Capítulo 19

OWEN

La humanidad es complicada, tanto que incluso se vuelve ilógica. Es gracioso cómo el ser humano puede pasar del amor al odio en menos de un segundo, cómo pueden atreverse a aferrarse tanto a sus seres queridos sabiendo que sufrirán algún día; cómo, muchos de ellos, se dejan llevar por el corazón, incluso sabiendo que esa no es la mejor opción.

Las personas suelen taparse entre ellas, contradecirse, gritarse, necesitarse y llorarse; pero incluso de esa forma son criaturas sorprendentes. Lo último que quiero es sonar como mi padre, pero tenía razón con respecto a la sensibilidad que se tiene en este mundo.

De pronto, aquí y frente de Emma, me siento más en mi casa que en ningún otro sitio. Nunca había entendido muy bien cómo los sentimientos podían ser algo bueno si dolían tanto, pero ahora creo que empiezo a comprenderlos

Comienzo a entender que sentir no es solo dolor, es muchísimo más. Es querer, es valorar en la diferencia, es arriesgar tu vida por alguien y volverse loco de emoción cuando los ojos de esa persona que quieres se topan con los tuyos. O cuando aparece su sonrisa, dirigida hacia ti, como si por un momento solo fuéramos dos en este gran universo.

Sí, vale, quizás Emma no sea del todo humana, pero vive como ellos y piensa como ellos. No fue criada con las frivolidades de mi mundo o las locuras de los demonios. Ella forma un triángulo extraño entre tres naturalezas que jamás pensé que vería, y puedo sentir en este momento esa energía liberada bullendo dentro de ella. No es muy potente, pero está ahí, y es todo un riesgo que se haya desatado.

Emmanuel me matará, pero me importa poco cuando es Emma quien está en peligro justo ahora.

Me aventuro a pasarle mi mano por su cabello dorado, tratando de ser lo más delicado posible, y ella entre sueños parece soltar un suspiro que provoca una sensación pura de regocijo dentro de mí. Me gusta tanto la calidez que desprende de ella, incluso de su mirada. En mi mundo todos tenemos los ojos azules, fríos, casi del mismo tono; ella es una explosión de dulzura incluso en algo tan simple como su mirar.

Pasamos un largo día juntos. Un día repleto de silencios extraños y preguntas oportunas acerca de todo lo que le conté. Emma lloró varias veces, pero sé que está bien que lo haya hecho. Cuando el sol se ocultó, después de la cena, me pidió que me quedara a la noche en su dormitorio, después de que le explicara que se activó una pequeña fuente de energía en ella que podría atraer a otros ángeles que la buscan. Ahora me encuentro en la misma cama que Emma, sosteniéndola como si la misma vida se escurriera de mis manos si dejo de tocarla y sentirla respirar muy cerca de mí.

Yo no puedo dormirme. No me faltan las ganas de dejarme llevar por la calidez de nuestros cuerpos, de abrazarla y que nuestras respiraciones se sincronicen en sueños, pero debo estar alerta. Alerta a todo, porque ahora sí que ambos estamos corriendo peligro.

Un peligro que no podemos ignorar.  


Emma y yo caminamos hacia nuestro lugar solitario luego del desayuno. Sé que debo prepararme para otra ronda de preguntas, sobre todo con lo pensativa que la he visto estar desde que despertó.

Ni bien sus ojos se abrieron y chocaron con los míos, me esquivó rápidamente y se metió en el baño. Yo no pude seguirla, porque seguro que a la familia no le habría gustado verme salir de su habitación. Como sea, traté de darle conversación, pero no logré obtener demasiadas respuestas. Y lo entiendo, me lo esperaba.

No le dije una verdad que fuera demasiado fácil de tragar.

Una piedra se cruza en mi camino y decido patearla lejos de nosotros dos. Por un momento pienso que ese pedazo de montaña son todos los problemas que nos están rodeando, pero sé que ellos no se alejarán tan deprisa y fácilmente. Frunzo el ceño al recordar cuán jodidos estamos y vuelvo a mirar a Emma.

Su cabello dorado brilla bajo el sol y sus pestañas inmensas se baten cada tanto, aunque parecen demasiado pesadas para sus ojos color miel. Quiero detenerla ahí, abrazarla y, de alguna forma, borrar todo el historial que ella ni siquiera sabía que llevaba consigo. Entonces dudo por un momento. Si ella se deshiciera todo lo que tiene que ver con su pasado, ahí también estaría mi civilización. También estaría yo. ¿Soy lo suficientemente altruista para permitir que ella siga la vida sin mí? ¿Para hacerme un lado, si eso significa que ya no será el foco de la tormenta?

Ella continuaría su vida como cualquier otro humano. De hecho, sería otro humano y no la criatura más buscada del Cielo.

Empujo mis manos dentro de los bolsillos de mi jeans y continúo la marcha hasta que ambos nos adentramos en el bosque. No sé si es demasiado seguro venir aquí, a solas, estando al aire libre, pero definitivamente conviene mucho más que esperar a que alguien irrumpa la tranquilidad de un sitio repleto de humanos. Si bien nosotros tenemos prohibido dejar que los humanos nos vean, no creo que un par de Conservadores tendrían inconveniente de quebrantar las reglas si eso significa llevarse a la híbrida.

Meneo la cabeza. Eso no pasará, debo recordar que no soy el único que quiere proteger a Emma de ser capturada, aunque quienes la cuidan no son esencialmente mis amigos.

Nos adentramos en el bosque y, recién entonces, Emma coloca una mano sobre mi brazo, deteniéndome. Me giro hacia ella con el ceño fruncido, y aprieto la mandíbula cuando descubro que sus ojos están cubiertos por lágrimas.

―¿Emma? ―pregunto, extendiendo mi mano hacia su mejilla. Cuando mi piel entra en contacto con la suya, ella cierra sus ojos por unos breves segundos.

―Debo irme, pongo en peligro a todos ―se lamenta, con la voz quebrada―. Tengo que alejarme de mi familia, Owen. Ellos no pueden salir lastimados por mi culpa.

―Solo saldrán lastimados si te vas, Honey ―argumento, con seriedad. Por un instante dejo de ver el rostro de Emma y pienso en mi padre, en las palabras que, cuando era más joven, jamás pude decirle antes de que mi madre se desvaneciera como una nube. Presiono mis ojos con fuerza para no salirme de línea, necesito concentrarme en Emma, no en todas mis mierdas que la llevan décadas existiendo―. No los pones en peligro. Has vivido una vida normal, y eso no tiene por qué cambiar ―explico, tomando un largo y dorado mechón de su cabello―. Además, yo, que soy genial, estoy aquí contigo. Nada malo va a pasar.

―No soy tonta, Owen ―comenta, negando con su cabeza y haciendo que el mechón de cabello se pierda entre todos los demás―. Puede que no sepa mucho de tu mundo, pero tú también estás en peligro por estar conmigo.

Bufo. Sí, ella tiene un punto, pero no me interesa, ya decidí que eso no importaba.

―Y una mierda el peligro que corra yo. No te preocupes por eso, sé cuidarme las espaldas.

―Sí, y yo casi te asesino sin saber qué estaba haciendo ―replica Emma. La culpa aparece otra vez reflejada en su rostro y no puedo evitar pensar que es muy mona.

Sonrío sin siquiera darme cuenta.

―Tú pareces ser muy poderosa, así que no cuentas ―espeto, tratando de hacerla reír, aunque solo logro que sus ojos se dirijan a los míos con preocupación―. Soy un guerrero, Emma. Entrené por muchos años, más de los que tú has vivido.

En ese mismo momento en el que le confieso eso me dan ganas de golpearme la frente. Ella no sabe que nuestro pase del tiempo es diferente; que sí tendría su edad, aunque en tiempo de humanos son casi doscientos años más.

Mis palabras indudablemente logran captar la atención de Emma, ya que su rostro parece volverse de piedra por un segundo.

―¿Cuántos años tienes exactamente? ―cuestiona ella, dubitativa.

―18 años en tiempo ángel ―respondo, encogiéndome de hombros. Quiero que ella se distraiga, pero que pregunte mi edad no es mi preferencia de conversación. Puede sonarle demasiado raro y eso, por algún motivo, me asusta.

Emma inclina la cabeza y me estudia con la mirada como si recién estuviera comprendiendo lo diferentes que somos. O quizás no tan diferentes, pero sí los mundos en los que nos criamos.

―¿Y eso sería en años humanos...?

―182. ¡Pero no pongas esa cara que no soy viejo!

Emma suelta una carcajada, aunque no sé muy bien qué signifique.

―Ni de coña ―suelta ella y su risa aumenta todavía más. Mi ceño se frunce cuando descubro que está teniendo alguna especie de ataque histérico―. Entonces... ¿no envejeces?

―Se podría decir que ya no ―admito.

―Vale, esto no debería resultarme tan raro como saber que yo no soy yo.

Llevo la mano a mi cabello, sacudiéndolo un poco para liberar tensión. Me pregunto en qué estará pensando, quizás ahora cree que yo soy demasiado viejo para ella o alguna mierda como esa.

¡Yo soy uno de los más jóvenes de mi mundo!

―Oye, tú sí eres tú, no importa qué ―puntualizo―. Y tú y yo tenemos casi la misma edad, Honey. Los ángeles crecemos cada diez años humanos hasta quedar congelados en una apariencia.

Emma arruga su pequeña nariz. ―¿Cada diez años?

―Sí. Un año ángel son diez para los humanos.

―Eso no quita que tengas casi doscientos años para mí ―aclara ella, con una pequeña sonrisa en su rostro.

―Y tampoco quita que me vea sumamente sexy por una eternidad ―agrego, acercándome a ella y tomándola de las manos para aproximarla a mí. Emma se deja llevar, aunque esa mirada curiosa continúa en su rostro―. Oye, ¿qué es esa expresión?

Emma parece desconcertada al principio, aunque luego se aclara porque un rubor llena su rostro.

―Quiero preguntar... Es que no sé cómo.

―Usando tu boca ―largo yo, haciéndome el listillo―. Te recomiendo hacerlo antes de que se me ocurra ocuparla.

―Tienes muchos años y...

―Soy un bebé, solo que no sabes apreciarlo, cerebro de humana ―me burlo de ella, sacándole la lengua para variar. Luego, cuando ella arruga su gesto, le doy un beso en la nariz.

―Déjame seguir, ángel arrogante ―musita ella, con una pizca de gracia en su voz―. Es que ya, no importa si son menos años en tu mundo, definitivamente viviste mucho más que yo. Me preguntaba si... no sé, alguna vez habías estado en pareja con alguien y...

Casi quiero reírme por su pregunta. Meneo la cabeza y estrecho a Emma contra mí, abrazándola con cuidado, pero firmemente. Acerco mi rostro a su oído, provocando que algunos mechones de su cabello choquen contra mis mejillas.

―Si es lo que pienso que me estás preguntando, soy virgen, Honey. Y no, no estuve jamás en pareja.

Ella comienza a reír y me empuja lejos de su cuerpo. Cuando me deja verle el rostro, descubro que lo tiene colorado, como si no supiera si debe morirse de risa o de vergüenza.

Debo decirlo, es contagiosa su risa y me encanta.

Emma decide sentarse sobre el césped cuando deja de reírse y me indica que me coloque a su lado. Sin dudarlo ni una sola vez, me lanzo hacia su costado, chocando duro contra el suelo. Antes de que ella pueda quejarse, recuesto mi cabeza sobre su regazo, y mi cuerpo se relaja cuando Emma empieza a jugar con los mechones de mi cabello.

Si fuera un gato, estaría ronroneando en este mismo instante

―En mi mundo solo se emparejan los ángeles de rangos altos, los que están en el poder. Yo soy un Ángel Vengador, no existe pareja para mí, así que no debes preocuparte por la competencia ―le cuento, guiñándole el ojo―. Tampoco es común tener relaciones sexuales; lo hacen solo por reproducción y si es necesario incorporar nuevos ángeles al mundo.

―¿Y cómo manejan los sentimientos si alguien les gusta?

―En teoría, los ángeles no deberíamos sentir. Supuestamente somos seres pensantes y ya ―comento, sin romper el contacto con los orbes mieles de Emma―. En mi mundo no se besan ni se emparejan por amor, salvo algunos casos excepcionales.

―El caso tus padres, ¿verdad? ―cuestiona ella y yo asiento.

―Sí. Ellos tenían una conexión muy rara que no fue bien vista en mi mundo, pero lo dejaron pasar. Yo nací con esa misma falla, así que mi historia es diferente. Sentí toda mi vida, pero nunca le di importancia a los sentimientos... hasta que te conocí.

Emma se inclina hasta alcanzar mis labios, logrando un leve contacto.

―Cuéntame más.

―¿Te gustan mis ojos? ―le interrogo, sorprendiéndola un poco al principio con mi pregunta.

―Son muy azules. Cuando los vi por primera vez no pensé que un color así fuera real, aunque ahora sé por qué ―confiesa ella, con una risa nerviosa―. Son únicos, me fascinan.

―En eso te equivocas ―espeto, con una sonrisa gentil plantada en mi cara―. Aunque me fascina que te fascinen mis ojos, no son únicos.

―Ah, ¿no?

Emma ladea la cabeza, y su cabello cosquillea un poco mi frente.

―No, todos los ángeles tenemos el mismo color azul, quizás con variedad de tonos, salvo los caídos, que los tienen verdes.

―¿Y de dónde salió mi padre? ¿Hay demonios en el Cielo? ¿También tienen color de ojos distintivo?

Que Emma mencione al demonio me hace retroceder en el tiempo. Recuerdo muy bien el día que lo conocí, cuando la pareja estaba tratando de escapar. Era el primer demonio que veía y temí lo peor. Luego, cuando noté el candor que tenía Aeraki, la madre de Emma, en su estómago, entendí todo.

Es extraño pensar que esa fue la primera vez que conocí a Emma, así que no me detengo demasiado en ese detalle. En cambio, un recuerdo oscuro me invade: luego de que el demonio y el ángel lograran escaparse, la Junta Conservadora nos llevó hacia el mundo de los demonios con una misión: evitar que esos seres pudieran reproducirse.

Los atacamos, los doblegamos y mis compañeros cumplieron con el mandato: dejaron infértil a toda la población.

Básicamente los condenamos a una larga extinción.

Sacudo la cabeza, tratando de alejarme de ese momento, intentando olvidar todos los gritos que escuché mientras hacía guardia en el bosque.

―Los demonios tienen los ojos ámbar y no, no están en el Cielo. Nuestros mundos se encuentran conectados por un bosque que funciona como salto dimensional, pero ellos no suelen pasar porque saben que se los condena ni bien ponen un pie en nuestra tierra. Es así desde que tus padres se fueron.

Emma permanece en silencio por unos minutos tras mi declaración. Si bien sus manos continúan acariciándome, noto que ella ya no está aquí, conmigo.

Suelto aire y trato de entender que ella necesita esos silencios para procesar la información. Tengo que apoyarla en eso, aunque tampoco quiero que vaya a esos lugares repletos de sombras que conozco muy bien.

Extiendo una mano para tocar su mejilla y eso parece despertarla, porque sus ojos vuelven a cobrar vida.

―¿Yo envejeceré? ―Su voz sale repleta de dudas, tantas como las que llevo yo conmigo.

―No puedo saberlo, pero es muy probable que no crezcas más.

Emma quita sus manos de mi cabello y las apoya sobre el césped, reclinándose para apoyarse contra un árbol.

―Es mejor que me despida de mi familia. Que sepan mi verdad y me dejen ir.

Inmediatamente me pongo de pie. Dejo que mis alas aparezcan y se extiendan, disfrutando un poco de la sensación. Emma las mira fijamente, todavía no está acostumbrada a ellas, aunque hay algo en su mirada que me deleita. Joder, algo que me pone muchísimo.

Me observa como si fuera una maldita obra de arte.

Bueno, qué va, quizás sí lo soy.

―Tú puedes escoger tu vida, no tienes por qué despedirte de ella.

―Esa nunca fue mi vida, este nunca fue mi mundo.

―Emma, es tu vida y este sí es tu mundo. Tienes algo de humano en ti, no lo olvides. ―La freno antes de que continúe.

―¡Debo escapar! Quieras o no, pongo en peligro a los demás. ¿Y si me encuentran? ¡Yo me muero si a Mati le sucede algo!

Me pongo de cuclillas frente a ella. Mis alas se convierten en una especie de cueva que cubre nuestros cuerpos, como si el mundo se detuviera únicamente para nosotros en ese mismo momento. Quizás es narcisista pensarlo de esa forma, pero en realidad necesito que comprenda mi punto. 

No quiero que abandone su vida tranquila para sumergirse en el abismo que acecha mi mundo. 

―Hasta ahora nadie te encontró.

―Tú sí.

Le doy una media sonrisa tranquilizadora. ―Me guié por unos datos robados, hice trampa. Tu esencia es humana, tienes que estar muy alerta para notar que algo en ti no lo es. Debemos ser cuidadosos, ¿vale? Trataré de pensar en algo. Mi vida es más brillante que el sol contigo en ella, prometo que te defenderé con mi último aliento. A ti y a todo lo que amas. 

Emma comienza a sonreír, quizás con un poco más de valor. Satisfecho, me pongo de pie nuevamente y le extiendo mi mano, pero en ese mismo instante escucho el sonido de un cuerpo chocando contra el suelo. 

El ruido de un par de alas batiéndose furiosas. 

La mismísima alarma del jodido enemigo. 

Sjdkslajdsklajdskldjsklajdksla

Si pudieras ser un personaje de la saga Cristal, ¿qué serías? ¿Ángel, demonio, humano, híbrido...? 7u7

Empecé la universidad otra vez y estoy poniéndome al día con todos los textos que no leí en vacaciones porque... 

ESTUVE CORRIGIENDO CORAZÓN DE CRISTAL QUE VA A SALIR EN FÍSICO CON NOVA CASA EDITORIAL. Ya lo anuncié en la novela y probablemente muchos lo sepan, pero quería contarlo acá también. LO LOGRAMOS, HONEYS. <3

En dos semanas tengo el primer parcial de una de las materias, así que es muy probable que ande algo desaparecida (como estos últimos días), pero descuiden, trataré de seguir en mis tiempitos libres como ahora. <3

-Bri. :)

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