian pudo notar que dichas cicatrices también se extendían por su brazo).

—No es como si fuera a pasarme algo, Em —dijo Seth.

—¿No crees que sería raro para el resto ver a alguien saltar de un coche en marcha porque si?

—Tienes razón...

Los ojos de la mujer danzaron hasta caer sobre la figura de Killian.

—¿Es él? —cuestionó al varón.

—Sí, es él.

Avanzando, la fémina tomó las manos de Killian entre las suyas, lo miró y sonrió.

—Llevo semanas escuchando sobre ti. Gracias a Jacob todos tienen en boca al Cullen que huele bien.

—Lo mismo ha dicho él —susurró Killian algo cohibido por lo extrovertidos que eran ambos.

—Mi nombre es Emily Young, pero puedes llamarme Em como todo el mundo hace —se presentó—. ¿Qué haces aquí solo?

—Uh... vine a pasear con el perro.

—Oh, ¿es tuyo? —Emily se inclinó un poco para acariciar la cabeza del perro que gustoso aceptó los mimos.

—Es de los Cullen.

Emily lo miró.

—Entonces es tuyo —dijo risueña.

—No, es de los Cullen.

—¿No eres un Cullen? —preguntó Seth.

Killian abrió los ojos ligeramente.

—Cierto.

Emily sonrió, amable, y mantuvo la vista fija en los ojos de color escarlata. Seth dio un par de vueltas alrededor de ambos sin entender aquel silencio el cual daba a entender un entendimiento mutuo por parte de ambos que lo excluía a él.

—¿Pero es un Cullen? —preguntó nuevamente.

Emily lo empujó un poco mientras ignoraba su pregunta.

—¿No deberías regresar a casa? Parece que pronto comenzará a llover —puntualizó.

—Oh, um, aún no puedo —confesó.

—¿Es por la pelirroja? —cuestionó Seth, volviendo a entrometerse en la conversación.

—En parte. El señor Carlisle no quería que estuviera en terreno fácil para ella.

—Y te mandó a nuestro territorio —finalizó Emily, entendiendo la estrategia de aquel vampiro al cual su prometido no le tenía aprecio pero sí cierto respeto.

—Básicamente.

—Bueno, entonces, ¿te gustaría quedarte con nosotros hasta que te avisen? Si comienza a llover, te será complicado esperar con el perro dentro del coche —se ofreció Emily. Killian dudó. Y, como si hubiera leído sus pensamientos, la mayor volvió a hablar—. Si te preocupa la manada y el tratado, eso no será problema siempre y cuando seas un humano.

—Pero...

—¿Pero?

—Le sería una molestia, señorita Emily —murmuró.

Dicha mujer se sorprendió ante la formalidad que le había añadido a su persona.

—¡Nada de señorita! ¡Y tampoco nada de molestia! Les llevará un buen rato lo de esa vampiro, así que ven con nosotros hasta que terminen. Puedes marcharte antes de que regresen.

—Puede... puede que en otra ocasión.

Emily apretó los labios, ligeramente decepcionada, sin embargo sonrió.

—Está bien. Te tomo la palabra —dijo. Luego se giró hacia Seth—. Venga, vamos a casa. Debes ayudarme a preparar la cena para los chicos, vendrán hambrientos.

Seth se quejó en voz alta.

—¡¿Por qué ellos cazan y yo ayuda a preparar la cena?!

—¿Prefieres que Sam se quede a cocinar? —preguntó la fémina.

Al recordar aquel potingue asqueroso que una vez hizo el alfa y al cual tuvo el descaro de llamar comida, negó.

—Bien, volvamos a casa —dijo el menor—. Cullen perfume, tenemos que volver a vernos.

Justo cuando iba a decirle su nombre, Killian escuchó el tono de llamada correspondiente a Alice. Y, apresurándose a descolgar, contestó.

—¿Hola?

Un suspiro aliviado se escuchó al otro lado de la línea.

¡Killian! Cuánto me alegro de que estés bien.

—¿Por qué no lo estaría? —preguntó confuso.

—¿Estás cerca de algún lobo? —cuestionó Alice, ignorando su pregunta.

—Estoy con uno ahora, ¿por qué?

—¡Esos perros! —exclamó. Su voz sonó algo más alejada a continuación, como si hubiera alejado el teléfono para hablar con otra persona—. ¡Carlisle, está con un lobo pero está bien! Puedes regresar a casa cuando quieras, Victoria ha escapado pero dudo que regrese en estos días.

—De acuerdo.

Ten cuidado por la carretera. Está a punto de llover —y luego, cortó.

Killian guardó el dispositivo en su bolsillo y miró al dúo.

—Supongo que es tu señal para irte. Qué pena, pero también menos mal que no nos fuimos contigo, sino tendrías que haber dado media vuelta enseguida —dijo Emily.

—Alice dice que Victoria escapó pero que puedo volver.

El rostro de Seth parecía complicado.

—Paul estará furioso —comentó.

—Y Sam también —siguió Emily, suspirando—. No hay más que regresar ya. Ha sido un placer conocerte...

—Killian —dijo él, por fin siendo capaz de presentarse.

—Ha sido un placer conocerte, Killian —volvió a repetir Emily la oración al completo.

—Tienes que volver a venir —dijo Seth—, ¡y trae al perro!

—Lo intentaré —contestó Killian en voz baja.

Tras las amables palabras de Emily (que lo invitaban algún día a pasarse por su casa para que probara su comida) y las largas quejas de Seth (el cual no quería que se fuera todavía), Killian se despidió brevemente y se alejó con la correa de Jasper en mano. El perro lucía cansado pero increíblemente contento ante el largo paseo en la playa y, una vez sentado dentro del vehículo, se durmió en el asiento trasero durante todo el trayecto.

El hogar de los Cullen lucía tan tranquilo como siempre, sin embargo las voces dentro de la estructura permitían dar a conocer que algo grave había pasado. La grave voz de Emmett sonaba molesta mientras se quejaba de aquellos cambia-formas de los que Killian había oído hablar relativamente poco. Esme fue la primera en acercarse a él cuando entró al salón y vio a toda la familia (a excepción de Edward) reunida discutiendo algo. Dicha vampiro le quitó la mochila con las cosas del perro del hombro y se alejó hacia la cocina para limpiarlo. Killian le quitó la correa y el arnés, y lo dejó marchar hacia la pequeña camita que tenía en una esquina.

—¡Podríamos haberla capturado si me hubieran permitido pasar! —vociferó Emmett.

—Es su territorio. No tenemos opción más que retractarnos. No está bajo nuestra jurisdicción —la tranquila y apaciguadora voz de Carlisle retumbó en la sala.

—¡Pero se ha escapado! —volvió a quejarse el más grande de físico.

—Emmett... por más que queramos capturarla lo antes posible, no podemos infringir el tratado por ello.

Emmett se alejó del lugar, refunfuñando y maldiciendo en voz baja.

El grupo se giró hacia el recién llegado, siendo Carlisle el primero en acercarse.

—Hueles mal —dijo Rosalie antes de que el rubio doctor pudiera hablar—. A chucho.

Carlisle rió ante el rostro confuso de Killian.

—Ignórala. Todo ser tiene olor y los lobos no son excepción. ¿Todo bien? —preguntó el patriarca.

—Sí. La playa es preciosa, ¡y huele un montón a mar! Hacía muchos años que no iba.

—Me alegro —contestó con una sonrisa en el rostro ante el ligero notable entusiasmo del humano.

—¿Qué le pasa a Emmett? —fue su turno de preguntar. El rastro preocupado en su tono de voz no fue desapercibido para nadie.

—¿Recuerdas que te expliqué lo de nuestro tratado? —Killian asintió—. Bueno, Victoria cruzaba de un lado a otro, y ambas partes intentaban dar con ella, pero Emmett cruzó la frontera del río y eso no les agradó en lo absoluto. Pero se le pasará enseguida, no te preocupes. Nuestra prioridad es mantenerte a salvo de cualquier peligro que esto pueda conllevar y alejar a Victoria de Bella.

—¿Podemos dejar de hablar de cosas serias durante un rato? —preguntó Alice, quien estaba sentada en el marco de la ventana—. ¡Miren a Jasper!

Killian miró al vampiro que vestía ropa oscura la cual estaba ligeramente cubierta de tierra —supuso que debido al intento de captura de la tal Victoria—, pero rápidamente desvió su mirada hacia el perro (aunque éste tampoco estaba mucho más limpio que el vampiro.

—El baño de esta semana le tocaba a Edward —dijo Rosalie—. Sólo insistió en acompañar a Bella a Jacksonville para escaquearse de la tarea. Estoy segura de ello.

El humano sonrió.

—A él también le gustó la playa —comentó.

Alice se acercó a Killian y lo empujo ligeramente por la espalda en dirección al baño, luego llamó al perro y éste los siguió.

—Venga, te ayuda a bañarlo. A ver si esta vez no se escapa y tenemos que terminar limpiando todo el jabón de la casa.

Carlisle miró las escaleras por las que habían desaparecido y suspiró. Sabía que Victoria volvería a aparecer y que la esencia de Killian ya estaba impregnada en ellos como para que dicha vampiro no lo hubiera notado. Sin embargo, la graduación estaba cerca y querían poder proporcionarle cierta normalidad al pobre chico, por lo que no tenían más remedio que apartar el tema un poco.

A ser posible, se negarían a involucrar a Killian en aquel problema.


[•••]

¡Aaaah! Primera aparición de Seth en todo el libro.

Le tengo un cariño súper especial a su personaje ya sea tanto del libro como de la película y es que es muy<3333

Se acerca la graduación y Alice -coordinadora de fiestas- Cullen.

Espero que les haya gustado el capítulo.

Cuídense mucho y nos leemos pronto.

HAOYUS

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