Capítulo 20: "Crea fama y échate a dormir"
Los dolores de cabeza no llegarían a ser seguidos pero lo que sí es que serán insoportables y más cuando aparecieran en el momento menos adecuado, no sé cuántas ibuprofeno o aspirinas he llegado a tomar las últimas horas, pero lo que sé es que primero el doctor me prohibió ir a clases, porque, número uno, esforzaría los ojos y número dos, mi cabeza no está dispuesta a guardar o retener información; por un lado lo considero bueno porque no quiero que nadie me llegué a ver con los moretones y la cortada del labio pero también lo considero malo porque la siguiente semana son los exámenes finales y si no quiero reprobar debía de haber ido esta semana para recibir las clases de repaso, para que me ayudaran a recordar todo lo que he aprendido los últimos meses.
No sé qué voy a hacer, pero lo único que me queda es estudiar en la mañana para seguir con las prácticas de Leopold en la tarde, aunque la comparación de hoy es que desde la mañana estoy en la casa de él, donde además de enseñarle más el braille, le enseñe otra manera de cómo usar el celular sin necesidad de poder ver, ya que sé entero por medio de mis padres que ellos a pesar de ser ciegos, pueden ocuparlo sin ni un problema, haciendo que fuera otro método de comunicación más fácil.
Y cuál es ese método... Usando las notas de voz de las aplicaciones Whatsapp y Messenger. Además, también le mostré a Leopold en que lugares él llegaría a tocar para escuchar las notas de voz, sin complicarse en buscar en cualquier lugar.
No fue mucho el tiempo en que nos tardamos para decirle a Leopold en qué lado se encontraba el dibujo del micrófono, porque una vez que agarré su mano e hice que por medio de mi celular buscara dicho dibujo, ya a la décima vez, él aprendió por su cuenta a buscarlo donde con solo escuchar el sonido de cuando apretaba el micrófono, se llegaba a saber que ya empezaba a grabar una nota de voz.
Con sus padres les comunique también de dicho método, para que de igual manera lo ocuparan con él, ya que al no haber una necesidad de leer los mensajes, en esta ocasión se usara las notas de voz, por si Leopold quiere mantener una comunicación con un amigo o alguien cercano a él. De esta manera, al usar dicha técnica y ver las primeras pruebas para ver si funcionaban, el método resulto factible porque tanto a Leopold como a sus padres les agrado la idea de poder usar el celular y en cualquier caso, estar en comunicación por si Leopold necesita algo en algún momento.
Por primera vez, me alegraba de saber que los padres de Leopold y más la señora Veronika se encontraban dispuestos, emocionados y confiables a usar una de mis técnicas, aunque después del día en que ellos se presentaron en mi casa, su actitud conmigo ha cambiado, es decir, la señora Veronika no se ha molestado con los ejercicios que hago con Leopold, tampoco me hace malos gestos o tiende a discutir conmigo por cualquier motivo erróneo, ahora ella se mantiene atenta y dispuesta a colaborar con cualquier situación. Con el señor Sven, en realidad, todo sigue siendo igual ya que él jamás se atrevió a molestarme y mucho menos a contradecirse en las decisiones que tomara con su hijo, pero eso sí, en los últimos días ha llegado a ser más atento de lo normal, que me pregunta por cómo sigue mis ojos o si no tengo dolores de cabeza, haciendo que en ese instante comencemos con una conversación.
Con Elin y Jerker, las cosas son normales, aunque también su manera de preocuparse por mí es un poco frustrante, tanto que ahora comprendo porque Leopold no le gusta que su propia familia se mantenga en todo momento pendiente de sus movimientos.
— ¿Cómo sigue tu cabeza? —quité la mirada de mi libro para ver a Leopold.
—No comiences tú también. —Bufé molesta.
No me importaba que preguntaran por mi estado de salud pero prefiero que no sea a cada momento o por decirlo así, cada minuto que pasa del día, porque eso es más que estresante.
—Lo siento, pero recuerda que no puedo verte. Lo cual no se me hace fácil asimilar si ya no tienes los moretones debajo de los ojos o si no haces muecas de dolor por tu cabeza—me rasqué el cuello al darme cuenta que tiene razón.
Desde nuestra discusión en la fiesta, es difícil encontrar una conversación entre ambos, es como si algo llego a cambiar todo, haciendo que nos convirtiéramos inseguros de decir cualquier cosa que puede hacernos enojar o simplemente ponernos incomodos.
Por un lado, no tengo ni un problema en tratar con él porque de todas formas, seguir molesta con Leopold no me sirve de nada al saber que trabajo para su familia y más con él por sus tratamientos. Así que eso, lo consideré el lunes cuando él me preguntó si seguiría molesta pero descarte la idea luego cuando me di cuenta que no podemos trabajar de esa manera.
Además las explicaciones me las terminó por dar cuando menos las quería escuchar—lo digo porque me encontraba estudiando y él se puso a hablar del tema antes que me negara—y en fin, las escuché porque no tenía tapones para cubrirme los oídos en ese momento y evitar recordar quien provocó primero que saliera herida y acusada, ya que siempre seguía escuchando sus palabras y sería muy mala educación interrumpirlo cuando me gusto un instante verle suplicar para que lo perdonara.
—Casi han desaparecido los moretes aunque los dolores de cabeza siguen. —Le respondí alternando otras posibles causas de mis malos humores por los dolores de cabeza.
—Espero que Ellen las pague todas, por lo que nos hizo. —Enarqué la ceja.
— ¿Nos hizo? —pregunté desconcertada.
—Sí, a mí por traicionarme con mi propio primo y pretender tener una relación falsa mientras buscaba la manera de quedarse con mi herencia. Y contigo por haber ocasionado que te ridiculizará con un público que debía de verte como una novia perfecta para mí y también, por haberte golpeado. —Me a recosté en la silla desilusionada.
¿Qué dije? ¿Desilusionada? ¿Por qué? No somos nada y eso sin decir que tiene la razón que su ex novia nos ocasiono demasiados problemas para que ambos apenas llegáramos a solucionarlo todo. Él con su corazón y yo con mi rostro.
—Sí tuviera mis ojos, quizás ahora ya me las hubiera pagado todas—musitó con ira.
— ¿Qué? Leopold, ya lo hemos hablado en la semana. Sé que tu ex novia no tiene justificación con lo que hizo, pero quiero evitarme más problemas con ella. —Hice que entrara en razón.
Y no es que tenga miedo por las amenazas que la misma Ellen llegó a decirme antes de irse y dejarme a media tormenta de nieve, débil y sangrando, sino que es mejor guardar la cordura y el control antes que ambas nos hagamos famosas por pelear por un hombre que no nos corresponde a ambas. Además, es mejor no ocasionarle más shows a la familia Engström como también dejarme una mala reputación a mí con golpes y discusiones inmaduras que no valen la pena continuarlas.
—Te hizo daño, ¿cómo quieres que lo olvide?—cerró los ojos y bajo la cabeza intentando no mostrar más su humor negro.
—Solo te pido que lo olvides. —Intentaba ignorar su actitud.
Nos llegamos a mantener callados por un momento que para mí se hizo eterno, odio que discutamos por personas que no sé merecen que las lleguemos a recordar por sus hechos; además desde que Leopold llegó a saber que Ellen había llegado a ponerme la mano encima, las cosas se volvieron más fuertes y bruscas con respecto a ella.
—Puedes contarme cuál fue el motivo por el cual tuviste una cirugía ocular. —Dijo con curiosidad.
—Ya dije que fue por un accidente, perdí la vista y encontraron un donante. —Resumí.
— ¿En serio? Por Dios, tú sabes de mi accidente pero en cambio yo, no puedo saber del tuyo. —Me reprocho.
—También solo sé un resumen de tu historia. —Le fui sincera.
— ¿Qué te sucedió? —insistió.
He conocido a Leopold los últimos meses que sé que cuando quiere saber algo y nadie lo deja que lo descubra, sé llega a poner demasiado insistente hasta que uno se descontrola y termina por decirle la verdad. De alguna u otra manera, él terminara descubriéndolo porque aunque quiera reservar mi pasado y mis secretos, alguien tendrá que hacerme hablar hasta no poder cortar mi lengua.
—Fue un accidente que sucedió por mi culpa —intenté controlar mi cuerpo para no dejarme caer con facilidad ante la historia.
— ¿Por tu culpa? —repitió.
—Sí, fue hace seis años y con mi ex novio, Halsten. —Se sorprendió con lo último.
— ¿Cómo paso todo? —dijo con comprensión y no con insistencia.
—Todo comenzó en una noche de octubre...
҉҉҉ ҉ ҉
6 años atrás...
Estoy preocupada, muy preocupada, tanto que no creo poder seguir en la fiesta de Luke toda la noche. Ni siquiera sé que hago en este lugar, pero él único motivo que me tiene aquí en esta fiesta de personas populares es Halsten, quien desde hace dos horas ha dejado de estar sobrio para alcoholizarse por completo y ahora ver como con descontrol usa marihuana, no puedo ver como se destruye de nuevo así mismo, pero tampoco me deja ayudarlo y más cuando ya ha perdido la conciencia del tiempo y de sus propias acciones.
Nunca en mi vida me había sentido mal, perdida y sola, mi novio, quien jamás ha actuado como un joven inmaduro que prefiere evitar sus problemas con alcohol y drogas en vez de enfrentarlos con la cabeza a lo alto y salir adelante, se encuentra con un grupo de chicos que no han considerado que su estado mental cada día colisiona más, entre seguir siendo un chico correcto o simplemente dejarse llevar y disfrutar del momento.
No tengo la mayor idea de cómo irme de este lugar ni como arrastrar a Halsten para que vuelva a su apartamento sano, lo peor de esto es que fue mala idea venir a escondidas de mis padres cuando ellos creen que sigo durmiendo y que el letrero típico que está colgado fuera de mi habitación dice mucho para que nadie llegué a entrar.
Aunque esa no solo es la parte de la cual en mis venas recorre el miedo, aun no soy mayor de edad para estar en un club nocturno en donde todos celebran un cumpleaños a lo grande y divertido como escuche a varios decir desde que di un paso en el lugar. En realidad, si alguien se da cuenta que tengo diecisiete y no dieciocho, es posible que llamen a mis padres mientras que ellos se dan cuenta que no estoy y van a recogerme a la estación policial en donde cualquier momento recibiré el peor castigo de mi vida.
Pero como siempre... Me encuentro de guardaespaldas de mi novio, no es divertido, no es seguro ni mucho menos es fiable seguir en aquel sitio que cada vez huele a tabaco, sudor y alcohol de toda clase. Eso sin decir que he visto demasiadas cosas que para mi edad, solo las había llegado a observar en televisión pero jamás en vida real. No es que fuera siempre una santa o una puritana de tiempo completo, pero en ciertas ocasiones prefiero no provocarles angustias a mis padres pero últimamente pienso que he comenzado a ser una mala hija.
Y ¿por qué lo digo? La respuesta es sencilla... Desde que mi novio empezó a tener más problemas con su madre, las cosas en su vida empeoraron, para mal en vez de bien, no sé qué es lo que prefiero ahora, porque antes creía conveniente que Halsten se librara de su madre antes que ella lo hiciera cambiar por completo haciendo que su vida siempre fuera manipulada por la única persona que él llegaba a confiar, pero ahora que él tiene su libertad, creo que he cambiado de opinión, quiero que Halsten vuelva a ser el mismo chico alegre y despreocupado pero cada día es inseguro aunque no lo quiera dejar ver con esa sonrisa torcida que cree que cualquiera se llegara a creer sus mentiras.
Un chico que desconozco, cae de espaldas en mis pies, está demasiado ebrio que empieza a parlotear palabras incoherentes e inexplicables, intento levantarlo para que se vaya a sentar a una butaca pero me es imposible por el peso y también porque a los siguientes segundos, agarra una cubeta y en ella empieza a vomitar haciendo que sea la siguiente que me dé náuseas por el olor y también por los aromas mezclados por el ambiente del club.
Me alejo de aquel chico y esta vez estoy segura de irme, con o sin Halsten.
Lo busco entre todas las personas, algunas las llegó a empujar porque no me dan el espacio suficiente para pasar y eso sin decir que unos me agarraron para hablarme y decirme piropos y otros, terminaron por manosearme, sintiéndome asqueada y sucia por no defenderme.
Encuentro a lo que antes creía mi media mitad dejando salir varias carcajadas, con una cerveza en mano y un cigarro en la otra.
Sus mejillas se han puesto muy rosas que es posible que sea el alcohol el que ha empezado a consumirlo, eso sin decir que apenas visualizo por otra luz tenue sus ojos, aquellos ojos que tanto amaba y me atraía pero que esta vez han sido reemplazados por un rojo que casi me da escalofríos.
Trago hondo y no sé cómo decirle que quiero irme o simplemente, tengo miedo de decirle que si no viene conmigo, que hasta aquí llego nuestra relación.
Mi corazón empieza a latir cada vez más rápido y eso sin decir, que mis manos tiemblan y mi cuerpo ha empezado a sudar no por el calor del lugar, sino por los nervios.
Me acerco a la butaca en forma de medio círculo para luego hablarle a Halsten, él parece no escucharme, sigue partiéndose de la risa por un chiste negro que ha hecho uno de sus amigos y eso sin decir que la chica de al lado, ha empezado a poner su mano en su entrepierna, provocando en mí, unos irremediables celos que pueden costarle un par de golpes y arranques de cabello de mi parte.
—Halsten. —Le grito por última vez y esta vez llega a escucharme.
Deja de carcajearse y pronto tira la botella a un lado para levantarse y salir de la butaca.
— ¿Qué sucede, nena?—agarra mi mentón pero me suelto.
—Quiero irme. No sé ni para qué me invitaste si me has estado ignorando, y considerando que soy tu novia y no tu guardaespaldas, es mejor que me respondas si vienes conmigo o te refundes en drogas y alcohol con tus amigos. —Él soltó una risa que provoco que mi sangre hirviera.
— ¿Lo dices en serio? Desde cuando eres tan disciplinada y responsable, amor. —Agarro mi mejilla, le dio un par de jalones para luego soltar y darme unas palmaditas que hicieron enfurecerme más hasta darle un golpe en su mano en donde sus amigos respondieron con un «Uhhh».
Es complicado decirlo, pero también he sido responsable que él me trate como quiera y que no llegué a respetarme por ser su novia y la persona que más le ha sido fiel a su lado. Pero por otro lado, me lo merezco, porque en ciertas ocasiones me incluí en sus fiestas que no justificare mi falta de conducta y tampoco por creer que así me acercaría más a él.
—Halsten, estás mal. —Él dejó salir una sonrisa.
No me atrevía a explicarle que no me gustaba su nueva actitud, pero en el estado de embriagues y drogado, no sé cómo se lo puede llegar a tomar, porque en cierto sentido, cuando se encuentra en buenas condiciones, puede solo sentirse insultado pero en el aspecto de malas condiciones, puede llegar a descontrolar su conducta, donde gracias a Dios, jamás ha llegado al límite de levantarme la mano.
—Déjame disfrutar. —Gruñó.
Observo cómo Víctor, un compañero suyo de piso, saca un papel del bolsillo de su pantalón, lo pone en la mesa y empieza a desenrollarlo hasta dejar a ver un polvo... Cocaína.
Halsten se da cuenta lo que estoy mirando, así que es el siguiente en ver a Víctor quien ha empezado a inhalar el polvo de la droga con una pajilla blanca.
—Quiero quedarme. —Musita.
— ¿En serio? Prefieres llenarte de alcohol y drogas en vez de estar en tu casa...—Me interrumpe.
— ¿Jugando videojuegos? ¿Leyendo historietas cómicas? ¿Preparándome emparedados de jalea y maní? —Pone los ojos en blanco. —Es aburrido. —Suspiré.
—Esa era tu vida —dije desanimada.
—Exacto. Lo era. —Mencionó compulsivo.
Me mordí el labio porque no sabía cómo llegaría a casa. Estaba a más de quince kilómetros, no tenía dinero para irme en un taxi y aquí parece no haber nadie conciente para que me haga el favor de pasarme dejando a casa. Si camino a solas por la calle no quiero pensar en que puede sucederme y eso sin decir, que le daré una horrible noticia y una enorme desgracia a mi familia.
—Halsten... por favor... quiero irme —le supliqué con lágrimas.
Me dio una mirada frívola hasta que relajo los hombros y paso sus manos por el rostro.
—Te pasaré dejando a una terminal de autobuses para que vayas donde quieras ir y no me busques más. Porque yo quiero quedarme aquí. —Fue duro escuchar eso pero fue lo más apropiado.
Salimos del club y por fin mis oídos descansaron en paz después de pasar horas escuchando música fuerte. Creí que caminaríamos o tomaríamos un taxi pero al ver que sacaba las llaves de su camioneta, mi sangre se enfrió y pronto mi cuerpo por acción de miedo al saber que estaré en peligro, se quedó petrificado.
— ¿Iremos en tu auto?—mi corazón volvió a agitarse.
— ¿Crees que me encuentro en condiciones para dar una caminata?—soltó con una voz áspera.
—Pero tampoco estás en condiciones de manejar en ese estado. —Achinó los ojos, molesto con mis palabras.
— ¡Estoy conciente que puedo manejar! ¡No soy idiota de poner en riesgo nuestras vidas! —gritó haciendo que me asustara.
No... No estás conciente. Ni siquiera puedo permitir que subas así al auto, es probable que ocasiones un accidente o que nosotros lleguemos a sufrir uno...
Mi mente hablaba por si sola pero mi boca siempre se mantuvo callada.
—Halsten, no podemos viajar así... —Se fue acercando a mí hasta que con fuerza me tomó del brazo y me dirigió a auto.
—Tú querías irte, pues te irás. No me salí de la fiesta por gusto, así que sufrirás las consecuencias. —Intenté detenerme pero estaba comenzando a ser en vano.
— ¡No quiero morir! —me solté de su agarré.
— ¿Crees que sería capaz de matarte? —carraspeó la garganta.
— ¡Sí! —Sus ojos se abrieron de una manera enorme. — ¡Eres capaz de hacerlo! Y sabes ¿por qué? —Se quedó callado — ¡La razón es porque desde hace meses tú mismo te has comenzado a destruir poco a poco! —Ya no hay nada que me detenga — ¡No te has dado cuenta que tú mismo has empezado a matarte con esto! —Le señale el local nocturno. — ¡Yo no quiero esto para ti! —Su mirada se volvió fría y dura.
—Entonces terminamos. No quiero a una mujer como tú a mi lado. Creí que me comprendías pero estuve equivocado, como siempre. —Tragué hondo.
—Halsten... —Negó.
—Súbete. Lo último que haré por ti, será dejarte en un lugar cerca, donde puedas tomar un transporte y que te lleve a casa para no vernos jamás. —Mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas.
No sé porque lo hice, pero mi cuerpo entro a su auto, sé que estoy haciendo lo incorrecto, no debo de estar aquí, estoy arriesgando mi vida y la suya pero algo en mí se ha roto que no me permite reaccionar.
Escucho como enciende el auto y empieza a manejar, con las manos frías, sudando y temblando, me llegó a poner el cinturón de seguridad. Intento no enloquecer e intentar saltar de su auto, mantengo la cordura y mi autocontrol, tengo que confiar en él. Por lo menos esta última vez.
—Halsten, por favor. Vuelve a casa, tú no eres así. —Sollocé.
—Todos me convirtieron así. Hasta tú. —Abrí mis ojos los cuales se encontraban rebalsando de lágrimas.
— ¡Claro que no! Siempre trate de comprenderte y estar contigo en las buenas y malas pero has llegado más allá del límite y esta vez, si te encuentras en un mal camino. —Trate de hacerlo reaccionar.
Sentí como el auto empezó a tener una velocidad superior que la anterior, miré en el velocímetro y me di cuenta que la aguja cada vez va subiendo... 40... 50... 60...
— ¡¿Por qué todos quieren cambiarme?! Odio que todos quieras dominarme, odio que se entrometan en mi vida, odio que me digan que debo o no hacer... —me altere cada vez más al ver como presionaba el timón.
—Halsten, vas muy rápido —me agarré del asiento del auto.
—Debí de imaginar que tú serías la siguiente. Te odio, Liv. Eres igual que mi madre, que mi hermana y el resto de mujeres hipócritas del mundo. —Maldijo una y mil veces más.
—Halsten, detente. —Empecé a llorar del miedo. — ¡Nos mataras! —Le grite.
— ¡No me grites! ¡Debí de haber roto esta relación hace mucho tiempo! —sus dientes crujieron—. Pero no, de idiota creí que seguirías conmigo en todo momento. —Adentro más su pie en el acelerador.
— ¡Tú arruinaste todo! ¡Tus amigos son otros! ¿Crees que esas personas te quieren más que yo? ¿Crees que ellos buscarían tu seguridad? ¿Llevarte a la cama, limpiar tus porquerías, olvidar todo como si nada sucedió la noche anterior y volver a repetir todo desde un inicio? —negué. —Créeme Halsten, es un infierno. —Le dije sin méritos por los cuales cortar.
— ¡Te odio!
Ni siquiera llegué a decirle otra palabra cuando observé una curva, un camión de carga y el velocímetro a más de 120 kilómetros por hora. Apenas llegué a cerrar los ojos, a gritar el nombre de él y escuchar pronto el chirrido de las llantas. Mi cuerpo sintió dolor, no solo en un lugar, sino que en varios, tanto, que hasta me golpeé la cabeza en varios lugares de la camioneta, en el techo, en la ventana, en el asiento y posiblemente en otro lugar que ya ni recuerdo su nombre.
Solo sé que el mundo se hizo negro y pronto mi vida cambio.
҉҉҉ ҉ ҉
—Halsten murió instantáneamente por los golpes que recibió dentro del auto y también al golpearse con el vidrio delantero del auto, no llevaba el cinturón así que su cuerpo se desplomo con el vidrio, dejando su cabeza afuera y su cuerpo dentro del vehículo. —Cerré los ojos y me permití llorar en silencio.
Miré a Leopold y encontré como él se mantuvo callado y sorprendido ante la noticia sobre cómo murió mi exnovio. Es difícil recordar cómo fueron los hechos, los últimos momentos y de ver como encontré su cabeza fuera del vidrio de su auto. No me sorprendí que sus pesadillas trataran de ello y más porque también tuve la culpa de decirle aquellas palabras cuando él comenzaba a manejar de una manera descontrolada.
—No sé cuántas horas pasamos así, cuando desperté, ya había pasado un mes y pronto descubrí que había perdido el sentido de la vista. —Continué con la voz entrecortada. —Me asuste al principio porque pensaba que aún seguía soñando, pero al rascarme los ojos y hacer todo lo posible para que despertara descubrí que todo eso era real. Tanto que grite de la angustia y me llegaron a poner un calmante. —Me sequé unas lágrimas con mis pulgares. —Horas después me comentaron que había perdido la vista y el único remedio que podía devolvérmelo sería con un trasplante de córneas. El cual costaba mucho dinero y tratamientos muy caros. —Le comenté.
Mis emociones comienzan a salir por si solas y más de cómo empezó la siguiente pesadilla de mi vida y en vez que yo la enfrentara, se la entregue a mi hermano.
—Meses después hubo un donante, comencé con un pequeño tratamiento que me lo dieron gratis, me operaron y volví a ver. —Resumí todo lo demás porque ya es suficiente con haberle contado sobre Halsten para ahora comentar lo de Noah.
Seguía sin responder, solo cerraba los ojos y dejaba ir varios suspiros que no llegué a contarlos por la misma impaciencia del momento. No sé si hice bien contarle todos los hechos pero en ocasiones no me podía reservar mi dolor y más saber que Halsten murió al encontrarse en malas condiciones, acusándolo a él, por haber provocado el accidente y su propia muerte.
—Lo lamento. —Apenas susurró.
Negué para mí misma, no quería que cualquiera que le contara la historia se lamentara de lo que me sucedió o que se compadeciera de mí por casi morir por la culpa de Halsten.
—No te disculpes, esto solo fue un accidente que no sé llego a ver a tiempo. —Me mordí el labio para permitirme no seguir llorando.
Observé como Leopold se acercó a mí y pronto me envolvió con sus brazos de una manera insegura, casi mi propio mundo empezó a derribarse con solo pensar en todo lo de esa noche, las palabras, la fiesta, el descontrol y el accidente. Fue un completo caos todo, que ni siquiera yo quien se encontraba en buenas condiciones, lo pudo haber llegado a detener.
Intentaba no llorar en los brazos de Leopold, pero cada vez que acariciaba mi cabello y me abrazaba fuerte sintiendo sus músculos, me sentía débil e indefensa, tonta y mala, pesimista y cobarde. No debí haberle propuesto a Halsten llevarme, no debí de haberle hablado así y mucho menos, tendría que haberle pedido que se saliera de la fiesta. Quizás solo así estuviera vivo y cada quien haciendo de su vida.
—Llora, Liv. No te permitas guardar todo ese sentimiento. —Intenté no adentrarle mis uñas en su espalda por el nuevo dolor que proviene al recordar todo mi pasado.
Sin esperarlo, empecé a llorar de una manera descontrolada. Me dolía todo, ¡todo! Porque no hice nada por remediar los problemas, en vez de eso lo empeore. No llegué a salvar la vida de Halsten, en vez de eso, le resumí su vida en un accidente. Con mi hermano, le quité sus sueños a una corta edad y yo, sigo sufriendo por todo y deseando ser yo la que muriera en vez de ellos. No podía seguir con ello y mucho menos tener que recordarlo.
—No tienes culpa de nada, Liv. —Escuché que dijo cerca de mi oreja. —Lo que Halsten te hizo no tiene perdón, pero él no llego a saber cómo cuidarte, amarte y respetarte después de todo lo que hiciste por él —me acomode más en su pecho para no terminar por sollozar más fuerte y que alguien me escuchara—. Él mismo se buscó su destino y peligro el tuyo, lo importante es que estás viva —suspiré—. No quiero ser malo ni envolverlo a él como el típico novio tóxico que daña a la chica, pero créeme, Liv, que cuando amas a alguien eres incapaz de poner a esa persona en peligro, primero uno prefiere cortarse la mano a que perder a la persona que ama. —Dejó un beso en mi cabeza. —Halsten fue un idiota, no debió de haberte dicho eso, pero no lo culpo tampoco, después de consumir drogas y alcohol era probable que no fuera consciente de sus palabras, pero eso tampoco es una justificación para haber tomado una decisión incorrecta.
Lo sabía con perfección pero eso no quitaba mi propia idea que sigue sumergida en lo más profundo de mi cabeza que pude haber intervenido todo pero no fue así.
—Pero pude haberlo salvarlo. —Susurré.
—Sí, pero él prefirió arriesgarse y no escuchar. Debes de saber la diferencia de ayudar y desistir, Liv. Tú te quedaste a su lado hasta el final y quieras o no, él con su cabeza descontrolada, lo sabía más que nadie. —Siguió abrazándome hasta dejar un beso ahora en mi frente.
Escuchamos como alguien entro de repente a la cocina y cuando me separe de Leopold, me encontré con la mirada de sorpresa de Katrin, quien al verme con los ojos llorosos y posiblemente con la nariz y mejillas rosas, se preocupó.
—Nana —ella hizo un ruido al no poder hablar al verme en mi estado emocional—, trae un bote de helado de chocolate, creo que Liv lo necesita. —Leopold terminó por hacerme reír.
—Ahora mismo. —Se marchó ella a la cocina.
—Tenemos el mejor helado del país, así que quita esas lágrimas y cara triste. Olvidemos el pasado y mejor vivamos el presente. —Sonrió.
—Me parece. —Dije musitando.
Mientras Katrin nos trae el helado, Leopold quiso que le enseñara a escribir por medio del braille, así que eso sería un buen distractor después de todo lo que le comenté.
Hablarlo con él, fue mejor que terminar por reservármelo y aunque aveces me niegue a aceptar opiniones de los demás, Leopold tiene razón. Así queesta vez, tomare su palabra de olvidar ese pasado horrible y seguir adelantecon mi presente.
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