Capítulo 15: "Agua pasada no mueve molino"
Pasaba por cada una de las lápidas que se encontraban a mi alrededor, la mayoría de ellas tienen fechas que se aproximan entre los ochenta y noventa años para aquellas personas que han fallecido ya a una edad establecida en la vejez, otro posiblemente llegaron hasta los cincuenta o sesenta pero en otras, sencillamente se encontraban en edades jóvenes, unas de dieciocho, veinte, veinticuatro o veintisiete; la verdad es que todas también tienen diferentes mensajes para aquellas personas que murieron pero aunque sus palabras tuvieran demasiado significado que puede llevar al amor y al dolor a la vez, me pregunté cuantas de todas aquellas personas que aún tienen sus familiares vivos, siguen visitándolos; no es que deba de pensar que con una visita seguida se sabe que aún existe un cariño hacia aquella persona que ya ha fallecido, no, la verdad, lo pienso porque muchas lápidas se encuentras descuidadas y otras ya tienen flores marchitas y secas.
Apenas nos encontramos a comienzos de la estación de otoño y muchas de las hojas de los árboles ya han caído, dejando a su paso una cama de hojas secas y de diferentes colores que apenas han sido recogidas por las personas que mantienen el cementerio limpio y en orden; intento no caminar rápido, casi siempre me detengo a leer un par de nombres de las personas sean hombres o mujeres, en otras ocasiones, solo visualizo a las personas que han llegado a dejarle flores a sus seres queridos y de vez en cuando, me encuentro en una sepultura de la cual mi piel se eriza por si sola.
El lugar nunca, bueno, desde los seis años que vengo al cementerio, jamás ha sido de mi desagrado, mayormente me gusta la idea de paz y tranquilidad que trae el sitio que es reconocible que es mejor que estar sola en mi habitación o en otro lugar; quizás muchos pueden decir que cómo es que a mí me encanta caminar o quedarme sentada en una banca alrededor de muchas tumbas, sin lugar a dudas, creerían que soy el tipo raro y extraño de mujer en el mundo, pero quizás la razón más simple es que aquí se encuentra mi hermano.
Él y yo, siempre tuvimos esa conexión agradable, confiada y conectada de la cual no sé cómo explicarla; a pesar que mi mamá lo engendro a los dieciocho, llego a ser un chico muy saludable y fuerte, era rara la vez que le daba problemas a mis padres, conmigo puedo decir que fue ese hermano bueno y protector del cual evitaba las peleas y trataba de enseñarme el mundo de diversas maneras y no solo con los ojos y el conocimiento; al crecer se hizo un adolescente menos rígido y callado, tuvo demasiados amigos que ya ni con los dedos de las manos o de los pies puedo contarlos, siempre le gusto el arte y soñaba con que algún día sería un artista de primera mano. Varios de sus dibujos se encuentran guardados en unos cajones de su armario; desde los más extraños hasta aquellos que mostraban un paisaje.
Desde luego, siempre creí que mi hermano podía ser fuerte en todo pero no, es cuando me doy cuenta que a pesar que él llegaba a darme buenos consejos, él mismo no podía solucionar los suyos, llegué a creer por mucho tiempo que él siempre fue sincero pero para ser realidad, tuvo sus propios problemas, sus propias desilusiones y sus propias pesadillas.
Noah siempre fue mi hombro de apoyo en todas las circunstancias de mi vida, desde las malas, las peores y aquellas que tuve que afrontar después de la muerte de Halsten; puedo recordar los últimos meses que estuvimos juntos pero nunca considere que los cuatro que se adueñaron de su propia pesadilla terminarían por llevarlo a un valle sin salida.
Nunca me explicare como las cosas terminaron por salirse de mis manos en un corto período de tiempo, ni siquiera sé porque prefirió salvar mi vida cuando pensé que por mi cuenta podía salir adelante. Pero en aquella situación que me encontraba después del accidente, ni siquiera me había importado quién hubiera sido mi donador, estaba entre la línea de disgusto y felicidad que temía por preguntarle a mis padres si la persona que me había donado sus ojos había sido un voluntario o una persona que acaba de morir; pero después de la operación, me di cuenta de la realidad y la realidad me peso más que la muerte de Halsten, tanto, que meses después mi hermano fue el siguiente en morir y recuerdo que ni siquiera podía verlo en el ataúd por miedo a sentirme más culpable de lo sucedido.
A pesar que el tiempo haya pasado, existen cosas que no cambian y entre ellas, es que las muertes de Halsten y Noah, fueron demasiado repentinas que ni yo vi venir el momento en que mis sonrisas se convirtieron en lágrimas y que mis sueños serían pesadillas.
Llegué pronto a la tumba de mi hermano que no tarde mucho tiempo en agacharme y así quitar las flores de hace una semana, aquellas que ya se encontraban secas y viejas, las quité del pequeño recipiente en donde se llegaban a poner, para cambiarlas con las nuevas que he llevado; de mi bolso sacó una pequeña toalla y empiezo a limpiar la lápida a pesar que no se encuentre tan sucia, la frote varias veces y a través de cada letra hasta que no quedo ni una pequeña rama o hoja encima.
Cruce los pies y me quedé de nuevo leyendo la frase que se encontraba esculpida en la lápida...
Aquí descansa
Noah Klas Nyström Mattsson
(Febrero 19 de 1991 - Agosto 04 de 2014)
Guardemos en nuestra mente tu mejor sonrisa y vivirás por siempre en nuestros corazones. Recuerdo de tus padres, hermanos y amigos.
Se me hizo un nudo en la garganta que esta vez no sabía que decir, simplemente me mantuve callada mientras el viento azotaba mi cabello y jugaba con el césped arrancando las puntas de sus hojas; mayormente al venir aquí a visitar a mi hermano, siempre le contaba sobre mis experiencias en la semana, de las cuales no me cansaba de mencionárselas aunque algunas de ellas fuera malas, en total, nunca le había guardado ni un secreto a mi hermano, casi siempre él se salía con la suya tratando de persuadirme para decirle la verdad, así que con el tiempo fue difícil disimular las veces que tenía problemas o cualquier cosa que podía perjudicar a mis padres, así que, al final me conforme con la idea de no decirle mentiras.
Lo que ni siquiera puedo creer es que ya falta poco para que se cumpla otro año más de su muerte, a este tiempo mi hermano posiblemente ya tuviera novia, un buen trabajo y eso sin decir que quizás podría haber estado pensando en casarse y tener hijos para realizar otros de sus sueños de formar una familia.
La diferencia entre Noah y yo es que él siempre fue pasivo, responsable y obediente, en cambio yo, soy lo contrario, creo que mayormente después de su muerte, organice más mi vida hasta el punto de no ocasionarle más conflictos a mis padres, me responsabilice más con Aline y he tratado de ser una buena estudiante para sacar adelante a mi familia. Tomar ese papel que a mi hermano le tocaba, ha sido demasiado comprometedor e inesperado para mí, no me quejo porque en verdad creo que me ha hecho cambiar de alguna manera, así que afortunadamente intento siempre mejorar la vida de los demás sin importar el costo que me puede llevar mi propio camino.
Escucho como suena mi reloj de mano, así que me doy cuenta que debo de irme a la casa de Leopold antes que se haga más tarde, así que levantándome para tomar luego las flores secas, camino hacia el basurero primero para botarlas y así antes de salir del cementerio, pasar a ver la tumba de Halsten; no estaba muy decidida de ir ya que a veces he llegado a coincidir en el camino con su madre que verme no nos hace bien a las dos, así que ruego porque ella no este y así yo poder tener otro momento de paz antes de marcharme.
Unos metros más son los que camino hasta que encuentro a la lápida de Halsten, la suya comparada con la de mi hermano se encuentra más limpia y más decorada de flores por razón que su madre es quien siempre compra adornos carísimos de flores para ponérselos a su hijo primogénito; la verdad es que la madre de Halsten nunca descuida la propia tumba de él, es casi extraño que hasta le dejé ofrendas o candelas donde la mayor parte del tiempo son apagadas por los trabajadores del cementerio por cuestiones de viento o porque en una caída puede incendiar el césped, por supuesto, a veces esto altera a la señora Gina pero no puede negarse porque por muchas razones, no puede desobedecer las propias reglas del cementerio.
Apenas llego y observó las mismas iniciales de entrada de la lápida y aunque no quisiera leerlas solo puedo ser conciente de lo joven que murió el primer amor de mi vida, aquel que pensé que cuidaría de ambos y que terminaríamos con uno de esos finales felices que son protagonizados por los cuentos de hadas. Pero está claro que nada es siempre es lo que uno cree, un descuido fue lo que ocasiono el accidente, un accidente que terminó por quitar una vida y otra por dejarla sin ojos, terminado por dejar un dolor irreversible a una madre de la cual no ha dejado por llorar la pérdida de su hijo.
Aquí descansa
Halsten Arvid Lindberg Oman
(Noviembre 12 de 1994 - Octubre 30 de 2013)
Tus alas se desplegaron, con el último rayo de la tarde, mientras que las flores florecían en tu paz y aunque tu cuerpo ya no esté presente, Dios guardara tu alma y nosotros tu recuerdo hasta el final de los tiempos.
Recuerdo de tus padres, hermana y amigos.
Halsten dejó más que un profundo agujero en los corazones de las personas que lo queríamos o bueno, aquellos que lo seguimos queriendo, pero el problema se enfoca que entre más quiero olvidar el accidente y que nada más permanezcan los buenos recuerdos, siempre habrá algo o alguien que no me permita avanzar en mi futuro haciéndome recordar que si no hubiera evitado el error que provoco que Halsten las cosas fueran diferentes, pero siempre me quedo estancada en el pasado y eso es lo que no me permite dejar el pasado atrás.
Cerré mis ojos y las lágrimas salieron por si solas, de nuevo ese nudo en la garganta aparece conmigo, aquel que por si fuera poco me hace recordar esa noche, aquella en la cual me encontraba en la fiesta de cumpleaños de uno de los amigos de Halsten, donde todo se hizo un caos a pasar la medianoche, las advertencias que le di durante horas y eso sin dudar el miedo que tuve en todo el camino en donde mis peores pesadillas terminaron por hacerse realidad.
Halsten siempre fue rebelde, un alma libre e independiente. Le gustaba aventurarse a los prohibido y no ver hacia atrás. Correr riesgos sin importar las consecuencias que hubiera en sus acciones y eso sin decir, que a pesar de siempre causar problemas, tenía un buen corazón.
No tengo idea de cómo se enamoró de mí o de cómo me enamore de él; creo que su aspecto despiadado y sincero fue lo que llamo mi interés; además que siempre trataba de mostrarme su lado oscuro y real cuando caminábamos por las calles de camino a mi casa, él pareció nunca importarle lo humilde que es mi familia y mi casa, ni tampoco que mis padres fuesen ciegos, pero creo que no todo lo que uno espera de su pareja puede ser perfecto; el problema se basaba más en su madre, quien parecía no comprender mi mundo, casi siempre escuchaba detrás de la puerta de la cocina como se quejaba de la relación que su hijo tenía conmigo, desde la posición económica hasta la vergüenza o de la burla que él podía recibir si sus amigos o los amigos de su madre se dieran cuenta que mis padres son ciegos.
A partir de eso es que los problemas entre Halsten y yo empezaron, todo surgió desde luego por las diferencias que su madre tenía conmigo y también por no aceptar la vida que llevaba.
Posiblemente aunque se escuche inmaduro y cursi, en aquel entonces me imagine un mundo lleno de felicidad con Halsten; si mi hermano me hacía fuerte, Halsten me hacía sentir la persona más afortunada del mundo, él jamás prometió pero intentaba ser mejor persona cada día, con sus defectos y errores lo hacían una persona sin escrúpulos y contrariedades; fue magnifico tener a alguien así a tu lado, alguien que parecía sobrevalorarte más de lo que podías pensar y creer, él aunque quería encontrarle ese lado malo al mundo, siempre terminara por claudicar y encontrar ese lado fantástico y maravilloso.
Decía que todos a veces creíamos conocer nuestras innumerables habilidades y defectos pero cuando nos preguntaban cómo nos describíamos, había dos opciones de respuesta, la primera que nuestra respuesta solo significaba una sola palabra y ¿por qué elegir una? Si nosotros somos más que una pequeña palabra. Y la otra opción era que por más que intentáramos describirnos, terminábamos por acallar más el silencio y ni siquiera con los diez dedos que tenemos en ambas manos, no teníamos esa capacidad de describirnos.
Halsten tenía ese lado extraño y curioso que nadie entendía de él, mencionaba que sus padres siempre creían que parloteaba para sí mismo como también, que sus palabras solo era un conjunto vacío de ideas de las cuales él nada más las mezclaba con el fin de formar una frase confusa y poco entendible; quizás le era difícil que dentro de su hogar lo entendieran pero como rehusar su propio don en desatarlo por medio de la literatura que a pesar que él siempre se negó a ser muy fan de los libros y de los buenos artísticas contemporáneos solo por el hecho de pertenecer al equipo de fútbol americano y ser de la clase de chicos populares y adinerados, nunca mostro mucho interés de conllevar una carrera universitaria organizada en la literatura sea griega, romana o inglesa... Y ¿cómo descubrir aquello que se encontraba prohibido como tocar el fuego y no quemarse las manos?
Después de graduarse del colegio, no vio las posibles oportunidades de estudiar un sinfín de carreras que lo podían llevar al éxito; pero desorientado no creyó que él estaba hecho para lo que una vez creyó ser imposible pero por culpas que las mismas personas de su alrededor le decían. Su madre una mujer diplomática que asentó cabeza cuando encontró el momento más oportuno y triunfante de su vida creyó que si su hijo mayor estudiaba literatura se convertiría además de un literato un perdedor por completo; su madre creía que de los libros no sobreviviría, que de las historias solo están sincronizadas en cuentos de hadas y no en la vida real y que desperdiciar el tiempo en escribir novelas que podían haberse vuelto exitosas si su madre no hubiera sacado del cajón de su armario un sin número de cartas o cuadernillos que marcaban la historia de varios personajes con una fantástica trama, todas a pesar de haber llevado una parte de su vida, fueron desechadas a la basura, envueltas entre papeles y gasolina hasta ser quemadas por una cerrilla que destruyo todo en un centenar de segundos.
Ese día Halsten perdió una parte de sí mismo, una parte que cubrió lo que formó parte de su vida, pasada, presente y futura.
Prometió no derramar una lágrima en frente de la mujer que le dio la vida y la que a su vez le destruyo.
Halsten siempre describía a su madre como una mujer recia, rígida, educada, responsable y hostil. Él intentaba siempre evadir el tema de la vida de su casa y cualquier podía entender sus palabras al comprender que la vida siempre le dio tropiezos dejándole cicatrices profundas en el alma.
Su padre un mujeriego de alta clase, dejó a su madre por una jovencita después de que ella quedará por segunda vez embarazada, ante dicha situación, mencionaba que su madre se convirtió en una persona fría y frívola ante aquel pasado lleno de dolor, ira y desprecio que le hizo crear su marido. Además, su padre rara vez les daba una manutención cuando lo creyera conveniente y eso sin decir que después de haberle sido engañado por la misma joven con la que se fue a vivir terminó en una profunda depresión que lo llevo al alcohol y a las drogas haciendo que la propia empresa que algún día iba a ser heredada para Halsten, terminó por ser cerrada y clausurada por hacer lavado de dinero.
Halsten muchas veces me dijo que nunca sería como su padre, pero no vi el momento en que lo perdí y se convirtió en la misma sombra de su progenitor.
No sabía desde que momento sus problemas comenzaron pero si descubrí hasta donde terminaron.
Ocultaba el dolor para sí mismo demostrándole al mundo una sonrisa mientras que se desgarraba por dentro.
Su familia destrozada y rota, hizo que se volviera en lo que fue... Rebelde, problemático y adicto a meterse en crímenes que podían costarle la vida.
Noches enteras me llamaba a medianoche llorando mientras bebía una botella de ron o whisky; con la garganta rota me confesaba cada una de las atrocidades de su vida y de cómo lidiaba con ellas cada día; su madre quien aportaba todo en la casa, siempre lo sobreprotegía hasta mantenerlo al límite de encerrarlo en su propia habitación, y como lo dije en un principio, Halsten tenía un alma libre, se comparaba con ser un pájaro encerrado en una jaula de la cual no iba a poder salir jamás.
Su madre nunca lo apoyo en sus decisiones, su padre le brindaba los peores consejos del mundo y su hermana para ese entonces, se convirtió en una joven de aspecto emo que no le interesaba lo que sucediera en su casa.
Estaba perdido sin lugar a dudas. Trataba de ayudarlo pero muchas veces erraba más de lo que lo aconsejaba y aunque el amor verdadero terminó por ser uno tóxico, no vi momento en que él comenzaba a querer que entrara a su mundo.
Halsten cambio... Tanto que lo perdí sin haberle dado una oportunidad más de salir adelante.
No lo culpaba de sus problemas pero si lo culpaba que no intentará remendarlos; las últimas semanas se mantuvo derrotado y sinceramente comprendí que todo se había ido a la basura. Y por más que lleváramos cuatro años de relación, conocía cada uno de sus gestos y modos de defensa para evadir cualquier asunto.
No dudo que yo fui también la culpable de haberle dejado pasar todo eso. Por eso tengo ese derecho de decirme que no fui una perfecta novia para él porque cuando más me necesitaba, lo dejé más perdido que nunca.
Halsten me hizo ver de dos manera la vida y la primera que no puedes ocultar siempre todo porque nosotros somos como una bomba de tiempo, entre más secretos guardemos habrá un momento que explotaremos al no comentarlos o solucionarlos y la segunda, que si no disfrutamos de la vida con una cara real y no falsa, terminaros por perder el propio sentido de nuestra existencia y felicidad.
Existen cosas que Halsten nunca me las llego a decir y como dicen, a veces los secretos nos lo llevamos hasta la tumba, eso fue lo que sucedió con él. Tanto, que nadie aun asimila que está muerto y que esto ha dejado más en dudas todo aquellos que alguna vez él posiblemente nos quiso decir a todos.
— ¡¿Qué haces aquí?! —una corriente eléctrica paso por mi espina dorsal al sentir el miedo que proclamaba esa voz.
Me quité las lágrimas de la cara para que no se diera cuenta que aún seguía perturbada con el accidente hasta el día de hoy, sin muchas ansias de querer verle el rostro, por educación y respeto a la madre de Halsten, tuve que darme media vuelta para así verle a los ojos.
Aunque ya haya pasado mucho tiempo, existen cosas que no cambian y por eso, es que quizás a veces siento que aún estoy viviendo en el presente. Una de ellas, que el carácter de la madre de Halsten nunca haya cambiado conmigo.
Suspiré y no le di ni una explicación a ella, sería muy tonto responder algo tan obvio y absurdo que preferí mantenerme callada y darme la vuelta; no debería ni siquiera comentar acerca del porqué estoy aquí visitando a su hijo si ella obtendrá la misma respuesta que siempre le he dado desde que el destino concuerda en querer que ambas nos encontremos en la misma hora por más que vengo evitándolo desde hace seis años.
Anteriormente en los primeros meses, le dejaba flores a Halsten en su tumba pero luego de los encuentros inesperados que tuve con su madre, me di cuenta que ella no quería que le pusiera flores a su hijo, mayormente ella las agarraba y las partía en mitad, hasta me sorprendía que aunque algunas rosas aun llevaran espinas, ella las trituraba sin sentir algún dolor; en otras ocasiones, solo las agarraba, las tiraba en la calle del cementerio donde las personas caminan para terminar por patearlas hasta no quedar nada y eso sin decir que en otras veces, me tiraba las flores o las botaba en la basura con tanto odio. Por esa razón y muchas otras más, dejé de llevarle flores a Halsten.
—Creo que la respuesta hace de sobra, ¿no lo cree, señora Oman? —ella empezó a controlar su enojo antes que la discusión comenzara.
— ¿Cuántas veces te he dicho que no te quiero cerca de mi hijo? —las facciones de su rostro empezaron a arrugarse.
—Desde que él me presento a usted —dije sin atrevimiento.
Y no lo negaba, de todas formas, siempre entre nosotras también hubo malentendidos como también excusas para que no nos viéramos a la cara cuando el propio Halsten intentaba reconciliarnos con una inocente frase de «pueden hacerlo por mí» o «intenta llevarte bien con ella, es lo único que te pido». Por lo menos yo lo intentaba pero su madre es quien siempre le hacía promesas falsas y durante la mayor parte de las cenas, ella me hacía preguntas complicadas que ni yo misma pienso hacérselas a un hijo o hija mía si llega a traer a su pareja a la casa.
— ¡Exacto! Y aun así muerto lo sigues persiguiendo —carraspeó la garganta.
—Le recuerdo que fue mi ex novio. No puedo olvidar fácilmente... —me interrumpió.
—Deberías hacerlo. ¡Hipócrita! Siempre interferiste entre ambos y luego me lo quitaste de mi lado —me dio un empujón al golpear mi hombro.
— ¡No tuve que ver en nada sobre sus decisiones! Si Halsten eligió irse de la casa, no fue mi culpa, sino suya —me defendí.
Existen muchas cosas de las cuales quizás no llegué a interferir en la vida de Halsten pero en algunas de sus decisiones fue mejor dejar que él mismo las tomara por el hecho que habían seres humanos que le hacían daño, tanto, que para él era mejor alejarse de ellos antes que sufriera más de lo que vivió en sus últimos años.
Apenas Halsten llegó a cumplir dieciocho años, empaco unas cuantas maletas con lo más necesario que llegaría a usar, salió de su casa sin despedirse de su madre a pesar que ella se arrastraba en sus pies y cuando menos los pensó, le dijo las miles de verdades que jamás ellas podía haber pensado que su hijo le diría, de las veces que odio que ella y sus padres discutieran, de las veces que no lo apoyo en sus decisiones y de las veces que la necesito pero ella siempre le levantaba el dedo índice y le decía que no era el momento de hablar cuando tenía una llamada telefónica importante del trabajo.
Halsten odio siempre la soledad y cubrirla fácilmente con alcohol, tabaco, amistades peligrosas y ser inconsciente de las acciones que le traerían problemas fue la excusa común que tenía cuando quería evadir uno de sus primeros males en su ser.
Con solo pensar que ahora que él se encuentra muerto y su madre parece ponerle más atención ahora que él no está presente en carne y hueso con ella, me hace pensar que su mismo hijo debe de estarla odiando más y por el simple hecho que ella solo se responsabilizó de él en la parte económica en vez de la parte amorosa, ya que su madre al darle todo lo que un chico adinerado podía tener nunca comprendió el lado sensible de Halsten; y aunque el dinero nunca puede comprar el amo; ella creía que darle todo a su hijo siempre obtendría de él, amor, pero no fue así, Halsten fue diferente, hasta el punto de guardarse ese sentimiento en lo más profundo de su corazón y nunca revelárselo por completo a su madre.
Y conociéndolo tan bien, solo me imagino lo que él podría estar pensando ahora mismo, capaz que diría:
«No vengas de hipócrita a llorar cuando ya estoy muerto, madre. Eso lo debías de haber hecho cuando seguía vivo, me hubieras buscado, hubieras intentado arreglar nuestra relación de madre e hijo, pero preferiste seguir con tu orgullo y vanidad hasta que una llamada telefónica que no era de tu trabajo, te hizo cambiar de opinión y todo lo que debías de haberme dicho antes, lo terminaste de decir cuando ya no podía escucharte ni sentirte. Eso fue lo que hiciste mal desde el primer día que no me ayudaste a seguir con mis sueños».
— ¿Mía? ¿Entonces también debo de responsabilizarme por su accidente? ¡Él estaba contigo! Y tú, como siempre, ¡no hiciste nada para salvarlo! —fue un golpe duro que mi corazón empezó a palpitar rápido.
—Yo... Yo... Lo intenté —mi voz empezó a entrecortarse sin esperármelo.
— ¡No! Si lo hubieras intentado, nunca hubieras dejado que mi hijo subiera al automóvil en el estado en que se encontraba. Eso nos hubiera ahorrado a todos una muerte. —Tragué hondo al ver como sus ojos se mostraban más abiertos que nunca.
Mi labio tembló ante la terrible sensación de ser culpada por la persona que menos tendría que decirme lo que hice o no; ella también ocasiono que su propio hijo se convirtiera en un alcohólico hasta tomar acciones inéditas y precipitadas que jamás creyó que de ellas podría resultar alguna consecuencia.
Ayude a Halsten hasta llegar al punto de quemar casi mis manos por él y ahora su propia madre me incrimina que yo soy la causante de su desgracia. Puede ser que no tuve las suficientes opciones de cómo intervenir que subiera al auto de su amigo pero el accidente es algo de lo que había intentado miles de veces de haberse hecho comprender en el camino, pero se hostigo tan pronto que los gritos y las peleas comenzaron y ninguno habíamos llegado venir el momento en que todo se oscureció, para él porque jamás volvió a abrir los ojos y por mí, porque estuve casi un año sin poder ver hasta que mi hermano fue quien me donó sus ojos.
—Hice lo que debía de hacer, pero Halsten estaba cegado del dolor y de la ira que no midió sus propias acciones al estar inconsciente por el alcohol. —Mis ojos empezaron a nublarse. —No crea que no me dolió su muerte, porque hasta el día de hoy sigo sufriendo por no haber buscado otra manera de salvarle la vida pero entre más me culpa de lo que hice, usted no se mira en el espejo y se pregunta qué es lo que también hizo mal con su hijo. Créame que esto no solo fue por mí sino que también por usted. —Intenté no quedarme callada con la verdad.
Sus manos se hicieron puños y una de ellas empezaron a doblar los tallos de las flores haciendo que algunas de ellas se quebraran y empezaran a venirse hacia adelante, la estoy haciendo enojar tanto que tampoco no mido mis propias palabras, pero siempre que miro la tumba de Halsten, me culpo por no haberlo ayudado a tomar buenas decisiones, de dejarlo en algunas ocasiones solo donde se refugiaba con lo más tenebroso de la vida real y eso sin decir que en las últimas horas que estuvo vivo, fui la causante de no haberle dicho que yo sería la que podía tomar el volante, guiarlo hasta su casa y así los dos prevenir un accidente que dejó a una persona muerta y a otros dos heridas más; pero en esta ocasión, también la señora Oman debería pensar en sus propias palabras, porque todos los problemas empezaron desde la casa y la familia de Halsten.
— ¡Cállate! No quiero escucharte más, ¡vete de aquí y no sigas regresando! Ve a ver a tu hermano muerto quien también fue por tu culpa que se suicidó. —Mis pies se hicieron hasta atrás y tuve que equilibrar mi cuerpo antes de desplomarme en el suelo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y me tuve que morder el labio para no decir una imprudencia, no sé qué fue lo que me dejó desconcertada y petrificada a la vez, si el hecho de decirle a la madre de Halsten lo que nunca hizo por él o tener que haber escuchado de su boca cómo me culpaba de la muerte de mi hermano que no terminó por ser un suicidio sino un accidente que nadie vio venir.
Como no me movía de mi lugar, observé como su gesto mostró más furia de lo normal, hasta llegar al punto de llamar a un vigilante de ese sector del cementerio quien iba caminando tranquilo sin verse molestado ante una situación de pelea que entre dos mujeres se crearon solo por el hecho de saber quién de las dos tenía más la culpa de haber cometido un delito no penal pero si sentimental.
— ¡Guardia! ¡Guardia!—El hombre llego a vernos para luego caminar hasta nosotros. —Esta chica, me está molestando y quiero que se aleje de mí pero no se va. —Empezó a acusarme de cosas que no son.
El guardia me dio una mirada oprimida cuando se dio cuenta que yo me encontraba en peor estado que la señora Oman, puedo pensar que quizás él cree que aquí la inocente soy yo mientras que la madre del difunto chico del cual hemos visitado las dos es quien ha empezado la discusión; así que dejando ir un leve suspiro, extendió su mano hasta mí como intentando alejarme de la tumba de Halsten.
—Puedo sola, no se preocupe. No daré más problemas que no he ocasionado pero me culpan como siempre de ellos —le di una última mirada a la señora Oman.
—Entonces será mejor que te muevas —dijo el hombre que empieza a entrar a una edad de vejez aproximada.
Me quité de la tumba de Halsten para empezar a caminar fuera de ella y así irme por el camino de la calle, tomé varias bocanadas de aire para que mis sollozos no se llegaran a escuchar y eso sin decir que baje la cabeza ante la sensación de mareo y disgusto que empiezo a tener ante la dichosa y horrible discusión con la madre de mi ex novio difunto.
— ¡No te quiero ver de nuevo la cara, Liv Nyström! Si no, seré yo quien tomé cartas en el asunto —ella me volvió a gritar a pesar que ya me encontraba un poco lejos de ella.
—Vamos señora, tranquila. O nosotros le pediremos que también se vaya. —Le dijo el guardia.
Ella le dio al guardia un par de protestas de las cuales ya no escuchaba con el paso que fui caminando hacia la dirección de la salida del cementerio; siempre creí que todo sería más fácil con el paso de los años pero las cosas siempre vuelven a ser complicadas con estos reencuentros de los cuales desearía que no sucedieran.
Si fuera posible, intentaría cambiar el pasado y hacerlo uno mejor, pero existen cosas que no se pueden llegar a recuperar ni con un deseo o un chasquido de dedos; ese ha sido siempre el problema y aunque trate de asimilarlo, no puedo ante la idea de que mi hermano y la persona que ame a pesar de sus defectos y acciones malas, se encuentren más de dos metros enterrados bajo tierra.
Eso me deja claro, que mi pasado siempre me persigue y ante los comentarios negativos de estas personas, son los motivos por los cuales mantengo mis pesadillas y mis pensamientos que yo fui la culpable de dos muertes inocentes.
Solo espero que las cosas mejores con el tiempo, a pesar que yo he dejado de creer que mi mente podrá olvidar algunos recuerdos y entre ellos ver la muerte de Noah y Halsten.
Miro hacia adelante quitándome con furia las lágrimas que siguen cayendomis ojos, no puedo llegar con este aspecto a la casa de los Engström, quizás alestar más pendiente de mis responsabilidades con Leopold, olvide todo lo malo,porque por lo menos, gracias a él, alguna parte de mí ha vuelto a sonreír y esosin decir, que él ha hecho que pueda creer de nuevo en mis propias decisiones.
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