Capitulo 5

-¡Buenos días!- diría Colette entrando al establecimiento.

-Hola...- diría Edgar mientras veía su teléfono.

-Mmh, ya despegate del celular cinco minutos...

-Es lo único que me salva de caer en la locura en este trabajo...

-Exagerado... ¡Hey! Yo soy quien te salva de caer en la locura, gracias a mi tienes alguien con quién hablar.

-En realidad eres quien me hace caer en la locura...

-Mmh, graciosito- diría Colette con sarcasmo.

-¿Verdad que si?

El tiempo pasó con regularidad, hasta que Colette empezó a hablar.

-Oye Edgar.

-¿Qué pasa?- pregunta el chico con un tono de voz indiferente.

-¿Recuerdas el trato de ayer?- dice la peliblanca con una sonrisa.

-¿Trato?

-¡Si! Te perdonaba si hoy salíamos...

-Yo nunca te dije que si, tengo mejores cosas que hacer.

-Mmh, ¿Cómo qué?

-Pues... Cosas...- responde el chico intentando inventar algo.

-¿Ves? Estás desocupado, nada te cuesta salir después del trabajo conmigo.

-¿Y para qué quieres salir?

-¿Cómo que para qué? ¡Para pasar el rato! No seas amargado- insiste Colette.

-En primer lugar, ¿A dónde iríamos?

-Mmh... No lo sé, tu dime.

-Tú lo planeaste...- responde Edgar.

Al final no llegaron a ningún acuerdo, pero Colette no se rendiría tan fácil.

-Andale... No seas así...

-Ahhh, ¿Si salimos me dejarás tranquilo lo que queda de turno?

-¡Si! Te lo prometo- responde con una sonrisa-. Estaré organizando unas cosas.

Después de decir eso, Colette se dirigió el almacén dejándolo solo. Estaba un poco cansado y realmente no quería salir, pero ya le había dicho que si.

Pasaron las horas y finalmente llegó la hora. Para Colette era una ansiada salida, para Edgar sería una maldición.

-¿A dónde vamos?- dice Colette mientras ambos empiezan a caminar.

-Mmh... Son las siete de la noche, ¿Qué lugar sería bueno?

-Te complicas mucho, ¿Qué tal si vamos a un café? Para pasar el rato.

-Bueno... vamos.

Ambos caminarían hasta llegar a uno que estaba a algunas cuadras de la tienda de regalos. Al llegar ambos harían su pedido y se sentarían.

-Que lindo lugar, nunca había estado aquí.

-Yo solía venir aquí con mis padres- dice Edgar mientras ve por la ventana.

-¡Que lindo! ¿Y hace cuánto que no vienen?

-Pues... Desde hace un año yo creo.

-Oh, ¿Por qué?

-Pues... No tengo una muy buena relación con ellos...- dice Edgar con un tono un poco serio.

-Oh... Perdón por preguntar.

-Nah, no te preocupes- Edgar continuaba viendo por la ventana.

-¿Y desde cuanto vives aquí? En esta ciudad.

-Toda mi vida ¿Y tú?- pregunta Edgar.

-Yo no vivo aquí... Soy de San Miguel.

-Mmh... Ni idea- responde Edgar.

-Un pueblito cerca de aquí, está bonito.

-Genial... ¿Desde cuando vives ahí?

-Oh, pues hace tres años vine a vivir con mi abuela, pero falleció hace un año.

-Que mal... ¿Entonces vives sola?

-Si, a veces da un poco de miedo, pero ya me acostumbré- responde Colette.

Su conversación es interrumpida por la mesera, que les trae su pedido. Ambos le agradecen y continúan su plática.

-Hoy estuvo un poco pesado el día ¿No crees?- pregunta Colette ya sin saber qué conversar.

-Un poco... Que lindo sería que Griff hiciera algo más que estar ordenando cada cinco minutos.

-¿Verdad que si? Pero ni modo, es el único trabajo que encontré- dice la peliblanca.

-Lo mismo digo, todos los lugares a los que iba ya habían encontrado personal.

-Hey, y nunca me agradeciste por ayudarte con el trabajo.

-Gracias por hacer que nos exploten laboralmente a los dos- dice Edgar burlándose.

-De nada, jaja- responde la peliblanca.

Ambos continuaron platicando un rato, hasta que llegaron las nueve de la noche y decidieron marcharse.

Edgar acompañó a Colette hasta donde esperaría el bus, pues ya era más noche.

-Me la pasé muy bien- responde la chica con una sonrisa.

-Me alegro...- responde el chico.

-¿Y tú cómo te la pasaste?

-Mmh, bien también.

-Deberíamos repetirlo otro día, ¿No?

-Si, quizá un sábado para no estarnos tan tarde.

Ambos se despidieron. Tras un tiempo, Colette por fin llegó a su casa. Al entrar sintió la misma sensación de siempre.

-Se siente... Muy solo- piensa mientras cierra la puerta de la casa-. No me vendría mal una compañia... Quizá una mascota.

La chica se alistaría para irse a dormir, cuando le llegaría un mensaje.

-¿Quien era el chico?- decía el mensaje de su mejor amiga, Piper.

-¿Nos viste?- responde Colette.

-¡Si! Iba pasando por la cafetería y los ví... ¿Es tu compañero del que me hablaste?

-Si, salimos un rato.

-¡Que bueno! ¿Y qué tal?

-Pues me la pasé bastante bien, platicamos un rato.

-¿Es lindo?- pregunta la rubia.

-Yo qué sé. Simplemente salimos como amigos, tranquila.

-Mmh, te creeré. Eso era todo, buenas noches, descansa.

-¡Adiós! Descansa.

Ambas se despedirían y por fin Colette se acostaría preparándose para dormir.

-Es lindo, pero es muy... Raro... ¡Y grosero!- pensaba la chica mientras veía el techo-. Además... Nunca he tenido novio, no sé nada de eso...

Volteó a ver a su ventana, el cielo en su pueblo se veía bastante estrellado.

-Quiza... ¡No! Solo estoy delirando- dice acomodándose para dormir.

Por otra parte, el chico también pensaba algunas cosas.

-Pensé que la salida resultaría peor... Creo que estuvo bien- decía el chico mientras jugaba un videojuego con Fang.

-Deberías intentar conocerla mejor, ¿Qué tal si coinciden en muchas cosas?

-Somos muy distintos, demasiado.

-No tiene nada de malo, hasta le da más emoción.

-No lo sé, realmente no estoy interesado en ese tema- decía mientras mataba a Fang en el videojuego-. Fua, no sabes jugar.

-¡Cállate! No es justo, tu personaje se cura mientras me ataca.

-No es mi culpa que el tuyo ataque con un zapato, ridículo.

-¡Es genial! Es... Zapatillatsu.

-Nunca vas a tener novia.

-La verdad, cualquiera que juegue a esto nunca va a tener novia...

Ambos jugarían hasta que se quedarían dormidos. Se quedaron aproximadamente hasta las tres de la mañana jugando.

Al día siguiente, Edgar entraría a la tienda mientras su compañera se le quedaba mirando.

-¿Otra vez te desvelaste jugando?

-Si...- decía con un bostezo.

-¿Algún día dormirás las horas correctas?

-Jamás- responde antes de sentarse en el mostrador.

-Por eso tienes esas ojeras- dice con una risita la peliblanca.

-Tú también tienes- responde el chico.

-Pero... Bueno, tienes razón.

Ambos continuaron su trabajo, hasta que llegó la hora del descanso. La peliblanca mientras comía su almuerzo se le acercó a Edgar.

-¡Hola!- decía mientras se sentaba junto a él.

-Hola... ¿Quieres?- pregunta ofreciéndole papas fritas.

-No, gracias... Solo venía a platicar.

-Mmh... ¿De qué?- pregunta el pelinegro.

-¡No lo sé!... Cuéntame de ti, estoy aburrida.

-Pues... pregunta lo que quieras.

-Mmh... ¿Qué tipo de música te gusta?

-Pues escucho de todo, pero principalmente me gustan los Bad randoms.

-¿¡En serio!? ¡A mí me encantan!- dice la chica.

-Genial... va a haber un concierto en una semana aquí ¿Sabías?

-¡Si! Pero no alcancé boletos- decía Colette un poco desanimada.

-Que mal, yo voy a ir con mis amigos... Si les sobra un boleto te invito...

-¿En serio? Muchas gracias- dice la peliblanca con una sonrisa.

Ambos vieron el reloj, ya se había acabado su descanso y tenían que volver al trabajo. El día pasó con bastante rapidez y ambos se fueron a sus casas.

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Fin del capítulo.

Espero que les haya gustado, los capítulos están muy cortos, es que he tenido algunas dificultades para escribir, pero de igual manera intentare hacerlos más largos.

¡Nos vemos! =)

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