Capitulo 20.


Tras pasar unas tres horas eligiendo tenidas, calzados y accesorios con las que Esperanza se pudiera sentir más cómoda, Jared le propuso pasar la noche en El Antro.

— ¿Toda la noche? — preguntó ella un tanto tímida.

— Es que se me abrió el apetito. — dijo el vampiro mostrando una pequeña sonrisa.

— Ah, entiendo. — respondió Esperanza en un tono cortante. Nerviosa, recordó la primera vez que ella y su amigo Ramiro vieron a un vampiro alimentarse y aquello le causó escalofríos. En especial, porque el vampiro en cuestión era Shannon, quien en esa ocasión había dejado a su víctima totalmente inconsciente y él actuando como si no hubiese pasado nada e incluso, teniendo la frialdad de decir chistes al respecto.

— Pero no tienes que ver cómo me alimento. — Añadió Jared rápidamente. —Se que eso te incomodaría. Mientras tanto puedes ir al bar abierto de la primera sección, o si lo prefieres puedes quedarte conversando con otros chicos en la sección VIP. Pero si estás cansada podemos reservar una habitación.

La idea de estar rodeada de tantos famosos mirándola como si fuese una rara atracción, tampoco le entusiasmaba. Además, tenía claro que muchas de esas celebridades, de seguro eran vampiros hambrientos que la observarían como si de un pedazo de "pizza vegana" se tratase.

— Sí, una habitación está bien; la verdad es, que estoy cansada. — respondió ella. — y además, también tengo hambre.

Durante todo el viaje hasta el club, ninguno de los dos emitió una sola palabra. La única voz que se escuchaba de fondo, era la desgarrada y gutural voz de Chester Bennington entonando Crawling en el celular de Jared, en un volumen que sólo funcionaba como música ambiental.

Esperanza se preguntaba porque él estaba tan cerio y callado, por un momento pensó que se debía al hecho de que él tenía que concentrarse más de lo habitual al conducir a causa de su extraño padecimiento visual, que sólo se curaba durante las noche. Pero, media hora después, Jared detuvo su jeep azul estilo Hot Wheels en un aparcamiento privado qué Esperanza no había visto antes.

Al detener su vehículo, Jared fijó su mirada en el parabrisas y aferró ambas manos al manubrio sin moverse un solo milímetro. Esperanza se lo quedó mirando, preguntándose qué sucedía.

— ¿Qué pasa? — quiso saber ella.

— Tenemos que hablar — respondió él, luego de unos segundos de silencio.

— ¿Sobre qué? — preguntó la chica un tanto preocupada por el tono de voz que Jared implementó al formular su respuesta.

— Sobre todo. — hizo una pausa. — y me refiero literalmente a todo. Sobre tu llegada aquí, sobre nuestra relación. Pero lo más importante, sobre quien eres en realidad.

— Creí que eso ya me lo había dicho.

— No exactamente. — Admitió Jared.

— ¿A qué se refiere? No le entiendo. — expresó ella poniéndose nerviosa. Jared finalmente la miró y tras dedicarle una sonrisa, él negó con la cabeza.

— Mejor entremos, acomodémonos, comamos algo... ya habrá tiempo para decirte más al respecto, — finalizó saliendo del coche y dejando a la Destinada absolutamente desconcertada por aquel cambio de actitud tan repentino.

Entraron al vestíbulo, y en recepción se encontraba una chica alta, joven y tan delgada como una modelo de pasarela. Su piel era trigueña, pero bastante pálida, como si no hubiese comido en todo el día. Ella estaba de espalda a los recién llegados ordenando los anaqueles donde se guardaban las tarjetas llaves.

— Creí que no había recepción en este lugar. — dijo Esperanza en un murmullo.

— No lo había, esto es reciente, sin embargo, la idea la dio tu amigo sin querer, la primera vez que entrar al club.— explicó Jared— Tardamos un rato en encontrar a alguien, pero Shannon se consiguió a la chica, y en una semana, ya teñíamos un lugar parecido a un hotel con recepción incluida.

— Ah, ahora entiendo — replicó en un susurro la Destinada segundos antes de acercarse al mesón.— Buenas noches. — Saludó Esperanza, pero la chica continuó con su labor sin siquiera saludar de vuelta — disculpe, señorita...

— La campanilla está sobre el mesón, tóquela y espere.

Al escuchar eso, Jared carraspeó y de inmediato la recepcionista volteó. En ese instante, Esperanza pudo notar unos manchones color malva bajo sus ojos. Lo que probablemente significaba que tampoco dormía mucho.

La mujer, al ver al cantante, rápidamente se ubicó detrás del mostrador. No obstante, al ver a Esperanza alzó una ceja en señal despectiva y desprecio. Pero cuando Jared, quien rodeó a la Destinada por el hombro, su rostro cambió al ver la mirada de escarmiento que él le dedicó a la recepcionista.

— Buenas noches, Celeste. — saludó Jared en un tono cerio.

— Buenas noches, su majestad. ¿Qué se le ofrece? — respondió ella poniéndose nerviosa.

— Resérvame una habitación para dos, por favor.

— La única habitación para dos que nos queda, sólo tiene una cama matrimonial, su majestad. Pero puedo conseguir que retiren a un forastero para que usted y su...

— Ella es parte de mi familia. — dijo el vampiro con seriedad.

— Ah, ya veo.

— ¿Algún problema?

— No, su majestad. Es que creí que era una de sus voluntarias.

— La cama matrimonial está bien, Celeste, gracias. — interrumpió Jared bastante molesto por la actitud de la mujer.

— Sí, señor. — dijo la recepcionista en un tono sumiso. Enseguida, se dirigió a los anaqueles y luego volvió para entregarle al vampiro, una tarjeta llave de color dorada.

Subieron al ascensor, y en ese instante, mientras las puertas del elevador que los llevaría a la tan ansiada habitación, Jared se quedó mirando a la recepcionista por unos segundos. Enseguida, cuando las puertas se cerraron completamente y el elevador comenzó a moverse; Jared le tendió la tarjeta llave a la Destinada.

— Adelántate. — indicó él. — yo debo subir "Al El Antro" un momento. No tardaré mucho, lo prometo.

— De acuerdo. — dijo Esperanza dirigiéndose a la salida del ascensor cuando éste se detuvo finalmente, y abrió sus puertas en el piso Diez.

Pero cuando ella salió dejando al vampiro solo en el elevador, éste en lugar de presionar el botón que pertenecía al Pen Hause, él volvió apretar el botón del piso uno, donde se hallaba Celeste.

Al entrar, Esperanza ni se molestó en mirar a su alrededor. Estaba tan cansada, que simplemente dejó caer las bolsas de sus compras en el umbral de la habitación. Enseguida, buscó el dormitorio y al hallarlo por fin; se tiró de espaldas sobre la cama con ambos brazos extendidos como si se hubiese tirado en una piscina para flotar.


Celeste estaba atendiendo a un grupo de Eternos. Jared nunca les había dirigido la palabra antes, pero sí sabía de quienes se trataban, eran los callejeros, los cuales llegaron al edificio pidiendo refugio porque era lo que hacían cada noche.

— Hoy no, chicos. — escuchó decir el vampiro a la recepcionista.

— ¿Por qué no? — Preguntó Sombra, en un tono sorprendido. — la otra recepcionista siempre lo hace.

— Sí, además hace frío — se quejó Rita. — No somos como los vampiros, tenemos fecha de caducidad como cualquier ser humano.

— No me digas. — respondió mordazmente la mujer.

— Así es. — continuó la muchacha. — podemos vivir por siglos, pero de todas formas moriremos algún día... y sentimos hambre y frio como tú.

Celeste apartó la vista de ellos por un instante, como si con ese gesto le hiciera un altanero desprecio, pero luego los volvió a mirar con una pequeña sonrisa orgullosa y mal intencionado.

— El rey Jared se está hospedando esta noche. — respondió complaciente. — ¿Qué creen que pensaría si dejo que un grupo de parásitos duerma en la hostería de su club?

— Como se nota que eres nueva aquí. — Dijo Nemo poniendo los ojos en blanco. — Él nos deja entrar a El Antro sin problemas.

— ¡Sí! — Afirmaron los demás al unísono.

— Además ¿Cual es la diferencia con la hostería? Está dentro del mismo edificio. — Continuó Nemo.

— La respuesta sigue siendo no. — dijo tajantemente la recepcionista. — Y ahora fuera de aquí, parásitos mugrosos. Juro que si vuelven...

— ¡Celeste! — llamó Jared acercándose por fin al lugar

— ¡Su majestad! — Dijo ella un tanto sorprendida — desea algo? ¿Necesita servicio a la habitación?

— Sabía que tú y mi hermano compartían los mismos ideales prejuiciosos, pero no creí que fueras tan descarada para hacerlo frente a mí. — comentó el rey vampiro.

— ¿Frente a usted, señor? No... No le entiendo — Tartamudeó.

— No finjas inocencia. No te queda. — dijo él. — sé que me viste salir del ascensor mientras le negabas una habitación a estos Eternos.

— Lo lamento, señor. No quise decepcionarlo — se disculpó la recepcionista agachando ligeramente la mirada.

— De todas formas lo hiciste. — Dijo Jared.

— Lo siento. — volvió a decir ella sintiéndose absolutamente humillada.

— Tú y yo vamos a hablar seriamente. — dijo Jared en un tono profundo mirando a los ojos a Celeste. — Esto no termina aquí. — Ella se puso más pálida de lo que ya era.

Por su parte El vampiro apartó la vista de la chica y enseguida, se dirigió a los Eternos.

— Elijan la habitación que quieran, chicos. Ustedes siempre serán bienvenidos en este lugar.

— Gracias. — dijeron al unísono Nemo, Zombi, y Rita, los tres hablando lacónicamente.

— Necesitamos una habitación con cuatro dormitorios — añadió Sombra en su característica voz ronca y seria. — Ya escuchaste. — añadió Jared volviendo a ver a celeste.

— Sí, señor. — dijo celeste dirigiéndose rápidamente a los anaqueles de las tarjetas llaves, luego volvió y dejó el pedazo de plástico sobre el mesón. — Habitación número cinco, segundo piso a la derecha. — indicó la recepcionista.

El líder de los eternos, tomó la tarjeta mientras le lanzó una fugaz pero penetrante mirada a Celeste.

— ¡Vámonos! — gruñó a los demás en un tono imperativo.

— Disculpa, Jared. — dijo Nemo antes de irse. Jared volteó a mirarlo con cierta seriedad. — Mi nombre es Nemo. ¿Me recuerdas? Estuve esa noche con Natalie hace diez años atrás.

— Ah... sí. Ahora te recuerdo, Shannon te mandó a volar... literalmente.

— Así es. Desde esa vez, no supe mas de Natalie, y he estado pensando en ella desde entonces.

— Ya veo.

— Creí que ustedes la habían asesinado. Pero hace unas semanas, me enteré de que ella sigue viva.

— Así es, vive en mi casa — respondió Jared.

— Supongo que me ha olvidado.

Jared se lo quedó mirando por unos segundos, al tiempo que entrecerraba los ojos como queriendo buscar una respuesta ligeramente diplomática y satisfactoria.

— Estoy seguro que no te ha olvidado. Después de todo, fuiste el primero en ayudarla. — Dijo finalmente. — Es sólo que no te menciona muy a menudo.

— Sólo dile que le deseo lo mejor — pidió el Eterno —, y por favor cuídala

— No te preocupes. — respondió Jared. — siempre estará bajo mi protección.

Nemo asintió en silencio una sola vez. Enseguida se alejó y volvió a reunirse con sus compañeros para subir con prisa por las escaleras hasta el piso donde se hallaba la habitación número cinco.

Al quedar a solas Jared y Celeste, ésta última tenía ganas de huir. Se dio media vuelta y pretendió entrar a una habitación junto a la recepción.

— ¿Dónde vas? — preguntó Jared. — la recepcionista se detuvo dándole la espalda al vampiro sintiéndose tremendamente paralizada.

— Mírame. — ordenó Jared. Obedientemente ella comenzó a girar hacia él.

— ¿Sí, su majestad?

— Al parecer, mi hermano ha influido mucho en ti, te ha corrompido.

— Le juro que nuestro Alteza no tiene nada que ver en mis acciones. — respondió con cierta desesperación y suplicas mientras se acercaba a él y sujetaba la solapa de la chaqueta de Jared. Él le acarició la mejilla con el dorso de su mano dedicándole una pequeña sonrisa al mismo tiempo.

— Me conmueve tu lealtad. —dijo él. — si tan solo fueses así de leal conmigo. En especial porque tú eres una simple humana... y bien sabes el respeto que le tengo a los humanos.

— Lo soy, señor... por usted haría lo que sea, lo juro.

— ¿Lo... que sea? — repitió Jared arrastrando las palabras de esa frase. — No estoy seguro si creerte o no. Tu comportamiento esta noche deja mucho que desear

— Yo... lo...

— Le respondiste mal a mi acompañante — interrumpió Jared. Él acomodó sus brazos de tras de su espalda y luego dio media vuelta dejando a Celeste atrás suyo. — La menospreciaste — añadió volviendo a mirarla. — Y luego te veo negándole refugio a los Eternos, sabiendo perfectamente que aquí no se permite la intolerancia. No, eso no es ser leal a mí. — continuó. — eso es algo que haría Shannon, no yo.

— Perdóneme, le juro que no volverá a ocurrir, se lo juro, — replicó ella cayendo de rodillas y humillándose a los pies de su rey.

— De acuerdo, déjame pensar que haré contigo — dijo él en un fingido tono de reflexión. — Dejarás el puesto de recepcionista, Celeste. Ya veo que este no es trabajo para ti. He dicho claramente que aquí se le permite la entrada a todos aquellos que lo pidan y tú no has cumplido con ese requisito que es primordial. — Señaló el rey de los vampiros— Necesitan un par de manos en la barra, tal vez ahí aprendas a atender como corresponde a todos los humanos y Eternos que hay en la primera y segunda sección.

— ¡Sí, sí! Está bien lo que usted me pida. — respondió ella aún de rodillas.

Jared soltó una pequeña sonrisa mientras negaba con la cabeza y a continuación tomó a Celeste de ambas muñecas y la obligó a ponerse de pie.

— Te rebajaría ser conserje para limpiar los baños que los humanos usan ¿Que tal eso? ¿Lo harías? Te lo advierto, a nadie le gustan los lame suelas, Celeste y mucho menos a mí.

— ¿En serio, hermano? ¿A eso le llamas castigo? — irrumpió Shannon entrando por la puerta principal acompañado por una mujer peli plateada, la cual era a la que siempre tenia de compañía cuando iba al El Antro. Jared al oír la voz de su hermano interviniendo en el asunto, gruñó entre dientes y enseguida se dirigió a él.

— Sigue tu camino, Shannon. Estoy tratando un asunto oficial.

— Asunto, que como príncipe de la familia me compete, en especial si he sido aludido. — respondió el baterista. Enseguida se dirigió a su acompañante. — ve por un trago, voy enseguida. — la chica obedeciendo se adelantó y al darle la espalda a Shannon, éste le dio un fuerte palmetazo en el trasero logrando que la peli plateada soltara una risita tonta mientras se alejaba de él.

— Tú... ¿cuándo llegaste? — preguntó Jared un tanto desconcertado al oír la respuesta de Shannon. — Mis visiones no te mostraron.

— Y de seguro tampoco te has alimentado correctamente — cuestionó Shannon — llegué hace un rato. — respondió el baterista. — Justo a tiempo para ver lo que prometía ser un hermoso espectáculo. — Comentó mordazmente. — Si fui yo quien la corrompió pues haz algo mucho mejor que sólo hacerla limpiar baños, hermano. Muéstrale que eres el rey

— En eso estoy, no te preocupes. — replicó Jared. En ese instante, Celeste comenzó a forcejear entre las manos de Jared y muy pronto comenzó a llorar con más fuerza.

— ¡Su Alteza! — llamó a Shannon con suplica — ¡Discúlpeme, discúlpeme, créame que intenté hacer lo que me pidió, pero el rey no...!

— Cállate, insensata — dijo Shannon en un tono serio y frio. — ni siquiera sé quién eres, yo no le hablo a insolentes e inútiles humanos. — en ese instante Celeste quedó muda de la impresión porque pensaba que Shannon estaría de su parte y en lugar de eso, él la traicionó pretendiendo que nunca la conoció. Era doloroso para ella, que tantos meses de esfuerzos y sacrificios, resultaron en vano; en especial si el príncipe que alguna vez le prometió ser su princesa vampiro si le hacía caso en todo lo que él pedía, de pronto simplemente la desconoció.

No obstante, Celeste tenía claro, que era peligroso tratar con Shannon Leto, pues éste sólo usaba a la gente para su conveniencia, pero ella quiso arriesgarse. Después de todo él no parecía una mala persona. La encantó con sus palabras y promesas durante meces y ella sin dudarlo haría lo que fuera por su príncipe, todo para verlo ascender al trono junto con ella.

Las lágrimas de la recepcionista no dejaban de caer silenciosamente por sus mejillas.

— Yo hice lo que me pidió... incluso si tenía que pasar por encima de las ordenes del rey... — dijo ella con la voz temblorosa — todo lo que me pidió lo hice. Fue mi sangre la que envenenó al parásito que dijo que invadía vuestra casa...

— Insuficiente. — interrumpió Shannon. — En especial si sólo se trata de una simple humana con delirios de grandeza y lame suelas como tú. — Enseguida miró a Jared con desafío — ¡Vamos, enséñale que eres el rey! Ya oíste... ella fue quien quiso envenenar a Natalie.

— Sí... ya escuché. — Dijo Jared en una voz ronca mientras la miraba con los ojos encendidos de ira — Pero creo que ella ya sabe quién es el rey ¿Qué más quieres que haga? — añadió furioso mientras apretaba los dientes y sus manos apretujaban aún más las muñecas de la chica. Ésta gimió de dolor.

— Me está lastimando. — dijo ella. —Por favor ayúdeme su... su Alteza. Prometo que lo haré mejor.

— ¿Que qué quiero que hagas? — respondió Shannon ignorando a Celeste. Su voz de pronto comenzó alzarse aún más hasta que se convirtió en un grito de exasperación mientras se llevaba ambas manos a la cabeza — ¿A caso es una clase de broma? ¿Qué tal si te comportas como el rey de los vampiros que eres?! Como te podrás dar cuenta, sigue pasando por encima de ti, Jared. Y todo por querer pretender ser ese vampiro pacifista, dejando atrás el vampiro que realmente eras.

— ¡Ya no lo haré así y lo sabes! — gruñó Jared negando fuertemente con la cabeza.

— Eres un debilucho — dijo Shannon. — aun sabiendo lo que acaba de confesar ¿no harás nada? — enseguida soltó una risita cínica. — Es por eso, que ese parásito que tienes en casa te manipula como quiere

— ¡No es cierto! — replicó Jared. — ¡Somos agente público, si nos permitimos algo como esto, nuestra reputación...

— ¿Ah no? ¿Desde cuándo no bebes sangre directo de la vena, Jared? De esa fresca y caliente que te hace más fuerte, en lugar de beber de esa fría sangre embotellada que no te aporta la fuerza y agilidad de todo vampiro. ¡Basta de escudas, Jared! — Gritó Shannon. — y dale a esta chica el castigo que merece.

— ¡Eso no es necesario!

— Te diré lo que es necesario — respondió el príncipe vampiro acercándose a la chica por detrás con gran rapidez y arrebatándosela a su hermano. Luego apegó su cuerpo a ella y la forzó a doblar el cuello. — Puedo notar lo hambriento que estás, el esfuerzo que haces al estar ante tu humana favorita... es una suerte que ella tenga un don único de auto regenerarse... pero qué crees, esta es una humana común, sin poderes ni dones, solo es una simple y muy valiosa bolsa de sangre humana. — Al decir eso, Shannon le clavó los colmillos fuertemente en su yugular manteniéndose ahí por varios segundos. Ella pegó un fuerte grito de dolor que tan solo duró el tiempo que Shannon se mantuvo pegado en su cuello succionándole la sangre. Enseguida simplemente ella se quedó ahí, débil, sin voz, sin esperanzas de sobrevivir ni mucho menos ganas. — Este sería un gran castigo para esta lame suelas — añadió una vez que volvió a mirar a su hermano. Jared tragó saliva. Al ver a Celeste sangrar de esa manera le abrió el apetito y el aroma de su sangre de pronto le hizo perder la cabeza. Quería lanzarse sobre ella y beber, terminar lo que su hermano había comenzado pero de verdad estaba tratando de hacerse el fuerte. Entonces, recordó porque estaba enojado con Celeste desde un principio y la ira comenzó arderle desde sus entrañas hacia fuera. Deseó que ya no existieran personas como ella, discriminadoras y prejuiciosas que se creían superiores a otros, siendo que pese a que Jared mismo era el rey, él no se consideraba así mismo superior a nadie.

Celeste estaba de pie en medio de la sala, entre Shannon y Jared. Shannon finalmente la soltó y sus piernas no pudieron sostenerlas más. Celeste cayó de rodillas mientras que intentaba detener la hemorragia de su cuello.

—Ayúdeme... por favor... su majestad. — suplicó ella mirando al rey. Jared sonriendo negó con la cabeza. — Pero señor, no lo entiendo. Usted dijo que respeta a los humanos

— ¿Cómo podría sentir respeto por quien ni siquiera se respeta así misma ni respeta a los demás?

— Le dije que haría lo que sea, que cambiaría mi forma de ser.

— Sí, eso es cierto... lamentablemente, existen distintos factores que me impiden ayudarte — dijo él acuclillándose junto a la chica. — el primero es, que si te doy de mi sangre, tú te convertirás en lo que más desprecias y no querrás ser una sucia paracito... ¿o sí? Te ofrecería sangre humana, pero... — encogió los hombros. — Que mala suerte, justo en estos momentos no hay ninguno cerca, están todos allá arriba, en el Pen Hause. Tienes tres días antes de morir para beber sangre y ser inmortal, pero el último factor es... — hizo una pausa, sus pupilas se dilataron tanto, que apenas podían notarse sus enrojecidas iris, sus colmillos crecieron rápidamente, y sin esperar un segundo mas, se abalanzó contra la pobre Celeste bebiendo de su sangre hasta drenarla completamente.

Se detuvo aun saboreando y relamiéndose mientras se incorporaba, entonces, abrió los ojos y miró el inerte cuerpo de la recepcionista; de pronto comprendió lo que había hecho y ya no había vuelta atrás, Celeste estaba muerta, muerta por causa suya.

— Es justo así como te recordaba, querido hermano — dijo de pronto Shannon entre risas. — Qué tiempos aquellos. — añadió con malicia.

— ¿Que me has hecho? — preguntó horrorizado Jared.

— Já ¿disculpa? — Respondió Shannon — Eso lo hiciste tú, tus instintos te obligaron. — Hizo una pausa y se dirigió al ascensor para llamarlo, enseguida ingresó a la cabina y añadió esta vez con seriedad y nostalgia — Si hay algo que no ha cambiado en ti, Jared, es que sigues siendo tan intenso. Pero, supongo que esto es sólo un desliz, ¿verdad? No se repetirá.

— Tienes razón — dijo Jared. — No se repetirá.

— Lamento oír eso. Lo pasábamos tan bien juntos en esos tiempos, y debo decir que llegué a admirarte. — tras esas palabras, Jared vio como Shannon desaparecía tras las puertas metálicas del ascensor.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top