Capitulo 16.
Una vez más se encontraba corriendo por las calles nocturnas de Los Ángeles. Ocultándose entre rincones, calles apenas pobladas y callejones poco iluminados cuál fugitiva de la ley.
No era que la ciudad fuese un lugar lúgubre llena de calles y callejones oscuros y pocos poblados. No, era más bien todo lo contrario. Se trataba de un lugar llena de luces, glamurosa y de gente tanto pobres como gente de buen pasar. Una ciudad famosa por ser el centro del cine y el espectáculo.
Sin embargo, la ciudad era grande; por lo que, para su mala suerte, el único sitio que Esperanza recordaba más, eran aquellos callejones donde se ocultaban los Eternos callejeros.
Mientras caminaba buscando un refugio donde esconderse, Esperanza se preguntaba en sus fueros internos cómo habría sido la vida de cada uno de esos Eternos. Notó que la forma de expresarse que ellos tenían y su forma de hablar, no era propio de una pandilla de delincuentes o de indigentes vagabundos, eran más bien las de personas que alguna vez tuvieron vida propia, aquel detalle lo notó mas en Nemo, pues él fue con el que más interactuó, pero los otros tres, tampoco se veían de mala calaña ni actuaban de manera grosera, más bien, Esperanza pensó que sus actitudes retraída y algo cortante, se debía a que desconfiaban de una extraña como ella y se preocupaban de su propia seguridad por lo qué no se permitían la interacciones con otras personas, de ese modo podían sobrevivir en las calles. Supuso que antes de ser criatura de la noche; cuando eran simple humanos, ellos eran vagabundos, o quizás no, tal vez eran de buenas familias, quizás adinerados que se vieron obligados a esconderse en ese sucio lugar como indigentes para no sentir el rechazo de la sociedad... o peor, de su familia.
Caminó un buen rato, hasta qué se vio nuevamente oculta en un callejón, era como si aquellos lugares fuese los únicos sitio donde ir, como si perteneciera a ellos tal como lo era la pandilla de Eternos. Se le ocurrió qué el territorio sólo le pertenecía a ellos y que nadie entraba a esos lugares por el aspecto asqueroso de aquel sitio, por lo que, creyó que ahí estaría a salvo a pesar del lugar malogrado.
Sin embargo, Nemo y los demás aún estaba en El Antro, y estar sola también le atemorizaba. Aquel sentimiento, la llevó a moverse hasta otro lugar, quizás otro callejón pero que no oliera mal ni estuviese bordeado de tachos gigantes de basura. Quizás buscaría una hostal. Jared no parecía estar ni cerca de encontrarla, por lo que se permitió relajarse un poco y descubrir la magia de Los Ángeles ella misma, sin importarle más nada.
Saliendo de ahí, llegando a una calle totalmente iluminada por los faroles de los postes eléctricos, se detuvo frente al portón de un recinto bastante amplio, cuya cerca, era de alambres y hierro. Estaba iluminado con faroles que le hacían recordar un poco a los que había en los estadios de futbol. La entrada estaba cegada con una gruesa cadena de hierro forjado, sujeta a un gran candado del mismo material.
Al mirar más de cerca, se dio cuenta que se trataba de lo que ella pensaba, era un cementerio de auto usado y camiones en desuso: algunos sin ruedas, otros oxidados y de vez en tanto, lograba ver los restos de algunas piezas solitarias tiradas por el suelo como focos, ruedas o tapabarros.
Al mirar detalladamente hacia el portón, se dio cuenta que había una apertura como si alguien lo hubiese roto con un gran alicate; esta era lo suficientemente grande como para que cupiese ahí una persona de su complexión y estatura. Se agachó y con dificultad pasó por ahí, pues su cabello se enredó entre los alambres rotos en el proceso. Al terminar de cruzar; rápidamente se deshizo de aquel enredo y corrió a esconderse entre los restos de autos y camiones maltrechos.
Se detuvo junto a una oxidada casa rodante, cuyo vidrio trasero estaba roto como si le hubiesen tirado una bala de cañón, el agujero que tenía abarcaba toda la parte del centro, pero aun tenia pedazos resquebrajados al rededor.
Suspirando, Esperanza apoyó su espalda y cabeza en la parte trasera del vehículo. Intentaba pensar en todo lo ocurrido, pero su mente estaba tan saturada de imágenes e información, que sintió una especie de colapso mental que la obligó a mantenerse en blanco por varios minutos.
Había trascurrido dos semanas desde que llegó ahí, y aún sentía que todo lo que estaba viviendo era una mentira sin sentido pese a lo evidente.
Tomó un pedazo de vidrio roto de la casa rodante y con todo el coraje que pudo reunir, se infringió una herida en la palma de su mano de lado a lado. La línea roja que comenzó a brotar abundante sangre, poco a poco comenzó a cicatrizar, pero a pesar de que ella observaba aquel fenómeno, no quería convencerse de que ella pertenecía al mundo de las criaturas de la noche, se convencía así misma que todo eso era una pesadilla y que en algún momento despertaría.
Pasado unos segundos, en el que el silencio sólo era interrumpido por el sonido monótono de los grillos y el chillido ahogado de las ratas a lo lejos. Se había dado cuenta, que aquella acción había sido totalmente irracional y tonto. Según ella, no había motivo por la cual esconderse entre un montón de chatarra, el peligro real ya había pasado y entrar a un cementerio de autos, era más bien un acto de vandalismo, actitud absolutamente impropia de su parte.
Entrando nuevamente en razón, decidió regresar a su plan original.
Al salir de su escondite y mirar hacia delante, donde se hallaba la cerca, se dio cuenta, de que alguien a lo lejos la estaba observando. No sabía exactamente de quien se trataba pues sólo podía ver la silueta. No sabía si se trataba de uno de los miembros de los Eternos del callejón o de alguna otra persona buscando refugio, ella no quería averiguarlo así que, simplemente dio media vuelta para buscar otro camino, pero sorpresivamente, se vio atrapada en las garras de alguien que con cierta brusquedad, la estampó contra la vieja casa rodante.
— ¿Qué es lo que pretendes? — preguntó una amenazante voz masculina. Mientras que aquellas garras seguían atrapándola por los hombros con aún más fuerza
— ¡Déjeme ir, yo no hice nada! — Suplicó ella mirando a los ojos a su captor mientras forcejeaba para liberarse.
— ¿No, eh? ¿Entonces por qué huyes? ¿Quién te mandó? ¿Tu padre, tu padre lo hizo? — insistió Jared zamarreándola ligeramente mientras él apretaba los dientes. Esperanza sentía como los dedos del vampiro se enroscaban con fuerza alrededor de sus brazos, y asustada por la violencia que él ejercía sobre ella, comenzó a llorar. Cosa qué le sorprendía de sí misma, pues siempre se consideró una mujer fuerte y perseverante.
— ¡No he visto a mi padre en años! — Chilló —, ¡no tiene derecho a nombrarlo!
— Créeme que sí, María. — Dijo Jared — Tu padre y mi familia tenemos una larga historia.
— No me interesa nada de mi padre... ni de usted. Yo sólo quiero volver a casa— dijo Esperanza
— ¿Entonces por eso lo hiciste? — espetó zamarreando otro poco a la chica mirándola a los ojos con el ceño fruncido. La mandíbula de Jared estaba tan tensa que él podía sentir el dolor de sus dientes y el crujir de su bruxismo.
— ¡Que no he hecho nada malo! — Insistió Esperanza mientras se zafaba del agarre de Jared — ¡No entiendo lo que pasó! ¡No entiendo nada de lo que está pasando ahora!
— ¿Ah no? ¿Y qué hay de la sangre humana que le diste a Natalie? — cuestionó Jared subiendo mas la voz, cosa que hizo que Esperanza se sobresaltara mirándolo a él con sus ojos abiertos de par en par.
— Ni siquiera sabía que era sangre, lo juro — suplicó Esperanza entre lagrimas— su hermano fue quien me dijo que se la diera, pero no me dijo que era. ¿Cómo iba saber yo que el contenido de esa botella le haría daño? ¡Hay cosas...! ¡...que no comprendo y no creo poder entender nunca...! ¡Sólo...! ¡He...! — su voz se le quedó atascada en la garganta — ¡sólo sé que mi vida está de cabeza desde que usted se cruzó en mi camino y de verdad no quiero esto!
Un breve silencio en el que sólo se oían los sollozos de la Destinada, los envolvió a ambos. A Jared no le extrañaba que la causa de todo ese conflicto fuese culpa de Shannon, pero no creyó que comenzaría tan pronto. En ocasiones el baterista era tan calculador, que Jared tardaba un poco en descubrir sus planes, incluso si usaba sus visiones mentales para ello.
— ¡Aléjese! — dijo de pronto Esperanza logrando zafarse de Jared
— ¡No! — respondió Jared volviendo a tomarla de los brazos
— Pero yo no fui, se lo juro. Por favor déjeme ir — añadió tratando de forcejear una vez más, pero esta vez Jared la sujetó un poco más firme
— ¡María! — exclamó. Enseguida tomó aire — Cálmate... está bien, te creo, te creo... viniendo de Shannon, se que él es capaz de hacer algo así— poco a apoco el vampiro comenzó a calmarse y su agarre ya dejaba de apretar hasta que finalmente la soltó— Bueno, ya que aclaramos este asunto... vamos— añadió imperativamente mientras se daba media vuelta para salir del lugar.
— No. — dijo ella, tajantemente mientras se paraba firme en su sitio. No podía creer que Jared hiciera oídos sordos a sus descargos y pretendiera que nada pasaba, como si aclarando aquel estúpido asunto de la botella de sangre humana, las cosa se calmarían.
Jared se volteó a verla con una expresión de incredulidad en su rostro.
— María, vamos — insistió él
— Lo odio... — dijo ella por respuesta.
Jared, al oírla decir eso se paralizó, pero luego; recobró la compostura y para demostrar su firmeza, él irguió su espalda alzando ligeramente el mentón tratando de no mostrarse herido por esas palabras. Fue entonces que se preguntó en sus fueros internos, por qué le afectaba oírla decirle eso, apenas la conocía y pocas veces cruzaban palabras, en especial desde que le presentó a Natalie. — Odio a su hija— continuó ella — odio a su hermano, odio esa casa. ¡No quiero regresar! — dijo gritando lo último. De pronto, las luces de los postes comenzaron a parpadear y algunos cables comenzaron a sacudirse y sacar chispas
— ¿Y qué quieres? ¿Vivir aquí en este basurero...? ¿O con los Eternos del callejón? — le cuestionó Jared con seriedad.
— Es mejor eso que vivir bajo su techo — respondió ella
— No digas eso, yo te busqué por una razón — dijo él
— ¡No me interesan sus estúpidas razones, yo no quiero volver a verlos! ¡Su hija me odia y su hermano es un pervertido con malas intenciones...! — hizo una breve pausa y continuó, esta vez sin gritar, pero bastante agitada — Y usted, es un psicópata que me secuestró y me alejó de mi familia. Los odio a todos
— María...
— ¡No me diga así, le he dicho que no tiene derecho! — vociferó mientras se jalaba el cabello a los costados de su cabeza cual poseída. De pronto, el techo de la casa rodante comenzó a hundirse como si una fuerza invisible les tuviese dando de golpe con un martillo o un mazo al mismo tiempo, a unos cuantos pasos de ellos, una pila de escombros que se hallaba al costado derecho de ambos, comenzó a derrumbarse.
Para esas alturas, Jared estaba asustadísimo, jamás había visto tanto descontrol en los poderes de un Destinado.
— Esperanza, escucha, debes tranquilizarte.
— ¡Quiero ir a casa, a mi casa!
— Ya no puedes, Ma... Esperanza
— ¿Por qué? — quiso saber ella en un hilo de voz. Jared, no respondió, simplemente se la quedó mirando a los ojos — ¡Quiero respuestas! — gritó ella, segundos después, de tras de Jared una nueva explosión echó abajo uno de los grandes poste de luz qué iluminaba aquel recinto. Los poderes de Esperanza estaban despertando totalmente fuera de control
—Reconozco que he cometido un error al secuestrarte. Pero tarde o temprano esto pasaría. — Dijo él — Tarde o temprano tendrías que darte cuenta que tú en realidad no eres normal, eres inmortal, sea como sea eres inmortal, Esperanza ...y en el fondo lo sabías, siempre lo has sabido
— No — dijo ella entre llanto mientras caía de rodilla al suelo.
— Secuestrarte era mi única opción para acercarme a ti y hacértelo saber. ¿Acaso esperabas qué te lo dijera ese día en El antro?, ¿Frente a tu amigo? Ni siquiera tenía la oportunidad, él me mantuvo muy ocupado reprochándome mis actitudes de divo. Y por lo demás, hasta donde sé, tú te ibas al día siguiente. Temía que jamás te volviera a ver.
Esperanza se sentía tan desdichada al darse cuenta, que aunque lo quisiera, jamás podría escapar de su nueva realidad.
—Tenía una familia antes de usted, tenía amigos... tenía una carrera, mi amada carrera. ¡Se supone que sería profesora en la secundaria donde hice la práctica! — chilló lo último y en ese instante un viejo camión se vio aplastado por una mole invisible
— Puedes seguir con eso, María... quiero decir... Esperanza. — Comenzó a caminar hacia ella y se arrodilló hasta llegar a su altura — Que no seas del todo humana, no significa que no puedas seguir con tu vida— la tomó del rostro para sostenerle la mirada mientras le secaba una lagrima— pero ocultar lo que realmente eres, no te hará bien y debes aprender a controlar tus poderes, de lo contrario te dañarás a ti misma o , en el peor de los escenarios, alguien a quien tú amas saldrá herido— su voz ya no era ni demandante, ni de alguien asustado. Era más bien de una persona preocupada y compresiva— por eso debes quedarte y aprender a controlar tus poderes
— ¿Cómo? — quiso saber ella hablando con una voz ahogada por el hipo que se le produjo por el llanto
— Yo te enseñaré. — respondió él
— ¿Pero por qué me eligió? No lo entiendo — Sollozó Esperanza — deben haber muchos como yo en el mundo... pero usted me eligió a mí ¿por qué?
— La verdad, no estoy seguro — respondió el vampiro — es algo que intento averiguar desde que te vi la primera vez... hace mas de vente años — se hizo un breve silencio — ¿Me ayudarías averiguarlo?
Emma entró a la Habitación blanca y cerró la puerta tras de sí para dirigirse enseguida al vampiro cautivo y amarrado que se hallaba sentado sobre la cama.
— Ya he vuelto — dijo ella liberando a Bryan de sus amarras — Disculpa, tuve que irme de improviso... en fin. Lo lograste, ya puedes salir créeme, batiste el récord. El último vampiro recién convertido estuvo meces tratando de controlar sus ansias dentro de la habitación Blanca. Tú lo has hecho en dos semanas.
— Eso me reconforta — dijo Bryan sintiéndose aliviado de no estar amarrado ni con los ojos vendados — ¿donde estuviste? Te eché de menos
— Lo sé, pero además de hechicera, también soy la consejera y asistente del rey vampiro— respondió ella — tuve que acompañarlo a resolver un asunto " domestico" — esto último lo hizo haciendo comilla con sus dedos
— ¿Y ya se solucionó? — preguntó Bryan con curiosidad mientras se ponía de pie
— No lo sé — respondió Emma encogiéndose de hombros — supongo. Nos separamos cuando llegamos al El Antro. Con tal de que regrese antes del amanecer, estará todo bien. Jared no puede ver nada durante el día, así que, estaría perdido sin mí.
— Entiendo — dijo Bryan— creo... que él no es el único
— Bien... — dijo la hechicera tratando de ignorar el comentario de Bryan. Y es que la forma en que él dijo aquello, acercándose a tal distancia y casi susurrando, provocaron que Emma se sonrojara — La razón por la que aún no te liberaba, era nema precaución, pero gran parte de tus logros se debieron al encantamiento que le hice a tu tatuaje. Así que ahora saldremos y mañana te llevaré a tatuar algo lindo, lo que tú quieras.
Enseguida, ella caminó hasta la puerta y la abrió. De ese modo invitó al vampiro a salir de la habitación, para mostrarle su nuevo hogar.
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