Capítulo 17
Nota:
++Algo extra por una sencilla razón: Tuve tiempo. Sigo sin prometer nada mas. Feliz finesito.+++
- Dije que no Lyla, entiéndelo de una vez por todas.
- Es que es irracional ¿Qué podría hacerme?
- ¿Qué parte de que te quiere recuperar aunque sea a la mala no entiendes?
- El hecho de apostarme revela una gran debilidad de carácter. Seguro quiere remediarlo con otra estupidez. –ella lo conocía, habían estado juntos por años no se trataba de comportarse como una tonta, sabia quien era Marcos, lo que podía hacer o no, estaba haciendo una estupidez, una bravuconería, ella no era estúpida, sabia que podía detener todo esto.
- Está más corrompido que nada, pude verlo en sus ojos además, ¿Qué clase de hombre apuesta a su novia?
- Un idiota. No alguien que pueda cumplir una amenaza.
- No seguiré adelante con esta discusión. Mientras estés conmigo harás lo que yo te diga, Bruce, yo o alguien más de mi equipo andará siempre contigo... ¡Lyla! – ella lo dejó con la palabra en la boca y subió deprisa hacia la habitación cerrando con un portazo.
Lyla busco su móvil por la habitación, al encontrarlo marcó enseguida al hombre que le había cambiado la vida hacia unos días. No le tenia la más mínima consideración, no quería que siguiera perjudicándola directa o indirectamente. Podía armar un escandalo de proporciones gigantescas que salpicaría no solo a su familia sino, también a Derian. Tan solo quería callar a Marcos. Consideraba que ella era la única que podría hacerlo. Fue enviada al buzón y bufó molesta, Derian entró en ese momento.
- No estarás llamándolo ¿verdad? –le dijo a todas luces enfadado.
- Esto puede afectarte ¿no es cierto? –le dijo.
- Soy más poderoso de lo que crees. Puedo mandar a matar al idiota de tu ex novio y nadie sabría nunca nada. –dijo cruelmente.
- Tú no harías eso. –dijo abriendo mucho los ojos sorprendida.
- No, pero ahora mismo ganas no me faltan.
- Quieres protegerme ahora pero ¿Y después? No estaremos juntos por siempre Derian, esto va acabarse, por eso tengo que arreglar esto. –le dolió decir esas palabras. No quería sentir eso, pero le dolía y apartó el pensamiento de por qué se sentía así.
- Lo sé, por eso arreglaré yo esto. No tú. Y se hará antes de que tú y yo nos separemos. En dos días se supone que volvías a tu trabajo ¿no?
- No se supone, volveré.
- Será mejor que pidas otra licencia o renuncies.
- Uy, que fácil ¿verdad? ¡Es mi trabajo!
- Y tú puedes estar en verdadero peligro, puede secuestrarte, tenerte de la manera que le plazca. Lastimarte...
- Esto es irreal yo... -su teléfono vibró con la entrada de un mensaje.
Déjalo. Decía simplemente. No tenía registrado el número. Él al ver su cara de desconcierto le quitó el aparato y maldijo al ver lo que decía.
- ¿Quieres más pruebas?
- Que te deje. –dijo ella en voz baja. –él fue el que me dejó contigo, sin opciones.
- No voy a liberarte de la apuesta Lyla, menos ahora.
- No estaba pidiendo eso, solo señalaba un punto.
- ¿Y ese es?
- Que no tiene idea de lo que está haciendo, todo pinta a un fuerte desequilibrio.
- ¿Dejarás de intentar comunicarte con él?-le preguntó tirando el móvil en la cama y acercándose a ella, tomando su rostro entre sus manos para ver su reacción.
- Está bien. –claudicó pensando en que no podía hacer gran cosa.
- ¿Pedirás otra licencia?
- No me la darán. –dijo triste bajando la mirada, aunque no demasiado. Había disfrutado del trabajo, pero cada vez las presiones para hacer uso de los contactos familiares eran peor y empezaba a resentirlo.
- Entonces renuncia.
- La pasmosa facilidad con que dices eso me hace querer golpearte.-levantó la vista de golpe y le vio sonreír. –Y encima te divierto.
- Eres la única mujer que primero cumple y luego amenaza.
- ¿A que te refieres?
- Ayer me golpeaste con una almohada y ahora haces la amenaza. –antes que ella replicara la estrechó en sus brazos y empezó a besarla, suavemente solo tocando levemente sus labios sin introducirse, esperando que ella fuera la que profundizara el beso. Ella no pudo más y abrió la boca, momento que él aprovechó para besarla a conciencia. –hoy es el último día ¿verdad? –dijo entre beso y beso.
- Más bien mañana. –ella sonrió sobre sus labios cuando le oyó gruñir.
- ¿Vas a renunciar verdad?
- Ujum... -dijo ella por toda respuesta.
- No sabía que sería tan fácil convencerte. –le dijo sorprendido separándose un poco sin soltarla.
- Oh, no te des todo el mérito. Es algo que en realidad ya no me llena. A este paso terminaré trabajando en la empresa familiar. –dijo suspirando con fuerza e intentando separarse en su totalidad de los brazos del hombre que la trastornaba más de lo que debería estar permitido. Él no la dejó ir.
- Así que ¿Un día más?
- Sí. –respondió suspirando cuando sintió como él aspiraba el olor de su cuello. Su nariz le hizo cosquillas y ella se retorció riendo.
- Curioso, mis labios no te hacen cosquillas pero mi nariz sí.
- Es que siento tu respiración. –le dijo intentando librarse de nuevo.
- No, déjame por lo menos besarte, oler tu delicioso aroma. Quiero hacerte tantas cosas. –dijo enterrando su cara en su cuello. Él levantó la vista de inmediato al recordar algo. -¿Dónde estuviste?
- Con mi hermana y unas amigas.
- ¿Cotilleando?
- Solo tomando un café. Eso me recuerda ¿Qué haces aquí tan temprano? –aun era media tarde.
- Vine en cuanto recibí el mensaje de ese idiota y a ti no pude contactarte.
- Deberías volver, debes tener muchas cosas que hacer.- dijo con sincera preocupación y con culpabilidad.
- ¿Me estás echando de mi propia casa?
- Claro que no...
- Vamos a comer.
- ¿Qué no dijiste que tuviéramos cuidado?
- Sí, pero irás conmigo, además Bruce y otros nos vigilarán. Y ese idiota no va coartar nuestras actividades, solo no andarás sola, es todo. Daré con él.
- Lo sé. –sabía que lo haría.
Fueron a un restaurante de moda, sabía que él no era dado a llamar la atención así que le preguntó la razón de por qué.
- Que nos vean juntos. –dijo sin más.
- ¿Y eso por que...?
- Saltarán los rumores de que te gané en una apuesta, tenemos que acallarlos. Que vean que somos una pareja normal como cualquier otra.
- ¿Hablarán los que estuvieron en la mesa?-preguntó preocupada.
- Eran diez, de 8 puedo decir que no. Hago negocios con ellos, no se arriesgarían a enfadarme. Pero está Marcos y Miles Jenkins, otro idiota con afán de llamar la atención. Puedo aplastarlo en segundos, solo no subestimaré a nadie.
- Bien. –dijo sintiéndose más nerviosa de lo que estuvo esa noche de la apuesta.
- Oye, no te preocupes. –le dijo acariciando su mano a través de la mesa en la que estaban. Cuando habían entrado casi todos les habían dado una mirada, ella aun sentía la mirada de varios que reconocía de algunos eventos a los que había acudido. En cuanto él tocó su mano se concentró en lo que Derian le decía y en nada más. –Sé que no quieres escándalos por quien es tu familia. Además no debe ser nada bonito que se sepa como es que acabaste conmigo.
- No, no lo es pero, me preocupa más mi familia. – y tú, pensó ella.
- Estaremos bien.
Y ella quiso creerlo.
- Ya están investigando el número del que te mandaron el mensaje. –le dijo en el auto.
- Es de él sin duda.
- Sí, pero podemos averiguar más cosas como su ubicación quizás.
- Eso estaría bien.
- No te la voy a dar cuando la tenga.
- Lo sé. –le dijo enfurruñada.
- No vuelvas a irte sin avisarme nada.
- Ajá.
- Lyla... -le giró el rostro hacia él. –promételo.
- Me portaré bien.
- No estás prometiendo nada.
- No me gustan las promesas.
- A mí no me gusta prometer algo que no puedo cumplir, puedo entender que no te gusten, pero, tendrás que prometerme eso esta vez.
- Prometo que no me meteré en líos, que te diré a donde voy y con quien.
- Y que no lo contactarás ni verás.
- Y eso... -dijo exasperando.
- Buena chica. –dijo dándole un beso rápido en los labios.
- Falta la palmadita en la cabeza. –le dijo molesta y cuando él intentó hacerlo, ella le dio una mirada asesina.
- ¡Tú lo dijiste! –le sonrió pícaro.
El día siguiente llegó, el periodo por fin se alejó pero Derian se ocupó más que nunca. Estaba inmerso en una fusión al parecer, en localizar a Marcos, en hacer control de daños pensando a futuro y aunque él no lo hacia todo completamente solo, prácticamente no lo vio por días, se quedaba a dormir en la oficina como Bruce le dijo cuando preguntó, mientras, ella quedó fuertemente custodiada a una manera realmente exagerada. Tuvo tiempo de renunciar y no lo lamentó, empezó a buscar maneras de enfocar su carrera nuevamente y habló largo y tendido con Jade y su padre por teléfono, con este último hablaron de nuevos proyectos y prometió considerar participar. Con su madre solo lo hizo cuando llamó para felicitarla por renunciar a su "patético empleo" y estar haciendo por fin las cosas bien. Su hermana no dejaba de estar preocupada sobre todo al comentarle de Marcos, ella le aseguró que investigaría al hombre por su cuenta. Lo cierto, era que pese a todos esos problemas y que ya se sentía una reclusa, no podía evitar que todos sus pensamientos inevitablemente fueran a lo que tenía con Derian. Una relación-No relación.
¿Por qué ese hombre tenía la capacidad de dejarle pensando en él?
Ya sea porque quería ahorcarle, o porque quería besarle... o ambas cosas.
Esa tarde recibió un mensaje, por fin le vería después de días de no hacerlo. Aunque su pedido era algo extraño y es que sin más, había quedado decidido que ella le acompañaría a la oficina. Así no estaría tentada a desaparecer había dicho, había protestado y señalado que solo lo había hecho una vez, bueno dos, si se contaba cuando había huido del hotel. Ella había entrado al edificio con unas enormes gafas y una más enorme bufanda atada al cuello que le cubría convenientemente casi la mitad de la cara. Cuando él la había visto así, solamente se limitó a tomarle de la mano al entrar a la enorme recepción y mover la cabeza, mientras avanzaba ignorando como solo él podía hacer, las miradas de todo el mundo. El jefe nunca hacia esas cosas, nunca llevaba sus conquistas al trabajo, nunca había aparecido de la mano de ninguna mujer y aunque sabía que él quería que los vieran juntos, ella quería que fuera sin tanto show de por medio.
- ¿Te avergüenzas de mí?
- No.
- No se te ve la cara. Como si te estuvieras escondiendo.
- No me quiero resfriar.
- Está puesta la calefacción. –Gruñó.
- ¿En qué te afecta que no se me vea la cara?
- Pensarán que te estoy secuestrando o algo así.
- No voy gritando ni pataleando que yo sepa. Además sé que quieres que nos vean, pero esto es tan... público. No vamos a estar juntos tanto tiempo después de todo.
- Como bien haces en recordarme cada dos por tres. ¿Qué más da que te vean conmigo? Ya habíamos quedado en que no importaría ¿O es que así tus esperanzas con tus pretendientes se verían permanentemente truncadas?- Y paró de caminar de manera abrupta, ella estuvo a punto de trastabillar.
- ¿Pretendientes? ¿Has seguido investigándome? – Dijo molesta.
- Ah, ¿es que hay varios?
- ¿Debería ser solo uno? -Se soltó de su mano de un tirón y fue al ascensor. En dos segundos él estaba a su lado. Las puertas se abrieron y entraron a un ascensor vacío. Dejando a guardaespaldas fuera, orden dada por él seguramente solo con una mirada pues no había escuchado nada. -¿Por qué no subieron con nosotros?
- No quería que oyeran tu respuesta diciéndome cuantos hombres ha habido en tu vida.
- Que considerado, pero te preocupas por nada.
- ¿No han sido muchos? – Preguntó con interés.
- No, más bien no iba a contestarte. – Tomó su mano de nuevo y la giró hacia él, como exigiendo una respuesta. –Lo que no acabo de entender es porque te interesa. –Le enfrentó.
- Yo tampoco lo acabo de entender. –Admitió viéndola con intensidad.
- Debe ser ese sentido de posesividad tan elevado que tienes. – Intentó quitar su mano, no se lo permitió.
- Quizás. –Fue su escueta respuesta y calló cuando más gente entró al ascensor. Se perdió brevemente en sus pensamientos, no recordaba que fuera posesivo con una mujer, era un hombre de mundo, no uno que se interesara por los ex, los pretendientes o que se irritara con la idea de que hubiera varios. Sintió como ella nuevamente tiraba de su mano para liberarse y se irritó aún más, por supuesto no la dejó ir.
Mientras él estaba frente a su laptop en el escritorio, ella estaba en un sofá cercano, se había llevado un libro de una de sus autoras favoritas, era una historia que mezclaba intriga y suspenso con una pizca de romance. La historia era tan buena que ella se había paseado por unas diez librerías tratando de encontrarla. Lo cierto, es que poco después de conseguir el libro, había ido a esa estúpida fiesta y bueno, el resto era historia. No le había quedado ni energía ni ganas de leer. Sacó el libro y aspiró el aroma a nuevo como solía hacer y sonrió complacida.
- ¿Es una especie de ritual? – Preguntó él desde donde estaba y sin alzar la vista, aparentemente enfocado en su trabajo.
- ¿El qué? – Respondió ella sin entender.
- Aspirar el aroma del libro como si fuera droga. –Dijo dirigiendo esos maravillosos ojos negros hacia ella, involuntariamente ella suspiró.
- No, es solo el placer de saber que tengo algo que me gusta entre mis manos. – Justo después de decirlo y ver el brillo de sus ojos se arrepintió de sus palabras, por las implicaciones que estas podían contener.
Desde que habían entrado a su oficina, todo parecía haber cambiado en su rutina llevada a cabo miles de veces. El aroma del perfume que Lyla llevaba había inundado poco a poco y sutilmente la habitación en cuanto se había quitado la bufanda, no entendía porque ese aroma a vainilla, tan sencillo, casi simple le volvía loco. Se había acomodado la trenza floja a un lado, sobre su hombro y se le antojó despeinarla poco a poco. La manera en que se concentraba en revolver en su bolso mientras se sentaba en ese sofá y recogía esas largas piernas enfundadas en unos ajustados pantalones, le llenaron la mente de imágenes suyas quitándoselos y logrando que se concentrara solo en él. Se fue al escritorio a riesgo de quedarse allí parado mirándola. Intentó enfocarse en el trabajo, pero su mente y su cuerpo eran demasiado conscientes de ella. Por ello cuando le vio ese rostro extasiado y feliz por solo oler un maldito libro, no pudo evitar decir algo. Y ahora ella hablaba de placer, uno que encontraba y no con él, no por su culpa por supuesto, por culpa de ella. Se estaba cansando de jugar al caballero, ¿desde cuándo él lo era? Desde NUNCA. Es cierto que había tenido mucho trabajo, pero sabia que ella había estado más estresada que nunca con todo el asunto del ex loco y de su preocupación por su familia, así que pese a que ya era doloroso, le había dado un poco más de espacio.
- Yo también debería ¿No crees?
- ¿El qué? – Respondió Lyla con precaución.
- Encontrar placer al tener lo que me gusta en mis manos. –Sonrió al ver su reacción, se puso ligeramente roja.
- Creo que deberías trabajar, a eso hemos venido ¿no?
- Olvidas que soy el dueño y mi propio jefe ¿verdad?
- El que olvida eres tú. Quedamos en que... -Calló al verlo levantarse y rodear el escritorio. Ese hombre la confundía, no se explicaba porque ella le provocaba al parecer de la nada el deseo. Estaba vestida como una nerd, iba con una trenza descuidada, unos jeans y un suéter gris, casi nada de maquillaje, el único punto de color en toda ella, eran sus labios rosas, pero bastaba con que hiciera algo como aspirar el olor de un libro y bueno, también decir cosas que podían entenderse de dos maneras. Ella tenía la culpa, por supuesto que como ganador de la apuesta, no veía la hora en que cobrara, no necesitaba demasiados incentivos por lo visto. Bastante tiempo le había dado considerando la clase de hombre que era, alguien nada paciente, decidido y determinado a conseguir siempre lo que quería. – Estamos en tu oficina. – Protestó débilmente. Iba añadir algo más pero ya lo tenía inclinado hacia ella y tomando su rostro entre las manos, besándola a conciencia, le había arrebatado el libro y lanzado lejos, quiso protestar pero se le olvidó en cuanto fue levantada y colocada en horizontal sobre el sofá en segundos y sin problema alguno. Que fuerte es pensó y eso la excitó. –Derian...
- No. No hables, no pienses. –Y la besó hambriento.
Lo tenía encima, pero estaba con cuidado de no aplastarla. La ropa la sintió molesta sobre el cuerpo, de pronto solo pensaba en sentirlo contra su piel desnuda. Se retorció intentando sacarse el suéter y él gimió.
- No te muevas Lyl o esto será bochornosamente rápido. –Le dijo interrumpiendo el beso.
- ¿Debo quedarme sin hacer nada?
- Sí, no... no lo sé. Me tienes en un punto en que no tengo nada claro excepto en que debemos consumar esto.
- Ni que acabáramos de casarnos como para que hables de consumación. – Le contestó Lyla riendo. –No somos un matrimonio.
- Vives en mi casa, duermes en mi cama, no hay sexo, solemos comer juntos, peleamos... Un matrimonio parecemos, con caducidad pero uno al fin de cuentas. –Dicho eso le sacó el suéter con una facilidad pasmosa y ella le miró ceñuda.
- Haces esto muy seguido ¿No?
- ¿Sexo en la oficina? No, nunca... sólo contigo, solo tú.
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