Capitulo 24.


Se dejó caer sobre su cama boca abajo, sus lágrimas no paraban de correr y su llanto era ahogado por la almohada, reflejo claro de su corazón roto. Se sentía traicionada. Esa noche, Natalie lloró tanto, que terminó quedándose dormida sobre las cobijas de su cama.

Pero una hora más tarde, Jared entró a la habitación, para ofrecerle de su sangre a la chica Eterno como era costumbre.

— Despierta, cariño es hora de cenar — susurró él con ternura mientras se sentaba a los pies de la cama.

— No tengo hambre — dijo ella un tanto molesta, por lo que Jared creyó que sólo estaba de mal humor por haberla despertado. — No me siento bien, esta noche no quiero alimentarme.

— Y es por eso, que debes hacerlo, la sangre te hará sentir mejor.

Natalie, de malas ganas aceptó, porque aunque ella lo negaba, sí quería beber sangre de las venas de Jared. Él, como siempre se hizo una tajada en su muñeca, y tras terminar de beber, Natalie se alejó del vampiro volviendo a recostarse sobre la almohada. Jared, se puso de pie y luego se dirigió a la salida.

— ¿Por qué, Jared? — sollozó ella en una voz casi infantil, voz propia de ella cuando se siente acongojada. El vampiro se detuvo frente a la puerta sosteniendo el pomo de ésta.

— ¿Qué? — preguntó él con suavidad al voltear hacia ella.

— ¿Por qué a ella?, ¿Que tiene esa chica que no tenga yo?

Al comienzo, Jared no entendió lo que Natalie quería decir, pero entonces notó en los brazos de la Eterno cierto rasmillones, marcas características, que le recordaban a Jared que Natalie tenía la costumbre de trepar por el árbol para dirigirse al jardín durante las tarde, y volver a casa durante las noches. En conclusión, el vampiro supo, que Natalie vio como él y Esperanza se besaban.

Miró a Natalie con una mezcla entre lastima y cariño, enseguida, se inclinó sobre ella, y con lentitud depositó un suave beso sobre la frente de la chica.

— Buenas noches, pequeña — dijo él — es hora de dormir.

La luna menguante brillaba con gran fuerza, las estrellas se mezclaban con las luces artificiales de la ciudad, y los grillos cantaban en la oscuridad. En tanto, los rosales que componían el laberinto, se inclinaban ante ella como si fuese una reina soberana a la que debían reverenciar cada vez que Natalie pasaba ante ellas.

A lo lejos, luces de linternas se encendían y apagaba como si de clave morse se tratara. Natalie sonrió y en seguida corrió al lugar de donde provenían esas señales. Y ahí estaba Lily, esperándola como era costumbre. Desde esa inusual noche en la quela cazadora apareció por primera vez en la ventana abierta de la chica Eterno.

— Por fin llegas, cariño. — Dijo Lily — creí que me dejarías plantada, y no sabes cuánto me costó llegar hasta aquí sin que estas endemoniadas rosas me clavaran sus espinas.

— Lo siento — respondió Natalie poniendo un gesto de dolor — Jared y sus súbitos no se iban nunca al club. Pero ya están lejos de aquí. De seguro no volverán hasta la madrugada.

— Está bien, te perdono — dijo Lily sonriéndole de lado... y ¿vamos al cenador o prefieres otro lugar?

— Podríamos dar un paseo por este laberinto — sugirió Natalie.

— ¿Qué?, ¿estás loca? — respondió Lily denotando temor en su voz

— Tranquila. Lo conozco como la palma de mi mano, y mientras estés junto a mí, nada te pasará, sólo no te alejes de mi lado.

— Está bien. — aceptó la cazadora comenzando a caminar. — Y por cierto...— añadió cuando se detuvo frente a Natalie— alejarme de ti es lo último que quiero. — Aquel comentario tan inesperado, dejó a La Eterno bastante confundida, preguntándose para sus adentros ¿Que habrá querido decir Lily?

Esa noche, estuvieron caminando por el laberinto probablemente por una hora, mientras se jugaban bromas y se escondían una de la otra como un par de niñas pequeñas. Natalie, siempre lograba descubrir a Lily, pues la chica Eterno utilizaba su don vampírico a su favor.

Luego, ambas se detuvieron y se sentaron en un banco de jardín, el cual se hallaba justo en la mitad del lugar, donde la luna y las estrellas resplandecían con mucha fuerza opacando las artificiales luces de la ciudad.

— Que lindo brazalete — observó Natalie. Lily lo miró de reojos y luego lo acarició con su otra mano

— Gracias. — Respondió en un tono indiferente — Es un obsequio. Mi madre dice que cosas como estas no debo quitármela nunca, ni siquiera para bañarme

— ¿Cosas como qué? — preguntó Natalie.

— Las clases de cosas que te obsequian desde que naces

— ¿Lo tienes desde hace mucho tiempo?— quiso saber La Eterno en un tono de curiosidad.

— Desde que tengo memoria. Sinceramente, no entiendo cómo es que no se me ha incrustado en la piel

— ¿Es una herencia familiar? — preguntó Natalie.

— No. Es un talismán — dijo Lily — mi madre me explicó que me protege de la magia.

— ¿Magia?, ¿Qué tipo de magia? — cuestionó Natalie. — Digo... si se puede saber, claro está.

Lily volteó a verla con cierta seriedad, pero luego le sonrió. — Tranquila. — Respondió finalmente soltando una pequeña sonrisa — supongo que es normal que una chica como tú, aislada por tanto tiempo, no sepas algunas cosas.

— Esta mansión está repleta de hechiceros y vampiros. Así que...— quiso aclarar Natalie.

— Lose, lo se... — interrumpió Lily hablando por encima de la últimas palabras de Natalie —, lo siento. No quise ofenderte ni tratarte de ignorante ni nada parecido. — Luego soltó un suspiro antes de continuar—. El punto es, que... bueno, supongo que los cazadores debemos lidiar con distintos tipos de magia a la hora de enfrentarnos a un posible enemigo. — finalizó encogiéndose de hombros.

— Wow. — Susurró Natalie con admiración— ¿Sabes, Lily? Sigo creyendo que tu vida es mucho más fascinante que la mía. Es decir, recién tienes dieciocho años y ya tienes una vida intensa como cazadora.

— Bueno. Entreno intensamente con mi familia si a eso te refieres — dijo entre risas. Natalie la imitó, no obstante luego de eso se hizo un breve silencio. Enseguida, ambas se miraron a los ojos, pero Natalie decidió romper ese extraño contacto visual.

— A lo que realmente quiero llegar es... que me alegra que hayas entrado a mi vida, Lily. Eres casi caída del cielo. Por mucho tiempo, yo era feliz aquí. Jared me hacia feliz, pero al final siempre estaba sola. Y desde que trajo a... esa tal Esperanza Snow a esta casa... las únicas veces que veo a Jared, es cuando me da de su sangre. A veces, ni siquiera me da de su sangre, no directamente. En muchas ocasiones, envía a su asistente para que me de sangre embotellada, pero no es lo mismo — añadió sacudiendo la cabeza ligeramente — no es lo mismo. La soledad sigue ahí. Es por eso que me alegra tenerte — dijo mirando a la cazadora con una dulce sonrisa — eres la primera amiga que he tenido desde que entré a este mundo.

— Y créeme, que yo jamás te dejaré sola — respondió Lily acercándose un poco más a ella para rodearla por el hombro.

— Gracias— respondió la eterno volviendo su rostro hacia la Cazadora,

en ese instante, un breve silencio se volvió apoderar del momento.

— Realmente pienso que eres muy bonita— murmuró Lily, aún abrazando a Natalie del hombro, mientras sus rostros estaban a centímetros uno del otro. De pronto Lily acarició suavemente el rostro de Natalie desde la sien hasta el mentón. Natalie dándose cuenta de la situación comenzó a temblar ligeramente, por lo que, nerviosa, optó apartarse lentamente de Lily, y fijar su mirada al suelo

— Disculpa— se dijeron ambas al unísono. Lily se disculpó porque sintió vergüenza de lo que quiso hacer, y Natalie lo hizo porque no supo reaccionar ante esa situación, temiendo haber ofendido a la cazadora ante ese comportamiento evidentemente evasivo

— Descuida, aún somos amigas— dijo Natalie para dejarle claro a Lily que nada había cambiado y que entendía que aquello sólo era un mal entendido.

— Bien me alegra saberlo— respondió Lily — supongo... supongo que yo no soy de tu tipo — añadió soltando una leve risita.

— No. Supongo que no. — Reafirmó Natalie... — además, mi corazón está ocupado.

— Jared, ¿No? — dijo Lily. Obteniendo por respuesta únicamente un suave asentimiento con la cabeza por parte de Natalie. — Pues, él tiene suerte de tenerte.

— Él lo es todo para mí.

A pesar de aquel incomodo momento, aquella cita duró horas, pero se entre tuvieron tanto, que incluso perdieron la noción del tiempo. Se despidieron finalmente a eso de las 2:50 AM, Lily se fue con prisa esperando qué sus padres no notaran su prolongada ausencia, y Natalie regresó a su habitación con toda calma y tranquilidad creyendo que no se metería en problemas por haberse acostado tarde.

Era ya las tres de la madrugada, y Natalie estaba trepando por el árbol que daba al ventanal de su habitación, enseguida llegó hasta su balcón y al abrir el ventanal para entrar, súbitamente la luz de su habitación se encendió. Siendo de ese modo sorprendida por Jared, quién al parecer la estaba esperando.

El rostro del vampiro era entre preocupación y enfado. Estaba sentado en la orilla de la cama, con los brazos cruzados, una pierna sobre su rodilla, la cual agitaba continuamente con rapidez, y una expreción facial que denotaba qué tan molesto estaba, cual padre que sorprende a un hijo cuando éste llega a las tres de la madrugada a casa sin avisar ni dar ninguna señal de vida

— ¿Dónde estuviste? — cuestionó él en un tono cortante

— Caminando.

— ¿Donde exactamente? — volvió a cuestionar Jared

— En el laberinto ¿Dónde más iba ser? Yo nunca salgo de esta casa.

— ¿Y por qué hasta a esta hora?

—No sabía que tenía un límite — replicó ella quitándole importancia... o toque de queda

— Me tenías preocupado Natalie. Tú nunca estás afuera a esta hora. A esta hora tú me estás esperando para alimentarte.

— Bueno, cambié de rutina — dijo ella soltando una sonrisa nerviosa. — Además, no estaba sola — Al decir eso se le escapó una pequeña sonrisa involuntaria.

— Ah, ¿sí? ¿Y con quién? — cuestionó Jared.

— Con Stevie. — Dijo ella rápidamente al darse cuenta qué torpemente, se habia delatado así misma. — Él no quería estar solo esta noche, cosas de licántropos, estaba algo nervioso.

— Buena respuesta — replicó el vampiro con una sonrisa sarcástica —, hasta te lo creería... si no fuera porque hoy no es luna llena. Y ahora te pregunto de nuevo, Natalie... ¿con quién estuviste?

— ¿Que tiene de malo que esté acompañada, Jared? — Quiso saber ella —, tú lo estás todo el tiempo.

— Es simple curiosidad. — Dijo Jared encogiendo sus hombros — Después de todo, siempre te estas quejando de que te dejo sola y encerrada en esta casa. ¿Quién te hace compañía, Natalie? ¿Es acaso alguien del servicio? — Ella no dijo nada — ¿Alguien del Refugio? ¿Es Esperanza?

En ese momento, la Eterno levantó la mirada y vio a Jared como si quisiera fulminarlo con los ojos.

— ¡Claro que no, ella siempre está contigo! ¡O mejor dicho, tú estás siempre con ella, porque a mi, ya ni siquiera me prestas atención, más que para darme de tu sangre!

— Entonces, es alguien que entra a nuestro territorio sin autorización. — dijo Jared en un tono meditativo ignorando el comentario de Natalie.

— ¿Por qué quieres saber con quién estoy? No lo entiendo

— Sólo quiero protegerte. Sabes muy bien que no debes ser vista por cualquiera, en especial en tu condición física. — respondió Jared en un tono de advertencia.

— ¡No es justo!¿¡Pero por qué nunca puedo hacer lo que quiero!? — Reclamó Natalie dando un fuerte pisotón en el suelo — ¡hasta los sirvientes tienen mejores beneficios que yo! — añadió refiriéndose implícitamente a Esperanza y a Emma.

— Estás siendo injusta — respondió Jared — te he consentido en todo ¿Que mas pretendes de mí? — Natalie gruñó de frustración, mientras le daba la espalda a Jared girando sobre los talones rápidamente— ¡No me des la espalda, jovencita!, Te hice una pregunta ¿ qué pretendes!

— ¡Tú lo sabes! — respondió ella. — ¡Sabes que yo quiero más que sólo tu sangre!

La Eterno desesperada comenzó a caminar de un lado a otro, mientras respiraba agitadamente, características propias de ella cuando Natalie comenzaba a crear un drama ante una discusión entre Jared y ella. Él tratando de mantener la calma y la paciencia, desvió la mirada por unos segundos para soltar un fuerte resoplido. Luego, caminó hacia ella lentamente, la sostuvo del rostro, enseguida el vampiro bruscamente, le plantó un sorpresivo pero corto beso tosco que en segundos fue suavizando. Reaccionando ella lo apartó de un solo empujón, no sabía qué decir, estaba petrificada. Ella se alejó de Jared dando un paso atrás, y con los ojos abiertos de par en par lo miró a él.

A juzgar por su reacción, Jared supo de inmediato que a ella eso no le gustó. Él sonrió al darse cuenta que había cumplido con su objetivo.

Natalie respiró hondo, volvió a darle la espalda a Jared, y mientras ella llevaba una de sus manos a los labios, con el otro brazo libre se abrazaba a sí misma como buscando protección de algo o alguien. Sus lágrimas amenazaban con salir pero no era un llanto de alegría de eso ella estaba segura. — ¿Estás bien? — preguntó Jared posando su mano en el hombro de Natalie, pero como respuesta inmediata, la Eterno simplemente salió huyendo de la habitación por la puerta.

Conociéndola bien, Jared sabía donde se dirigía, por lo que, esperó unos minutos antes de ir por la chica Eterno. Luego, momentos más tarde, se hallaba caminando por el laberinto, donde horas antes, Natalie y Lily estaban sentadas, mientras charlaban. Pero al no verla ahí, Jared supo que Natalie, se encontraba en su segundo lugar favorito dentro de ese laberinto; el cenador.

Al principio, Jared la observó de lejos, pensando que quizás necesitaba un tiempo más asolas. La estuvo observando por varios minutos desde donde él se hallaba parado; Natalie no dejaba de llorar y aunque él estaba bastante lejos la agudeza de su audición vampírica, lograban que pudiese escuchar los sollozos de la chica Eterno como si ella estuviese realmente junto a él.

Finalmente, cuando ella logró calmarse, él decidió caminar al encuentro de Natalie. Sus pasos eran lentos, como si realmente quisiera tomarse su tiempo para llegar hasta ahí. Su mirada gacha, y sus manos guardadas en los bolcillos de su pantalón, lo hacían parecer a un hombre que debía decirle una mala noticia a su familia.

Cuando llegó junto a ella, se paró a su lado, y tal como lo hizo Natalie, guardó silencio, mientras se apoyaba en el barandal del cenador para mirar las estrellas.

— ¿Te gustó?, Dime ¿Que sentiste? — preguntó Jared en un tono enigmático. Pero, en lugar de una respuesta, sólo hubo un largo y pesado silencio. — Eso creí — añadió sonriendo. Entonces, Natalie de pronto se sintió asustada. Realmente ella esperaba ese momento desde hacía mucho tiempo. Siempre imaginó que cuando eso sucediera, sentiría fuegos artificiales explotando en su interior, pero no fue lo que pasó. En su lugar, sólo obtuvo un gran vacío.

— No lo entiendo... —murmuró ella casi sin timbre en su voz— no lo entiendo...— repitió al tiempo que negaba con la cabeza.

— Es simple, cariño — dijo Jared — Tú no me amas de la manera que crees amarme

— No, yo sé lo que siento —dijo ella negándose a creer las palabras del vampiro — yo... — volteó a verlo — yo no puedo estar sin ti

— Eso lo sé — dijo él sonriendo le.

— De seguro fue porque me tomaste por sorpresa... y estábamos discutiendo. Jared, yo te amo... y no como una hija ama a su padre. Yo... — No supo que mas decir, desesperada por tratar de convencer al vampiro y convencerse así misma de sus sentimientos, pero no encontraba las palabras correcta para ello.

Jared sin decir nada, tomó su rostro, esta vez con suavidad y ternura, le acarició la mejilla con los pulgares de ambas manos para borrarle las lagrimas a su pequeña princesa, y finalmente depositar un suave y paternal beso sobre la frente de la chica Eterno.

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