Capítulo 21
La noche había transcurrido sin mayores incidentes al menos para ella, había bailado con Derian y con Josh y William pese a las obvias reticencias de Derian de dejarla ir. Las burlas no se hicieron esperar por parte de sus amigos a quien pese a mandarlos callar no logró sino incentivarlos más. Lyla había estado unos momentos en la mesa de su familia conversando más que nada con su padre y tratando de contener la retahíla de preguntas de su madre.
- Madre estoy con él por ahora, no vamos a casarnos. –le dijo en voz baja.
- Déjala tranquila ya. –pidió su padre.
- ¿Dónde está Jade? -dijo Lyla esperando encontrar un apoyo más contra su progenitora.
- Fue al baño.
A metros de allí y con mucho sigilo Jade se deslizaba a la mesa de Derian, tres pares de ojos provenientes de tres guapos hombres la miraron. El rubio deslizó la vista por todo su cuerpo y ella le lanzó una mirada asesina haciendo reír al hombre castaño de gafas a su lado y que el rubio lo viera con molestia.
- ¿Puedo hablar contigo? – le dijo a Derian.
- Por supuesto. –dijo galante levantándose de inmediato.
- ¿No nos presentas? –dijo entonces el rubio.
- No. – fue la tajante respuesta de Jade. Logrando más risas del de gafas y que Derian lo viera con evidente satisfacción.
- La dama ha hablado. –dijo logrando una pequeña revancha de sus burlas en toda la noche. - ¿dónde quieres que hablemos? - preguntó.
- Allí. – ella señaló unas plantas frondosas de imitación bastante alejadas del barullo y las mesas.
- Bien, dime.
- Sé todo lo que hay entre Lyla y tú. –Empezó ella seria, él dejó que continuara. – Si todo esto es por míseros cien mil dólares, enseguida te hago un deposito a la cuenta que me indiques.
- ¿Es todo lo que querías decirme?
- Parte de lo quiero decirte, pero no es el lugar ni el momento. Lyla es demasiado buena, demasiado dulce y demasiado amable ¿Por qué crees que nuestra madre siempre está tras ella, aunque eso yo no lo apruebe? ¿Por qué crees que ha caído en este juego absurdo?
- Lyla es una mujer en toda la extensión de la palabra, buena sí, amable y dulce también pero no es una niña indefensa. – le aclaró tranquilo.
- Tú no la conoces, has pasado ¿Cuánto? Dos días a su lado ¿y sabes quién es ella? Permíteme dudarlo.
- No, no han sido solo dos días. No tengo que aclararte nada. Esto es entre Lyla y yo, nadie más. Solo porque eres su hermana tomaré esto como lo que es: amor y preocupación filial, cosa que de hecho agradezco.
- ¿Tú vas a terminar agradeciéndome a mí? –preguntó molesta. – mira –dijo suspirando con fuerza. – dame tu cuenta, no quiero que mi hermana siga en esto. Además, debo advertirte, es buena, dulce y puede parecer que es el ser tierno del planeta, pero cuando saca el carácter y las garras como buena Mackenzie te hará pedazos y estaré allí para ayudarla.
- No voy a dejarla ir... -dijo ocultando que la última descripción de Lyla le había divertido porque en realidad no dudaba que fuera cierta.
- ¿Qué? –preguntó empezando a exaltarse.
- ¿Crees que me importa ese dinero? Como bien dijiste son unos míseros dólares. Tu hermana vale eso y más, mucho más ¿crees que soy tan idiota como para prescindir de ella?
- Pudiendo disfrutar de ella el resto de días que quedan ¿verdad?
- No voy a responder a eso.
- Porque es verdad.
- No, porque no te incumbe. Escúchame – le pidió. –no voy a hacer nada para disgustar a tu hermana y eso incluye no discutir contigo. Lyla no es para mí el premio de esa estúpida apuesta, es más y no, no voy a explicártelo. Aunque me odies, no voy a dejarla ir.
- Eres un miserable. –le dijo con odio.
- Quizás, pero no la liberaré ¿es todo?
- Haré lo que sea necesario para que devuelvas a mi hermana.
- No la he secuestrado.
- Como si lo hubieras hecho. –le dijo y dándose la vuelta se fue.
Derian suspiró y se pasó la mano por la cara. Se estaba portando como un bastardo quizás, pero no iba a renunciar a una de las mejores cosas que le había pasado en la vida y eso era la mujer que lo acompañaba esa noche.
- ¿Quién era ese bombón? –le preguntó William.
- Uno asesino, eso es lo que era. Si por ella fuera me habría matado al lado de esos arbustos.
- Es hermana de Lyla. –dijo Josh.
- ¿Cómo lo sabes?
- Bueno, porque las vi juntas y porque tienen un ligero parecido sobre todo en los ojos. Ella los tendrá verdes y Lyla azules tirando a violetas, deduzco que sus nombres han sido dados en base al color de sus ojos... y porque ambas son muy guapas y se ve que tienen carácter ¿no hay una tercera hermana? Porque William ya le echó ojo a Jade, me toca la tercera.
- Todo eso te lo dijo Lyla cuando bailaste con ella. No salgas ahora de Sherlock Holmes. –le dijo William burlón. - ¿Por qué quería asesinarte? Yo me dejaría...
- Cree que su hermanita no debería estar con alguien como yo. Y no, no hay una tercera hermana, bueno... no lo sé. –dijo Derian buscando a Lyla con la mirada, seguía en la mesa de sus padres.
- Es una mujer inteligente que puede dar excelentes conversaciones ¿sabes? No todo es sexo en esta vida, deberías hablar más con ella para conocerla mejor y así quizás la familia no piense que eres mala influencia. –dijo Josh ganándose una mirada helada por parte de su Jefe. Lo cierto es que con Lyla había hablado más que con cualquier otra mujer en su vida. Y sí, era brillante, divertida y excelente conversadora, sentía que ya la conocía pese a las palabras de su hermana. William empezó a reír y se ganó otra mirada fulminante de Derian.
- ¿Qué es tan gracioso? –dijo Lyla llegando a la mesa.
- Nada. –dijo él de inmediato. –nos vamos.
- ¿Tan pronto? –preguntó sorprendida.
- Bueno, han pasado unas dos horas.
- Nunca está más de una hora de hecho. –le dijo Josh.
- Bien, entonces has de estar ya aburrido. Vámonos.
- Encima, comprensiva. Te has sacado la lotería. – dijo William levantándose al ver que Lyla tomaba sus cosas para irse. – Lyla...
- ¿Sí?
- Tu hermana es hermosa.
- Lo sé. –le dijo sonriendo.
- Si la saco a bailar ¿saldría o me aventaría una copa de vino a la cara?
- Saldría, ante todo los modales. Además, mi madre está presente y jamás le perdonaría una demostración de mala educación.
- Perfecto. –le dio un beso en la mejilla como despedida y salió de inmediato a la mesa de Jade.
- Wow, eso es actuar deprisa. ¿tienes una tercera hermana? –preguntó Josh haciendo reír a Lyla.
- No, pero tengo unas primas preciosas.
- Espero el día en que las presentes. –le dijo pícaro al despedirse. Derian la tomó del brazo y caminaron hacia la salida. Ella vio cómo pese al evidente deseo de no ir, Jade tuvo que hacer gala de buenas maneras y salía a bailar con William.
- ¿Tu amigo tiene mucha experiencia con las mujeres? –le preguntó a Derian.
- Demasiada.
- Bien.
- ¿Bien? Pensé que no querrías alguien así para Jade.
- Si no la tuviera, Jade se lo comería con patatas en dos segundos.
- ¿Es la chica mala de la familia? –preguntó él divertido sabiendo de primera mano el carácter de Jade.
- No, es la buena. –le dijo con toda tranquilidad, aunque lucía como que bromeaba.
- ¿Estoy con la oveja negra? –preguntó deteniéndose y deteniéndola a ella.
- Quizás. –contestó misteriosa y no pudiendo más él la arrinconó en una columna de la entrada y la besó con ardor. – Derian... van a vernos. –le dijo ella casi riendo y apartando sus manos que ya iban por sus pechos.
- Rápido. –le dijo tomándola de la mano y sacándola de allí casi corriendo.
- Oye, los tacones... me vas a tirar. –protestó y dio un grito cuando él la tomó en brazos, pese al enorme vestido la cargó sin problemas, pese a la gente de servicio y unos cuantos invitados que andaban por la zona de recepción, pese a todo él la llevaba en brazos. Nada le importó. El auto ya estaba en la puerta y él la puso con cuidado dentro para introducirse después. – Eso fue... inesperado. –empezó a decir ella. Calló al verlo subir la división entre los asientos traseros y los delanteros. – oh, oh...
- Oh, oh, sí. –y se abalanzó sobre ella apretándola contra el asiento mientras sus manos vagaban por todo su cuerpo y le alzaban el vestido. –demasiada tela. –le dijo buscando sus braguitas.
- ¿Aquí? –preguntó ella.
- Sí aquí, me lo debes. Dijiste que me ibas a recompensar.
- Bueno sí, pero con este vestido y en el auto... -dio otro pequeño grito cuando él encontró las braguitas y las rompió. El hecho de que lo lograra sin lastimarla le hizo fruncir el ceño. – No son las primeras que rompes ¿no? - él la levantó y la puso a horcajadas encima suyo.
- No.
- Lo supuse.
- Me gustas celosa. –le dijo besándola intensamente.
- No estoy celosa. –rebatió molesta, pero él logró bajarle el vestido hasta la cintura haciendo que sus pechos quedaran libres, su atuendo era un amasijo de telas arremolinadas a su cintura y caderas y se dedicó a besar, morder y chupar logrando que se olvidara de todo en el transcurso que estuvieron allí, le hizo el amor con urgencia y pasión. El amor... no, no le había hecho el amor se corrigió mientras respiraba con dificultad sobre su ancho pecho después de haber llegado al orgasmo, sexo... el sexo había sido increíble y él daba testimonio de ella pues su pecho subía y bajaba también con rapidez. Mucho después le acomodó el vestido y minutos después bajaron directamente en la zona de aterrizaje de un aeropuerto. Aun vestida de gala subió a un avión privado y hasta que estuvieron solos preguntó. – ¿Ahora si me dirás a dónde vamos?
- Holbox. –dijo únicamente.
- ¿Holbox?
- Te encantará.
Holbox era una isla en el caribe mexicano. La combinación de arena blanca, mar esmeralda y selva daba como resultado una belleza indescriptible. Y como descubrió era sinónimo de belleza, tranquilidad y placer. Llegaron horas después de abordar, ella se había cambiado en el avión y él le había dicho que adelantaría trabajo para poder relajarse al lado de ella esos días. Al llegar al aeropuerto aun habían recorrido una distancia considerable, al despuntar el alba es que al fin habían llegado a la cabaña que ocuparían. Amparada en la selva y a pasos del mar a Lyla se le antojó el mejor lugar del mundo. Estaba algo cansada pero enseguida quiso meterse en el agua. Lo hubiera hecho si Derian no se la hubiera echado al hombro y la hubiera metido en la cabaña, la cual era de dos plantas, abajo una sala y cocina. Toda revestida de bambú, con hamacas y mullidos sillones para descansar. Amplios ventanales del piso al techo, una graciosa escalera de caracol que llevaba al amplio dormitorio principal, con una cama anchísima, una terraza enorme con un jacuzzi en el, así como más hamacas y dos tumbonas.
- Esto es el paraíso. –le dijo cuándo recorría la cabaña por todas partes. - ¡Es bellísimo! –decía encantada.
- ¿Nunca has venido al caribe? –le preguntó él divertido al verla tan feliz como una chiquilla.
- No, solo los cabos y las Malvinas con mis padres, ah y Bali.
- ¿Aun así esto te impresiona?
- Es una belleza diferente. – dijo acercándose a él y pasando sus manos por su cuello.
- Sí, es diferente. –dijo él casi en un susurro y besándola suavemente.
Llevaban cinco días en el paraíso. Lyla se la había pasado comiendo, nadando, tomado el sol, dando paseos y claro, haciendo todo esto con Derian y teniendo el más maravilloso sexo que podría desear. Estaba feliz, quizás demasiado. Esto estaba por terminar. Pero, trataba de no pensar en ello los momentos que estaba sola, cuando él se ponía a trabajar algunas horas al día. Así que daba largos paseos, leía y nadaba y nadaba.
No había habido señales de Marcos esos días, aunque claro, se habían desconectado de casi todo y todos. La burbuja iba a romperse pronto, pensó. Lo mejor es que creara más recuerdos que le permitieran vivir después. Oyó como Derian la llamaba, ella estaba a unos metros de la playa dándose el gusto de flotar en esas aguas tan azules. Alzó una mano saludándole desde la distancia, al ver que no saldría lo vio despojarse de la camiseta y meterse al agua. Lo había hecho a propósito, verlo casi desnudo era un placer siempre y verlo totalmente desnudo era un placer mayor.
- A este paso te convertirás en una sirena. –le dijo él llegando a ella y tomándola en sus brazos.
- Amo nadar.
- No me digas...- - ella rio divertida. – me encanta tu risa.
- Gracias. –le dijo coqueta enlazando sus piernas a la cintura de él.
- Si haces eso...
- ¿Qué?
- Nos van arrestar.
- No hay nadie. –le dijo ella al oído.
- Claro que sí, mira... - le señaló unos niños que correteaban lejos de allí.
- Pfff que mal. –e hizo un puchero.
- Has hecho un puchero.
- Claro que no.
- Que sí. Me encantan tus pucheros. –dijo mordiéndole el labio.
- Derian....
- ¿Mmmm? –preguntó él mientras besaba su cuello.
- Para... que, si nos van arrestar, además, quiero saber...
- ¿Qué?
- ¿Se sabe algo de Marcos?
- Aun no, están en ello.
- ¿Cuándo volveremos?
- Pronto.
- ¿Cuándo es pronto?
- No lo sé ¿Por qué te preocupa? –dijo entrecerrando sus hermosos ojos negros.
- Solo quiero saber.
- Vas contando los días ¿verdad?
- Por supuesto que no.
- ¿Tanto deseas terminar con esto?
- ¡No he dicho nada! –ella se separó de él y empezó a nadar hacia la orilla.
- Espera, lo siento. –le dio alcance y la detuvo por la cintura.
- De todas maneras Derian, tenemos que volver ¿no? –le dijo sin mirarlo.
- ¿Quieres librarte ya de mí?
- ¿Volvemos con eso? –explotó ella. – esto empezó así, con una apuesta y es una verdad que no podemos hacer a un lado. Que quedan pocos días, bueno... sí ¿es mi culpa? ¡no lo es! ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Cómo se supone que debo actuar?
- Quedan cuatro días. –dijo con voz queda.
- Lo sé.
- Querrás irte ¿verdad? –ella no le respondió. - ¿Tanto odias estar conmigo?
- Es obvio que no. –le dijo enojada.
- Entonces no te vayas.
- ¿Cómo?
- No te vayas.
- Ya escuché, pero, se más claro por Dios santo.
- Quédate conmigo, hagamos esto real Lyla. Empezamos mal sí, pero no tenemos por qué terminar mal. Está el peligro de Marcos, no quiero dejarte sola por allí.
- Sé cuidarme.
- Lo sé, pero no podría tener una vida normal sabiendo que ese loco está allí afuera y no te tengo a la vista, que no puedo protegerte. Me volvería loco.
- Si se trata de protección, mi padre puede asignármela. –dijo disgustada de saber que quería que permaneciera a su lado por protección únicamente.
- Es que no solo es eso. La pasamos bien juntos ¿no? ¿vas a negar eso?
- No.
- No puedo dejar de buscarte cuando no te veo, de querer tocarte, besarte... yo no puedo prometer nada, solo veamos a donde nos lleva esto, solo sé que no quiero dejarte ir. Quédate conmigo, vive conmigo. No sé qué pasará el día de mañana, si vamos a terminar mal o bien, no lo sé. No quiero pensar en ello, el ahora es lo que me importa y quiero vivirlo contigo.
No era una declaración de amor, pero al menos era una declaración de intenciones ¿bastaría? Su patético y desesperado corazón le dijo que sí. Vio sus labios, esos que amaba y que la llevaban al placer de muchas formas y que ahora decían todo eso.
- ¿Lyla...? –insistió él.
- Mirarte a los labios mientras me hablas es la manera más directa de decirte que sí y que te calles y me beses. – a él se le hizo una sonrisa enorme en el rostro.
- Lo que quieras, lo que pidas. –dijo y la besó.
Feliz fin de semana
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