IV
•
El sonido de la campanilla en la puerta de la cafetería marcó la llegada de Chuuya, quien miró rápidamente alrededor en busca de Ranpo. No tardó en encontrarlo sentado en una mesa junto a la ventana, devorando un pastelito como si no tuviera una sola preocupación en el mundo.
Chuuya suspiró y se acercó. —Llegas temprano para alguien que siempre dice odiar esperar.
Ranpo alzó la vista, con un trozo de pastel aún en la boca, y sonrió. —Cuando hay comida de por medio, todo cambia. Siéntate, Chuuya.
El pelirrojo se dejó caer en la silla frente a él y cruzó los brazos. —Espero que tengas claro que esto es una práctica, nada más. Si alguien nos ve, sería un desastre.
Ranpo se rió entre dientes. —Tranquilo, pelirrojo, no vamos a besarnos aquí.
Chuuya arqueó una ceja, ligeramente desconcertado. —Entonces, ¿qué estamos haciendo aquí?
Ranpo terminó su pastel y señaló el mostrador con la cabeza. —Voy a comprar más pastelitos, por supuesto. Y luego iremos a mi apartamento.
El comentario hizo que Chuuya casi se atragantara con su propia saliva. —¿Tu apartamento? ¿Por qué ahí?
Ranpo lo miró como si fuera la pregunta más obvia del mundo. —¿Dónde más sería? Allí estaremos solos y cómodos.
Chuuya abrió la boca para responder, pero no encontró las palabras. Su mente saltaba entre pensar en lo que eso significaba y cómo demonios había terminado en esa situación.
Ranpo se levantó con calma, ignorando el nerviosismo evidente en su amigo. —Espera aquí, iré por los pastelitos.
Mientras el castaño se dirigía al mostrador, Chuuya suspiró y apoyó la cabeza en su mano. ¿En qué diablos me he metido?
Ranpo regresó con una pequeña caja en las manos y una sonrisa satisfecha. —Listo, ahora sí. Vámonos.
Chuuya se levantó, intentando aparentar calma, aunque su postura algo rígida lo delataba. Caminaban lado a lado hacia la salida de la cafetería cuando Ranpo, sin perder oportunidad, le lanzó una mirada divertida.
—¿Estás nervioso? —preguntó con tono juguetón, sosteniendo la caja de pastelitos como si fuera el premio de un concurso.
—¿Por qué estaría nervioso? —replicó Chuuya, intentando sonar relajado.
Ranpo arqueó una ceja, claramente disfrutando de la situación. —No sé, tú dime. Estás tan tenso que pareces a punto de explotar.
Chuuya bufó y metió las manos en los bolsillos. —No estoy tenso, imbécil. Estoy perfectamente bien.
—Claro, claro —canturreó Ranpo, alargando las palabras mientras caminaba con un ritmo relajado. —Si esto te pone nervioso, no quiero imaginar cómo te vas a poner cuando lleguemos.
—Cállate.
Ranpo soltó una carcajada, disfrutando al máximo de molestar a Chuuya. Este último intentaba mantener la compostura, pero con cada comentario de Ranpo, sentía que el calor subía a su rostro.
El camino hasta el apartamento no fue largo, pero a Chuuya le pareció una eternidad. Cuando finalmente llegaron, Ranpo sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta con la misma tranquilidad de siempre.
—Bienvenido a mi guarida —dijo Ranpo, haciendo una exagerada reverencia mientras dejaba pasar a Chuuya primero.
El pelirrojo cruzó el umbral, observando el lugar con curiosidad. Era más ordenado de lo que esperaba, aunque aún había detalles que delataban la personalidad despreocupada de Ranpo, como una pila de libros desordenados en la mesa de café.
—¿Quieres algo antes de empezar? —preguntó Ranpo mientras dejaba la caja de pastelitos en la cocina.
Chuuya negó con la cabeza, cruzando los brazos. —Solo hagamos esto y ya.
Ranpo sonrió mientras se acercaba con pasos tranquilos. —Relájate, pelirrojo. Esto va a ser más fácil de lo que crees.
Chuuya tragó saliva, intentando convencerse de que solo era una práctica. Nada más.
Ranpo apenas tuvo tiempo de procesar el movimiento cuando los labios de Chuuya se encontraron con los suyos. Sus ojos se abrieron un poco por la sorpresa, pero no tardó en relajarse, dejando que la sonrisa traviesa volviera a sus labios incluso mientras lo besaban.
Chuuya, por su parte, apretaba con fuerza el cuello de la ropa de Ranpo, como si con eso pudiera controlar la vergüenza que amenazaba con consumirlo. Sus labios se movían con determinación, más para demostrarle algo a Ranpo que para disfrutar el momento.
Cuando finalmente se separaron, el pelirrojo soltó la tela y cruzó los brazos con una expresión desafiante. —¿Y? ¿Algo que decir ahora?
Ranpo lo miró en silencio durante un segundo antes de alzar una ceja, con la misma diversión brillando en sus ojos. —Pues... no estuvo mal. Pero podrías hacerlo mejor.
Chuuya sintió que la sangre le hervía, tanto por la rabia como por la vergüenza. —¿Qué demonios quieres decir con eso?
Ranpo se encogió de hombros, como si fuera lo más obvio del mundo. —Si vamos a hacer esto bien, necesitas relajarte. Parecías más preocupado por callarme que por disfrutarlo.
El comentario hizo que Chuuya lo mirara como si estuviera a punto de golpearlo, pero Ranpo solo se rio mientras se inclinaba hacia él.
—Vamos, pelirrojo. Dame un beso de verdad esta vez. No te detengas en medio del camino.
—Eres un idiota, Ranpo —gruñó Chuuya, pero la determinación en su mirada dejó claro que no iba a retroceder.
Sin pensarlo mucho más, volvió a cerrar la distancia entre ellos, esta vez con más calma, dejando que el momento se desarrollara sin la presión de probar algo. Y para su sorpresa, Ranpo respondió con una suavidad inesperada, guiando el beso con una confianza que lo descolocó.
Cuando se separaron, Ranpo sonrió con satisfacción. —Mucho mejor. Ahora sí parece que sabes lo que haces.
Chuuya lo empujó ligeramente, intentando ocultar el rubor en sus mejillas. —Cállate de una vez.
Ranpo dejó escapar una risa ligera al ver la reacción de Chuuya, y el sonido contagio al pelirrojo, quien terminó soltando una pequeña carcajada. Aprovechando el momento, Ranpo deslizó sus manos hacia la cintura de Chuuya, sujetándolo con suavidad pero firmeza.
Antes de que Chuuya pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, Ranpo se inclinó de nuevo y lo besó, está vez con una mezcla de diversión y tranquilidad.
—Es mejor si lo hacemos muchas veces — murmuró contra los labios ajenos, dejando un beso entre cada palabra — Así... será más natural.
Chuuya titubeó un instante, pero finalmente dejó escapar un suspiro, relajándose ligeramente en el agarre del otro — Supongo que eso tiene sentido.
—Por supuesto que lo tiene — respondió Ranpo, sonriendo contra los labios de Chuuya antes de besarlo nuevamente, esta vez con un poco más intensidad.
Los movimientos se volvieron más fluidos con cada beso, el nerviosismo inicial del pelirrojo disipándose poco a poco. Ranpo podía sentir como Chuuya empezaba a corresponderle con más confianza, y no pudo evitar esbozar una sonrisa de satisfacción mientras correspondían.
—Ves — dijo Ranpo en un tono casi burlón mientras se separaban un poco para tomar aire — ya estás mejorando.
—¿Por qué siempre tienes que decir algo irritante? — se queja Chuuya aunque su voz carecía de verdadero enojo.
—Porque me encanta molestarte— respondió Ranpo con naturalidad antes de volver a besarlo, asegurándose de que está vez Chuuya no tuviera oportunidad de replicar.
•
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top