012; responsabilidad
Un constante pitido molesto resonaba en las cuatro paredes de la blanca habitación. La pálida figura de un joven descansaba en una cama; tanto su brazo derecho como su cabeza se encontraban vendados, ojeras púrpuras descansaban en su rostro y un pequeño rasguño se podía ver en su cuello desde ese ángulo.
Pip, pip, pip...
Aquel pitido parecía ser todo lo que habían escuchado en las últimas veinticuatro horas.
Rosalie Hale se hallaba sentada en un pequeño sillón dentro de la habitación. Su rostro demostraba la preocupación y aflicción que sentía ante aquella situación. Todo había sido culpa de ellos, había sido demasiado peligroso exponer a un humano a la monstruosidad de sus seres día tras día, pero no eran capaces de dejar a Killian cuando éste había calado en ellos profundamente en tan poco tiempo.
Poco más de una semana, eso era lo que había tardado Killian en ganarse a los Cullen.
Rosalie suspiró y volvió a clavar sus ojos en el demacrado rostro del humano. Sólo le quedaba esperar a que despertara y poder explicarle todo sin mentiras. Había hablado con Carlisle horas después de haberlo trasladado al hospital, alegando que si los Vulturis terminaban por enterarse de su existencia, ella se haría responsable al cien por cien y, aunque Carlisle ya tenía pensado responsabilizarse del menor, agradeció las palabras de Rosalie.
La puerta de la habitación se abrió y Alice apareció con un vaso de color blanco con tapa y pajita que emanaba olor a sangre. La más bajita trotó hasta ella y estiró su brazo.
—No quisiste beber nada ayer tras el accidente, y tampoco te has alimentado en los últimos días así que toma.
Rosalie aceptó el vaso pero no bebió.
—¿Crees que estará bien? —preguntó la rubia.
Alice bajó la cabeza algo conflictiva.
—No lo sé. No he sido capaz de ver su futuro desde el incidente —murmuró.
La vampiro más alta asintió sin quitar la vista del humano.
—¿Edward ha cambiado de opinión?
Alice suspiró: —Aún insiste en irse.
—No será bueno para Killian el irnos.
—Lo sé, pero no podemos hacer nada.
—Edward me tiene harta.
—También lo sé.
—¿Y qué haremos si no despierta antes de que nos vayamos?
La vidente miró hacia el techo y una mueca se instaló en su rostro.
—Carlisle pedirá el traslado a un hospital en Ithaca, pero tendremos que informarle a su nana Sol. Siento que esa mujer vendrá en persona a arrancarnos la cabeza por más humana que sea —dijo Alice riendo sin gracia—. Me siento muy culpable.
—¿Tú también?
—Fue un peligro desde el principio convivir con un humano las veinticuatro horas del día...
—No se merece nada de esto —murmuró Rosalie—. Debería tener una buena familia, no monstruos como nosotros.
La puerta de la habitación volvió a abrirse y por ella pareció Carlisle vestido con su bata blanca.
—Los accidentes pasan, gatito. No hay caso en auto-culparse constantemente. Estoy seguro de que Killian no quiere eso.
Rosalie hizo una mueca pero no dijo nada.
—¿Tienes los resultados de las pruebas? —preguntó Alice, expectante.
—Hay cosas que no podemos ver hasta que no despierte, así que no sabremos qué secuelas podrá tener. Por el momento, sabemos que puede presentar mareos, dolores de cabeza y vómitos durante las tres primeras semanas luego de despertar. Así que os pido que le presten más atención de la usual —dijo con voz suave mientras su mirada se detenía en el pobre humano en la cama—. Tendremos que hacerle otra última transfusión de sangre. Sus niveles aún no vuelven a la normalidad —doctor se acercó al cuerpo inconsciente y descanso con sumo cuidado su fría mano sobre la frente de Killian—. Su frente está algo caliente, probablemente tenga fiebre alta en un par de horas. Si se quedan aquí, vigilen y avísenme si algo sucede.
—¿Regresas a casa? —preguntó Alice.
Carlisle asintió y continuó:
—Me iré tras terminar mi turno. Necesito hablar con vuestro hermano.
—¿Cómo está Jasper? —cuestionó la rubia.
—No muy bien. Se echa toda la culpa y piensa que hubiera sido mejor si no hubiera regresado por el momento. Está furioso consigo mismo.
—Quiere irse —susurró Alice.
—¿Qué? —exclamó Rosalie.
—Dice que se irá hasta saber controlarse mejor, o al menos hasta que consiga acostumbrarse completamente al olor y presencia de Killian.
—¿Y dónde se supone que irá? ¿Es idiota?
La vidente se encogió de hombros. Ella tampoco sabía lo que pensaba Jasper en esos momentos.
—No tengo ni idea, pero está convencido.
—No me lo creo... —fue lo único que pudo decir la rubia.
—Creo que sería buena idea que fuera a Denali. Por otro lado, Edward piensa que irse también es buena idea, pero lo suyo es para proteger a Bella de nosotros. Aunque también pensó en alejar a Killian, con los pocos recuerdos que ha leído en sus pensamientos, no ha sido capaz de empujarnos a hacerlo. Además, ninguno de nosotros quiere dejarlo tampoco.
—¿Y Bella? —preguntó Rosalie con un ligero deje de resentimiento en su voz.
—Ella no sabe nada sobre esto. Supongo que se lo dirá el mismo día que partamos. Edward está actuando algo distante con ella, verlos juntos esta mañana era incluso vergonzoso. Sólo asistí a la primera clase y únicamente los vi durante un rato pero era realmente malo. Estuve con Jasper el resto del día y... bueno, ya te hemos dicho cómo se encuentra él.
Sin interrumpir la conversación, Carlisle se retiró de la sala en busca de una enfermera que enviar para la transfusión de sangre.
Rosalie se levantó y se sentó a los pies de la cama de Killian. Sus dorados ojos recorrieron las cansadas facciones del humano mientras que tomaba con delicadeza su mano conectada a varios tubos transparentes.
—Aún pienso que no es justo para él. Bastante mal lo tiene que estar pasando adaptándose a una familia tras todos estos años como para ahora descubrir que no son cómo él creía y, que encima, deben irse del pueblo.
—Debemos tenerlo vigilado como dijo Carlisle. Quizá padezca estrés o ansiedad con tantas cosas sucediendo —informó Alice, acercándose a la otra vampiro.
Rosalie sintió sus ojos arder, como si estos fueran a llenarse de lágrimas aunque esto fuera imposible.
—¿Crees que nos tenga miedo?
Alice se limitó a quedarse en silencio. Ella también había tenido aquella pregunta rondando en su cabeza desde la noche anterior. No quería pensarlo demasiado, no quería que aquellos ojos rojos que los miraban con tanto agradecimiento oculto cambiaran su brillo a uno que expresaba miedo.
—No lo sé. No lo sabremos hasta que no despierte.
—Necesito que despierte pronto —masculló entre dientes.
El silencio las rodeó. Ninguna tenía nada más que decir, así que simplemente se limitaron a quedarse calladas, cada una sumida en sus propios pensamientos.
El pitido de la máquina había sido constante durante todo un día, sin embargo en ese instante comenzó a emitir un pitido intermitente mucho más rápido. El cuerpo de Killian comenzó a dar pequeños espasmos, cada uno más pronunciado que el anterior; pequeños gruñidos escapaban de su garganta y un ligero rastro de baba se dejaba ver en la comisura de sus labios. Rosalie se alarmó y se levantó rápidamente para colocarse junto al humano y girarlo hacia un lado.
—¡LLAMA A CARLISLE! —gritó desesperada.
Alice salió corriendo de la habitación en busca del doctor que había escuchado el grito de Rosalie y venía en camino con dos enfermeras. Las manos de Rosalie temblaban. Era la primera vez en tantos años que se sentía tan inútil e impotente. Killian estaba sufriendo frente a ella y no sabía cómo reaccionar. No fueron más cuarenta segundos lo que tardó Carlisle en llegar a la habitación, empujando a Rosalie para darle a entender que él se encargaría.
—Fuera —ordenó el vampiro.
Alice tuvo que sacar a Rosalie a la fuerza. La rubia se negaba a dejar al humano solo.
La vidente la condujo a la sala de espera, en donde Esme y Edward se encontraban sentados esperando. El pálido rostro del lector de mentes lucía conflictivo y se notaba que sus pensamientos rondaban mil y una cosas distintas.
—No le vayan a decir nada a Jasper —fue lo primero que dijo Esme cuando las dos se sentaron junto a ellos.
—No habría caso en decírselo —concordó Alice—. Sólo se torturaría aún más.
Los cuatro podían escuchar la voz de Carlisle dentro de la habitación dándole órdenes a las enfermeras. El buen ambiente familiar que habían tenido en la última semana y media había desaparecido como si hubiera sido un simple día de sol pasajero en Forks.
—¿Irás esta noche con Bella? —preguntó Esme para sacar algo de tema de conversación.
Edward elevó ligeramente la cabeza ante la mención de su novia y luego la volvió a agachar.
—Iré un rato después de que salga de trabajar, pero no pasaré la noche. Será mejor que empiece a empacar las cosas que quiero llevarme antes de irnos.
—¿Realmente nos iremos? —habló Rosalie.
—¿Tenemos otra opción?
La rubia lo miró indignada.
—Claro que tenemos más opciones, pero huir parece ser la más sencilla para ti.
—No estoy huyendo —replicó el vampiro.
—¿Entonces por qué no terminas con ella como hacen las parejas normales y nos quedamos en Forks? Sabes que, justo ahora, un cambio no sería nada bueno para Killian.
—¿Crees que no he pensado en hacer eso? —cuestionó Edward de vuelta—. Pero, ¿sabes lo terca y cabezota que puede llegar a ser Bella?
—¡Pues que se aguante! No es la primera ni la última persona en ser dejada por su pareja. Si lo que te preocupa es que eres demasiado idiota como para no poder soportar verla por los pasillos del instituto sin estar cerca de ella, entonces márchate tú solo.
—Rose, baja la voz, cielo —pidió Esme.
—No quiero hacerla sufrir —murmuró Edward.
—Pues si tanto te preocupa que muera, conviértela.
—¡No!
—Entonces deja de quejarte como un maldito crío y acepta la realidad porque yo no voy a poner en riesgo la salud mental de Killian únicamente porque tu capricho por esa nos esté llevando al desastre.
—Carlisle ya aceptó y también aceptaron su traslado a Ithaca. Nos vamos en dos días —dijo Esme, informando a Rosalie sobre la reciente situación.
El mencionado apareció por el pasillo con su cabello algo alborotado. Sonrió culpable hacia sus hijas.
—Me lo acaban de notificar. También pedí el traslado inmediato de Killian al hospital en el que trabajaré. Lo tendré bien vigilado y podrá regresar a casa cuando haya despertado.
—¡Genial! —exclamó Rosalie con ironía, elevando sus manos con exasperación y dejándolas caer a ambos lados de su cuerpo como si fuera una muñeca de trapo. Luego se giró hacia el lector de mentes y apuntó su rostro con su dedo índice—. Si algo le llega a suceder a Killian, me cegaré tanto contigo que mi tortura a mi ex-prometido te parecerá un simple juego de niños.
Carlisle se apresuró a tomar a la vampiro por los hombros y alejarla un poco de su otro hijo adoptivo.
—Bien, bien, lo entendemos —dijo con su usual voz suave y calmada—. Killian ya está estabilizado, vuelve a la habitación con él y avísame si sucede algo, ¿de acuerdo? Confío plenamente en ti para que lo cuides.
A regañadientes, Rosalie se alejó del lector de mentes, más su estado de ánimo pronto volvió a la normalidad cuando escuchó el nombre de Killian. La vampiro se fue hacia la misma habitación de antes sin mirar atrás.
Edward se dejó caer en la silla de la sala de espera y miró con ojos conflictivos a su padre adoptivo y salvador.
—¿Es esto lo correcto?
Carlisle sonrió sin mostrar los dientes.
—Sólo el tiempo lo dirá —se limitó a contestar—. Alice, Esme, será mejor que regresen a casa. Tenemos que comenzar a organizarnos para irnos.
—Pero, ¿y si Killian despierta? —Alice fue la primera en quejarse.
—Por su condición, dudo mucho que despierte hoy, o siquiera mañana. Trata de no estar tan ansiosa, Rosalie y yo estamos aquí, no le pasará nada. Ahora regresen a casa y distráiganse un poco.
Ambas féminas asintieron antes de despedirse y desaparecer por el pasillo hacia la salida. Carlisle se quedó sólo junto con Edward.
«¿Logras leer algo?» fue lo que escuchó desde la mente de su padre adoptivo.
El joven de cabello cobrizo arrugó sus cejas, como si intentara hacer funcionar su don con más intensidad.
—No hay nada. Es un espacio en blanco. Tampoco ha soñado nada —informó.
El doctor suspiró. No estaba seguro de que las palabras de Edward indicaran nada bueno o malo. Sólo les quedaba esperar a ver la condición del humano tras despertar.
—Estará bien —aseguró Edward, como si supiera los sentimientos conflictivos en el corazón del rubio. Aunque él tampoco sabía qué depararía todo esto, únicamente le quedaba ser alguien de apoyo para su familia—. Todos ustedes actúan como si Killian no estuviera en forma y no fuera fuerte, aunque admito que como atleta da asco, tiene otros talentos.
Carlisle sonrió.
—Tienes razón —el doctor Cullen pasó una mano por su dorado cabello y volvió a hablar—. Regresa tú también, Edward. Bella debe estar esperándote.
—¿No vas a casa?
—Me quedan unos quince minutos de turno, aprovecharé para llamar a la señora Soledad e informarle sobre Killian y el traslado. Probablemente la tengamos aquí mañana para verlo, o quizá nos siga a Nueva York.
—Nueva York está en la otra punta del país —murmuró Edward.
—Créeme, esa mujer recorrería el mundo entero para ver a Killian. Se nota que le tiene mucho aprecio.
—Entonces me voy yendo —dijo el cobrizo.
—Ten cuidado en el camino.
Edward se extrañó de las palabras que Carlisle dirigió hacia su persona pero no dijo nada. Éste último se había vuelto bastante más cuidadoso con todo desde que Killian llegó.
Carlisle se retiró a su despacho, saludando a algunos enfermeros en el camino de ida. Su mente era todo un caos, muchas cosas habían sucedido en muy poco tiempo y su familia parecía ser un desastre. El sentimiento de impotencia al no poder hacer nada directamente para ayudarlos era devastador para él; Se encerró en su despacho, bajando las persianas para que no vieran que estaba dentro y comenzaran a interrumpir. La llamada que estaba a punto de realizar era sumamente importante. Carlisle tomó una pequeña agenda donde guardaba números importantes y buscó la letra S, allí movió su dedo por la hoja hasta encontrar el nombre de Soledad. Agarró el teléfono en su mesa y lo descolgó, marcó el número y apoyó el aparato contra su oreja.
Tres pitidos sonaron antes de que alguien contestara.
—¿Hola? —la conocida voz de la mujer con la que había hablado para traer a Killian con ellos retumbó al otro lado de la niña.
—Buenas tardes, Soledad. Mi nombre es Carlisle Cullen, soy el tutor legal de Killian.
La mujer hizo un sonido de exclamación al descubrir quien era.
—¡Oh, señor Cullen! ¿En qué puedo ayudarlo? ¿Hay algún problema con Killian?
El vampiro suspiró quincuagésima vez en el día.
—De eso quería hablarle. Por favor, no se preocupe ni altere. Killian resbaló ayer en la noche y accidentalmente golpeó su cabeza, ahora mismo estamos en el hospital y está durmiendo pero no es nada demasiado grave. Puede que sufra mareos, dolores de cabeza o vómitos, así como puede que no presente ninguno de estos síntomas, pero eso no lo sabremos hasta que no despierte.
—¡¿Cómo se resbaló?! —preguntó alarmada.
—Llevaba todo el día lloviendo y no calculó bien el camino. Me responsabilizo totalmente sobre lo sucedido.
—Oh, dios mío. No es como si fuera culpa suya que resbalara, señor Cullen. Me gustaría viajar para verlo pero estoy en mitad de dos adopciones y me sería complicado el dejar todo aquí. Me gustaría pedirle que me avise cuando despierte y que le haga saber que debe llamarme cuando despierte y se sienta mejor.
—También me gustaría hablarle de otra cosa.
—¿Sobre qué?
—He recibido un nuevo trabajo en Ithaca, Nueva York y tendría que reubicarme en un par de días...
—¿Quiere que Killian regrese al orfanato?
Carlisle arrugó las cejas y miró el teléfono en sus manos.
—¡Claro que no! Era para informarle del traslado. Creo que Killian tenía planeado visitarla en algún punto de éste mes y la localización ahora es un poco más complicada que antes, así que sólo quería hacerle saber.
—Oh, ¿es eso? Entonces está todo bien, no hacía falta notificar esto. Killian está a vuestro cargo ahora y, para serle sincera, confío en usted y su esposa, señor Cullen.
Carlisle no supo qué responder. Nana Sol había puesto toda su confianza en ellos y Killian por poco había resultado gravemente herido.
—Me, me alegra oír eso.
—Por cierto —dijo la mujer—, deberían estar atentos al teléfono de Killian, estaba esperando una llamada importante y no sería bueno que no la respondiera.
—De acuerdo. Estaré al tanto.
—Perfecto. Ahora, debo irme, señor Cullen. Por favor, llámeme en cuanto Killian despierte —nana pausó su habla durante un instante, suspiró y volvió a hablar—, y muchas gracias por no dejarlo. Ha pasado por mucho, puedo asegurarle que es la primera vez que ha sido tratado con tanta normalidad y aceptación fuera del orfanato, así que gracias. Las palabras no son suficientes para mostrar mi gratitud.
—No hace falta agradecer. Mi esposa e hijos están encantados con él. Killian... es realmente un buen chico.
—Lo es. Ha sido un placer hablar con usted.
—Igualmente, señora Soledad.
La llamada finalizó segundos después. Carlisle se quedó durante varios minutos con el teléfono pegado a su oreja, las palabras de la vieja mujer resonando aún en su cabeza.
Killian realmente era un buen chico que merecía lo mejor del mundo.
Saliendo de su pequeña burbuja, Carlisle se levantó y salió de su despacho tras quitarse la bata y quedar vestido con sus pantalones azules y su camisa blanca. Caminó por los pasillos hasta que llegó a la habitación en la que estaban Rosalie y el humano.
—Entra —dijo la vampiro desde dentro. El doctor Cullen así lo hizo y miró el rostro afligido de su hija adoptiva; Rosalie observaba con lástima al humano frente a ella, su cara nunca habiendo mostrado tanta expresión antes—. ¿Ya te vas?
—Regresaré en un par de horas así podrás ir y cambiarte. Debemos mantener la apariencia aún. Llámame si sucede algo. De igual forma le diré a Giselle que esté al pendiente de cualquier cosa.
—Está bien.
Carlisle salió de la habitación y del hospital, subiéndose a su coche y conduciendo en dirección a su casa en el bosque. El hogar tenía un aura deprimente que nunca antes había tenido. También parecía como si todo hubiera quedado pausado, el silencio reinaba el lugar más que nunca.
—¿Cómo está la pequeña avioneta?
La voz de Emmett resonó en la sala cuando Carlisle entró a ésta.
—Rosalie te mataría si te escuchara decir eso sobre Killian sólo porque voló varios metros —interrumpió Alice.
—Sólo intentó aligerar un poco el ambiente...
—¿Cómo está? —la fría voz de Jasper logró escucharse desde la planta superior. El vampiro descansaba sus codos sobre la barandilla mientras miraba hacia abajo. Su rostro lucía culpable y se veía totalmente abatido.
—Está estable, no ha sido un golpe tan grave. De no ser por la brecha en la cabeza, sólo habría quedado en una simple contusión. No te martirices tanto, Jasper.
Aunque mentirle un poco era la mejor opción, Jasper Hale tenía un don que le dejaba sentir las emociones de las personas a su alrededor y no pudo evitar culparse aún más cuando sintió la preocupación y ansiedad que tenía Carlisle.
—Me iré un tiempo, Carlisle.
Los dorados ojos del mencionado adoptaron un deje de tristeza.
—No hará falta hacer eso —dijo él—. Nos trasladaremos a la villa que Emmett compró hace unos años, hay dos pequeñas casas a los lados, podrás instalarte ahí sin tener que marcharte.
—No quiero poner en riesgo a ese humano.
—No fue tu culp-
—¡Sí lo fue! ¡Si no tuviera tan poco autocontrol, nada de esto estaría pasando!
Carlisle admitía que le dolió ver a su hijo martirizarse de aquella forma, era la misma forma que había visto en Edward a principio de año cuando conoció a Bella.
—Jazz... Tuviste un incentivo para atacar así, no fue tu culpa. Incluso Esme y Alice tuvieron que salir de la habitación porque no podían aguantar el olor de la sangre ayer.
—Pero no los atacaron.
—Jasper, en serio, está todo bien, ¿si? Podemos seguir trabajando en tu autocontrol, pero si te marchas ahora no podemos ayudarte y corregirte.
Carlisle Cullen tenía una extrema facilidad con las palabras y un gran poder de convicción.
—¿Y si vuelvo a atacarlo?
—Estaremos allí, preparados, para evitar que nada pase.
—Estabais aquí también ayer —puntualizó.
—Pero no estábamos preparados —contestó obvio. Jasper alzó una de sus cejas, parecía como si le estuviera tomando el pelo—. En serio, Jasper, estará todo bien.
—Si lo vuelvo a atacar y termino más muerto aún porque Rosalie se enfadó, ¿te responsabilizarás?
—Totalmente.
Jasper suspiró.
—Quiero la casa que esté más alejada de la villa.
—Hecho —dijo Esme antes que nada, quien había estado en silencio junto a sus otros dos hijos mientras escuchaba la conversación—. Ahora baja, ve a cazar con Emmett antes de que Edward regrese, y luego comiencen a empacar lo que necesiten.
La mudanza de los Cullen transcurrió en bastante secreto. Luego de que Edward terminara su relación con Bella y la dejara allí de pie en mitad del bosque luciendo como una tonta, la familia al comoleto (menos Edward, claro) partió hacia su nuevo hogar: Ithaca, Nueva York; El traslado del inconsciente Killian se realizó con rapidez y sin ningún inconveniente. Aunque su fiebre había disminuido, estaba completamente estabilizado y todo funcionaba correctamente, el joven humano aún no despertaba.
La villa en la que se instalaron era bastante grande, amplia y luminosa; era de color blanco con las tejas rojas, un camino de piedras los conducía hasta la entrada mientras que el resto de su alrededor estaba rodeado por césped y flores. La parte interior estaba adornado con objetos rústicos y de madera, dándole un aspecto acogedor. Tenía doce habitaciones, ocho baños, dos cocinas, garaje y establo (aunque dudaban que utilizaran éste último) En la parte trasera de la villa de podía ver un amplio bosque que les serviría para cazar. El patio trasero también contaba con una piscina de azulejos celestes, y junto a éste había varios juegos de mesas y sillas que combinaban con estos. Perfectos para sentarse a admirar el paisaje. A ambos lados de la villa habían dos pequeñas casas de igual material, aunque éstas sólo constaba de dos plantas, baño, cocina y dormitorio único.
Jasper y Carlisle se miraron brevemente.
—Iré a instalarme en una de las casas —murmuró.
—Y yo regresaré al hospital para estar con Killian —soltó Rosalie.
—Yo iré a ordenar las cosas de Killian en la habitación junto a la mía —dijo Alice entusiasmada.
Rosalie se detuvo de golpe y miró a su hermana con los ojos entrecerrados.
—Pensándolo mejor, Killian puede esperar. ¿Cómo es eso de que su habitación estará junto a la tuya? Querrás decir que estará junto a la mía.
Alice negó.
—Eh, no. Lo he dicho bien.
—La habitación de Killian estará junto a la mía, Alice.
—No, Rosalie. Su habitación en Forks estaba frente a la mía por lo que ahora también.
—No veo justo que lo tengas al lado aquí también. Su habitación estará junto a la mía. Decidido.
—¡Claro que no! Esme, dile algo.
La mujer, que miraba la escena divertida, pronto se fue envuelta en ella.
—Ah no, a mi no me incluyan —Esme se negó a involucrarse.
El teléfono de Carlisle sonó y éste se giró para atenderlo.
Emmett interrumpió:
—¿Y por qué no lo ponen junto a mi habitación?
—¡Cállate, Emmett! —dijeron al unísono.
El suave ladrido de Jasper sonó junto a ellos, como si quisiera llamar la atención y ser incluido.
Mientras la disputa continuaba, la doctora que había llamado a Carlisle, habló: —Ha presentado una notable mejoría en unas pocas horas y ha dado signos de querer despertar. Lo más probable es que despierte en las próximas horas.
Las voces se apagaron de golpe y miraron en dirección a Carlisle.
—Gracias por notificármelo. Estaremos allí enseguida. Adiós.
Finalizando la llamada y volviendo a guardar el teléfono en su bolsillo, el vampiro se limitó a observar las expresiones de su familia. Aunque no tuviera la habilidad especial de Edward, en aquel momento fue sencillo leer lo que pasaba por sus mentes:
Tras cuatro días desde el incidente, era hora de darle una explicación a Killian y esperar que las cosas no fueran tan mal.
•••
Bueno, se viene el drama que tanto me gusta escribir ahre.
Estoy intentando escribir y actualizar bastante estos días que no he estado muy ocupada y también en compensación por los meses que apenas pude actualizar.
La estancia de los Cullen en Ithaca siempre me resulta un poco problemático de escribir porque Stephenie Meyer no ha hablado mucho sobre ello y hay muy pocas cosas canon. Siempre intento que mis novelas que tienen este time lapse tengan la misma localización, zona y estructura para no tener que cambiar cada vez que lo incluyo en mis historias. También suelo investigar mucho sobre lo dicho por la autora (en lo que a extras se refiere) para no salirme de lo canon demasiado. Así que involucrar a Killian despertando en una nueva ciudad me resultará de ayuda para cubrir los seis meses que los Cullen pasan ahí.
Aunque bueno, ya saben que se viene el tremendo drama del chismoso suicida😔🤟
Dicho esto, espero que les haya gustado el capítulo aunque no hemos visto mucho del precioso Killian.
Intentaré actualizar lo máximo que pueda siempre y cuando el trabajo me lo permita.
Espero que se cuiden mucho<3
—HAOYUS
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