¿Por qué no confias en mi?
~ ¿Por qué no confias en mi? ~
Por comentarios menos impertinentes, Drácula había hecho desaparecer a varias personas de la faz de la tierra. Las palabras de Roma habrían desatado la cólera de su padre de una manera explosiva.
Por suerte, Leila se consideraba una vampiresa educada y madura. Podía llegar a gobernar su naturaleza cuando entraba en frenesí y lo único que quería era matar, desmembrar, masticar y succionar sin parar.
Usaba una técnica simple, que se había pasado años tratando de dominar: Contar hasta diez. Mientras lo hacía, rezaba para que al abrir sus ojos no hubiera cometido ninguna estupidez. Le había costado mucho alcanzar ese autocontrol, y últimamente estaba orgullosa de si misma.
Por eso Roma seguía vivo. Y por algo más que todavía no llegaba a comprender, pero que hacía que Leila tuviera ganas de abrazarlo y probarlo a partes iguales.
- Punto número dos: Mantén ocultos tus dientes y controlado tu pelo, si no quieres que nos maten - Continuó Roma.
Leila se dio la vuelta y echó un vistazo al cazador, elevando una de sus cejas. Era ridículamente sexy verlo tratar de ser firme. Su corazón seguía latiendo a cien por hora, pero el rubor de su rostro ya se había difuminado.
- Punto número tres: No tienes permitido teletransportarte ni volar entre humanos - Decía el cazador.
La vampiresa se acercó lentamente, con un andar felino que recordaba a un animal acechando. Roman cerró la boca por unos instantes.
- Tampoco tienes permitido caminar de ese modo - La amonestó Roma.
- ¿De qué modo?
- De un modo tan...fascinante - Logró decir Roma - Las mujeres no se mueven asi, salvo que tengan la intención de cautivar al hombre que tienen enfrente.
- Punto número cuatro - Añadió Leila, sin hacer caso a sus palabras - No provoques mi ira.
- No confías en mi - Protestó Roma - Lo primero que has pensado cuando te he preguntado sobre el lupanar, es que iba a meterte mano.
- ¿Y qué es lo que se hace en un lupanar, si no es eso?
La vampiresa tenía razón.
- Necesito que confíes en mi para que esto salga bien - Le explicó Roma, con sinceridad - Si llamamos la atención, podemos tener problemas con la gente y eso atraerá a tu padre.
No había pensado en ese detalle. Leila quería disfrutar de su aventura, y quizás para ello debía comportarse como lo hacían los humanos y no permitir que la descubrieran antes de tiempo. El cazador no le estaba pidiendo algo absurdo. Si Drácula daba con ella, pondría fin a su libertad durante los próximos tres siglos.
- No voy a confiar en un cazador - Respondió Leila, inflexible - Pero supongo que puedo intentar camuflar mi esencia.
Roma carraspeó, poco satisfecho. Si no conseguían confiar el uno en el otro, mejor que fueran por caminos distintos.
- ¿Tienes algo en la garganta? - Leila lo miró con curiosidad.
- No. Carraspeo porque no estoy deacuerdo en lo que respecta a la confianza.
- Ah - Dijo Leila, a secas, sin querer ahondar en el asunto.
- ¿Por qué no confías en mi?
- Por la misma razón por la que tú tampoco confías en mi.
- Puedo confiar en ti, si veo que tú intentas confiar en mi.
- Tú eres un cazador y yo una heredera de Judas ¿Cómo diantres piensas que esto va a funcionar?
En algunas tradiciones, los vampiros se consideran descendientes de Judas. Se dice que cuando Judas quiso suicidarse colgándose de un olivo, Dios no le permitió morir.
- Precisamente por eso. No tiene pinta de funcionar, por lo que debemos esforzarnos para que lo haga.
Leila lo miró, atravesándole sin contemplaciones con esos ojos azabache, como si viera más allá del plano físico.
- Bien, ¿y por qué vamos a un lupanar?
Roma sonrió. Al menos había conseguido hacerla recapacitar.
- Alli tendremos una habitación donde dormir, además de comida y agua para cenar. Y lo más importante: acceso a ropa y cosméticos.
El cazador empezó a caminar con su caballo a un lado, mientras la vampiresa meditaba todo lo que acababa de decirle ¿De verdad podía confiar en ese ser inferior tan debilucho y bravucón?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top