Capítulo 24: "Cuando una puerta se cierra, otra se abre"

Llevo quince minutos de retraso, apenas puedo seguir corriendo ya que mis piernas empiezan a tambalearse como también el oxígeno de mis pulmones apenas entra en ellos por la agitación que mi cuerpo procede en el tiempo que sigo moviéndome rápido; no me preocupara tanto si los padres de Leopold no me hubieran llamado temprano diciendo que necesitan hablar un tema personal y privado conmigo, además de ello, ese no es el único aspecto que ha hecho que mi corazón tenga que seguir latiendo rápido, porque la razón principal es que hace un par de semanas, Leopold ha estado comportándose de manera extraña, es decir, que hay días en que no se preocupa por seguir con sus prácticas, otros en los cuales se mantiene de mal humor y por si fuera poco, ha comenzado a tomar medicamentos de los cuales no deja que los vea.

Quisiera decir que las cosas después de aquel día que nos presentamos en el teatro para ver una de las presentaciones de su hermana, terminaron mejor de lo que pensé, pero las cosas cambiaron de una manera radical que no llegué a descifrar que es lo que sucedió y más, intenté buscar la manera de saber porque Leopold ya no se comportaba igual, mayormente en las últimas semanas se mantuvo callado y pensativo, quise preguntarle por su actitud pero también tomé sus modestas acciones para alejarme un poco de él y así buscar una manera para no generar algún que otro nuevo sentimiento por él.

Y ahora, a medio almuerzo con mi familia, un domingo en el cual parece que será un día asoleado típico del provenir del verano, el señor y la señora Engström me llaman con una voz agitada, nerviosa y temblorosa que tienen un asunto importante el cual hablar conmigo. Por supuesto, no me iba a negar a llegar tarde, así que pronto dejé de comer para ir hasta la ciudad de Helsingborg para saber aquella noticia que me tienen sobre Leopold, que es algo claro, que es sobre él.

Apenas llegué a casa para ver como el señor Frank me llevaba hasta la sala en donde los señores Engström reciben a sus invitados, en esos cortos minutos me sequé las pequeñas gotas de sudor en una parte de mi camisa y también intenté nivelar mi respiración tomando bocanadas de aire de manera lenta.

Aquel mayordomo que ha servido a la familia Engström durante muchos años, me abrió la puerta y me hizo una señal con su mano para que entrara sin rodeos, apenas me percate que delante de mí, ya se encontraba toda la familia reunida, con los padres sentados en un sofá y sus hijos en otro, hasta Jerker se encontraba en la casa de su padre y su madrastra, lo cual me sorprendió; pero la impresión de ver a un Leopold sanó y con una sonrisa de oreja a oreja me extraño porque mi primer pensamiento fue que algo le había sucedido a él que otra vez terminarían culpándome por sus acciones, pero al ver que mi primera impresión no había sido así, terminé de desechar la idea pronto.

—Siéntate, Liv. —Me señalo el señor Engström un sofá que se encontraba vacío.

Con vergüenza por llegar tarde y con la mente hecha un mar de pensamientos, me dirigí hacia el sofá para acomodarme en el asiento antes de saber la noticia.

—Te hemos llamado porque queremos darte una noticia, ya sabes que hace casi un año has formado parte de esta familia y aunque Leopold siempre mantuvo arranques de desobediencia e impaciencia contigo, al final él consiguió dar su brazo a torcer para dejarse ayudar por ti. —Escuché su pequeño discurso antes de proseguir con la noticia. —Cuando Ellen y sus amigas te golpearon, llegamos a conocer al médico oftalmólogo que llego a hacerte la operación de tus ojos. —Me agarré fuerte al sofá porque algo en mi ser me decía que ya sé hacia dónde va el tema.

No sé si admirarme porque al parecer los padres de Leopold además de cargar con los gastos médicos que su ex nuera me hizo al golpearme junto con un grupo de sus amigas, también terminaron por entablar una conversación con el doctor Sherman. No cabe duda, que algo sucedió entre ellos y pronóstico que mí mismo oftalmólogo le debe de haber hecho un chequeo a los ojos de Leopold para asegurarse que si podría haber una operación futura en él.

—El doctor Sherman aseguro que Leopold puede ser operado, él junto con otros oftalmólogos y neurólogos le hicieron análisis para determinar si podía obtener una operación con la nueva tecnología de los implantes de retina artificial. —Abrí la boca ante las palabras de Elin, pero pronto no sé me ocurrió que decir así que la cerré.

He escuchado de esa nueva tecnología para las personas con ceguera completa, cuando a mí me sucedió el accidente, aun no se había implementado mucho, por lo tanto, mi operación fue de las sencillas y antiguas, la de quitarle las retinas a una persona donante de ellas. Además, con lo poco que mis padres tenían de seguro, para eso ocuparon para mi operación pero con estos nuevos implantes, existen más posibilidades que la persona discapacitada obtenga una visión normal como las demás sin necesidad de que busquen un donante.

—Eso quiere decir que... Leopold recuperara sus ojos. —Le di una mirada.

—Sí, mi hijo volverá a ver. —La señora Veronika puso su mano en la rodilla de Leopold.

—El caso es que, debemos volar en una semana a Suiza, allá le harán los próximos exámenes como la operación y el tratamiento necesario. —Comentó Jerker entusiasmado.

— ¿Es algo cien por ciento seguro? —intenté ser realista.

—Bueno... —Elin me dio una mirada tensa —Los doctores mencionan que puede ser riesgoso, porque apenas se acaba de dar esta nueva tecnología, hay un porcentaje que todo salga con éxito y otro porcentaje en que absolutamente Leopold pierda su visión hasta ya no poder ser operado. —Mi piel se erizo con la noticia.

¿Debería confiar en la nueva tecnología que comienza a avanzar a través de los años? En el rostro de Leopold puede observar esa alegría de saber que puede volver a recuperar el sentido de la vista, pero me preguntó si dentro de él habrá una mínima parte en la cual se sienta nervioso por no conseguir su verdadero objetivo.

Me resulta fácil confiar en el doctor Sherman pero empiezo a desorientarme con la parte que si todo concluirá con éxito, no quisiera ser pesimista pero si el porcentaje que aproxima a que la cirugía salga siendo un fracaso, ¿cuánto tiempo Leopold tendrá que volver a sufrir por tener esa necesidad de volver a ver?

Quisiera hacerle reaccionar y decirle que ser ciego no es una mala opción de vida, pero conociéndolo, se negara a aceptar esa realidad, porque él seguirá en desacuerdo en obtener esta vida que él no quiere para ahora intentar esa nueva oportunidad que se le está presentando.

— ¿Estás de acuerdo con la cirugía? —le pregunté a lo que él suspiro.

—Sí. Quiero y necesito intentarlo porque sabes que yo no quiero seguir con esta vida que no me pertenece. —Esperaba esa respuesta.

Sus padres siguieron comentándome todo el proceso de la operación, de cuándo y cómo surgirá, del plazo de tiempo que tendrán que quedarse en Suiza, del tratamiento médico y neurológico que Leopold deberá seguir, de las posibilidades que existen que él recupere la visión y de los futuros sueños y metas que pronto vendrán.

Me sentía mareada y confundida, hubo un momento en que dejé de escuchar y pensar qué como todos podían alegrarse cuando existe un 55% de posibilidad que la operación no resulte con éxito mientras que el 45% apenas dice darle una nueva esperanza a Leopold para que recupere su vida. Por un lado, parece que soy la única a la que le tiene miedo que las cosas no resulten como son, pero tampoco debo ser quien le arruine esos sueños a la familia Engström, ellos han esperado tanto tiempo esta oportunidad después que Leopold tuviera ese accidente y dejara en él, un traumatismo craneoencefálico provocado por una lesión postraumática en su cerebro y lóbulo frontal y temporal.

—Me pueden dejar a solas con Liv. Por favor. —Dijo Leopold.

Todos se levantaron y pronto se marcharon de la habitación sin quejarse o negarse a su petición, ni siquiera vi el momento en que ya nos encontrábamos solos y apenas el sonido del viento que golpeaba las ventanas del salón fue el único que hizo que me entretuviera unos momentos antes de escucharlo.

— ¿Qué piensas de la cirugía? —preguntó interesado sobre mi opinión.

Quería serle sincera, decirle que temía por su vida, de sus emociones y de su futuro, pero en mi interior aún se encuentra mi consciente que me dice que me controle y maneje muy bien la situación antes de cometer un error.

—Estoy sorprendida con la noticia. —Le comuniqué aún aturdida.

— ¿Solo eso?—enarcó su ceja.

Busque las palabras necesarias para mencionarle que además de encontrarme sorprendida también me estoy en un estado de conmoción que no sé cómo decirle que temo que le suceda algo dentro de la cirugía o que pueda suceder en el proceso de tratamiento.

Me acaricié la cabeza y guarde silencio por mucho tiempo, no quería arruinarle el día y sus esperanzas por los pensamientos que aún siguen rondando en mi cabeza y eso sin decir que Leopold puede llegar a tomarse mal mis comentarios, si yo misma no tengo cuidado en utilizar las palabras necesarias.

— ¿Tienes miedo?—empecé a jugar con mis dedos.

—Por supuesto. Pero estoy confiado en que la cirugía será un éxito—sonrió.

— ¿Por qué estás tan seguro? Apenas acaba de salir este tipo de tecnología y ya sientes que un éxito como si se tratara de haber encontrado cura con el SIDA —dije molesta.

Observé como su gesto cambio ante mi afirmación contraria a la suya pero necesitaba escuchar algo real y no solo basado en la esperanza. Intentaría ser optimista pero tampoco pretendo hacer que Leopold se crea algo que terminé por desechar sus creencias, y pronto volverlo hacer un hombre desconfiado en sí mismo y eso sin decir, que no quiero imaginarme verlo de nuevo decepcionado y rencoroso con sí mismo.

— ¿Qué te sucede? Esperaba que esta noticia te alegrara tanto como a mí —me pellizque el brazo al darme cuenta que fui dura e inexpresiva con él.

—Es que... Leopold, todo, está sucediendo demasiado rápido y... —preferí cerrar la boca.

— ¿Cuál es el problema? Deberías alegrarte porque recuperare la visión y que pronto dejare esta estúpida vida absurda y aburrida que no debía de haber sido para mí —soltó sin medir sus palabras.

Me sentí un poco ofendida con solo pensar en mis padres, porque no creo que su vida sea estúpidamente absurda y aburrida al ser ciegos desde hace años. Pero no soy yo quien debe de decir lo contrario cuando reconozco que solo veo la parte feliz y no triste de ellos.

—Liv, quiero que te vayas con nosotros a Suiza. —Me levanté del sofá sorprendida.

— ¿Qué? —apenas musité.

—Liv, quiero que formes parte de esto. Eres importante para mí y tenerte a mi lado será algo que no quiero olvidar —sentí su voz cargada de sinceridad.

Existe una diferencia entre ayudarle a él con su discapacidad donde puedo atravesar una ciudad a la otra mientras sigo encargándome de mi familia a lo que él me está pidiendo ahora que es mucho más arriesgado. Ir a Suiza por... no sé, un par de años es dejar de ver seguido a mi familia, dejar a un lado el cuidado de mi hermana y no saber si mis padres podrán estar bajo su encargo después de todo el trabajo y responsabilidad que tienen.

— ¿Qué sucederá con mis padres y mi hermana? —dije nerviosa.

—Puedes mantenerte en contacto con ellos —lo miré desconcertada.

¿Contacto? Así de fácil. Muevo la cabeza varias veces intentando que el oxígeno no me estorbe al seguir analizando si Leopold no dijo esas palabras lo menos apáticas que he escuchado de él hasta hoy.

—No puedo dejarlos... No lo haré. — Me negué sin pensarlo.

—Pero Liv... —Tomé aire.

—No Leopold. Mi familia es primero, debo de encargarme de ellos. Mis padres son ciegos y ellos no podrían... —Empezó a reírse — ¿Que te hace gracia?

—Es a lo que me refería, Liv. Esa es la razón por la que quiero operar mis ojos— Me quedé callada. —Pero está claro que no lo comprenderías.

— ¿Comprender, qué? —me acercó a él.

—Ya había hablado con tus padres de esto y ellos estuvieron de acuerdo —no tarde mucho en asombrarme.

— ¿Qué? ¿Por qué? No te da el derecho de hacer eso —le grite.

Como se atreve a hacer cosas y tomar decisiones sin mi consentimiento, le permito que en asuntos de mi vida pueda llegar a entrometerse pero en asuntos de los cuales yo debo considerar pensarlos antes para tomar una clara decisión, en eso si no se lo permito que él se tenga que entrometer.

—Tú no eres quien para decidir eso, ¿por qué no consideraste hablarlo antes conmigo? —espeté.

—Porque sabía que no ibas a querer y más porque le prometiste a tu hermano nunca separarte de tu familia. —Ahora me quedé perpleja con su respuesta.

Yo le hice una promesa a mi hermano cuando murió y esa fue nunca abandonar a mi familia hasta que yo considerara que todo se encuentra más que excelente y en perfectas condiciones. Pero, quién le había contado sobre mi secreto, eso nadie lo sabe además de mi familia, Arath y Selene.

—Liv, tú hermano está muerto y tú familia está bien. —No quise aceptar esa realidad.

—Y a ti que te importa... —se me entrecorto la voz.

—Deja descansar a los muertos, Liv. Primero te sientes la culpable de la muerte de Halsten y ahora vas con tu hermano... Él murió por un accidente no por haberte donado sus ojos para ti, comprende eso. Las personas vienen y se van. Él está muerto, entiéndelo. No regresara... —lo interrumpí.

—Cállate... Cállate. —Intenté no escucharlo, cubriéndome los oídos con mis manos.

—No, no me callare. Sabes que es la verdad y nada lo cambiara. Si tu miedo hacia la operación proviene porque pueda repetirse la historia de tu hermano, alégrate, a nadie le robare los ojos y no lo lastimare hasta que no intenté un acto de suicidio. —Me lo grito casi con burla.

Se me hizo un nudo en la garganta al escuchar esas palabras horribles, jamás en la vida, me había llegado a sentir demasiado mal con la muerte de mi hermano y tampoco nadie se había atrevido a decirme cosas sobre él como si conociera la historia real.

—Renunció. —Dije sin más, empezando a tomar mis cosas.

— ¡Pues si eso quieres, vete! —me señalo en una dirección cercana a la puerta.

Salí corriendo de la casa sin despedirme de nadie, pronto sabrán de la discusión que tuve con Leopold, de la decisión que tomé al no ir a ese viaje y ahora a la renuncia que yo misma he tomado para jamás volver a trabajar con esa familia. Ya que esta decisión está más que confirmada después de las palabras denigrantes y fuertes que me dijo Leopold.

Soy cobarde por no enfrentar los problemas como deben ser, pero tampoco tengo la voluntad de combatir con mis propias pesadillas más cuando alguien me las incrimina en mi rostro sin saber la historia completa; me dolía demasiado el pecho, no por las palabras de Leopold sino porque sentía que otra vez había hecho las cosas de manera incorrecta, sé que debía de apoyarlo pero el miedo fue más fuerte esta vez que no controle mis propias emociones y palabras que terminaron por hacer que él me acusara de errores que yo creí que ya estaban resueltos.

No negaba que mi propia irresponsabilidad llevo a la muerte a mi hermano, que yo misma le quité su vida y sus ojos. Como quisiera que el tiempo retrocediera y cambiara todo eso, pero es imposible cuando se trata de resucitar una persona que ya lleva años muerta.

Me detengo y limpio las lágrimas que han salido desprevenidamente de mis ojos, intento no sentirme la culpable de todo, pero está claro que todo lo que le han sucedido a las personas que quiero, ha sido por mí. Halsten por intentar llevarme a casa, Noah por darme una nueva oportunidad con mis ojos y ahora Leopold, lo he dejado marchar por un ciego egoísmo que ni siquiera entiendo porque reaccione de esa manera; no dudaba que todo ha sido provocado por mí, tanto que ya no existe nada que me lo detenga.

Miré el cielo y pronto mi rostro fue cubierto por la lluvia, mis sollozos se escucharon a través del fuerte goteo que provocaba la lluvia al caer en el suelo, en los árboles y en el techo de los locales que se encuentran a mí alrededor.

Me sentía derrotada, muchas veces me dijeron que no debía de llorar por cosas del pasado, pero ¿cómo puedes dejar ir a lo que tanto amas? Estoy segura que el mundo fuera diferente si jamás hubiera hecho las cosas mal, hubiera salvado la vida de Halsten cuando tenía oportunidad, quizás ahora mismo estuviera con su madre y sobrio sin una gota de alcohol o de una especie de droga y Noah, si no hubiera sucedido el accidente, yo tuviera mis ojos y él lo suyos, tuviera su vida, mis padres se sentirían orgullosos de él y vería crecer a nuestra hermana menor.

Un trueno resonó en las solitarias calles, provocando un instinto de miedo en mi cuerpo, pero aun así no me moví de mi lugar, me quedé en medio de la nada preguntándome cosas inciertas e imposibles, aquellas de las cuales ya me las había hecho pero nadie me las respondía.

Abro mis ojos y otra lágrima caliente paso por mi mejilla hasta caer en el suelo y desaparecer en medio de una pequeña corriente de agua que se está formando por la lluvia; apenas puedo contener la vista nítida cuando un reflejo aparece delante de mí, no puedo enfocarlo bien desde la distancia en que nos encontramos pero suelo distinguir la forma humana y varonil que se mantiene pendiente de mis movimientos como también parece estar petrificada.

Doy unos pasos hacia delante y cada vez observo más de cerca a la persona, me detengo con torpeza y casi me deslizo con los zapatos al asombrarme a quien tengo en frente, no sé si es por mis ojos vidriosos o porque ya perdí la cordura hasta ver alucinaciones. Trago fuerte y limpio mi rostro al ver la misma imagen de mi hermano en frente de mí, mi piel se eriza y suelto un grito de sorpresa que nadie debe de haber escuchado; él sonríe como si le diera gusto de verme, sus ojos azules grisáceos permanecen intactos y su cabello negro no ha crecido desde la última vez que lo observé.

—Noah. —Susurre. — ¿Eres tú? —Mi voz se quiebra al mencionar su nombre.

Eleva su mano y pronto la pone en frente de él, abre su palma y la pone hacia arriba como queriendo que yo la tomara... No sé si me estaré volviendo loca pero... Es la mejor imagen surrealista que he visto en estos seis años. Ni siquiera tengo la duda de querer tomarla pero temo que todo sea un sueño, una ilusión, algo fingido que pronto me llevara a la realidad.

Pero que importa.

Camino hasta él y cuando creo darle la mano, él voltea hacia un lado y pronto soy la siguiente en darme cuenta de dos luces blanca y el sonido de un auto, vuelvo a ver hacia donde se encuentra mi hermano pero la imagen se ha borrado de mi cabeza y es cuando intento proteger mi cuerpo hasta el punto de solo sentir dos cosas, la primera escuchar como el auto intenta detenerse pero el chirrido de las llantas no se lo permiten, ya que la calle se encuentra lisa, terminando por sentir como el auto termina por atropellarme mientras que mi cuerpo rueda y pronto vuelve a caer al suelo. Y lo segundo, intento abrir mis ojos pero lo único que veo es una especie de nube haciéndome estorbo en la mirada hasta que mi propio sentido se pierde y empiezo a ver todo de color negro.

Es cuando me siento derrotada, por el dolor que soy inconsciente de lo que sucede en mí alrededor.

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