Atrapado desde un inicio
Despierto y me encuentro atado.
¡Argh, perfecto! Lo eché a perder.
La idea no era terminar prisionero, sino pasar por uno de ellos y cumplir mi misión, para colmo saben lo que soy seguramente por mi descuido, ahora me harán experimentos. Había venido "camuflado", pero no sé qué tanto han averiguado.
Así es, los humanos me han atrapado. Estoy perdido, y no puedo evitar recordar todo lo que mi tutor me ha dicho sobre ellos, y las cosas que pueden llegar a hacerme solo para experimentar, solo porque somos especies diferentes.
Unos tres humanos varones están observándome. En ese instante, no solo me doy cuenta de que las ataduras me sostienen todo el cuerpo a la camilla, sino que ya no tengo la ropa que llevaba antes, tengo una simple bata y ropa interior.
¡Caramba! ¡¿Me han visto desnudo?!
O casi...
Miro con rencor a todos mientras mi rostro empieza a calentarse apenas. Es realmente molestoso, y aunque me han preparado para no tener vergüenza, ya que para los humanos es normal mostrarse, cosa que en mi cultura es prohibido, no puedo evitar la incomodidad.
Mi orgullo por los suelos. Un montón de humanos han visto mi cuerpo y justo ahora es la peor pesadilla que puedo estar viviendo.
—El sujeto despertó a las cinco de la tarde, por inducción del medicamento —murmura uno de ellos, lejos de mí y en voz muy baja, no sabe que puedo oírlo bien—, el día número tres de la investigación.
¡¿Número tres?! ¡¿Me han tenido sedado?!
—La doctora Marien ya viene en camino —anuncia una chica de cabello ensortijado que acaba de entrar.
Queda mirándome y trata de contener una sonrisa, aunque yo aún los miro con rencor a todos.
—Gracias señorita Rosy —responde Gómez.
—No parece un H.E —dice ella.
—De hecho, no —responde otro de los humanos—. Pero Julio jura que sí.
—Podríamos intentar la prueba de resistencia Ósea —dice otro.
—No, romperle un hueso no es legal en los vivos, tendría que ser un cadáver para hacer esa prueba.
—Ya le saqué sangre de todos modos para hacer la prueba genética —avisa uno mayor.
Están hablando de mí como si fuera algún espécimen extraño. Me matarán y abrirán tal y como contó uno de mis maestros en la escuela. Aunque al menos todavía no saben que sí soy un H.E. y que sus vidas penden de un hilo teniéndome cerca.
—Apenas hemos podido empezar a examinarlo ayer, por esto del ataque y la reinstalación del personal. Pero hasta ahora, los exámenes no dicen nada, los rayos "x" no muestran colmillos en el cráneo.
Me alivia escuchar eso, y es que aún no están desarrollándose. No saben de nuestra etapa transitoria en la que lucimos como ellos, mis caninos crecerán luego y mis ojos cambiarán. La chica que no dejaba de mirarme se retira.
—¿Podrían soltarme? —pregunto luciendo tranquilo— No soy un H.E.
Uno arquea una ceja y el otro se ríe en silencio mientras hace anotaciones.
—¿De dónde vienes? —el hombre tiene mi identificación en la mano— ¿Estudias, trabajas? ¿Dirección de domicilio?
—No recuerdo —respondo.
Frunce el ceño.
—¿Como que no recuerda?
—Estaba en la universidad —Orión, mi tutor, dijo que esa es mi excusa—, pero el resto no recuerdo. Creo que he perdido la memoria.
Vuelven a reír en silencio mientras teclean en sus máquinas. Me enfurecen, ¿cuánto tiempo más me van a tener así? Orión vendrá si tardo, y aunque ellos me hayan matado hasta ese entonces, Orión los matará a ellos. Al menos eso dijo.
Pero me preocupa mi madre. Esta misión es muy importante para mi pueblo, para él, y si fallo, podrían castigar a mi madre...
Podría en realidad liberarme de estas ataduras, tengo la fuerza, y escapar. Lo único que los mantiene con vida aún es el hecho de que intento ser amable. Pero todos hablan y murmuran mientras me miran, sin importarles cómo me siento, aquí sin poder moverme. Si así me tratan pareciendo humano, no me imagino cómo estaría si tuviera mi real apariencia.
Un gruñido se quiere salir de mi garganta, pero me contengo lo más que puedo a pesar de que mi cólera está cada vez más difícil de aguantar. Orión me enseñó a enfocar la agresividad salvaje que tenemos.
De pronto detecto un suave aroma que me saca de mis pensamientos. Los hombres se apartan de golpe y me dejan a la vista de una humana, y al verla... el mundo se detiene.
¿Qué?
Ella me mira fijamente y yo no puedo ni parpadear.
Esto debe ser un error, ella no puede ser la doctora, es una jovencita.
Me regala su mirada sin malicia, sin odio, no como todos estos que me rodean. Su cabello marrón como el dulce del cacao cae en ondas, su rostro es suave, su expresión es dulce... Bastante agradable a mi vista.
Ladeo el rostro levemente, sin parpadear todavía, observándola mientras ella les habla. Toda ella es bastante agradable a mis ojos, lo cual me parece extraño. Los humanos no son... agradables.
Toda mi vida me advirtieron de su naturaleza odiable, y fui entrenado por un evolucionado que me inculcó todo eso, bajo extremos métodos, peleas salvajes, golpes, y dolor. Pero ver a esa joven me trae una nueva sensación.
No hay dolor... no hay golpes, no hay otra roca más a mi espalda por haberme distraído, ni severidad en su voz.
De pronto la curiosidad por saber sobre los humanos, que enterré hace un tiempo, vuelve a mí, aunque esta vez es una curiosidad que me pide conocer un poco más a la joven. Solo quiero saber por qué ella me transmite calma.
Nuevamente me siento perdido, pero por otras razones que desconozco.
¿Cómo terminé aquí? ¿Cuál es la misión de la que hablo?
Aquí empieza mi historia...
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