III
•
03/05
•
El sonido del timbre anunció el final de la última clase, pero Chuuya apenas prestó atención mientras guardaba sus cosas en la mochila. La conversación con Ranpo seguía rondando en su cabeza, haciendo que frunciera el ceño sin darse cuenta.
Estaba seguro de que Ranpo tenía un talento especial para irritarlo y, al mismo tiempo, hacer que todo pareciera razonable. Pero eso no significaba que no fuera molesto.
El mensaje de texto llegó justo cuando salió del aula.
Ranpo: ¿Terminaste? Nos vemos en el café de siempre.
Chuuya suspiró, pero no tardó en responder.
Chuuya: Voy en camino.
No pasó mucho tiempo antes de que entrara al café, encontrando a Ranpo cómodamente instalado en una mesa al fondo, con un pastel en su plato y una malteada en la mano.
—Te gusta aprovecharte de mí, ¿verdad? —saludó Chuuya, dejando su mochila en la silla antes de sentarse.
—No sé de qué hablas. —Ranpo sonrió, llevándose un pedazo de pastel a la boca.
Chuuya apoyó un codo en la mesa, observándolo con una mezcla de cansancio y curiosidad.
—¿Qué quieres ahora?
Ranpo dejó el tenedor a un lado y entrelazó los dedos sobre la mesa.
—Estaba pensando que, si vamos a hacer esto bien, necesitamos pasar más tiempo juntos.
Chuuya parpadeó, confundido.
—¿Qué?
—Es simple. —Ranpo se encogió de hombros, como si estuviera explicando algo obvio.
—Dazai tiene que creer que esto es real. Si de repente aparecemos juntos el día de su cumpleaños sin ninguna señal previa, no será creíble. Pero si empezamos a vernos más seguido, será natural.
Chuuya rodó los ojos.
—Eso suena a una excusa para molestarme más seguido.
Ranpo sonrió, dejando claro que no iba a negarlo.
—Tal vez, pero también es la mejor forma de hacer que esto funcione. Además... —se inclinó un poco hacia adelante—. ¿No te parece divertido darle algo de qué hablar a la gente?
Chuuya lo fulminó con la mirada, pero sabía que Ranpo tenía razón.
—Está bien, pero no abuses de mi paciencia.
—¿Yo? Nunca. —Ranpo tomó su malteada, satisfecho consigo mismo.
Chuuya suspiró, preguntándose en qué momento su vida se había vuelto tan complicada.
—Genial, deberíamos empezar por besarnos, ¿tú qué dices?
A este punto de su larga trayectoria como amigos Chuuya ya debería haberse acostumbrado a la falta de filtros de Ranpo, pero aquellas palabras en específico lo descolocaron.
—¿Qué demonios acabas de decir? —preguntó Chuuya, inclinándose ligeramente hacia adelante, como si hubiera oído mal.
Ranpo se encogió de hombros con total tranquilidad, como si acabara de proponer algo tan simple como pedir otro pastel.
—Dije que deberíamos empezar por besarnos. Si vamos a hacer esto creíble, deberíamos al menos practicar un poco, ¿no crees?
El pelirrojo lo miró como si le hubieran salido dos cabezas.
—¿Estás loco?
Ranpo tomó otro sorbo de su malteada antes de responder.
—Mira, no estoy diciendo que nos lancemos aquí mismo —explicó, haciendo un gesto con la mano para calmarlo—. Pero si queremos que Dazai se lo trague, tenemos que actuar cómodos el uno con el otro. Y si eso incluye besarnos, mejor que no parezca tu primer beso, ¿no?
Chuuya sintió cómo su cara comenzaba a calentarse, aunque no estaba seguro si era por la propuesta o por la forma tan casual en que Ranpo la hacía.
—¿Siempre eres así de descarado?
Ranpo sonrió, divertido.
—Solo cuando estoy en buena compañía.
Chuuya dejó escapar un suspiro frustrado, llevándose una mano al puente de la nariz.
—¿Sabes qué? Vamos a ignorar esa idea por ahora.
—Por ahora —repitió Ranpo con una sonrisa traviesa, claramente satisfecho con haber plantado la semilla en la mente de Chuuya.
El pelirrojo se puso de pie, recogiendo su mochila de la silla.
—Creo que he tenido suficiente de tus estupideces por un día. Nos vemos luego.
—Cuando quieras practicar, avísame. —Ranpo le guiñó un ojo, ganándose un bufido de Chuuya mientras se marchaba del café.
Mientras caminaba hacia su motocicleta, Chuuya se obligó a ignorar el calor que todavía sentía en las mejillas. Ranpo definitivamente era una mala influencia... pero, maldición, sabía cómo hacer que las cosas fueran interesantes.
Una vez ingresó a su casa pudo notar lo silencioso que estaba, eso solo podía significar que Verlaine aún no había regresado, se sacó los zapatos y se dirigió a la cocina.
Fue por agua helada pero el sonido de su teléfono lo distrajo.
Ranpo: Oye, adivina lo que me acabo de enterar.
Diablos, ese mensaje no podía significar nada bueno.
Chuuya: Dime, ¿de qué se trata?
Esperaba que su respuesta no delatase tanto que estaba interesado.
Ranpo: Al parecer tu amado ex novio, ya le presento a nuestros papás a mi nueva cuñada.
La respuesta hizo que Chuuya casi dejara caer el vaso de agua que tenía en las manos. Su ex novio había perdido el poco respeto que le quedaba por completo.
Chuuya: ¿Qué?
No tardó mucho en recibir otra respuesta.
Ranpo: Así como lo lees. Supongo que eso significa que su relación es seria... al menos por ahora.
El pelirrojo cerró los ojos con fuerza, conteniendo la rabia que se acumulaba en su pecho. ¿Cómo podía ser tan descarado? Había pasado poco más de una semana desde que lo había confrontado, y ya estaba mostrando a esa persona como si nada.
Chuuya: No puedo creerlo.
Ranpo: Yo sí. ¿Qué esperabas de alguien como él?
Apretando los dientes, Chuuya dejó el vaso en la mesa y se dejó caer en una de las sillas de la cocina. ¿Qué estaba esperando realmente? Era obvio que Dazai no tenía ni un gramo de remordimiento.
Chuuya: Ese malnacido no pierde el tiempo, ¿eh?
Ranpo: Parece que no. Pero oye, esto solo hace que tu plan sea aún más necesario. ¿O vas a dejar que él siga teniendo la última palabra?
Chuuya suspiró, dejando caer la cabeza contra la mesa. Ranpo tenía razón, por más que le doliera admitirlo.
Chuuya: No voy a dejarlo salirse con la suya, eso tenlo claro.
Ranpo: Eso me gusta oír. Ahora, ¿sigues pensando en buscar otro candidato? Porque, honestamente, no hay nadie mejor que yo para esta misión.
El pelirrojo apretó los labios y respondió antes de siquiera pensarlo demasiado.
Chuuya: Ya veremos, Ranpo.
Ranpo: Oh, lo veremos, Chuuya. Lo veremos.
El tono de suficiencia en el mensaje hizo que Chuuya soltara un bufido frustrado, pero no pudo evitar que una ligera sonrisa se asomara en sus labios. Ranpo podía ser un idiota, pero al menos era un idiota útil.
Chuuya llenó el vaso con calma, tratando de enfriar no solo el agua, sino también sus pensamientos. Bebió despacio, dejando que el líquido helado calmara la furia que aún hervía dentro de él. Una vez que el vaso estuvo vacío, lo dejó en la mesa y, sin pensarlo demasiado, agarró su teléfono.
Chuuya: Está bien, maldita sea... ¿cuándo quieres empezar con la "práctica"?
Se mordió el labio después de enviar el mensaje, sintiendo que había cedido a un juego que ni siquiera estaba seguro de querer jugar. No pasó mucho tiempo antes de que Ranpo respondiera.
Ranpo: ¿Así de rápido cambias de opinión? ¿Estás tan emocionado por besarme?
El pelirrojo rodó los ojos, dejando escapar un resoplido de frustración.
Chuuya: Solo contesta.
Ranpo: Mañana después de clases. Ven al café de siempre.
Chuuya apretó los labios, dándose cuenta de que no había vuelta atrás.
Chuuya: Bien.
Ranpo: Oh, y Chuuya... prepárate. Te aseguro que va a ser divertido.
Chuuya lanzó el teléfono sobre la mesa con un bufido. Ranpo estaba disfrutando esto demasiado, pero si tenía que soportar su actitud para llevar a cabo el plan, lo haría.
Mientras se dirigía a su habitación, se repetía a sí mismo que esto solo era un medio para un fin. Sin embargo, no pudo evitar sentir una ligera inquietud en el fondo de su pecho, una que no estaba seguro de querer descifrar.
•
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top