Capítulo 2: "A la suerte, hay que ayudarla"

Por la mañana empecé a estudiar un poco más de la cuenta para poder memorizarme algunos filósofos griegos que expandieron sus ideas sobre la metafísica, la naturaleza y Dios como un plano de vida y existencia. Le rogaba a todos los santos para que llegará a pasar este examen, pero temía que a la hora, mis nervios me comieran e hicieran que se me terminara olvidando todo, más que mis padres llegaron noche a casa, que al final a mí me tocó dormir a Aline por medio de un cuento y unas canciones de las que me puedo.

A veces me preguntó porque es fácil de aprenderse la letra de una canción y no aprenderse la escala de años sobre los sucesos históricos que marcaron los aportes filosóficos más importantes de San Agustín.

Sentí como alguien acarició mi cabello para luego sentarse a mi lado junto con su taza de café que observé como de ella salía un vapor que se expandía por el aire.

— ¿Preparada para tu examen? —dijo mi mamá con una voz dulce y suave.

—Claro pero temó que no lo vaya a aprobar después de haberme quedado dormida anoche —tenía un serio problema con dormirme en esa clase o haciendo los deberes.

—Eres inteligente y saldrás bien —me dejó ver sus deslumbrantes dientes con una sonrisa.

—Gracias mamá.

Cerré el libro para mientras que lo metía dentro de mi mochila y veía la hora de mi reloj de mano, así que observé que aún podía llegar a tiempo con la primera clase que tenía en el día; aprovechando que mi papá debe de estar en su habitación dormido o quitándose la barba y mi hermana debe aún estarse alistando para ir a la escuela, le diré a mi mamá sobre lo que me dijo Selene.

—Mamá, necesito de tu ayuda —le dije con urgencia.

— ¿Sucedió algo en la universidad? —Le susurré un pronto «no».

—Es que ayer por la tarde Selene me contó sobre una conversación que ella escucho de sus padres y de una amiga de ellos —comencé a decirle.

— ¿No sería de mala educación que te entrometieras en asuntos que no son tuyos? —dijo un poco molesta.

—Ella me contó mamá.

Observé como su ceño se frunció para mientras que se sentaba mejor en la silla de madera y me ponía atención a lo que diría ya que al parecer ella entendió que no es un asunto sobre un problema familiar de la familia de Selene sino que es otra cosa.

—Selene me comentó sobre que la amiga de sus padres tiene un hijo que hace poco acaba de sufrir un accidente que lo dejó ciego —mi mamá se sorprendió cuando escuchó eso.

—Quizás tengo la idea de dónde quieres conllevar esta conversación pero sigue —dijo ella interesada en el tema.

—Así que ella me dijo que si podía ayudar al chico, ya que ella sabe que tanto tú como papá me enseñaron algunos métodos para enfrentar ese problema... —me interrumpió drásticamente mi mamá.

—Pero sabes muy bien hija que eso es un proceso que no de un día para otro convencerá rápido al chico —me mordió el labio.

—Lo sé, sé que es un proceso largo y que no cualquiera puede afrontar porque es de tenerle paciencia y a la vez perseverancia pero quizás pueda lograr algo con el ejemplo que ustedes me transmitieron hace unos años —quise que tratara de comprenderme.

—Recuerda que la persona debe de estar consciente de lo que hace porque habrán etapas duras que quizás le cueste afrontar —me explicó con sensatez.

—Pero, como tú dices mamá, siempre hay que salir de ese círculo de comodidad que uno tiene. Experimentar cosas nuevas y por supuesto, prosperar en los buenos frutos que dará el resultado. —Tomé confianza en mis propias palabras.

Ella se quedó en silencio un buen rato para mientras que yo me mordía el labio y rogaba para que ella aceptara a mi plan. Tanto lo que ella decía, como lo que yo decía, también era una mezcla de problemas, dificultades y responsabilidades que tendré que tomar el riesgo cuando me involucre en algo que yo no tenía preparado en mi vida.

—Siempre he pensado que eres una gran persona, hija. Estoy de acuerdo que quieras ayudar a ese chico pero debes de ir despacio y con cuidado para no dañarlo porque... —Ahora yo la interrumpí.

—Porque la persona ya está dañada físicamente y no debemos de dañarla emocionalmente. —Repetí su emblemática frase.

La mano de mi mamá se posiciono en mi mejilla para luego sentir como sus caricias me brindaban seguridad y suerte ante lo que quisiera hacer.

— ¿Entonces? —le pregunté con emoción.

—Hazlo, si no recuerdas alguna que otra técnica o táctica me avisas y quizás así te pueda recordar de alguna que se te paso por alto en el proceso —asentí.

—Te quiero mucho, mamá —la abracé.

—Yo mucho más, cielo —dejó un beso en mi frente.

—Me voy, se me hace tarde. Nos vemos luego. —Le dejé un beso a ella en la mejilla.

—Está bien, cielo.

Esta vez sentía que por primera vez voy a hacer algo mejor que solo hacer mi rutina diaria, lo que aún me seguía preocupando es cómo iba a convencer a ese chico que a pesar que su vida cambio momentáneamente puede lograr muchas cosas sin tener su vista a bordo en esos instantes. Por una parte me preguntaba sí el accidente pudo haber sido tan grave para que él quedara siempre ciego o que solo es por un plazo de tiempo que llegué a durar hasta que se le presente un proceso de mejora, y así llegar a hacerle una cirugía u operación, de todos modos, todas esas cosas las iba a terminar averiguando ya que por el momento ya tengo lista mi decisión.

(...)

La tarde se pasó tan rápido que no pude hablar con Selene por lo mismo que me había concentrado en el examen, desde la mañana había observado como Arath se encontraba muy tranquilo que ni le preocupaba si el examen llegará a ser difícil o no, lo que quizás terminó por abrumarme y desconcertarme más fue cuando me dijo que se le había olvidado que para hoy tenemos un examen y que el resto de la tarde se la había pasado comiendo pizza y viendo su partido favorito.

No podía creer como mi amigo no sé preocupa por esa materia y lo más increíble es verle las notas altas cuando apenas se levanta en la clase cuando lo terminó despertando o cuando solo pasa escribiendo en su cuaderno el nombre de Jane como si fuera un adolescente.

Después de haber hecho el examen, no mentiré que lo había sentido tan fácil como lo habrán sentido ciertas personas de la clase, pero por lo menos me sentía segura que las cosas que había contestado están buenas, lo mejor de ello es que varios se pasaron la copia por medio de un papel que se lo iban pasando cuando el profesor Thompson no se daba cuenta, eso solo hizo que mi rabia se fuera consumiendo y quisiera terminar delatándolos pero como no soy una soplona me quedé callada.

— ¿Cómo te fue en examen? —preguntó Selene.

—Espero que bien, hice lo mejor que pude pero como siempre la filosofía me complica algunos pensamientos míos —me rasqué mi brazo.

—La idea es que despejes la mente cuando resuelvas un problema, porque si tienes muchas cosas en que pensar no estás ni siquiera al punto de llegar a una conclusión. —Miré de una manera extraña a Arath.

— ¿Despejas la mente unas horas antes del examen? —enarqué la ceja.

—Solo medito por unos cincos segundos sí estudiar o no... y no me complico la existencia así que solo digo que no —crucé los brazos.

—Creo que has hecho un pacto con Sócrates o Aristóteles para que no dejes su materia, ¿no? —Selene rió ante mi comentario.

—No tengo la necesidad de pedirles ayuda a mis amigos ateos para que me laven el cerebro con sus tontas ideas —dejó de quejarse Arath.

—Ellos no tienen unas ideas tontas, Arath. Solo son pensadores que dividen sus ideas entre una dimensión llamada naturaleza propia y la otra llamada Dios creador del universo. —Comentó Selene.

—Apoyo la idea de Selene —ambas nos miramos con aprobación.

—No creo en esas tonterías chicas, solo se necesita un poco de razonamiento, energía y algunos bocadillos para salir bien en un estúpido examen —terminamos riendo todos a la vez.

—No me engañes, Arath. Sé que debes de tener bajo tu escritorio una copia para que siempre obtengas calificaciones altas en esta clase —le quise dejar claro.

—Nunca hago trampa, Liv. Puedes llamarme idiota pero nunca seré como los desvergonzados de nuestros compañeros que se pasan la copia examen tras examen. —lo tomó como un insulto.

—Sabes que te creo, Arath. Solo lo digo por molestarte. —Le golpeé el hombro.

—No te preocupes, Liv. Te creo. —Quito su cara seria para transformarla en una sonriente.

Como pasamos cerca del parque encontramos a un señor en un carrito de comida vendiendo Hot Dog así que al acercarnos y comprar uno con una soda, nos fuimos a sentar cerca de la fuente haciendo que unas pequeñas gotas que tiraba la fuente cayera detrás de nuestras espaldas tanto de mis amigos como la mía. Ni uno decía nada, el silencio era acogedor en ese momento que solo sentíamos la brisa del aire pasar por nuestros rostros, ver como los árboles se movían al compás de una ventisca de aire, el sonido de los diversos pájaros que se encontraban rodeando el parque y por último, el sonido del agua caer de la fuente.

—Terminare engordando si sigo comiendo de esta manera —refunfuñó Selene.

—Cálmate, que primero debo de decirte que te encuentras más delgada que una rama —Arath le dio otra mordida a su pan con salchicha.

—Claro que no. Mira, ya tengo carne —Selene se jalo un pequeño pellejo de su estómago.

Arath y yo nos vimos de una manera extraña para mientras que escuchábamos las palabras de nuestra amiga, es un poco patético de su parte que diga eso porque la verdad ella es lo demasiado delgada para decir que esta gorda, es demás, ni siquiera engorda, ella mantiene una dieta saludable; casi todas las mañanas nada más come una manzana o un tazón de frutas hasta es raro que a veces desayune cereal de miel y peor que en el almuerzo apenas lo toca, la verdad es que debo de decir que quien está un poco gorda soy yo pero dejare de estarme ofendido para seguir escuchando las palabras de lamento que dice mi amiga como si le importara mucho estar delgada, si a veces puede comer muchos chocolates o comida chatarra y aun así no veo que engorda.

—Te llevare donde un psicólogo, necesitas tratamiento sobre tus problemas de desórdenes alimenticios —se quejó Arath.

—Yo no tengo problemas con desórdenes alimenticios, porque mejor no colaboras en llevarme a un nutricionista —puse los ojos en blanco.

—De regalo pienso que te daré un bono sobre poder ir de gratis a un nutricionista —mencionó Arath.

—Es algo tonto ese regalo, pero si la niña sigue protestando por su cuerpo quizás tomé tu palabra y lo haga también —observé como Selene aplaudió como una niña pequeña.

—Son los mejores amigos que puedo tener —lo dijo con sarcasmo.

Sigo sin entender como este par pueden ser mis amigos pero de igual manera sé que también ambos se llegan a preguntar en algún momento como es que somos amigos después de todo.

A Selene la conocí porque cuando estaba terminando mi último año de preparatoria, se mudó a la ciudad y al final terminamos yendo al mismo curso pre-universitario para ingresar a la universidad y Arath lo llevó conociendo más tiempo de lo que se puede decir, ya que sus padres son compradores estrellas de las flores que mis padres cultivan y venden, así que cuando los padres de Arath se quedaban hablando con mis padres, ambos nos divertíamos por las tardes jugando a embarrarnos de lodo o saltando en la regadera que mojaba a algunas plantas del vivero de mis padres; además siempre que visito a Arath lo primero que me recuerda su casa es a un jardín botánico ya que sus padres adoran tanto la naturaleza que él pobre ha tenido que aguantar hasta el olor de las plantas que se encuentran en su habitación.

—Selene, te recuerdas de la propuesta que me dijiste ayer. —Quise cambiar el tema de la en gordura falsa de mi amiga.

— ¿Propuesta? —preguntó Arath.

—Sí, le propuse un trabajo a Liv —me di cuenta del orgullo que tiene Selene al decir eso.

—No durara mucho tiempo —miré asombrado a mi amigo.

—Oye, no me concedas malas vibras cuando ni siquiera tengo el trabajo aun—me cubrí la boca al hablar comiendo.

—Quiero saber de qué trata. —Mencionó Arath.

Selene comenzó a mencionarle desde el principio a Arath sobre la conversación que ella le escuchó a sus padres y a la amiga de ellos, aunque había detalles que ella no había mencionado el día anterior, seguí escuchándola con mucha atención para encontrar aunque sea un carácter del chico a quien ayudaría pero eso fue lo que ella menos mencionó, y por decirlo así apenas comento que el accidente que había tenido solo le causo un problema más al pobre chico haciendo que se sienta inútil con su nueva discapacidad. Por una parte se me hacía un nudo en la garganta, porque aunque no conocía aun al chico tenía la sensación que apenas él puede soportar el tormento que está viviendo día a día, sin poder encontrar una solución.

— ¿Crees que podrás ayudarlo, Liv? —Encogí los hombros.

—No tengo la menor o mayor idea si podré convencerlo de que ser ciego no solo es un motivo para aferrarte a la realidad sino que es de afrontar el problema y salir adelante. —Tomé un poco de mi soda de naranja.

—Pobre, quisiera ayudar pero no tengo la capacidad para tener un contacto con alguien que perdió la vista —Puse los ojos en blanco.

— ¿A qué te refieres, Arath? —le pregunté seria.

—Quise decir, que yo no tengo las herramientas suficientes para lograr que él pueda volver a creer en sí mismo aunque haya perdido la fe de recuperar su vista —hice una mueca ante lo que decía Arath.

—No creo que sea necesario que él piense que pueda recuperar la vista sino que él motivo para que Liv lo ayude es que ella terminé convenciéndolo que por no ver, no quiera decir que puede lograr hacer suficientes cosas para mantenerse aunque sea —dijo Selene con una voz firme.

—Ambos tienen razón, pero sé que lograre que él no se sienta más perdido en ese hoyo profundo oscuro en el cual aún sigue dentro —le dije a ambos con seguridad.

—Entonces tomaras el trabajo de ayudarlo—asentí —, hablare con mamá ahora y le diré lo que harás por el chico.

—Me avisas por cualquier cosa sobre la decisión —Selene asintió con una sonrisa en sus labios.

Cada quien después de haber comido, se despidió para ir a su casa. Así que en el camino empecé a tirar una piedra pequeña con mis zapatos para mientras que me quedaba pensando sobre lo que acababa de hacer. Lo único que esperaba que las cosas salieran bien y pudiera establecer un buen vinculo de amistad con el chico, porque sé que al principio será difícil que él crea en mí o que me dé su confianza sabiendo que no soy una profesional para curar las heridas que apenas comienzan a abrirse con el recuerdo de su ceguera.

Lo que más me puede aterrar de esto no es el significado de saber que es perder la vista sino que es de sentir un acumulado peso encima que en el pasado no pude evitar, por una parte se enfrentar este tipo de situaciones porque además que mis padres me han enseñado a afrontar ese tipo de problemas no solo con la vista sino que con los demás sentidos del cuerpo hace que sienta una esperanza de poder hacer sentir mejor al chico.

Al llegar a mi casa, como la encontré sola, solo me pude imaginar que mis padres deben de haber recogido a Aline a la escuela y se la haber llevado al trabajo, más que como no encontré ni una nota de ellos, eso solo significaba que no han pasado por casa. Sin más que hacer, solo me fui a dar un baño, me cambie de ropa, puse en otra mochila mis cuadernos que debía de hacer deberes para terminar yéndome hacía el vivero que mis padres tienen como trabajo.

Como he hecho un trato con mi hermana, antes tuve que pasar por la dulcería favorita de ella comprándole sus golosinas preferidas, sabía que si mis padres se enteraban también que seguido les estaba comprando dulces a mi hermana, de igual manera, terminarían asesinándome porque para empezar algunos dientes de mi hermana apenas comienzan a caerles, y mis padres no quieren que ella comience a tener caries desde pequeña solo por complacerle en comprarle sus adorados dulces. Aun así, negocios son negocios y prefiero que mis padres me regañen por unos simples dulces a que en algún momento escuchen que mi hermana va de aquí por allá diciendo palabrotas como si tuviera la edad suficiente para decirlas.

Abrí la puerta por detrás de donde entraba nada más mi familia y yo, así que teniendo cuidado de no patear ni una planta que tengo en frente me fui acercando a la caseta donde me imagine que podía estar mi papá poniéndoles abono a las plantas así que al acercarme fue lo suficiente para no ver ni un rastro de él así que al alejarme del lugar, tuve que ir al almacén quizás allí si se encontraban.

— ¡Liv! —Escuché mi nombre para luego ver como un monstruito saltaba en mí para agarrarla rápido antes que se cayera —Trajiste mis dulces.

Achiné los ojos para ver como mi hermana dejaba una sonrisa pícara en sus labios, solo dejé ir un suspiro para bajarla de mis brazos y buscar en mi mochila la bolsa de dulces que le he comprado, donde al encontrarla, le mencioné que no debía de comerse todo o sino se enfermaría del estómago y luego no quiero ser la culpable de dicha enfermedad, como también, le dije que no le mencionara nada a mis padres sobre nuestro negocio clandestino, a lo cual ella asintió como si se asegurara de cumplir su promesa para toda la vida. Cuando le dejé la bolsa de dulces en sus manos, ella salió corriendo y saltando feliz, así que solo con una risa que apareció en mis labios al ver el comportamiento de mi hermanita, seguí con mi camino para buscar a mis padres.

Al entrar por el almacén, observé que no se encontraban tampoco ahí mis padres, pero rápido escuche la voz de alguien conocida así que me asome por el jardín y me di cuenta que la señora Rita, la madre de Selene, se encontraba hablando con mis padres para mientras que ellos escuchaban muy atentos a la señora quien les hablaba de una manera tranquila y sonriente como si le estuviera dando una buena noticia, sin esperarme los tres se dieron cuenta de mi presencia así que se giraron de su silla para ver como mi papá me daba una señal para que me acercara a ellos.

—Buenas tardes, señora Rita —saludé de una manera cortés a la madre de mi amiga.

—Buenas tardes, Liv —saludo la señora con una sonrisa.

—Hija, la señora Rita ha venido a hablar con nosotros sobre un asunto importante y delicado a la vez —asentí al imaginarme que asunto es.

—Es verdad, Liv, que quieres ayudar al hijo de mi mejor amiga —replicó la señora Rita.

—Sí, es una decisión que he tomado con seguridad —empecé a jugar con mis dedos.

—No sé qué tanto es lo que te ha informado Selene pero tengo claro que ya sabes que el chico tuvo un accidente que provoco que perdiera el sentido de la vista —comenzó a decirme ella —, a la vez quiero decirte que ahora él no se la esa jugando fácil a las personas que quieren ayudarlo, si aceptas darle una mano a él, tienes que ser paciente.

—Sé que no será algo fácil, señora Rita pero tampoco imposible —ella sonrió con mis palabras.

— ¿En serio ayudaras a ese chico, hija? —escuché que dijo mi papá.

—Claro papá, ustedes me han enseñado la vida a través de varios sentidos y aunque no tenga un título que mencioné que soy una profesional en cuidados como estos, me siento capaz de poder hacerlo —una sonrisa salió de los labios de mi papá de manera traviesa.

— ¿Eso significa que ayudaras a Leopold? —Con que así se llamaba.

—Sí, acepto ayudarlo.    

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Continuará...

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