Capítulo 7: "Haz el bien sin mirar a quién"

Seguía pensando si hacer lo que debía de hacer o no. En mis manos tenía una pequeña cámara que ocupan los oficiales de seguridad para grabar a los criminales que están a punto de decir la verdad, el hermano de Arath le había prestado una de esas cámaras con el hecho de que Arath debía de ver el procedimiento de una de sus plantas al crecer para mostrarlo como un experimento en la academia de botánica que se encuentra a una distancia cercana de su casa; después de ese tiempo, Arath terminó por quedarse con la cámara así que ayer al mencionarle el plan que yo tenía, él considero prestármela.

Hoy por la mañana, Arath, Selene y yo, llegado a la conclusión que quizás por las noches o en algún momento que no había nadie en la casa y dejaran a Leopold solo, él se levantaba y comenzaba a moverse por toda su habitación en busca de algo o simplemente solo para caminar, así que el plan consiste en grabarlo para confirmar nuestras sospechas de sí al final Leopold ha empezado a ubicar algunas cosas que contiene su habitación y por eso, ha sido el resultado que la almohada me haya caído en el rostro y el cuello.

Al principio, el plan de Arath—sí, el plan que él invento porque fue el de la brillante idea de vigilar de una manera disimulada a Leopold—hizo que me sintiera insegura si aceptarlo o no, porque en verdad, temía que su familia terminara descubriendo que yo estaba grabándolo sin su consentimiento; pero por otro lado, tenía que ver un proceso individual de Leopold para que así llegara a sacar conclusiones y tener el propósito de encontrar una razón más por la cual él no permanecía siempre en su cama como si no le diera curiosidad de descubrir las cosas que están a su alrededor aunque las conociera.

La parte difícil de esto es que estaré invadiendo la privacidad de Leopold y pueda ser que terminé en graves problemas por hacer algo que no está ni permitido por sus padres, así que la parte buena es que la cámara es una minúscula circunferencia del tamaño de un poco más grande que un anillo, haciendo que de esta manera nadie la vaya a notar en cualquier lugar donde la vaya a dejar.

Cuando el señor Frank me esperaba afuera para dejarme entrar, me dijo que por órdenes no debía de estar dejando solo a Leopold a pesar que él aun siguiera sin considerar mi ayuda, así que como no puedo negarme eso, le contesté con una afirmación para luego irme a la habitación de Leopold; pero antes de entrar escuche unos pasos al correr donde antes de tomar el pomo de la puerta y abrirla, los pasos dejaron de sonar para yo entrar y ver como Leopold jugaba con sus dedos como si tratara de distraerse.

Dejé mi bolsón en el piso y a un lado de la mesa de la habitación para sentarme y esperar unos segundos antes de conectar la cámara para que nadie me viera y Leopold no sintiera que estaba haciendo algo dentro de su habitación.

—Pensaba que no llegarías hoy —dejó de jugar con sus dedos.

— ¿Por qué? —lo miré con extrañez.

—No sé si debo de aplaudirte o decirte que eres una tonta después de haberte enfrentado con mi madre —hice una mueca recodando el desagrado que tuve al discutir un simple tema con su madre.

—Explícate por ambas razones —le dije sin ánimos.

—Aplaudirte porque casi nadie se atreve a contradecirle a mi mamá, es decir, siempre la obedecen con las ordenes que ella da y tú eres de las pocas personas que he visto que se le enfrenta y se niega a aceptar lo que quiere —ni siquiera quiero imaginarme las consecuencias que pudo traerme si ella se hubiera enfurecido más conmigo.

— ¿Cómo sabes de lo que hable con ella y tu nana? —pregunté mientras él dejó ir un suspiro.

—Mi nana me lo comento después de que te fuiste y mi madre no volviera a mi habitación hasta darme las benditas buenas noches —lo dijo con repulsión.

Aunque me dijera eso, otro lado de mi cabeza empezaba a decirme que evadiera las posibilidades de que él se llegó a levantar de la cama, bajara las escaleras y luego de escondida escuchara lo que le dije a su madre y nana. Pero también estoy reaccionando un poco exagerada, porque está bien que Leopold pueda escuchar conversaciones detrás de su puerta pero que sea él quien salga de su habitación, camine por todos los pasillos y no se llegué a caer de las escaleras, eso es extremo, confuso e inaudito. Ni siquiera yo misma me creería mi propio cuento.

—Dando un paréntesis a lo que mencione, debo de agradecerte por lo que le dijiste a mi mamá sobre que me dejara de estar dando órdenes —enarqué mi ceja buscando una gota de sinceridad o de mentira.

—Aunque no me gusta enfrentarme a las personas, creo que es mejor que te vayas valiendo por ti mismo antes de que te sigan cargando como un canguro —él asintió ante mis palabras.

—Te doy la razón—murmuro a lo bajo como que si le costaba aceptarlo. —, y con lo segundo que mencione es porque creo que arriesgaste tu trabajo —tragué hondo porque no lo dudaba.

— ¿Por eso me dices esto? —a veces no comprendía su humor.

—No tengo idea, pero te diré que fuiste valiente pero alzando la voz no es la manera correcta para que la persona acepte tus opiniones —rodé los ojos.

— ¿En serio alce la voz? —encogió los hombros.

—No sé, no estuve allí. Mi nana así lo sintió porque noto que comenzabas a enfadarte.

Y como no lo iba a estar, si es difícil que su madre dé su brazo a torcer y acepte mis opiniones para que mejorara las condiciones de su hijo, y es que también odio cuando veo a una persona negativa, porque las expectativas que tiene Leopold para salir adelante son tan altas que mis calificaciones para decir que aún es tiempo para que recupere parte de su vida y que puede hacer que su mundo vuelva a ser suyo; pero con la sobreprotección que tiene la señora Engström con él, estoy segura que me arrancare los cabellos algún día si no veo un buen progreso de parte de ella también que haga que su hijo retroceda ante las metas que tenga para salir adelante a pesar de su discapacidad.

—Es que no me gusta la manera en como tu mamá te trata —él empezó a reír.

—Y ¿tú crees que a mí sí? —negué a pesar que no me veía.

Me quedé callada porque sabía cuál era la respuesta, la verdad creo que solo un idiota estuviera de acuerdo a que lo trataran de una manera muy contempladora para querer seguir aceptando las ordenes de alguien que ya no debe de adentrarse en su vida; no es que esté hablando mal de la madre de Leopold pero por una parte debe ella de ser realista y dejar que su hijo comience a hacer de nuevo sus cosas por su propia cuenta, no es necesario que lo lleven al baño como si fuera un niño perdido o que le pasen el jugo como si no fuera capaz de agarrarlo; cosas como esa me refiero que deben dejar que Leopold las practique para que luego él las haga solo sin tener que estarlo mimando, porque sé que con el tiempo, él podrá acoplarse a su vida de ciego y así no sienta que es una carga para los demás.

—No te rendirás fácilmente, ¿no? —levanté mi mirada al escucharlo.

— ¿Hasta aceptar que tus padres salgan de su zona de confort contigo? O ¿qué siga aun esperándote hasta que se te dé la gana de decirme que comencemos con las prácticas? —pude ver como él se quedó callado para analizar ambas preguntas.

—Creo que ambas sería la respuesta —se me salió una sonrisa.

—Supongo que es el mejor reto que he tenido hasta ahora —le comenté segura recordando todas las cosas que he hecho en mi vida para ganármelas.

—Tú mayor reto será, el día en que yo acepte que ser ciego también es tener una vida normal como cualquier persona —enarqué mi ceja.

—Créeme que al principio te resultara difícil pero no imposible —abrió su boca pero la volvió a cerrar como si se hubiera arrepentido de querer hacer mención de una palabra.

Por un momento guardo silencio para notar como él de nuevo comenzaba a jugar con sus manos de una manera nerviosa hasta que dejó de hacerlo paso su mano entre su cabello hasta abrir la boca y cambiar la conversación.

—Dile a mi nana que necesito un vaso de agua, me podrías hacer ese favor —intento evadir el tema queriendo que lo dejara solo por unos minutos.

—Sabes que algún día tendrás que dejar tu cama para hacerlo tú solo, ¿verdad? —de su boca solo salió un bufido.

De nuevo hubo un silencio tenso en la habitación que lo tomé como que él no respondería a lo que le había dicho, así que para mientras que salía y buscaba a la nana de Leopold, me encontré con Elin quien casi choca conmigo por estar leyendo lo que parecía un libreto, donde al caer el cuadernillo en la alfombra, lo recogí para dárselo pero antes de poder hacer eso, leí el nombre que estaba grabado en la portada del libro, el cual lleva unas letras en cursivas y en negrita.

«Tocando el cielo pero viviendo el infierno»

Fue lo que leí en la portada, antes de devolverle el libreto a Elin, sin poder hacerlo más notorio, ella se llegó a dar cuenta de la cara de curiosidad que tengo, así que dejó ir rápido una risa para después responder algunas dudas que empezaban a crearse en mi cabeza.

—Es una obra teatral que representare dentro de dos meses —me impresione cuando me dijo eso.

— ¿Eres actriz? —se quedó pensando por un momento mi pregunta.

—Solo lo soy de vez en cuando, trabajo con un elenco que se creó cuando estudiaba en la universidad —me explicó —pero en verdad no trabajo de eso —dejó ir una risa en el momento que cerraba el libreto.

— ¿Entonces no eres actriz profesional sino que es un hobby? —asintió.

—Sí, participo nada más en obras teatrales pero mi trabajo es ser decoradora de interiores —ahora entendía mejor —cambiando de tema... ¿Te corrió mi hermano de su habitación? —dijo preocupada.

—No, estaba buscando a su nana, él la necesita. ¿La haz visto? —ella miró hacia la nada como si intentara recordar.

—Creo que la vi en la cocina, si quieres te acompaño. —Se lo agradecí en voz baja.

Le agradecía demasiado a Elin por estarme ayudando a diversas cosas como también me alegro de que ella me siga comprendiendo, ya que es lo que necesito que alguien además de mis padres y de mis amigos me apoyen en algo que en mi interior se siente inseguro de haber tomado esa decisión, pero aun así, ya no puedo volver hacia atrás y no haber tomado este trabajo. De todos modos es un trabajo en el cual estoy aprendiendo muchas experiencias y más conociendo a otras personas.

A pesar que la cocina apenas abarcaba la medida de una de las habitaciones de mi casa, tomé en cuenta que acabo de asombrarme con otro de los salones que tiene la casa, solo por el simple hecho de que la nevera es lo demasiado grande y espaciosa solo para guardar unos vegetales, frutas, productos lácteos y embutidos y eso sin decir todo el contenido exclusivo y lujoso que tiene la cocina; hasta puedo decir que cualquier persona se acomodaría rápido en vivir en un lugar como este y no lo digo solo por lo antiguo de la mansión de los Engström sino que también porque tiene una de las mejores vistas de la ciudad y a la vez es una casa que tiene un enorme terreno por detrás que aunque aún no lo he explorado, las palabras de Elin me han conmovido para que algún día la acompañe a acampar y pueda ver un poco más de cerca las estrellas como también las luciérnagas que se encuentran cerca de un prado lleno de diversas flores y enormes pinos donde se encuentran ardillas y pájaros.

Como me había quedado viendo a mi alrededor todo lo que contenía la cocina, me cruce con los ojos azules de Elin, lo que me parecía increíble era como la iris de los ojos de Elin puede ser más clara que la de Leopold, es una de las cosas que sigo sin explicarme de lo que a ambos lo hacen ser un poco iguales pero a la vez tan diferentes al ser hermanos y eso que no se diga el cabello y el carácter porque si fuera así, diría que ellos parecen más amigos que hermanos de sangre.

Al cruzar por la cocina, como Elin había imaginado, ahí se encontraba su nana. La señora de la media edad seguía limpiando la parte de los lava platos y aunque al principio no nos haya escuchado entrar, no quiera decir que al vernos, no se dio un gran susto que hizo que diera un salto y pusiera su mano en su corazón, culpando a Elin sobre su susto haciendo que nos riéramos.

— ¿Quieres helado? —me ofreció la señora haciendo que tenga vergüenza de decirle que sí —no tengas miedo de decirme si o no, Liv. De todos modos en esta casa hay de sobra para alimentar a un ejército aunque no lo creas.

Dejó ir una risa ante aquellas agradables que te hacen sentir seguro y que puedes confiar en esa persona, hasta ahora debo de reconocer que solo el señor Engström, Elin y la nana de Leopold son las únicas personas con las que me llevo bien porque aunque Leopold se la lleve de gracioso conmigo por veces no quiera decir que le sigo cayendo mal o que aún sienta odio por mí, ya que al mencionarle cosas respecto a su ceguera no solo puedo ver un temor dentro de su mirada recaída sino que también una tensión que su cuerpo delata en el momento en que a él le cuesta recordar o querer interpretar algo que sería imposible para él.

—Aunque no quieras responderme, te daré un poco —sacó de la parte de arriba de la nevera un bote de helado de cereza para luego juntar dos bolas y ponerlas en una copa para servir postres— ¿Quieres jalea de fresa o piña?—preguntó al verme.

—De fresa —le sonreí.

—Te puedo hacer una pregunta curiosa que tengo —Elin me habló mientras la señora me dio la copa con el helado que llevaba ya la jalea y una cereza encima.

—Tú dirás —esperaba que no fueran preguntas tontas.

— ¿Por qué tu nombre es Liv y no otro? —una sonrisa apareció en mi rostro.

Algo que si tenían las personas conmigo cuando me conocían era exactamente hacerme esa típica pregunta, bueno en mi etapa de adolescencia también se las hice a mis padres ya que me parece uno de los nombres más extraños y poco comunes en todo el universo, más eso de que ahora existen diversos nombres bonitos que se le pueden poner a los niños y a las niñas, sigo sin explicarme porque exactamente mis padres me eligieron ese nombre.

Aun así agradezco que no sea de esos nombres comunes que encuentras por todas partes porque si no me confundiría con otra persona y más cuando gritan tu nombre, volteas a ver hacia atrás, la persona te pide perdón porque no eres tú la quien llama, para mientras que uno termina viendo a quien al final es la persona que llama; es si es frustrante así como a veces a las mujeres nos terminan por silbar los hombres como si fuéramos perros.

—Liv quiere decir "protección" o "vida" —escuché como la nana de Elin y Leopold respondía.

— ¿Qué tiene de especial? —Elin giró su cabeza como si aún no comprendiera.

—Persona tímida, discreta, secreta, solidaria, curiosa, nerviosa y tiende a veces ser insegura... —le ponía mucha atención a la nana de Leopold y me imagino que también de Elin.

— ¿Razón por la que tus padres te lo pusieron? —Elin empezó a tener cada vez más curiosidad.

—Mis padres pensaron en llamarme Liv porque nací de una familia con problemas visuales —creo que eso no le ayudaría mucho a la pregunta de Elin —en aquellos tiempos, fui la luz de su vida y su protección —dejé ir un suspiro—. En realidad, antes de que naciera los doctores habían diagnosticado que iba a nacer ciega, mis padres con dolor tuvieron que aceptarlo pero todo fue diferente cuando nací, fue un milagro haber nacido saludable y a la vez poder ver; hicieron bastantes exámenes conmigo para ver si no presentaba una enfermedad para que me llevara a perder la vista en el transcurso de mis años pero al no ser así, mis padres decidieron dejarme ese nombre porque tiene un gran significado para mí al haber tenido mucha seguridad para que no me pasara nada y porque la vida me dio un milagro que los doctores habían creído que sería imposible que yo llegara a ver desde que naciera. —Conté mi pequeña historia basada en mi nombre.

—Y yo que apenas llevo el nombre de mi abuela materna, eso no es tener originalidad —pronunció Elin con molestia.

—Elin, recuerda que tu abuela fue una gran mujer y tu madre quería dejar un recuerdo en ella —mencionó su nana.

— ¿Pero tuvo que ser en mí? —comencé a reír.

La nana de ella la reprendió para mientras que ella se quedaba callada, disfrutaba de este momento cálido que solo me mantuve en silencio mientras que seguía comiendo su helado.

Era increíble como desde pequeña mi vida no había sido tan fácil bueno nunca ha sido fácil pero por lo menos me mantengo fuerte ante todos los problemas y adversidades que se me presenten.

—Aun así me gustaría que me llamaran Liv, eso de llamarme señorita Nyström no es lo mío y prefiero ahorrarles las palabras —saboreé el delicioso pero ácido helado de cereza.

—Entonces, no se te ocurra en llamarme a mí señorita porque me sentiré vieja —protestó Elin.

—Y a mí me puede decir Katrin o nana, nada de señora u otra cosa —me sonrió la señora Katrin.

—Está bien—en ese momento recordé rápido lo que dijo Leopold —Katrin, me dijo Leopold que quiere que le lleve un vaso con agua —ella asintió.

—Es mejor que se lo lleve ya antes que se vuelva insistente —pude ver como desaparecía de la puerta de la cocina con un vaso de agua que no tardo en sacarlo de la refrigeradora.

Me quedé en la cocina comiendo y hablando por un momento con Elin para dejar a solas a Katrin con Leopold un momento, porque me imagino que también él tendrá sus razones para que haya querido que la llamara, así que preferí mejor no interrumpir o estar ahí de entrometida escuchado lo que hablan, porque por lo menos debo de darles el espacio personal a Leopold para que hable con las personas que quiere sin tener que estar ahí escuchando conversaciones ajenas que no me deben de interesar.

De todos modos, sé que él le debe de tener gran confianza a su nana que con otra persona, aunque no lo veo algo del otro mundo que él pueda tener confianza en otras personas en vez de su familia, por lo menos me doy cuenta de que Katrin pueda saber otras cosas que quizás no consulta con sus jefes, ya que a veces pueda ser que ella pueda ver pero no hablar o también que eso de la confianza se vaya al más allá debido a los secretos.

Cuando Katrin regreso a la cocina solo comento que él sentía un poco de calor y necesitaba beber algo antes de que empezara a sudar, pero para ser sincera, Elin se pudo haber creído eso pero yo ni un poquito me lo tragué así que al terminar mi helado, solo lave la copa para después agradecerle a Elin y despedirme de ella y de Katrin para regresar a mi trabajo.

Al pasar como siempre en los pasillos siempre se escuchaba aquel silencio como si se tratara de una biblioteca, rápido llegué a la habitación de Leopold y sin sorprenderme de que aún seguía donde estaba, me senté en la silla para ahora estar observando por todos los lados para encontrar un lugar exacto donde poner la cámara, y creo que sería buena idea dejarla arriba de la puerta donde nadie lo podrá notar, así que con movimientos lentos me fui acercando hacía la puerta con una silla en manos que estaba cerca de su escritorio, miraba a cada segundo el rostro de Leopold para saber si no escuchaba o notaba algo extraño, pero al no ver que él no hacía nada además de parpadear y respirar rápido saqué la cámara del bolsillo de mi pantalón e irla instalando con cuidado arriba de la puerta en el momento en que me subía encima de la silla.

Mi corazón latía tan rápido que creo que estuvo a punto de salir de mi boca pero cuando ya estaba por terminar escuche unos pasos, aún faltaba por encender la cámara y al ver que no lo hacía rápido empecé pegarle con mi dedos a pesar que se escuchara un sonido así que en el momento en que la cámara se encendió, terminé por lanzar la silla a un lado para después recibir un portazo en mi cara haciendo que lo primero que me doliera fuera la nariz y luego la cabeza.

— ¡Liv! —Creo que mi nariz empieza a desangrar.

Sentí los brazos de Katrin en mi espalda para lograr levantarme donde al hacerlo me sentó en el asiento donde siempre permanecía viendo a Leopold.

— ¡Por Dios! Tu nariz está sangrando, iré por un botiquín —salió corriendo de la habitación.

— ¿Qué te sucedió Liv? —pude ver como Leopold se levantó de la cama.

—Nada, solo mi nariz está escurriendo sangre —veía como mi mano se manchaba del líquido rojo.

— ¡Madre de Dios! Liv, levanta la cabeza para que se te baje la sangre hacía atrás —llegó Elin a auxiliarme.

La locura de todo esto no fue que ellas no vieron la cámara sino que Leopold terminó por partirse de la risa por mi accidente, lo cual hizo que Elin y Katrin se enojaran con él y terminaran por gritarle para que se callara, a lo que él no respondió para mientras que seguía burlándose de mí diciendo que las puertas me odiaban; solo esperaba que no me preguntaran ni ellas ni él sobre lo que estaba haciendo detrás de una puerta porque hasta ahora no tengo ni una excusa, el único pensamiento que tengo en mi cabeza es como podía salir tanta sangre en mi nariz; nada más deseaba ahora que ni uno de los vasos de la nariz se hayan roto o sino tendré que ir al hospital.

A los minutos Katrin pudo parar la sangre por medio del algodón que me había puesto en la nariz junto con alcohol, para mientras que Elin tenía sus dedos puestos en el puente de mi nariz. Cuando pude bajar la cabeza me sentía un tanto mareada con el olor del alcohol y la sangre que mis manos tenían, pero eso no fue lo que me puso casi estérica sino que fue al ver que mi ropa tenía algunas gotas de sangre como si hubiera ido a asesinar a alguien.

—Tendrás que lavar esa ropa cuando llegues. Tendré que prestarte una camisa para que no te vayas de esa manera a tu casa—sugirió Elin.

—Ni modo—susurré.

Después de una hora, todo volvió a la normalidad bueno yo no porque casi tenía rota una nariz pero lo demás siguió con su curso, ya que Elin terminó por prestarme una de sus camisas para que no me fuera con la camisa manchada de sangre a mi casa; después de ese favor que le agradecería para siempre a la hermana de Leopold, de nuevo regrese a su habitación mientras que yo le enviaba un mensaje a mis amigos diciéndoles que mañana llegaría con la nariz rota, por unos segundos me reí a mí misma por lo torpe que fui pero lo único que me importaba en esos minutos era que esperaba que la cámara ya estuviera instalada y comenzara a grabar aunque la primera parte tratara del drama de mi nariz a lo que esperaba ignorar luego al ver los videos.

Leopold dejó de reír luego de que me acerqué a él de manera silenciosa y lo golpeé con una de las almohadas y aunque quizás a él no le haya dolido, a mí me dolió la fuerza que hice al momento de darle el golpe ya que la nariz aun no la tenía bien compuesta para hacer ejercicios físicos de mayor fuerza.

Al empacar mis cosas e irme ya de la casa, un nuevo portazo se escuchó de la habitación donde a los segundos apareció la señora Veronika preocupada como si hubiera visto un incendio en la habitación de su hijo y quisiera rescatarlo.

— ¿Te encuentras bien, Leopold?—enarqué mi ceja al ver como ella lo empezaba a agarrar de las mejillas y darle varias vueltas a su cabeza para ver si no le había pasado nada.

—Sí mamá, ¿por qué preguntas?—observé como Leopold quitaba sus manos con paciencia.

La señora no respondió ya que siguió tocando a Leopold por todos los lados como si tratara de encontrar una herida en él, así que mientras veía esa escena de drama de mamá con hijo, lo único que hice fue rodar los ojos, porque en pocas palabras, su hijo no había terminado herido de un portazo de la puerta sino que había sido yo, pero no quiero hablar de eso porque disfruto de la vergüenza que está pasando Leopold ahora mismo ya que su mamá lo sigue inspeccionando como si quisiera encontrar algo para mientras que Leopold intenta alejarla para que no le investigue en los otros lugares prohibidos de él y que por supuesto, cualquier hombre quisiera que su madre no viera o tocara.

—Mamá, para ya... quien se golpeo fue Liv con la puerta, no yo —le indicó Leopold para mientras que encontraba las manos de su madre en sus hombros y se los sostenía.

— ¿Qué? —Hubiera preferido que Leopold no hubiera comentado nada— ¿Qué hacías detrás de la puerta, niña?

Hice una mueca para cerrar fuerte los ojos e irme girando poco a poco hasta ver a la señora Veronika, no quería darle muchas explicaciones así que le diría mi versión del accidente a pesar que rogaba porque me creyera. Por lo menos agradecía que Elin y Katrin no me hayan preguntado porque de eso estoy a salvo ahora mismo y no tendré que dar otros testimonios más, ya que cuando miento suelo reírme y a la vez decir diversas versiones sobre lo que he hecho, ya que es porque frecuentemente olvido las cosas más cuando estoy preocupada o nerviosa de decir una que otra mentira, así que por eso al final terminó delatándome yo misma.

—Se me cayó un lápiz de mi bolsón así que cuando lo encontré, la señora Katrin no sabía que estaba detrás de la puerta y cuando me levanté, recibí el golpe en la cara —detrás de mi espalda jugaba con mis dedos —y terminé por desangrarme la nariz.

Esperaba que me creyera porque eso de actuar no se me daba bien, ella me miro de una manera poco fuera de lo común como tratando de inspeccionar si eso era verdad pero creo que se dio cuenta que mi camisa se parecía a la de su hija y mi pantalón estaban lleno de gotas de sangre, eso fue el comprobante para que ella reaccionara y dejara ir un suspiro para mientras que visualizaba que la alfombra también tenía unas manchas de sangre ya seca; a lo cual me apenaba ver porque por mí fuera lo limpiara pero Katrin no me lo permitió ya que menciono que debía de descansar y relajar los pequeños músculos que estaban en la nariz para que no volviera a sangrar.

—Mejor vete ya a tu casa y descansa—dijo ella con un tono serio.

Para no darle más vueltas al asunto me despedí de ella y de Leopold para mientras que bajaba del segundo piso y salía de la puerta de aquella casa; al caminar a lo largo de unas calles de Helsingborg, hubiera querido oler el delicado aroma de las flores pero lamentablemente solo sentía el olor del alcohol aun naufragar por mis fosas nasales así que con desilusión camine por aquel lugar para comenzar a ver las estrellas en el cielo que empezaban a presenciarse entre el atardecer y anochecer; dije tantas cosas en mi cabeza que nada más deseaba suerte a la cámara; donde esperaba que grabara lo necesario y llegara a conseguir lo que necesitaba, ya que así me daré cuenta de la verdad.

Al entrar en el autobús, abrí la ventana del lugar donde estaba sentadapara mientras que la brisa helada rozaba la piel de mi cara y cerraba los ojospara desear pronto estar en casa. Porque ese es el mejor remedio que necesitoahora que mis condiciones no son las mejores.    

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Continuará...

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