VIII
•
Chuuya había estacionado su motocicleta frente a la universidad de Ranpo. Miró el edificio con una mezcla de nerviosismo y determinación, sabiendo que a pesar de la sorpresa que pretendía darle, Ranpo probablemente ya lo había anticipado. Sin embargo, eso no le impediría intentarlo.
Cuando vio a Ranpo salir de la universidad con su característico andar relajado, Chuuya no pudo evitar fruncir el ceño. Siempre tan confiado, como si todo estuviera bajo su control. Mientras Ranpo se acercaba al vehículo, Chuuya encendió el motor y lo dejó rugir con fuerza, esperando llamar su atención. Ranpo lo miró por un momento, sonriendo al instante.
—¿No ibas a avisarme que venías? —preguntó Ranpo con tono juguetón mientras se subía al asiento trasero de la moto.
Chuuya simplemente se encogió de hombros y arrancó con suavidad.
—No me gusta avisar mucho. Pero de todas formas, pensé en recompensarte por la ayuda con los ejercicios de álgebra. No me gusta deberle nada a nadie —respondió Chuuya, con la voz ligeramente alterada.
Ranpo arqueó una ceja, notando que algo no estaba del todo bien, pero se permitió disfrutar de la idea.
—¿Ah, sí? ¿Cómo pensabas recompensarme? —su tono fue amable, pero en su rostro se dibujó una expresión que Chuuya no alcanzó a captar del todo.
—Te voy a cocinar algo, ¿te parece? —Chuuya finalmente dio la respuesta, dejando escapar una ligera risa.
Ranpo no pudo evitar sonreír de inmediato, pero se contuvo, intentando no mostrar su emoción.
—Vaya, no pensé que ibas a hacer algo así —respondió, intentando ocultar su entusiasmo. Al fin y al cabo, un "gracias" de Chuuya, aunque indirecto, era todo un honor.
—Vamos, no es para tanto. —Chuuya aceleró un poco más, llevándolos en dirección al apartamento de Ranpo. Sin embargo, en su mente se preguntaba si la propuesta era realmente una recompensa.
Al llegar al apartamento de Ranpo, Chuuya estacionó la moto y luego entró al edificio con determinación. No estaba seguro de qué esperar, pero había algo en el ambiente que le ponía un nudo en el estómago. Sin embargo, se lo atribuyó a los nervios típicos de cocinar para alguien más, algo que nunca había hecho por gusto.
Ranpo, por su parte, entró al apartamento detrás de él y fue directo a su habitación, dejando las mochilas y objetos por el suelo. No podía dejar de pensar en la idea de Chuuya cocinando para él. Era un gesto pequeño, pero a pesar de su actitud relajada, algo en Ranpo sentía que estaba pasando algo diferente entre ellos. Cuando salió de su habitación, vio a Chuuya en la cocina, moviéndose con concentración mientras organizaba los ingredientes.
Chuuya estaba trabajando en silencio, sacando las verduras de las bolsas y colocándolas en la mesa. Se lavó las manos rápidamente, luego comenzó a cortar con precisión, una tarea que en realidad encontraba bastante relajante, aunque estaba algo inquieto por la situación. No era un experto cocinero, pero había preparado suficiente comida para no hacerle un mal favor a Ranpo. Sabía que no se trataba solo de la comida, sino de hacer que este día fuera un poco más especial.
Ranpo, al notar el esfuerzo de Chuuya en la cocina, no pudo evitar sonreír de forma casi imperceptible. Decidió darle algo de espacio y no interrumpirlo. Se quedó apoyado en el umbral de la cocina, observando cómo Chuuya se concentraba en su tarea.
—Oye, no tienes que esforzarte tanto, ¿eh? —comentó Ranpo en tono juguetón, sin querer que Chuuya sintiera presión.
Chuuya lo miró rápidamente, frunciendo el ceño como si de alguna manera intentara evitar que su gesto de cuidado se notara.
—Ya dije que lo haría. No me gusta dejar las cosas a medias —respondió sin dejar de cortar los ingredientes.
Ranpo, contento de ver el lado serio de Chuuya, se acercó y comenzó a sacar unos vasos de los estantes para preparar las bebidas. Ambos seguían en silencio, el ambiente algo tenso, pero con la comodidad de saber que no necesitaban decir mucho para estar bien.
—Aún no entiendo porque Dazai te dejó ir — murmuró involuntariamente Ranpo, provocando que Chuuya detuviera sus movimientos.
—¿Qué dijiste? — preguntó, creyendo que quizás escuchó mal.
Ranpo, que había estado concentrado en sacar los vasos, levantó la vista hacia Chuuya y se dio cuenta de que su comentario había causado un pequeño quiebre en el ambiente. Sonrió con una ligera incomodidad, sabiendo que se había metido en un terreno delicado.
—Nada, olvídalo — dijo, dando un paso atrás, intentando restarle importancia a sus palabras. Sin embargo, la mirada de Chuuya era difícil de evadir.
Chuuya, con el ceño fruncido y un leve temblor en sus manos, soltó el cuchillo que había estado utilizando y se giró hacia Ranpo. Aunque su voz se mantuvo calma, había una tensión palpable que no podía disimular.
—No es un tema del que me guste hablar — murmuró, con una ligera tristeza reflejada en su rostro. — Pero, ya sabes, no lo elegí. Fue lo que pasó. Y yo... no soy el tipo de persona que se queda esperando.
Ranpo, sintiendo el peso de sus palabras, se acercó un paso, con un gesto más serio en su rostro. Sabía que había tocado un tema doloroso, pero también entendía que Chuuya no podía simplemente dejarlo pasar.
—Lo siento... no quería hacerte sentir mal — dijo con sinceridad, aunque un tanto titubeante. — Pero, en serio, no entiendo cómo alguien tan increíble como tú... terminó con alguien como él.
Chuuya respiró hondo y, tras un momento de silencio, miró a Ranpo con una expresión que mezclaba cansancio y algo de incomodidad.
—No lo sé. Tal vez no era tan increíble para él. O tal vez lo fui por un tiempo, y luego ya no lo fui. No quiero hablar más de eso — dijo, volviendo a tomar el cuchillo para continuar con lo que había dejado inconcluso.
Ranpo, respetando el deseo de Chuuya, asintió en silencio y volvió a su lugar, tratando de cambiar el tono del ambiente para que no se volviera aún más pesado.
—Entendido. No te lo mencionaré más. Pero sabes que siempre puedes hablar de lo que quieras, ¿no?
Chuuya asintió brevemente sin mirarlo, sus pensamientos aún en lo que acababa de compartir. Sin embargo, estaba agradecido por la preocupación de Ranpo, aunque no quería que su incomodidad se reflejara aún más en ese momento.
Con un suspiro, Chuuya continuó con la preparación de la comida, mientras Ranpo se retiraba discretamente para evitar seguir tocando un tema tan delicado.
—No te vayas — pidió el pelirrojo al notar las intenciones ajenas de irse de la cocina —Me gusta cuando estás cerca.
Ranpo se detuvo en seco al escuchar esas palabras, un poco sorprendido, pero también cautivado por la sinceridad que había en la voz de Chuuya. El pelirrojo nunca solía expresar ese tipo de cosas tan abiertamente, y esa simple frase le dio un giro a la situación.
Con una sonrisa que intentaba ocultar la suavidad que sentía por dentro, Ranpo se acercó nuevamente, esta vez sin dudarlo. Observó cómo Chuuya seguía con sus tareas, pero su postura era diferente, más relajada.
—¿Te gusta cuando estoy cerca, eh? — dijo Ranpo en tono juguetón, acercándose un poco más. — Eso es raro viniendo de ti. Pero me agrada saberlo.
Chuuya, con las mejillas ligeramente sonrojadas y sin atreverse a mirar directamente a Ranpo, continuó con la preparación de la comida, intentando no dejar que su incomodidad se notara demasiado.
—No hagas un gran alboroto por eso — murmuró, agachando un poco la cabeza. — Solo... no me gusta estar solo cuando cocino. Es más divertido si alguien más está cerca.
Ranpo se quedó allí, cerca de él, sin interrumpirlo, pero sin dejar de sonreír suavemente. Disfrutaba de esos momentos con Chuuya, más de lo que habría admitido en voz alta. La atmósfera se había vuelto más cómoda, y aunque ambos seguían guardando secretos y sentimientos no expresados, había algo en el aire que hacía que el tiempo pareciera detenerse.
—De acuerdo — dijo Ranpo finalmente, acercándose aún más para observar cómo Chuuya cortaba los ingredientes. — No soy un experto en cocina, pero si necesitas algo, estoy aquí para ayudarte.
Chuuya, con una leve sonrisa, finalmente le dirigió una mirada fugaz, apreciando el gesto de Ranpo. No estaba seguro de qué tan profundo llegaban sus sentimientos en ese momento, pero lo que sí sabía es que, por alguna razón, disfrutar de esos pequeños momentos con Ranpo le hacía sentirse más en paz, aunque solo fuera por un instante.
—Gracias — respondió, sin atreverse a decir más. Sabía que no tenía que decir nada más, solo seguir disfrutando de ese momento que parecía un poco más especial de lo que originalmente pensó.
•
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top