Capítulo 19: El anhelo de una vida en calma

"¡Antonio!"

Abro los ojos mientras la angustia me estruja el corazón. Su voz llamándome antes de que todo mi mundo se vuelva oscuro. Casi ni noto que es de noche.

Lo recuerdo todo. Los evolucionados peligrosos, el hombre que los manipulaba. ¡Marien! ¿En dónde está?

Volteo y la veo, algo que me hace soltar un suspiro de alivio y calmarme. Mis músculos vuelven a relajarse mientras la contemplo. Está sentada en una silla al lado de la cama en donde reposo y con el rostro apoyado en ésta, cerca al mío. ¿Ha estado cuidándome mientras he estado inconsciente?

Suspiro de nuevo para desvanecer la angustia restante. El cuerpo me duele y puedo darme cuenta de que tengo vendas por casi todo el torso. Si no lograba vencerlos y evitar que me llevaran, estaba decidido a morir si así los distraía lo suficiente para darle tiempo a Marien de escapar, pero tal fue mi horror al verla aún ahí, forcejeando con aquel hombre... para ayudarme...

Ella despierta y queda mirándome. Le sonrío apenas. Parece sorprendida, pero pronto aprieta los labios y un par de lágrimas se le escapan de los ojos.

Vuelve mi angustia.

—Estás bien —dice con alivio.

—¿Por qué lloras? —susurro.

—¿Qué clase de pregunta es esa? —reclama—. Lloro por ti.

—... ¿Por qué?

Se niega a responder. Me siento culpable por preocuparla tanto, esto no debería ser así, no entiendo por qué se pone así, estoy bien, y si moría ahí tal vez hubiera sido mejor, si total, la tengo que llevar a Orión. Yo no merezco su preocupación ni sus lágrimas.

Por ser muy débil, desfallecí. Por pura suerte a ella ya no le pasó nada. Pero ¿qué hubiera pasado si ella no lograba desconectar a esos evolucionados? La habrían matado. He fallado de manera terrible. ¿Acaso no ve eso?

Una suave caricia en mi cabello me saca de mi amargura y me hace observarla de nuevo. Ella me mira con calidez. Sus caricias son tan suaves que me arrullan. Solo mamá me brindó caricias cuando era muy pequeño, antes de que me mandaran con Orión, cuando mi vida era fácil... Una infancia tranquila que, para colmo, ya casi no recuerdo.

Marien me brinda todo ese calor, toda esa calma que no he tenido en casi toda mi vida, y no quiero que acabe nunca. No quiero que se aleje de mí.

Su mano se desliza por mi mejilla y su pulgar acaricia mi labio inferior. Me causa suaves estremecimientos y me encanta. No es la primera vez que lo hace, lo hizo aquella vez en la casa de su tía y creí que había sido casual, pero ahora veo que no. Quisiera saber qué significa.

Queda mirándome y tarda varios minutos en dormirse finalmente.


Despierto de golpe al detectar el aroma de los tres H.E, y los veo a mi lado. Estoy por saltar a atacarlos, pero el más cercano levanta un poco las manos, dándome a entender que no hará nada. Quedo mirándolos con recelo.

—¿Qué haces con una humana? —cuestiona.

—No es tu asunto —respondo frío.

—La vimos muy preocupada por ti, eso es nuevo —dice otro.

—Estamos aquí para aclarar que los humanos son peligrosos —agrega el primero al ver mi cara de molestia—. Nos tenían controlados.

—Ya veo. —Puedo sentir a Marien despertando a mi lado.

—Como sea, nos iremos de aquí. Seguro los de esa asociación volverán buscando al hombre, así que más les vale que salgan ya ustedes también.

—Sí.

He vuelto a recordar mi falla. Estaban siendo controlados, así que no hubieran dudado en acabar con Marien. Ella los ve con cierto temor antes de que se retiren, y se marchan.

Ella se pone de pie y empieza a revisar mis heridas.

No fui capaz de protegerla, caí inconsciente. Ahora mismo estaría recibiendo un castigo por parte de Orión si eso hubiera pasado frente a él.

—Estaré bien —le hago recordar—, no era necesario que te preocuparas por mí...

—¡Ya deja de decir eso! —interrumpe y, por primera vez, la siento realmente enfadada—. Casi mueres, ¿Cómo crees que me siento? ¿Cómo se supone que debería sentirme?

Le retiro la vista con frustración. Exacto, casi muero, y por ese descuido, casi muere ella, que es peor. Pero no lo entiende, no entiende lo mucho que me importa eso.

Salgo de la cama, lleno de frustración.

—Voy a alistarme para salir —le aviso—. Ya escuchaste lo que dijeron, podrían volver.

Tomo mis cosas de la mochila y me retiro. Le agradezco al médico con el que me cruzo en la puerta y me dirijo a cambiarme.


Una vez listo, me apoyo en el lavabo y suelto aire. Quizá soy muy duro con ella. Ugh. Soy un tonto, siempre cometo algún error, esto es el colmo. A veces olvido que los humanos son "sensibles". Aunque yo no sea nada para ella, se preocupa, así como yo me preocuparía por mis padres o amigos cercanos como Altair o Ursa.

Entonces me doy cuenta de que quizá ella me considera cercano y eso hace que mi corazón se tibie. Por mi parte, yo no la quiero lejos, ella siempre me hace sentir bien.


***

Salimos de aquel pueblo. Tengo que engañar a Orión de alguna forma, pero estoy tan estresado que no logro pensar. Hay muchas cosas en mi mente.

—Escucha —habla ella de pronto—, si nos topamos con otro pueblo fantasma como este, nos largamos, ¿bien? —Le sonrío a su intento de parecer estricta, y de pronto agrega algo más—. Te ves hermoso cuando sonríes. —Su mirada dulce me atrapa y siento mis mejillas empezar a quemar. ¿C-como que "hermoso"?—. Oye... música, ¿quieres? —Saca el aparatito ese de música.

Me da el audífono como acostumbra.

—En mi pueblo hay algunos músicos —comento mirando al horizonte al recordar una de las pocas cosas que he disfrutado en mi ciudad—. Quizá... quizá te muestre —agrego contemplando la posibilidad.

Cómo quisiera tenerla en uno de los festivales, que la luna favorezca nuestra unión y la haga durar eternamente.

—Eso me encantaría.

La miro con algo de sorpresa y sonrío con más ánimo. Las posibilidades queriendo hacerse realidad.

—Está cerca de la capital... podemos ir luego. —La emoción me ha hecho hablar demás—. Luego de haber recobrado mi honor, supongo. —Bajo la vista después de que ella responde con su sonrisa.

Continuamos en camino, y hablar con ella sobre las músicas del reproductor me despeja, ahora sólo estoy concentrado en todo su ser.


Para el medio día, preparo la cocina improvisada que mi madre me enseñó a hacer y ella cocina algo en una olla pequeña que compró. Me sirve lo que hizo, y no está tan mal, solo que es precocida y un poco artificial.

—Y, dime... ¿tienes hermanos?

Esto sí puedo responder, supongo.

—No, muy rara vez salen hermanos. Si sale alguno más, usualmente es porque se dio un caso de dos o tres al mismo tiempo, cosas así. —Eso me recuerda una de las taaantas dudas sobre ese asunto—. Es raro... Las parejas de un núcleo se desaparecen un tiempo y luego aparecen con un bebé.

—Oh... vaya —intenta no reír mucho por alguna razón.

Uhm. Ella ha de saber más sobre eso.

—Sí tengo a alguien con quien entrené casi toda mi vida y puede decirse que es como un hermano, nuestro tutor nos inculcó eso. Pero si tuviera un hermano de verdad quizá no estaría aquí. No puedes dejar a tu hermano de lado así.

—Y tu papá, ¿a qué se dedica?

—Él construye casas. Es decir, él y sus colegas, dibujan como va a ser la edificación y luego la construyen.

—¿Qué? Oh, claro, ustedes hacen todo en sus pueblos, ¿verdad? También sus viviendas.

Sonrío. Creí que los humanos sabían más sobre nosotros, aunque es mejor si no.

—Claro, ¿en dónde piensas que vivimos? Estamos más avanzados de lo que ustedes creen, pequeña niña.

Ella baja la vista sonriente y reacciona.

—¡Oh! ¡Es cierto! ¡Había olvidado algo muy importante! Los libros antiguos dicen que ustedes hablaban en Latín, pero de pronto todos empezaron a comunicarse con nosotros en nuestro idioma.

Río entre dientes. Saben las cosas que ya no deberían o son innecesarias, al parecer.

Le explico brevemente que el latín que nosotros aprendemos en un idioma ya antiguo. De hecho, solo algunos ancianos lo hablan en su totalidad, y nos enseñan algunas palabras, sobre todo para mantener la cultura, ya que esos viejos son unos tradicionalistas de primera. Por supuesto que mi cultura me importa, pero no todo es tan perfecto a mi parecer.

Hay muchas cosas que no tienen una traducción exacta en el idioma de los humanos y viceversa, es por eso que, en mi mente, los idiomas no están ligados, son como dos cosas aparte. De hecho, tres, porque también nos enseñan otros idiomas de humanos, solo por si acaso.

—Ustedes son muy listos —asegura emocionada.

—Ustedes también.

—Sí, pero los evolucionados aprenden más rápido que nosotros. Quizá tienes razón, la mente de ustedes funciona de diferente manera. Yo apenas sé inglés y algunas palabras de latín.

Oh, vaya, la admiro por eso.


***

Mientras caminamos, ella parece muy cansada, y es que no durmió bien por vigilarme seguramente. Suspiro, es mi culpa, es por mi debilidad. Así que termino llevándola en mi espalda. La llevaría cargada todo el camino, me gusta sentir su suave aliento contra la piel de mi cuello. Algo raro.

—Entonces sabes inglés —quiero saber.

—Un poco. Ya sabes, después de la unión de los países, decretaron inglés, español y mandarín como idiomas oficiales... No soy tan lista como tú, sin embargo.

—¿Bromeas? Terminaste la universidad siendo joven todavía, y has estudiado bastante, eso es impresionante. Estoy Seguro de que si practicas lo dominarás.

—Supongo.

—I know a little bit. —Le muestro, ya que, como dije, también nos lo enseñan—. Get some rest, miss —le pido que descanse.

Ella aprieta su agarre y puedo sentir su sonrisa contra mi piel, suspira, y es como la caricia de la suave ala de una avecilla.


***

Luego de unas horas, diviso otro pueblo fantasma, aunque este sí que parece vacío, además hay edificios en ruinas, algo que no se ve ni en pueblos de evolucionados ni en los de los humanos de afuera como el anterior.

Todo está derruido. Marien despierta y reacciona.

—Por favor, alejémonos lo más posible, ¿sí?

—Claro, descuida.

—Ya puedo caminar, gracias. —Me detengo y ella baja de prisa—. Vamos.

Río en silencio mientras niego. No tiene remedio, quiere insistir en no adentrarnos. Está bien, no puedo fallar de nuevo, no voy a fallar de nuevo. Pero si así está más tranquila, le obedeceré.

Le doy alcance rápido.

—Eh, el viento no favorece, puede llevar nuestro aroma hacia la ciudad, y si hay alguien ahí, lo va a saber.

—Bueno, démonos prisa, ¿sí?

Continuamos y me mantengo vigilante.

En cierto punto, un zorro se cruza por nuestro camino y el viento sopla. Este entra y sale del interior de una edificación del costado y la sangre se me enfría.

Tomo a Marien y doy un salto hacia atrás para evitar que el evolucionado la llegue a tocar con sus garras. Ella grita aferrándose a mí. Corro, escapando, y la hago entrar por una ventana para darme la vuelta y recibir a ese atrevido.

Me embiste, pero lo golpeo y rodamos como fieras levantando polvo en nuestra lucha. Me bota a un lado y se pone de pie de un salto, hago lo mismo y ataco, golpe tras golpe...

—¡Antonio!

Volteo y veo con horror a otra evolucionada entrar por la ventana para ir tras ella.

¡¿Qué?!

Soy golpeado por distraerme y quiero ir a protegerla, pero el otro tira de mí.

¡No, no, no! ¡No otra vez!

¡Marien!



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