Capitulo 2.


2007 diez años antes

Podía sentir que la sangre del vampiro entraba por su garganta, y con ello el alivio. Si bien al comienzo era una sensación asquerosa, el sentir aquel sabor salado del metal, acompañado por un ardor insoportable que acaparaba todo su cuerpo. Poco a poco, cada gota de hemoglobina se fue trasformando en un elixir adictivo y necesario que mitigaba esa sensación de dolor y desagrado, ella misma podía sentir como sus heridas comenzaban a cicatrizar de adentro hacia afuera, era algo doloroso y al mismo tiempo placentero, pues mientras más sentía aquel dolor dentro de su cuerpo, mas quería beber, como si aquella sangre que le ofrecieron, de pronto fuese su droga, su vicio personal, incluso mucho mejor que fumar, beber o comer chocolate.

Cuando se sintió completamente sana, y el vampiro retiró su brazo de la boca de ella, la chica buscó su brillante mirada en la oscuridad y le sonrió dulcemente mostrando sus rojos dientes manchados.

— Quiero mas — Pidió con una suave voz infantil — Por favor.

— Tendrás más de esto — dijo él — Siempre y cuando sigas mis reglas

— Lo prometo — respondió ella — pero por favor, dame más.

2017 Diez años después

Un chillido femenino lo sacó de su trance. Pero no era cualquier chillido, era más bien algo molesto y estridente. No obstante, él era consciente del precio que debió pagar al decidir salvar la vida de esa chica hacia diez años atrás cuando su hermano mayor una vez más rompió las reglas que él, el líder de la famosa banda Thisty second to mars, había impuesto para ellos dos de no atacar a gente inocente contra su voluntad

— ¿Que sucede ahora? — preguntó fastidiado el cantante abriendo sus ojos. Su mirada era blanca y algo lechosa, una membrana cubría tanto sus pupilas, como sus azules iris (cuyo color se traslucir en dicha membrana viéndose de ese modo de un color celeste suave) Característica obvia de un ciego que tal vez sufría de cataratas o había nacido sin la posibilidad de ver. Sin embargo, lo que sus ojos no veían, su mente lo proyectaba como imágenes premonitorias. También estaba el hecho de que durante la noche sus ojos tenían una visión nocturna cien veces mejor que la de un felino salvaje o que la de un halcón en vuelo. El mismo Jared se preguntaba porque de día era absolutamente ciego y de noche su visión era incluso mejor que la de cualquier otro vampiro. Su hermano, en el pasado le decía que esos ojos eran una especie de binoculares incorporados y sentía cierta envidia por ello. Pero con el tiempo, Shannon y Jared eran tan diferentes, que lo único que tenían en común, eran su linaje y la banda. En todo lo demás, eran totalmente diferentes.

— ¡Jared!— exclamó enojada la chica— ¡lo hizo de nuevo! Mató a otro de mis pequeños cachorros y puso su cabeza en mi cama mientras me duchaba. ¡Es un loco maniaco y psicópata que me va a volver loca a mí! — se lanzó al suelo a llorar como una pequeña niña a pesar de que Natalie ya tenía veinticinco años, pero su cuerpo (y en ocasiones su comportamiento) seguía siendo la de la quinceañera que ambos hermanos Leto conocieron hacía una década atrás. Y es que, a diferencia de los vampiros, los Eterno sí envejecían, pero cada diez años de un Eterno, equivale a un año humano.

— No puede ser— masculló Jared — ¡Shannon! — llamó a viva voz esta vez. El hermano mayor apareció como si nada

— ¿Sí? — respondió este apoyándose en el marco de la puerta de la habitación de Jared con los brazos cruzados.

— Se supone que tú eres el hermano mayor ¿no? Pues compórtate como tal y respeta — dijo Jared.

—Yo no he hecho nada malo. Sólo me encargaba de una plaga de ratas grandes y peludas — respondió el baterista.

— ¡Son Terries australianos, idiota! — exclamó ella poniéndose de pie para acercarse a Shannon de manera amenazante para intentar golpearlo, pero él con rapidez sostuvo sus muñecas y la retuvo ahí, ella enfurecida se zafó del baterista y se cruzó de brazos mientras comenzaba a resoplar de rabia.

— Como dije, ratas peludas y gigantes. — respondió Shannon

— Sólo deja de hacer esas cosas, Shannon. — Dijo Jared desde su lugar, sentado de rodillas frente a una chimenea — Te pido por favor que no la atormentes más, Natalie es parte de nuestra familia.

— En eso nunca estuve de acuerdo y lo sabes — espetó Shannon — esta parásito nunca será de nuestra familia, pero bueno, aquí se hace lo que tú digas ¿no? — Añadió con reproche — y en todo caso, hermanito, sólo era una broma...— miró a Natalie —disculpa, princesa, no lo volveré hacer— finalizó con una falsa sonrisa.

— Bien, gracias, Shannon— repuso Jared con serenidad

— ¿Y eso será todo? — Alegó Natalie — ¡Mató a mi perrito!

— Oh, por favor, princesa. Tienes veinte perros más de esos. — repuso Shannon chasqueando con la lengua.

— ¡Son seres vivos, no peluches!— chilló Natalie— Y tú ya has matado a tres antes que a este y los colgaste en mi ventana— acusó

— Seres vivos que ensucian la casa con sus porquerías. Además, sólo te ayudaba a redecorar tu habitación. ¿No mencionaste que querías hacer eso la semana pasada? — se burló el baterista.

— Punto uno, ellos no ensucian, están adiestrados y son todos muy limpios — Shannon lanzó una risotada petulante— y punto dos, eres un monstruo— dijo ella engrosando su voz

— Dime quién en esta casa no lo es— respondió Shannon con frialdad

— Bien, Shannon, gracias. Ya te puedes retirar. — intervino Jared con cierta diplomacia. El aludido simplemente se retiró tras sonreírle y guiñarle un ojo a Natalie, mientras se despedía con un gesto galán colocando dos dedos en su frente y retirándolos rápidamente.

Abatida, la chica nuevamente se dejó caer de rodillas, sentía que no había nada que pudiese calmarla en ese momento y no entendía porque Shannon la odiaba tanto, no lo sabía y realmente quería saberlo, pero a juzgar por el mal trato y el calificativo que le tenía, ya se daba una idea.

— ¿Necesitas algo más? — Preguntó Jared al oírla respirar y gemir por lo bajo. Natalie en silencio se le acercó y se sentó en el regazo de él, quien al recibirla la arrulló como una pequeña niña mimada y al mismo tiempo afligida. — Tendremos siglos y siglos de paciencia — dijo él mientras le acariciaba la larga y castaña cabellera a su mimada cautiva— pero en algún momento, las cosas tendrán que mejorar — añadió.

Enseguida, sacó del bolcillo de su pantalón una pequeña y filosa corta pluma y como si fuese de lo más normal, comenzó a cortar su propia yugular para que Natalie se alimentara de él. — Eventualmente, hay cosas que ni nosotros mismos podremos cambiar por mucho que pase los años — continuó mientras sentía como su sangre era succionada por aquella chica que desde hacía diez años, él decidió salvar dándole de su sangre y sería así por unas cuantas décadas más en lo que dura su inmortal existencia.

Los primeros vampiros surgieron a partir del siglo XVII , cuando la caza de bruja estaba casi finalizando. En aquellos tiempos, los licántropos eran el terror de los pueblos europeos, por lo que cansados de la situación y luego de dos siglos de intentos fallidos por acabar con ellos, cinco familias reales se reunieron para formar una alianza, estos eran los Leto de Italia, los Snow de Inglaterra, los Faure-Dumont de Francia, los Marques de España y los Piaget de Suiza.

Juntos idearon el plan de hablar con los hechiceros que aún quedaban vivos, pero que eran condenados a morir en la hoguera o eran sometidos a crueles torturas. Los reyes de cada reino les ofrecieron a sus respectivos prisioneros perdonarles la vida y su libertad condicional, a cambio de que se deshicieran de los licántropos que amenazaban las vidas de todos cada noche de luna llena, convirtiendo así el arte de la hechicería un servicio exclusivo para el reino de turno.

Los hechiceros más orgullosos no aceptaron y prefirieron morir antes de ser sometidos a la esclavitud de quienes los oprimían, y otros, los que deseaban vivir aunque fuese bajo órdenes suprema, aceptaron ayudarles, pues éstos querían una vida mejor para su familia y futuras generaciones.

Fue así que éstos crearon una criatura inmortal que serían tanto, o más poderosa que los licántropos, diseñados para combatir la amenaza de los hombres lobos.

De manera voluntaria, fueron las mismas familias reales quienes decidieron convertirse en dicha criaturas (he ahí el nombre de los primeros vampiros)

Los Ludbrook fueron unos de los tantos hechiceros que aceptaron servir a la familia real italiana, y de ese modo se encargaron de crear a los Reales de esa zona. Más específicos, los ancestros de Emma se encargaron de crear a los Reales de la familia Leto. De modo, que los primeros Leto vampiro fueron el rey Patrick EdwardI, (abuelo de Jared y Shannon) junto a su esposa y sus tres hijos.

Sin embargo, la magia del vampirismo, no sólo les dio más poder convirtiéndolos en criaturas inmortal atractiva y joven. También fueron convertidos en los monstros más poderosos del momento. Adictos a la sangre humana, ésta no sólo les quitaba la sed. También era un elíxir que les proporcionaba fuerza, agilidad y rapidez acompañado de sus cinco sentidos cien veces más agudos.

Podían moverse por las noches como pez en el agua y por último, muchas de estas criaturas, podían tener habilidades tanto mágicas como mentales. No obstante, ese poder los llevó a perder (entre muchas cosas) cualidades, que como humanos tenían cada día: poder ver la luz del sol. Perdiendo todo sentimiento , respeto por la vida humana y compasión; ya no sólo vivían en la oscuridad; ellos eran oscuridad. Desalmados e insensibles, fríos y egoístas, condenados a la miseria eterna. Atacando a pueblerinos y monarcas que morían heridos por sus mordidas, y otros, con más suerte sobrevivían convirtiéndose en Condenados o Eternos sin darse cuenta y es que, hasta en esos momentos, aún no se sabía de la existencia de ese grupo de criaturas de la noche que derivaban de los vampiros Reales. Simplemente, los sobreviviente instintivamente atacaban a otros humanos y ya eran convertidos en vampiros completos. Lo mismo sucedía con los Eternos, una vez recibida la mordida, estos se defendían de su atacante de la misma manera y fue de ese modo, que se descubrió que el vampirismo, era contagioso.

No obstante, Los Reales, no buscaban convertir a otros en uno de ellos, los Reales, sólo buscaban poder, dominio y respeto sometiendo a sus enemigos y pueblos en un opresivo terror mucho peor que los licántropos ( sus enemigos naturales). Por lo que, una vez que lograron expulsar a los licántropos de sus tierras, las cinco familias de Vampiros Reales decidieron declararse la guerra entre ellos, teniendo como aliados, a sus hechiceros de guardia.

Unas por unas fueron cayendo, hasta que sólo quedaron dos, Los Leto y los Snow. Ambas familias con el sentido de la humanidad un poco más desarrollada y por lo tanto, las más compasivas y astutas, aunque no menos mortales y amenazante para sus respectivos reinos. Y es que estas dos familias, no sólo usaron a los hechiceros a su favor, también convirtieron a varios humanos, tanto plebeyos como aristócratas, para unirse a la causa prometiéndoles, que si los ayudaban tendrían una vida mejor y sin tormento.

Si bien en aquellos años, los hechiceros eran esclavizados por las familias reales a cambio de no morir en la hoguera. Con el paso de los años, la relación entre hechiceros y vampiros, fueron mejorando hasta evolucionar a una gran alianza de buena fe. Porque si bien los hechiceros se vieron obligados a crear a los vampiros, los vampiros sabían que así como fueron creados, también podían ser aniquilados, por lo que convenientemente debieron firmar un acuerdo de son de paz de manera «voluntaria.»

Hacía años, que Jared estaba obsesionado por la visión mental de una chica. Al comienzo la veía como una niña, luego como una adolescente de unos catorce años, incluso llegó a creer que era Natalie, pero luego de lo ocurrido hacia diez años la chica seguía apareciendo en sus visiones y con el tiempo, aquella adolescente se iba convirtiendo en una joven mujer. Ésta era castaña, sus ojos eran color miel y piel trigueña, presentía que no era oriunda de Estados Unidos, quizás era latina o de algún país europeo, pero lo más probable era que fuese latina.

Emma Ludbrook entró a la habitación de Jared. Un cuarto enorme, era casi como una suite presidencial dividida en dos ambientes y un baño de lujo para él solo, con una antesala decorada en tonalidades madera y marrones, una cálida iluminación naranja pálido y una chimenea al centro de una de las paredes. El dormitorio en tanto, se encontraba de tras de una puerta cuya ubicación era junto a la pared opuesta a la chimenea.

Jared se hallaba frente a ésta última, sentado sobre una muñida alfombra china. Escuchar el sonido crepitante del fuego le ayudaba a relajarse cuando entraba en trance a la hora de buscar respuesta por medio de sus visiones mentales.

Emma por su parte, sólo se sentó en el sofá que decoraba la habitación. Sabía que cuando Jared se encontraba hurgando en su mente, debía esperar al menos una hora o algo mas, dependiendo de cual difícil sea hallar con la respuesta y que tan concentrado esté él. Jared abrió sus ojos y dirigió su mirada a la hoguera.

— Se volvió a escapar — anunció él sabiendo de ante manos que su asistente estaba ahí — creí que ya la tenía, pero cuando la encontré cerca de mi... — hizo una pausa — Rayos, es frustrante

— Relájate, Jared, estás sometido a una fuerte tención — dijo Emma — será mejor que vayas a cazar — Jared negó con la cabeza, él desde hacía diez años que no cazaba ni se alimentaba de sangra atacando a la gente de manera violenta. Tenía que hallar una forma de no llamar la atención en las giras cada vez que una chica desaparecía después de cada concierto. Por lo que él junto a Tomo y Shannon fundaron «El Antro» una cadena de Clubes nocturnos que aparentemente era normal, tratándose de un simple negocio de los hermanos Leto y su amigo de banda, Tomo. Quien por cierto, al igual que Emma, también era un hechicero muy poderoso. Lo irónico de eso, era que a Tomo no le gustaba usar mucho la magia al menos que fuese estrictamente necesario.

— Entonces vayamos al Antro, enserio debes alimentarte — Le ordenó Emma a su jefe. Y es que aquella, era más que sólo una relación de trabajo. Para Jared, la australiana era su amiga, su confidente, la quería casi como si fuese su hermana pequeña. Y ella, por su parte quería a Jared de igual manera y es que, ella no sólo era su asistente, la hechicera era su consejera, su amiga, su todo. Si Jared necesitaba ayuda. Emma estaba ahí para ayudarle con algunos hechizos o pociones.

— Debo seguir buscando, Emma — dijo él volteando a verla. Sus ojos ya no eran blancos, eran azules profundos, señal clara de que la noche se estaba siendo presente.

— No esta noche, si quieres ver más claro lo que buscas debes comer. Así que vístete con tu mejor atuendo Gucci y por favor que sea discreto y elegante, nada que te haga parecer como un payaso de circo pobre. — Jared la miró como si quisiera calcinarla con los ojos, pero Emma ni se inmutó — ahora ve. — Ordenó ella, en silencio Jared obedeció metiéndose a su dormitorio a regañadientes por aquel comentario que su amiga había dicho sobre su ropa Gucci. Sin embargo, él era consciente de que Emma tenía algo de razón algunas veces, y sabia que si no le hacía caso, esa noche él no podría salir de su casa hasta que su hechicera favorita, no aprobara el atuendo que el cantante utilizaría para salir a comer.

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