XI

19/05

Ranpo mantuvo la mirada fija en Chuuya desde la banca donde estaba sentado, el pelirrojo estaba solo a unos pocos metros comprando algunos dulces, quería poder decirle la verdad a Chuuya, pero sabía que Chuuya no estaba listo aún para aceptar o tener una respuesta clara a esas palabras.

Ranpo tamborileó los dedos sobre su rodilla mientras observaba a Chuuya interactuar con el vendedor. El pelirrojo parecía concentrado, examinando los diferentes dulces con una expresión ligeramente fruncida, como si estuviera tomando una decisión trascendental.

"Siempre se toma todo tan en serio", pensó Ranpo, una leve sonrisa cruzando su rostro. Era uno de los detalles que más le gustaban de él, aunque Chuuya probablemente nunca lo había notado.

Sus ojos se desviaron al cielo, que comenzaba a teñirse de colores cálidos mientras el sol descendía en el horizonte. Quería decirlo. Quería decirle lo que realmente sentía, pero sabía que no era el momento. No aún.

"Chuuya no está listo", se recordó a sí mismo, casi como un mantra. Aún estaban atrapados en este extraño equilibrio, una mezcla entre su supuesto "plan" y algo que ninguno de los dos parecía dispuesto a nombrar.

Cuando Chuuya regresó con una pequeña bolsa de dulces en la mano, Ranpo adoptó su habitual expresión despreocupada.

—Espero que hayas traído algo para compartir. No planeo quedarme sin probar nada —dijo, fingiendo estar más interesado en los dulces que en cualquier otra cosa.

Chuuya rodó los ojos, aunque su reacción fue más suave de lo usual.

—No te preocupes, señor exigente. Compré más de lo que debería, como siempre.

Ranpo soltó una pequeña risa, tomando un caramelo de la bolsa que Chuuya extendió hacia él. Mientras deslizaba el envoltorio entre sus dedos, lo miró de reojo.

—Sabes, Chuuya, eres bastante bueno eligiendo cosas. Tal vez deberías ayudarme con algo más importante la próxima vez.

El pelirrojo levantó una ceja, desconfiado.

—¿Como qué?

Ranpo dejó que el caramelo se disolviera en su boca antes de responder con un tono deliberadamente misterioso:

—Ya lo verás.

Chuuya bufó, claramente acostumbrado a los comentarios crípticos de Ranpo, pero no insistió. Ambos volvieron a quedarse en silencio, disfrutando de los dulces mientras el día se desvanecía lentamente.

Ranpo observó a Chuuya de reojo una vez más, pensando en las palabras que no podía decir todavía. Pero algún día... algún día las diría.

21/05

Ambos estaban en el apartamento de Ranpo, sentados frente a la televisión viendo un reality show que encontraron repentinamente y captó su atención por la pelea que se estaba desatando en el programa.

Chuuya estaba recostado ligeramente contra el brazo del sofá, sosteniendo un vaso con refresco en la mano mientras observaba atentamente la pantalla. Ranpo, sentado más relajado con las piernas cruzadas, tenía una sonrisa de diversión evidente, como si estuviera disfrutando más de la reacción de Chuuya que del programa en sí.

—¿En serio? ¿Está llorando por eso? —exclamó Chuuya con incredulidad mientras una de las participantes del reality rompía en llanto después de una acalorada discusión.

—Claro que sí, Chuuya. No todos pueden tener una piel tan dura como tú —respondió Ranpo con un tono burlón, sin apartar la mirada del televisor.

El pelirrojo le lanzó una mirada de reojo, sin molestarse demasiado por la provocación.

—No es cuestión de piel dura, es cuestión de sentido común. ¿Quién se pone así porque alguien usó su peinado?

Ranpo rió suavemente.

—Es un reality show, ¿qué esperabas? Drama, lágrimas y conflictos innecesarios. Esa es la esencia.

Chuuya rodó los ojos, pero no pudo evitar soltar una leve risa al ver cómo otra participante intervenía con un comentario aún más absurdo.

—No sé cómo terminé viendo esto contigo.

—No te quejes, tú fuiste quien no quiso elegir otra cosa —le recordó Ranpo, alzando una ceja.

Chuuya lo miró, recordando cómo había pasado más tiempo peleando con el control remoto que escogiendo algo para ver.

—Lo que sea. Al menos no es tan aburrido como creí.

Ranpo lo miró de reojo, una pequeña sonrisa curvándose en sus labios. Sabía que Chuuya no admitiría abiertamente que estaba disfrutando, pero para él era evidente.

Cuando el programa llegó a una pausa comercial, Ranpo se estiró, tomando un puñado de palomitas del bol que estaba entre ellos.

—¿Sabes? Creo que tú serías un buen participante en algo como esto.

Chuuya lo miró, incrédulo.

—¿Qué? Ni de broma.

—Oh, vamos. Serías el favorito del público. El chico rudo pero justo, que dice las cosas como son. Seguro tendrías un séquito de fans en un par de días.

El pelirrojo bufó, cruzándose de brazos.

—No tengo tiempo para esas tonterías.

Ranpo lo miró fijamente, una chispa traviesa en sus ojos.

—Pero admitirías que sería divertido.

—Solo para ti, probablemente. —Chuuya negó con la cabeza, aunque un pequeño rubor apareció en sus mejillas al imaginar la escena que Ranpo planteaba.

El programa regresó, y ambos volvieron a enfocarse en la pantalla, aunque Ranpo no podía evitar dejar que su mirada se desviara ocasionalmente hacia Chuuya, disfrutando de esos pequeños momentos en los que su fachada impenetrable se desmoronaba un poco.

—Si te metes algún a uno, avísame. Inscribiré a Dazai para que puedas atacarlo nacionalmente — bromeó agarrando un puñado de palomitas.

Chuuya dejó escapar una risa seca, aunque no pudo evitar que se dibujara una ligera sonrisa en su rostro.

—¿Dazai en un reality show? —repitió, saboreando la idea con una mezcla de diversión y desdén—. Sería un caos total. Probablemente manipularía a todo el elenco para pelear entre ellos mientras él se sienta a disfrutar.

Ranpo asintió, llevándose las palomitas a la boca.

—Exacto. Y tú estarías ahí, listo para darle su merecido frente a toda la audiencia. Serías el héroe que todos necesitan.

Chuuya arqueó una ceja, mirándolo de lado.

—¿No crees que estás exagerando un poco?

Ranpo negó con una sonrisa, sus ojos brillando con travesura.

—Para nada. Imagínalo: tú, poniéndolo en su lugar en horario estelar. Sería legendario.

El pelirrojo soltó una risa genuina esta vez, apoyándose contra el sofá mientras tomaba un sorbo de su refresco.

—Si eso pasara, probablemente yo también me volvería loco con toda esa gente gritando y peleando por tonterías.

Ranpo lo observó de reojo, disfrutando de la forma en que Chuuya parecía más relajado de lo habitual.

—Quizás. Pero sería entretenido verte intentar no perder la cabeza.

Chuuya volvió a bufar, pero su sonrisa permaneció.

—¿Y tú qué harías? ¿Solo sentarte con un bowl de palomitas y verme caer?

Ranpo se encogió de hombros, su expresión llena de inocencia fingida.

—Obviamente. Pero también te daría consejos desde la comodidad de mi asiento. Soy bueno en eso.

El pelirrojo negó con la cabeza, aunque no pudo evitar una sonrisa al imaginarlo.

—No sé cómo terminamos hablando de esto, pero definitivamente no me voy a meter a un reality show.

—Lástima —comentó Ranpo, girándose hacia la pantalla—. Pero si alguna vez cambias de opinión, ya sabes que puedes contar conmigo.

Chuuya rodó los ojos, pero no replicó. En el fondo, sabía que si alguna vez se encontraba en una situación tan ridícula, Ranpo realmente estaría ahí para apoyarlo... aunque probablemente solo para divertirse con la desesperación ajena.

La noche cayó con prisa y Chuuya ya estaba recogiendo sus cosas, para el gran pesar de Ranpo —¿En serio debes irte? Apenas son las nueve. 

—Lamentablemente yo aún no me he independizado como tú, Verlaine se volverá loco si no estoy cuando llegue a casa. — respondió cerrando su mochila para colocarla en su hombro.

Ranpo dejó escapar un suspiro exagerado, dejándose caer contra el respaldo del sofá con teatralidad.

—Ese hombre tiene un problema de control serio. No puedes ser su niñera toda la vida, ¿sabes?

Chuuya soltó una risa breve mientras guardaba sus pertenencias en su mochila.

—No es que sea su niñera. Es más bien... complicado.

Ranpo arqueó una ceja, apoyando la barbilla en su mano mientras lo observaba.

—"Complicado" suena como una excusa para evitar decirme algo más interesante.

El pelirrojo le lanzó una mirada por encima del hombro, aunque no parecía molesto.

—A diferencia de ti, no siento la necesidad de compartir todos los detalles de mi vida personal.

—Tienes razón, soy una tumba —respondió Ranpo, fingiendo un aire ofendido—. Pero está bien, ve con tu querido Verlaine. Yo aquí estaré, abandonado, viendo el reality solo.

Chuuya se detuvo un momento, indeciso, mientras ajustaba la correa de su mochila.

—Podrías dormir temprano por una vez, ¿no?

Ranpo negó rápidamente, poniéndose de pie y estirándose con pereza.

—Dormir temprano está sobrevalorado. Además, ¿y si pasa algo emocionante en el programa? ¿Quién me explicará los dramas si no estás aquí?

—No seas dramático —rió Chuuya, dirigiéndose a la puerta—. Te enviaré un mensaje cuando llegue a casa.

Ranpo sonrió, siguiéndolo hasta la entrada.

—Hazlo. Pero no olvides que aún me debes una revancha en Mario Kart.

—Eso fue hace semanas —replicó Chuuya, poniéndose los zapatos.

—Las deudas no caducan —insistió Ranpo, con una sonrisa burlona.

Chuuya rodó los ojos, pero su sonrisa se mantuvo.

—Nos vemos, Ranpo.

—Nos vemos, Chuuya.

El pelirrojo salió del apartamento, y Ranpo se quedó en la puerta por un momento, mirando cómo las luces del pasillo iluminaban su figura mientras se alejaba. Cerró la puerta con un suspiro, dejando que el silencio llenara el espacio.

—Complicado, eh — murmuró para sí mismo, preguntándose cuán complicado era en realidad todo lo que Chuuya no decía. —Un cuñado complicado, para todos menos para mí.


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