Capitulo 7.
No sólo a Esperanza se llevaron consigo de vuelta a Los Ángeles. Bryan fue obligado por Emma a ir con ellos. Con la diferencia de que en lugar de llevarlo a una habitación elegante y con comodidades, él fue encerrado en la Habitación Blanca, una especie de celda tipo manicomio que no era ni oscura, ni húmeda; todo lo contrario, era más bien iluminada y cálida. Tampoco era pequeña, ésta era bastante espaciosa y grande.
La habitación Blanca llevaba aquel nombre por las características y el propósito para la cual fue construida. Se le atribuía por el color que cubría tanto sus cuatro paredes, el techo, el suelo y sus muebles, que en realidad no era más que una cama y una pequeña mesita de luz, ambas del color ya mencionado. Este cuarto se utilizaba en dos ocasiones: en primera instancia se usaba para castigar a los vampiros que rompían las reglas en la mansión Leto, y si bien la iluminación que cubría aquella habitación era artificial, estaba diseñada para que simulara ser el sol. Está en realidad no los mataba, pero les causaba una gran incomodidad y en algunos casos, los volvía locos y traumatizados. Y en segunda instancia se utilizaba con motivo de seguridad para encerrar a los vampiros que ya habían dejado de ser Condenados y habían terminado su transición.
En los primeros días de un vampiro completo, ellos son incontrolables y agresivos con una sed de sangre inaguantable y dolorosa. Así que para evitar problemas, los encerraban ahí por un par de días, incluso semanas, de modo que con el tiempo y con algo de ayuda eran capaces de controlar su irracional sed e irritante personalidad.
— Está despertando. — Dijo Emma en un susurro. Bryan comenzó a parpadear lentamente, pero apenas abrió los ojos, volvió a cerrarlos agachando la cabeza mientras gritaba de dolor, y es que la iluminada habitación simulaba la luz solar. Además, se hallaba sentado y atado en una silla en caso de que quisiera huir apenas despertara.
— Definitivamente es uno de los nuestros— dijo Shannon. — ¿De dónde lo sacaron? ¿Del callejón de los callejeros? — se burló el baterista. Pero al no haber respuesta continuó hablando en su característico tono satírico — ¿Del depósito de chatarras? Recuerdo que fue ahí donde Jared comenzó su campaña de «Hazlo o Muere»
— No — dijo Emma suspirando mientras ponía los ojos en blanco— del aeropuerto de Toronto.
— Tenemos que hacer algo. No podemos tirarlo a la calle — dijo Jared.
— Así que piensas adoptar a otra mascota ¿No te basta con tu parásito consentido? — Cuestionó Shannon — déjame adivinar, apuesto que lo viste en su fase de Condenado y permitiste que mordiera a alguien para que se convirtiera en vampiro y no muera. Es tu modo operandi, Jared, o les das de tu sangre para que sean Eternos, o sacrificas a otros humanos para salvar a otra «Vida» — hizo comilla con sus dedos. — Ahora que lo pienso, ya veo a que viene la canción Hurricance
—Ese parásito como tú dices, tiene nombre: Natalie. Y lo que yo hago, lo hago para evitar problemas — respondió Jared — además, se cómo hacer las cosas, jamás permito que un Condenado muerda hasta matar.
— Como digas, hermanito. A ver hasta cuando dura tu sentido de caridad, no vaya ser que uno de tus tantos protegidos nos meta en un real lío y me consideres el menor de tus males.
— Mientras me sigas dando problemas con tu rebeldía, tú seguirás siendo el mayor de mis males. — rebatió Jared. Shannon simplemente soltó una sínica carcajada.
— Si tú lo dices. Yo ya me voy — dijo Leto mayor cruzando la habitación hasta la salida. Enseguida se asomó por la puerta con una sonrisa pícara — Por cierto, Jared. Tu nueva adquisición humana acaba de huir, pero como estas tan ocupado con ese chico salvando su existencia, ni cuenta te has dado. Creo que está perdída por el jardín; toma mi consejo y ve por ella antes de que yo la encuentre primero — diciendo eso, Shannon guiñó un ojo y desapareció.
A Jared se le endureció el semblante, él estaba seguro que había dejado a Esperanza encerrada en su habitación. En ese entonces pensó que quizás Shannon la liberó de alguna forma para provocarlo, pero prefirió asegurarse y en su mente, la vio salir de la habitación desde el balcón y es que cerca de esa ventana, se hallaba un árbol que era muy simple de trepar.
— Encárgate de él — dijo Jared a Emma antes de salir en la búsqueda de su fugitiva. Por un momento se sintió tonto por no haber asegurado las ventanas del balcón, también creyó que hubiese sido mejor haber encerrado a Esperanza junto a Bryan, de ese modo, no tendría escapatoria. Se preguntó cómo fue que Shannon lo supo si estuvo ahí todo ese tiempo. Pero claro, la respuesta era obvia, tanto el balcón de Esperanza, como la ventana de La habitación Blanca, estaban orientados en la misma dirección y Shannon estaba apoyado justo en la pared de ese lado, seguramente la vio salir por el balcón y subirse al árbol.
Jared se propuso así mismo que cuando la atrapara la dejaría en La habitación Blanca, después de todo, según el cantante, ella tampoco era tan humana como parecía y ante las dudas prefería asegurarse de que ella no sería un peligro latente par los demás.
Esperanza se preguntaba porque entre tantas mujeres en el mundo, ella era justo la escogida para ser secuestrada y prisionera por una famosa estrella de rock con cierto aire de elegancia de la época victoriana, pero con extravagantes atuendos que pertenecían al actual siglo XXI. Pensó que quizás eran cosas de famosos el hecho de actuar y vestirse de esa forma. Admitía que aquello era un pensamiento algo tonto, pero por otro lado creía que esa posibilidad era válida pues nunca se sabía lo locos y excéntricos que pudieran ser «los monstruos de Hollywood » como ella y Ramiro, de forma irónica solían decirle a los famosos.
Personalmente, ella pensaba que Jared era un engreído, después de todo no se portó muy bien aquella noche en El Antro. Recordó con tristeza, que Ramiro se fue totalmente molesto y decepcionado al ver que su gran ídolo no era más que un idiota cuya fama se le subía a la cabeza. Y luego estaba lo extraños acontecimientos del aeropuerto de Toronto. Sí, definitivamente ese hombre era muy extraño y era mejor alejarse de él.
Ella no sabía cuáles eran las intenciones de Jared al llevarla contra su voluntad a su mansión, y aunque al comienzo se sintió asustada, Esperanza llegó a un momento en el que se calmó; se llenó de valentía y decidió salir de esa lujosa y elegante habitación que tenia por prisión. No le importaba como, sólo tenía que irse de ese lugar sea como sea. Después de todo al parecer el cantante no la secuestró para hacerle daño en realidad, pero eso no le daba derecho a privar de libertad a quien se le antojaba.
La mansión era antigua construida con grandes pilares y cúpulas como techo, pero por dentro estaba decorada con un estilo más moderno o al menos, esa era la impresión que tenía Esperanza de esa casa, pues hasta en ese momento, sólo conocía la habitación en donde se encontraba cautiva. No obstante, los jardines exteriores estaban todos decorados con fuentes, estatuas y un gran cenador. Por supuesto también habían flores, árboles y ligustrinas cuidadosamente podados en formas de figuras tanto humanas como animales.
Al saltar del árbol, rápidamente corrió hacia unas largas y toscas escaleras de piedras sin barandales que descendían hasta un enorme jardín (uno de los tantos jardines.) Se preguntaba que parte del exterior era ese, no estaba segura si se hallaba en el patio trasero o el delantero. La luminaria nocturna de los faroles no le indicaba ninguna salida y tampoco encontraba algún sendero que le indicara para donde dirigirse. Pero desde la ventana de la habitación y mientras trepaba el árbol; pudo divisar perfectamente el techo de un cenador que se hallaba bastante lejos, podía jurar que era el centro de atención de todo ese lugar pues este estaba rodeado de grandes rosales y ligustrinas como si el cenador fuese lo más importante ahí.
Al llegar al último peldaño, se encontró frente a frente con una gran y alta muralla con una puerta de madera color crudo. La muralla, se extendía por todo el ancho del jardín, dejando apenas un pequeño espacio entre las escaleras de piedra por donde la chica momentos antes estaba corriendo y la pared misma. Ésta última estaba cubierta por una gran cantidad de altos rosales que se alzaban por toda la estructura cual enredadera, plantados y empotrados contra la muralla uno al lado del otro, como columnas de tallos verdes y espinados que a pesar de haber una gran cantidad de vegetación, en algunos sectores se lograba ver perfectamente el material solido de la muralla: se trataba de granito.
Esperanza calculaba al menos un millón de rosas, rojas y blancas. Todas grandes y florecidas despidiendo una agradable fragancia que luego de un rato, se instaló en las fosas nasales de Esperanza haciendo que el olor a rosas ya fuese un aroma desagradable, pues era el único olor que sentía, como si éste se impregnara incluso en el oxigeno que ella intentaba respirar.
Al ver solamente la muralla florida, Esperanza se preguntaba que había de tras de esa puerta y donde rayos se encontraba el cenador realmente, éste había desaparecido tras la muralla de rosales, pero ella estaba segura que no podría estar tan lejos ¿o sí? Pensó que quizás sólo desde la ventana o desde el árbol, aquella estructura victoriana era visible y cercana, pero realmente estaba fuera de alcance.
Al parecer la puerta era el único acceso a una real escapatoria, puesto que ese era todo el camino que podía recorrer y sabía que tarde o temprano, Jared o alguien más podría ir por ella y volverla a encerrar.
Se acercó a la puerta, el pomo de ésta era redondo, de aspecto antiguo. Destellaba como un gran y solido diamante, lo tomó para intentar abrirlo, pero no lo logró, «Obvio » Pensó frustrada.
La cerradura de la llave que abría aquel acceso misterioso, era de esas clásicas y antiguas en forma redonda. Esperanza suspiró profundamente mientras cerraba los ojos con resignación, se dio media vuelta y derrotada apoyó su espalda contra la puerta dejando caer todo su peso en ella mientras iba cayendo lentamente hasta quedar sentada. En ese instante, escuchó un chasquido, seguido por un pequeño movimiento que le hizo perder el equilibro hasta caer de espalda sobre el césped recién cortado. Para su sorpresa, la puerta estaba abierta. Esperanza no estaba segura si fue ella quien la empujó cuando cargó su cuerpo sobre ésta o alguien la abrió por dentro. El caso era, que ya tenía una posibilidad más para escapar de ese lugar, o eso creyó hasta que descubrió que era lo que se escondía de tras de esa gran y cursi muralla abarrotada de flores.
Las rosas, no sólo cubrían la gran muralla, en su conjunto, este ejercito de rosales armados de espinas, formaba una especie de laberinto que abarcaba unas tres estarías del recinto. Y es que al parecer, el sitio era mucho más grande de lo que parecía
La derrota y confusión aumentaba mas en Esperanza, sentía que ni siquiera su nombre tenía sentido en aquel momento; quería llegar a la cerca principal pero el laberinto de rosas rojas y blancas era tan alto e intenso, que no sabía donde terminaba ni que profundo podía ser, en especial a esa hora de la noche cuando la iluminación sólo era la luna y unos cuantos faroles con una tenue luz amarillenta. De lo único que estaba segura, era que no tenía posibilidad de rodearlo. Si quería llegar al final del laberinto y posiblemente encontrar la cerca principal o alguna salida (quizás otra puerta parecida a la primera) que le diera la libertad que tanto añoraba, tenía que ser adentrándose a la oscuridad de éste. No había más opciones, era eso, o volver por las escaleras y trepar el árbol para entrar nuevamente a la habitación rindiéndose ante la voluntad de su captor. Pero, aunque sus opciones eran limitadas, tenía muy claro lo que debía hacer.
Cerró los ojos y respirando profundamente, como si estuviese a punto de sumergirse en una piscina, ella dio el primer paso para cruzar aquella puerta. Caminó unos metros hasta llegar a una esquina, tenía dos caminos a elegir: derecha o izquierda; se quedó varios minutos pensando en las opciones, después de todo sólo tenía dos caminos para elegir y una oportunidad para encontrar la salida correcta. Sentía que las cosas se complicaban cada vez más y para el colmo, tenía un leve presentimiento de que ya casi no tenía tiempo.
De pronto, el crujir de ramas secas se oyó a su espalda. Era demasiado tarde, ya la habían descubierto, pero el pánico la hizo reaccionar de manera impulsiva y simplemente corrió hacia donde sus pies la llevaran sin previa meditación, simplemente dobló hasta la izquierda un largo tramo hasta llegar al final. Gran error, el camino izquierdo la condujo a un callejón sin salida. La única forma para continuar el recorrido por el laberinto era retrocediendo. Volteó sobre sus talones y supo con seguridad que nadie estaba ahí.
«Tal vez fue sólo un animal, quizás el viento» se dijo mentalmente para convencerse de ello. Comenzó a caminar de vuelta al punto de partida con lentitud, temerosa de que realmente estuviese alguien por ahí asechándola le causó escalofríos, se abrazó así misma por los hombros, notó por un momento que su piel se erizaba y comenzó a temblar al punto de que sus dientes castañearon. Tragó saliva, enseguida se llevó una mano a la boca para amortiguar un poco el sonido tanto de sus dientes, como el de su acelerada respiración y continuó su sigilosa caminata.
Nuevamente se hallaba parada en medio de las dos opciones pero esta vez, sin dudas se fue por el camino derecho. Contenta por la selección, está vez descubrió que al final del camino solamente podía doblar en una dirección llevándola por un largo pasillo en cuya esquina también tenía sólo un camino a escoger: derecha, luego izquierda y nuevamente a la derecha «Vaya, este laberinto es fácil de recorrer» pensó para sus adentros mientras doblaba una vez más a la izquierda; no obstante, muy pronto descubrió que se había emocionado antes de tiempo al ver que a unos pasos frente a ella, una silueta humana se veía en claro oscuro. Su rostro estaba ensombrecido, pero de la cintura a los pies, pudo distinguir que se trataba de un hombre que comenzaba a caminar hacia ella a una velocidad lenta y peligrosamente como un depredador felino. Con lentitud, Esperanza dio tres pasos hacia atrás dejando de respirar y sin apartar la mirada de aquella misteriosa figura humana, luego con velocidad dio media vuelta dispuesta a salir corriendo, pero aquel hombre la tomó por sorpresa cuando descubrió que ya no se encontraba donde lo había visto momentos antes, él estaba parado a unos centímetros suyo como si siempre hubiese estado a su lado; se preguntó como hizo para moverse tan rápido.
Retrocedió nuevamente, esta vez un poco más rápido, dio media vuelta y corrió hacia la derecha donde se topó frente a frente con un callejón sin salida. Fue de ese modo, que se dio cuenta que, el patrón de derecha e izquierda, no se cumplía en todo el laberinto. Esperanza intentó regresar, pero aquella figura humana que la asechaba, bloqueó su camino, de hecho al toparse con él, ella casi perdió el equilibro al sentir aquel impacto. Retrocedió una vez más, pero esta vez no tenía tanto espacio para dar media vuelta; su espalda chocó con los tallos de los espinados rosales y ella gritó de dolor. Sentía el agudo pinchazos de mil agujas que atravesaban su ropa y luego su piel.
— ¿Pero qué tenemos aquí? — Dijo Jared por fin dejándose ver con las manos en los bolsillos de su chaqueta Gucci azul eléctrico — María, hiciste mal en haber huido — comentó él acercándose a Esperanza. Ella deseaba moverse, pero cada vez que lo hacía, las espinas penetraban aun más profundo y por si fuera poco, cada tallo de rosa, era como si cobraran vida propia y se enredaban y se enroscaban por todo el cuerpo de la chica. Ella sintió como las ramas rodeaban sus brazos cual serpientes, pero en lugar de sentir la sensación de haber tenido contacto con escamas, eran espinas que atravesaban y agujereaba insistentemente cada centímetro de su piel. El dolor y el miedo era tal, que Esperanza deseó morir en aquel momento.
— Mientras más te muevas, mas atrapada estarás. No luches contra el laberinto, creerá que eres una amenaza — dijo Jared con toda naturalidad
Tranquilamente, Jared cortó cada liana espinada como si nada, liberando a la chica, quien ya estaba profundamente herida, enseguida, ella se dejó caer de manera débil, y Jared la recibió en sus brazos como la damisela en peligro que necesitaba ayuda, una damisela que no quería ser rescatada. Sólo sentía sueño, estaba cansada, adolorida y su sangre corría a lo largo de sus brazos cayendo en gotas en la punta de sus dedos.
— ¿Quien es ella? — Preguntó Natalie mirando desde la ventana de su habitación. Ella sabía que él estaba ahí una vez más, intentando de algún modo atormentarla. Pero el interés de la Eterno por saber quién era aquella extraña, que había estado observando toda la noche desde que la vio entrar al laberinto; siendo perseguida como un ratón huyendo de un gato, y que en aquel momento se encontraba en los brazos de Jared saliendo del frondoso laberinto, le resultaba mucho más llamativo que el hecho que Shannon como de costumbre, estaba dentro de su dormitorio sin su permiso con las claras intenciones de torturarla psicológicamente de alguna forma.
—No lo sé, según supe, su nombre es María — respondió Shannon de tras de ella
— ¿Y qué hace aquí? — quiso saber la Eterno.
— Quien sabe... Jared la conoció hace algunas noches atrás en El Antro. La trajo hasta aquí desde Canadá esta tarde— respondió él con una pequeña sonrisa al ver en el reflejo de la ventana el consternado rostro de Natalie. Entonces supo de inmediato, que presenciar como Natalie se mostraba un tanto alterada al ver a Jared con una chica nueva entre sus brazos, sería tortura suficiente esa noche y él lo disfrutaba segundo a segundo.
— ¿Es humana? — quiso saber Natalie
—Tal vez. Al parecer, Jared la quiere trasformar... ya sabes, para que sea su eterna compañera ¿o eso eras tú? Hm. No, verdad, tú sólo eres una de sus tantas protegidas, la más pequeña y frágil de todas. Como sea, al parecer mi hermano tiene una extraña fascinación por esa chica, no ha podido apartarse de ella desde que la vio con sus poderes mentales... hace diez años, hasta que te vio a ti y ocupaste su lugar por un tiempo.
— ¿Me estás diciendo que yo sólo soy un parche? ¿Que yo he estado aquí para llenar un hueco vacío en su mente? — cuestionó la chica subiendo un poco la voz cargada de angustia
— Tú lo dijiste, linda... no yo — repuso Shannon en un tono cizañero
— ¿Pero, Qué va ser de mí ahora? Jared no me puede hacer esto. No... Él no sería capaz — repuso la Eterno casi en un susurro.
— Oh, vamos princesa. Sé realista, mi hermano nunca te verá como amante. Pera él siempre serás su parásito consentido... Pero no te preocupes, él no te abandonará, después de todo ustedes dos están unidos por esa enfermiza relación simbiótica desde que te salvó de la muerte— Natalie sollozó sin apartar la mirada de la ventana. —Míralo de este modo, Jared es consciente de que tú sin él no puedes vivir... pero él puede vivir sin ti. Es sólo que hay necesidades que los hombres tenemos que satisfacer, incluso si somos vampiros... y si bien esa chica se ve mayor que tú, cronológicamente, es mucho más joven. Jared nunca se fijará en ti, preciosa. Porque física y emocionalmente tú eres sólo una pequeña de dieciséis años aunque tengas veinticinco.
— Así que... ¿esta es mi vida inmortal? ¿Quedar estancada en el cuerpo de una adolescente de por vida? — se lamentó Natalie
— Técnicamente no, porque envejeces un año por décadas. Sé positiva, quizás en sesentaicinco años más. Jared se fije en ti. Cuando parezcas una joven de veinte. — se burló Shannon.
— ¿Qué haces en mi habitación? — preguntó de manera cortante y repentina Natalie, reaccionando de pronto mientras sentía como las lagrimas corrían por sus mejillas a pesar de que su voz era firme y seria. Shannon sonrió pues gracias a su poder de empatía, pudo sentir lo afectada que ella estaba.
— Oh, disculpa. Creí que te vendría bien algo de compañía en estos momentos tan críticos ¿preferirías que me vaya? — le preguntó el baterista en un tono sínico.
— Sí — dijo ella — quiero estar sola
— Bien... — le susurró él en el oído a la pobre Eterno — tal vez así te acostumbres a la idea. — enseguida se enderezó — buenas noches, princesa — añadió en un tono alegre y jovial antes de salir de la habitación.
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