XIII

Ranpo se incorporó en su cama, su cabello revuelto y la mirada aún adormilada tras pasar buena parte de la noche analizando su situación con Chuuya. Había repasado cada conversación, cada interacción, intentando encontrar un equilibrio entre sus sentimientos y sus sospechas.

Cuando su teléfono vibró, lo tomó distraídamente, sin muchas expectativas. Al leer el mensaje de Chuuya, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

Chuuya: ¿Estás en casa? Pensaba pasar por ahí si no tienes nada que hacer.

Ranpo no tardó en responder.

Ranpo: Claro, ven cuando quieras. Aquí estaré.

Satisfecho con la respuesta, dejó el teléfono a un lado y se levantó para prepararse. Mientras caminaba hacia el baño, el dispositivo vibró una vez más con un nuevo mensaje, esta vez de Dazai.

Dazai: Ranpooo~ Voy para tu apartamento, tengo un "asunto importante" que discutir contigo. No intentes escapar.

Pero Ranpo no vio el mensaje. Ya estaba dentro de la ducha, dejando que el agua tibia despejara su mente y relajara los músculos tensos por la falta de sueño.

Mientras tanto, el teléfono en la mesita de noche brillaba con la notificación de Dazai, completamente ignorada, marcando el inicio de un inevitable cruce de caminos que Ranpo no había previsto.

Chuuya estaba de pie frente al apartamento, su mirada fija en la puerta mientras intentaba calmar la extraña mezcla de nervios y emoción que sentía. El sonido del picaporte girando lo sacó de sus pensamientos, y cuando Ranpo apareció en el umbral, tuvo que contener la sonrisa que amenazaba con formarse en sus labios.

—¿Vienes a practicar? —preguntó Ranpo, inclinando la cabeza ligeramente mientras lo miraba con curiosidad.

Chuuya negó con la cabeza, tratando de sonar casual.
—No, solo estaba aburrido en casa y pensé en venir a molestarte un rato.

Ranpo dejó escapar una pequeña risa antes de dar un paso atrás, dejando espacio para que Chuuya entrara.
—Bueno, siempre eres bienvenido a molestarme. Voy a pedir pizza, tú acomódate donde quieras.

Chuuya asintió y pasó al interior, tratando de no parecer demasiado interesado en todo lo que lo rodeaba, aunque no pudo evitar echar un vistazo rápido al apartamento. Había algo cómodo y despreocupado en el espacio, una representación perfecta de Ranpo.

Mientras Ranpo se dirigía a la cocina para buscar su teléfono y hacer el pedido, Chuuya dejó sus cosas en el sofá y se sentó, notando los pequeños detalles: un libro abierto en la mesa de café, un par de tazas que aún estaban ahí de la noche anterior, y la sensación de que ese lugar, aunque simple, tenía el calor de un hogar.

—¿Tienes alguna preferencia para la pizza? —preguntó Ranpo desde la cocina, asomándose con el teléfono en la mano.

—Nada con piña —respondió Chuuya automáticamente, logrando arrancar una risa a Ranpo.

—Tú y yo nunca tendríamos problemas con las elecciones culinarias —comentó con una sonrisa antes de volver a la pantalla de su teléfono.

Mientras Ranpo terminaba de ordenar la pizza en la cocina, Chuuya se levantó del sofá con la excusa de “estirarse un poco” y caminó hacia la sala donde estaba la televisión. Era un movimiento que no levantaría sospechas; después de todo, siempre que se reunían en casa de Ranpo, era habitual que él eligiera algo para ver.

Chuuya tomó el control remoto y buscó rápidamente la película que sus amigos habían sugerido como prueba definitiva. Sonrió para sí mismo al encontrarla y seleccionarla, justo cuando escuchó los pasos de Ranpo acercándose.

—¿Y bien? —preguntó Ranpo al entrar en la sala, apoyándose casualmente en el marco de la puerta—. ¿Qué vamos a ver?

Chuuya se giró con una expresión tranquila y respondió:
—"Diario de una pasión".

Ranpo levantó una ceja, claramente sorprendido, pero no dijo nada de inmediato. Se acercó al sofá y se dejó caer en el respaldo, mirando la pantalla por unos segundos antes de hablar.
—¿Estás seguro de que quieres ver esa película?

Chuuya, divertido, se recargó en el respaldo del sofá y cruzó los brazos.
—¿Por qué? ¿No te gusta?

Ranpo lo observó con una mezcla de curiosidad y resignación.
—No es que no me guste, solo... sé exactamente cómo va a terminar. Películas como esa no tienen mucho misterio.

Chuuya se inclinó ligeramente hacia él, fingiendo interés.
—Entonces, ¿no quieres verla?

Ranpo lo miró por un momento antes de suspirar.
—¿Tú quieres verla? —preguntó, manteniendo un tono neutral pero claramente midiendo las intenciones de Chuuya.

—Sí —respondió el pelirrojo con total seguridad, reprimiendo la risa que amenazaba con escapar al ver cómo Ranpo sopesaba internamente su decisión.

Tras unos segundos de silencio, Ranpo asintió con una mezcla de resignación y determinación.
—De acuerdo. Si es lo que quieres, veremos "Diario de una pasión" —dijo, arrastrándose hasta el sofá y dejándose caer con un suspiro pesado—. Pero que quede claro que esto es un sacrificio personal.

Chuuya rió suavemente, acomodándose a su lado.
—No te preocupes, haré que valga la pena.

Ranpo le lanzó una mirada suspicaz, pero no dijo nada, optando por acomodarse para la película que estaba seguro sería, para él, un ejercicio de paciencia.

Chuuya estaba completamente absorbido por esa película, era cliché pero por alguna razón le estaba encantando. Todo lo contrario a Ranpo quien solo quería que acabara, mirando de reojo al pelirrojo se mordía la lengua de decir algo mordaz contra la película al ver que a Chuuya le estaba gustando.

El sonido del timbre captó la atención de ambos, mientras una sonrisa se formaba en los labios de Ranpo.

—¡Debe ser la pizza! — se levantó de su asiento, feliz de poder perderse aunque sea unos minutos de aquella tortura cinematográfica.

Ranpo detuvo su paso al escuchar el inconfundible sonido de la película en pausa. Giró lentamente hacia Chuuya, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir.

—¿La pausaste? —preguntó, forzando una sonrisa que estaba a un paso de convertirse en una mueca.

Chuuya, con una expresión inocente que claramente escondía diversión, asintió.
—Por supuesto, sería una lástima que te pierdas algo tan... emocionante.

Ranpo soltó una risa seca, sus ojos vagando hacia el techo como buscando paciencia en algún lugar del universo.
—¿Emocionante? Claro, es justo la palabra que usaría.

—¿Dijiste algo? —preguntó Chuuya, aunque su tono despreocupado dejaba claro que lo estaba disfrutando demasiado.

—Nada, nada —dijo Ranpo mientras avanzaba hacia la puerta, murmurando entre dientes—. "Ningún caso complicado, ningún consejo de Yosano... nada te prepara para esto".

Al abrir la puerta, el repartidor le ofreció una sonrisa amable, algo que Ranpo respondió con una expresión neutra mientras tomaba las cajas de pizza y dejaba el pago.

—Gracias —dijo Ranpo sin mucho ánimo, cerrando la puerta detrás de él. Se detuvo unos segundos en el pasillo, inhalando profundamente antes de regresar a la sala.

—Aquí está la cena —anunció con un tono que intentaba sonar entusiasta.

Chuuya le dedicó una mirada despreocupada mientras volvía a tomar el control.
—Perfecto, justo a tiempo.

Ranpo dejó las cajas sobre la mesa y, cuando pensó que al menos podría concentrarse en comer, Chuuya reanudó la película.

—¿No crees que podríamos comer y hablar de algo más interesante mientras...? —intentó Ranpo, dejando la frase en el aire.

—¿Interesante como qué? —preguntó Chuuya, sin apartar la vista de la pantalla.

Ranpo suspiró, hundiéndose en el sofá con su porción de pizza en la mano.
—Nada, olvídalo.

Mientras comía, su mirada se desvió hacia Chuuya, quien parecía completamente embelesado con la película. Y, por alguna razón, eso hizo que Ranpo sonriera ligeramente, aunque no tardó en negarlo para sí mismo.

—"Es oficial, me tiene atrapado" —pensó mientras volvía su atención a la pantalla con resignación.

Chuuya mira de reojo a Ranpo sintiéndose feliz por el esfuerzo de éste en ver la película así que se recarga en su hombro, como un silencioso "gracias por aguantar" cosa que hace sonreír a Ranpo.

El sonido de la puerta abriéndose abruptamente interrumpió el momento entre ambos. Chuuya, recostado en el hombro de Ranpo, se enderezó de inmediato, sus ojos mirando con confusión hacia la entrada.

—¿Esperabas a alguien más? —preguntó Chuuya, su tono teñido de cautela.

Ranpo frunció ligeramente el ceño, llevando una mano a su frente como si ya supiera exactamente lo que estaba ocurriendo.
—Solo hay una persona que se atrevería a entrar así en mi apartamento...

Antes de que pudiera decir más, una voz familiar resonó desde el marco de la puerta.

—¡Ranpooo! ¿Por qué no respondiste a mi mensaje? Pensé que—

La figura de Dazai apareció en la sala, su habitual sonrisa confiada iluminando su rostro... hasta que sus ojos se encontraron con los de Chuuya. En ese instante, la sonrisa se desvaneció por completo, reemplazada por una expresión de pura incredulidad.

—Chuuya —dijo Dazai con una mezcla de sorpresa y desconcierto, como si no pudiera procesar lo que estaba viendo.

Chuuya arqueó una ceja, claramente irritado.
—¿Qué diablos haces aquí, Dazai?

Ranpo dejó escapar un largo suspiro mientras tomaba un pedazo más de pizza.
—Dazai, ¿puedes al menos tocar la puerta la próxima vez?

—Oh, no sabía que estaba interrumpiendo algo... —dijo Dazai, recuperando su sonrisa traviesa mientras miraba alternativamente a Ranpo y Chuuya. Su tono ya comenzaba a llenar el ambiente de tensión incómoda—. ¿Qué tenemos aquí? ¿Una cita secreta?

—¿Qué dices, imbécil? —gruñó Chuuya, cruzándose de brazos mientras lanzaba una mirada de advertencia.

Ranpo, sin inmutarse, se acomodó en el sofá.
—Dazai, ¿puedes simplemente decir lo que necesitas y largarte? Estamos en medio de algo.

—¿En medio de qué? —preguntó Dazai con evidente curiosidad, su mirada fijándose en la pantalla de la televisión donde la película aún estaba en pausa—. Espera... ¿Estaban viendo Diario de una pasión?

El tono burlón de Dazai fue suficiente para que Chuuya se levantara, claramente molesto.
—¡¿Y qué si lo estábamos haciendo?!

Dazai estalló en risas, llevándose una mano a la frente mientras intentaba hablar.
—¡Esto es oro puro! Chuuya, ¿quién diría que eras tan cursi?

Ranpo, ya cansado, se levantó del sofá y se dirigió hacia Dazai.
—Bien, ya te divertiste. Ahora, ¿puedes irte?

—Oh, no tan rápido —dijo Dazai, levantando una mano como si tuviera algo importante que decir—. Vine porque necesito tu ayuda con algo... pero no sabía que estabas ocupado.

La última palabra la dijo con un tono claramente intencionado, lo que hizo que Chuuya apretara los puños.

—Ranpo, hazle salir antes de que lo saque a patadas.

—Créeme, estoy considerando ambas opciones —respondió Ranpo, masajeándose las sienes mientras Dazai reía suavemente, disfrutando cada segundo del caos que había provocado.

Chuuya bufó con frustración y tomó el control remoto, pausando la película con un movimiento brusco.
—No pienso perderme nada de esto por culpa tuya, Dazai —dijo, su tono cargado de molestia mientras dejaba el control sobre la mesa.

Ranpo observó el gesto de Chuuya con una ligera sonrisa; aunque no lo admitiera, le parecía adorable que Chuuya se tomara tan en serio la película.

Dazai, sin embargo, parecía tener otra cosa en mente. Sus ojos oscuros brillaron por un instante, y aunque seguía sonriendo, algo en su mirada se endureció al notar la familiaridad con la que Chuuya se movía por el apartamento de Ranpo.

—Vaya, Chuuya. Parece que ya te sientes como en casa aquí, ¿no? —comentó, con una mezcla de sarcasmo y desagrado apenas disimulado.

Chuuya arqueó una ceja, cruzándose de brazos mientras lo fulminaba con la mirada.
—¿Y qué si es así? ¿Acaso te molesta?

Dazai rio suavemente, pero el sonido no tenía nada de genuino.
—Molestarme, para nada. Es solo... interesante verte tan cómodo en el apartamento de mi hermanastro.

El comentario cayó como una bomba en la habitación, pero Ranpo decidió cortar la tensión antes de que las cosas se salieran de control.
—Dazai, si viniste a discutir territorios, te sugiero que lo hagas en otro lado. Aquí no tengo tiempo para tus dramas familiares.

—¿Drama? —replicó Dazai, llevándose una mano al pecho como si estuviera ofendido—. Ranpo, ¿desde cuándo tener a alguien invadiendo tu espacio personal no es un problema?

Chuuya apretó los dientes, su paciencia al límite.
—Ranpo me invitó, cosa que no puedo decir de ti. ¿Quieres hablar de invasiones? Porque estás invadiendo este lugar y mi paciencia.

Ranpo dejó escapar un suspiro largo, dirigiéndose hacia la puerta.
—Dazai, en serio. ¿Qué necesitas? Porque si no es urgente, te voy a sacar de aquí yo mismo.

Dazai finalmente dejó de lado su tono burlón, aunque no pudo evitar dirigir una última mirada hacia Chuuya antes de hablar.
—Solo quería pedirte un favor, pero ya veo que tienes compañía. No quiero interrumpir tu... cita.

—¡No es una cita! —exclamaron Chuuya y Ranpo al unísono, lo que provocó que Dazai esbozara una sonrisa triunfal.

—Claro, claro, lo que digan —dijo Dazai, levantando las manos en señal de rendición—. Ya me voy. Pero no te preocupes, Ranpo, hablaremos después.

Dazai se dirigió a la puerta, pero no sin lanzar una última mirada hacia Chuuya, cargada de una advertencia silenciosa que solo el pelirrojo pareció captar. En cuanto la puerta se cerró tras él, Chuuya soltó un largo suspiro y se dejó caer en el sofá.

—Ese tipo me pone de los nervios.

Ranpo, por su parte, simplemente regresó al asiento junto a él, tomando el control remoto.
—Bienvenido a mi vida. Ahora, ¿seguimos con esta tortura?

Chuuya no pudo evitar reír suavemente ante el comentario, aunque aún sentía el peso de la interacción con Dazai en su pecho.

—Gracias — dijo en voz baja, sintiéndose un poco especial de que aún cuando a Ranpo no le gustaba la película quería que la pusiera de vuelta, porque a él sí le gustaba.

El murmullo agradecido de Chuuya quedó flotando en el aire mientras tomaba el control para reanudar la película, pero no llegó a hacerlo. La mano de Ranpo se posó suavemente sobre la suya, deteniéndolo en seco.

—¿Qué haces? —preguntó el pelirrojo, con una mezcla de curiosidad e irritación, arqueando una ceja al ver cómo Ranpo le impedía continuar.

Ranpo lo miró fijamente, una chispa de algo indescifrable brillando en sus ojos.
—Hey, no dejemos la película a la mitad. Se está poniendo buena —protestó Chuuya, cruzándose de brazos como un niño que no quiere compartir su juguete favorito.

Antes de que pudiera seguir quejándose, Ranpo se inclinó hacia él y lo empujó suavemente hacia atrás, sus labios encontrándose en un beso inesperado.

Chuuya parpadeó, sorprendido, pero no se apartó. La calidez del momento lo envolvió, y aunque no quería admitirlo, sintió su corazón acelerarse. Cuando Ranpo se separó apenas unos centímetros, lo suficiente para mirarlo directamente a los ojos, Chuuya todavía estaba procesando lo que acababa de pasar.

—¿Qué fue eso? —preguntó en un susurro, su voz ligeramente temblorosa.

Ranpo sonrió con esa seguridad despreocupada que siempre parecía acompañarlo.
—¿No decías que la película estaba buena? Bueno, pensé en darle un final alternativo.

Chuuya rodó los ojos, pero no pudo evitar sonrojarse, desviando la mirada para esconder su expresión.
—Eres un idiota, Ranpo.

—Sí, pero soy tu idiota ahora, ¿no? —respondió con una sonrisa traviesa, ganándose un suave golpe en el hombro por parte de Chuuya, que finalmente volvió a agarrar el control remoto, esta vez sin interrupciones.

Mientras la película se reanudaba, Ranpo dejó que una pequeña sonrisa satisfecha cruzara su rostro, recostándose más cerca de Chuuya. El momento era cálido, natural, y aunque ninguno de los dos lo decía en voz alta, algo había cambiado entre ellos, algo que ambos estaban dispuestos a explorar, aunque fuera un poco cliché.

Y ahora Chuuya estaba completamente convencido de que lo que había entre ellos hace mucho dejó de ser solo por el plan.


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