Sólo se trataba de ti y del Sol

Los mismos rayos; tanto plateados como dorados, y la misma calidez solar; como también los viejos vientos nocturnos se posaban sobre Jolyne, días tal y como siempre llegaron a ser. A la vez que los mismos ojos escarlatas que todo tiempo le observaban, aunque quizá lo único nuevo de todos los días anteriores, era el reciente panorama que ahora alcanzaba Giorno.

¿Y qué era eso exactamente? Ni él lo sabía, pero esa curiosidad que ha estado llevando arrastrando, ahora llegaba a dejarlo de lado con solo verla y olvidándose de Dio aun estando cerca de la pequeña fémina, siguiendo en su tardado asecho como parte de su rutina sin querer.

No dejaba la idea de deshacerse de ella en ningún momento, más ahora consideraba su vida lejos de ser aburrida.

Evaluando cada movimiento; cada mirada hacia cualquier lado, cada risa, cada paso, e incluso, cada respirar. Que hasta su propio padre llegaba a ser solo parte del paisaje en el que se montaba Jolyne, siendo solo ella protagonista de esa obra en el que solo Giorno era fiel espectador.

Sólo se trataba de ella y del Sol.

Jamás reparó en ello o de hacerlo nunca lo aceptaría, y es que ese dulce sonido, aquel que siempre sale de esa pequeña y rosada boca, desde hace tiempo que dejó de fastidiarle. Los días pasaban y las direcciones de su mente y corazón cambian cual viento al filo de cada mañana.

La distancia se terminaba entre más se acercaba, pese a que ella no lo sabía. Viendo y percibiendo un poco más a su esencia, siendo totalmente expuesta ante el reconfortante día y a él. Una perspectiva y una cercanía quizá algo peligrosa y no por la niña, sino para su propio ser, pues no estaba precisamente sola, nunca lo estaba.

Si bien, no le importaba.

Ojos color escarlata que rara vez parpadeaban, escondido y sin ninguna inquietud cuidadoso de no delatar su presencia, escuchaba y poco olfateaba de aquel ajeno aroma. Totalmente camuflado por las espaciosas ramas y arbustos llenos de flores blancas, se mantenía sentado y reflexivo en lo que observaba; en Jolyne.

Aquella creatura mostraba sonrisas y todas regaladas a sus muñecas o las mismas flores que le cubrían su propio ser, nada comparado con el terror y confusión que fue capaz de aspirarle cuando la cargó en sus brazos, esa que fue su segunda conexión de miradas y roces, pero a la vez accidentales y bastante breves.

¿Ella lo recordará como algo vivido o solo como una pesadilla? Pues parecía no afectarle nada de lo poco que ha pasado entre los dos, o siquiera una mención a Dio. Pues este al saber algo, ya lo habría sido interceptado con el rasgar de sus garras sobre su cuello.

No lo admitía abiertamente y puede que sea ridículo, pero tenía la curiosidad de saber cuan presente era él para ella. ¿Alguna vez su padre habrá mencionado a su hija sobre su verdadera familia? ¿Sobre él, el propio Giorno? Y aun teniendo esa cuestión, sospechaba que la respuesta sería un no.

De igual forma, ¿Qué necesidad tendría Dio de hacer eso? pues parecía que lo único importante en su vida era ella. Y aunque ese hecho le dolía y recordaba su principal objetivo en ese castillo, la rareza de la menor y el querer indagar aminoraban ese sentir recobrando otra necesidad.

Aun cuando no sabía arribar la solución a ello, tan solo lo descubriría en su silenciosa vigía y ciertamente concedía algo para sí mismo.

Jolyne, además de ser alguien singular para su raza, llegaba a romper sus estímulos asesinos para con ella, ¿Eso podría afectar en su deseo de matarla? A decir verdad, no; puesto que solo elimina sus impulsos, más no su odio y ambición de suprimir la obsesión de Dio.

Esa niña seguía significando un obstáculo y él era en verdad perseverante en sus objetivos.

Tendría la sangre de Jolyne sobre sus manos sin lugar a dudas.

- ¡Ojos Míos! – A lo lejos, la fuerte voz de su padre se escuchó por cada rincón, incluso incrustándose en las reflexiones de Giorno, que poco le dio el instinto de voltearlo a ver.

La niña quien dio un leve sobresalto, rápido atendió al llamado de su padre sin siquiera tomarse la molestia de levantar sus muñecas e ir con ellas en sus brazos. Así como también sus pasos lo abandonaron sin estar consciente de que antes estuvo en su cercanía acosadora, el joven rubio de alguna manera se sintió abandonado como ya habrían sentido ese par de porcelana.

Viéndola alejarse cada vez más y sin tener la más mínima intención de saber el motivo del llamado de Dio, solo pudo concebir el enojo que este le había provocado al quitársela. Interrumpía su momento a solas y en su búsqueda dentro de Jolyne.

De igual modo, tenía que ser paciente y solo atinó en cerrar los ojos y suspirar ahora dando su atención en las inertes muñecas. Aquellas tan descubiertas ante alguna llovizna o cualquier tragedia que provocara su quebrar, esas de inamovibles extremidades y de expresiones inalterables. Las mismas por las que la niña alguna vez pudo arriesgar su vida y ahora las olvidaba en el césped.

Sin miedo a nada, las tomó con sus manos saliendo de entre las flores. Percibiendo el calor que habían absorbido por los rayos del sol y solo pensaba en lo insignificantes que eran para él, pero que para Jolyne, eran como sus hermanas como bien llegó a darse cuenta.

En ellas se olía el delicioso aroma de la jovencita de orbes llameantes, y sin dudarlo o sin siquiera considerar en lo desequilibrado que se vería, las acercó pegándolas a su rostro aspirando vehementemente las fibras verdes y negras que tenían por cabello. Saboreando a través de su olfato, esa dulce carne viva que solo la hija de Dio poseía, en su sangre humana.

Luego de haber inhalado por primera vez, sus parpados se cerraron ahora abrazándolas queriendo imaginar que la tenía ahí de nuevo como esa vez en el acantilado. Teniendo a merced ese semblante desconsolado y atemorizado, reprochándole cuan idiota había sido de casi perder la vida por algo tan tonto.

Recordando ese hecho, sin notarlo mostraba un aire melancólico de ese posible final. De no haber llegado a tomarla y arrebatarla de ese aire desgarrador, ahora tendría su sangre esparcida sobre el mar y esas piedras.

Giorno debía ser el responsable de su muerte, de su agonía y de su sufrimiento, ¿Verdad? Ella merecía otro tipo de perecimiento...

-Jolyne... - Susurró casi inaudible su nombre de manera inconsciente. Acariciando la mejilla de la muñeca de hebras cortas y de un color que recordaba a las esmeraldas. – Princesa Estúpida...

...

Ya se había puesto el sol y la oscuridad ya tomaba lugar, más que ahora se mostraba más grisácea y más húmeda; pronto llegaría una tormenta. Y, a decir verdad, la primera desde que Giorno empezó a acosar a la niña con más ahincó.

Claro, eso no llegaba a ser problema para el joven ser e incluso podría resultarle más fácil. Dio igual saldría a su acostumbrada cacería, pues como bien se sabía para los de su raza, la lluvia jamás era impedimento para lo que sea que fuesen a hacer.

Ante eso, Giorno miraba desde lejos en su acostumbrada posición sobre un árbol, notando aun la energía que se vivía dentro del castillo y el cómo las lámparas de aceite seguían alumbrando cada rincón alejándolos de la penumbra.

Inclusive aun podía seguir escuchando a la niña jugando.

-Estúpida... - Susurró no aguantando referirla luego de oírla.

En ese instante, su atención no se desvió, pero el tronar de las nubes y el fuerte viento mecer sus prendas ya indicaban que la recién llovizna pronto lo empaparía, como también dejaba de percibir de a poco ese par de voces tan vivaces y la hora de dormir de Jolyne pronto comenzaría.

Nada fuera de lo común, pensó. Apoyando su mano en su mejilla esperaría hasta que Dio se fuera y obtener el momento indicado para poder pararse frente a la ventana de la pequeña humana, como bien acostumbraba.

Se tomó el tiempo, cerrando los ojos sin ninguna impaciencia y contando los minutos para que este saliera del castillo, y entonces hasta cierto conteo, supo que su padre dejó de encontrarse ahí.

Volviendo a abrir los ojos, agudizó sus oídos con las gotas de agua ya cayendo sobre su cabeza y sus hombros. Asegurándose de que la fuerte respiración y la intimidante energía de su padre se encontrara más lejos, aguardó al menos unos minutos. Siempre era así como mantenía su distancia ante cualquier riesgo.

Completamente seguro ahora, su rápido descender de ese gran árbol se coordinó con el estruendoso trueno que había iluminado en instantes cada superficie. Giorno desapareció de entre las ramas y de un momento a otro se encontraba ya al pie de la gran torre donde se hallaba la habitación de Jolyne.

Con los rubios cabellos pegándose a su piel, miró hacia arriba dispuesto a verla dormir como era siempre, y sin ningún preámbulo, en un hábil saltó logró posicionarse sobre los barrotes dorados que se sostenían en el gran balcón. En ese instante, sus pasos dieron frente a la ventana queriendo dar espacio a su vista de entre las ligeras aberturas que daban las pesadas cortinas. Ahí se asomó esperando ver ese rostro aniñado sumiéndose en un tranquilo sueño, ansioso estaba quizá, por un segundo creyó estar alucinando por no asimilar lo que veía.

O lo que no veía, a decir verdad.

A través del cristal lograba percibir cada cosa en su lugar, todas a excepción de una y la más importante; a Jolyne.

Con la impresión atorada en la garganta, permaneció ahí queriendo dar con ella en algún lado de la habitación, pero no pudo dar con nada parecido o semejante a la niña, más que su par de muñecas a un lado de la cama.

Contrariado no sabiéndose explicar de tan anormal suceso, empezó a preguntarse mil cosas y posibles razones con algo de turbación, ¿Dónde estaba Jolyne? ¿Dio se la habría llevado consigo? o ¿Acaso ella sería capaz de escapar? Al segundo luego de esas cuestiones internas, unos extraños sonidos que nada iba con la lluvia, su atención de inmediato se desvió a donde estos provenían; justo debajo de esa torre.

Asomándose, ahí pudo obtener una respuesta a lo que tanto se preguntaba. Un pequeño bulto, cubierto de una gran tela y oscura, se apresuraba a salir de la estructura y claro se trataba de la niña.

-Pero ¿Qué...? – Giorno no evitó articular ante su confusión.

¿Qué pretendía hacer ella sola saliendo del castillo y en plena tormenta? Claro era una locura y creía que sería la única que haría luego de aquel día en el acantilado, pero ahora veía que se equivocaba.

No teniendo claro el motivo por el que saldría de esa forma, sin dudar decidió seguirla a donde esta fuera sin tener la intención de que lo percibiera. Y así como lo decidió, fue yendo hasta ver que, sin ningún esfuerzo, ella traspasaba los robustos barrotes que daba al final de ese gran jardín.

Y el rubio seguía preguntándose, ¿Qué pretendía? Pues la niña por su parte, parecía agitada e incluso asustada.

Jolyne intentaba guardar su calor con la gruesa prenda, la lluvia poco la tocaba, pero bien sabía que no por mucho tiempo. Tenía que aventurarse a hacerlo o especulaba que se arrepentiría después, así pensaba ahora que su padre no se encontraba y la lluvia la consideraba a su favor.

Giorno no lo notaba por la perspectiva en la que estaba, pero el rostro de la jovencita se mostraba en verdad decidida aun cuando también estaba nerviosa. Entonces fue cuando el paso rápido de la humana fue dando con el bosque, ¿El bosque? El rubio esperanzado a que esta diera una dirección contraria hacia ese lugar, más ese optimismo se fue abajo cuando comenzó a adentrarse de entre los árboles.

La menor de igual forma sabia cuan riesgoso era estar ahí, pero quería asegurarse. Así mismo a como entraba, la lluvia ya poco la tocaba. Seguiría cubierta, pero se sentía ahora menos insegura ante esta.

El joven ser, notando la calma de los pasos de Jolyne, de igual forma redujo los suyos, y ahora veía a la otra como si buscara algo con la mirada. Y seguía preguntándose ¿Qué pretendía? ¿Qué buscaba ahora que miraba su desorientación?

Al menos fue así hasta que fueron adentrándose cada vez más de entre los enormes troncos, que puede comenzaba a ser aburrido y con hastió para la niña. El rubio sabiendo eso, de alguna forma sintió que podía estar en menos alerta, aun cuando seguía sin hallarse una respuesta de su repentino y extraño actuar.

Si bien, ninguno de los dos notó cierto movimiento en los charcos de agua en los que iba pasando Jolyne.

La jovencita un tanto derrotada y con un ligero puchero en sus mejillas, los ojos empezaban a aguarse por alguna razón y eso el joven no lo entendía, hasta que sus sobrehumanos sentidos lo alertaron de un momento a otro.

-Jovencita... - Se hizo notar una insólita y senil voz.

Frente a eso, la pequeña dio un gran respingo empalideciendo. No obstante, volteó despacio temiendo a lo que le hablaba.

-H-Huh... - El sonido de su aniñada voz daba a entender claramente de su miedo y de su recelo, aunque ahora la apariencia que ese ser mostraba, se alejaba de cualquier cosa que podría resultar aterradora, pero igual no dejaba estar alerta.

Una persona, una mujer igualmente encapuchada como se encontraba Jolyne, se dejaba ver frente a la pequeña con una sonrisa y unos ojos amigables. Además de un cabello castaño y algo canoso, manos poco arrugadas y una piel que parecía rejuvenecer por cada segundo de la niña miraba.

No sabiendo lo que veía, se talló los ojos para después ver que se trataba de una dama en realidad no tan vieja.

- ¿Qué hace una niña tan bonita por aquí sola en medio de una horrible tormenta? – Preguntó acercándose a la menor, la otra apenas y respondía dando un paso hacia atrás. El sonido de su voz que antes le había parecido tal cual a la de una anciana, ahora parecía mucho más joven y maternal. – ¿Estás perdida, cariño? O... – La castaña que ya se descubría de la capucha para que la pudiese ver con más claridad, Jolyne tragó grueso, pero por alguna razón empezaba a sentirse más calmada y quizá ida. – ¿Acaso buscabas a alguien?

A pocos centímetros de una a la otra, la extraña ahora se tomaba el atrevimiento de tomar su rostro con ambas manos que volvían a ser garras, y fijaba su mirada con la de la pequeña. Claro que aquello tenía un objetivo, uno que de pronto se fue desviando al menos por unos segundos, en cuanto observó con más atención sus orbes.

-No puede ser... - Incrédula y volviendo a su horrible y decrepita voz, en sus propios ojos pudo sentir el calor de esas llamas, unas de un color muy particular que demandaban que se quitara de encima. Y aun cuando no le hacían ningún tipo de daño, sus arrugadas comisuras comenzaban a ensancharse mostrando sus afilados dientes. – ¡Estoy en la mejor de mis suertes! Eres una de ellos. – Dijo sabiendo bien al tipo de humanos al que se referían, ¡Era el premio gordo y sin siquiera buscarlo! Definitivamente le caería más que bien luego de comérsela.

No obstante, tendría que ver más allá de ese par de joyas calientes que cargaba en sus cuencas, tal y cómo pedía su ritual de deglutir cada parte de ella. Tal y como ventanas hacia su alma, se sumía en los sueños, recuerdos, pasado, anhelos e incluso algo del que pudo haber sido el futuro de Jolyne. Más algo le llamaba la atención; ojos escarlatas y cabellos rubios meciéndose ante el aire salado formando una media curvatura en sus labios, palabras de amor y lágrimas de sangre.

Algo pasmada tal vez, dejó de mirar ya con Jolyne perdiendo la consciencia debido a la fatiga del miedo y de la violación a su alma, ¿Acaso lo que vio eran...?

En ese momento un fuerte desgarrar en su cuello y el dolor ya palpándose en su garganta, fue apartada de la niña sin siquiera dejarle terminar de articular su cuestión interna. La anciana totalmente arrebatada y tendida en el suelo que comenzaba a revolcarse del dolor, el sabor a sangre y la falta de aire le hacía sostenerse queriendo parar inútilmente el flujo carmesí.

Los ásperos sonidos que ya hacía con el cuello degollado, la bruja lloraba no entendiendo cómo es que había llegado a esa situación, además de sentir un pie posicionándose sin piedad sobre su cuerpo, entonces ahí fue cuando lo volvió a ver sin siquiera poder predecirlo.

Ojos escarlatas y cabellos rubios meciéndose ante un aire, pero este era de una tormenta y mucho menos demostraba algo parecido a compasión, pero sabía que era él.

- ¡Maldita bruja! – Le dijo Giorno arrodillándose frente al pronto cadáver tomando con notable rudeza la blanca y quebradiza melena. Ahora era él quien le forzaba a verle justo en los ojos tal cual como ella había hecho con Jolyne.

Y sin quererlo, había visto de igual manera la esencia de su alma dentro del rubio, más esta era un poco más complicada a comparación, aunque había algo que hizo reparar en algo; y eran esas mismas llamas encendidas que solo una persona poseía, aquellas que hace poco vio, mostrando ya no solo ese par de joyas, sino un rostro un poco más maduro y quizá más feliz.

Giorno sabiendo lo que la otra hacía, no le permitió un segundo más de vida y con su fuerte garra atravesó su pecho deshaciendo con los dedos su diminuto y palpitante corazón. Tan fácil y rápido como si estrujara una bola de nieve, privó de la vida a esa asquerosa creatura que osaba en siquiera tocar las mejillas de Jolyne, y no solo eso, de ver dentro de ella y de querer comérsela.

Encolerizado y olvidándose de la horrible creatura, su mirada fúrica ahora se iba hacia el cuerpo desmayado de la niña. Pateando el cadáver que le obstaculizaba, iba en grandes pasos pretendiendo tomar a la niña y hacer justo con lo que acababa de hacer con la grotesca bruja.

Se sentía irritado y hastiado, había estado perdiendo su valioso tiempo para después tener que salvarle la vida de nuevo, ambas sin tener algo que ver para acabar con su existencia.

Si alguien debía matar a Jolyne, ese debía ser él, el propio Giorno.

Inclinándose para cargar el pequeño e inconsciente cuerpo, con un brazo la sostenía mientras que con otro pretendía alzarlo y con su mano arrancar el órgano palpitante empapándose por fin de su dulce sangre, del que tanto ha estado aspirando cuando también se llegaba a impregnar en todo lo que tocase.

Estaba decidido, era el momento perfecto ¡Era ahora o nunca!

Con Jolyne recargando el rostro en su pecho, Giorno sentía la calidez de su respiración y el tiritar del frio en el cuerpo de la niña, escasamente llegaba ella a mojarse debido a la cercanía que tenía con él, pero, ¿Qué importaba eso? De igual forma moriría, si bien, estaba a punto de desgarrarla justo cuando Jolyne se movió queriendo abrazarse al cuerpo que la mantenía en su cobijo o, así como ella sentía.

Una imagen tal vez contradictoria a lo que se estaría por presenciar.

En aquel momento, fue turno del rubio temblar, su mano levantada tiritaba como si tuviese demasiado frio, pero bien él sabía que no se trataba de eso.

Rememorando cada momento que había vivido junto a ella, aun cuando esta jamás haya sido consciente realmente de su presencia, varias cosas empezaban a calarle, ¿Desde cuándo sus risas dejaron de molestarle? ¿En qué momento comenzó a verla con otros ojos? Podría ser acaso...

-Papi... - Habló de repente Jolyne con los ojos entreabiertos y claramente dirigidos a él.

Ante la agitación de Giorno y la ruidosa lluvia que de a poco empezaba a ceder, la menor despertaba mirándose una vez más uno al otro, al rubio ya no le importaba si había sido descubierto, esos ojos le atraparon y se conectaron. Entonces fue cuando ya no pudo más.

Esa niña había ganado.

- ¿Papi? – Desorientada y en total merced de la oscuridad del bosque, pronuncio confundiéndolo con su padre una vez más. La voz de Jolyne se incrustó en sus oídos y sin evitarlo, el pensar ya no oírla nunca más le atormentaba.

Con ese pensamiento, despacio y quizá inconsciente, Giorno bajo la mano hacia el rostro de la niña. Entonces en silencio y temeroso, sin estar seguro de lo que haría; tembloroso acarició su cabeza sintiendo sus delgados cabellos entre sus dedos, ligeramente húmedos y suaves.

Aquello había provocado una sonrisa en la pequeña, pero más sorprendente para el rubio, es que recibía una respuesta, y era la propia palma de Jolyne posicionándose sobre la suya. Esa acción, con tan solo ese sencillo roce llena de cariño, pues así lo habían apreciado ambos, el corazón del joven ser dio un gran vuelco que casi le hacía llorar por la enorme confusión que ya mortificaba.

¿Por qué ya no podía matar a Jolyne?

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Holi!! Espero les haya gustado :^ perdón la tardanza, la verdad es que no tengo excusa xd pero igual agradezco mucho la paciencia y antes que nada, debo prometer que esta historia jamás se ira al olvido, puede que me llegue a tardar un poco, pero eso de dejarla inconclusa, nunca! En sí, la historia ya esta en resumen toda escrita, es solo que me cuesta como que proyectarla en capitulos xd 

Mis mejores deseos para este nuevo año, de corazón deseo su felicidad y triunfo. Les deseo un beso y un abrazo uwu 

Estaré mas activa actualizando todo, asi que pronto hasta el proximo cap xd 

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