Capítulo 8
Habían pasado dos semanas desde aquel beso que SeHun le encajó y tanto le gustó.
No habían hablado de ello, claro que no. Pero sí lo habían repetido.
Se sentía lindo, puesto que SeHun no era alguien muy cariñoso o algo así, usualmente solía estar serio y responder de forma seca, aunque esto último aún lo hacía, pero siempre le enviaba mensajes para ver si había llegado bien a casa, si había comido, sobre su estado de ánimo, salud y entre otros.
En persona igual solía preguntárselo, pero prefería apreciar al chico gardenia con detenimiento, mientras tomaba su mano y se recostaba en sus piernas.
— Oh, ¿todavía no follaron? — Dijo BaekHyun.
— ¡No! — Rió — Vamos, no todo gira en torno al sexo, idiota.
— Pero apuesto que te mueres por tenerlo dentro. — Dijo con voz graciosa — ¡Oh, mecánico, lléname de aceite, papito rico! — Hizo un intento de imitar la voz de JunMyeon.
— ¡Hey! ¡Detente! — Comenzó a reírse con fuerza, BaekHyun era todo un caso.
— No, pero en serio, ¿sólo besos?
— Y siestas, muuuy largas siestas. — Sonrió — Hace tiempo que no dormía tan bien.
— Eso es genial, ¿y cómo llevas tus horarios de desayuno, almuerzo, merienda y cena? — Preguntó como siempre.
Ellos eran mejores amigos desde jardín de infantes, y sabía lo colgado que podía ser en cuanto a su cuerpo. Siempre que pudo trató de hacer que cambiara sus horarios para mejor, pero hasta el día de hoy no podía.
— De hecho, he estado comiendo bien. — Pensó — SeHun cocina rico, y cuando no está conmigo suele mandar algún recordatorio de que debo comer o algo así...
— Ah, ¿y a él si le haces caso? — Se tocó el pecho — Maldito enano desgraciado...
— Es distinto... Sólo, no sé... — Rió— Si yo te digo, Baek no hagas chistes sexuales tú me dirás "Okay no lo haré" y luego harás uno, pero si ChanYeol o JongIn te dicen "No lo hagas" puedo dar fe que no lo harás.
— En realidad, seguiría haciéndolo porque esos chistes son parte de mi. — Rió — Pero entiendo tu punto, y sé que yo haría lo mismo.
— En fin, te dejo porque SeHun tuvo que ir de emergencia a la ciudad por unos repuestos y debo darle de comer a Gyu. — Suspiró — Me dijo que a eso de las cinco ya estaría aquí.
— Ow, hasta tienes sus llaves, qué lindos son.
— Cualquiera podría tener su llave porque está debajo del mugroso tapete de la entrada. — Negó, debería decirle nuevamente que aquel no era un lugar seguro para dejarla.
Se dijeron un par de palabras más antes de que JunMyeon colgara la llamada y tomara las llaves de su auto.
— Bien, si todo sale como planeo, la merienda estará lista para las cinco. — Bostezó una vez entró a la casa de SeHun.
Todo estaba en órden y en eso apareció Gyu corriendo hacia él, sentándolo en el piso.
— Mierda, Gyu, yo te quiero pero no eres pequeñito. Yo sí. — Acarició su cabeza cuando se levantó del suelo.
El perro simplemente se puso a saltar y a extender su cabeza para recibir más cariñitos. En cierta forma era igual a SeHun cuando le tomaba las manos y le decía que jugara con su cabello.
Alimentó a Gyu en la ración que Oh le había indicado y esperó a que él terminara de comer para acostarse en el sofá.
Unos minutos después, sintió peso sobre él y se percató de que era el perro, acomodándose sobre él como si fuera una cama. No se quejó porque así estaba calentito.
Se despertó unas horas después debido a la alarma que había puesto previamente y miró la hora para ver cuál de todas era.
— Son las cinco menos diez, perfecto. — Sonrió estirándose — Voy a preparar algo, tú sigue durmiendo si quieres. — Le dijo al cachorro que lo miraba con ojos cansados.
Puso manos a la obra y sacó lo que llevaba en su mochila. Iba a hacer su especialidad, sándwiches de queso, lechuga, tomate y mayonesa.
Mentiría si dijese que no estaba tan acostumbrado a preparar aquello que los terminó antes de las cinco en punto. Se encogió de hombros y comenzó a poner servilletas, además de servir jugo de naranja.
— Bien, cuando llegue SeHun te daré un sándwich. Antes no. — Miró fijamente al perro sentado a su lado, que soltó un quejido al entender que no habrían sándwiches antes.
Pasaron al menos quince minutos antes de que sonara la puerta de la entrada, anunciando que alguien venía entrando. El perro salió corriendo por el pasillo.
— ¡Gyu! — Esa fue la voz de SeHun — ¿Vino JunMyeon a darte comida?
— ¿Tú qué crees? — Dijo el castaño.
— Que le diste demás. — Rió — Gyu está hinchado como una vaca.
— No es mi culpa que tu perro me haga ojitos, no pude resistirme.
— Lo sé, lleva tiempo aprender a decirle que no. — Se encogió de hombros.
— Hice la merienda, porque la vez pasada pagaste tú, así que me tocaba a mí. — Sonrió.
— Mentiroso, siempre pagas todo tú, no me dejas siquiera sacar mi billetera porque tú ya diste cincuenta cheques.
— ¿Qué tiene de malo que yo pague?
— Nada, enano... — Le revolvió el pelo.— Pero déjame pagar a mi también.
— No soy enano, tú eres demasiado alto que es distinto. — Se cruzó de brazos.
— Como digas. — Besó su frente — Mi estómago pide a gritos comida, vamos a comer.
Y así, los tres se sentaron a la mesa. Aunque recibió sólo dos sándwiches, puesto que a SeHun no le gustaba malcriarlo tanto.
— ¿Para cuándo es el auto que estás arreglando ahora? — Preguntó.
— Es para la semana que viene. — Se encogió de hombros — Es de la madre de Yixing. — Ahí volvió el gesto de su lengua.
— ¿Por qué haces esa cara? ¿Acaso te peleaste con la mamá de Yixing? — Rió, sabiendo perfectamente por qué era aquella cara.
Durante el mes que llevaba conociéndolo, se había dado cuenta de que solía poner esa expresión cuando se ponía celoso. Se percató de que Yixing no le gustaba desde que lo vió besándole muy cerca de la boca.
— No. — Fue seco nuevamente.
— ¿Por qué frunces el ceño, entonces? — Rió.
— Nada. — Se limpió la boca con el repasador — Provecho. — Se paró de la mesa y se fue en dirección a la sala de estar.
JunMyeon comenzó a reírse antes de pararse él también e ir hacia la sala de estar. Fue corriendo hasta el sofá y se arrojó sobre el pelinegro, no haciéndole mucho puesto que para SeHun, JunMyeon era casi tan liviano como un saco de plumas.
— ¿Será que estás celoso? — Se acomodó en su regazo como si fuese un bebé, colgándose de su cuello.
— No. — Su rostro era serio.
— Entonces, Yixing me invitó a cenar a su casa mañana. ¿No tienes problemas, verdad? — Continuó molestándolo.
Bien, aquello no era mentira, Yixing sí lo había invitado pero lo había rechazado con todas las letras.
— Haz lo que quieras. — Bufó, y se quedó así por cinco minutos hasta que volvió a hablar — No, ¿Sabes qué? Sí, tengo un problema.
— Ah, ¿sí? — Acarició suavemente su mejilla — Dímelo.
— No quiero que vayas con Yixing, porque él quiere besarte y yo no quiero que otra persona te bese. — Lo miró fijo.
— ¿Y si yo lo quisiera? — SeHun se acercó más a él.
Mierda, no podía estar celoso de un chico de secundaria.
— ¿De verdad lo quieres? — Preguntó, su respiración fusionándose con la del castaño.
— ¿Qué harías si te digo que sí? — Rió sobre sus labios y SeHun terminó por besarlo con fuerza, llegando a tironear un poco su cabello y hacerlo jadear levemente.
— Te besaría hasta que cambies de opinión. — Volvió a besarlo.
Estuvieron en aquella posición hasta que dieron las siete de la tarde y decidieron que era mejor acostarse a dormir, con Gyu a los pies.
JunMyeon adoraba la sensación de los grandes brazos de SeHun abrazándolo, tanto que quería quedarse allí por siempre.
— ¿Te dormiste? — Preguntó Oh.
Decidió no contestarle y fingir que sí, por lo que se quedó quieto mientras que a la vez, sus ojos se iban cerrando.
— Me gustas, chico gardenia. — Envolvió su cintura y se acomodó en su cuello — Me gustas mucho.
— Tú también. — Contestó bajito antes de sucumbir al sueño, sin percatarse de cómo lo había llamado el menor.
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