final.
Esa noche, lloré y grité lo que en mi vida había hecho. Gavi llegó a mitad de la noche, no se como pero, supo todo lo que había pasado y por primera vez de su boca salió una palabra buena sobre Pedri.
"Pedri, te quiere mucho como para que lo haya dicho de verdad, Maia."
Gavi me apretujó entre sus brazos una vez más y me dijo que pasara lo que pasara seríamos nosotros dos, como siempre. y desde siempre.
Hoy es día de partido, más bien dia de clásico, en el entrenamiento de esta mañana Pedri y yo no hemos cruzado palabra. He intentado mirarle, hacer contacto visual pero, no he conseguido nada. Y mentiría si no dijese que duele.
— Oye, peque, ¿te ha pasado algo con el canijo? - Busquets se acerca hacia mi con una sonrisa triste.
— ¿Con Pedri?
— Si.
— Digamos que ahora mismo no es que nos llevemos de lo mejor, ayer tuvimos una pelea que no acabó muy bien. - admito.
— Ayer habíamos quedado para tomar algo, pero, no se presentó así que decidí ir a ver que le había pasado. - salimos del campo - Estaba todo roto, había destrozado su casa, y no quiso salir a que le diese un poco el aire, arrancó una foto en concreto, estaba rota en siete pedazos, parecía que estaba muy mal, Amaia, te lo digo de verdad.
— Es la foto que tiene con su hermano, estoy segura, ha tenido algunas cosas con el y, verle ayer después de tanto tiempo quizás no fui la mejor idea, todo fue culpa mía.
— No intentes culparte de algo que es ajeno a ti.
— Si yo no le hubiese dicho nada a su hermano el y yo estaríamos bien, y, el, no abría recaído.
— Como un gran amigo me dijo, el tiempo es la mejor herramienta que nos queda cuando no tenemos esperanza de que algo vaya a cambiar.
Le sonrío y el me devuelve la sonrisa, de repente le miro y se que es el que más se preocupa por mi, a sido como un padre para mi y le estoy muy agradecida.
— Gracias, Busi.
— ¿Por qué?
— Por quererme.
— Por esas cosas no tendrías que darme las gracias, el amor es gratuito, Amaia, cuando hayas comprendido eso, tú también podrás curarte. - Busquets me revuelve el pelo y se va.
El Santiago Bernabéu viste de blanco y azulgrana, la afición está más ansiosa que nunca, este clásico promete, no estamos igual que el año pasado, este es nuestro año, estamos más fuertes y vamos a por todo, como dijo Xavi, lo queremos ganar todo.
Salgo al campo y sorprendentemente los fans corean mi nombre y es que la afición le parece haber gustado mi incorporación al equipo.
Mis pies sienten el fulgor a cada paso que dan, las pancartas, las banderas y la emoción por el partido que nos queda.
El árbitro pita el comienzo del partido, el equipo madrileño pisa fuerte en su casa, acaparando la posesión del balón, pero, como esperaba, mis jugadores no tardan en cambiar las tornas del partido.
Desafortunadamente el primero gol cae primero en nuestra portería con una jugada magnífica entre Fede Valverde y Luka Modric.
El conjunto blaugrana parece desanimarse un poco, pero, como siempre, nuestro capitán se encarga de animar al equipo y pedirles que jueguen con cabeza.
Nuestro primer gol ocurre en el minuto cuarenta y tres con un remate impecable de Dembèlè, todos celebran y es ahí cuando el canario me mira, me mira con una sonrisa que yo no se del todo interpretar.
La primera parte termina con un empate a uno, el equipo no a entrado al vestuario cuando Xavi empieza a decir lo que harán en la segunda parte, Xavi les recrimina errores pero, a su vez les impulsa a sacar sus virtudes y es que el catalán sabe mejor que nadie lo que se siente.
Decido ir a buscar un poco de agua pero, un brazo me para.
— No debí haberte hablado así, Amaia. - Pedri me da uno de sus típicos abrazos de oso.
— Debí haberte preguntado.
— Ya está todo arreglado, estoy intentando retomar la relación con el ¿sabes?
— Me parece maravilloso, Pedri. - digo para después marcharme.
— ¿No me vas a dar un beso de buena suerte? - por la forma en la que lo dice parece una súplica.
Me giro y le hago caso, le doy un pico antes de irme a por agua, de reojo veo como sonríe y se va contento con los demás.
...
Quedan veinte minutos de partido para que este acabe, ganamos por uno ante el Madrid, la verdad es que podríamos meter uno más, como si alguien estuviese escuchando, marcamos, más bien marca el chico dorado que conquistó cada célula de mi cuerpo, mi chico de ojos marrones.
Al celébralo se levanta la camiseta en la que se puede leer.
"Tu y yo somos eternos ahora, en el futuro y en todos y cada uno de los universos que podamos encontrarnos, A."
Sonrío como una estúpida, como cada vez que el me hace sonreír, porque solo el consigue dejarme como una tinta ante sus encantos.
El encuentro termina con nuestra victoria y con la intocabilidad de ser primeros de liga.
Gavi llega corriendo y me abraza, me levanta por los aires como si fuese una película de ABBA, y aunque solo se un clásico, se lo importante que es para Gavi, de pequeño siempre me decía que un. día iba a estar ahí jugando con el barça, que iba a jugar en ese equipo si o si, y míranos.
— Estamos construyendo nuestros sueños, pequeñín.
— Toda una vida de gloria, por todo lo que nos han negado en la anterior.
Esas fueron las últimas palabras que escuché antes de todo, antes de que mi vida cambiase, antes de que el destino me obligase a ser otra persona, antes de que el mundo me arrebatara una parte de mi, quizás más pero, el marrón de sus ojos jamás volverá a brillar para mi.
Esos ojos marrones no serán ni míos, ni de nadie más.
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Y con esto termino, la historia de Amaia y Pedri, aunque todavía queda dar respuestas que estarán en el epílogo.
Muchas gracias a las personas que han votado y a las que no, pues también, nos seguiremos leyendo en mi próxima historia y en la de Gavi. 💓
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