Capítulo 24
- Bueno, felicidades. –dijo la doctora y todos en la habitación se quedaron paralizados.
- ¿Felicidades...? ¿Y cómo por qué? –inquirió Lyla con el horror escrito en el rostro.
- ¿Es que me has hecho abuela? ¡Y no estás casada! –gritó la madre de ambas como si se tratara de un mal episodio de una mala telenovela latina. Para rematar se dejó caer en el sofá y su esposo solo le envió una mirada exasperada.
- ¡Cálmate madre! –dijo Jade y miró a Lyla ocultando el nerviosismo.
- ¡Un bebé! Lyla embarazada y tú... tú ¿quieres que me calme?
- Iba a decir felicidades porque le vamos a dar el alta. –dijo la doctora mirándolos a todos con diversión.
- Pudo haber dicho eso antes de que se desatara el caos. –gruñó Lyla, un estruendo se oyó en el pasillo y Jade salió a ver.
- Alguien tiró un cuadro del pasillo. –dijo Jade regresando.
- Todo está bien. –añadió la doctora mirando su expediente. –al parecer la baja de presión arterial tuvo que ver con alguna noticia o suceso que fue demasiado para usted. –y la miró a través de sus gafas. Al ver que no decía nada continuó. – sus exámenes médicos atestiguan que goza de salud, y si quiere un bebé en un futuro todo está en orden.
- No, gracias. –masculló Lyla.
- ¿Por qué no? Algún día quiero ser abuela. –tanto Lyla como Jade rodaron los ojos ante las palabras de su madre y su padre rio.
- Vamos a casa.
- ¿Irás a casa de nuestros padres?
- No, iré a mi casa. –dijo Lyla pensando en su departamento. Por derecho era suyo, había pasado más de lo estipulado con él ¿no? Le pertenecía recordó con pesar y apartando el hecho de que habían decidido dejar lo de la apuesta atrás, ella lo había hecho y había sido un error. Pese a las protestas de la familia al completo, dejaron a Lyla en su departamento. Jade insistió tanto en quedarse que concordaron que lo haría solo por esa noche. Era hora de empezar de nuevo. En su camino al departamento había visto que los seguía una camioneta negra, en cuanto había bajado Jade le había dicho que era personal de seguridad de la empresa del padre de ellas. Que había prescindido de los servicios de guardaespaldas de Derian y ella por supuesto que estuvo de acuerdo. Él había accedido sin rechistar, claro, ¿Qué se podía esperar? Todo había acabado ya.
- Díselo tú o se lo diré yo. –le dijo William a Josh en la entrada de la oficina de Derian.
- No gracias, no estoy loco.
- ¿En serio no vas a decirle nada?
- El que está allí no es Derian, es un león rugiente que devorará a quien atraviese esa puerta ¿Qué parte no entendiste cuando dijo que mataría al que lo interrumpiera?
- Sí está así es porque no admite que se muere por verla y por no estar con ella.
- Bueno, eso díselo tú. Eres su amigo.
- Es tu amigo también.
- Soy más empleado que amigo, siempre me amenaza con despedirme. –le informó con el ceño fruncido y cruzándose de brazos.
- Y a mí con sacarme de la junta directiva por ser accionista minoritario, así es él.
- Pues que buen amigo.
- ¡Va a ser padre!
- Ya sé.
- Díselo.
- Quiero vivir para por lo menos ver el bebé de Lyla. Si se parece a ella, corrimos con suerte. Si saca el carácter del padre, Dios nos tenga compasión.
- Cobarde.
- Precavido. Además, quiero ser tío, nunca he sido tío de nadie.
- Me vas a matar Josh...
- Y yo a los dos. –espetó una voz desde el otro lado de la puerta y ambos dieron un respingo. Derian abrió y los quedó mirando con cara de pocos amigos.
- Te lo dije. –susurró Josh. Por la mañana Josh había ido al hospital para intentar ver a Lyla, William había sido el de la idea de que fuera solo, decía que, si iba él, Jade lo despedazaría. Así que, le habían indicado el número de cuarto y al acercarse por el pasillo vio que la puerta estaba entreabierta, vio a la doctora y decidió esperar, fue cuando oyó lo del embarazo e hizo lo que haría cualquier hombre: salir corriendo, tirando un cuadro del pasillo, aun no entendía como lo había tirado, quizás había sido en un movimiento del brazo que llevaba las flores.
- ¿De quien vas a ser tío?– dijo contemplándolos con la intensidad que solía poner a todos a temblar.
- De mi sobrino. –Josh dio un paso atrás y William lo fulminó con la mirada.
- ¿Y por qué están los dos a la puerta de mi oficina pensando que eso puede importarme?-dijo obviando la tonta respuesta, pero en sus ojos se prendió la llama del interés.
- No, no tiene por qué importarte. Adiós. –Josh comenzó la retirada, William lo detuvo del cuello de la camisa.
- Josh fue al hospital hoy. –dijo William y vio decaer el semblante de Derian. -Jade no me deja pasar a mí tampoco y escuchó algo.
- ¿Ella está bien? –preguntó mirándolos preocupado.
- Sí o eso creemos.
- ¿Podrías decir todo de una vez? –espetó haciéndoles una seña para que entraran. –No voy a oír esto en el pasillo.
- Nos va matar adentro. –acotó Josh. –La sangre es muy difícil de quitar de la alfombra y esa es persa, sé que te costó conseguirla, además...
- ¡Cállate! -Le dijeron los otros dos y William lo empujó adentro.
- ¿Y bien? –dijo Derian en cuanto entraron.
- Mira, no estamos del todo seguros pero parece ser que... -empezó William.
- Lyla está embarazada. –soltó Josh y vio como en cámara lenta como Derian y William lo miraban con distintas expresiones. El último con cara de querer matarlo y el primero en shock total.
- Creo que debes sentarte. –dijo William a Derian, al ver que no reaccionaba él mismo lo llevó al sofá mas cercano y le paso un vaso con whisky viendo que no decía nada, Derian se lo tomó de golpe y se levantó de la misma manera del sofá. Miró a Josh y lo agarró por las solapas del traje.
- Escupe todo.
- Oí a su madre lamentándose porque Lyla estuviera embarazada y sin estar casada. La familia empezó a discutir y me fui antes que alguno saliera de la habitación. –Derian bajó las manos y se las llevó a la cabeza.
- Siempre tomé precauciones.- dijo.
- No son cien por cien seguras, lo único seguro es la abstinencia y todos sabíamos que no podías tener tus manos lejos de ella. –dijo William en un brazo del sofá bebiendo a su vez un whisky. Esta vez fue Josh el que lo reprendió con la mirada.
- Ella no va a decírmelo. –dijo entonces empezando a pasear de un lado a otro de la alfombra. –No va querer que sea parte de la vida de ambos. No va dejarme ser el padre del bebé.
- ¿Es que quieres serlo? –interrogó William, Derian se paró en seco, Josh detuvo sus manos que estaban por servirse un trago al oírlos.
- Peleamos, ella cree... y luego yo, lo único que hice fue pelear, y Lyla en ese estado, soy un estúpido. –dijo con pesar.
- No hay problema si no quieres hacerte cargo, ella no querrá de todas maneras ¿no? –presionó su amigo.
- ¡Que me parta un rayo! No pensé jamás en esto pero, claro que voy a formar parte, así lo quiera ella o no. –dicho eso, salió como en una exhalación de allí, los otros dos chocaron sus vasos en lugar de las palmas.
- Seremos tíos. –dijo Josh bebiendo de su vaso.
Lyla tomó su taza de chocolate y se sentó en el pequeño sofá que su abuela hacia tanto había incrustado en la pared y bajo la ventana. Sobre la misma y la lado había decenas de libros en estantes, allí Lyla solía leer o si estaba de animo melancólico como en ese momento, simplemente sentarse. La lluvia empezó a caer y sonrió con tristeza pensando que el cielo gris y la misma lluvia reflejaban su estado de ánimo. Jade había bajado por café y pastelillos, después de todo la presencia de su hermana había servido para no hacerse un ovillo en la cama y ponerse a llorar. Ya no tenia edad para corazones rotos, y sin embargo, padecía uno que incluso la había mandado al hospital, se sentía débil, patética y supremamente tonta. El teléfono del departamento comenzó a sonar, ella no tenia la menor intención de contestar, pero después de ver que el que llamaba insistía descolgó.
- ¿Sí? –dijo molesta.
- Lyla soy yo. –reconoció la voz de inmediato y apretó el teléfono inalámbrico.
- ¿Cómo sabias que estaba aquí? –preguntó ella viendo con temor hacia la puerta.
- Te he seguido.
- Eso ya lo veo.
- Tus guaruras te tienen a resguardo, no te preocupes. Jamás te haría nada y lo sabes.
- Eso no lo aseguro, menos por tus mensajes amenazantes Marcos.
- ¿Qué? Yo no te he enviado absolutamente nada.
- Vas a fingir demencia ahora...
- Lyla, escúchame.
- Aléjate de mí. –dijo ella con enfado. –soy prisionera en mi propia casa gracias a ti.
- Él siempre estuvo obsesionado contigo... -le dijo pero lo que dijo después salió entrecortado.
- ¿Él? ¿Quién él?
- Apro...vecho esa vez, esa... noche.
- No te entiendo ¿de quien hablas? ¿De Derian?
- Ten cuidado... yo... no sé... -y la llamada se cortó. Dio un brinco hacia atrás al ver que la puerta se abría y entraba Jade.
- Esta diluviando allá fuera. Les llevé café y pastelillos a los chicos de seguridad. –le dijo poniendo todo en la mesa.
- Habló Marcos. –Su hermana le dio toda su atención enseguida y le relató todo lo que había escuchado.
- ¿Se referiría a Derian?
- No, no lo creo... después de todo, ¿en qué momento pudo haberme visto antes como para obsesionarse? Yo no frecuentaba su mundo. Creo que Marcos dice tonterías, que ha cambiado de táctica.
- Puede ser. –dijo Jade pasándole un café, vio la negativa de Lyla y le obligó a poner algo en su estomago. -¿Quieres bajar de peso y que todos vean tu sufrimiento? –le dijo sin miramientos.
- No. –dijo Lyla molesta y arrebatándole el plato de pastelitos.
- Bien. –sonrió al verla engullir uno pese a que lo hacia con enfado. –ahora, no puedes quedarte aquí sola. Definitivamente no.
- No sé que sería peor, si Marcos o soportar a mamá.
- Me vendré a vivir contigo.
- Nos vamos a matar.
- Ya hemos vivido juntas antes Lyla, no exageres.
- Por eso lo digo.
- Estaremos bien. –dijo su hermana quitándole el plato y corriendo al sofá.
- ¡Vas a ensuciar todo!
Minutos después las dos estaban arrebujadas bajo una manta en el sofá, totalmente pegadas la una a la otra y medio encogidas. Jade había tenido la brillante idea de poner una película de terror, parecía ser una típica de esas que daban más risa que miedo, pero lo cierto es que la trama daba giros que no esperaban y que no eran nada tontos, al contrario, les ponían los pelos de punta y aunque Jade le había aturdido con un grito hacia segundos, se había dado cuenta que era la primera vez que sonreía de verdad desde que se había enterado de lo sucedido con Marcos esa noche.
- Miedosa. –dijo Lyla sonriendo todavía.
- ¿Lo dice quien se ha pegado a mí como una lapa?
- Sólo para reconfortarte.
- Ajá.
- Conozco tu técnica, estás buscando distracciones para aminorar tu miedo.-acusó Jade.
- Claro que no.
- Claro que sí. –Jade paró la película. –deja de hacerlo. –Lyla se cruzó de brazos molesta y Jade puso la película de nuevo.
- No lo hacía- susurró Lyla.
- Calla y déjame morirme a gusto del miedo. –Jade era fanática de esas cintas, lo curioso era que solía ser una miedosa total. Un relámpago seguido de un rayo iluminó el cielo que se alcanzaba a ver por el ventanal. – rayos, no podíamos haber elegido mejor noche para esto. Te aseguro que no podrás dormir y no será por pensar en De Luca.
- No esperarás que te agradezca ¿no?
- Bueno... -un trueno rasgó el cielo, la chica de la película dio un grito espeluznante y las luces se fueron. Las dos gritaron.
- No nos movamos de aquí. –dijo Jade.
- Claro, y eso hará que vuelva la luz. Seguro son los fusibles.
- Mira por la ventana, si se fue en toda la calle, entonces no es eso.
- ¿Por qué no miras tú Jade?
- Sabes que ni muerta me muevo de aquí.
- Bueno, muerta sí que te tendrán que mover. –le dijo Lyla disfrutando del miedo de su hermana. Oyó el gruñido miedoso de Jade y se levantó riendo a ver por la ventana. Toda la calle estaba a oscuras. –Menos mal que los chicos ya habían cerrado la cafetería. No veo la camioneta de los de seguridad. –Lyla se pegó a la ventana todo lo que pudo y por fin la vio. Dio un discreto suspiro de alivio. Pero la noche empezaba a ponerse rara, un relámpago iluminó la calle y ella vio a un hombre en la farola que quedaba casi enfrente del edificio, desde su ubicación a resguardo de la oscuridad, el piso de Lyla quedaba a la vista. Tragó saliva. Solo se veía un tipo envuelto en un abrigo que prefería mojarse con tal de seguir observando. Con nerviosismo palpó el bolsillo trasero de sus jeans buscando su móvil, soltó una maldición al no traerlo. –Jade... ¿mi teléfono?
- Lo pusiste en la encimera de la cocina, pero está completamente descargado. Recuerda que no lo has usado desde que te internaron en el hospital.
- ¿Tienes a la mano el tuyo?
- Lo puse a cargar, está en la encimera también ¿Por qué?
- Solo quiero checar a los de seguridad.
- ¿No que no tenías miedo? –le dijo su hermana con voz divertida. Si supieras pensó Lyla.
- Cállate. –le dijo únicamente. Fue por el teléfono de su hermana. –Jade, por el amor de Dios, ¡está sin carga! Ni siquiera conectaste bien tu cargador y no cargó absolutamente nada.
- Bueno, lo siento. Usa el teléfono de la casa.
- Solo tengo inalámbrico, sin luz no me sirve.
- Tanta modernidad y estamos aquí varadas porque se fue la luz. Ya volverá, mejor ven a tranquilizarte al sillón.
- Y si te digo que un hombre observa la casa...
- ¡Qué! –oyó la exclamación de su hermana y entre las sombras vio cómo se aferraba a un cojín y agarraba como arma un florero de la mesa de la sala.
- Cerciórate que la puerta está bien cerrada, checaré las ventanas. ¡Jade ahora!
- Solo quieres asustarme ¿verdad?
- No. Apúrate. –el hombre seguía allí. –ven a verlo si quieres.
- No, no. –dijo Jade corriendo a checar la puerta. Lyla empezó a hacer lo mismo con las ventanas. Cuando volvió a ver si el hombre seguía allí, este ya no estaba. Jade se atrevió a mirar.
- ¡No hay nadie!
- Ya no. Allí estaba. Quisiera comunicarme con los de seguridad. –dijo Lyla escudriñando la calle.
- Claro, baja y encuéntrate con el asesino en las escaleras. Muerte por estupidez número uno.
- ¿Entonces que propones Jade?
- Quedarnos aquí. Los de seguridad están allí, para eso están. Para protegernos.
- No vamos a pegar ojo en toda la noche.
- Para que nunca digas que estar con tu hermana es aburrido... -Jade calló cuando debido al silencio generado por el apagón pudieron oír claramente pasos en el pasillo. –Dime que es producto de mi imaginación, oigo pasos.
- Mientras no me digas que ves gente muerta. –bromeó Lyla para aligerar la tensión.
- Tú también lo oíste ¿verdad?
- Han de ser los de seguridad que vienen a ver cómo estamos.
- Ah sí, seguro sí. –dijo Jade aferrándose a la idea. Las dos escucharon como los pasos se detuvieron en la puerta. Lo siguiente fue el sonido del pomo dando vueltas, alguien intentaba entrar sin haber tocado.
- Bueno... quizás checan que tan fácil es entrar... -el pomo siguió girando y oyeron como alguien empezaba a sacudir la puerta como si quisiera sacarla de su base. Jade gritó, Lyla le tapó la boca y abrió el ventanal, había una minúscula línea de cemento del ancho de un pie que rodeaba toda la pared, como si se tratara de un listón de concreto. – Si salimos por allí podemos llegar al techo. –le dijo Lyla con premura quitando la mano. Quien quisiera tirar la puerta seguía intentándolo.
- ¿Y luego qué? ¿Saltamos?
- No, tonta. Hay una escalera de incendios. Son pocos pasos, de allí solo es cuestión de trepar casi nada para acceder al techo.
- ¿Por qué no está aquí la escalerilla? –chilló Jade.
- Yo no hice el maldito edificio.
- Gritemos a los de seguridad.
- ¿Crees que nos van a oír? –la brisa de hecho ya las estaba empapando y eso que solo habían abierto la ventana, la lluvia caía con fuerza y los truenos iban a acallar cualquier intento de hacerse oír. –la puerta crujió.
- ¡Mamá te dijo que la cambiaras! Tendrá sus buenos 50 años. –dijo Jade refiriéndose a la pobre puerta.
- Vámonos. –Lyla tomó de la mano a su hermana y se pegó a la pared deteniéndose para dar un paso. –Agárrate a lo que puedas.
- No hay nada. –le gritó Jade.
- Pégate a la pared. –la puerta pese al ruido se oía crujir y ambas empezaron a avanzar con toda la rapidez que pudieron, al estar sin luz no veían el suelo pese a que sabían lo que pasaría sin daban un paso en falso, pero por lo pronto la oscuridad ayudaba a no pensar en una posible caída. Cuando al fin llegaron, pudieron impulsarse una primero y otra después, buscar las escaleras y bajar temblando. Corrieron al auto de los de seguridad. No había nadie dentro.
- Oh, por Dios, oh por Dios. –dijo Jade temblando. De pronto aparecieron todos los guardaespaldas del interior del edificio, incluso parecían ser más. El alivio las inundó. Derian salió ultimo y en cuanto la vio, corrió hacia ella y la abrazó tan fuerte que pensó que le haría daño, pero estaba tan aliviada de verlo que por ese momento al menos le dejó.
*Feliz finde.
*Quizás sean máximo 30 capítulos, se me hace un número razonable.
*Los primeros capos de Ojos negros los cambié antes de subirlos a Wattpad. No me gustaba como iba la historia, creo que fue lo mejor.
*Por poco no subo nada, no tenía tiempo.
*Gracias por leer.
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