Capítulo 13: Nuevo paradero

Mordía y golpeaba casi sin remordimientos a los que me atacaban, pude olfatear que el amigo de Rosy la llevaba, y esperé que fuera a algún refugio, pero no iba a tardar en buscarla luego.

El grito de uno de los hermanos me alertó, le di un puñetazo al que venía a atacarme y corrí. Embestí al que estaba mordiendo a Alpha, nos arrastramos por el suelo, lo mordí y arranqué carne de forma casi automática, recibí un puñetazo en respuesta y caí a un costado. Otro clavó sus garras por mi espalda frustrando mi huida, gruñí más y giré veloz para liberarme. El tipo estuvo por volver a atacarme pero Jaguar lo llevó de encuentro y me puse de pie aprovechando eso.

Un grupo de evolucionados fue por donde se llevaron a mi Rosy, eso me preocupó, quise ir tras ellos pero eran tantos los que me impedían avanzar que no lo lograba.

No, Rosy, no. Si la encontraban y le hacían algo no iba a poder perdonármelo nunca, si con la muerte de mi hermano no lograba descansar, ya no estaría ella con su felicidad contagiosa. La idea de perderla de pronto se me hizo insoportable, llenándome de un miedo indescriptible. Aparté a los evolucionados sin detenerme a pelear con ellos, uno vino de frente pero de un golpe lo aventé a un lado mientras corría hacia donde se fueron los otros.

En ese instante, los H.E detuvieron su ataque, pero no me detuve a ver por qué. Corrí por donde estaba el aroma a fresas, crucé por unos pasadizos vacíos, preocupado por no escuchar nada.

Olfateé a dos de mi especie pero era tarde. Salieron de un costado y me embistieron, nos estrellamos contra la pared de concreto y el aire se me salió de los pulmones. Gruñí, forcejeé para liberarme, terminamos entrando a la extraña habitación. Me tenían casi inmovilizado cuando alguien más se hizo presente, y al saber quién, la sangre se me detuvo.

El humano vestido de negro, cabello negro, y ojos negros. Los recuerdos vinieron de golpe.

—Vaya, has vuelto, por lo que veo siempre vuelves. ¿Dónde está tu amiga? —preguntó en tono de burla.

Solté un salvaje gruñido, enseñándole los colmillos, el pecho me vibraba, parecía perro rabioso. El muy maldito se había atrevido a hablarme, el muy maldito se había atrevido a venir. Estaba hirviendo en rabia.

—¿Sabes? Hiciste mal en no quitarte el chip rastreador —caminó a un costado sin preocupación—, eso me ha ahorrado la búsqueda. Por lo que veo los hermanos también te han seguido.

—¿Acaso no estaban buscando a su gobernador? —gruñí entre dientes.

—Él está a salvo. —Me sorprendí un poco—. Oh sí, se ha aliado con los evolucionados, y están por esparcir la peligrosa toxina en la ciudad, morirán todos pero los culpables serán ustedes, ¿no te parece ingenioso?

—¡Claro que no, están locos!

El llanto de Rosy me produjo un bajón de temperatura, volteé solo para ver cómo dos evolucionados la tenían a ella y a su amigo.

—Nosotros ya no estaremos aquí para cuando pase, pero cada segundo cuenta. Ven conmigo y mis hombres pondrán a salvo a tus amiguitos humanos.

—¡No Ácrux, no...! —El H.E le tapó la boca y ella lloró.

¿Por qué insistía tanto en que no me fuera? Iba a ir si sabía que así podría vengarme, sin embargo ellos me pondrían bajo control otra vez y eso lo impediría. Por otro lado, no quería que Rosy muriera, ella tenía mucho aún, yo nada, solo sed de venganza y muerte.

El hombre sacó un arma y me apuntó. Rosy soltó un grito tras la mano del que la callaba y siguió llorando. Le gruñí al tipo otra vez, retándole a que lo hiciera, que disparara.

—Esa es la actitud —dijo con su sonrisa sínica. Alguien lo llamó a su móvil y su expresión se borró cuando escuchó lo que le decían. Logré oír que su plan con la toxina había sido arruinado—. Vaya —guardó su móvil—. Creo que hay cambio de planes. —Volvió a sonreír aunque su nerviosismo era evidente—. Lo que importa es que, por mi parte, ya tengo lo que quería. En cuanto a ti, al parecer no te importa morir, y sin duda vas a volver a verme porque hay algo que te impulsa a buscarme, ¿o me equivoco? Quieres venganza... Me pregunto qué harías si...

Dirigió el arma hacia Rosy y una fuerza antinatural se apoderó de mí, lanzándome al sujeto, y aunque los otros evolucionados reaccionaron y me detuvieron, logré cortarle la ropa de un zarpazo en el brazo y el disparo cayó por el techo. No me detuve ni un segundo en querer atraparlo y romperle en cuello pero consiguió salir corriendo, dejando el rastro de su sangre.

Le di un codazo al H.E de mi derecha y los ataqué por haberme impedido matar al humano. Arranqué la carne de alguno sin saber quién y recibí un golpe, di un puñetazo pero el otro me pateó por atrás y caí. Salieron corriendo también junto con los otros, quise ir tras ellos pero Rosy gritó mi nombre y me detuve.

Apenas era consciente de mí mismo sintiendo sus finos brazos rodearme por la espalda. Respiraba agitado todavía pero la rabia empezaba a bajar.

—Tranquila, pequeña —la calmé—, ya se fueron.

Asintió en silencio. Tomé sus brazos para hacerla soltarme y volteé para volver a abrazarla. No podía creer que había estado por perderla. Las heridas que tenía empezaban a doler, pero no me importaron.

—Antes de que aparecieras se llevaron unas cajas de aquí —avisó Marcos.

—Quizá alguna toxina.

—Bueno, solo sé que ninguna toxina es tan poderosa como la que teníamos...

—De todos modos el tipo tiene razón, lo voy a buscar, él sabe bien que lo quiero matar. —Rosy apretó su abrazo a mi alrededor y sollozó.

Marcos tensó los labios e hizo una expresión de negación.

—Cómo les gusta sufrir —susurró para sí mismo, aunque pude escucharlo bien.

¿Sufrir? Sí, quizá estaba haciendo sufrir a mi chica rulitos, aunque no sabía porqué sufría por mí. No era ese mi objetivo, quería verla feliz y sonriente como siempre lo estaba, no le encontré motivo a su llanto.

—Vamos, quiero curarte —dijo separándose y limpiando sus lágrimas.

Tomé su pequeño rostro y se las terminé de limpiar.

—No llores —pedí con una dulce sonrisa que me salía solo para ella—, no me gusta verte triste.

Sus labios se curvaron con dificultad formando una leve sonrisa y asintió. Tomó mi mano derecha con la que le estaba limpiando el rostro y le dio un beso, para luego acunarla contra su mejilla y sonreír un poco más. No pude evitar acariciar su mejilla.

Marcos salió y lo seguimos a los pocos segundos. En la zona de ingreso estaban los hermanos y Jaguar siendo atendidos, Rosy me llevó a una silla y me hizo sentar, fue por sus cosas y las puso a un costado. Me desabroché la camisa mientras ella alistaba algodón y demás, aunque sabía que no era muy necesario porque me curaba bien solo.

Trató las pocas mordidas que tenía, no tardó mucho. Apenas volví a abrochar los botones me dispuse a bajar de la silla pero me abrazó fuerte, soltando un profundo suspiro. No pude evitar cerrar los ojos y quedarme así, contra su pecho... blando pecho, respirando su aroma.

—Tranquila, ¿qué pasa?

Acarició mi cabello y leves corrientes me recorrieron.

—Me asusté mucho.

—Soy fuerte, más me preocupaste tú.

Apretó un poco más su abrazo.

—Debemos volver —interrumpió Centauri—, apenas estamos recuperando tiempo con nuestra familia.

—Lo sé. Iré con ustedes.

Me habían dicho que encontraron a alguien que sabía de mí, debía ir a hablar con él.

—¿Te vas ya? —susurró apenada.

—Sí pero ya sabes que volveré, descuida —le susurré también sonriéndole como ya sabía.


Terminamos encontrando a Marien con Sirio y Max, ya habían vuelto y de seguro ellos también habían peleado porque estaban empapados con agua, manchados de sangre, sobre todo Sirio. Rosy corrió a abrazarlos feliz, tensé los labios, ya había creído que era el único al que abrazaba, quizá no era tan especial para ella.

Jaguar le dio una nota a Marien, era el mensaje que tenía para ella, al parecer de familiares a quienes había conocido. Ella entristeció un poco pero Sirio la consoló enseguida con un beso en la frente, eso pareció devolverle la felicidad.

Quedé con la intriga, yo no le había dado ni un beso a Rosy, y ella a mí sí.

Los hermanos me hicieron saber que ya era hora de irnos. Miré a Rosy entretenida con sus amigos, volteó a verme y su expresión cambió.

—Volveré en unos días —le recordé.

La vi sonreír, y ya más tranquilo con eso, seguí a los otros.


***

Recordé algo más...

—¿Deseas algo de desayuno? —me preguntó aquella joven de oscuros ojos verdes.

Se puso de pie pero tomé su mano y volví a sentarla con delicadeza a mi lado en el sillón, rio silencio.

—Quédate un rato.

Alguien se aclaró la garganta y nos separamos.

—Buenos días —saludó un señor de nuestra especie, quien nos había recibido en otro pueblo. Era bastante fornido, sus ojos como ámbar o similar, usaba una camisa roja oscura, como la sangre, sabíamos que era alguien que estaba reclutando hombres para hacerle frente a la humanidad—. Entonces, ¿te irás? ¿No tomarás venganza? —Se cruzó de brazos.

—Bueno —dudé. Ahora que Pradera me había dicho que sí...—, yo...

—¿Piensas perdonarlo?

—N-no, pero...

—Si no vas, sería como perdonarlo.

—No le diga esas cosas —pidió Pradera asustada.

—Es que no quieren verlo. Esos humanos han matado a los suyos —eso nos hizo entristecer—, les han arrebatado mucho, merecen por lo menos morir. ¿O acaso eso no hubieran hecho ellos por ustedes?

Sabía que sí, sabía que mi hermano lo hubiera hecho. Apreté los puños con solo recordar.

—No quiero que le pase nada, no quiero quedarme sola —murmuró Pradera.

—No seas egoísta —le recriminó—, armar un núcleo no lo es todo, pero no puedo pedirle a una niña que lo entienda. Él tiene asuntos pendientes.

—¿Usted está solo?

—Claro, y estoy bien así.

—Ácrux —la miré, estaba enojada y asustada—, si vas... te olvidas de mí.

¿Qué? ¡No! Fruncí el ceño, estuve por reclamar aunque no supe qué. El señor soltó una muy corta y leve risa.

—Vaya, me recuerdas a alguien que conocí hace muchísimos años. —Lo miramos intrigados—. Iba a unirme con ella, pero terca, prefirió unirse a otro.

—Entonces usted guarda rencor —se atrevió a decir mi compañera.

El hombre frunció el ceño con amargura.

—No, está bien, así me demostró que no era digna de mí. —Caminó a un costado, con evidente diversión—. Esta joven no está dispuesta a apoyarte, no vale la pena. Debes vengar lo que te hicieron, por el honor de tu hermano.

Era verdad, debía hacerlo, y quería hacerlo, por eso escapé también, era uno de los motivos, el más fuerte. Sentí que Pradera apretaba su agarre en mi mano y fijé mis ojos en los suyos.

—Tengo que hacerlo. —Tensó los labios y supe que empezaba a tratar de retener sus lágrimas. Pegué mi frente a la suya—. Oye... tranquila, voy a volver.

—¿De qué sirve? —Su voz salió quebrada.

—Tengo que hacerlo —susurré. Me atreví a envolverla en mis brazos—. Te dejaré en nuestra ciudad, y cuando acabe todo esto... volveré a ti.

Sacudió la cabeza en negación.

—Ya no me tendrás.

Sonreí con tristeza y nostalgia.

—Yo creo que sí...

—Orión —llamó otro hombre al sujeto—, creo que ya entendieron.

Sonrió de lado.

—Hay que enseñarles a los jóvenes, si no, hasta cuándo —se alejó diciendo.


Miré el suelo de madera, el aroma era distinto, estaba sentado en el mismo sofá, pero ahora estaba solo. Hacía dos años o más, Pradera había estado aquí conmigo.

—Cuando te vi, supe que no me habías reconocido —habló el tipo de ojos celestes que estaba aquella vez—, pero no supe si era porque apenas nos conocimos unas pocas horas o porque los humanos te habían hecho algo, tú sabes —señaló su sien—. Ellos y sus chips.

Asentí. Él estuvo aquel día del ataque en el que nos fuimos, escapando prácticamente, su nombre era Altair. Caminó cojeando un poco, sí vi cuando Sirio le rompió la articulación de la rodilla, no se les hizo fácil.

—Entonces... ¿Volvió? —Asentí otra vez en silencio, sabiendo que se refería a Sirio—. Ja. Bueno, Orión ya no está, así que asumo que... se acabó. —Ese tal Orión lo andaba persiguiendo.

—No para mí.

—¿Aún vengarás a tu hermano?

—Obvio que sí. Pero antes... —Antes debía ir a buscar a Pradera. Debería...—. Dices que partimos al sur, ¿verdad?

—Así es. Mencionaron que ahí estaba su familia.

—Entonces ya sé a dónde ir, sin duda la ciudad en donde nací es la siguiente.


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Copyright © 2014 Mhavel N.

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