Capítulo 10: "A la cama no te iras sin saber una cosa más"

Miré detenidamente toda la habitación para recordar también todas las cosas que tengo a mi alrededor, la primera lección de Leopold sería conocer todas las cosas que había en su habitación desde las cosas más grandes hasta las más pequeñas para que no se le dificultara encontrarlas, llegar hasta ellas o conseguir algún tropiezo con algún objeto; así que me quité los zapatos para dejarlos a un lado y poder caminar con más libertad en la habitación; nunca había pisado la alfombra sin tener algo puesto encima de mis pies así que me acerqué a mi alumno para comenzar y dar paso a lo que sería su principal oportunidad para salir de este lugar.

— ¿Qué haremos? —me senté al lado de Leopold.

—Cada cosa que estés tocado en tu habitación me dirás qué es y si no sabes, yo te ayudare —le dije.

— ¿Cuál es el objetivo de esto? —dijo un poco aturdido.

—Que conozcas primero tu habitación para que luego tú puedas moverte libremente aquí sin que nadie te ayude —rió con gracia—, más si se trata de ir al baño —esta vez dejó ir una carcajada que hizo que se fuera de espalda.

— ¿Me acompañaras también al baño?—rodé los ojos.

—No tonto, bueno si pero solo para tus lecciones no para tus necesidades—le indiqué.

—Bien, comencemos—puso los ojos en blanco.

Cuando Leopold se levantó, primero le fui indicando los puntos cardinales de una manera que los pudiera identificar, así que nos llegamos a poner en el centro de la cama para así mencionarle que el Norte sería la puerta de la habitación, el Sur la pared en la cual su cama está unida, el Este la única ventana de su habitación y el Oeste la puerta de su baño.

Antes de comenzar con las cosas, hice que recordara primero los puntos cardinales para que así no se le llegaran a olvidar y tampoco se confundiera; después hice que él se moviera hacia el punto cardinal que le indicara, primero utilizo mi ayuda pero cuando creí que ya empezaba a acostumbrarse, lo dejé solo para que caminara sin tener una ayuda para mientras que yo me quedaba en el centro de la habitación y veía como se movía de un lado hasta el otro.

A las dos horas en que él ya se había memorizado los lugares, lo segundo que le indiqué fue que del punto Norte quería que me indicara las cosas que había, para él iba a ser un poco fácil ya que también para identificar en qué punto estaba solo tenía que darse cuenta que en su habitación solo había cuatro paredes así que cada pared es un punto cardinal también, en el punto Norte empezó a tocar con cuidado cada objeto que había entre ellas la puerta, las perillas de esta, luego el escritorio donde antes yo permanecía haciendo mis trabajos, luego la silla y así fue tocando todo lo que iba a su paso.

—Esto es... —reí porque había tomado mis zapatos— ¿Tus zapatos?

—Adivinaste, ¿cómo es que no te confundiste con los tuyos? —él los dejó donde debían de estar.

—Fácil tu pie al parecer es pequeño y a la vez... tus zapatos tienen tierra —me enseñó su mano llena de tierra negra, lo cual me dio risa al ver como intentaba quitarse la tierra teniendo que limpiarse la mano en su jeans—; además no salgo de esta casa hace mucho tiempo.

Dejé ir un suspiro por todo lo que ha pasado Leopold, no me gustaba la manera de apoyo que le había dado su familia porque en vez de alentarlo para que saliera adelante con su discapacidad al final lo que hicieron fue mantenerlo en una burbuja para esconderlo del mundo que lo empezaba a dañar. Por ahora Leopold ha hecho un enorme esfuerzo por salir adelante así que pienso que dentro de dos semanas o tres aproximado él quizás ya pueda ver de nuevo el mundo de afuera.

—Hey, no te desanimes, te prometo que pronto de nuevo estarás afuera y podrás sentir de nuevo la hierba verde, los rayos del sol y el viento de afuera—le dije.

Observé como camino hacía su cama para luego acariciar su cabello de una manera desesperada hasta que se dejó caer hacía atrás para luego dirigir su mirada hacía el techo, no dude en acercarme para saber qué era lo que sucedía porque además de querer ser la maestra de Leopold quería ser su amiga, porque sabía que a pesar de ver esa armadura dura de él que siempre la llevaba por fuera dentro de ella existe un buen corazón que nada más se siente sólo y lleno de angustia después de lo que le paso.

Además, sé que el historial que Leopold ha tenido hasta ahora con sus demás ayudantes no ha sido de lo mejor pero si yo lo he ayudado a que se haya levantado de esa cama y haya querido dar un progreso a salir adelante sin que lo estén presionando o que alguien tenga que hacerle las cosas, sé que también puedo hacer que él me tenga confianza y podamos llegar a otro acuerdo sin que él se sienta que lo pueden estar traicionando o engañando.

—Sabes, aunque no pueda ver a veces siento que... las cosas no cambiarían mucho —lo miré para mientras que trataba de saber cómo se encontraba.

—Para algunas personas Leopold lo que estás haciendo es abrirles las puertas para ver lo fuerte que eres y que no te has dejado rendir con facilidad —le fui sincera—. Sé que no es fácil adaptarte a esta idea, pero las cosas cambiaran para un bien tuyo como también verás el cambio en las demás personas —giró su cabeza a mi lado.

—Y, ¿si no lo logro? —le di una mirada para luego sonreír.

—No soy buena para animar a las personas pero te aseguro que cuando sientas que puedas controlar de nuevo tu mundo, no habrá nada que te detenga. —le contesté con serenidad.

No se esperaba esa respuesta, pero había una parte de mí que también no solo debía de ayudarlo físicamente sino emocional, porque lo poco de esperanzas que le quedan para creer en sí mismo y en mí, es lo que debo de reforzarle para que vuelva a confiar y darse cuenta que no todo en este mundo se trata de no poder alcanzar lo imposible, habrá momentos de los cuales sé que se desesperara pero ahí estaré yo para ayudarle en todo lo que necesite, sea bueno o sea malo.

De todos modos, he aprendido muchas cosas en la vida de las cuales me han hecho fuerte a pesar de las adversidades entre ellas seguir viviendo con la ceguera de mis padres cuando yo siempre he querido que ellos tuvieran la oportunidad de poder ver, mi accidente que aún lo llevo colgado en mi mente como parte de mi pasado y lo más doloroso la muerte de mi hermano mayor del cual no me gusta tocar el tema porque con solo pensarlo me llego a poner mal. Todas esas cosas marcaron mi vida pero tuve que enfrentar mis miedos para seguir caminando hacia adelante y no hacia atrás.

Leopold se quedó callado para mientras que sus dedos jugaban con los bordes de su camisa naranja, así que al ver la hora de mi reloj me di cuenta que ya era tarde y debía de volver a casa, así que me levanté para tomar mis zapatos y ponerme mi bolsón en mi espalda. Me acerqué a él hasta que él se sentó en el borde de su cama.

— ¿Te vas ya? —preguntó asombrado.

—Sí, ya es tarde y debo regresar a casa o sino mis padres comenzaran a preocuparse —revolví su cabello como un niño pequeño.

— ¿A qué se debe eso? —reí al ver su expresión seria.

—Te odio pero me agradas así que no te libraras de mí en los momentos que quiera molestarte —le recordé.

—Bueno, estamos a mano después de haberte presentado el infierno los primeros días —paso su mano por su cabello para ordenárselo —también debes de darle las gracias a tu mamá —lo miré con extrañez.

— ¿Por? —dije confundida.

—Las galletas, estaban deliciosas —sonreí.

—Y eso que no has probado sus tartaletas o tarta de queso —le recomendé.

—Quizás algún día las llegué a probar —me quedé pensando en una idea.

—Si sigues comportándote bien con los demás y avanzas rápido en las prácticas pronto tendrás esos postres en tu boca —le prometí.

—Será difícil —negué aunque no podía verme.

—Piénsalo y veremos si te lo mereces. —Le indiqué. —Una cosa más, mañana cambiaremos algunas cosas en tu ropero y empezando por tu ropa —abrí la puerta.

—Hasta mañana, Liv —ignoró mi siguiente propósito.

—Cálmate no intento cambiar tu ropero sino solo mover la ropa —le expliqué.

—Está bien, adiós —se levantó para mientras que intentaba llegar a la ventana a su cuenta.

—Adiós Leopold —susurré tan bajo que quizás no me escucho.

(...)

Después de haber cenado había continuado estudiando y terminando unos deberes, el día había sido tan agotador que me había quedado dormida sobre la mesa de mi escritorio con la pequeña lámpara de luz encendida, me dolía un poco la cabeza y sentía como mis ojos se irritaban con facilidad con solo ver la luz de la lámpara de la mesa y luego pestañear; me levanté de la silla para estirarme y así caminar hasta el baño de mi habitación, si no tomaba algo para la cabeza, estoy segura que me dará insomnio y no podré dormir a gusto.

Cuando llegué al baño, no tarde mucho tiempo en buscar el neceser y así abrirlo, saqué unas pastillas y me las tomé para luego tomar un poco de agua del grifo—sé que puede ser lo menos saludable pero no tenía ánimos para bajar a la cocina—, al cerrar el neceser y verme en el espejo observé como mis ojos estaban rojos como si hubiera llorado a mares, aun no me acostumbraba a la idea de parecer un vampiro cuando me sucedía estas cosas, pero lo que llegué a pensar fue que esto pudo haber sido provocado por lo poco que he descansado los últimos días, de la irritación que le provoco a mis ojos al quedarme altas horas de la noche, la dilatación, el estrés y cansancio que he creado en toda esta semana, más porque he comenzado a forzar la vista últimamente.

No me había dado cuenta de esos factores, lo peor de ello, es que no puedo evitarlo con este último año de la universidad y con solo pensar que seguiré agotando otras semanas más mis ojos, no me queda de otra que buscar otra manera para no provocarle este dolor silencioso a mis ojos.

Así que lleve rápido mi cuerpo a la cama para dormir, ese descanso lo necesitaba no solo mis ojos, sino que mi mente y mi cuerpo entero.

(...)

Por la mañana comenzamos con un examen y terminamos por finalizar mi día en la universidad con recibir las últimas clases antes de que empezara las vacaciones; mi desayuno no fue muy entretenido ya que esta vez me encontraba sola en una mesa ya que Selene seguía teniendo clase para mientras que Arath se encontraba reunido con unos compañeros para un experimento; del aburrimiento empecé a rodar la manzana y a quitar las orillas de mi sándwich de queso con jamón pero mi paz se marchó cuando alguien tiro de la bolsa donde se encontraba mi otro sándwich de atún para quitármelo; me levanté para encontrarme con los ojos de Werner quien tiene una sonrisa de oreja a oreja para mientras que yo intentaba de no estamparle la bandeja de comida en la cabeza o en el rostro.

—Solo lo diré una vez, Werner. Dame mi comida —le puse mi mano en frente.

—Creo que será más agradable que yo me la quedara —maldije en mi cabeza.

—Deja de hacerte el gracioso y regresa lo que no es tuyo —le advertí.

A los lejos observé como sus amigos lo observaban y comenzaban a reírse, sé que él no lo hace porque tenga hambre sino por amargarme la mañana y también por el motivo de verme sola y no con mis amigos.

Estoy aburrida de que él quiera jugar conmigo como si fuera su muñeca pero no debo de permitírselo, fui una estúpida habérselo permitido los primeros años en los que él se alejó de mí y de Arath pero ahora ya no lo tolero; unas cuantas porristas a lo lejos comenzaron también a cuchichear sobre lo que estaba provocando el líder del grupo de futbol americano así que verifique a mi alrededor para saber quiénes más se entretenían con esta escena y sin haberlo previsto casi todos nos observaban y estaba segura que más de uno debe de estar grabando.

—Mira idiota, estamos haciendo un enorme drama en la cafetería así que te advierto que me devuelvas mi desayuno antes que... —me interrumpió.

— ¿Me harás daño? —preguntó incrédulo.

Hizo un rostro cínico para después ver cómo me daba un empujón que provoco que retrocediera hasta que tiro mi sándwich al suelo y lo pateo hasta aplastarlo por completo y sacar todo el atún que llevaba por dentro, cuando dejó en claro que la comida la terminó por hacer un puré, tiro una escupida en la misma bolsa de pan. Ver esa actitud hizo que la sangre de mi cuerpo empezara a hervir, que los nervios de mi cabeza empezaran a palpitar y que mis manos terminaran por hacerse puños. Estaba segura que perdería el control pero por un momento se me cruzó la idea que un poco de su propia medicina le vendría bien para darse cuenta de no creerse que todo lo tiene controlado y puede manejar mi vida como quiera.

—Por favor, Liv. Eres débil y estúpida para defenderte a ti misma —sonrió con hipocresía.

—Sólo te confirmo que si te rompo un diente después no vayas a salir llorando como un bebé —dije entre dientes.

—Tus amenazas son lo que menos tomare en cuenta —musitó cerca de mi rostro.

—Entonces, sabrás que conmigo, nadie se llega a entrometer.

Le di una sonora bofetada donde todo el cafetín se quedó en silencio hasta en los siguientes par de segundos, unos cuantos estudiantes de diferentes años universitarios llegaron a hacer el típico sonido de «Uhhh»; había sido tan armonioso el sonido del golpe que hasta pude haber escuchado su eco; el rostro de Werner había girado a 90° que mi palma le quedo marcada en su mejilla con todos mis dedos bien hechos y formados; Werner al girar su rostro como la niña del exorcista, se me quedo viendo hasta que observé como su mano se encerraba en un puño y pronto el color de su mano dejó de ser normal para ser color blanca, mientras que la otra veía como se movía lento así que desviando rápido la bofetada que quizás me regresaría me tire encima de él para luego darle unos golpes en su estómago, unas bofetadas más en sus mejillas y por último un fuerte golpe en su nariz que hizo que se le desangrara.

No sabía de donde había sacado tanta fuerza y tampoco la voluntad para ser la primera en comenzar la pelea; solo sabía que si le permitía que me diera un golpe aunque fuera desprevenido, sería el primero de los muchos que él se encargaría de darme y humillarme en otro momento que nos encontráramos a solas; la facilidad de tener un cuerpo pequeño y delgado hizo que desviara varios golpes así que mientras intentaba conseguir darme un golpe en cualquier parte de mi cuerpo, solo busque la manera en seguir haciéndole daño mientras todos lo veían perder con la marginada de la cafetería.

Pero sin haberlo imaginado, alguien me quito de encima y al ver hacía atrás pude ver el rostro preocupado y desconcertado de Arath— ¿a qué horas había llegado?—, quise regresar a darle unas cuantas palizas más a ese degenerado que me debía muchas después de sus humillaciones y golpes que he recibo de su parte por otras personas.

No es que me gustara ser vengativa o agresiva pero cuando alguien me alienta a luchar pues no me quedo atrás, soy como un toro cuando ve el color rojo. Varios gritos se escucharon y unas cuantas chicas mejor dicho las porristas llegaron a ver al chico que le mojaba las bragas solo con guiñarles el ojo, en el momento en que Werner se levantaba un poco atontado por mis golpes; intento acercarse a mí y querer golpearme pero sus amigos lo detuvieron para mientras que yo le gritaba a Arath que me dejara ir para seguir con mi dichosa pelea, porque quería dejarle claro a Werner que conmigo no se debe de jugar, más si pensaba que seguía siendo esa chica tímida y débil que no podía defenderse ni siquiera de su propia sombra, pues espero que ahora que me alentó a golpearlo se dé cuenta que cambie y que si me sigue insolentando a todo lo que se le venga en la mente pues que no espere que a la próxima lo llevó al hospital con todo sus dientes rotos y unos cuantos orificios oscuros.

—Basta Liv, si sigues así él director llegara y te suspenderá —Arath me siguió sosteniendo de la cintura.

—Está bien, suéltame —lo hizo y yo me queje al ver que me reprendía con la mirada si intentaba de nuevo golpear a Werner.

Respire hondo para luego sin pensarlo tomar la caja de mi leche y con la pajilla que se encontraba dentro le regué la leche en la cara a Werner donde escuche a lo lejos varios «Oh» y otros «Está chica tiene agallas» al final le tire la caja en la cara hasta que comencé a tomar las cosas e ir caminando furiosa hacía la salida de la cafetería, no me importaban las miradas que había conseguido con mi atención por la pelea, no me importaba cuantos chicos subieran a YouTube el video solo por demostrar es escandalo hecho en la universidad y lo que menos me importaba ahora era lo que pensaran los demás en mí.

— ¡Liv, espera! —me detuve al escuchar la voz de Arath seguida con la de Selene.

— ¿Qué no estabas en clases? —le pregunté a Selene con las piernas hechas gelatina después de reaccionar con lo que hice.

—Arath me envió un mensaje he pedido permiso para ir a la enfermería diciendo que me sentía mal. —Protesté en silencio por lo que provoque.

Esto parecía más a unas peleas colegiales y no universitarias, revolví mi cabello de la frustración para mientras que me quedaba viendo a mis dos mejores amigos e intentaba calmar aquel fuego que seguía ardiendo en mi ser por no matar aquel hombre que antes de haberlo perdido como amigo, era la mejor persona del mundo pero al final, terminó por integrarse a un grupo de escorias que lo hicieron cambiar de pies a cabeza.

Necesitaba irme y relajar mi cabeza antes de que explotara, no había tenido una buena noche y ahora seguía mi mañana, esto no es nada bueno.

— ¡Por Dios! ¡¿Qué me sucedió?! —me apoye en unos casilleros para luego irme deslizando.

—Perdiste el control al parecer —mencionó Arath— ¿Te sientes bien? —negué.

—Necesito irme, creo que si sigo aquí y veo a ese engendro perderé la cordura de nuevo —intentaba respirar con tranquilidad.

Arath y Selene se acercaron a mí para darme un abrazo desde mi altura. No sabía porque había racionado así, ¿será por qué no he dormido bien?, ¿por qué odiaba que me hicieran bullying? O ¿por qué tan solo verle la cara a Werner me daba ganar de perforarle su bonito rostro por todo el daño que no solo me ha ocasionado a mí sino que también a mis amigos y otras personas? No le encontraba una razón exacta a la reacción que había llegado a tener en la cafetería, solo me preocupaba la idea de que hubieran tantas consecuencias que esto les provocara a mis padres una decepción de mi parte, sé que no siempre puedo ser la hija buena, perfecta y la que brilla de orgullo para ellos, pero debo de tener en cuenta que mi actitud de hace poco no merece un perdón, no lo digo por Werner porque él se merece eso y mucho más, lo decía por mis padres quienes se llevaran una enorme sorpresa cuando escuchen lo que yo hice.

—Lo siento chicos, no quería preocuparlos —ambos se separaron y dejaron ir una pequeña sonrisa.

— ¿Preocupado? Me angustie cuando un chico se acercó al salón de química y nos gritó ¡Liv Nyström y Werner Karlsson se están dando unos buenos golpes en la cafetería! —Reí ante esa noticia — ¿Qué crees que pensé yo cuando escuche eso? —encogí los hombros al ver a mi mejor amigo de la infancia muy alterado por lo que miro hace unos minutos —Por Werner que se vaya al infierno por todo lo que nos ha hecho pero casi se me sale el alma al saber que eras tú y más con solo pensar que ese idiota te pudo haber tocado hizo que saliera corriendo y dejara una bomba a medias en el salón de química. —Dejé ir una risa con lo último que me dijo Arath.

—Y cuando Arath me envió el mensaje a mí, casi se me sale el corazón con solo pensar que podía encontrar golpeada o muerta a mi mejor amiga —miré a Selene.

—Vaya susto que les he dado —ambos asintieron.

Miré las palmas de mis manos y estas se encontraban rojas, adoloridas y con algún que otro moretón en mis nudillos de los cuales se encontraban rojos e hinchados.

—Me iré a casa, después de esto creo que mi conciencia no estará tranquila a pesar que por ahora este saltando de la felicidad por haber cumplido uno de mis deseos macabros—me levanté del suelo.

Les dije a ambos que no se preocuparan por mí, que nada más necesitaba tomar aire fresco y buen cappuccino para relajarme. Pero como aún era temprano, pase a una tienda comprando un refresco de naranja con zanahoria, decidí que en vez de ir a casa me iría a la villa de Leopold, quizás concentrándome en el trabajo haría que olvidara mi terrible día; así que camine directo a la calle en donde debía de esperar al autobús y en todo lo que espere para tomar aquel autobús, me concentre en pensar que es lo que haría este día con Leopold.

Saqué mi agenda de mi bolsón y busque la lista de cosas que había hecho para él, solo así estaría segura de cuál sería mi siguiente trabajo; realmente no sabía porque en vez de ir a mi casa, decidí ir a la de Leopold; quizás la extraña sensación de ser regañada por mis padres sería la primera, porque eso de mentirles a ellos, es lo que más odio de mi vida y si se enteran que llegué temprano a mi casa, terminaran por castigarme y hacerme demasiadas preguntas de las cuales me frustraran más de lo que ya me encuentro.

Cuando el autobús llego, llegué a subir y pagar para poder tomar los últimos asientos, decidí sacar los audífonos de mi mochila y ponerlos en el agujero de mi celular para escuchar música, el viaje sería un poco más largo de lo normal, ya que la hora pronostica que muchos pasajeros se irán subiendo en cada parada que haya en el camino, así que mientras miraba por la ventana, comencé a tararear varias canciones hasta que por un momento decidí descansar, ya que el cansancio me ganó.

(...)

La sorpresa que se llevó la señora Engström fue al verme más temprano de lo normal, como no quería que llegara a enterar del problema que ocasione en la universidad, solo le comenté que ahora no había tenido algún par de clases, así que para avanzar en la terapia de Leopold había tomado la decisión de venir más temprano; con pasos lentos y unos cuantos bostezos llegué a la habitación de Leopold, observé como él se encontraba merodeando toda la habitación donde al escuchar el sonido de la puerta se detuvo al instante.

— ¿Liv? —dejé ir una pequeña sonrisa.

— ¿Qué haces? —dejé mi bolso a un lado.

—Quería seguir practicando para ir distinguiendo más las cosas —me alegre al escuchar eso.

—Lo llevas a la ligera todo —me quité los zapatos —primero concéntrate para memorizarse cada una de las cosas —me acerqué a él para ver como asentía.

—Me di cuenta que ordenaste que nadie moviera nada de mi habitación —giró su rostro hacía atrás de su hombro.

—Le pedí a tus padres y a Katrin que no movieran nada —le comenté—, por el simple hecho de que aun debes de seguirte adaptando a cada una de las cosas que tienes en tu habitación.

—Pero tendrá que haber un momento que algo no esté en su lugar —puse mi mano en su hombro.

— ¡Leopold! ¡Calma! —Ambos reímos —Paso a paso las cosas, sé que te lo estas tomando bien y veo que esto te está motivando cada vez más, pero no te lo tomes todo de manera apresurada —dejó ir un suspiró.

— ¿Tan malo es lo que dije? —puse mis dedos en su mejilla para que girara su rostro y así nuestros rostros se encontraran.

—Mucho caballero Engström —me encanta ver sus ojos... ¡Y es que son hermosos!

—Está bien, lo tomare con calma pero ahora sigamos con lo que digas —suplicó.

—Cómo te dije ayer, arreglaremos las cosas de tu ropero —frunció su ceño.

— ¿Para qué? —reí al ver su gesto.

—Por ahora se te facilitara tener tus cosas ordenadas por lo que más te guste a lo que menos te guste —de nuevo enarcó su ceja—. Quiero decir, que pondremos tus camisas en un orden de color, tus pantalones debido a su estilo y color y por supuesto tus zapatos en línea para que lo identifiques con facilidad a la hora de que tú quieras ponerte cualquier cosa —vi un destello en sus ojos.

—Me encanta la idea —aplaudí como una niña pequeña —pero te olvidaste de algo—enarqué la ceja ahora yo.

— ¿El qué? —le dije.

—Mis calzoncillos —rodé los ojos con risa.

—Creo que eso no necesitas que vayan en un orden así que eso lo anulamos de la lista —el dejó ir una risa fresca.

—Está bien, ordenemos mi ropero —parecía dispuesto a cooperar.

Tuve que sacar primero todas su ropa para saber qué clase era primero, todo parecía diferente que sabía que en cierto sentido no sabía cómo lo ordenaría pero de algo que si llegué a relacionarlo fue desde su ropa formal hasta lo casual; las de trabajo las tuve que dejar a un lado ya que por ahora no las ocuparía pero cuando llegará su tiempo las pondría de nuevo en el ropero.

Como le dije a Leopold, la ropa se establecería por su color favorito donde también le puse un orden de estilo donde las primeras camisas serían de algodón y su orden de color sería azul, verde, naranja, roja, celeste, blanca, beige y negra; luego irán las polos del mismo orden aleatorio de color, las de manga larga serían las siguientes y así va a consistir la primera parte de la ropa, con los pantalones no se complicó mucho ya que la mayoría de ellos son del mismo estilo y textura ya que una parte de ellos son jeans, vaqueros de cintura baja y pantalones de algodón o mezclilla.

Para mientras que yo los ordenaba, miré hacia atrás y observé como Leopold intentaba poner las últimas camisas dentro de su ropero, al principio se le dificulto un poco pero con darle el orden de la ropa y mostrarle la manera en como colgarla, se fue adaptando poco a poco, por lo menos de lo que me ha comentado es que ya sintió la textura de cada camisa así que con facilidad iba a poder elegirlas.

Sus zapatos fueron al lazar ya que el menciono que simplemente si pasaba por ahora la mayor parte dentro de la habitación posiblemente ocuparía solo tennis o andaría solo con calcetines así que no importo por ahora el orden en que se ubicarían los zapatos.

Dentro del ropero saqué varías cosas que al parecer Leopold tenía oculto, así que esta vez por lo menos pensé que debería tener un mueble donde mantuviera sus accesorios como sus reloj y las corbatas para que no se le dificultara encontrarlos ya que eran varias.

Por lo menos en el tiempo en que nos llevamos arreglando su ropero no nos tardamos demasiado, así que pensé quizás en tener una comunicación con él para que nos vayamos conociendo mejor y tengamos un poco más de confianza.

—Creo que ahora no habrá necesidad que elijan por ti lo que debes de ponerte —me senté en la silla donde permanecía siempre.

—Será de una gran ayuda —podía ver su alegría reflejada en su rostro.

—Por lo menos no te negaste con el cambio —observé como hizo una mueca.

—Es raro, creo que si pudiera ver, no le hubiera permitido ni a mi madre tocar mi ropero —dejó ir una risa para mientras que él buscaba la dirección de la cama.

— ¿Necesitas ayuda? —le pregunté.

—No, quiero hacerlo por mi cuenta —me gusto escuchar eso.

Antes de comenzar a caminar, se quedó quieto para ver a los lados como buscando algo que ayudara a ubicarlo desde donde se encontraba, pero luego comenzó a moverse en dirección de la cama por si solo sin que le llegara a comentar algo; al parecer ya se estaba acoplando a la distancia y a la vez a la dirección de cada objeto que se encontraba en su habitación, por lo menos ya no necesitaba la ayuda de alguien para trasladarse de un lugar a otro, aunque por una parte, él ya había avanzado un poco con ese proceso. A pesar de ello aún seguía la duda en mi mente de cómo comenzó él a hacer eso sin que nadie se diera cuenta.

Ese gruñón es listillo, quien lo hubiera dicho.

—Oye... Tengo una pregunta para ti —puso pronto su atención en mí.

— ¿Algo con respecto a mi ceguera? —dijo como si solo esas fueran mis dudas.

—No. —Reí. —Es otra.

—Está bien, puedes hablar —agarró un cubo y empezó a jugar con él intentando armarlo con sus colores debidos.

— ¿Desde cuándo comenzaste a caminar por tu cuenta en la habitación? —preferí salir de las dudas antes de seguirme imaginando cosas que no son.

— ¿De qué hablas? —intento no demostrar su asombro ante mi pregunta.

—No me mientas, Leopold. Tú no podrías moverte libremente de esa manera en menos de una semana —parecía no escucharme pero en realidad si lo estaba haciendo —. Me has estado engañando y quiero saber desde cuándo has empezado a conocer cada cosa que se encuentra en tu habitación. —Bufó y observé como dejaba el cubo en su mesita de noche.

—No tengo idea —se sentó al borde la cama—, desde que perdí la vista no llevó muy bien contado los días. —Hizo un gesto de dolor. —Así, que no puedo darte un tiempo exacto desde que comencé a moverme por mi propia cuenta en mi habitación. —Intento recordar contando con sus dedos, pero a la sexta vez, pude ver su rostro de decepción.

—Lo lamento, solo fue por curiosidad —doble otro pantalón.

—No importa, creo que es divertido por un lado —negué al darme cuenta como trataba de no mostrar sus debilidades. —Pero puedes seguirme preguntando lo que quieras y entre ellas tus preguntas tontas. —Reí al recordar el día en que le pregunté si quería saber el clima.

—Entonces... ¿Cómo es que sabes que tienes dos años y medio desde que dejaste de ver? —vi cómo se está poniendo nervioso.

—Bueno... es estúpido decirlo pero... —tomó aire—los primeros dos meses que dejé de ver, Katrin me ayudo a poner cruces con un plumón en el calendario —quise hablar pero continuo—, al quinto mes dejé de hacerlo. Comencé a odiarme y sentí que aunque marcara los días solo recordaría lo idiota que fui en haber ocasionado el accidente y haberme quedado ciego y de que no recuperaría la vista aunque contara los días —sentí un nudo en la garganta.

Me quedé callada porque no encontraba alguna palabra para reconfortar su dolor, no era muy buena a veces para alentar o elevar el humor de una persona; en estos momentos quisiera tener el poder de hacerlo pero prefiero quedarme callada a soltar una palabra que le desagrade a Leopold y llegué a pensar que siento lastima por él y su ceguera, aunque no sea esa la razón.

—Ahora pensarás que soy un masoquista en haber hecho eso, ¿no? —curve mis labios.

—No, he visto peores cosas —respondí a sus palabras.

—Di una peor que la mía —tomé aire para formular esas palabras.

—Levantarte cada mañana con alegría pensando que será otro típico día común como los demás hasta creer que todo lo que sucedió solo fue una pesadilla y después darte contra la pared al darte cuenta de que estas viviendo la realidad —observé como él se tensó.

— ¿Sería terrible que siguiera pensando de esa manera? —reí.

—No creo Leopold —contesté—, pienso que es parte de nosotros que suframos primero para luego encontrar la felicidad.

—Sigo sin creer que una mocosa como tú permita que me dé apoyo moral y que este comenzando a cambiar mi vida para transformarla y hacer que la viva de nuevo.

Dejé ir una sonrisa para aplaudir en mente y decir que por fin lo estoyconsiguiendo. Por un lado no solo estoy cambiando a Leopold sino que también élcomienza a cambiarme aunque sea un poco de mí.    

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