Capítulo 9: "Más vale tarde que nunca"

1 mes después.

Ha pasado ya mucho tiempo desde que los señores se convencieron en darme una oportunidad de arreglar mi error al haberme enfrentado a su hijo y decirle sus verdades, la idea que organizamos para que Leopold cambiara su actitud no salió como todos esperábamos y es que todo se complicó cuando Leopold terminó por odiarme más hasta llegar al punto de no dirigirme la palabra y lanzarme objetos de su habitación que tuviera cerca para que yo tomara la decisión de irme de su casa y no volver jamás; los primeros días se comprometió a decirme todo su vocabulario de malas expresiones que tuve que cubrirme los oídos con las manos para no escuchar sus típicos reclamos de no seguirme entrometiendo en sus asuntos con su problemas de vista como también en no llenarles de ideas erróneas a la cabeza a su familia con el hecho de que él mismo cambiara y que algún momento se dejara ayudar.

Y aunque hasta ahora su propósito de correrme de su casa, no se ha cumplido como él mismo quiere, la única opinión que le ha quedado es seguir aguantando mi propia presencia por un par de horas que sé que para él es una eternidad; por lo menos me he evitado pelear con él para no tener una próxima queja con su madre quien sigue siendo su guardiana, y a pesar que ya paso un mes, nuestra comunicación entre jefa y empleada sigue siendo tensa y poco cordial, no niego que la señora Engström a veces suele ser demasiado mimosa y cariñosa con su hijo, llegando al punto de ser demasiado cursi que hasta el pobre de Leopold parece aguantarla, hasta ahora, ella es la única que parece no dar su brazo a torcer en tratarme bien, en vez de tratarme como una enemiga de su hijo.

En cambio con Elin, Katrin y el señor Engström, todo sigue bien que puedo decir que la relación aunque con Elin y Katrin sea de amistad y con el señor Engström de jefe a empleada, ambas partes cada día parecen darme esa confianza y entrega de la cual necesito.

Por otra parte, con los días he empezado a conocer otros empleados de la casa, como el jardinero, el chofer y las dos mucamas de la casa; cada uno de ellos ha llegado a ser amistoso conmigo que tampoco he tenido ni un problema con ellos, hasta puedo decir que Frank se ha vuelto una gran persona conmigo que también me ha contribuido en darme alguna que otra información sobre el pasado de Leopold y aunque al principio fue algo indeciso por el hecho que temía que la señora Engström se enterara, ambos prometimos mantener esa conversación en secreto, para que ninguno de los señores o el mandón de Leopold lleguen a decirle algo.

Con el paso que han ido transcurriendo los días, no he llegado a hacer algo productivo con Leopold, es decir, que nada ha cambiado; la mayor parte del tiempo si no la paso sentada en la habitación, llego solo a estudiar o hacer mis deberes mientras espero con la esperanza que Leopold tenga la voluntad de decirme que está preparado para que le ayude, pero eso no terminé por suceder cuando mis horas laborales termines, pero eso sí, he notado como a veces Leopold reflexiona todo lo que hace a pesar que no se atreva a contarlo, ya que como siempre, terminé por guardárselo y quedarse en silencio.

Por otra parte, un día me lleve la cámara a mi casa y registre todas los videos que se habían tomado desde aquel día que mi nariz quedo rota, lo bueno de eso es que ahora está sana y no hay ni un peligro que pueda hacer que terminé mal, así que volviendo al tema, lo que había terminado de pensar estaba comprobado ahora, observé como mayormente él en las noches se levantaba y buscaba exactamente la pared para poder moverse e ir a cualquier lugar, él intentaba hacer las cosas a su propia cuenta cómo vestirse e ir al baño así que veía un buen esfuerzo en él, pero aun así, no dejé de pensar en lo mucho que hubiera progresado más si intentara convencerse en que yo lo puedo ayudar de otra manera mucho más progresiva que con la técnica que él mismo maneja y ha creado, pero como siempre, no lo iba a estar obligando a hacer algo que aún él no quiere, así que dé nuevo tengo que seguir esperando.

Y desde luego, fuera de mi trabajo con el pobre ciego—que dice llamarse y cuando digo eso en mi mente, me provoca risa—, hace poco terminé mis parciales de la universidad donde la mayoría de ellos llegué a salir bien, así que no debo de preocuparme con algunas cuantas materias aunque casualmente entre todos mis exámenes no me entregaron el de filosofía—ya que al parecer al profesor Thompson se le perdió por una extraña razón—, lo cual lo encuentro tonto porque sé que él no quiere mostrarme mi nota pero de alguna u otra manera tendré que descubrir aquella nota que pueda hacer que repita esa materia para mientras que Arath sigue celebrando porque se llegó a sacar de nuevo una perfecta nota donde al mostrármela preferí no seguirla viendo por la decepción que se integró en mi cuerpo por tener el presentimiento de que nunca obtendría una nota como la suya.

A la vez, hace una semana tuve que ir al oftalmólogo ya que necesitaba ver cómo estaban mis ojos en todo este tiempo, así que al ver que no tenía ni una enfermedad o un problema en ellos me felicito por tener demasiado cuidado con mis ojos, así como también me paso la siguiente cita para dentro de cuatro meses, aunque no todo siempre será bueno porque mis padres le comentaron que había tenido un golpe en la cabeza que fue el que mi nariz fue la más afectada, así que al tener que decir la verdad que había pasado tres días con unos fuertes dolores de cabeza, el señor Johansson, mi oftalmólogo, me dijo que debía de tener cuidado con cualquier golpe que fuera en la cabeza ya que debíamos prevenir cualquier accidente grave que afectara mi vista.

Lo peor de ello, es que esa noche no pude volver a dormir en paz por miedo de que le ocurriera cualquier cosa a mis ojos; porque a pesar que me veo una persona sana, pues, no lo soy, porque mi peligro se encuentra exactamente en mis ojos y no es exactamente por la herencia genética de mi papá que pueda hacer que cualquier momento pueda contraer una enfermedad que ocasiones que pueda provocarme ceguera sino que fue por la operación que tuve hace ya unos años donde los médicos me recomendaron tener cuidado siempre con los golpes en la cabeza o cualquiera que llegara a afectar la parte de mis ojos.

Quizás mi miedo no se basa en perder la vista porque de eso puedo estar ya acostumbrada con la idea de que me pueda llegar a suceder en algún momento, pero en verdad mis temores se deben a mi vida, si terminó ciega, ¿quién podrá cuidar perfectamente a mi hermana? ¿Cómo podré salir adelante si casi mi familia está llena con una misma enfermedad? ¿De qué manera podré ayudar a mis padres para que no nos falte nada? Muchas preguntas sin responder habían llegado ese mismo día en mi cabeza que lo único que llegaba a pensar que debía seguir cuidarme porque si quería lo mejor para mí familia debía de esforzarme para prevenir cualquier daño a mis ojos.

(...)

Me encontraba de camino a la casa de Leopold, sabía que quizás aunque él de nuevo se quedara sentado en su cama haciendo nada tendría que guardar paciencia para que las cosas salgan bien algún día, si es que llega a pasar; pero no debo de perder las esperanzas de que algún momento esos ojos azules tendrán que volver a la realidad y enfrentar el problema en el cual se encuentra aún escondido. Y aunque Leopold siga pensando que me quedo por recibir el enorme pago que me dan sus padres, en vez de seguirle insistiendo como una loca que se mueva y me brinde de su aporte también, pues casi tuve la necesidad de regresar aquel dinero que no me favorecía solo para que Leopold se diera cuenta de que no lo necesitaba, pero recordando que el costo de la mensualidad de la escuela de mi hermana no es barato, pues no estuve dispuesta a dejarlo; ya que si ese dinero solo me lo ganaba por solo quedarme viendo e inspeccionando a Leopold para mientras que a él le parece gracioso que yo solo siga perdiendo mi tiempo con él, pues en verdad no me parecía justo que sus padres tuvieran que estar gastando de esta manera conmigo mientras él la desaprovecha la oportunidad.

Como siempre al llegar a la casa, Frank me abrió la puerta para mientras que de mi bolsón sacaba una caja pequeña de galletas con chispas de chocolate para dárselas a él, el señor Frank quedo agradecido con aquel regalo que mi madre había preparado con sus manos, así que al dejarlo, salude a unas cuantas señoras de limpieza que estaban caminando de un lado hacía el otro como si tuvieran ese día un evento pero sin darle mucha importancia fui subiendo al segundo piso para ir a la habitación de Leopold, antes de que llegara escuche unos gritos que provenían del mismo lugar donde iba a ir exactamente así que antes de que yo pasara solo me aleje a la espera de que aquellas palabras que se marcaban como un mal vocabulario en mi lista, terminaran para que yo cumpliera mi trabajo a pesar que solo hacía... nada en realidad.

Después de aquella larga espera salió la señora Veronika de la habitación de su hijo, donde al verme se acercó con largos pasos a mí, con impulso tuve que levantarme de un salto de la escalera cuando observé que ella se dirigió a mí, y sin darme cuenta rápido de su acción, solo sentí como me agarraba el brazo y me hacía caminar unos metros lejos de la habitación de su hijo consentido.

—Necesito que me hagas un favor —la miré sorprendida.

— ¿Qué necesita, señora Engström? —al ver que veía mi brazo, me soltó.

—Quiero que convenzas a mi hijo para que hoy se presente en la cena que organizo mi esposo —me quedé admirada por lo que me estaba pidiendo.

— ¿A qué se debe? —le pregunté.

—No te interesa Liv. Tu solo has lo que te he pedido, ¿sí? —suspiré.

—Haré lo posible—ella asintió.

Ni siquiera dijo un «gracias» cuando ella paso a mi lado y camino hacía otro pasillo; para mientras que se alejaba de donde estaba, volví a caminar hasta mi destino donde al sentir un ardor en mi brazo, miré si en verdad le había sucedido algo pero solo visualice unas marcas rosadas donde me había quedado marcada la mano de la señora Veronika. Ni siquiera me tarde mucho en llegar cuando pase a la habitación de Leopold y me quedé sorprendida al verlo levantado de su cama y por instinto, tuve que alejarme rápido de la puerta en el momento en que tiro la lámpara de su mesa de noche cerca de mí.

— ¡Leopold intentas matarme! —le grite.

—Si pudiera matarlos a todos, ¡claro que lo haría! —Apretó los dientes cuando hablo — ¿Qué diablos hacías cerca de la puerta? —enarqué mi ceja.

— ¿Sabes dónde está la puerta? —le dije con mi respiración agitada al ver el objeto hecho trizas en el suelo.

—Claro que se dónde está —puso su mano en su cabeza.

—Pero, ¿cómo? Si nunca sales de tu habitación —sabía por qué pero quería escucharlo de sus palabras.

—Por favor, Liv. Tú sabes la verdad o ¿quieres que te expliqué todo desde un comienzo? —mi piel se erizo al escuchar eso y pensar a la vez, que pudo haber descubierto la cámara sin que me diera cuenta. Aunque sería extraño porque no llego a tocarla o algo por el estilo.

— ¿Lo harías? —musité.

—No, estoy muy enojado para hablar de esto —se sentó en el borde de su cama.

Aunque quizás no debía de acercarme a él en estos instantes quizás sea el mejor momento para que por lo menos establezcamos una amistad a pesar que lo dudara mucho, pero tenía una corazonada de que por lo menos no se negaría en querer contarme algunas cosas.

Dejé mi bolsón a un lado para mientras que a pasos lentos fui acercándome hasta su cama donde ahora él permanecía con las manos en su cabeza, donde sus dedos parecían enredarse cada vez dentro de su cabello como también sus ojos permanecieron cerrados como queriendo olvidar lo que acaba de suceder.

Sin pensarlo a la perfección me senté a su lado para luego mirarlo de reojo donde él dejó ir un suspiro hasta que fue levantando su cabeza poco a poco.

—Estoy harto, Liv, no quiero esto, porque de una buena vez no me morí en aquel accidente, así quizás dejaría de ser un estorbo y una carga para todos... hasta para ti —relamió sus labios al decir aquellas palabras.

—No te diré la misma frase de siempre de que morir no es la manera correcta para salir de tus problemas; pero te has llegado a preguntar qué sería de la vida de tu familia si no estuvieras a su lado aunque sea para entretenerlos con tus malos humores de todos los días —él negó.

—No quiero ser negativo, pero solo les he dado más problemas de los que le daba cuando podía ver —apartó su mirada.

Por un lado, parecía avergonzado de decir aquello como también herido. No me gustaba verlo de una manera tan deprimida y frágil cuando se encontraba en malas condiciones, y no exactamente hablo cuando esta de enojado y amargado, sino cuando su rostro me dice lo horrible que la ha pasado estos dos años y medio con los cuales no ha podido llegar a ver lo que antes parecía ser su mundo.

—Me imagino que debes de estar enojado por lo de la cena de tu padre o ¿me equivoco? —dejó ir una risa inocente que hizo encogerme el corazón.

—No te equivocas —respiro hondo—, mi mamá... bueno, todos quieren que esté presente. —Dijo con un tono frustrado y cansado de seguir escuchando insistencias por parte de todos.

—Debe de ser muy importante —intenté mantener la conversación.

—Mi padre traerá a un nuevo socio que quiere aliarse con su empresa y por supuesto la familia de ambos debe de estar presente —dijo con una mueca de lo detestable que le parecía la noticia.

—Adivinare. —Apoye mis manos en el colchón de la cama para sostenerme. —Tienes miedo de presentarte ante nuevas personas que no saben sobre tu ceguera porque temes que quizás ellos puedan terminar burlándose de ti, ¿no? —observé como intentaba buscarme con su rostro, así que al final solo terminó por elevar un poco los ojos.

— ¿Es muy evidente? —reí.

—No es necesario que sea o no notorio, simplemente, te he conocido durante el último mes con solo ver las expresiones que haces cuando te dan este tipo de noticias y además, pienso que esa es otra de tus razones, por las cuales no intentas salir de tu habitación —se rascó su nuca.

—Odio no poder ver —se rascó los ojos con sus dedos con decepción.

—Odio que no intentes que te ayude —le solté.

—Odio que me sigas presionando e insistiendo —rió con gracia.

Saqué una risa cuando dijo eso porque aunque no lo presionaba todos los días, sabía que mi presencia hacia que él interpretara de esa forma mis insistencias.

—Odio cuando pienses que te presiono cuando no es así. —Continué.

—Odio cuando mientes—rodé los ojos.

—Odio que no me tengas confianza. —Farfullé.

Él se quedó callado al escuchar la palabra confianza pero aun así eso era algo que detestaba de su parte y aunque quisiera que él intentara darme una oportunidad, no sé si esto al final terminé por cumplirse.

—No asistiré a esa cena —mordí mi labio al no tener una idea de cómo convencerlo de que fuera.

—Tienes que ir, es un evento importante para tu papá... —me cortó las palabras.

—No, Liv. Basta de insistir —paso su mano sobre su cabello—, prefiero quedarme aquí encerrado antes de pasar una vergüenza y que mi familia sea la afectada. —Argumentó.

Quizás podía llegar a un acuerdo con él pero no sabía que era lo que a él le podía beneficiar algo si mayormente él parece tener todo o que ha tenido todo en su vida, además ni se sobre sus gustos o preferencias porque por lo menos ahorita estoy rogándole a Dios que esta cercanía y conversación que tenemos no se acabe todavía.

Como ambos nos habíamos quedado callados, seguí pensando en algo útil que hiciera que él aceptara a no solo tener una tregua de paz conmigo sino que también algo que tanto él como yo nos beneficiáramos, pero aun así, yo no necesitaba ganar, lo único que quiero es que él comenzara sus prácticas, que genere de nuevo una confianza en sí mismo y que su vida volviera a ser la misma de antes a pesar de su discapacidad.

—Hagamos un trato, ¿sí? —a pesar que no se movió sabía que me escuchaba. —Preséntate a esa cena y en cambio yo te ofreceré algo a cambio. Lo que tú quieras. —cerré los ojos al decir aquella palabra y no me límite a ponerme excusas.

Al momento él no dijo ni una palabra sino que nada más reacciono de una manera extraña donde se levantó para luego querer quedarse al frente mío así que tuve que levantarme rápido para sujetar las muñecas de sus manos y luego hacer que se quedara quieto para que me dijera lo que quisiera en mi cara ya que en verdad en esos instantes estábamos tan cerca que tuve que alejarme un poco de él y luego soltar sus muñecas para no incomodarlo.

— ¿Sería posible que tú aceptaras ser mi esclava, Liv? —enarqué mi ceja.

—Es tu decisión. Si quieres eso, no me queda de otra que complacerte, ¿no? —observé como las comisuras de sus labios se curvaban.

—No, creo que sería muy mala idea que fueras mi esclava. —Se golpeó la barbilla con uno de sus dedos.

— ¿Qué quieres decir con eso, Leopold Engström? —Le reprendí.

—No te lo tomes mal, pero no me soportarías, soy lo demasiado egocentrista, terco y arrogante para aceptar que una niña intenté hacer lo que yo le imponga sin tener que discutir con ella a cada segundo —parece que también ha empezado a conocerme—, estoy seguro que eso solo nos llevara a que continuemos con una nueva guerra mundial —Y es que no estaba equivocado.

—Parece que te has vuelto sabio con el tiempo —me burle de él.

—No, simplemente me di cuenta que aún no estas preparada para limpiar mis zapatos con tu lengua —se llegó a reír mientras yo me ponía seria.

—Decide una vez, seré tu esclava, ¿sí o no? —Lo terminó por pensar.

—No. Pero lo que me propones a pesar que es tentador debo de pensarlo mejor —tragué hondo.

—Necesito una respuesta ahora —su boca formó una línea.

Siguió callado para mientras que intentaba yo convencerme de lo que le he propuesto me puede conllevar a hacer cosas que quizás no quiera porque a pesar que se poco de su pasado eso no me hace dejar de pensar de que él pueda utilizarme como él quiera y eso no tendrá ni perdón de Dios todo lo que pueda lograr en manipularme solo por haber ganado de que él se presente en una simple cena además que me hace pensar que él cumplirá su trato y no me mentira.

— ¿Lo haces por complacer a mi madre o lo haces porque en serio quieres que progrese?

Daba gracias porque no podía ver mi gesto en esos minutos cortos porque si no hubiera sospechado que la mayor parte era porque quería que él comenzara a vivir de nuevo y fuera de estás puertas; si yo lo hiciera por complacer a su madre, fuera algo muy diferente y no le hubiera propuesto algo tan semejante de hacer o ser lo que él quisiera porque tanto como a él no le gustaba que le dieran ordenes, estoy segura que tampoco serviría para ser su esclava porque también soy de esas personas que no toleraba que la mandaran como si fuera un burro o un perro.

—Lo hago por ti —le confesé—. No quiero que pases tu vida entera aquí.

— ¿Por qué tengo el presentimiento que para ti esto parece un progreso que yo acepte esa cena? —Puso sus manos en sus caderas.

—Si tú lo llamas progreso a esa cena pues sería un buen comienzo —suspiró de una manera pesada.

Sus manos buscaron las mías para mientras que sentía como mi corazón latía tan rápido que podía ser que se saliera de mi pecho, sin pensarlo él cerro sus ojos para luego abrirlos lentamente hasta abrir su boca.

—El trato es este... —sentí como acariciaba con sus pulgares mis manos.

—Dilo —le susurré casi entrecortado.

—Aceptare ir a esa fiesta pero con la condición de que me acompañes —creo que no me esperaba escuchar eso.

— ¿Hablas en serio? Es que, no creo que a tu madre le encante la idea —le dije rápido.

—Mi madre tendrá que aceptar, eres ese porciento de apoyo y seguridad que quiero tener a mi lado. —Me pareció graciosos escuchar eso.

—También no tengo nada que ponerme, porque te recuerdo que es una cena elegante —Le indiqué.

—No es necesario que te presentes si no quieres, la idea es que... Bueno... Necesito que me supervises que no haga una tontería del año —podía sentir el nerviosismo de sus propias palabras.

—Calma, no permitiré que alguien sea capaz de faltarte el respeto —se lo prometí.

—Está bien. Otra cosa, si sale todo bien en la cena, en vez de que seas mi esclava, intentare que dejes ayudarme con mi discapacidad —mi sonrisa se presentó pronto.

— ¿Lo dices en serio? —Parecía irritado pero dispuesto a dejar ayudarse a la vez.

—Sí, pero si la fiesta no sale como yo quiero. Te irás de esta casa y le dirás a mis padres que no seguirás con los tratamientos por decisión mía y tuya. —Mi sonrisa se borró pronto.

— ¿Qué tipo de tratos son esos Leopold? Me estas poniendo entre la espada y la pared —parecía reírse de mis afirmaciones.

—Vamos, no es lo que tu querías —elevó una de sus cejas.

—Sí, pero no pensé que me lo propondrías de esta manera —le fui sincera.

Y es que su trato me parece perfecto pero el problema se enfocaba que si la cena no salía bien, terminaría por perder todo lo que he querido hacer este tiempo con él. El caso viene, que no conozco la familia del socio del señor Engström y mi propio empleo peligra, que si alguien de esa familia se llega a burlar de Leopold, uno él nunca me lo perdonaría, dos, tendré que renunciar a mi trabajo y tres, Leopold quedará más herido con esa experiencia. En verdad, tengo mucho porque perder y es que no quiero que ni él ni yo salgamos afectados en este acuerdo pero a veces, debo de arriesgar hasta mi última vida, para que mis propósitos se cumplan.

—Tú ganas. Acepto tu acuerdo —sonrió.

—Bien. Si ganas, tendrás que soportar las veces que te saqué de tus casillas y ese, será tu problema y no el mío porque desde ahora te digo que soy una persona muy impaciente —saqué una sonrisa.

—No importa con tal de que te dejes ayudar me bastara —dejó ir un suspiro.

—Esto será tonto pero... qué más da.

Ambos reíamos hasta que Elin entro en la habitación y ambos soltamos nuestras manos para luego yo esconder mi rostro que ahora está ardiendo de vergüenza, miré a Leopold de reojo para ver como él jugaba con su cabello y sus mejillas habían tornado un color rosa que hizo que me riera de él a lo bajo. Al darme la vuelta observé como Elin me daba un guiño para luego correr hacía donde estaba su hermano y darle un abrazo donde por primera vez me di cuenta que Leopold recibió aquel pequeño gesto que hizo que convirtiera en mis esperanzas en una luz.

(...)

Antes de que Leopold bajara para que se presentara a aquella cena importante de su padre, Katrin le preparo su traje formal, lo peor del caso fue tener que escuchar como él protestaba por no ir como estaba vestido, así que para que reaccionara con profesionalismo al trato que hicimos, le di un golpe en la cabeza con su almohada donde él solo terminaba de burlarse de mí, al decir que no le dolía aquellos golpes.

La señora Veronika pronto me llamo para agradecerme su favor y aunque no le acepte esta vez el pequeño adelanto extra de mi pago, solo le dije que tuviera cuidado con algo que llegaran a decir alguien de ambas familias en frente de la presencia de Leopold porque a pesar que él se mira animado y a la vez con fuerzas de querer ir a esa cena, no quiera decir que las cosas ya están realizadas y se puede hacer o decir cualquier cosa en ese momento. No, todavía falta mucho para llegar a ese paso.

La cena empezó a las siete de la noche, como se lo prometí a Leopold, detrás de la puerta que dirigía el comedor de la cocina, me quedé supervisándolo para que no llegara a suceder nada, quizás el problema no se presentó tanto al principio cuando se dieron varias conversaciones entre el padre de Leopold y su socio; pero estaba claro que las miradas de la mujer y de las dos hijas de aquel señor, no dejaban desapercibido a Leopold, Elin pareció darse cuenta de ello, pero quizás no comentarlo sería la manera correcta para que su hermano no llegara a sentiré mal de que ya habían empezado a criticarlo por su discapacidad y aunque Leopold empezó a ponerse tenso, yo fui la siguiente al ver como empezaban a llevar los platos de comida.

No sabía que tanto Leopold podía manejar los cubiertos hasta llevarlos a su boca o de como tocar la comida sin que llegase a caérsela del tenedor o de la cuchara, uní mis dos manos y empecé a rezar para que no sucediera nada malo ni tampoco ese par de chicas llegaran a burlarse de él o de ofenderlo porque esta vez, quizás sería la primera en sacar las zarpas si le llegan a decir algo horrible a Leopold.

No quería ser muy alcanzativa con lo que estaba observando pero al ver el ceño fruncido de Leopold me imagine que haber escuchado un mal comentario sobre él de alguien de la mesa, eso me hizo darme cuenta que ya se está cumpliendo el primer error de la noche, pero como no todo siempre llega al principio, dentro de la cena, se dio un pequeño escándalo, entre ello, ver como a Leopold le costaba guiarse en donde se encontraba cierta comida o en qué dirección se encontraba la copa de vino; unas extrañas risitas fueron las siguientes sin decir que observé como ambas chicas de la mesa, se empezaron a susurrar cosas a los oídos haciendo que yo cubriera mis ojos con mis manos.

Tenía las inmensas ganas de detener la cena, con solo ver esas acciones ya sabía en qué dirección va todo esto y si no lo llego a detener, Leopold será el primer afectado y luego yo.

Pero creo que tarde mucho tiempo en pensarlo cuando la copa de vino terminó en el vestido de la chica que se encontraba al lado de Leopold, Katrin al ver mi rostro y escuchar mi grito de sorpresa, no tardó en ser la siguiente en ver desde aquella puerta que marcaba la división de los dos lugares, de cómo la chica se levantaba, gritaba y empezaba a maldecir a Leopold con todas sus fuerzas.

— ¡Eres un maldito ciego! —chilló—Mira lo que le has hecho a mi vestido. —Empezó a llorar y hacer un drama que no sabía qué hacer en realidad.

— ¿Por qué le dices eso a él, hermana? ¡Es ciego! Ni siquiera podrá ver el desastre que ocasiono —Hasta yo sentí ese golpe bajo.

— ¿Qué es lo que dijiste? —resaltó la señora Engström.

— ¡Que su hijo es tan ciego que no puede ver la gravedad del asunto que ha ocasionado! —Achiné mis ojos al escuchar como una de las chicas se expresaba así de Leopold.

— ¡Su hijo es un inútil! ¡Ni siquiera debería estar presente aquí! ¡Debería ser la vergüenza de su familia!—Podía ver como ese comentario ha ofendido a la señora Engström.

No me tarde mucho tiempo en salir por aquella puerta y ser la siguiente en posicionarme en frente de Leopold quien se encontraba en su lugar con un rostro lleno de rabia que parecía aun reservarse las palabras solo para no ocasionar otro problema más en la cena.

— ¿Cómo se atreve a decir eso? Leopold puede ser ciego pero no es sordo. Debe de medir sus palabras señora porque él no es un objeto, es un ser humano que puede sentir como sus palabras pueden dañarlo, o es que no se da cuenta del asunto que usted y sus hijas han ocasionado. —Empecé a enfrentar a la mujer con muchas arrugas en su rostro. —Déjeme decirle que la persona que tengo a mi lado no es un inútil, él es más fuerte de lo que usted no se imagina, simplemente aquí la persona ciega es usted, quien no mira de buenos ojos a los demás y perdóneme que se lo diga en frente de todos y más de mis jefes —no la dejé hablar en el momento en que empezó a abrir su boca—. Si vino a esta cena a criticar al hijo de lo que sería el socio de su esposo, está muy equivocada, para eso se hubiera quedado en su casa viendo esos Realitys Shows que tanto les apasiona a personas como usted ver para criticar a los demás por su apariencia. —Terminé por decir.

Sin pensarlo más, agarré de la mano a Leopold y camine con él fuera del comedor para llevármelo de aquel lugar en donde yo misma acabo de hacer que tocara el fuego del infierno. Cometí un error en pensar que esa cena sería un progreso para él, en vez de eso, hare que él vuelva a retroceder. Lo cual, con el trato que hemos hecho, esta será mi última noche aquí y no solo por lo que decidimos él y yo, sino porque me imagino que sus padres serán los siguientes en decirme mi par de verdades al haberle levantado la voz, a sus invitados.

—Lo lamento, no debí obligarte a ir a esa cena —me toqué la cabeza cuando llegamos a su habitación.

—Cálmate, Liv. Yo provoque esto —negué.

—Si yo no te hubiera dicho que fueras, te hubieras ahorrado todas las palabras que te dijeron— suspiré alterada.

—Liv, las palabras de esa mujer con las de sus hijas no me hicieron daño, son unas alcahuetas que no saben ni siquiera que yo fui el que quiso que el vino cayera en el vestido de una de sus hijas —me detuve de pronto al escuchar aquella verdad.

—Repite lo que dijiste —empezó a reír con el paso que dije las palabras.

—Yo quise derramar el vino en el vestido de esa chica. —Dijo riendo como si le diera gracia recordar aquel suceso.

— ¿Por qué? —Dije desconcertada.

—Liv, desde el principio escuche como hablaban de mí y no creas que solo cosas malas. —Ahora comprendo algunos gestos que él hacía durante la cena.

—Aun así, no me quita el pensamiento de que soy la culpable de haberte enviado a esa cena, quizás debía de haberte obedecido —me senté a su lado.

—Ahora comprendes porque no salgo de mi habitación —asentí aunque no llegara a verme.

La verdad, no llegare a comprender nunca el mundo, existen sujetos que comprenden la discapacidad de estas personas, otras que llegan a tener compasión de ellas y la otra parte, que simplemente los ven como personas indefensas, haciendo que lleguen a burlarse a tal grado de dañar su moral.

—Espero que me perdones algún día —me levanté para tomar mis cosas e irme.

De todas formas, he perdido; no volvería a venir a este lugar y mucho menos trataría de ayudar a Leopold, quizás lo peor no sea haber tenido que aceptar tal acuerdo con la posibilidad que todo saldría bien, sino que hice pasar a un momento humillante a Leopold y la cena la terminé de arruinar con mis palabras de las cuales sus padres no me llegarían a perdonar.

—Fue un placer exorbitante conocerte, Leopold —dije al ponerme la mochila en la espalda.

— ¿Qué demonios dices, Liv? —Me dio una mirada extraña. — ¿Qué no piensas venir mañana? —lo miré de una manera incrédula.

—Perdí, recuerda nuestro acuerdo —mencioné.

Observé como empezó a reír mientras se cubría el rostro con sus manos como si tratara de evitar sus propias carcajadas de las cuales no llego a controlar, lo peor fue ver cómo empezó a llorar al quedarse sin aire al seguir riendo.

—Puedo saber a qué viene todas estas carcajadas —puse mis manos en mis caderas.

—Sé que perdiste pero... ¡Vamos, Liv! Mi familia confía en ti y veo que en serio te importa ayudarme. Quizás por ahora no este conforme con saber que me ayudaras pero eres una gran persona y con lo que sucedió ahora, comprendo porque quieres que salga de esta habitación y no sea un inútil —suspiré al ver que por fin había reaccionado.

— ¿En serio aceptas mi ayuda? —le dije sonriendo.

—Sí. Empecemos mañana, quizás me encuentre de mejor humor después de lo que sucedió esta noche —dijo con una mueca.

No demostré mi alegría en ese instante, simplemente saber que Leopold está dispuesto a comenzar con las terapias ha hecho que las cosas cambien de parecer. Me despedí de él mientras cerraba la puerta de su habitación y pronto caminaba a las escaleras para llegar al primer piso, unos minutos fueron los que me tarde cuando estuve a punto de abrir la puerta de la casa y aparecieron los señores Engström.

—Liv, tienes un momento—tragué hondo al ver como el señor Engström me invito a entrar a una de las salas de la casa.

Después de que entre junto con la señora Engström, observé como el señor Sven cerró la puerta con llave y me hizo una señal para que me sentara en uno de los sofás del salón; así que con miedo y con los nervios a flote, obedecí a mis jefes y espere a que me llegaran a decir lo peor del mundo.

—Liv...

—Sí...—respondí sin remedio.

—Lo que sucedió ahora, sabes que no tiene perdón. —Jugué con mis dedos ante lo que empezaba a escuchar. —Era una cena importante, una en donde los negocios de la familia llegarían a tener una base económica mucho más alta —y ahora empieza el arrepentimiento en mi conciente —, quizás de Leopold no me sorprenda esto, pero de ti... —Tierra trágame —Pensé que eras más sensata. —Es mejor mantenerme callada antes de demostrar mi defensa.

—Señores... —La señora Engström alzó su dedo índice.

—Esto fue algo vergonzoso y humillante, Liv. —Baje mi cabeza. —Pero, no tenemos palabras para agradecerte de lo que hiciste con nuestro hijo, allá en el comedor. —Elevé rápido mis ojos. —Nunca había escuchado nada igual de otra persona que no fuera de esta casa, defender de esa manera a mi hijo. —La señora Engström parecía orgullosa.

—Sí, Liv, no sabes lo felices que estamos al ver como tus palabras fueron tan reales y discretas. Sé que mi hijo no es un santo y fue quien provoco ese problema—suspiré al ver que el padre de Leopold lo conocía muy bien—, pero con lo que sucedió hoy, nos has demostrado lo justa que eres. —Sonreí.

—Les tengo una noticia —es necesario que lo lleguen a saber—, Leopold ha decidido que mañana comencemos con las terapias. —Ambos se quedaron boca abierta con la noticia.

— ¿Lo que dices es verdad? —Asentí a la pregunta que dijo la señora Veronika.

—Que mejor noticia para alegrar esta noche —escuché que dijo el señor Sven.

No hice muchos comentarios con respecto de lo que hablamos Leopold y yo, lo mejor sería comentar por ahora lo esencial y ganarme más la confianza del hombre con el que mañana empezare las practicas. Podía ver la emoción, la felicidad y la satisfacción en los ojos de los padres de Leopold, ellos por fin recibieron esa noticia de la cual hubieran querido escuchar tiempo atrás, por lo menos, algo bueno sucedió esa noche, después de que Leopold y yo termináramos de arruinar todo.

Me despedí de mis jefes para salir de aquella casa e irme a la mía, apenas camine unos pasos fuera cuando dejé salir el aire de mis pulmones y dejé salir una sonrisa hasta llegar al punto de saltar de la alegría y gritar a solas en la calle; los únicos que podían presenciar esa felicidad son la luna y las estrellas, nunca me había llegado a sentir tan feliz después de saber mis calificaciones de la universidad, este día no podía mejorar más.

— ¡Por fin lo logré!

Esta noche dormiría en paz después de varios días de no poder conciliarel sueño, esto es algo positivo, si Leopold ya dio este primer paso, como nodará los próximos conmigo. Sé que a partir de mañana, cambiare su vida y harétodo lo que tenga en mis manos para que él vuelva a tener una vidaindependiente.    

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Continuará...

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