Capitulo 14.



Con el tiempo, Esperanza se formó una nueva rutina. Cada mañana, luego del desayuno se preparaba y estudiaba la materia que le impartía a Natalie durante la noche, pero antes de eso durante la tarde, acompañaba a Natalie a lo que fuera que ella quisiera hacer. A veces estaban en el despacho de Jared mientras él y Emma se iban al El Antro, otras veces se encerraban en la habitación de Natalie a escuchar música o a leer. En ocasiones se asomaban por los balcones de la casa a observar el paisaje que cada uno de ellos ofrecía, algunas veces paseaban por el gran jardín donde se hallaba el laberinto, pero afortunadamente para Esperanza, sólo pasaban por fuera.

Aquello ya era costumbre. Habían pasado semanas desde que Esperanza y Jared hablaron en su despacho la última vez, y desde entonces ya no se habían visto tan seguido. Por lo que su única compañía, era Natalie, quien por cierto tampoco mejoraba las cosas porque ella apenas le dirigía la palabra, y cuando lo hacía, era sólo para pedirle algo o responderle de manera tosca a la Destinada. Generalmente eso ocurría cuando estaban en clases o cuando la Eterno le pedía que la acompañara en ciertas partes de la casa.

Muchas veces, Esperanza se sentía sola. Echaba de menos a su madre, echaba de menos a Ramiro, y lo peor era que no tenía como comunicarse, Jared no le permitía tener teléfono ni acceso a internet al menos que sea para sacar información pedagógica, por lo que no podía entrar a sus redes sociales ya que estas estaban bloqueadas con filtros. Por otro lado, también echaba de menos pasar el rato con Tomo y Stevie. Para ella, estar con el hechicero sin magia y el licántropo que no se transformaba, era mucho más divertido que pasar el día con la mimada y extraña muchachita a la que debía acompañar y enseñar, pese a la inexistente comunicación entre ambas.

Sin embargo se alegraba de poder verlos aunque sea un rato a la hora de las comidas. Esos, eran los momentos más felices del día pese a que nunca podría compensar los momentos en el que los pasaba con sus verdaderos amigos.

— Bien, Natalie, espero que hayas terminado tu ensayo sobre Romeo y Julieta— dijo Esperanza esa noche cuando se hallaba sentada frente a la chica Eterno en la mesa de estudios de la biblioteca.

— Pues, creí que con Hamlet ya era suficiente — respondió Natalie — ¿enserio es necesario seguir con las obras de William Shakespear? ¿De verdad no te cansas, María?

— Siempre es bueno estudiar a los clásicos — respondió Esperanza — y esto, está dentro de un programa que yo misma elaboré de acuerdo a tu edad y año escolar. De donde vengo, tú deberías estar en Tercero Medio, que es el equivalente a tu tercer año de preparatoria aquí

— Por si no lo sabes, yo debí salir de preparatoria hace diez años. Pareceré una colegiala, María pero para tu información, no lo soy, cronológicamente soy casi de tu edad. Si estás aquí es porque así lo quiere Jared

— ¿Ah sí? Pues, como bien has dicho; tú no has terminado tus estudios desde hace diez años,— reafirmó Esperanza. — El señor Leto dijo que ni siquiera puedes asistir a una escuela nocturna para completar tu educación como corresponde porque, evidentemente, aunque haya pasado el tiempo... aun tienes dieciséis años y la gente lo notará pues eres sospechosamente más joven de lo que debieras...

— Por favor, eso es ridículo. Los Ángeles es una ciudad enorme ¿cómo lo notaría la gente — cuestionó Natalie.

—Tus fotos de " se busca" aun cubren los muros de esta ciudad — respondió la Destinada — y apareces también en los envases de leche. Supongo que después de tanto tiempo, tus padres aún no han perdido la fe en encontrarte.

— Ay por favor, ahora suenas como Jared — dijo Natalie poniendo los ojos en blanco — no te queda...— hizo una pausa, luego se enderezó erigiéndose sobre su silla para mirar a Esperanza por encima de sus hombros en actitud altanera—de todas formas — continuó —leer obras teatrales, me da migraña— al decir eso, se puso de pie y rápidamente salió de la biblioteca.

— ¿Adónde vas? —Preguntó Esperanza — ¡Hey, no hemos terminado!— Natalie hizo total caso omiso al llamado de atención de su institutriz.

No era la primera vez que Natalie se comportaba de ese modo, pero era la primera vez que se paraba de la mesa y se iba de la clase.

Frustrada, Esperanza se dejó caer sobre la silla y llevando ambas manos a sus sienes, soltó un fuerte suspiro. De pronto, unos pasos, acompañados por una enigmática y ronca risita masculina, la tomó por sorpresa.

— No, por favor. No tú — gimoteó con desgano, pero con esa actitud, lo único que logró fue que Shannon se tomase esas palabras como una invitación a sentarse en el lugar que Natalie dejó vació

— Sí, me temo que sí... soy yo — dijo él con una gran sonrisa sarcástica que enseñaba sus grandes colmillos vampíricos.

— ¿Qué quieres?— preguntó Esperanza con evidente fastidio

— Creo que necesitas un curso intensivo para lidiar con ese parásito al que estás obligada a seguir — respondió Shannon ignorando totalmente, la actitud de la chica.

— Soy su institutriz — dijo Esperanza con seriedad — el señor Leto me dijo que debía hacerle compañía y darle clases.

— Y es por eso que yo te enseñaré a ganarte su confianza

— ¿Cómo? — cuestionó ella poniendo los ojos en blanco al tiempo que soltaba un gran suspiro.

— Primero... — comenzó a decir él poniendo una botella metálica de tapa roja sobre la mesa — llévale esto

— ¿Qué es? — preguntó Esperanza con algo de desconfianza

— Llévaselo... le gustará, es su favorito. — respondió Shannon insistentemente

— ¿Y quién me asegura que esto no es una trampa? —preguntó Esperanza

— ¿Por qué lo haría? — preguntó Shannon

— Acabas de referirte a Natalie como "parásito" —respondió ella haciendo comillas con los dedos

— Es un apelativo cariñoso— mintió Shannon — Yo jamás le haría daño a Natalie, es como una sobrina para mí.

— Está bien—dijo Esperanza— confiaré en ti, pero si es un truco, no volveré a hablarte.

— Créeme, cariño. Es lo último que quiero.

Más tarde esperanza se encontraba buscando a Natalie en su habitación, pero al no hallarla, supuso que la encontraría en el despacho de Jared. Primero, llamó a la puerta, pero al no haber respuesta, ella simplemente entró de manera cautelosa. Natalie estaba sentada en el marco de un gran ventanal mirando hacia afuera en cuyo paisaje nocturno, la luna llena y las luces artificiales de la ciudad, se imponían en esa gran vista panorámica.

— Aquí estas — dijo Esperanza— creo, que te gusta este lugar—comentó

Natalie no dijo nada, ni siquiera se tomó la molestia de voltear a ver a Esperanza y un incómodo silencio invadió el lugar.

— A mi también me gusta — insistió—Es uno de mis lugares favorito.

El silencio continuaba, haciendo que aquella habitación se hiciera cada vez más claustrofóbica.

— Natalie, escucha. No sé lo que he hecho para caerte mal, pero yo ni siquiera pedí estar aquí en primer lugar — continuó la Destinada. Natalie la miró de reojos haciendo un gesto de desprecio— oye, desearía que nos lleváramos bien. Después de todo, soy y seré tu institutriz quizás hasta cuándo, nos guste o no. Debemos tratar de tener una buena convivencia, aunque sea por el señor Leto— nuevamente hubo un corto pero tenso silencio que sólo fue roto por el suspiro de Natalie. No obstante, Esperanza no quería rendirse y decidió intentarlo con el último recurso que le quedaba, aquel que Shannon le sugirió. — Ten — dijo tendiéndole la botella. Natalie finalmente la volteó a ver y arrugó un poco la nariz mientras fruncía ligeramente el ceño ante aquel sospechoso envase metálico.

— ¿Qué es? — quiso saber la chica

— Pues, sé que es tu favorito — dijo Esperanza y aunque Natalie titubeó un poco, lo aceptó pues sabía que Jared solía dejarle varios termos de su sangre las veces que él salía. Sólo que no era costumbre, qué cualquier persona fuese quien le entregara la sangre a Natalie. Lo normal era que fuese el propio Jared o Emma la persona certificada para proporcionarle las botellas de tapas rojas con cierta cantidad de sangre en su interior. Era por eso, que cuando Esperanza se la ofreció titubeara un poco antes de aceptarla.

La destapó, olfateó un poco por si las dudas y enseguida bebió, lo que fue un gran error. Al momento de tener contacto con sus labios, el contenido de aquel termo comenzó a quemar cual asido. Ella se dobló por la cintura y soltó el recipiente derramando sangre en la alfombra. Luego cayó de rodillas y comenzó a chillar.

— Pero... ¿qué? — comenzó a decir Esperanza sin poder entender lo que estaba pasando, los alaridos de Natalie estaban por toda la casa. Incluso, se podían oír desde el portón de entrada, el cual se estaba abriendo de par en par porque Jared y Emma regresaban del El Antro. Jared salió del coche con gran rapidez al oír los chillidos de Natalie, se dirigió a la casa y luego entró a la biblioteca casi volando, pero ahí sólo vio a Shannon fingiendo leer un libro como si nada pasara. Enseguida, corrió al segundo piso y finalmente pudo distinguir la ubicación de los gritos en su propio despacho.

— ¿Qué pasa? — preguntó alarmado al abrir la puerta con gran ímpetu. Vio a Natalie retorcerse de dolor y a Esperanza parada junto a ella sin hacer nada al respecto, con prisa el vampiro corrió hacia la chica Eterno y se arrodilló para acunarla entre sus brazos.

— ¡Me quiere matar, Jared! ¡Ella lo hizo! — acusó Natalie entre quejido. Él se percató del recipiente, con urgencia lo tomó y lo olfateó fuertemente cerrando los ojos.

— Sangre humana — dijo en un murmuro — ¡Que es lo que hiciste! — vociferó dirigiéndose a Esperanza

— Yo... no, no fue mi intención — se disculpó la pobre y asustada humana — creí que si le daba algo de beber, podríamos...

— ¡Querías envenenarla! ¿Enserio? — interrumpió Jared, sus azules ojos estaban tan encendidos, recordaba verlo visto así, pero no recordaba jamás verlo con el rostro tan lleno de ira. Esperanza estaba aterrada, por un momento creyó que esa noche, él la mataría.

— No, yo... no — intentó defenderse

— ¡Vete de aquí! — vociferó Jared, bajo sus ojos se le podía ver aquellas venas ramificándose y la yugular se le hinchaba cada vez mas

— Pero señor, no entiendo nada — suplicó la chica intentando comprender por qué razón Natalie gritaba y se retorcía de dolor, y Jared por su parte, estaba tan furioso. ¿Que estaba mal ahí? ¿Por qué la acusaban insistentemente de querer matar a la chica Eterno?

— ¡Largo! — gritó él, mientras acomodaba un poco más a Natalie entre sus brazos y luego mordía su propia muñeca para darle de su sangre — ¡Que te vayas! — insistió mientras colocaba su brazo en la boca de Natalie. Esperanza sobresaltada salió del lugar, y corrió hasta su dormitorio cerrando la puerta tras de sí, para luego apoyar su espalda en ésta al tiempo que intentaba controlar su agitada respiración.

Cuando se puso de pie con su protegida en brazos, Jared caminó hasta su propio dormitorio y acostó a Natalie. Ella entre abrió los ojos y vio que Jared hacia el ademan de salir de la habitación

— No me dejes — pidió la chica Eterno

— Necesitas descansar — respondió él

— Por favor, no quiero estar sola. Tengo mucho miedo — tras soltar un suspiro al tiempo que asentía levemente, Jared volvió acercarse a la cama. Natalie se hizo a un lado y él se acostó junto a ella, quien lo rodeo con sus brazos y acomodó su cabeza en el pecho de él. El cantante la observó mientras le acariciaba el rostro de manera tierna y de pronto ella sonrió. Tal vez de agradecimiento, quizás de felicidad por no haberse muerto intoxicada o simplemente por el hecho de que Jared estaba ahí con ella acunándola entre sus brazos

— ¿Puedo quedarme contigo, Jared? — Susurró ella — sólo por esta noche

— Claro que sí, no dejaré que salgas de mi habitación hasta asegurarme que estés totalmente recuperada

— Ella lo hizo — dijo Natalie — me ofreció una botella de tapa roja y dijo que era mi favorito— de pronto, la chica se puso a llorar — Me odia, estoy segura, me quiso matar

— Shii, tranquila. Ya pasó, estás conmigo ahora

— Es que no lo entiendo, se supone que está aquí para hacerme compañía ¿por qué me hizo esto?

— De seguro hay una explicación razonable para eso — dijo Jared — mañana hablaré con ella, lo prometo. Ahora debes recuperar fuerzas.

Diciendo eso, se cortó las venas de su muñeca con su navaja, enseguida, se la ofreció a Natalie — Esta vez... sí es tu favorito — aseguró él en un murmullo tranquilizador. Ella con ansiedad comenzaba a succionar. Jared, inconscientemente, le acariciaba la cabellera con la otra mano al tiempo que cerraba sus ojos, y de ese modo, esperó a que ella terminara de alimentarse. 

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