Cinco
Hijo.
Hijo...
Tuvo un hijo con esa mujer... No podía ser verdad, seguramente esa maldita mujer había encontrado la forma de conseguir su dirección en España, y para volver a atormentarlo le escribió esa carta.
—Es eso, ella solo quiere volver a hacerme daño.—Dijo arrugando más la carta que tenia en la mano, la rompió y la tiro en el bote de basura que tenía en la cocina. Negó con la cabeza en repetidas ocasiones.
—No voy a permitir que esa maldita... No.—No tenía tiempo para pensar en eso, ahora su prioridad era cuidar de su compañero de equipo.
Escucho unos pasitos descalzos bajar desde las escaleras, se limpio rápidamente cualquier rastro de lágrimas.
Gavi cruzo el marco de la puerta de la cocina, su cabello apuntando a todos lados y con su oso colgando de su mano.
—No deberías estar descalzo, el piso esta frío podrías enfermarte.—Dijo Marc viendo de forma tierna como el menor se restregaba su ojo. La carta había pasado a segundo plano con esa imagen.
—Buenos días Marc.
—Buenos días, ¿Un poco de leche caliente y panes de maní?—Pregunto viendo que el menor asentía encantando con la idea.
—Bien, siéntate, hoy no iremos al entrenamiento, le avise a Hansi de lo que pasó a noche, dijo que es mejor que te quedes un par de días en casa.
Gavi asintió lentamente, aún no entendía por qué esos hombres lo estaban buscando.
—Después de desayunar iremos a que des tu declaración, después haremos lo que quieras, podemos ir a comer algo, ver algo aquí en la casa, o salir a alguna parte.
—Marc.
—Dime.
—Era en serio lo que te dije a noche.
—Lo sé, no es algo grato lo que diré, pero esa clase de situaciones son normales en nuestro mundo, incluso no es el primer caso de secuestró que hubiera sucedido en el club.
—No, Marc, no lo entiendes, no iban a secuestrarme por dinero... Ellos, dijeron algo extraño, no hablaban muy bien el español, pero dijeron que iban a llevarme a casa, a mi casa.
—Jein, dejarnos algo así.
—¿Heim?
—Eso, era eso.
—Hablaban alemán...
Marc no se separo de él en ningún momento mientras Gavi daba su declaración, le había dicho que omitiera la parte de que esos hombres le habían dicho. Era mejor así, se encargaría de eso, y solo hay una persona que puede darle información.
Apago su celular cuando vio a Gavi estrechar la mano del oficial a cargo de declarar, segundos después el menor salía de la sala.
—¿Todo bien?
—Mmje.—Asintió con la cabeza, Marc le dio un abrazo y un pequeño beso en la cabeza.
—Tranquilo, confía en mi, no voy a dejar que nada te pase, vamos, te invito a comer algo.
—Esta bien, pero primero quiero ir a mi departamento, quiero algo de ropa y mis cosas personales.
Su vida no fue fácil, su primer recuerdo era de él llorando en una de las esquinas del orfanato, en realidad... Casi todos sus recuerdos eran así.
Los trabajadores del lugar lo evitaban como si él tuviera la peste, los otros niños estaban cada uno en sus mundos, hubo una época en la que quería hacer amigos, pero... Cada amigo nuevo que hacía, en poco tiempo era adoptado y él tenía que verlo ir y nunca más volver.
Se portaba bien, no era un niño problemático, nunca desobedecia una orden, pero nunca fue adoptado, no importaba cuánto se esmerarse por siempre estar bien vestido y con sus manitas limpias.
Ninguna pareja lo quería, cuando cumplió doce se rindió, se dijo que ya era lo suficientemente grande para que alguien lo quisiera adoptar, entonces Laporta llego.
Había llegado con un disfraz de Santa Claus, con su enorme barriga y una gran bolsa de tela repleta de regalos en su espalda.
El sabía que habían muchos niños más pequeños que él, y solo pensar que uno podría quedarse sin un regalo, eso le impulso a irse al patio del fondo, él ya era grande, no necesitaba de un juguete, además el único juguete que quería, ya lo tenía, lo había hecho él mismo, de las hojas que unos encargados habían tirado, él las había juntado e hizo un balón.
Pero de algún modo, Laporta lo había visto, lo vio dominar ese imperfecto balón como si fuera un mago.
Recuerda que los encargados se habían rehusado mucho a dejarlo ir de Sevilla, pero al final, antes de cumplir sus trece años, ya formaba parte de la Masía.
—Herr.
—Spricht.
—Die Männer konnten den Jungen nicht bringen, jetzt ist er bei Marc.
—¿Weiß Marc, wer Pablo ist?
—Nein.
—Nun, töte die Nutzlosen, die kein einfaches Kind mitbringen konnten, und schicke andere, ich will das Kind hierher.
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