Capítulo 26
Lyla tomó la copa de vino de Jade y le dio un buen sorbo en un intento de calmar la tos que la risa le había provocado.
- Son tan divertidos. –decía Jade entre risas. –deberían ver sus caras. –Derian parecía a punto de querer matar a todos, William miraba a Josh mientras movía la cabeza con cansancio y Josh solo miraba a todos aun sin captar al cien por ciento.
- Pero la doctora dijo.... –empezó Josh.
- Me felicitó porque iba a darme el alta. –dijo Lyla ya más calmada.
- Mi madre pensó que era un embarazo antes de que la doctora aclarara el motivo de su felicitación e hizo un show. Y tú te fuiste antes de oírlo todo. –dijo Jade, de inmediato William le dio un golpe con la palma de su mano a Josh en la cabeza. Este gimió audiblemente.
- ¿Pensaste que iba tener un bebé? –dijo Lyla viendo a Derian y este solo asintió con sus ojos chispeantes. - ¿Y no saliste huyendo a otro continente al saberlo? –tenia curiosidad y también incertidumbre. Ella por un instante había pensado en la posibilidad de tener un bebé gracias a la graciosa doctora, pero, la posibilidad le aterró más que gustarle. Su relación con Derian era un lío y no necesitaban un lío aún más grande. Pensó por segundos que si estaba embarazada iba a ser el cierre definitivo con él, temió su reacción, todo quedó en lo que pudo haber pasado pues fue falsa alarma. Ahora, el anhelo por saber que pasó por la mente de él la carcomía.
- El único que salió huyendo fue Josh. –dijo William.
- Derian también salió corriendo. –dijo el aludido.
- ¿Ah sí? –preguntó Jade y fulminó con la mirada al trío.
- Corriendo a verla. –aclaró William.
- ¿Para exigir un aborto? –presionó Jade, Lyla miró sin perder detalle al supuesto futuro padre, vio encenderse la furia en los ojos del rubio y la ira en los ojos oscuros de Derian.
- ¡Dios, no! –exclamó Derian golpeando con las palmas la mesa y levantándose de inmediato. Ellas respingaron, Josh soltó un "oh, oh" y William se pasó las manos por el pelo. Rodeó la mesa y tomando la mano de Lyla la sacó de allí.
- Si le haces algo yo... -empezó Jade, pero una mano le tapó la boca y ella reaccionó mordiéndola.
- ¡Ay! ¡Loca!
- ¿Cómo te atreves a taparme la boca rubito? –gritó levantándose molestísima.
- ¿Rubito? –preguntó Josh y se soltó a reír, ganándose una dura mirada por parte de su amigo que se miraba la mano.
- Vete a tu habitación Josh, tengo cosas que arreglar con la pequeña emperatriz. –dijo viendo furioso a Jade que parecía estar en igualdad de condiciones.
- ¿Qué me vaya a...? ¿te recuerdo que no soy un niño?
- Vete. –dijo esta vez Jade furiosa. –vete si no quieres ser testigo de un asesinato.
- Santo cielo... ¡Yo solo quería cenar tranquilo! –azotó la servilleta contra la mesa y se fue enfadado a su habitación.
- Ven aquí. –dijo William mirándola, había una silla de por medio para poder salir del comedor, ella se la quedó mirando. –no vas a poder rodearme. –le advirtió.
- No pensaba rodearte, pensaba lanzártela a la cabeza. –él sonrió y sus ojos azules se oscurecieron.
- Esto no va acabar bien si me tocas. –amenazó ella.
- Eso espero. – él avanzó y sacó la silla de una patada logrando que ella se lo tomara en serio por primera vez, intentó golpearlo, pero él agachándose la tomó por la cintura y se la echó al hombro. Salió de la cocina ignorando los gritos y esquivando y aguantando sus golpes. Y enfiló a su habitación. Josh apareció desde su escondite engullendo unos caramelos.
- ¡Rayos! Ya no podré ver nada, aunque deduzco que pasaremos de clasificación C a XXX. –le confió al pez dorado que había en una pecera justo al lado de donde él se había metido. -Cambiaré de canal ¿dónde están los otros dos? –dijo en voz alta aun hablando con el pez y echando a andar por la casa.
Él la aventó a la cama y ella gimió pese a que el colchón era suave. Muy a su pesar estaba disfrutando demasiado. Y Jade no era de las que los preferían trogloditas. Derian parecía serlo y no se esforzaba en ocultarlo, pero William tenía una fachada que escondía lo que en verdad era, un animal. Uno que parecía querer comérsela.
Entrecerró los ojos al ver el deseo brillando y le aventó todo lo que encontró a su pas: Almohadas, lámpara, un libro, un reloj y él esquivó todo. Ella acabó cansada por el esfuerzo y la verdad sea dicha, por la excitación. Cuando la aprisionó con su cuerpo, ya estaba cansada de jugar y más que dispuesta a empezar con lo que esos ojos le prometían. Él descendió sobre su boca, besó, chupó y mordió y ella se perdió.
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- Vas a lastimarme. –le dijo Lyla y él al fin la soltó. Habían subido al segundo piso a la carrera, habían entrado en una habitación con balcón y una vez allí, al fin había ella encontrado su voz. Miró su muñeca enrojecida y masajeó. Lo vio cerrar la puerta con seguro.
- Lo siento. –le dijo de inmediato y él empezó a tocarle la muñeca con un suave masaje.
- Mejor si no me tocas. –le advirtió, pero él la ignoró.
- ¿Te repele mi toque o te excita? - lo segundo pensó Lyla. Intentó zafarse y él claro, no se lo permitió.
- No quiero esto, ahora no.
- ¿Esto? –dijo él al fin soltándola.
- Enciende la luz y déjame salir.
- No. Esto, ¿Qué es esto?
- Lo que sea que hayamos tenido. –dijo angustiada, quería salir, se sentía flaquear y no quería. -Déjame salir. –pidió ella de nuevo.
- Lo que sea que hayamos tenido... - repitió él con voz letal. –Ilumíname, explícame... ¿Qué fue lo que sea?
- No iba a funcionar. Empezamos mal, teniéndome a mí como premio de una maldita apuesta. Se apostó mi cuerpo y fue ganado por ti. –le dijo con creciente furia. No, no estaba tan en el pasado como ella pensaba, todo se había desbordado en el instante que Mike había abierto la boca, no había sido tan mundana como para olvidar eso y ahora se desbordaba.
- Que gran pecado de mi parte. –le dijo con voz baja y grave. –Así que, ¿nos condenamos antes de empezar? Creí que ya teníamos eso claro.
- Yo también lo creí y me equivoqué. –Y seguía doliendo.
- ¿Condenados eh? - insistió.
- Sí, maldita sea. –ella miró hacia la puerta.
- No vas a salir de aquí.
- Que familiar me resulta todo ¿usas siempre los mismos métodos?
- Jamás había hecho con una mujer lo que hice contigo.
- ¡Gracias! ¡Qué honor!
- Lo volvería hacer.
- ¿Volverías a apostar por mí?
- Sí, mil veces sí. Jamás me arrepentiré de haberlo hecho. –le dijo y ella quiso llorar, solo que no sabía por cuál de todas las razones posibles. -¿Te arrepientes de lo que pasó entre nosotros?
- ¿Mandaste golpear a Marcos? –contraatacó ella.
- No. Créelo si quieres o no. Pero, la verdad es que no era mala idea y sí, la contemplé por instantes. Una mujer como tú no merecía regresar con un pelele como él. Pero ni yo iba a caer tan bajo, si querías volver a ese idiota era tu decisión, yo iba a encargarme de que no quisieras.
Y nunca quise volver pensó Lyla y cerró los ojos por un instante.
- Que gran seguridad. –le dijo ella entonces y sintió que empezaba a temblar.
- - ¿Te arrepientes de lo que pasó entre nosotros? - insistió él acercándose, lucia peligroso, ella sabía que no había nada que temer, pero aun así retrocedió, su cercanía la obnubilaba.
- Me arrepiento de la manera en cómo empezó. –dijo ella sincera. – no de lo que pasó, sino... -se le quebró la voz. –Me hubiera encantado ir a una de esas fiestas, a esas que he ido y que odio, pero que he ido solo por ti. –calló y se enfocó de nuevo en lo que quería decir. - y haberte conocido sin apuestas de por medio, sin Marcos de por medio. He armado esa noche de distintas maneras en mi mente ¿sabes? Me he imaginado topándome con tu mirada oscura a medio salón, sé que Marcos se habría difuminado a mi lado, he soñado en que me pedirías un baile y yo habría aceptado, me habrías sacado de la mesa y luego del lugar y sé que no me hubiera opuesto. He imaginado distintos escenarios, todos sin apuestas, sin dinero incluido... -calló al sentir el sabor de una lágrima en su labio superior.
- No lo hagas. –pidió él, su voz contenía una suave ferocidad y determinación.
- ¿Qué?
- No importa nuestro inicio. Si vas a pecar que sea conmigo. Si te vas a condenar que sea en mi boca y si vas a arrepentirte, que sea de no habernos encontrado antes, pero nunca de nada más... no te arrepientas de nada, más que de estos días separados, de haber creído una mentira sobre mí, sólo de eso...
- Ya sabía que no podías ser tan magnánimo. –dijo ella intentando evitar romper a llorar, sus palabras le habían calado hondo. Ella lo amaba, la manera en que le había dicho que no había mandado a golpear a Marcos, gritaba verdad y por sobre todas las cosas, él tenía razón, no importaba el inicio sino, lo que hicieran a partir de entonces.
- No quisiste verme cuando estuviste en el hospital. –le reprochó él.
- No quería...
- ¿Sabes lo que es no saber? ¿Estar en ignorancia sobre lo que te pasaba, sobre lo que tenías? ¿tienes idea del pánico que sentí? –dijo angustiado y molesto, recordándolo todo.
- Verte me dolía demasiado. –Momento, ¿había dicho pánico?
- No verte me estaba matando Lyla. Y luego, Josh me dijo que esperabas un bebé. Me aferré a esa posibilidad con todas mis fuerzas.
- ¿Querías el bebé? –balbuceó ella sorprendida.
- Sí, si eso significaba que no ibas a dejarme de nuevo. –dijo con total sinceridad y ella tragó saliva al sentir como se le cerraba la garganta de la enorme tensión del momento por qué... ¿Qué significaba todo eso? Sí, a cualquiera podría resultarle todo claro, pero ella seguía totalmente en una maraña.
- Pero... ¿por qué? –Un relámpago iluminó la habitación y ella vio su hermoso rostro contraído por el recuerdo, y sus ojos negros brillando, ¡Dios! Como lo amaba pensó.
- Necesitas todas las palabras ¿verdad? –le dijo casi en un susurro.
- ¿Es mucho pedir? –le dijo ella bajito y acercándose esta vez a él. Él puso su frente sobre la de ella agachándose para hacerlo. Lyla levantó su mano y la puso sobre su pecho. – tu corazón... -dijo al sentir los desbocados latidos, el de ella estaba igual y casi ni podía respirar.
- ¿Lo quieres? –le preguntó y ella se sintió mareada por lo que eso significaba.
- ¿Me lo darás?
- Hace mucho que lo tienes.
- No tenía idea. –dijo ella con voz ronca, la oscuridad la amparaba y lo prefería porque había empezado a llorar, pese a que intentaba ocultarlo.
- ¿Lo quieres? –le repitió y su voz contenía una dulce vulnerabilidad que jamás pensó ver en un hombre como él. Ella ya no pudo ocultar que lloraba. -¿Lyla por qué...?
- Rayos, claro que lo quiero. –le interrumpió lanzándose a sus brazos.
- Eres experta en torturarme. –le dijo buscando su boca.
- Cállate y bésame.
- Como digas amor...
Amor. Suspiró pensando en esa palabra mientras la besaba y la llevaba a la cama. Amor, por fin, amor.
Así que todo acerca del sexo de reconciliación era cierto, bueno, era mejor aun. Lyla sonrió mientras miraba embobada al hombre que tenía al lado, dormía tranquilo y lucía casi inofensivo, casi. Y ahora era suyo, todo suyo. Sonrió con tanta alegría que pensó que la cara se le iba a romper, se obligó a levantarse para ir a ver a Jade. Esperaba que no hubiese matado a William y a Josh de paso. Después de pasar brevemente por el baño y haberse tan solo lavado los dientes y la cara, salió de la habitación casi sin despegar la vista de Derian y tratando de componer su enmarañado cabello. Justo cuando salía, la puerta de enfrente se abría y Jade miraba a todos lados del pasillo sin molestarse en ver al frente, llevaba el pelo todo alborotado, y encima solo una camiseta que le quedaba muy grande. Lyla carraspeó y Jade dio un pequeño grito cuando vio a su hermana mayor contemplándola con los ojos entrecerrados.
- ¿Por qué tan sigilosa?
- No quería despertar a nadie. –dijo ruborizándose intensamente.
- Tú nunca te ruborizas. –Lyla la miró de arriba abajo. – esa camiseta no es tuya.
- ¡Claro que lo es! Tú... tú, no puedes conocer toda mi... mi ropa.
- No me me digas. –dijo imitando su tartamudeo. –esta es la habitación que te dieron?
- Sí.
- ¿Venía con compañero de cuarto incluido?
- Claro que no, que cosas dices.
- ¿Qué hace él allí entonces? –Lyla señaló detrás de Jade, William acababa de levantarse y llevaba solo boxers encima, el tipo estaba bien, más que bien, muy bien construido. Su hermana lo vio y luego la vio a ella, abrió la boca para decir algo pero no salió nada.
- Jade, vuelve aquí. –dijo con voz soñolienta. Lyla enarcó una ceja burlona.
- No es lo que parece. –dijo Jade de inmediato.
- No, claro que no.... ¡te acostaste con él! ¡tú pequeña mocosa...!
- ¿Disculpa? ¿me dirás ahora que dormiste sola? ¡Traes encima la camisa de Derian!- William avanzó hacia la confrontación aunque tenia cara de no querer hacerlo.
- Bueno, sí ¡Pero yo sí tengo algo con él!
- Tenías hermanita, tenías. Lo has perdonado ¿no?
- ¿Y eso qué? Ayer era tu flamante salvador.
- El cual pese a ello jamás iba a volver a tu vida, tú lo dijiste.
- ¿Eso dijo? –Derian estaba detrás de Lyla en ese momento, al menos se había puesto los pantalones, pero seguía sin camisa.
- ¿Van al mismo gimnasio? –preguntó Jade de pronto viendo el torso del novio de su hermana.
- Sí y deja de mirarlo. –le dijo William también detrás de ella.
- No dije eso. –intervino Lyla. –al menos no así. Tú... ponte pantalones.
- Vas a pagar por ello. –Derian le lanzó la amenaza cargada de sensualidad. Lyla se sonrojó y Jade rodó los ojos. – Y deja de mostrarte desnudo delante de mi novia exhibicionista. –le espetó a William. Otra puerta se abrió y los cuatro vieron a Josh salir, llevaba puesto un pantalón de pijama en color verde con ositos. Sin camisa tampoco, parecía que los hombres de la casa disfrutaban de la desnudez en esa área y parecía que pese a su apariencia un tanto infantil y noble, Josh también iba al gimnasio.
- ¿Esos son ositos? –preguntó Lyla aguantando la risa.
- Me la dio mi abuela de regalo. -Contestó refunfuñando. -¿podrían dejarme dormir?
- También vas al gym ¿verdad? –dijo Jade mirándole con detenimiento.
- ¿Qué rayos tienes tú con los torsos? –le preguntó William molesto.
- Bien Josh, bien. –dijo Lyla levantando ambos pulgares y mirándole sin recato igual que su hermana.
- Josh. –dijo Derian.
- ¿Sí?-respondió bostezando y ajeno a las miradas de las dos chicas. El sueño lo mataba.
- Metete a tu maldita habitación y no salgas a menos que estés cubierto de pies a cabeza.
- ¿Por qué? –inquirió inocente.
- Porque si no te voy a arrancar el torso. –gruñó Derian.
- Que agresividad. –le dijo Lyla regañándolo. William le tapó los ojos a Jade y ella le dio un manotazo.
- Bien, me voy pero antes...
- ¿Qué? –le gritaron Derian y William.
- Solo una cosa para los cuatro ¿usaron condón verdad? Ya no quiero más confusiones sobre paternidades y esas cosas. –dicho eso se metió a su cuarto dejándolos mudos.
- Solo eso pudo dejarlas calladitas. –dijo Derian al fin y metiendo a Lyla de nuevo a la habitación sin poder impedir que ella le gritara a William que más le valía no dejar embarazada a su hermana.
- Me aseguré de no hacerte tía. –le respondió como si tal cosa ganándose una mirada cargada de instintos asesinos por parte de Jade. –Ven aquí. –le dijo metiéndola también a la habitación. Ella solo fingió protestar.
- Algo me dice que solo desayunaremos tú y yo. –dijo Josh al pez que había metido a su habitación la noche anterior. –pero antes otro sueñecito. –Y se durmió como un bebé.
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