Capítulo 25: "Quien siembra vientos cosecha tempestades"
Intento moverme de la cama pero siento como varias extremidades de mi cuerpo claman por quedarme estática sin hacer mucho movimiento, ya que el dolor aparece como si al principio fuera diminutos pellizcos hasta alargarse como si me estuvieran arrancando parte de mi piel; además de sentirme adolorida, me duele la cabeza y a la vez, siento una pesadez enorme en mi cuerpo provocándome un severo cansancio que no deja que abra los ojos, simplemente es como si mi propio organismo intentara decirme que siga durmiendo hasta recuperarme pero el olor a alcohol, fármacos, lavanda y aire artificial hace que reaccione e intenté abrir los ojos con mucho cuidado.
Al abrirlos, no puedo describir con certeza que es lo que me rodea, ya que todo parece estar cubierto por una capa de neblina que obstruye mi vista, doy un gemido de dolor al cerrar de nuevo los ojos y me permito descansar unos segundos más antes de volver a intentar ver bien; existe una parte de mí que recuerda lo que me sucedió la última vez pero también que olvide la parte que he llegado al hospital.
Apenas recuerdo ser atropellada por un auto cuando me quedé en el centro de la calle, imaginando que alcance a ver a Noah, el resto de la historia, solo que sentí como mi cuerpo era golpeado por la capota, que empecé a rodar por una parte del vehículo hasta volver a sentir como mi cuerpo se desplomaba en el suelo. Si hubo más recuerdos con anterioridad con respecto a mi accidente, pues, no lo recuerdo. Quizás mi cabeza lo que no necesita ahora, sino que después, es una leve recapacitación para saber que si terminé escuchando o mirando otra cosa; pero con solo intentar pensar, mis nervios empiezan a molestarme haciendo que me incomode tener que recordar cosas que necesito ahora.
Vuelvo a abrir los ojos para ver si esta vez se han aclarado, así que despacio los abro y comprendo a simple vista que me encuentro en una habitación color crema, alrededor tengo lo que parecer ser un suero, mi mano va hacia mi nariz y me encuentro con un respirador, también tengo un collarín para el cuello y eso sin decir que mi mano izquierda se encuentra enyesada, las piernas intentaría moverlas pero con solo mover mis dedos, siento un dolor insignificante que no puedo describirlo, así que suspiro decepcionada al saber que no puedo hacer nada más que volver una mano y mis ojos.
Doy gracias que por lo menos este viva y aunque haya recibido posiblemente un golpe en la cabeza, el sentido de mi vista sigue intacto; a un lado de mí, encuentro un enorme ramo de diferentes flores, encima esta una tarjeta pero con lo mucho que me duele el cuerpo no intento conseguirla tomar y leerla para saber de quién es; antes de poder seguir inspeccionando la habitación, siento un segundo pesor en la cama que no es mío, pero como el collarín obstaculiza una parte de mi vista, pronto me levanto un poco y a una pequeña vista, encuentro un cabello rubio que está un poco desordenado y eso sin decir que no puedo ver el rostro de la persona pero ese reconocible aroma a cítrico hace que pronto lo identifique.
Leopold.
Estoy a punto de decir una palabra, cuando alguien abre la puerta y una enfermera termina por verme hasta darse cuenta que ya me encuentro despierta y un poco levantada, ella con un movimiento ágil y veloz, se acerca a mí e intenta que vuelva a acostarme en la almohada como también a mantenerme inmóvil hasta que llegué el doctor; antes de poder preguntarle sobre mis padres, Leopold se levanta y esta vez maldigo al no tener una salida ante lo que luego vendrá.
— ¿Liv? —susurra pero no respondo.
No sé la razón por la cual no suelto una palabra, una parte de mí siente temor pero otra, existe la posibilidad que si la abra, terminé por echarlo de la habitación.
— ¿Cómo se encuentra señorita Nyström? —aparece el doctor con unos papeles en mano.
Quiero decir mal, incomoda y tensa como otras muchas cosas más pero prefiero darle pronósticos de mi estado de salud más concretos y expresivos que solo demostrar lo abastecida que me encuentro ahora mismo.
—Adolorida, realmente, la mayor parte de mi cuerpo no puede moverse —hago un nuevo esfuerzo pero parece ser inútil.
—Tuvo severas lesiones corporales, es la razón más certera por la cual le duele mover parte de su cuerpo —respondió el dolor—, ¿siente alguna molestia? —negué. —Bien, creo que le haré unos diagnósticos antes de procesar con unos exámenes. —Concluyo.
Observé que Leopold no se movía de su lugar, lo evalué por un momento y llegué a la conclusión que se encuentra en un estado de preocupación que con los gestos de su rostro, demuestra todo, pero ahora no necesito eso lo que alguna vez él dijo. Compasión.
—Puedes retirarte. —Dije cortante.
La enfermera se dio cuenta que no es a ella a quien le decía sino al visitante que tengo a mi lado, como el doctor seguía revisando mis últimos análisis, no se percató de la presencia de Leopold, estoy segura que la mayor parte de mi cuerpo pide que se marche, que me dejé en paz y que se vaya a Suiza pero no quiero mostrar ese tipo de carácter ahora que mi cuerpo no reacciona como quiero; además cuando se trata de discutir con Leopold, no sé quién de los dos puede llegar a ser peor con sus palabras, aunque la última vez, él gano con la batalla.
—Por favor, dígale que se vaya. —Le murmuré a la enfermera.
—Joven, necesitare que salga de la habitación. —Le informó la enfermera.
—Bien. —Gire mi rostro para no verlo.
Tomé una enorme bocanada de aire y me permití ser dura por primera vez, en cuestión de minutos mi mundo se había terminado por derrumbar y no solo eso, he perdido a alguien que amaba. Esta vez, necesito olvidar y si es posible comenzar desde cero, porque estoy segura que en lo poco que le queda a Leopold estar acá en Suecia, querrá estar a mi lado, pero por sus palabras y en haber mencionado cosas de mi hermano que no quería haber escuchado jamás en mi vida, prefiero que de una vez se despida de mí y se marche, porque me encuentro demasiado herida para seguir soportando y recordando sus palabras.
Los análisis siguieron en un aproximado de media hora a una hora, realmente todas las preguntas que me hicieron más las respuestas, me dejaron un poco mareada que preferí no seguir con aquel cuestionamiento; unos minutos después llego la cena y junto con ella pasaron mis mejores amigos junto con mis padres, hubo un largo momento de conversación como también me ayudaron un poco con la sopa de pollo, la comida del hospital no es tan buena como se diga, pero he intentado no rechazarla debido que mi estómago no ha resistido el apetito, además de ello, Arath trajo de escondidas unas galletas de menta con chocolate, en donde no duraron mucho tiempo debido que las compartí y también tuve que comerlas rápido antes que la enfermera llegara.
Le pedí de favor a mis padres que se fueran temprano a casa, ya que por sus rostros junto con el de Aline, percibí que no habían descansado hace tres noches desde que llegué al hospital; como sé que ambos no son fáciles de convencer y más si se trata con uno de sus hijos, tuve que darles esa confianza para que se fueran y descansaran y así volvieran mañana con más energía para recibirme y estar conmigo.
Arath se marchó junto con mis padres, para pasarlos dejando a su casa por medio de su automóvil, así que Selene se quedó a mi lado en lo que quedo de la hora de visita pero antes de mantener una conversación, escuché como la puerta de volvió a abrir y de ella entraron la familia Engström.
—Oh Dios, Liv... ¿cómo te sientes? —Elin corrió hasta donde me encuentro.
Elin busco la manera de como abrazarme pero no encontraba una forma de cómo hacerlo sin tener que pasar rozándome el brazo enyesado, mover la máquina del suero o tocar el collarín. Reí al darme cuenta que al final solo me abrazo la cabeza y empezó a darme varios besos en la cabeza diciendo que le alegraba que me encontrara bien, bueno, en referencia que mi cuerpo se encuentra completo.
—Te hemos traído un ramo de rosas, para que te recuperes pronto. —Observé como Thomas corría hasta mí, intentando que el ramo de rosas no se le cayera de las manos.
— ¡Son hermosas! —Intenté tomarlas con la mano no lesionada.
—Como tú. —Sonreí a las palabras del niño.
Thomas, tomó mi mano y empezó a acariciar con sus pequeños dedos el dorso de mi mano, el pequeño hijo de Jerker y yo, tenemos una gran amistad que tampoco fue imposible no habernos encariñado tanto en los últimos meses.
—Te extrañamos mucho. —Susurró.
—Yo también... Los extraño —hice las mejores de mis sonrisas.
Acaricié la cabellera rubia de Thomas mientras que intentaba escucharme lo más sincera posible aunque no lo estuviera siendo, es terrible tener que engañar a un niño de esta manera, pero existen cosas que entre adultos, no puede llegar a saber.
— ¿Te irás con nosotros a Suiza? —esta vez, mi sonrisa se borró.
—Bueno... —miré a toda la familia Engström y es cuando me doy cuenta que Leopold no ha abierto la boca con respecto que no podré ir.
Debo de decir una excusa ahora mismo antes que decepcione al niño, además no quiero darle falsas esperanzas a que estaré presente en la operación de Leopold cuando estoy segura que no quiere que mi presencia se asome a uno de sus días especiales; además, ni siquiera sé que tanto podré moverme ahora que parezco un robot o un juguete que solo mueve un brazo y los ojos.
—Liv... —el niño volvió a llamar mi atención.
—No creo poder ir cariño, el doctor no da buenos pronósticos sobre mi salud y si ves —le hago una señal con mis ojos para que vea el collarín y el yeso de mi brazo —, creo que no podré moverme con mucha agilidad dentro de un tiempo. —Suspiró.
—Pero... Leopold quiere que estés presente. —Hizo un puchero.
Maldije en mi mente porque no tengo idea de cómo convencer al pequeño, además no tengo la intención de lastimarlo y mucho menos de decirle que yo misma he elegido no ir y no me encuentro en condiciones de estar al lado de su tío a pesar que sienta un odio y amor por él.
—Tom, no molestes más a Liv, todo dependerá lo que diga el médico sobre su cuello y brazo. —Me sentí más calmada al ver que Jerker me ayudaba con su hijo.
Elin rió por lo bajo al ver como su sobrino le daba una mirada seria y enojada a su padre por no seguirme insistiendo a que fuera al viaje.
—Tom, ven aquí. —El niño soltó un suspiro de rendición al ver que su madre lo llamaba.
Antes de irse, Elin lo cargo de los brazos para que me diera un beso en la mejilla para así dejarnos a solas con su familia; tomó la mano de Luci, su madre, para luego ambos marcharse de la habitación.
Hubo un largo silencio dentro de toda la habitación, esta vez por preferencia, no hable, quiero uno de los Engström sea quien hable primero para saber a qué es lo que han venido, además no soy tonta para creer esa mentira que solo están aquí porque se han preocupado por mi salud.
—Liv, ¿es cierto que... no vendrás con nosotros a Suiza? —Elin fue quien hablo primero.
—Sí, no puedo abandonar a mi familia. Tengo una enorme responsabilidad con mis padres y mi hermana, y es algo que no podrán cambiarme de opinión —respondí sin mencionar que tampoco estoy dispuesta después de mi discusión con Leopold.
—Podemos contratar a personas especializadas para que los ayuden y... —Negué ante las palabras del señor Sven.
—No estaría a gusto, además, será por mucho tiempo que me vaya y para ser sincera, jamás he estado lejos de mi familia. —Creo que aun con eso, no los convenceré.
—Liv, Leopold solo confía en ti —Jerker intento animarme con eso.
—Creo que es hora en que dejé su arrogancia y orgullo para confiar en otras personas, no siempre estaré a su lado —observé como a Leopold le hirió mis palabras.
Podía ser fría en ciertas ocasiones y eso sin decir que también vengativa, sé que no debería hacerlo pero la única circunstancia que me queda es ponerme una armadura fuerte para no ser herida nuevamente.
—Liv... —Elin se quedó atónita con mis palabras.
—Déjala, Elin. Liv no vendrá con nosotros, basta de insistirle que no cambiaremos su opinión, ya nos lo dejó claro. —Leopold terminó por tirar la toalla.
— ¿Por qué has tomado esta decisión? —preguntó la señora Veronika desconcertada.
Respire hondo e intenté no sentirme mal al recordar la verdadera razón por la cual no quiero marcharme del país, si no fuera cobarde, buscaría la manera para estar al lado de Leopold pero por ahora, lo único que quiero es alejarme de él.
—Ya lo mencione, es por mi familia, señora Veronika. —Volví a repetir la misma respuesta.
—No, la razón es porque no quieres fallarle a tu fallecido hermano —la señora Veronika se dio la vuelta para ver a su hijo.
—Cállate. —Dije entre dientes.
—No lo haré, si tuvieras la mente más abierta, no tomaras decisiones como esta. —Parece tener la intención de volver a discutir conmigo.
—No lo discutiré más contigo, Leopold. —Me mordí el labio para evitar no llorar.
—Escóndete, aléjate y cállate. Es lo mejor que sabes hacer en estos casos, por eso eres cobarde, nunca luchas por tu futuro, siempre te quedas estancada en el pasado, ese es tu problema y no lo quieres ver. —Me tragué un sollozo.
—Oye Leopold, no permitiré que le hables así a ella. ¿Qué sabes tú de su vida? —le reclamó, Selene.
—Sé mucho más de lo que sé—replicó. —Sabes, es mejor que te quedes en Suecia, no te quiero ver más. Y queda claro, que no te quiero presente ni en mi cirugía, ni cuando pueda recuperar mi vista y mucho menos cuando pueda obtener mi nueva vida. —Casi me lo grita si no fuera porque intenta controlarse.
— ¡Bien! Entonces márchate y no vuelvas a aparecerte por aquí ¡jamás! —le grite y pronto me cubrí con mi mano sana, mis ojos para no permitir que nadie me mirara.
Escuché como alguien salió de la habitación pero por percepción y sensación, me imagino que Elin y Jerker son los únicos que se han quedado presentes en mi habitación; no tengo ánimos para seguir afrontando a los Engström, solo quiero que mi vida vuelva a hacer la misma que antes, no importa lo mucho que los fantasmas de mi pasado sigan atormentándome, porque por lo menos, yo puedo seguir luchando contra ello sin necesidad que nadie me ayude o se entrometa en mi vida tratándome de sacar de ese túnel oscuro sin salida.
—Liv... Yo... —sollocé al escuchar a Elin con voz compadeciente.
—Es mejor que vuelvas otro día, Elin. Creo que no es hora para afrontar de nuevo el problema. —Selene busco la manera en como relajarme.
—Tienes razón, espero que te recuperes pronto Liv. Te quiero. —Se despidió hasta luego escuchar que se marchó.
La puerta de nuevo de cerro y se volvió a abrir, esperaba que nadie volviera a mencionarme nada de la pelea que acaba de suceder hace unos minutos.
— ¿Qué sucedió? —escuché la voz de Arath.
—Ni te lo imaginas. —Selene siguió contemplándome mientras acariciaba mi cabeza.
Selene le dio un pequeño resumen a Arath sobre la pelea que tuve con Leopold, recordar ese momento, ha sido un trago amargo de este día. No esperaba que al despertar tuviera que enfrentar de nuevo mis propios temores, pero creo que así será siempre, tendré que enfrentarme a mis propias pesadillas cuando menos me lo esperé.
Arath se sentó a un lado de la cama, me quité unas lágrimas de los ojos y observé su mirada triste y oscura, algo le sucedía, pero no sé si lo puedo interpretar con respuesta a la trágica historia de mi día o simplemente porque Arath no volverá a ver por un tiempo a Elin.
—Lo siento, Liv. —Enarqué la ceja al no entender porque se disculpaba. —Fui yo que le conté a Leopold sobre Noah. —Se le ve avergonzado.
Me levanté un poco de la cama para poner mi mano en su hombro, no sé cómo habrá salido el tema de Noah en una conversación entre Arath y Leopold, pero ya es demasiado tarde para retractarse y decir lo contrario.
—Arath, no es tu culpa. —Le dije consolándolo. —Te perdono porque sé que no se lo contaste con malas intenciones pero por ahora, solo quiero olvidar todo esto. —Los miré a ambos. —Reiniciare una nueva vida, todo desde cero. Por eso quiero que me ayuden a olvidar a Halsten, Noah y Leopold. No quiero seguir sufriendo y más ahora que sé que debo salir adelante. —Ambos me dieron una media sonrisa. —Lo haré por mi bien y el de mi familia. No quiero hacerles sufrir y que esto se vuelva a repetir. —Arath y Elin asintieron. —Los quiero. Gracias por estar aquí. —Les dije a ambos.
Ambos se acercaron a mí y trataron de darme un abrazo que al finalfuncionó, realmente me encontraba aun en un estado triste pero recordé una cosaimportante de todo esto, que Leopold tiene razón y es momento que yo deba saliradelante y dejar atrás todo lo malo que me sucedió en el pasado. Aunque esotambién implique olvidarlo a él.
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