Capítulo VI. Entre la bruma
Año 24 del emperador Jungwoo.
5° mes. // Día 13 // Primavera.
Medianoche.
A medida que Taehyung va despertando, la densa neblina que envuelve su mente se desvanece; con esfuerzo, abrió los ojos y poco a poco se acostumbra a la luz. Observó las paredes altas, las grandes ventanas y el acabado fino del adobe que lo rodea; sabe que se encuentra en el interior de la clínica real, sobre una de las camillas de la zona de recuperación.
-¿Dormiste bien, eunuco? -preguntó una voz cercana.
El inesperado sonido lo sobresalta y estremece. Sin embargo, su cuerpo sigue sintiéndose pesado y adormecido; apenas puede voltear su rostro y distinguir al aprendiz Jung sentado a su lado.
La confusión lo abruma, ¿cuánto tiempo ha estado allí? Jung no parece molesto; por el contrario, su postura es relajada, con un pie sobre el asiento y un brazo extendido sobre el respaldo de la silla, como si el lugar le perteneciera.
Cerró los ojos por una punzada en su cabeza, y la siguiente vez que abrió los ojos, Jung parece diferente: sus ojos están empequeñecidos por los pliegues de los párpados, las cejas rectas curvadas hacia arriba y los surcos que marcan la suave y lisa piel de su frente.
¿Qué hace él ahí? ¿Cómo se enteró de lo sucedido? ¿Es capaz de sentir preocupación por él, incluso después de la discusión que tuvieron fuera de la oficina del capataz?
Taehyung maldice entre dientes, quejándose del dolor. Se maldice a sí mismo, arrepentido una vez más por haberse negado a la comida que el noble le ofreció. Si no hubiera sido por ese momento en que cedió al cólera, no estaría en la clínica y el zorro estaría a salvo.
Taehyung, incapaz de soportar el dolor, subió su mano hacia su cabeza. Bajo el zumbido que acaparaba su audición, oyó al noble levantarse de su asiento y alejarse.
-Médico Oh, ¡apresúrese!, Taehyung ha despertado y no luce bien -exclamó Hoseok.
Más pasos se oyeron, de diferentes pesos y distintas densidades. Pronto, Taehyung sintió que alguien se posicionaba a su lado; dio un vistazo por debajo de su brazo, cruzando miradas con Hoseok: su rostro reflejaba el malestar que veía en él.
El médico Oh hizo presencia y enseguida comenzó a revisarlo: tomó su temperatura, miró sus pupilas y chequeó su ritmo cardíaco. Estuvo a punto de inspeccionar su pecho cuando Taehyung se aferró a los bordes de su camisa, envolviéndose con la tela. No podía arriesgarse a que descubrieran el cuchillo que escondía entre sus prendas.
Se mantuvo imperturbable aunque levantara un par de sospechas. Para su suerte, el médico Oh no insistió, principalmente porque no notaba que tuviera dificultades para respirar; sin embargo, algo aún le preocupaba y era su falta de palabra. Temía que hubiera sufrido una contusión.
-Muchacho, mírame. ¿Recuerdas lo que pasó? -pidió Sehun con un tono demandante-. Respóndeme.
Taehyung asintió, y un escalofrío recorrió su cuerpo al traer de vuelta los recuerdos.
-Quise salvar al zorro, pero el capataz Seojoon me empujó. Caí al suelo y golpeé mi cabeza.
Se arrepintió de sus palabras en el momento en que alzó la mirada y se dio cuenta de que Seojoon también estaba presente en la habitación. La presencia de su jefe era intimidante por sí sola; no obstante, notó que el hombre vacilaba en su lugar. Seojoon parecía arrepentido por lo que había sucedido, aunque no se atrevía a expresarlo en palabras.
Taehyung desvió la mirada y, de repente, una suave caricia recorrió su mejilla y subió por su sien. A pesar de lo delicado del contacto, avivó un cierto dolor en él, indicando la presencia de un posible moretón en esa zona. Sorprendido, giró su rostro y se encontró con la mirada curiosa de Hoseok.
-¿Cómo es posible que tu cuerpo sea tan frágil? -preguntó el estudiante, mostrando una genuina intriga.
Sehun tomó la responsabilidad de responder a aquella pregunta.
-El golpe de Seojoon fue un factor determinante, pero eso solo empeoró la situación de su cuerpo. Taehyung es tan liviano que no fue ningún problema levantarlo -el médico Oh se dirigió directamente a Taehyung-. Tu alimentación es deficiente y, al juzgar por las ojeras debajo de tus ojos, apostaría que tampoco duermes adecuadamente. He ordenado que te traigan comida y que descanses. Te quedarás aquí durante la noche. Baekhyun, por favor, trae la comida.
La atención de los presentes se desvió hacia el marco de la puerta, donde permanecía un joven vestido de blanco y turquesa. Baekhyun era conocido por su carisma y actitud jovial; no obstante, en ese momento su rostro estaba endurecido por un creciente rencor.
Hoseok se dio cuenta de la escena y se acercó al oído de Taehyung para pronunciar las siguientes palabras.
-Vaya rencor que envenena su cuerpo. ¿Me pregunto qué habrás hecho para ser el receptor de este?
Taehyung no respondió, a pesar de que se hacía una idea del porqué: hace un año, Baekhyun sufrió un desgarre en el hombro por transportar sacos de arroz hacia el almacén. La atención médica que recibió en aquella época fue similar a la que cualquier siervo del palacio recibiría: el médico le habría hecho un chequeo en el momento en que tuviera tiempo de hacerlo y después de darle una cantidad mínima de hierbas medicinales, lo mandaría de vuelta a su respectivo recinto.
Esto era similar para la mayoría de los siervos del palacio, excepto para Taehyung, que fue puesto en una camilla para vigilancia y tenía la completa atención del médico, debido a la protección que le brinda ser el favorito del príncipe heredero.
El médico exigió al eunuco que acatará la orden. El sonido de los pasos de Baekhyun al retirarse de la habitación fue para Taehyung un martilleo en su cabeza.
-¿Sientes lástima por ese chico? -cuestionó Hoseok, manteniendo la conversación como un secreto entre los dos.
Taehyung asintió sin pensarlo. Ha llegado a lamentar tanto el recelo de sus compañeros que ha pensado en negarse a los beneficios que le daban. Le contó a su madre sobre sus preocupaciones y la consideración de una solución, y a cambio Taeyeon lo tachó de incompetente. Con sus crueles palabras le hizo entender que para sobrevivir y prosperar necesitaba de todos los beneficios que le ofrecieran.
Poco después, Baekhyun regresó con una bandeja que contenía una jícara rebosante de agua y un plato de Juk, todavía humeante por la preparación que las cocineras habían llevado a cabo esa misma tarde. Baehyung dejó caer la bandeja con descuido sobre la mesa, produciendo un chirriante sonido metálico que se extendió por la habitación.
Taehyung simplemente lo observó, expresando una disculpa silenciosa que logró tambalear el solemne semblante de Baekhyun, antes de darse la vuelta para colocarse detrás del médico.
-He preparado un remedio para tu dolor de cabeza, pero primero debes comer -comentó Sehun-. Asegúrate de comer todo, y cuando hayas terminado, avísame. Estaré en mi estudio, pendiente de cualquier malestar -Antes de irse, su mirada cayó sobre Hoseok-. Joven Jung, supongo que planeas quedarte aquí un rato más.
Una sonrisa se expandió por el rostro del aludido.
-¿Me meteré en problemas si lo hago? -cuestionó, su tono oscilando entre la inocencia y la arrogancia. Estaba seguro de la respuesta que iba a obtener.
Sehun le dio poca importancia: -En tanto no interfiera con la recuperación del paciente o hagas un desastre en mi clínica, puede quedarse aquí.
Y tras recibir el asentamiento del joven noble, el médico Oh se retiró junto con Baehyung, no sin antes dar una mirada de advertencia al capataz Seojoon que acababa de tomar asiento al lado de la puerta.
Mientras Hoseok hablaba con el médico Oh, Taehyung vigilaba discretamente la reacción del capataz, quien parecía severamente inquietado por la presencia del erudito. Seojoon ansiaba saber cómo Hoseok se enteró de lo ocurrido, si él se aseguró de que el incidente no se extendiera por el palacio. Estaba decidido a tener una respuesta, por lo tanto se quedaría.
Al desvanecerse el sonido de los pasos, la habitación quedó sumida en un tenso silencio. Taehyung luchó por enderezarse, cada músculo de su cuerpo parecía rígido y dolorido. Apretó la mandíbula para sofocar cualquier quejido que pudiera escaparse de sus labios.
Cautelosamente, las manos de Hoseok se deslizaron por los hombros del más joven, proporcionándole apoyo. Taehyung quiso negarse a la ayuda, pero al poner su peso sobre sus brazos, un punzante dolor impulsó su cuerpo a doblarse. De inmediato, Hoseok lo respaldó para que pudiera recostarse sobre la pared.
¿Qué era ese dolor tan agudo en uno de sus brazos? Taehyung subió la manga de su camisa, descubriendo por primera vez la venda que envolvía su extremidad.
-Te advertí que era una mala idea. Aferrarse a la vida de un animal malherido solo puede traer sufrimiento -comentó Hoseok, implacable, esperando que Taehyung reflexionara sobre sus acciones.
Pero Taehyung no tenía la intención de abordar el tema en ese momento. Huyendo de la conversación, desvió la mirada hacia la puerta de la habitación, sorprendido por la mirada inquisitiva del capataz Seojoon. Era evidente que Seojoon estaba haciendo un esfuerzo por comprender la relación entre uno de sus siervos y el excéntrico aprendiz de la corte.
La pregunta aquí era: ¿por qué el capataz no resolvía sus dudas directamente? ¡Tan fácil que sería preguntar! Seguro es cosa de nobles y sus pretenciosas y enredadas normas sociales. ¿Por qué todo debía ser tan complicado?
Aunque quizás esa complejidad era lo que le daba un toque emocionante a la situación. La falta de iniciativa de Seojoon despertaba en Taehyung una especie de picardía: era como disfrutar de la gracia de la rebeldía sin sufrir las consecuencias. Quizás, si era un revoltoso al final de cuentas.
Los ojos ambarinos buscaron la atención del aprendiz, sin necesidad de rogar, pues Hoseok siempre lo estaba observando. Tampoco requería de palabras para transmitir su deseo de que se acercara.
Hoseok colocó sus brazos a ambos lados del cuerpo de Taehyung, sus rostros frente a frente, compartiendo aliento. Taehyung inclinó su cabeza, asomándose bajo el ala del sombrero del noble para alcanzar su oído.
Todavía aletargado, movió sus labios lentamente, pronunciando cada palabra como un tembloroso suspiro.
-¿Dónde está el zorro? -demandó saber.
Hoseok se apartó como si el aliento de Taehyung le hubiera quemado. Su expresión reflejaba consternación, incapaz de creer lo que acababa de ocurrir. Taehyung desesperó por una respuesta, la muralla que había erigido alrededor de sí mismo comenzó a mostrar algunas grietas, reflejándose en sus labios temblorosos y la neblina que aclaraba el color de sus ojos.
Esta vez, fue Hoseok quien bajó la mirada; ¿cuál era la decisión tan difícil que debía enfrentar? Perdido en su propio conflicto interno, Hoseok tomó el plato de comida en sus manos y removió su contenido. Luego, ofreció un poco de comida a Taehyung.
-No comeré hasta que me respondas -advirtió el eunuco, lo más firme que pudo, lo cual consistía en una voz baja y un poco temblorosa.
Hoseok, visiblemente frustrado, finalmente accedió a la solicitud de Taehyung. -Si la criatura tiene suerte, su sufrimiento ya habrá terminado. Ahora, comerás.
Las palabras de Hoseok resonaron en la cabeza de Taehyung como un eco. Con gestos mecánicos, Taehyung extendió su mano para tomar el plato de comida que Hoseok le ofreció. Sus dedos jugueteaban con el borde de barro mientras daba vueltas al contenido. ¿Cómo podría siquiera pensar en comer con el nudo que se había formado en su estómago?
El peso de la ansiedad y la incertidumbre apretaba su pecho, su piel se erizaba y su cuerpo se volvía pesado; extrañamente, una sensación parecida a cuando vestía el traje luctuoso.
-¿Qué significa ese zorro para ti? -insistió Hoseok, su voz cargada de impaciencia.
Taehyung negó con la cabeza, luchando por mantener la compostura en medio de la tormenta emocional que lo asolaba. Se tragó el dolor, permitió que llenara cada rincón de su ser hasta la indigestión.
-No lo sé.
Si decía algo más en ese momento, tenía la sensación de que su voz se quebraría, al igual que su entereza.
La desesperación se apoderó de Hoseok, sus ojos, generalmente sonrientes y arrogantes, reflejaban ahora una inquietud profunda. Su frente se arrugó con preocupación y su habitual serenidad se desmoronó como la porcelana al caer al suelo.
Era la segunda vez que Taehyung lo veía en un estado de desesperación tan evidente, y eso despertó una inquietante pregunta en su mente: ¿estaba presenciando un comportamiento anormal o, por el contrario, la verdadera esencia de Hoseok?
-Pensé que no comías por falta de comida, pero ahora que tienes la comida delante de ti, no la tomas. ¿Acaso tienes la intención de morir de inanición? ¿Ese es tu plan: ¡morir! -Cada palabra de Hoseok escupía llevaba consigo una creciente desesperación.
Taehyung se sobresaltó ante la crudeza de la acusación. Le sorprende que haya dado esa impresión, sobre todo considerando las ansias que tiene por alcanzar sus anhelos. Tiene un propósito por el cual permanecer, la promesa de un futuro en el que finalmente se convertirá en alguien valioso.
En medio de la tensión, el capataz Seojoon se levantó de su asiento.
-No deberías estar aquí -le advierte Seojoon a Hoseok, con ese tono autoritario que solía usar para dar órdenes a sus subordinados.
La interrupción de Seojoon en la conversación irritó a Taehyung. Estaba acostumbrado a que el capataz le hablara de esa manera, pero cuando lo hacía con Hoseok, un noble educado y aprendiz de la corte, su orgullo salió herido, como si la descortesía se hubiera dirigido hacia él.
-¿Y por qué no podría estar aquí? -respondió Hoseok desafiante y plantándole la cara a Seojoon.
Aunque el toque de sarcasmo en sus palabras había vuelto, Hoseok no se miraba como cuando se burlaba de él. Su expresión tenía un matiz más sombrío, y un aire de tensión llenó la habitación.
Hoseok se mantuvo imperturbable ante la tensión palpable en la habitación, sus palabras cargadas de una determinación implacable.
-¿Es acaso una orden de la familia real? A mí saber, el príncipe de la corona todavía no regresa de su castigo; sin embargo, su presencia pesa en cada rincón de la habitación, y la mayor tensión viene de ti, Seojoon. Oh, capataz, incluso alguien tan inflexible como usted se doblega ante el favor de la familia real, buscando su perdón y el de su amada Johyun, doncella del palacio. ¿Qué? ¿Creyó que nadie se daría cuenta? Recuerde que aquí hasta las paredes escuchan.
La musculatura del capataz se tensó visiblemente ante las acusaciones, y una sombra de molestia oscureció su semblante. La sonrisa retorcida en el rostro de Hoseok agregaba un toque de sadismo a la escena, y Taehyung no podía evitar sentir que algo turbio estaba sucediendo.
¿Cómo había llegado Hoseok a saber sobre la relación entre Johyun y el capataz? Esa pregunta rondaba la mente de Taehyung mientras se mantenía a la expectativa de la escena, con la mano sobre su pecho, sosteniendo la daga a través de la ropa. Si las provocaciones se extendían, ¿sobre quién saltaría?
Hoseok continuó, arrogante, mordaz y entre risas.
-Seojoon, seguro que en los años que lleva trabajando aquí habrá oído lo que pasó con la última doncella del palacio que consagró su amor y dio a luz -Su mirada se posó en Taehyung, quien sintió que su rostro ardía por la alusión a su madre-. Lo considero un hombre sensato, por lo que doy por hecho que sabe que esperar la impunidad de sus acciones no es una opción viable.
Taeyeon había logrado salvar su vida y la de su hijo mediante un trato que involucró el futuro de la nación. Era imposible que otra doncella corriera con la misma suerte. Y el capataz lo sabe, por eso le amarga la existencia saber que su amor no tenía cabida mientras Johyun siga consagrada a la servidumbre del palacio real.
Las palabras de Hoseok habían logrado su cometido: tensar aún más la atmósfera de la habitación y hacer que Seojoon se sintiera acorralado. Sin embargo, el capataz no estaba dispuesto a ceder tan fácilmente.
-Tengo la misma visión de usted, joven Jung. Aunque me pregunto qué tipo de relación tienes con este joven eunuco: no es común ver a un noble tan involucrado con uno de nuestros siervos.
Taehyung se siente atrapado en la conversación, temeroso por finalmente haber sido descubierto por una travesura que se mantuvo oculta. Pero también siente curiosidad, mira a Hoseok expectante a que dé una definición a la dinámica tan extraña que mantiene.
Hoseok mantuvo la compostura. De manera inesperada, el capataz da un paso hacia adelante, con la vista fija en Taehyung. De inmediato, Hoseok coloca su brazo frente al más joven; ante su reacción protectora, Seojoon sonríe, como si le hubiera dado la razón.
-Taehyung, lamento sinceramente lo ocurrido. No guardo rencor ni odio, aunque haya dado la impresión de lo contrario. Estoy a cargo de ti, formas parte de mis responsabilidades y quiero guiarte de la mejor manera posible.
El inusual gesto de disculpa por parte de Seojoon sorprende a Taehyung. No es común ver al capataz mostrando esa clase de arrepentimiento. Sus palabras, aunque sinceras, no borran completamente la incomodidad de la situación.
Al darse cuenta de que el eunuco no dirá ni una palabra, Seojoon suspira largamente.
-Me retiraré con el propósito de no seguir incomodado y deseando tu recuperación. Jung, por favor, quédate con él hasta que termine de comer. No quiero que sufra más, y parece ser lo mismo que tú deseas.
Seojoon se retiró de la habitación, dejando a Taehyung y Hoseok a solas una vez más. La atmósfera se relaja un poco, pero las preguntas sin respuesta siguen flotando en el aire.
Hoseok le recuerda que debe comer. Taehyung se lo piensa y, entre murmullos, pronuncia.
-Pero si como, tú te irás.
-¿Y qué más da eso? Quizás sea hora de irme. Ya he causado suficiente alboroto aquí -suspira-. No tengo razones para quedarme.
-Solo asegúrate de que coma.
Hoseok se encogió de hombros. -Eso es más una petición mía, un capricho.
Ya no hay más que decir. Taehyung se sumerge en su comida, aún consciente de que su acción podría llevar al noble Jung a irse. Había algo en sus palabras, en su tono y su apariencia derrotada, que le hacía pensar que esto se trataba de una partida definitiva.
Tres, cuatro, cinco bocados; se siente tan lleno. Necesita despejarse un poco.
-No conozco la razón exacta por la que decidí proteger al zorro. Pero juro que mis acciones toman inspiración en las suyas, en el apoyo que me brinda. Tal vez, si usted compartiera la razón detrás de su generosidad, yo podría encontrar la mía.
Hoseok, sin decir una palabra, volvió a tomar asiento al lado de la cama de Taehyung. Sus ojos oscuros permanecen fijos en el joven noble, su mirada profunda y enigmática como un misterio sin resolver. Se sienta con una postura impecable, su espalda erguida y sus manos reposando sobre sus muslos en un gesto sereno.
-¿Es por su deber? ¿O acaso son sus valores? ¿Haría lo mismo por cualquier otra persona -insistió Taehyung, curioso-. Es por lo que me dijo antes, ¿siente lástima? ¿Me mira como a una víctima a la que debe devolver compensar después de que otros me hayan hecho daño?
Taehyung da vueltas a sus pensamientos, sumergiéndose en la amargura. Hoseok bufa sarcásticamente; su expresión le dice: ¿ya has terminado de hablar?
Con las mejillas sonrojadas, el eunuco sella sus labios y espera pacientemente la contestación del otro.
Hoseok tomó impulso y comenzó a hablar:
-Mis acciones son un reflejo de muchas cosas, pero tal vez, en cierta medida, tienes razón. Siento compasión por ti, por todo lo que has pasado -se acomodó en el asiento, adoptando una actitud más relajada-. Eres un pillo, un alborotador y un miserable. No eres más que un siervo del palacio, que marcha detrás de su majestad para ganarse su favor. En muchos aspectos, no eres muy diferente al resto.
»Sin embargo, cada vez que me tomo la molestia de predecir tu comportamiento, cometes una acción que va más allá de mi entendimiento. Te ha humillado, orillado a una vida vacía y sin sentido, aferrándote a frágil promesa, y aún así, lo pusiste en riesgo al darle refugio a aquel animal por el que sigues atento-. Cierra los ojos por un momento, como si el peso de sus palabras hubiera agotado sus energías.
Taehyung permaneció con la mirada agachada, tomándose un tiempo para reflexionar sobre lo que le había dicho el noble. Su voz surgió ronca, antes de aclararse.
-Esta es la verdad: aquel zorro realmente lo encontré atrapado en una de las trampas de un cazador. Darle muerte sería acabar con su sufrimiento, pero ¿qué hay del animal que era antes de ello? Merecía volver a sus tiempos de gloria, disfrutar de sus días. Creí injusto que alguien que solo dejó una trampa y se fue, le arrebatara eso; así que, corté la pata del zorro para que tuviera la oportunidad de vivir otra vez.
Hoseok bajó la mirada por un momento, como si estuviera perdido en sus pensamientos antes de volver a encontrarse con los ojos de Taehyung.
-Llevaron al zorro a orillas del bosque, lo suficientemente lejos para que no apeste. Es mejor que no guardes esperanzas.
Taehyung bajó la mirada hacia el plato de comida, sus manos temblorosas sujetando los utensilios. Sentía un nudo en la garganta mientras luchaba por controlar sus emociones y digerir la profunda confesión de Hoseok.
Por otro lado, Hoseok, en un gesto de apoyo silencioso, permaneció a su lado, su mirada fija en la lejanía. Después de la conversación que habían tenido, ¿qué seguía?
-Descansa bien, Taehyung -susurró Hoseok antes de salir de la habitación.
En lo más profundo de su conciencia, Taehyung siempre había tenido la idea de que la compañía de Hoseok no iba a durar mucho tiempo, que en cualquier momento se iría. ¿Cuántas veces no había deseado que el noble se alejara? Y ahora que lo tenía lejos, repudiaba su abandono. Si Hoseok era una pesadilla, entonces estar despierto le causaba terror.
Antes de Hoseok, Taehyung tenía a su madre, quien no era precisamente una buena compañía. Taeyeon era una mujer distante, perdida entre sus ambiciones, y después en su locura.
En cambio, la figura de Hoseok se cernía sobre él como una sombra constante, observando cada uno de sus pasos como si fuera una evaluación rigurosa. La presencia de Hoseok ejercía una presión invisible sobre Taehyung, que lo hacía dudar acerca de lo que debía hacer o decir ante él.
Sin embargo, la última mirada que le otorgó el noble estuvo cargada de decepción; Taehyung ya no se esmeraba en averiguar aquello que Hoseok esperaba de él, sino que daba por hecho que había fallado en ello.
-¿Sigues despierto? -La voz del médico Oh interrumpió sus pensamientos. El hombre entró en la habitación, seguido de cerca por el eunuco Baekhyun, quien llevaba en sus manos una bandeja con juego de té-. Necesito que tomes esto antes de que te duermas. Es el remedio del que te hablé antes.
Taehyung suspiró resignado y volvió a sentarse en el asiento.
-¿Esto me hará dormir? -cuestionó, observando cómo el líquido de color rojizo fluía de la tetera hacia la taza.
Sus ojos se abrieron con sorpresa al caer en cuenta de que el tono de su bebida era similar al remedio de peonía, ¿podría ser que se tratara del mismo?
Una chispa de satisfacción iluminó sus ojos al pensar que su labor le otorgaba un agravio tan grande como aquel destinado al mismísimo emperador y que tanto se cuidaba recelosamente. La ironía de la situación no escapó a su atención, y por un breve instante, se sintió más relevante de lo que jamás había imaginado.
Baekhyun le entregó la taza de infusión de té a Taehyung de manera brusca, con un rastro de rencor evidente en su gesto.
El leve orgullo que pudo haber experimentado se desmorona ante la evidente hostilidad, dejándolo con una sensación incómoda mientras sostiene la taza entre sus manos.
-¿Qué esperas? Bébelo -insistió el médico, mostrándose un tanto impaciente. No era de extrañar de él, puesto que siempre estaba apurado por dar respuestas a sus investigaciones o encontrar un nuevo objeto de estudio.
Taehyung tomó la taza con debilidad en su agarre. No quería pasar la noche en la clínica, estaba decidido a irse en cuanto le dieran la espalda. Tomó una respiración profunda y de un solo trago se bebió todo el contenido de la taza.
Un terrible ardor recorrió su garganta, provocando que su gesto se contrajera en un gesto de malestar; el sabor de la bebida era dulce, pero tenía algo que le picaba en la garganta. Podría ser resto de la planta o que Baekhyun no haya pulverizado bien, pensó Taehyung, a la vez que se recostaba sobre la camilla.
Su mirada sobre el techo comenzó a perder profundidad, pronto se sintió mareado y volteó su cabeza hacia un costado, admirando la llama de la vela que reposaba en el mueble a su lado.
El médico Oh le aseguró que estaría bien y que solo tenía que cerrar los ojos. Taehyung asintió y fingió cerrar los ojos, viendo a escondidas entre sus tupidas pestañas cómo la habitación se iba quedando a oscuras.
Los pasos se alejaron y la puerta se cerró. Taehyung se esforzó en hacer frente a la terrible pesadez que se había apoderado de su cuerpo. Su mirada se iba oscureciendo, de repente mantener los ojos abiertos se convirtió en una tarea difícil. La habitación fue quedándose a oscuras y el sonido de los pasos se desvaneció a la distancia.
Por más que Taehyung quisiera levantarse, le era difícil hacerlo.
(...)
Sus respiraciones, profundas y pausadas, eran acompañadas por una estela de color azul que surgía entre sus labios temblorosos, similar al humo que exhala un fumador de opio. Este fenómeno, aunque llamativo, no lograba inquietarlo debido al profundo letargo en el que estaba sumido.
De hecho, Taehyung se sentía más fascinado que nunca, deseando ver una vez más el vapor azul. Exhaló con fuerza, pero sus labios no cumplieron su deseo, curvándose hacia abajo en una expresión de frustración.
En medio de esta extraña experiencia, la percepción de su propio cuerpo se volvía cada vez más peculiar, mientras un dulce sabor persistía en su boca.
De repente, y por el rabillo del ojo, notó una nube de humo similar a la que había emanado de sus labios. Maravillado, retiró la sábana que cubría su cuerpo y se sentó en el borde de la cama. Se puso de pie, tambaleándose en el proceso. Sus piernas se quejaron ante el esfuerzo, apenas podía levantarlas mientras avanzaba por la habitación, enfocado en alcanzar aquella estela vaporosa que se hacía más densa con cada paso.
Al salir de la clínica, una gran acumulación de humo se alzaba en la lejanía. El susurro de la brisa se mezclaba con el inconfundible ruido de la ceniza al caer en la fogata; algo estaba mal.
ATaehyung no le gustaba el rumbo que tomaban sus pies; incluso en un estado aletargado podía reconocer el camino que lo llevaba a Daejon.
Al asomarse tímidamente por la residencia de las doncellas, sus ojos se encontraron con una visión aterradora: una gran llamarada consumía la casa de su madre.
El corazón de Taehyung se aceleró, y la urgencia visceral lo impulsó a apresurarse hacia la escena. El crujir de las llamas y el crepitar del fuego parecían una cruel sinfonía, marcando el ritmo de su angustia, mientras que el humo que ingresaba a sus pulmones parecía sofocarlo.
Su cuerpo se estrechó contra la puerta, y en vez de arder entre las llamas, entró al interior de la casa, iluminada tenuemente por una solitaria llama. Aturdido, lo comprendió: el incendio fue una ilusión, y también lo era la figura que se presentaba ante él.
Taehyung sigue avanzando, ignorando la mirada intensa del noble Jung. Pasó por encima de la manta en medio de la habitación, del que provenía un ligero movimiento, con el objetivo de llegar al futón.
Se detuvo frente al pequeño pedazo de espejo puesto en la esquina de la habitación. El asombro se apoderó de él al revelarle la figura de un zorro que dormitaba en la penumbra.
Mientras su mente luchaba por comprender la realidad alterada, levantó la mirada hacia Hoseok, quien observaba la escena con una expresión enigmática. La duda lo asaltó, pero la pregunta no llegó de Hoseok sino de su propia mente desgarrada: ¿estaba perdiendo la razón? ¿La enfermedad de su madre lo había traspasado a él?
Entonces, Taehyung cayó sobre sus rodillas, la confusión pesando en cada una de sus extremidades. Hoseok, rápido en sus movimientos, no tardó en auxiliarlo. La mano del noble le ofreció un sostén en medio del desconcierto, y Taehyung, abrumado por la mezcla de realidades, se aferró a esa ancla tangible, tal como el día del juicio.
-¿Qué haces aquí? -preguntó Taehyung, entre murmullos apenas entendibles.
Hoseok le respondió: -Estoy aquí para asegurarme de que te encuentres bien.
-¿Por qué harías algo así? -inquirió Taehyung, la confusión y la desconfianza destilándose en sus palabras.
Hubo un momento de duda, antes de que el noble sellara sus labios definitivamente. Hoseok no respondió, en su lugar guió el debilitado cuerpo de Taehyung hacia el futón. Al recostarse sobre el futón, la cabeza de Taehyung encontró refugio en el pecho de Hoseok, en donde debería escuchar el latido de su corazón.
Taehyung alzó la mirada, su expresión reflejaba confusión hacia el noble. Un cosquilleo apareció en su cuerpo, una fuerza que lo mantenía atado al noble. Ya lo había experimentado antes, y se preguntaba si el contrario también podría sentirlo.
Pero en cambio, Hoseok desvió la mirada, agregando desilusión al caldero de emociones que burbujeaba en su interior.
Hoseok sacó algo de su bolso, el mismo recipiente que le ofreció más temprano. Lo abrió y le brindó el mandu a Taehyung. El eunuco lo tomó con mano temblorosa, haciendo un pequeño gesto en agradecimiento. Lo sostuvo con ambas manos, como un tesoro. Partió un pedazo y se lo entregó al zorro, que debilitado aceptó la comida.
-Estoy dispuesto a ayudarte en lo que quieras, pero por el animal no haré nada -Hoseok le aseguró; voz solemne y baja-. Mi única condición es que mantendrás al zorro sedado y amarrado.
-No -respondió Taehyung con determinación y, como no podría darse de otra manera, sin pensarlo.
-¿Has dicho que no? ¿Acaso esa palabra viene en tu vocabulario? -preguntó Hoseok, incrédulo y con cierto rastro de una risa burlona.
Taehyung negó con la cabeza, ya estaba fuera de sí. Sin embargo, una sonrisa surcó sus labios, como un reconocimiento de lo que acaba de hacer. Acababa de desafiar a un noble, y no a cualquiera, sino a aquel que constantemente lo desafiaba.
Volvería a repetirlo únicamente para volver a sentir la satisfacción que logró erizar su piel; tan cautivadora como su magnífica estela de vapor azulada.
No obstante, la pesadez era cada vez más insostenible. Con la poca fuerza que le quedaba, estiró su mano hacia el zorro, rozando con la punta de sus dedos el pelaje rojizo.
Alzó su mirada, discretamente observó la expresión que mostraba Hoseok hacia él. Se notaba nervioso, como si cargara el peso de una enorme equivocación. No obstante, al cruzar miradas con Taehyung, su expresión se suavizó.
Y Taehyung, finalmente, dejó de luchar y dejó que el sueño lo consumiera.
🌙;
Correcciones exprés en 2 horas, y pareciera que quedó tan bien como en dos días. Curioso.
¡El zorro sigue vivo! Y la relación de Taehyung y Hoseok acaba de tener un cambio radical después de que ambos se abrieran a revelar un poco de sí mismos y sus valores. No sé qué declaración adoro más, si la de Hoseok o la de Taehyung.
Ojo (OJO) con las alucinaciones. Si no las controlas, no las usen (nunca las usen, por fiss).
Pasaron muchas cositas, por eso te adoro capítulo 6. ¿Qué fue lo que más les llamó la atención?
Quisiera hacer una mención honorífica a skyxgot, una vez más te agradezco por soportar mis crisis; como lo prometí, este capítulo va dedicado a ti.
Otra cosa que hace especial al capítulo 6 es que reúne a los personajes que me has sugerido (Sehun, Baekhyun, Joohyun, y próximamente, Minho y Kyungsoo)
Me ayudas un montón porque mi conocimiento de idols masculinos es escaso, y esto también le da un aspecto sentimental. TQM. 💜💜💜
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