XII
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Ranpo disfrutó demasiado del estremecimiento en el cuerpo encima suyo cuando pasó sus dedos por debajo de la camisa de Chuuya.
—Espera, estás yendo muy rápido — lo detuvo el pelirrojo agarrando su mano para que no siguiera tocando su piel.
—Entiendo. ¿Hasta donde te sientes cómodo? — preguntó manteniendo su mirada fija en los ojos ajenos.
Chuuya desvió la mirada, incómodo bajo la intensidad de los ojos de Ranpo, pero no soltó su mano.
—No lo sé... no estoy acostumbrado a esto.
Ranpo asintió lentamente, retirando su mano con cuidado para no incomodarlo más.
—Está bien. No quiero que te sientas presionado —respondió con una voz sorprendentemente suave para su habitual tono burlón.
Chuuya suspiró, sintiendo una mezcla de alivio y frustración consigo mismo.
—No es que no quiera... solo que...
Ranpo esperó, sin decir nada, dándole espacio para organizar sus pensamientos.
—No estoy seguro de cómo hacer esto... contigo. Es diferente —admitió finalmente, con el ceño fruncido.
Una sonrisa ligera curvó los labios de Ranpo mientras sus dedos trazaban círculos tranquilizadores sobre la mano de Chuuya.
—¿Diferente bueno o diferente malo?
Chuuya bufó, rodando los ojos aunque sus mejillas estaban teñidas de un leve rojo.
—Bueno, supongo.
Ranpo se inclinó ligeramente, colocando su frente contra la de Chuuya en un gesto inesperadamente tierno.
—Entonces no te preocupes. Vamos a tu ritmo.
Chuuya parpadeó sorprendido, y por un momento pareció que iba a protestar, pero en cambio dejó escapar un suspiro y cerró los ojos.
—No sé cómo siempre logras ganar, Ranpo.
—Es un don natural —bromeó el mayor, apartándose apenas para plantarle un beso en la frente.
El silencio se instaló entre ellos, pero esta vez no era incómodo, sino cargado de una calma que ambos parecían necesitar.
—¿Nos besamos de nuevo? — Ranpo sonrió ante la pregunta, pero asintió suavemente.
—Ni siquiera es necesario que lo preguntes, Chuuya — aseguró atrayendolo nuevamente hacia él para unir sus labios.
Chuuya dejó escapar un leve suspiro antes de rendirse por completo al contacto. Los labios de Ranpo eran suaves, pacientes, como si estuviera cuidando cada movimiento para no romper la confianza del pelirrojo.
El beso comenzó lento, explorador, y Chuuya pronto se permitió corresponder con más confianza. Sus manos subieron tímidamente hasta los hombros de Ranpo, mientras el mayor enredaba los dedos en el cabello rojizo, acariciándolo con delicadeza.
No había prisa, ni presión, solo el peso de una conexión que ambos estaban aprendiendo a aceptar.
Cuando finalmente se separaron, apenas unos centímetros, Chuuya permaneció con los ojos cerrados unos segundos más, recuperando el aliento mientras sentía las manos de Ranpo descansando en su cintura.
—Eso... fue mejor de lo que esperaba —murmuró, abriendo lentamente los ojos para encontrar a Ranpo mirándolo con una mezcla de ternura y diversión.
—¿Esperabas menos de mí? —bromeó Ranpo, arqueando una ceja mientras una sonrisa juguetona se formaba en sus labios.
Chuuya bufó, fingiendo molestia, pero la leve curvatura en sus propios labios lo traicionó.
—No lo sé, quizás estaba preparado para decepcionarme.
Ranpo se rió suavemente, su risa resonando en el pequeño espacio entre ellos.
—Entonces será mejor que sigamos practicando, para que superemos todas tus expectativas.
Chuuya rodó los ojos, pero no pudo evitar una leve sonrisa cuando Ranpo lo miró con ese brillo travieso en los ojos.
—No te hagas ilusiones —respondió, fingiendo desinterés mientras retrocedía un poco, aunque sin soltarse por completo de Ranpo.
El ambiente se relajó nuevamente, dejando entre ambos una sensación de confianza mutua que hacía que todo pareciera más sencillo, más natural.
Sus labios se unieron una vez más, en un toque suave pero breve —¿Cómo ingresaré al cumpleaños de Dazai? — preguntó el pelirrojo contra los labios ajenos.
Ranpo bufó ligeramente colocando una de sus manos en la nuca del pelirrojo para mantenerlo cerca de él.
—Para mi gran pesar, soy obligado a asistir a ese tipo de evento, no te preocupes — susurró suavemente depositando un pequeño beso en la mejilla ajena, la cual Chuuya sintió demasiado íntimo.
Chuuya apartó la mirada por un momento, tratando de ignorar el calor que subió a sus mejillas. La forma en que Ranpo lo sostenía, la suavidad en su voz, todo parecía demasiado... natural, como si no estuvieran planeando algo, sino compartiendo un momento genuino.
—¿Eres obligado? — repitió el pelirrojo, intentando centrarse en las palabras y no en el leve cosquilleo en su nuca.
Ranpo asintió, inclinando su cabeza hacia un lado, observándolo con una sonrisa. —Por supuesto. Hermano mayor del festejado y todo eso. Si no voy, sería sospechoso. Además, ¿quién más va a vigilar que no haga un desastre?
Chuuya soltó una risa baja. —Bueno, tiene sentido. Aunque con Dazai es más probable que él sea el desastre.
—Exactamente. Por eso, no te preocupes, yo me encargaré de hacer que todo sea más sencillo para ti — Ranpo se inclinó ligeramente, haciendo que sus narices casi se rozaran. —Confía en mí.
El pelirrojo lo miró fijamente por un momento, tratando de descifrar el doble significado detrás de esas palabras. No podía negar que algo en Ranpo lo desarmaba, lo hacía bajar la guardia más de lo que le gustaría.
—Está bien, confío en ti — respondió finalmente, bajando un poco la voz, como si le costara admitirlo.
Ranpo sonrió, satisfecho, antes de soltarlo lentamente. —Entonces todo saldrá perfecto.
Chuuya asintió, pero no pudo evitar preguntarse si esa promesa incluía no solo el plan, sino también todo lo que estaba creciendo entre ellos.
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—¡Amigo, date cuenta! — gritó Tachihara a nada de lanzarle la almohada a la cara de su amigo.
—Calma Tachihara — dijo Gin, sacándole la almohada de las manos.
Chuuya los miro con el ceño fruncido, sin entender la discusión que se estaba desarrollando entre la pareja.
—¿Darme cuenta de qué?
Tachihara dejó escapar un suspiro exasperado, cruzando los brazos mientras Gin le lanzaba una mirada de advertencia.
—¿En serio no lo notas? — comenzó Tachihara, apuntándolo con un dedo como si estuviera a punto de darle un sermón. —Ranpo no está haciendo todo esto solo por el plan, Chuuya. Está claro que ese tipo siente algo por ti.
El pelirrojo parpadeó, confundido, antes de negar rápidamente con la cabeza. —¿Qué? No, eso no tiene sentido. Todo esto es por el plan. Nada más.
Gin se sentó junto a él, colocando una mano en su hombro. —Chuuya, a veces las cosas no son tan simples como parecen.
—¡Exacto! — intervino Tachihara, señalándolo de nuevo. —¿Crees que alguien se esfuerza tanto solo por un "plan"? Vamos, hombre, piensa en todo lo que han hecho juntos últimamente.
Chuuya abrió la boca para responder, pero Tachihara no le dio oportunidad.
—Te besa como si fuera lo único que importa, te invita a su apartamento, ve películas contigo, te ayuda con tus tareas y hasta te lleva a eventos de su universidad. ¡Eso no es normal entre dos personas que solo están "trabajando juntas"!
El pelirrojo bajó la mirada, sintiendo cómo su rostro se calentaba ante las palabras de su amigo. Gin, notando su incomodidad, le dio un leve apretón en el hombro.
—Tómate tu tiempo para pensarlo, Chuuya — dijo Gin con calma. —Pero creo que sabes que Tachihara tiene razón.
—Esto es ridículo — murmuró Chuuya, llevándose una mano al rostro, tratando de calmar las emociones contradictorias que lo invadían.
—Ridículo o no, es la verdad — añadió Tachihara con una sonrisa burlona. —Solo te estamos diciendo lo que ya deberías saber.
Chuuya se quedó en silencio, los pensamientos arremolinándose en su cabeza. ¿Podría ser cierto? ¿Había algo más en todo esto que simplemente el plan? Y si lo había... ¿qué significaba eso para él?
—El cumpleaños de Dazai es en una semana, no voy a echarme para atrás a este punto — murmuró el pelirrojo manteniendo la mirada fija en el suelo.
—Chuuya, no te decimos que "te eches para atrás" sino que quizás deberías hablar con Ranpo, porque ¿Qué pasará cuando termine el plan? — las palabras de Gin exteriorizaron aquello que Chuuya ya se estaba preguntando.
Chuuya levantó la vista, pero sus ojos seguían llenos de incertidumbre, el peso de la situación empezando a calar hondo. La verdad era que había estado evitando esa pregunta todo el tiempo, pero ahora, al escucharla de Gin, no podía seguir ignorándola.
—No lo sé... — murmuró, su voz más baja, como si temiera lo que pudiera responderse a sí mismo. —El plan... el plan es todo lo que tengo claro. Pero cuando termine, ¿qué queda?
Tachihara se reclinó en la silla, con una sonrisa burlona, pero también con un toque de seriedad que no solía mostrar.
—Eso depende de ti, amigo. Si sigues ignorando lo que está pasando entre tú y Ranpo, vas a terminar lastimándote a ti mismo, y a él también. — Hizo una pausa, mirando a Chuuya con una expresión que nunca antes había visto. — No quiero que después te arrepientas de no haber hablado con él antes de que todo termine.
Chuuya sintió una presión en el pecho, como si las palabras de Tachihara hubieran encajado de golpe en su mente. Se levantó del asiento sin decir nada, comenzando a caminar de un lado a otro en la habitación.
—¿Y si... y si todo esto es solo por el plan? — preguntó, más para sí mismo que para los demás. — No puedo ser tan estúpido como para pensar que hay algo más, ¿verdad?
Gin lo observó con un suspiro suave, cruzando los brazos.
—Eso es algo que solo tú puedes saber, Chuuya. Pero no tienes que enfrentar esto solo. Si sientes que algo ha cambiado, que tus sentimientos son más que lo que planeaste, tal vez sea hora de hablar con Ranpo y dejar las dudas fuera.
El pelirrojo detuvo su caminar, mirando hacia la ventana, donde la luz de la calle iluminaba el entorno.
—No sé si estoy listo para escuchar lo que podría decirme — susurró, una mezcla de miedo y inseguridad en su tono.
Tachihara, al ver la vulnerabilidad en su amigo, se levantó y se acercó.
—A veces, Chuuya, lo que más miedo da es lo que necesitamos hacer. Pero eso no hace que sea menos necesario. Solo tienes que ser honesto contigo mismo.
Chuuya asintió lentamente, sintiendo el peso de las palabras de Tachihara. De repente, no estaba tan seguro de qué hacer, pero sabía que había algo que debía cambiar.
—Lo pensaré — dijo en voz baja, mirando a ambos amigos. —Quizás sea hora de enfrentarme a esto.
Gin le dio una palmadita en el hombro, sonriendo suavemente.
—Hazlo cuando estés listo, Chuuya. Pero no dejes que las oportunidades se vayan sin intentarlo.
El pelirrojo asintió y se quedó en silencio, su mente llena de pensamientos contradictorios, pero algo dentro de él ya sabía que el momento de enfrentar lo que sentía por Ranpo estaba cerca. Y aunque no estuviera completamente preparado, tenía que hacerlo.
En eso llegó a la habitación Kajii con un vaso de yogurt con cereal —Oye Chuuya, hay una forma para saber si ese chico está enculado o no.
El pelirrojo lo iba a mandar a volar, pero una cosa que sabía es que cuando Kajii ofrecía una idea era mejor escucharla, aceptarla y luego no hacerla —¿Qué propones?
El rubio se apresuró a sentarse también en la cama, interponiendose entre Gin y Tachihara, este último mirándole feo —Dile que quieres ver "Diario de una pasión" si acepta es porque está enculadisimo.
Gin iba a ser la primera en rodar los ojos pero al analizar la propuesta se dió cuenta de que tenía sentido —Ranpo es alguien que deduce todo con una rapidez impresionante. Hacerle ver una película tan predecible y cliché sería una tortura para él.
Tachihara asintió entendiendo la situación —Si acepta es porque en verdad le gusta Chuuya.
Chuuya los miró en silencio, procesando lo que acababan de decirle. No estaba seguro de cómo se sentía con respecto a la idea, pero por alguna razón, algo dentro de él pensó que quizás era una forma de saber si realmente Ranpo sentía algo por él. Se pasó una mano por el cabello, pensativo.
—¿"Diario de una pasión"? — repitió con una expresión de duda, claramente escéptico. — ¿De verdad crees que algo tan tonto va a funcionar?
Kajii sonrió, disfrutando del desconcierto de Chuuya.
—Es más efectivo de lo que parece. — dijo con una sonrisa ladeada, casi burlona. — La película es tan cursi que solo alguien que realmente está "enculado" aguantaría verla sin huir.
Tachihara se cruzó de brazos, como si ya estuviera anticipando el resultado.
—A mí me parece una prueba simple, pero efectiva. Si Ranpo puede soportarla, entonces algo está pasando. Si no acepta verla, entonces no hay tanto interés. — agregó, mirando a Chuuya con seriedad, como si fuera la respuesta a todas las preguntas no formuladas.
Chuuya resopló, un poco frustrado pero también intrigado.
—Bueno, si quiero saber la verdad, supongo que tendré que intentarlo. — dijo finalmente, resignándose a la idea, aunque la sola mención de esa película lo hacía sentirse incómodo. — Pero si esto resulta ser una completa tontería, voy a hacer que los tres me paguen el lavado de mi moto por un tres meses.
Kajii se rió ante la amenaza.
—Trato hecho. Pero confía, Chuuya, esta vez estamos en lo correcto.
Con eso, el pelirrojo suspiró y decidió que lo mejor era simplemente probar la teoría. Después de todo, ¿qué tan malo podría ser?
—Te lo debo a ustedes, malditos... — murmuró mientras sacaba su teléfono para enviarle un mensaje a Ranpo.
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