Capítulo 41: El amor es ardiente
***Aviso de contenido +18, Sirio es un poco explícito xD***
Al salir yo no puedo dejar de comentar acerca de la película, y es que han hecho un trabajo genial filmándose en esas batallas que no son reales y al mismo tiempo lo logran hacer ver entretenido en vez de triste y duro como lo es en la realidad, luciendo a sus héroes que ellos mismos han inventado. Es curioso, y me doy cuenta de que Marien me mira con ternura.
Ay no. ¿Me veré como un niño?
—También me gustaban esas películas —comenta con cierta nostalgia en la mirada.
—¿Y qué pasó?
—Uh... mientras más mayor me hacía, más ocupada estaba, y pues, olvidé hacer las cosas que amaba hacer...
Quiero ahuyentar todo lo malo de su vida, quiero seguir cuidándola. La rodeo y beso su frente.
—Vamos a hacer todo lo que amabas, entonces.
Ríe entre dientes.
—Bueno, ya hicimos algunas, pero tengamos otra cita, ya que amo estar contigo también.
Se detiene parcialmente cuando pasamos por un restaurante y piensa un par de segundos. Huele bien...
—¡Ya sé! Comamos algo aquí, luego vamos por el auto para dejarlo en el estacionamiento del sótano y pasemos la noche aquí, ¿por favor? —pide de forma dulce.
Oh, no sabía que era un hotel también. ¿Quiere dormir lejos de todos? Está perfecto por mí. Sé que quiere alejarse de la realidad y distraerse, después de todo lo que ha pasado, y me honra que me quiera a su lado en ese momento.
—Por supuesto, como usted diga, señorita.
La comida es muy buena, debo admitir, y veo que a ella le encanta. Luego vamos por el auto para traerlo. Marien va muy pensativa. Debe estar pensando en sus padres. Deja el auto en automático y suspira.
—¿Estás bien? —pregunto.
—Sí, solo estaba... pensando. —Mira hacia el volante con cierta tristeza, suspira y sonríe apenas—. Ya sabes... mis padres... y... mi sueño de tener una vida tranquila contigo. Si alguien llegara a hacerte algo...
—Tranquila —la calmo enseguida.
—¿Puedes... preguntarle a Max si puede ayudar? Sé que, por su posición, puede acceder fácilmente a información así... Así además no te metes en tantos problemas.
—Sí. Le diré a Max sobre esto, descuida. —Tomo su mano—. No creo que pase nada, estoy para protegerte, todo estará bien.
Sonríe aliviada.
Al llegar al hotel dejamos en auto en un nivel inferior al suelo y subimos. Cuando llegamos a la recepción me fijo en la decoración, bastante pintoresca, sin duda de otra cultura de los humanos. Como ella se distrae mirando a unos gordos peces enormes y yo paso desapercibido con los lentes oscuros, voy y pido una habitación.
—Buenas noches. —Trato de recordar cómo Marien pidió esa vez en la otra ciudad, pero la joven interrumpe.
—Tengo una habitación matrimonial perfecta para ustedes.
—Sí, muchas gracias.
Ella asiente inclinando la cabeza y me sorprende levemente. Decían que hay culturas humanas que tienen cierto parecido a la nuestra, pero no pensé que fuera verdad.
Olvido por completo mis uñas en punta y le doy la tarjeta, lo cual, para suerte mía no la espanta. Al mismo tiempo Marien viene de prisa y saluda a la joven, pero al ver que ella no está asustada, sino que más bien le ha agradado, se relaja.
Cuando subimos ella me explica que muchos asiáticos admiran las características de los evolucionados.
Vaya... Eso es nuevo.
Nos encontramos con un letrerito que indica dejar los zapatos afuera, así que lo hacemos. Al entrar a la habitación ella sonríe y me encanta verla tan relajada y feliz. Así es como quiero verla siempre. Revisa algunas cosas mientras yo vuelvo a ver la decoración en las paredes.
—Tienes que probar esto —avisa con entusiasmo y me muestra una lata—. Con las fresas, sabe como helado.
—¿Es leche? —Eso me entusiasma también. Me saco los lentes y la tomo para leer lo que dice el logo.
Ella la abre y el aroma me lo confirma. Es leche... O algo derivado... Agarra una fresa, la sumerge parcialmente y la muerde. Al parecer es delicioso, me da aprobar también y lo hago.
Ambos sabores explotan en mi boca y quedo pasmado.
—Oh, esto está bueno —murmuro apenas.
Todavía no salgo de ese asombro y ella me empuja con suavidad con una sonrisa y un leve rubor. Choco contra la cama y me siento al tiempo en el que ella se sienta a horcajadas en mí. Caramba, sí sabe que me fascina de extraña forma tenerla así y lo usa muy bien a su favor.
—Me gustó salir contigo, mi joven esposo.
Junto mi frente a la suya.
—Me alegra que le haya gustado, mi bella esposa.
Se deja algo de esa leche dulce en los labios y luego en la punta de mi nariz, divirtiéndome con ese extraño nuevo juego. Me besa con suavidad y descubro el objetivo de este. Limpia la leche de mi nariz con un beso, produciéndome una sensación que barre conmigo, y vuelve a mi boca.
El beso se prolonga, se mueve con suavidad contra mí, y de algún modo algo me dice que esta noche es sumamente especial, que algo puede pasar... ese algo...
Me deleito con su aroma, su aliento. Sus labios deliciosos, tibios, suaves, carnosos, y perfectos. Sus dedos recorren mi cabello, produciendo esa suave corriente que me empieza a derretir. Acaricia mi cuello y muerdo su labio inferior.
Empieza a desabrochar los botones de mi camisa. Beso su mejilla y bajo a su bonito mentón para darle otra suave mordida ahí mientras sus manos empiezan a recorrer mi pecho. Su respiración se profundiza y la mía también.
Desliza la prenda por mis hombros, encendiendo la alarma. Es la primera vez que me la quita mientras nos besamos, y no me importa, al contrario. Retiro mis manos y la dejo en la cama. Tengo la necesidad de estar así, de despojarla de su ropa también, sentirla junto a mí, piel con piel. Hacerla arder con mi cuerpo, despertar ese instinto que aún no sé cómo calmar.
Me empuja un poco y me recuesto en el colchón trayéndola conmigo. Nuestro beso se vuelve más intenso mientras acaricia mi pecho. Cuelo mis manos por su cintura y muerde mi mentón, me fascina que haga eso. Empieza a bajar, besando toda mi piel, y al llegar a mis pectorales vuelve a dar sus suaves mordidas, encendiendo algo. Regresa a mis labios y la recibo con fuego. Me siento y me atrevo a subir mis manos hacia sus costillas, sintiéndola estremecerse.
Necesito saber si puedo tocarla y besarla ahí.
—¿Puedo besarte...?
—Sí, hazlo —pide sin siquiera dejarme finalizar mi pregunta—. Bésame todo lo que quieras.
Mi alarma suena más fuerte en mi cabeza. Mi más oscura fantasía está por cumplirse, pero no dejo que eso me controle, pues también quiero admirarla, amarla. La tomo de la cintura y la tiendo por completo sobre el colchón. Sus finas manos recorren mi espalda, dejando esa dulce corriente recorrerme.
Beso su cuello y empiezo a desabotonar su blusa. Bajo besando y saboreando su piel mientras mis manos se encargan de dejar al descubierto esos dos suaves bultos de su pecho, sus senos, que ahora son mi obsesión. Pero descubro que algo más los cubre, una especie de prenda pequeña los sostiene y protege. Sin embargo, solo verlos así me prende por completo.
Beso toda la piel que no está cubierta por la extraña prenda y bajo a su abdomen. Continúo hasta su vientre bajo y ladeo el rostro hacia su cintura, para hincarle mis colmillos en una suave mordida, haciéndola jadear y curvarse un poco.
No puedo resistirme a hacer este tipo de cosas. Su piel es tan bonita, suave y tersa. Con ese aroma que me enloquece y el extra delicioso de que ahora está húmeda por mis besos.
Recorro mi lengua en su abdomen y vuelvo a sus labios. Nuestra piel se une y la siento ardiente. Rodea mi cuello y empezamos a juguetear mientras sus dedos recorren mi cabello. Acaricio su cintura y sonrío, ella también lo hace, todo esto es indescriptible.
Esto era lo que haríamos, lo que mencionó, el por qué iba a querer estar atento a cada roce con su piel...
—¿Me ayudas? —cuestiona.
Siento un leve roce por mi vientre bajo y echo un vistazo. Se está desabrochando el pantalón. ¿Quiere que se lo quite? No me detengo a preguntar, me reincorporo e introduzco los dedos con cuidado debajo del borde, la miro una vez más para asegurarme de que no entendí mal, y deslizo la prenda hacia abajo.
Su corazón se ha acelerado. La veo tendida, a mi disposición, con esas diminutas prendas, y sus mejillas ruborizadas. Me deleito con sus hermosas piernas y no puedo resistir. Me acerco, beso su rodilla, y empiezo a bajar por su muslo, casi devorándola a besos. Es preciosa.
Me rindo ante ella. Cierro los ojos y rozo mi mejilla por su piel, subiendo a su rodilla otra vez y soltando un bajo y grave ronroneo. Mi hermosa me está dejando apreciar su cuerpo, me ha abierto las puertas a lo que era prohibido. Ahora que somos uno, ya no hay barreras entre nosotros.
Mis ojos se plantan en los suyos. Vuelvo a sus labios y rodeo su cintura, pegándola a mí. Me falta el aliento, nuestra piel quema al contacto. El ambiente se ha calentado y nuestro aroma se ha mezclado.
—Eres muy hermosa —digo con la respiración algo entrecortada.
Me besa, me da un suave empujón haciendo que giremos, y queda sobre mí. Quiero admirarla más tiempo así, pero sale de la cama, tomando mi mano y llevándome con ella.
—También debes quitarte esto —murmura con una traviesa sonrisa mientras se dispone a sacarme el pantalón.
Le correspondo la sonrisa dejando que me haga lo que le plazca. La prenda cae y temo que se fije en la tensión de ahí abajo, aunque como ella parece saber que pasa y es normal, dejo la vergüenza.
Me hace volver a la cama y caigo sentado, recibiéndola sobre mí, tal y como me gusta, y nuestros cuerpos arden al juntarse así, sin ropa que estorbe. Nos besamos y me roba el aliento. Vuelve a moverse con suavidad contra mí y no puedo evitar aferrarme a su cintura, rodearla y estrecharla mientras me como sus labios sin poder controlarme tanto como antes.
—Desnúdame —pide con una urgencia nueva—, bésame y tócame todo lo que quieras —murmura con necesidad entre besos para luego morder mi labio con fuerza.
Todo un sinfín de pensamientos se me cruza por la mente, en un par de segundos que parecen eternos. ¿Desnudarla? ¿Se refiere a todo? Sin embargo, quiero, sí quiero desnudarla, he fantaseado con eso antes carcomido por la curiosidad, sin ser capaz de controlar mi mente. Todos aquellos deseos que alguna vez tuve y que jamás creí que se cumplirían, que los taché de maliciosos e indebidos, ahora se materializan.
Vuelvo a besarla y no me es problema romper ese gancho de su sujetador que no se dejaba abrir el corto milisegundo que lo intenté. La recuesto con rapidez y la despojo de esa pequeña ropa interior, cegado por el deseo que desconozco, y caigo en ella.
La beso con fuerza. La tengo desnuda debajo de mí y no puedo controlarme. Siento todas sus formas, su cuerpo hermoso, suave, rico. Empiezo a tocarla mientras bajo saboreando su piel, alimentando mis ansias con sus jadeos. Mi mano llega a uno de sus senos y me enciende mil veces más de lo que ya estoy. Mis fantasías no pudieron haber sido más que eso, fantasías. Esto es completamente distinto y arrollador, creo que olvidé hasta mi nombre.
Me devoro su suave cima y gruño del puro gusto por lo suave que es. Se curva y se queja, alimentándome. Voy al otro, lamo y succiono, sus manos enredan mi cabello, me aparto un segundo, veo su sonrisa entre jadeos y vuelvo a besar e intentar devorar sus senos, mi nueva obsesión.
Apenas soy consciente de que intenta bajar mi ropa interior así que me aparto y lo hago veloz para volver a ella y apretar sus senos con ambas manos mientras lamo más de su deliciosa piel en su bonito abdomen.
Me reincorporo apenas para agarrarla de los muslos y traerla a mí de nuevo y devorar sus labios luego de arrancarle una corta risa por mi arrebatado movimiento. Ronroneo contra su boca mientras la sigo disfrutando, y procuro que ella también me disfrute. Vuelvo a sus senos y me alimento con sus gemidos, su cuerpo curvándose contra el mío.
Mi parte íntima está contra ella y gozo sin poder evitarlo, es placentero, mucho, un placer nuevo y distinto que sólo con ella he sentido, puro placer ardiente. No quiero parar, quiero estar así toda la noche. Si se detiene ahora me matará.
Separa mis caderas de las suyas y toma mi parte tensa. Hiervo con eso, vuelve a atraerme hacia ella, y me doy cuenta de que el placer que sentía antes solo era el inicio.
Suelto sin querer un ronco quejido ante la bomba de sensación, cerrando los ojos y pegando mi frente a la suya. Ella también se queja un poco alto. Estoy entrando en su cuerpo y creo que pierdo toda la cordura.
Siento calor, presión y toda una ráfaga de placer intenso y cegador que me impulsa. El instinto me llama a moverme mientras ardo como si estuviera en llamas. Jadeo y casi que sufro por la intensidad del placer que me gobierna.
Empujo en ella, cegado, salvaje, gruñendo sin darme cuenta. La beso, ahoga un suave gemido contra mis labios y no puedo evitar hacer lo mismo cuando sus manos, que acariciaban mi espalda, bajan más... y más.
Vuelvo a traerla con otro rápido movimiento al sentir que mis empujes la han alejado un par de centímetros, y entro mucho más en ella, arrancándole otro de los tantos quejidos de crudo placer, dándome cuenta de que le encanta, y haciéndome seguir entrando muy profundo, todo por completo.
Nos besamos con ardor mientras me muevo sobre ella, conquistándola de esta nueva forma, con eso ahogamos nuestros gemidos de placer, y me siento pleno al saber que ella lo disfruta tanto como yo. Me dejo llevar, soy totalmente suyo.
Correspondo su enloquecedora y lenta danza, entregándome más para que haga lo que quiera. Muerde mi hombro tras gruñir a su modo y sus manos enredan mi cabello. Rodeo su cintura y mi lengua recorre desde la dulce cima de su seno hasta su cuello. Se curva contra mí y me encanta sentirla así.
Me empuja de forma leve y por un milisegundo creo que quiere parar, pero giramos y ella se posiciona sobre mí. Sonrío.
Woah, sí... Sí, sí, sí...
La admiro así sobre mí, poderosa, como siempre me ha gustado verla, aunque antes no lo ha hecho desnuda, y es tan glorioso... Me posee y me hace suyo, moviéndose sobre mí, con sus finas manos recorriendo mi pecho que sé que le gusta admirar. Aprieta mis pectorales y me dejo hacer, recorriendo su hermoso cuerpo danzante con mis manos, agarrando esos bonitos senos otra vez.
Tengo el ceño fruncido todavía a causa del gozo, lo cual es contradictorio. Jadeo mientras miro como ella se mueve, como entro y salgo parcialmente de ese centro ardiente, que sigue arrastrándome a un hoyo, y aunque temo caer, al mismo tiempo, quiero llegar y perder la sanidad.
Sí, sin duda ese vaivén de sus caderas me arrastra. Sí, quiero perderme en ella...
—No pares —ruego, sintiendo que estoy por volar de algún modo.
No aguanto más, he intentado resistirme, pero no sé cómo. El sonido de nuestros cuerpos entregándose, sus suaves gemidos, la hermosa vista de su desnudez, la ardiente presión en mi parte adentro de ella, todo barre conmigo.
Una fuerte sensación me posee y me aferro a sus caderas mientras la siento el centro de mi universo, mi vida.
Ahí viene algo, viene y no sé bien qué es... Creo... Es...
Tiro el rostro hacia atrás quejándome de forma ronca de nuevo, algo más fuerte esta vez, cerrando los ojos, sin poder evitarlo. La urgencia de moverme más contra ella me abruma, y ya lo estoy haciendo sin darme cuenta, entrando solo un poco más rápido, sintiendo más calor. Ella gime por mis suaves embestidas, y sin querer, he enterrado mis uñas en punta en sus caderas mientras me muevo, liberándome y volviendo a quejarme una vez más.
La poderosa sensación se empieza a disipar, jadeo todavía con los ojos cerrados, así que los abro despacio y miro al techo, tratando de recuperar el aliento. Siento sus manos recorrer mi pecho, mientras yo intento volver a conectar todos mis pensamientos.
No sé qué me ha hecho, pero me siento pleno. Me he desarmado en ella y, de algún modo, me siento realizado. Me siento suyo, soy su hombre y ella me maneja a su antojo, puede hacerme lo que quiera. Que lo haga, no le voy a negar nunca nada.
Ella intenta recuperar al aliento al igual que yo, que estoy todavía medio perdido en el ensueño, luego de haber "explotado" de alguna forma.
Ahora siento que podría enviciarme con esta nueva forma de hacer amor, como dijo ella, que había varias formas de hacerlo.
Esta sin duda es... Pero ¿cuál es el objetivo? Entonces recuerdo...
Me besa, sacándome de mi mente y la estrecho contra mí, ronroneando del puro gusto al sentir su suave cuerpo, recibiendo su hermosa risa. Giro, trayéndola conmigo y respiro hondo por sus cabellos. Quedo mirándola, perdido en sus ojos.
—Wow...
—Lo sé —susurra en respuesta.
Me da otro beso y junto mi frente a la suya, sonriendo.
—Bueno, creo que ahora entiendo el porqué de un par de cosas que ocurrían con mi cuerpo a las que no hallaba explicación... Creo que no era tensión, no del todo. —Ella ríe y me da otro dulce beso. Esto sin duda tiene que ser...—. ¿Puedo preguntar algo?
—Sí, pero si es sobre un bebé, no.
—Uhm, bueno.
La sigo besando, cuando de pronto ríe entre dientes de nuevo.
—¿Así que sí ibas a preguntar sobre eso?
Sonrío.
—Bueno, estamos sin ropa.
Ríe otra vez y me besa, pero parece meditar sobre algo luego de un par de segundos.
—¿Estás bien?
Asiente volviendo a sonreír.
—Todo bien, solo algo adolorida...
¿Qué?
—Oh, no. Perdóname...
—No, tranquilo, es normal.
Trata de restarle importancia, pero mis ojos captan enseguida las tenues marcas que le he dejado, probablemente con las puntas de mis dientes caninos, las uñas... Ay no, soy una bestia.
—Te he lastimado. Lo sabía, sabía que no iba a poder controlarme —reniego de mí mismo.
—Hey, no, estoy bien, en serio. Me encanta, es tu huella, es superficial, no me pasa nada, en serio.
Me regresa al calor de su cuerpo lo poco que me alejé y suelto aire en un suspiro. Sé que, así como yo la adoro con todo, ella también lo hace. Ella además entiende mi naturaleza, pero no es justo. La abrazo, no puedo creer lo descuidado que he sido...
—Oye —me mira—. No vaya a ser que ya no quieras hacérmelo solo por esto.
¿Hacérselo? Sonrío.
—No, pero no va a volver a pasar, seré más cuidadoso, lo prometo. —Entonces mi mente conecta—. Espera, ¿significa que lo podemos volver a hacer? —No puedo evitar sonreír ante la idea de volver a tenerla así y ella ríe.
—Por supuesto —volviendo a besarme.
Ahora en verdad somos uno, a eso se referían con la intimidad que solo debía existir entre una pareja, aunque siento que a nosotros nos une algo incluso más fuerte. Sin duda el amor que siento por ella.
Si quiere que se lo "haga", se lo voy a hacer, voy a hacerle el amor de esta forma, cuidando de no ser tan brusco y torpe como lo he sido. Siento que mi amor se materializa al hacerlo de esta forma también.
—¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes? —quiero saber, porque parecía estar esperando para esto, dándome pistas sin decirme todo, buscando el momento sin encontrarlo—. ¿Tenías miedo?
—No, claro que no, es que... es un gran paso, y... también es la primera vez que lo hago.
¿Primera vez? Por supuesto que es la primera vez, también para mí... Es por eso que las parejas se unen, para tener una intimidad primera y única, ¿o no?
—¿Que no es normal que sea así?
Suspira y acaricia mi rostro. Me explica, en pocas palabras, que los humanos tienen esta clase de intimidad máxima con otras personas que no llegan a ser su unión eterna. Eso me descoloca en cierta forma. Por un segundo pienso en lo que los ancianos líderes siempre han dicho de los humanos, que están perdidos, que hay mucho desapego hacia todo incluso a sí mismos.
Pero ella... Ella no... Y de algún modo... me alivia.
A veces no entiendo su cultura, pero ella hace lo mejor por entender la mía, así que entiendo la suya, por supuesto. Es solo que a veces es difícil, sobre todo en los puntos en los que cada una se va hacia el otro extremo de la balanza.
Respiro con calma y sonrío levemente. Sí, entiendo, pero al mismo tiempo me alivia que ella no se haya dado antes de esta forma tan privada a alguien más. Una forma de hacer amor que solo puede ser para tu eterna compañía.
—Me alegra, me alegra que me hayas esperado. —La beso, sacando todos esos pensamientos ya inservibles de mi mente.
—Sí, yo también, no podría haber pedido algo mejor. Eres el amor de mi vida, y también te quiero dar todo de mí.
Vuelvo a abrazarla y suspiro. Sí, también le daré mi vida entera sin dudarlo.
Casi no puedo dormir pensando en lo que acaba de pasar...
Ella descansa contra mi pecho, luce hermosa con esas mejillas sonrosadas. Acaricio su cabello, su cuerpo. ¿En verdad pasó eso? Todavía no puedo creerlo. La miro, no puedo dejar de hacerlo, infinitamente hermosa, se me acaba de entregar de esa forma, me ha hecho suyo de tantas maneras.
Continúo acariciándola, rogando que traspasen hasta sus sueños, quiero que sueñe conmigo. La sensación aún me late ahí, todo mi cuerpo late con los recuerdos, pero esa zona en especial. No sabía que podía entrar en ella.
Es sin duda lo que dijo Altair, lo sé. Tanta intimidad debe tener un fruto. ¿Ahora nos llegará un hijo? ¿Será una pequeña parte de ambos? Pues quizá crezca en su interior, por eso fue por lo que al final...
Um, eso significa que mis padres... Oh.
Sacudo la cabeza, suspiro y miro hacia la ventana mientras peino sus cabellos con delicadeza. Espero no fallarle nunca, no dejarla desprotegida si llega a pasarme algo. En fin, no importa pensar en eso ahora, ya hace mucho que decidí que no pienso dejar que nada le pase, incluso moriría si así la dejo protegida.
La amo con locura, y pensar que no sabía lo que sentía hasta no hace mucho. Ella me mostró todo eso: abrazos, caricias, besos, y ahora esto, wow. Nuevamente no puedo creerlo, me fascina.
Paso casi toda la noche en vela, observándola dormir. Me tiene loco, sin cura. Me ha dado el mejor día de mi vida, bueno, uno de los mejores, y todos son con ella. Se casó conmigo aquí bajo sus leyes y me hizo descubrir algo nuevo.
La abrazo fuerte y me dispongo a dormir el resto de horas que quedan de la noche. Pienso despertarla como siempre, con caricias y besos.
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