Capitulo 15.
Aprovechando el hecho de que Jared estaba muy ocupado con Natalie, Esperanza no quiso perder la oportunidad e intentó una nueva huida. Esta vez, de la manera más fácil y descuidada: por la puerta de al frente (no estaba dispuesta a toparse nuevamente con el laberinto). Por lo demás, todo parecía estar en calma esa noche, Shannon estaba aún en la biblioteca, Tomo estaba durmiendo, Sheila igual, Emma se encontraba en el tercer piso y Stevie se encontraba en su dormitorio caminando de un lado a otro, pues las noches de luna llena lo ponían irritable y nervioso a pesar de que ya no mutara involuntariamente. Y es que, pese al encanto que sus tatuajes llevaba para ayudarlo a no convertirse en lobo de manera involuntaria durante las lunas llenas, de todas formas sus síntomas emocionales, seguían atormentándolos.
El licántropo se detuvo un segundo, su agudo sentido de la audición, le advirtió que algo allá afuera no andaba bien, se asomó a la ventana y vio una sombra correr por el patio hacia el portón de salida. Se encaramó sobre el marco de su gran ventana y saltó con gran agilidad hasta el techo. Luego, trepó a un árbol y de manera grácil y elegante cayó de pie justo frente a Esperanza.
— ¿Ya te vas? —Cuestionó él con seriedad— ¿justo cuando creí hallar en ti a una nueva amiga?
—Sí, tengo que hacerlo— respondió ella asustada y mostrando gran apuro por salir corriendo
— ¿Pero por qué? No entiendo — expresó Stevie realmente confundido
— Por lo que le sucedió a Natalie, es obvio— contestó desesperada Esperanza— ¿Acaso no la escuchaste? Lo que le hice fue realmente malo
— Pero, no entiendo ¿Qué pasó? — insistió él. Esperanza realmente quería que la dejara ir y parara ya con el interrogatorio
— No puedo decirte ahora. Realmente debo irme — dijo ella intentando correr, pero Stevie la detuvo tomándola del codo y obligarla a voltear hacia él. En ese momento el licántropo la sintió temblar y al verla más de cerca, pudo darse cuenta, que aquellos labios femeninos estaban igual de temblorosos
—Tranquila, confía en mí... por favor.
— Le hice daño. — Afirmó finalmente la Destinada al darse cuenta que ya no tenía más opción que responder al interrogatorio. Ella estaba angustiada, su voz sonaba entrecortada y sentía escalofrío al pensar que por cada segundo que pasaba, Jared podría estar cerca
— ¿Enserio? ¿Y cómo es eso posible?— cuestionó en un tono de incredulidad Stevie
— Le di sangre humana... ¿de verdad no la escuchaste?
—Supongo que no sé distinguir entre un grito de dolor y el grito de una niña mimada haciendo berrinches— respondió el licántropo encogiéndose de hombros. —Vaya, tocaste a su chica favorita de la peor manera — repuso él
— El señor Leto está furioso conmigo, es por eso que debo marcharme no quiero encontrármelo.
— Bien. ¿Pero al menos sabes a donde ir?
—Sí— mintió Esperanza— por favor, no le digas que me viste —añadió tratando de abrir la puerta pero, ésta no cedió
— Tengo una copia —dijo Stevie descolgándose una larga gargantilla de cuero en el cual, pendía una plateada llave de cerradura mas contemporánea a la actualidad.
— ¡Gracias! — le dijo ella abrazando al moreno. Stevie simplemente sonrió y sin decir nada puso la llave en la cerradura. Esperanza no podía contener la emoción, al fin era libre, al fin podría irse de aquel lugar con éxito y volver a su hogar. Sí, ese era su plan, volver a Inglaterra, donde su madre y sus amigos, quienes probablemente la buscaban con esmero o quizás, volvería a Chile, donde quizás también la estuviesen buscando ahí.
Cuando Stevie por fin abrió el portón, Esperanza simplemente se abalanzó hacia la calle y corrió, corrió sin detenerse ni mirar atrás. A su espalda podía oír el portón cerrarse y los pasos de Stevie alejándose, quizás hacia algunos de los grandes jardines de esa mansión, luego, sólo escuchó el aullido de un perro.
No estaba segura cuanto tiempo corrió, pero eso a Esperanza no le importaba ni lo más mínimo, su finalidad única era alejarse de esa casa lo más posible, se detuvo a tomar aire, estaba exhausta y sentía que tenía que detenerse, pero por otro lado tenía miedo de que Jared o algún enviado, ya estuviese tras de ella y la atrapase en ese momento.
Estaba tan cansada, que sentía náuseas, sus pulmones ardían y creía que iban a explotar en cualquier momento. Apoyó su espalda contra una pared sin darse cuenta dónde estaba realmente, entonces, levantó la vista y miró su entorno mientras seguía jadeando. Se dio cuenta que estaba en una especie de callejón bastante oscuro, iluminado por unas que otras luces perteneciente a los postes eléctricos. El lugar olía mal; como a orina y basura, es más, contra la pared, se hallaba grandes y sucios tachos de basura que rebalsaban su capacidad.
Parecía un lugar solitario, ella misma creyó que estaba sola en ese lugar. Se permitió sentarse en el frío y sucio suelo; enseguida abrazó sus rodillas y comenzó a balancearse para adelante y para atrás cuál autista por varios minutos, luego, poco a poco volvió a ponerse a llorar.
— ¿Quién eres? — escuchó de pronto. Esperanza levantó la mirada y rápidamente se puso de pie al ver la silueta de un hombre junto a ella. Éste se acercó a ella y olfateó sonoramente su cuello — es humana, pero su sangre huele a la de un vampiro. — Comentó
— Seguro es una Destinada. — añadió alguien más.
— ¿Quién eres? — volvió a preguntar la primera voz. La chica; asustada intentó huir, pero otra silueta se interpuso en su camino cuando ella volteó hacia el lado contrario y luego otra, hasta que se vio rodeada por cuatro extraños que se veían en claroscuro.
— ¿Qué haces? — preguntó una voz femenina y suave, como las de una niña pre adolescente.
— Hey, yo te conozco— dijo una última voz, pero ésta sonaba más amable y mas jovial que las demás— estabas en El Antro, la noche que tú y tu novio trataron de hacer reaccionar a ese pobre chico asustado — se dirigió a los demás — debí darle sangre humana para que el pobre no muriera desangrado en presencia de todos, estaba un poco herido y además llamaba mucho la atención.
— Claro, tenía que ser — comentó la chica adolescente entre dientes.
— ¿Estás bien? Te ves algo... perdida— continuó el muchacho ignorando aquel comentario
— No... No sé de qué me hablas — mintió Esperanza, puesto que ella en realidad sí recordaba aquel extraño hecho, que pese a todo, aún no lograba comprender — yo no te conozco
—Claro que no— corroboró el chico soltando una risotada —sólo nos vimos esa vez. Soy Nemo, el extraño que salvó a tu amigo. Pero no me has respondido ¿necesitas ayuda?
— Yo... no... — comenzó a decir Esperanza bastante nerviosa.
— Nemo — dijo de pronto alguien acercándose a él en un tono de advertencia— No empieces con eso. No te olvides de la última chica que quisiste ayudar
— Pero esta no parece estar herida, más bien parece perdida y asustada — respondió él
— Como quieras— dijo aquel hombre de color junto a Nemo— es tu responsabilidad
— Sí, sí... como sea— luego volteó nuevamente hacia Esperanza— ¿De dónde vienes?
Esperanza no sabía si confiar en esas personas. Estaba sola, perdida y en un callejón oscuro, típica situación cliché de damisela en peligro que se entera que el mundo que creía conocer, no era como tal.
— « Vaya, y los estereotipos continúan»— se dijo así misma — « Pero... ¿Y si estos tipos quieren comerme? » «Ya no se en quien confiar»« ¿Qué tal si se trata de vampiros viviendo de manera decadente en un callejón?»— se preguntó para sus adentros. En ese momento, deseó con toda su alma que alguien llegara a su rescate revelándole que ella en realidad era una «Shadow Hunter. » Pero pese a todo lo que había vivido durante esas semanas en la casa de los Leto, en ese momento a ella se le antojaba pensar en algo más realista y normal.
— «Quizás simplemente son vagabundos que buscan robarme dinero para comer... y en el peor de los casos, quizás uno de ellos quería violarme y luego matarme»
Inevitablemente, en ese instante deseó que Edward Culler apareciera derrapando las ruedas de su auto para luego bajarse de éste lanzándole miradas asesinas a esos individuos — «Pero claro, este no es el mundo de Stephenie Meyer.»
Su dilema era, que cualquier opción podría ser posible, estaba sola, en un oscuro callejón, de noche, en una ciudad desconocida para ella misma y rodeada por una extraña pandilla a la cual no sabía que se podía esperar de sus miembros. Típica situación que sólo pasaría en una película hollywoodense.
— Tranquila— dijo de pronto Nemo — no te haremos daño, no somos vampiros.
— No del todo — añadió la única chica de la pandilla
— Ellos son: Rita, Zombi, y nuestro mandamás, Sombra — añadió Nemo presentando a sus compañeros para infundirle más confianza a Esperanza, no obstante; ella no supo que decir, aun se sentía agitada y creía que su corazón explotaría.
— Yo... soy Esperanza — dijo por fin — y... vengo de por allá — señaló hacia las colinas
— ¿La casa Leto? —preguntó extrañada Rita. Esperanza asintió, pero sin darse cuenta. Todos la comenzaron a ver de manera desconfiada, incluyendo el bondadoso Nemo.
— ¿Y como está tu amigo? — Quiso saber él, tratando de aligerar ese pequeño momento de tensión— Supongo que sus heridas ya se curaron
— Ah... pues él no es mi amigo— declaró Esperanza — además mordió a alguien y desde esa vez no lo he vuelto a ver — finalizó. Tres pares de ojos, se dirigieron a Nemo y éste por primera vez se sintió avergonzado.
— Regla numero uno— dijo de pronto Sombra — Nunca le ofrezcas tu botella de sangre a extraños.
— ¡Era sangre humana! — Se defendió el Eterno — ¡su herida era grave y parecía asustado! ¡Pero no creí que era un Condenado! ¡Sólo quería curarle las heridas, no convertirlo!
— ¡Regla numero dos: no prestar ayuda a un herido! ¡Así evitaremos la sobrepoblación! — dijo Sombra por respuesta a la excusa de Nemo
— ¿Sí? Sólo a ti te importa "la sobrepoblación"
— Cuida tu tono, Nemo. Tú sigues siendo mi subordinado aquí
— Regla numero tres — dijo Nemo de pronto, logrando un total silencio en el lugar — Los Eternos debemos cuidarnos entre nosotros, pues somos pocos y debemos evitar la extinción
— Esa regla no cuenta...
— ¡Son tus reglas y deberías practicar lo que predicas! — insistió Nemo.
— Sólo una de las reglas es mía
— Sí, la número tres — rebatió Nemo
— Pero ese tipo era un Condenado, pudiste darle tu sangre de vampiro y ahora sería uno de nosotros. — intervino Zombi
— ¡Y no se te ocurrió que le di sangre humana para luego convertirlo en vampiro y alimentarnos de su sangre! — Dijo Nemo dirigiéndose al destartalado Eterno cuajado de laceraciones
— Que mentiroso eres — dijo Rita — acabas de decir que no sabías que era un Condenado.
— Ustedes son Eternos— intervino de pronto Esperanza como si de pronto hubiese sufrido una epifanía — ¿conocen a Natalie? ¿La chica que desapareció hace diez años?
— ¿Que sabes de ella? — Preguntó Nemo volteando hacia la Destinada aun más serio de lo acostumbrado
— Dicen que aun la buscan sus familiares... al menos, eso leí en la biblioteca de la mansión Leto, también dicen que hay carteles de ella por toda el estado de California— contestó Esperanza — y sale su foto en las cajas de leche.
— Sí, este idiota trató de salvarla — se burló Zombi dándole un ligero empujón a Nemo
— Pero eso que importa — dijo el aludido — Los hermanos Leto la mataron
— ¡No! — Dijo rápidamente Esperanza —Está viva... es una de ustedes. Para ser sincera, no se mucho sobre su historia, sólo sé que ella vive con los hermanos Leto y es la consentida del rey
— ¡Vaya! — comentó Rita burlándose— y tú lamentándote todos estos años. Resultó que tu amiguita está mejor que todos nosotros.
— Para nosotros, Jared Leto nunca será nuestro rey — gruñó Sombra— ¡Zombi, Rita! ¡Ya vámonos de aquí— ordenó—nos espera en El Antro! Nemo, encárgate de esta chica.
— Ok—dijo Nemo mientras sus compañeros se alejaban de él y Esperanza
— ¿A qué se refiere con encargarse? — quiso saber ella en un tono asustado.
— Si quieres, ven con nosotros a El Antro. En ese lugar hay una posada para humanos... en caso que no tengas adónde ir. — le ofreció El Eterno a la Destinada.
Sabiendo que Jared frecuentaba mucho en El Antro, Esperanza no estaba tan segura si ir con ellos, pero por otro lado pensó, que quizás se quedaría en casa esa noche, después de todo él ya había estado en ese club aquella vez, y lógicamente, dado a las circunstancias, de seguro estaría cuidando a Natalie.
— ¿Donde está la posada? — preguntó Esperanza mientras subía al ascensor acompañada de Nemo.
— En el primer piso —respondió él tranquilamente mientras presionaba el último botón.
— ¿Qué? ¿Pero entonces por qué vamos al Pen Hause? Yo necesito ir a la habitación — dijo alarmada la Destinada. Lo que menos quería ella en ese instante era ir al El Antro, pero pese a que sabía que los Eternos se dirigían hasta allí, esperaba que Nemo primero la guiara a la supuesta posada, de modo que no corriera el riesgo de encontrarse con Jared o algún enviado de éste ( si es que lo tenía). Nemo se la quedó mirando con extrañeza ante esa repentina actitud, pero por otro lado, y dado a las condiciones en la que él y sus compañeros la encontraron; lo pensó mejor y supuso que ella estaba desesperada por encontrar un refugio donde esconderse.
— Si te conociera mejor, creo que realmente te quieres ocultar de alguien — comentó Nemo. — ¿Te ocultas de los hermanos Leto? ¿Te hicieron algo malo?
— ¿Yo? ¡No! — mintió Esperanza un poco nerviosa. Luego soltó una pequeña risotada— es sólo que estoy algo cansada y quiero dormir. — Respondió, luego bajó la mirada — « La villana soy yo» — se dijo para sus adentros con un gran sentimiento de culpa.
— Ah... supongo que, sí sabes que tanto la posada como El Antro, pertenecen a los Leto y a Tomo Millicivik, su compañero de banda — continuó el Eterno en un tono suspicaz y de advertencia a la vez
— Sí... lo sé — dijo ella, no muy convencida. Pues, si bien sabia que El Antro era un negocio familiar de los Leto, no sabía que la posada también, por lo que en ese instante comenzó a dudar si quedarse ahí o no.
Lo malo de todo eso era, que no tenia donde ir. Si tan solo tuviese el dinero suficiente para irse a un hotel, desgraciadamente para ella, al huir, se fue simplemente con lo que llevaba puesto; no tenía bolso, ni mochila, ni siquiera una billetera, nada de eso había sido recuperado aún luego de su secuestro.
— Sólo estaremos en El Antro por un momento — dijo Nemo— nos encargaremos de un asunto y luego te acompañaré a una habitación
— De acuerdo— aceptó— pero... ¿Qué hay de los Leto? — Preguntó ella algo temerosa — ellos son los dueños ¿no? Supongo que frecuentan mucho este lugar.
— Bueno, sí. Pero nunca se mezclan con los de la primera y segunda sección, siempre están con las celebridades, en la tercera y cuarta sección... al menos, Jared Leto y su fiel bruja. — Respondió Nemo — Su hermano en cambio, casi nunca viene, y las veces que lo hace, sólo frecuenta la tercera sección, donde las celebridades y humanos... (E incluso Eternos) con más dinero y buen pasar, comparten. — Explicó — es algo así como un M&G para criaturas de la noche y humanos masoquista que buscan ofrecer su sangre a cambio de sentir la mordida de las celebridades.
— ¿Entonces, dirías que entre los dos, el más humilde y cercano a sus fans, es Shannon Leto? — preguntó ella.
— No— dijo él negando con la cabeza — es una simple fachada; sólo busca chicas a las cuales drenarle su sangre; para ser honesto, Shannon Leto no tiene respeto por nadie. Una vez creó a un Eterno y él lo abandonó a pesar de que ése Eterno sentía un vínculo simbiótico hacia Shannon por darle su sangre, pero eso a Leto no le importó. Nunca le ha importado a nadie, simplemente lo hizo para jugar hasta aburrirse del Eterno.
— ¿Me estás diciendo, que ese Eterno eres tú? — preguntó sorprendida la Destinada
—No, ese Eterno es Zombi — respondió Nemo, segundos antes de que las puertas del elevador se abriera en el Pen Hause.
Bajaron del ascensor y caminaron directo hacia el plató central, donde la gente bailaba al ritmo de una música electrónica. Esperanza se puso algo nostálgica, porque, si bien no era uno de sus géneros de música favoritos, sí lo bailaba y la disfrutaba cuando estaba con Ramiro, pues a él le gustaba muchísimo.
Recordó con cariño las miles de veces en las que ella, Ramiro y su amiga Alejandra, asistieron a fiestas electrónicas en épocas de verano. Donde, quienes asistían a esos eventos, se movían al ritmo de la música como si estuviesen en un trance. El golpe de calor era combatido por grandes chorros de agua que eran rociadas a la gente, a trabes de gruesas mangueras ubicadas en la tarima donde se hallaba también, el DJ colocando los temas para bailar.
Nemo le tomó la mano a Esperanza, y juntos caminaron entre la gente, para luego reunirse con el resto de la pandilla en el bar abierto que se encontraba en la segunda sección. Ahí estaban; Sombra conversando con el barman, mientras Rita y Zombi se hallaban sentados uno a cada lado de su mandamás.
— Ustedes son Eternos— dijo el barman secamente. Al parecer, aquel hombre nunca los había visto antes y la presencia de la pandilla le desagradaba
—Sí— dijo Sombra — pero queremos ver a Max
— Max está ocupado, me dejó a cargo.
— Bien— repuso el jefe de la pandilla — necesitamos cuatro litros de sangre de vampiro
— Treinta dólares el termo de un litro
— ¿Treinta dólares? Pero este es un bar abierto, se supone que es gratis — dijo Sombra
— Y tampoco tenemos ciento veinte dólares — terció Zombi— ¡esto es un robo!
— No si es para llevar, son las nuevas políticas del lugar. Sólo es gratis si consumes aquí adentro — explicó el barman
— ¡Pero que tontería! ¡Jared Leto se ha vuelto loco! — protestó el mandamás dando una fuerte palmada a la mesa.
— No lo impuso él. Fue su hermano — repuso el barman — ¿los llevarás, o lo consumirán aquí? — preguntó con cierto fastidio — y por cierto, si van a consumir aquí, les advierto, tiene que ser en la barra o en los asientos, donde mis ojos lo vean. Decídanse pronto, tengo que seguir atendiendo gente y ustedes obstruyen el paso...
Mientras aquella discusión se efectuaba. Esperanza miró al rededor distraídamente, tenía poco interés en aquel conflicto. Esperaba, que aquello se resolviera luego para ir a la dichosa posada.
De pronto, a lo lejos, pudo reconocer la rubia cabellera de Emma. Asustada se puso de pie mientras seguía buscando con la mirada y unos pasos más atrás, Jared seguía a la hechicera entre la multitud. Con un expresión realmente seria, el vampiro se abría paso mientras él también buscaba con la mirada a su alrededor algo... o a alguien, lo que para Esperanza era bastante obvio.
Sin decirle nada a nadie, ella simplemente se alejó y corrió a ocultarse entre la gente que se hallaba más hacia los rincones, donde había poca luz, de modo que pudiese escurrirse por la salida sin ser vista.
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