Capítulo 32: Hacer un poco de amor

No he podido dormir, estoy muy preocupado. En parte he pensado que quizá esto más bien puede ayudar, ya que, si le digo a los ancianos lo que ha hecho Orión, quizá lo castiguen también. Ya no sé.

Camino afuera de la habitación y me acerco a una cosa que parece una máquina y tiene cosas "comestibles" adentro. Cierro los ojos y me sobo un poco el cuello por atrás. No dormir siempre se ha sentido raro, es como vivir un día extra largo, y luego el cuerpo no puede temperarse bien a veces.

Observo las cosas que hay detrás del plástico o vidrio e intento hacer que la máquina suelte alguno presionando botones, pero nada. Le doy un golpecito al costado... pero nada. Entonces leo que está pidiendo dinero y resoplo.

Ay, caramba, había olvidado ese detalle. Que los humanos cobrarían dinero hasta por respirar, si se les dejara... Uhm... Necesito dinero ahora que tengo una familia, o que la voy a tener, mejor dicho, en esta tierra de humanos cobradores...

Escucho venir un andar apresurado que reconozco muy bien.

—Lo siento, lo siento. —Marien toma mi rostro y me besa de pronto.

La recibo con gusto a toda ella, apretando su fino cuerpo contra mí, dejándome sentir todas sus suaves formas.

—¿Por qué te disculpas? —susurro.

—Quería venir antes —explica entre besos—, pero me dormí.

—Está bien, me alegra que hayas descansado.

—¿Tienes hambre? Te traeré algo de la cafetería.

—No te preocupes... —La mantengo en brazos y suspiro, meditando sobre lo que ha pasado, en que tengo que despedirme momentáneamente de ella—. He estado pensando... Si Orión fue contra las reglas y atacó a mi padre... Tengo que ir y asegurarme de que mi mamá está a salvo.

—¡No! —interrumpe llena de preocupación—. No. Es obvio que Orión quiere que salgas para atraparte, ¡es una trampa!

—Sí, pero si le digo esto a los ancianos líderes, puede que me perdonen.

—¿Y tú crees que Orión va a respetar eso?

—Pero...

—Me preocupa tu madre, pero sé que ha de haber otra solución, por favor...

Niego despacio.

—Sabes que debo ir.

—No me dejes —pide abrazándome fuerte, con ese tono de tristeza que me desarma—. Orión te mataría, no llegarías a tu pueblo, por favor, tiene que haber otra forma. No lo hagas. Te amo... —Quedo con los labios entreabiertos al escucharla decir eso—. Te amo —susurra apretando su agarre a mi alrededor.

Mi corazón ha dado un brinco. Me ama... Amor, esa es la palabra que dijo papá...

"Quizá esos ancianos no quieren que los niños conozcan la palabra para que no tengan problemas, según ellos, pero no significa que no se lo vamos a enseñar..." recuerdo que le dijo a mamá, y ella sonreía y juntaba su frente a la suya.

—Oigan, chicos... —el tal John me saca de mi pequeño shock y volteo a verlo—. Despertó.

—Oh...

Marien ha aflojado su abrazo así que la tomo de la mano para ir a ver a papá. Tengo que hablarle, ver si está bien, decirle que debo ver por mamá y tantas cosas...

Entramos y lo veo viendo a su alrededor con algo de confusión.

—Padre.

—Sirio, ¿qué hago aquí? ¿Qué haces tú aquí?

—Orión te atacó, ¿no recuerdas? —explico despacio.

—Ah... Sí, verdad. Por causa tuya.

Bajo la vista un segundo.

—Perdón padre, hice algo que lo ha hecho enojar. —Entonces nota mi cercanía con Marien—. Ella... la salvé traicionándolo, eso es lo que hice. Pero es porque ella lo es todo para mí ahora. No pensé que él haría esto. Sé que estas decepcionado de mí, como siempre, yo ya había aceptado pagar mi traición con mi vida, pero...

Ahora ha notado los anillos en nuestras manos.

—Por favor —dice Marien—. Yo quise traerlo aquí para que estuviera a salvo y Orión no lo matara, en parte es mi culpa que haya querido vengarse, lo siento...

No, mi Marien no tiene por qué enfrentarse a él, mucho menos sentirse mal por esto.

Papá aprieta los labios un segundo y empieza a reír bajo casi en silencio, dejándome pasmado.

—Tranquilos —pide más relajado y se dirige a mí—. Aprecias a los humanos, tienes buen corazón, no has hecho nada malo, y lamento haberte hecho sentir que siempre he estado decepcionado de ti, no es así. —Parpadeo con algo de sorpresa todavía, sintiendo que un gran peso se libera de mi pecho—. Mis colegas llegaron a tiempo... no quiero que Orión y sus hombres te toquen ni un solo cabello, así que olvídate de querer pagar lo que hiciste con tu vida, él es el que está equivocado. Estaré bien, ve a descansar. Es mejor que haya sido yo.

—Pero él busca hacer que yo salga, ¿qué pasa si ataca a mamá?

—No lo hará, créeme, yo sé lo que te digo. —Sonríe apenas—. Le arruinaste el plan, vaya, qué satisfecho me siento. —Vuelve a reír bajo y deja descansar su cabeza en el respaldo de la cama.

—Padre...

—Nunca me agradó, y creyó que podía moldearte a su modo a pesar de no haber sido su hijo. Pero no cabe duda de que eres como tu madre, y eso me llena de orgullo. —Quedo de nuevo con los labios entreabiertos por la sorpresa—. Ella siguió a su corazón y no a las reglas, y les dio la espalda a todos al unirse a mí. Ahora tú te has unido con una humana siguiendo tus sentimientos. Así que quédate aquí, yo me encargaré de hablar con los líderes en el pueblo.

—Pero, lo conozco y sé que no se va a rendir. Si logra dar conmigo...

—Te ha entrenado para matar, ¿no?

—Sí, pero...

—Sabes a qué me refiero, él busca eso, busca matarte o que lo mates. Conoces cómo funciona su mente... Así que si llega el momento solo hazlo, es nuestra naturaleza, no puedes intentar ser humano en todo.

Suspiro y bajo la vista. Matar. Es fácil de decir, es fácil de pensarlo... pero es difícil llevarlo a la realidad al final. Sí, puedo hacerlo, tengo la habilidad, pero... Orión, sea una mala persona o no, tenga diferentes ideas a las mías o no, también me crió, también hizo de mi padre en algunas ocasiones.

Por supuesto que primero son mis padres, pero Orión es mi tutor y tiene a otros hombres, como Altair, que lo respetan como a un padre de igual forma, y no van a dudar en lanzarse contra mí si él se los ordena, aunque sean mis amigos...

—Descansa ya, sé que has estado aquí sin dormir —insiste.

Respiro hondo y asiento.

—Sí. Usted también.

—Gracias —dice Marien con su dulce sonrisa, tomándolo por sorpresa—. Me saluda a su esposa.

Papá termina sonriendo también y acepta.

Ese es el poder de mi chica, apelar al lado bueno de todos con su hermosa forma de ser. La miro tomando su mano de nuevo y nos vamos.

Rosy se cruza con nosotros y menciona algo sobre vernos en la cafetería en un rato, a lo que Marien acepta mientras seguimos nuestro camino.

Ella me guía a la habitación que le han dado, logro ver que el hospital es bastante enorme y al menos tiene un jardín central. Tiene un aire ligero de calidez. No apesta tanto a químicos como el otro, o será que es porque mi olfato ya se acostumbró, o porque la zona de habitaciones está más apartada.

Abro la puerta y la invito a pasar primero. Suelo hacer eso con ella, ya que papá siempre me educó para ser "caballero" con las chicas, o algo así. No sé bien si los humanos hacen esas cosas, pero veo que a Marien le agrada, así que voy bien.

Me arrepiento de haber rodado los ojos un par de veces cuando papá me indicaba con su mirada severa que le abriera la puerta a Ursa o hiciera alguna cosa por ella.

Sonrío y niego en silencio. Voy a la cama, me siento y me dejo caer. Es suave. Quedo mirando al techo luchando con mis pensamientos.

—Tranquilo, tu papá estará bien —asegura mi dulce dama.

Sonrío apenas. Viene y se sienta a mi lado.

—¿Crees que llegará el momento en que tenga que matarlo? —le pregunto.

Se recuesta también y giro el rostro para verla.

—Hallaremos alguna solución si eso es lo que te preocupa, no es necesario que te llegues a encontrar con él.

—No es que me preocupe, podría hacerlo si llega el momento —vuelvo a mirar al techo—, Lo haría en defensa personal, no mataría por el simple hecho de matar, no es lógico. Siempre he querido darle la contra a las tradiciones de mi nación al parecer —sonrío al recordar los regaños que recibí por eso—. Pero no me siento cómodo con mi padre tratando de solucionar los problemas que yo he causado. No puedo creer lo que hizo Orión, ¿en dónde está el honor del que tanto me habló? Debería usar más el cerebro que la fuerza bruta.

—Hey, tú no has causado los problemas. Él se ha creado los problemas solo, créeme. —Su enojo tierno me hace sonreír apenas—. Muchos humanos son tan salvajes como los evolucionados, supongo que ambas especies tienen sus ventajas y desventajas. Ustedes tienen un lado salvaje que muchos no pueden dominar. Y, por su parte, muchísimos humanos también tienen el mismo problema. La fuerza bruta es un extra de ustedes.

Mi sonrisa se amplía. Giro sobre mi costado y la rodeo con mis brazos. Ella acuna su rostro contra mi cuello y su suave respiración me causa dulces cosquillas. Me encanta tenerla en brazos, me gusta sentirla, me gusta el contacto físico con ella también, ahora es que me voy dando cuenta de varias cosas.

Su estómago hace un leve ruido indicando que tiene hambre y empieza a reír de golpe.

—Perdón —dice aún riendo.

—¿Por qué te disculpas? —le pregunto—. Tienes hambre, es normal...

—Eh... Bueno... —se encoje de hombros.

Beso su frente y quedo mirándola. Es muy bonita, muy lista, muy capaz.

—¿Sabes? —murmuro mirándola de frente a los ojos—. Pienso que eres hermosa...

Sonríe retirando la vista un segundo mientras sus mejillas enrojecen.

—Basta —dice como si no me creyera.

—Sí, lo eres, eres muy hermosa —insisto con total sinceridad—. Te amo —sueltan mis labios. No puedo evitarlo. La amo, tal y como ella me lo dijo, la amo.

Su corazón se dispara como lo hizo el mío. Tomo su delicado mentón y la beso. Sus labios dulces me llaman y no puedo negarme a ellos. Me responde con fuerza, poseyendo mis labios en esa forma deliciosa que sabe hacer. Tira del cuello de mi camisa y me dejo guiar, terminando encima de ella.

Quiero besarla tanto, y planeo hacerlo, así que sostengo su cuerpo y nos deslizamos sobre el colchón para adentrarnos por completo en la cama.

Mis ojos se plantan en los suyos unos segundos y el amor que siento quema en mi interior. Ella me derrite, me hace temblar, me desarma. Me besa otra vez, con más necesidad, y claro, le correspondo igual. Ladea el rostro y besa mi mejilla, para luego darme una suave mordida, disparando una fuerte corriente por mi cuerpo.

Besa mi mentón, y yo no puedo creer que esté besándome así. Con la misma pasión con la que besa mis labios, saborea mi piel. Siento su boca subir y sus dientes atrapan mi labio inferior por completo, con ansias, con hambre, provocando que otro impulso de electricidad me recorra.

Beso su mejilla también y bajo lento hasta su cuello, sin dejar de besar.

—Sirio —susurra.

Reacciono, retirándome de ella.

—Perdón —pido—, ¿te hice doler? ¿Hice algo indebido?

Sonríe y niega, tranquilizándome. Pone su mano en mi pecho, empujándome y subiendo a horcajadas sobre mí.

Quedo tonto al verla así, jadeo. Una alarma se enciende en mi interior, y no sé qué indica. Vuelve a besarme mientras sus manos recorren mi pecho de abajo hacia arriba, estremeciéndome, y me doy cuenta de que desabrocha un botón de mi camisa, de hecho, es el segundo. ¿En qué momento desabrochó el primero?

¿Me va a desvestir? ¿Es esto lo que le dijo a Rosy que no hemos hecho? ¿Desvestirnos mientras nos besamos?

El recuerdo de lo que dijo Altair irrumpe en mi cabeza: "para tener hijos hay que estar sin ropa". Si ella quiere tener ya una familia, se la voy a dar, le doy lo que guste. Y si me va a quitar la ropa no la voy a detener, pero debo estar seguro para saber si puedo yo desvestirla a ella.

—Sabes... —murmuro contra sus labios. No dejo de besarla igual. Se dirige a mi mentón y me derrite con otra suave mordida—. Un amigo... Me dijo una vez... —la voz casi no me sale.

—Um... —responde contra mi cuello.

No puedo controlar la corriente tan fuerte que me recorre, apenas puedo hablar. Desabrocha otro botón.

—Al formar un núcleo... —Jadeo sin querer. Desabrocha otro botón mientras sigue bajando por mi clavícula—. Me dijo que... —Su caliente y rica boca se dirige a mi pectoral. Besa de forma voraz mi pecho, sus manos terminan la labor con los botones y recorren mi piel desnuda, haciendo que la corriente las siga. Oh wow.

Jadeo del puro gusto, ya queriendo saborearla a ella.

Vuelve a besarme, impidiéndome continuar hablando, pero no me molesto, hay tiempo. La recibo con fuego. Me apodero de su labio inferior y lo succiono, haciéndola quejarse suave contra mi boca. Le ha gustado. Ella ya me ha hecho eso antes, quiero mostrarle que ya aprendí, y soy mil veces mejor que cualquier otro al que haya besado. Además, necesito besarla así.

Quiero desnudarla también, quiero descubrir su hermoso y curvilíneo cuerpo. Baja a mi cuello otra vez y aprovecho para hablar.

—Para tener un hijo, dijo que... —mi respiración agitada me dificulta un poco pero no me rindo, debo saber—. Había que estar sin ropa, pero no dijo más.

—Ajá... —responde contra mi pecho.

Vuelve a mi boca, su aliento ardiente me llena, sus manos recorren mi piel otra vez. Antes de que pueda detenerme, mis manos la recorren también, paseando por su fina cintura, y me doy cuenta de que he estado intentando contener aquella tención de ahí abajo.

Ella jadea y muerde mi mentón, mientras hace un muy leve movimiento de sus caderas contra mí, provocando que aquella cierta parte me exija que haga algo, y que lo haga ya.

Continúa, bajando a mi cuello. Quiero tocarla y besarla, así como ella me lo está haciendo. Pero no quiero ofenderla tal vez de algún modo.

—Me estás quitando la camisa —murmuro. Asiente contra mi piel—. Dime... ¿Tendremos hijos?

Se detiene en seco y se hecha a reír sobre mi pecho. Me apoyo en los codos para verla. Ahora estoy confundido, y lo peor, siento que empiezo a caer.

—Perdón —se disculpa entre risas—, perdón, perdón... —se retira de encima y trata de relajarse—. Cielos... Acabo de sentir que te estoy robando tu pureza —susurra con una sonrisa—. Caramba... —sacude la cabeza.

¿Qué? ¿Mi pureza? ¿Cuál?

—¿Era eso lo que hacías? No importa, no te detengas —le ruego con prisa. Y es que es verdad, si considera que soy puro por algo, quiero que sepa que no me importa que me la quite.

No soy puro, ella sí. Pero de algún modo cree que no, cuando lo único que hago es pensar en que quiero comérmela a besos. He intentado imaginarla desnuda justo ahora y he fantaseado con poder besarla así. Por otro lado, si tiene tan buena imagen de mí, no quiero arruinarla diciéndole lo contrario.

Ahora pienso que probablemente está mal que me haya tomado tantas libertades en mi mente...

—Está bien, te mostraré luego, dije que lo haría. —Respira hondo y quedo absorto con su respuesta—. Sólo me dejé llevar un poco.

Se pone de pie y siento que todo el mundo empieza a venirse abajo. Y hablando de "abajo", cierta parte empieza a dolerme. De algún modo, caigo presa de una especie de decepción, una sensación tan fuerte y nueva, que apenas si puedo lidiar con ella.

—Um... no es justo —murmuro de forma inconsciente.

—¿Qué?

—Me haces volar en segundos y te detienes de golpe, dejándome en nada... Cayendo... Al vacío —la poca voz que me sale está rasposa, no entiendo qué me ha pasado.

Sonríe, pero la noto nerviosa, haciéndome volver en frío al momento.

Oh no... ¿Qué es esto? Es como otro yo, que exige, que no conozco, pero está adentro queriendo salir, que es capaz de hacer cualquier cosa con tal de obtenerla a ella, a su cuerpo, para hacer quién sabe qué.

Caramba, ¿la he asustado? Es ese monstruo de mi interior. No sabía que aparte de la bestia furiosa que todos escondemos, hay otro más al que tengo que aprender a domar. No... no, no, no...

—Te prometo que continuaremos esto... pronto, ¿sí? —La veo sonreír, esta vez completamente tranquila, y el alivio me recorre.

Sonrío ante esa promesa y acepto. No me teme, lo vamos a volver a hacer definitivamente, eso me relaja y la expectativa vuelve. Mis ojos la recorren nuevamente siendo presa de la sensación de quererla ya así, lo más pronto posible.

Me pongo de pie y ella mira mi pecho. Le gusta mucho, si supiera que yo muero por ver y tocar el suyo.

Ahora entiendo que eso es algo que podemos hacer como pareja. ¿Dejarnos llevar? No, yo le pondría otro nombre. Hemos estado besándonos, recorriéndonos... Bueno, ella a mí más. No encuentro otro nombre para lo que hacíamos más que "amarnos", estábamos amándonos.

Hicimos un poco de amor.

--------------------------

Página en facebook: https://www.facebook.com/ojosdegatotentador

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top