Capítulo 16: "Bien predica quien bien vive"
Antes de comenzar con la siguiente práctica, había decido que podía ser hora de que también le mostrara a Leopold el método braille por si necesitaba de alguna manera comunicarse con alguna persona a través de la escritura o simplemente querer leer algún libro o articulo u otra cosa que esté muy identificada con respecto para las necesidades de una persona ciega; quizás no lo utilice a cada momento pero si intentase buscar algún trabajo, pues por lo menos eso le servirá de algo; ya que no creo que su escritura sea igual que la de antes, ya que a pesar que pueda escribir de manera normal como cualquier persona, habrá momentos que pueda irse de lado o pasarse de la hoja, ya que no creo que se acostumbre rápido a la idea de escribir de manera recta y perfecta.
La idea de utilizar este método es demasiado buena, aun no se lo he comentado como tampoco se lo consulte a sus padres pero como no es algo que lo dañara físicamente, estoy de acuerdo a mí manera de hacerle función a una práctica muy principal para una persona ciega, además, no creo que Leopold pueda llegar a enojarse si le llego a comentar acerca de esto, no dudo tampoco que no quiera aprenderlo cuando esto es interesante y a la vez, no se lo llegara a memorizar cuando menos lo espere.
Otra cosa de la cual aún tampoco le he consultado a él y a sus padres es acerca del uso que pueda ser necesario para Leopold comprar y tener el bastón blanco, debido que si mi querido amigo y alumno piensa en querer salir pronto de su casa para caminar por lo menos unos metros fuera de ella, tendrá que usar a uno de sus amigos que no lo abandonara cuando quiera hacer un paseo con su familia o bueno, los amigos que no conozco hasta el día de hoy.
Por otro lado, no dudo que si él quiera salir de su casa, se niegue a comprar el bastón blanco, de todas formas, Leopold haría cualquiera cosa para no permanecer mucho tiempo en su casa y eso lo digo porque la última vez parecía lo demasiado ansioso para que ambos exploráramos el jardín trasero de su casa y no dudo que pronto suceda, además, Leopold se ha mantenido sumiso y obediente con las indicaciones que le exijo después de su repentino accidente que casi le cuesta arrodillarse para que volviera y no es que lo diga para sentirme orgullosa porque parecía como si le estuviera pisando la dignidad a mi amigo, sino que él mismo me lo llego a comentar de la misma manera haciendo que me riera de sus propias palabras hasta que me llego a golpear con lo primero que tuviera a su alrededor, es decir, una almohada; que gracias a Dios fue algo suave porque si hubiera agarrado la lámpara o el libro que tenía mucho más cerca, ahora mismo estuviera padeciendo de un traumatismo craneal por el golpe.
Espero que sea él quien se siga guiando con el ruido de mis pasos para llegar hasta el comedor de su casa, esta vez, dejé que él mismo buscara la puerta de su habitación para que de ella saliera y pronto caminara en dirección a las escaleras, ese fue el primer paso que vi como un exitoso procedimiento por su parte ya que en ningún momento se detuvo o preguntó si ya habíamos llegado, simplemente se guío por el conteo de sus pasos hasta tocar la barandilla de las escaleras, en donde agarro la de su lado derecho y empezó a bajar uno por uno los escalones hasta llegar a la planta baja de su casa, le apremie con unas palabras como también con el comentario que mi mamá le mandaba unos alfajores de dulce de leche
Ese fue el mayor motivo por el cual prefirió que lo dejara caminar sólo en lo que restara de nuestro camino, y aunque mantuve con él un metro de distancia para evitar que tuviera algún tropiezo o un golpe con un objeto, pareció que todo resulto bien sin que llegara a perjudicarse con algún obstáculo en el camino.
Eso me decía que él ha llegado a estar practicando a su propia cuenta con alguien, por lo menos no lo veo como una negativa por no descansar y seguir trabajando en sus terapias sino que lo considero como un buen avancé por el hecho que ahora parece no rendirse a ninguna dificultad haciendo que me retracte de mis palabras de unos meses atrás cuando mencionaba en mí cabeza que era un gran perezoso cuando no quería salir de su propia cama, pero ahora observando todo lo que él ha hecho para llegar hasta donde se encuentra, me hace sentirme orgullosa de su y mi trabajo.
Lo lleve hasta la silla donde hice que se sentara primero para luego empujarla un poco hacia delante, busque en mi bolsón unas tarjetas y sin lugar a dudas, las dejé en la mesa para ser la siguiente en sentarme y así, antes de comenzar, escucharle decir unas palabras.
—En todo caso, debería ser yo quien deba esperar que la dama se siente para empujar su silla hacia delante pero con los papeles invertidos ahora, me siento extraño de dejar que una rebelde tenga que hacer esto por mí —reí mientras negaba.
—Deja de ser machista, no estamos en el siglo XVIII para decir que dabas de acortejar en todo a una dama. —Encogió los hombros con indiferencia.
—En realidad, no es por eso. Simplemente estoy acostumbrado a tratar bien a las mujeres... —dejé ir una carcajada.
— ¿Lo dices en serio? ¿Qué me dices de las terapistas que tus padres contrataron y despidieron por tu conducta mal intencionado? —pensó en mis propias palabras.
—La mayoría de ellas ya eran adultas y demasiado serias. Se tomaban muy en serio su trabajo que estoy seguro que no sonreían —comentó disgustado.
—Te creería pero ahora que te conozco, sé lo capaz que eres para conseguir lo que quieres —gruñó como un niño malhumorado.
—Cruzó los brazos. —Mejor háblame de lo que haremos hoy. —Sonreí.
De una pequeña caja, saqué una baraja de cartas que la mayoría de ellas se encuentran ordenas por las letras del abecedario y terminando con los signos de puntuación, interrogación, exclamación, comillas, paréntesis, énfasis, guiones y por supuesto mayúsculas y prefijos.
—Te enseñare el método braille —le susurré y empecé a sacar primero las cinco cartas que contienen las vocales.
—Y ¿para qué me servirá? —dijo con tono aburrido.
No me impresionaba que en ocasiones Leopold podía ser lo demasiado monótono para interesarse en otras cosas más inclinadas en sus gustos que en lo que podía recibir como comentario o recomendación de otra persona, sé que la gracia de aprender también el braille va para aquellas personas que son ciegas y mudas a la vez, pero aunque en esta ocasión sea diferente, creo que es bueno que él pueda adaptarse a la idea de aprender para que así de alguna manera también pueda comunicarse con otra persona, además es fácil y no nos llevara mucho tiempo como las practicas, aunque creo que esa es mi perspectiva y no la de Leopold; porque conociéndolo, tendrá la intención de persuadirme para hacer algo más practico con relación a lo que hemos hecho últimamente, porque por su gesto y voz, veo que no le interesa mucho lo que veremos hoy.
—Intentare no responderte con ironía como suelo hacerlo —tomé aire mientras él parecía darle gracia mis palabras—, ya sabes que se ocupa para comunicarse, ¿no? —elevé una de mis cejas.
—Pues pensaba que se ocupaba para comer, me acabas de culturizar con tu respuesta. —Puse los ojos en blanco.
—Adoro cuando eres sincero —golpeé las tarjetas contra la mesa haciendo un ruido.
—Gracias encanto, siempre lo he sido —me guiñó el ojo.
Menos mal que me encontraba de buen humor, sino a estos momentos le hubiera sido peor de sarcástica de lo que fue él. Lo peor de ello, es que yo tratando de darle una buena explicación y como siempre, él llega con uno de sus sarcasmos a arruinar todo hasta llegar al punto de burlarse de mí y bueno, no me quejo de ello, de todas formas, Leopold a veces me quiere llevar la contraria con mis afirmaciones para hacerme enojar y como ya conoce el resultado, en muchas de sus trampas, he intentado controlarme antes que sea yo quien le revele el demonio que llevo por dentro porque por supuesto, el parece no importarle ahora si le grito o le digo una de sus verdades, es como si todo nuestro jueguecito mal formado para destruirnos hubiera quedado en el pasado para ahora, llevar la paz.
— ¿Cuál es el propósito que aprenda el braille si se escribir? —murmuró serio.
—Te ayudara de alguna manera, no creas que es para entretenerte —se dejó caer en el respaldo de la silla.
— ¿Qué tipo de ayuda? —empezaba a perder mi paciencia.
—A escribir una carta, comunicarte con otras personas, conseguir un trabajo, lo que quieras pero de alguna manera, ¡te servirá! —hizo una mueca.
— ¿Por qué no hacemos otra cosa? —intenté morderme la lengua para no tirarle las cartas.
Menos mal no puede ver mi rostro sino ya sería un mal que le pasara el cambio de humor que estoy obteniendo por su negativa al no querer aprender el braille pero si él no tiene un mayor interés en querer inculcar sus habilidades en un buen método para ciegos, es mejor que no le siga insistiendo porque conociéndolo, se podrá enojado y negativo hasta el punto de no querer hacer nada en el día, además de encerrarse en su habitación.
Antes de poder seguir con mis pensamientos, observo como el mismo hombre que conocí ayer, entra en el comedor de una manera inesperada haciendo que sonría y pronto tenga una curiosidad en saber qué es lo que Leopold y yo estamos haciendo, donde al ver algunas tarjetillas del braille esparcidas en una parte de la mesa, parece quedar maravillado que no contuvo las ganas de sentarse al lado de Leopold, donde este mismo, llego a sentir la presencia de aquel hombre en donde ninguno de los dos se atrevió a presentarse en frente de mí.
—Jerker, ¿qué haces aquí? —Leopold se dio la vuelta para hablar con él.
—Quiero ver si eres capaz de mantenerte obediente y no sacar de sus casillas a esta chica con una de tus trampas —me señaló.
—Eso lo hubiera hecho antes, si ves, ahora está aquí ayudándome y no creo que tengas que estar presente —Leopold trato de empujar al visitante pero él ni se inmuto de su lugar.
Miré a ambos pero el hombre de bonito cabello poco rizado y castaño no llego a obedecer a mi querido alumno, en vez de eso, se quedó riendo de los movimientos y de las palabras que le decía Leopold para que se fuera.
—Por tu rostro, veo que Leopold no te ha hablado sobre mí —le mostré mi dentadura como afirmación que no lo conocía ni de cerca. —Jerker Engström, hermano del amargado que tengo a mi lado.
Creo que el tiempo se detuvo cuando escuche las respuestas de mis propias preguntas mentales, hubiera querido pensar que todo es una equivocación pero si el mismo Jerker parece no bromear con su propia afirmación, no creo que sea bueno que yo tenga que decir lo contrario, porque a pesar que ambos son tan diferentes, no encuentro una similitud entre ellos, por lo menos en su sentido del humor, color de ojos o cabello... Y eso sin decir que tampoco encuentro un parecido entre el señor y la señora Engström, o es que ¿será adoptado? Si, puede ser eso, porque es lo más certero que puedo encontrar en mi cabeza en cualquier circunstancia.
—Bueno, el parecido es genuino... —intenté decirlo segura y con una sonrisa falsa.
—No inventes, Liv. No nos parecemos de cabeza a pies —renegó Leopold.
—Es mejor no juzgar —jugué con mis dedos.
—Si te preguntas porque el cretino de mi hermano no se parece a mí, es la razón porque es mi medio hermano —lancé un sonido de «Oh» que no llegué a evitar.
—Es algo convencional y fácil de explicar —expreso Jerker—, somos de diferentes madres pero del mismo padre. —declaró.
Me quedé con la boca abierta al haber llegado a una breve conclusión de lo sucedido, ahora todo tiene sentido si Jerker se parece a su madre y esa es la siguiente razón a su vez, que no tenga un mínimo parecido entre el señor Sven y la señora Veronika. Por un lado, me impresionaba saber esta verdad porque Leopold ni Elin me habían comentado que ellos tienen un medio hermano, aunque tampoco me lo hubiera imaginado, ya que al pensar que ambos son provenientes del mismo matrimonio de sus padres, nadie, ni siquiera yo, me hubiera creído que el resultado de un tercer hijo en la misma familia formaba parte de las sorpresas que he recibido durante la semana.
—Eso quiere decir que tu madre es... —sonrió al saber la respuesta.
—Española, claro. —Parecía que le gustaba mencionarlo con orgullo.
No dudaba que tenía ese claro efecto español en las venas, porque con ese acento que tiene le luce muy bien en su aspecto, aunque su apariencia física casi parece al modelo que sale en el comercial del perfume The One promocionado por la compañía Dolce & Gabbana.
—Y ¿qué hacen? —agarró unas tarjetas.
— ¿Te interesa? —reprimió el tono molesto, Leopold.
—Leopold. —Le regañe como un niño maleducado. —Quería mostrarle a Leo el método braille pero veo que él no está animado para aprender de ello hoy. —Jerker le dio una mirada despreocupada y molesta a su hermano, ¿menor?
—Que derrochador saber que mi hermano sigue igual a como lo encontré la última vez —Leopold dejó ir una risa amarga.
Dejé ir una risa pequeña al ver como Leopold se mantuvo serio mientras que Jerker comenzaba a hacerlo enojar, eso sin decir que los dos parecen ser como el agua y el aceite pero no dudo en que puedan llegar a parecerse en algo.
—Bien, si no quieres avanzar con la práctica de hoy, creo que será mejor que vayamos a comprar el bastón blanco —enarcó su ceja.
— ¿El qué? —frunció luego su ceño algo desconcertado con mi afirmación.
—Creo que lo necesitaras... —levantó una mano para que me detuviera.
—Pensé que... Podría hacer esto solo —suspiré.
—Puedes, pero dentro de casa, afuera te espera muchos obstáculos que no podrás evitar solo sin la ayuda del bastón —Él se levantó de la silla pero casi se tropieza si Jerker no lo hubiera sostenido.
Leopold es demasiado orgulloso y sensible que no le ha llegado a gustar mis propias palabras, tanto que su molestia la demuestra más que cualquier persona que se encuentra disgustada cuando le nombran un asunto que considere inapropiado o perturbador.
— ¡Yo no quiero usar un estúpido bastón! Ni siquiera hemos tratado de hablarlo cuando ahora parece que me ordenas a que lo compre —resaltó más que furioso con la noticia.
Debía suponer que su actitud sería esta, pero en pocas palabra, no vengo preparada para tener que enfrentar sus malas y negativas actitudes sobre lo que si quiere hacer o no; quizás el braille no lo necesite por ahora pero el bastón si lo necesitara en cualquier momento que sea oportuno para que no llegué a sucederle algo.
—Es que no es una sugerencia, esto es necesario para ti... o ¿qué? —Me puse en frente de él para enfrentarlo y hacerlo concientizar sobre la idea que deba tener un bastón blanco — ¿No dijiste que querías salir de casa? ¿Ser libre e independiente? ¿Poderte mover más lejos de lo que no imaginabas antes? —Se quedó callado. —Sabes que no lo hago para fastidiarte, nadie más que yo sabe que odias que las personas se den cuenta de tu problema pero debes de enfrentar tu miedo, no todas las personas son malas cómo crees —tomé sus manos para darle mi apoyo—. Prometo estar contigo en todo o ¿es que desconfías de mí para ya no creer que también lo que te suceda no es de mi importancia? —suspiró hasta bajar la cabeza y negar.
Aún faltaba esa parte de volver hacerle frente a la realidad que se encontraba afuera y sé que las cosas no serán fáciles para él cuando deba de salir de su casa para poder viajar hacia donde su nariz apuntara o hasta donde el sol se llegara a esconder. Este es un camino largo y difícil, pero no imposible para él ni para nadie. Muchas personas han sobresalido con los otros cuatro sentidos que les quedan de su cuerpo, y sí ellas llegaron a poder, ¿por qué Leopold tendría que quedarse atrás?
—Bien, pero no creo que a mamá le guste la idea. Porque supongo que tampoco se lo has comentado, ¿no?—reí.
—Touché—le respondí.
Él dejó ir un bufido para empezar a buscar a alguien que podría ser parte del personal y como me imaginaba, terminaría por decirme que buscara a Katrin para llamar al chofer y así llevarnos a una de las tiendas que se encuentran en la ciudad para comprar el bastón blanco, porque por lo menos sé que de alguna manera llegaremos a encontrarle a un buen precio y más con la persona que conozco que trabaja en ese mismo lugar desde hace años y se ha convertido en uno de los mejores amigos de mis padres.
—Los llevaré, he traído mi auto —Jerker sacó unas llaves de los bolsillos de su pantalón.
— ¿No tienes algún compromiso con Luci y Thomas? —me pregunté si podía ser la familia de Jerker y al ver un anillo de casado en su dedo anular, adivine mi pregunta.
—No, se encuentran visitando la ciudad. Ya sabes lo mucho que les gusta Suecia —asiente Leo al tener en cuenta las palabras de su hermano.
—Es porque te pasas la mayor parte en España y no en tu segunda casa —le reprocho Leopold.
—Sabes que España también es mi hogar y Lucrecia es de allá. Y Thomas, aun es pequeño para aceptar la idea de mudarse a Suecia. —Jerker intento convencer a Leopold.
—Bien. Tienes razón. Perdona por el egoísmo pero también nos haces falta en casa —Jerker no evito sonreír ante esa respuesta—. Y yo a ustedes, mientras tanto, vamos a buscar ese bastón. Lo necesitas y es mejor que mamá se entere después que llegué a casa para que así le des la sorpresa. —Leopold bufó ante esa idea.
No pensaba que Jerker trataba a la señora Veronika como su madre, a pesar que sea su madrastra parece no llamarla de esa manera; otra cosa por la cual sorprenderme y no lo digo porque cualquier hijo de otro matrimonio tenga que llamar papá o mamá a la esposa de su padre o madre, sino que algunos jóvenes no se convencen de esa idea pronto pero también tengo que aceptar que Jerker se ve una buena y gran persona para no bromear con dicho sustantivo puesto por la esposa actual de su padre.
Antes de irnos, voy a la habitación de Leopold para agarrar sus gafas negras, en donde al encontrarlas, vuelvo a la sala y se las doy para después caminar a su lado y así salir de la casa mientras que Jerker le explica a Katrin que iremos a dar una vuelta a la ciudad sin tener que decirle la verdad sobre el bastón blanco; así que subo a Leopold en la parte delantera del auto, abrochando pronto su cinturón y así trasladarme a la parte trasera, en donde no tardo en sentarme y observar como Jerker se sienta, enciende el auto y empieza a manejar por las calles de la ciudad de Helsingborg.
En el camino, escuchaba muchas anécdotas de ambos medios hermanos quienes parecían disfrutar de los recuerdos de su niñez y adolescencia, además de ello, descubrí que Jerker vivió la mayor parte de su vida en Suecia hasta que por motivos de su trabajo, volvió a España, donde conoció a su esposa y luego tuvieron un hijo. Jerker mantiene una bonita y gran relación con la señora Veronika, Leopold y Elin por el hecho que después de que su madre muriera de cáncer de seno, su padre tomo los derechos paternos de su hijo, haciendo que a los ocho años, Jerker se trasladara de España a Suecia para comenzar una nueva vida. Al principio menciona que extraño muchas cosas de su país, tantas que no recuerda que si lo que más le hirió de dejar España fue por su familia materna o las tradiciones de su país.
La historia es algo trágica y dolorosa pero Jerker la complementa con mucha diversión cuando conoció a Leopold, quien a los primeros meses de su llegada, sintió celos por pensar que le robaría el amor de su padre pero las cosas cambiaron cuando llego Elin a su vida y es cuando Leopold casi mantuvo una alianza con Jerker para que el señor Sven llegara a darles más amor que a su pequeña hermana. Pero las cosas terminaron por ser lo contrario, ya que su padre al final les brindo a los tres el amor necesario y compartido como se lo merecía.
El auto se detuvo pronto al ver cómo nos estacionábamos en la tienda Mark's; no dude mucho en ser la primera en salir para luego ayudar a Leopold a salir del auto, ya que quitarse el cinturón se le hizo más fácil como encontrar la manija del auto; intenté que no se tropezara con la acera de la calle para después tener a Jerker a nuestro lado, quien se adelantó en abrir la puerta de la tienda mientras hacía que Leopold fuera el primero en entrar y yo seguirlo a sus espaldas.
— ¡Liv! ¡Que gusto de verte aquí! ¿Cómo se encuentra tu madre? —Encontré al viejo amigo de mi madre quien siempre mantuvo una buena conexión con ella así como yo la tengo con Arath.
—Mejor de lo que yo estoy, señor Mark —le comenté para llegar hasta donde se encontraba.
—Y ¿a qué viene tu visita? —preguntó interesado.
—Le he traído un nuevo cliente, así como mi madre lo hizo conmigo —Leopold quiso coincidir la mirada conmigo pero intenté no sentirme mal por ocultar mi secreto.
—Oh, ya veo. —Se acercó a Leopold. —Mucho gusto joven, soy Mark. —Se presentó el señor con mi alumno.
—Un placer, mi nombre es Leopold Engström —respondió Leopold al saludo.
— ¿Engström? ¿De los Engström de la montaña? —Leopold asintió. —Vaya, no pensé que su hijo...—el señor Mark prefirió callar.
—Fue hace tiempo pero... ya no importa. Mi amiga y terapista ha insistido que viniera a comprar un bastón blanco. —Rodé los ojos porque Leopold lo hace ver como si lo traje por obligación y no por necesidad.
— ¿Terapista, eh? ¿Sigues los pasos de tus padres, Liv? —El señor Mark camino hasta su mostrador en donde entre tantos bastones, eligió uno especial y muy bonito.
—Algo así...—dije sin comentarlo mucho.
Sacó un bastón blanco que se puede doblar en tres partes, solté a Leopold de su brazo para caminar hasta el mostrador y así tocar el bastón que por su material parece de buena calidad y de un buen costo; llegué a desdoblar sus partes para luego ponerlas en su debido lugar y así formar el bastón por completo, le di una mirada a Jerker y él pareció gustarle mucho el nuevo aparato que ocuparía su hermano, así que antes de tomar una decisión, volví hasta Leopold e hice que primero lo sintiera con el tacto para que así definiera si es el correcto.
Observé como lo levanto y lo toco para después encontrar una pequeña liga en donde debía meter su mano para que así quedara en su muñeca, sin dudarlo mucho, lo hizo hasta dejar el bastón en el suelo y moverlo a los lados hasta que en uno de esos movimientos le dio fuerte a mi tobillo haciéndome protestar del dolor.
—Lo hiciste a propósito —le dije.
— ¡No! Bueno si, te lo mereces por no haberme comentado nada sobre esto —rodé los ojos.
— ¿Cuánto es el costo? —preguntó Jerker.
—Son amigos de Liv, así que les daré un descuento. —El señor de edad vejez dejó ir una sonrisa.
Observó como Jerker y el señor Mark empieza a hacer negocios hasta que el medio hermano de Leopold saca unos billetes de su cartera hasta hacerle mención que puede quedarse con el vuelto. Así que sin decir más, me despidió del mejor amigo de mi madre quien llega a mandarle saludos.
Salimos de la tienda y pronto caminamos al auto, donde Leopold comienza a dar unos pasos junto con el bastón blanco, pero antes de dar un paso más, se detiene a medio camino y dice:
—Aunque no lo haya aceptado pronto, tienes razón, Liv —enarqué la ceja—. Todo lo que dices, es porque sabes que de algo me servirá y yo siempre reniego y te contradigo para no sentir vergüenza de mí mismo —Jerker me miro preocupado—, ahora que volvamos a casa, quiero que me enseñes el braille, si tuviste razón con el bastón blanco, confió en ti que el braille también me ayudara en cualquier cosa. —Dejó ir una sonrisa.
—No te preocupes, cuando menos esperes, verás que escribirás cartas de amor para cualquier chica —él niega.
—No seas cursi, lo ocupare para otra cosa. —Todos reímos.
Jerker quien se mantuvo alejado de todas las cosas que ha hecho su hermano últimamente, se acerca a él y termina por poner su mano en el hombro de Leopold.
—Tienes todo mi apoyo, Leo. Para todo, ¿sí? —Leopold sonríe con mucha alegría.
—Gracias Jerker, eres el mejor. —Leopold terminó por abrazar a su hermano pero en una de ellas terminó por golpear a su hermano en la parte baja de sus piernas haciendo que gruñera del dolor.
—A la próxima quítate el bastón o no le podre dar más hijos a Lucrecia. —Dijo Jerker.
Todos empezamos a reír ante el accidente que Leopold le terminó porhacer a Jerker, habían cosas que quizás nunca cambiarían y entre ellas, lahermandad y la amistad que existe en ambos.
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