XXXVIII. Historias antes de Navidad (+18)


🌟Advertencias: Hay una escena de mamadas e.e 


Llevó un dedo al ojo derecho para rascarse y al mismo tiempo pegar un largo bostezo, se había quedado leyendo hasta tarde la noche anterior. Aun se sentía algo agripado, pero ya estaba lo suficientemente sano para hacer su vida de manera normal.

Le tomó un par de días recuperarse, días que se le hicieron eternos y en los que Haibara no dejó de realizarle pruebas y llenarlo de pastillas. Ya comenzaba a sentirse como un drogadicto.

De Kaito sabía muy poco. No podían llevar una conversación fluida ni siquiera por mensajes de texto, tanto por la diferencia de horario como por el estado de salud del detective.

Existían intervalos de horas entre un mensaje y otro.

Shinichi se aburría de hablarle, ya que cada vez que le preguntaba una cosa, el otro le respondía con algo relacionado a otro tema o simplemente le enviaba fotos de lo que estaba comiendo, de algún programa que estaba viendo por televisión o ardillas saltando entre los árboles y palomas que rascaban sus plumas en algún parque.

Casi daba por hecho que junto a su madre lo estaban pasando de maravilla sin su presencia. Y confirmó que llegaron a un nivel más alto de confianza cuando el mago le envió a Shinichi una fotografía de cuando era un bebé, haciéndole saber que se veía realmente adorable.

Lo maldijo para sus adentros y también a su madre, por enseñarle quizás que cosas más.

Acomodó la espalda en el asiento y miró por la ventana el cielo en total oscuridad y rodeado de nubes, fue cerrando de a poco sus ojos y se dejó mecer por el molesto ruido del motor del avión, esperando tener un viaje sin inconvenientes.  

Al aterrizar en el aeropuerto, miró su reloj y se apresuró en salir a la calle para tomar un taxi y llegar lo más pronto posible. Había pasado tiempo desde que no visitaba a sus padres, incluso el lugar le pareció más grande de lo habitual.

Llamó tocando el timbre y quien le abrió fue su madre.

-¡Shin-chan! -lo saludó ella sonriente, sin darle tiempo de reclamarle, ya que nadie lo había ido a recoger.

-Buenas tardes –fue lo único que dijo cuando entró.

Observó el interior, todo estaba como lo recordaba, salvo por la ornamentación navideña, cosa que a él le pareció un exceso. Luces de colores por todas partes, toda clase de adornos de Santa, renos y muñecos de nieve, un gran árbol de navidad en una esquina y un olor a galletas de jengibre que le abrieron un poco el apetito. Se notaba demasiado la influencia extranjera que había adquirido.

-¡Qué frío eres! ¿Así saludas a tu madre después de tanto tiempo?

Rodó los ojos y dejó el equipaje a un lado –No exageres, no ha sido tanto tiempo ¿Dónde está papá? -preguntó.

-En su oficina -apuntó moviendo la cabeza y calmó su entusiasmo al ver que su hijo no mostraba mayor interés, procedió a cuestionarle -¿No vas a preguntar por tu novio?

-Tch.

La miró de golpe, intentando ocultar que le había dado vergüenza haciéndose el enojado. Esos breves segundos lo hicieron darse cuenta de un minúsculo detalle que lo dejó pensativo.

Miró directamente a los pies de su madre, no estaba llevando tacones -¿Por qué estás tan alta?

-¿Eh? -soltó inocente -¡Nada de eso! Puede ser que tu hayas encogido.

Shinichi abrió un poco más los ojos y con curiosidad se acercó a ella, tocándose el mentón y evaluándola a fondo.

Sin mucha delicadeza le jaló el cabello, logrando que la peluca cayera al suelo, revelando la verdadera identidad de cierta persona.

-¡Tonto! ¡Ya deja de jugar! -intentó darle un manotazo, mientras Kaito se quitaba entre risas el resto de la máscara -¡Y tú sal de ahí! Sé que estás escondida...mamá.

Tal como dijo, su madre salió riendo y se acercó a saludar a su hijo.

-¡Shin-chan!

-Shin-chan –la imitó con tono molesto –Ya veo que tuvieron bastante tiempo libre.

-Tenías razón. Creí que le tomaría menos tiempo descubrirlo -confesó Kaito mirando a Yukiko.

Ella le sonrió -Te lo dije, era un disfraz casi perfecto.

-¿Ya la tuteas? -preguntó el detective.

-Ella me lo pidió.

Ahora miró a su madre.

-¿Cuál es el problema? -le dedicó una dulce sonrisa a Kuroba -Además, me hace sentir más joven.

El detective volvió a acercarse a Kaito para propinarle un golpe.

-¡Ten cuidado! -gritó cubriéndose con cuidado las manos –Me tomó trabajo hacerme las uñas.

Shinichi se fijó en la manicura que llevaba puesta. Definitivamente el par había tenido demasiado en que entretenerse en su ausencia y si se ponía a pensar, eso le aterraba un poco.

Luego de la cálida bienvenida, si es que podía llamarse así, y de saludar a su padre, optó por tomar una ducha, para relajarse y quitarse la sensación de viaje y aeropuertos.

Una vez que estuvo listo, se sentaron todos a cenar.

-¿No tuviste ningún inconveniente? -preguntó su padre.

Estaba tan hambriento que respondió con la boca llena de comida.

-Fuera del robo de un teléfono celular al interior del avión -se llevó el vaso de agua a la boca para ayudar a bajar lo que tenía en la boca –Ninguno.

-No hables con la boca llena –Yukiko le llamó la atención.

-¿O sea que no murió nadie? -habló Kaito con una expresión teatral –Eso solo puede ser un milagro de Navidad ¡Ay! ¡No me patees! -se quejó recibiendo un puntapié por debajo de la mesa.

Shinichi lo miraba desde el otro extremo con las cejas fruncidas.

-Hablando de milagros ¿Cuánto tiempo tienes para volver a tu cuerpo de niño? -se interesó Yusaku.

-Hasta el mediodía de mañana.

-¿Seguro? Normalmente los hechizos duran hasta media noche -bromeó el mago.

Su madre miró sutilmente a su esposo y luego la pareja.

-¿No quieren salir a dar una vuelta? -propuso –Debido a las fechas hay varios lugares que podrían visitar.

Esta vez, Kaito miró a Shinichi, no quería obligarlo a nada. Sabía que debía estar cansado por el viaje y que recién se estaba recuperando. Pero entendía que podrían existir otras intenciones con respecto a la propuesta.

-No lo sé ¿Tú que dices? ¿Estás muy cansado?

Siendo honesto, no se sentía muy cansado para salir y caminar un rato. Pensándolo bien, no era mala idea pasar un rato a solas con Kaito, sobre todo porque como había dicho, le quedaban pocas horas para volver a su cuerpo de niño y había hecho un trato con Haibara, tenía los antídotos contados para transformarse en adulto.

-Solo si es un paseo tranquilo -aceptó, aunque ahora tuviera que volver a cambiarse la cómoda ropa que se había puesto.

-Está bien. Tú puedes cambiarte de ropa –Kaito se llevó el último bocado de comida que le quedaba en el palto y se puso de pie –Yo necesito arreglar un asunto. Te veo en un rato.

Sin explicar a donde y que haría, se perdió de vista.  

Shinichi llegó al lugar que Kaito le había indicado. Miró el edificio y su teléfono, asegurándose de que estaba en la ubicación correcta. A las afueras, había una aglomeración de gente, en su mayoría joven. Todos vestidos con ropas de fiesta, pero adecuadas para el clima invernal.

En un extremo, había una fila que parecía no avanzar, luces saliendo del interior del edifico y el ruido era una mezcla entre la gente y música lejana que era apenas audible desde el interior.

Se acomodó el traje con algo de incomodidad. No solía frecuentar ese tipo de lugares y el hecho de que Kaito le haya pedido que se vistiera con algo bonito y que lo esperara a la salida, no hizo más que aumentar su curiosidad.

Y no exageraba, llevaba un buen rato esperando. Sintió su teléfono vibrar, se trataba de un mensaje del mago.

"Ya estoy aquí"

Intentó divisarlo entre la multitud, se puso de puntitas hasta que finalmente lo encontró.

Llevaba una ropa diferente a la que traía en casa, bastante llamativa, una gran diferencia de lo que podía ser llamativo en Japón.

Se veía realmente bien y Shinichi podía jurar que sobresalía entre los demás. Tan lindo físicamente y con aquella sonrisa amigable tan característica de él.

Sus miradas se encontraron y Kaito esbozó una sonrisa mucho más amplia cuando se aproximó a él.

-Hola –lo saludó sin poder contener su alegría, como si no se hubiesen visto antes.

-¿Qué tal? -Shinichi devolvió el saludo intentando ocultar su emoción. Le habían entrado unas ganas inmensas de abrazarlo.

Kaito soltó una risa –Sígueme, no hay necesidad de hacer la fila.

-¿Vamos a entrar? -le preguntó, aunque la respuesta era más que obvia.

-Así es –le hizo un gesto con la mano para que lo siguiera hasta la puerta de entrada – Y mi querido detective tiene acceso VIP.

Se preocupó -¿No pensarás colarte por el tejado o algo similar?

-Nada de eso –le explicó -Soy amigo de la gente que trabaja aquí -se aproximó al guardia que estaba en la puerta -¡Hola Doug! -lo saludó en inglés.

El hombre, al ser más alto y corpulento miró hacia abajo.

-¡Kaito! -se sorprendió -No creí volver a verte por aquí.

Rio de manera nerviosa –Digamos que las deudas y los conflictos quedaron resueltos.

-Me da gusto. Espero verte más seguido –les abrió una de las puertas -¿Vienes con él? -preguntó apuntando a Shinichi.

Sí. Vengo solo con él.

Kudō pudo notar que había hecho un sutil enfoque en la palabra 'solo' y que intercambiaron miradas cómplices.

El interior era el típico escenario de ese tipo de recintos, luces de colores por todas partes, gente bailando, riendo, besándose, fumando y bebiendo alcohol, acompañado de un ruido donde se hacía difícil ser escuchado sin gritar.

-¿Quieres beber algo? -le preguntó Kaito al oído elevando un poco la voz. Shinichi negó con la cabeza -¿Qué quieres hacer?

Imitó el gesto de acercarse al oído del contrario para ser escuchado, esperando que a la gente del lugar no le molestara el gesto si es que Kaito aceptaba.

-¿Puedo darte un abrazo?

Al mago le brillaron los ojos y separó sus labios, levemente asombrado. No esperaba eso por parte de él.

Cambió rápidamente la expresión a una sonrisa compasiva y saltó a sus brazos, envolviéndolo por el cuello, siendo alumbrados por las inquietas luces del lugar. Con ambos disfrutando del contacto, felices de volver a verse y con ganas de no soltarse las manos en toda la noche.  

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'·.

-¿Y? -preguntó Shinichi dando un trago a su bebida -¿Me vas a contar que fue lo de hace un rato? ¿Y dónde estuviste todo este rato?

Kaito jugueteaba con una servilleta apoyado encima de la barra. Conocía demasiado a Shinichi para saber que lo que estaba preguntando no era solo desde hace cuánto conocía al guardia de la entrada.

Suspiró e imitó el gesto de beber un sorbo de lo que había pedido.

-¿Recuerdas la historia que te conté? Esa de cuando estuve viviendo con mi madre –el contrario asintió -Anduve viajando por muchos lugares en ese tiempo, comportándome como no debía.

-Ve al grano –le pidió ansioso.

Se bebió tan rápido el contenido del vaso que sintió la garganta arder. Uno de los jóvenes que trabajaba detrás del mostrador le hizo un gesto a su compañero cuando se percató de que a Kaito se le había acabado la bebida.

Se acercó rápidamente a ellos.

-¿Desea más, señor?

-Sí -le respondió con la misma cortesía -Lo mismo, por favor.

El barista se dirigió a Shinichi -¿Y usted?

Kudō lo estudió de arriba abajo, entendía que era su trabajo, pero la atención era demasiada para una situación normal. En Japón lo hubiese esperado, pero sabía por experiencia propia que la atención en otros lugares no era de tal exigencia.

-Aún me queda, gracias.

Parecía empeñado en atenderlos de la manera más completa posible -¿Se les ofrece algo para comer?

El detective hizo una cara de extraño -Creí que no tenían ese servicio aquí.

-Puedo conseguirles lo que gusten, invita la casa.

Kaito le sonrió -No te preocupes, estamos bien.

Dicho esto, se marchó y fue por el trago pedido. Se tardó unos breves segundos y volvió con ellos.

-Aquí tiene. Si necesita algo más, no dude en hacérmelo saber.

Kuroba asintió y le guiñó un ojo. Shinichi no le quitó los ojos de encima hasta que lo perdió de vista.

-¿Te gusta que lo miras tanto?

Volvió a concentrarse en el mago -¿Qué dices? -observó al resto del personal que sutilmente les dirigía miradas –Pero creo entender lo que está sucediendo.

Le acercó un dedo a la boca para que guardara silencio –Sin spoilers.

-Te escucho -sentía que la curiosidad se lo comía por dentro.

-Solía frecuentar este tipo de lugares y ya me conoces. No me costó mucho hacerme un grupo de conocidos y a pesar de los excesos todo seguía siendo normal. Hasta que un día a uno de ellos se le ocurrió pasar droga -reconstruyó la escena en su cabeza que incluso recordó los olores y la ropa que llevaban puesta -Salió mal, por supuesto. Y como yo no quería que se metiera en problemas, nos repartimos la mercancía.

Sentía la mirada penetrante de Shinichi encima suyo.

-Creíamos que haciendo eso no encontrarían al verdadero culpable. Y hubiese sido así de no ser por

-Por Hakuba –lo interrumpió Shinichi, acertando.

-Sí -volvió a suspirar –Justo se dio la coincidencia de que andaba por aquí. No le costó nada reconocerme –dio otro sorbo al vaso –Y estaba tan molesto que amenazó con revelar mi identidad como Kaitō Kid -sonrió melancólico al recordar aquel chantaje –Pero terminó intercediendo por mí, después de todo no tenía pruebas concretas de que estaba vendiendo droga.

No se podía mentir a sí mismo, se sentía algo desilusionado con lo que estaba oyendo, pero prefirió seguir preguntando para llegar más a fondo.

-¿Por qué lo ayudaste si sabías que estabas cometiendo un acto ilegal?

-Porque ese chico necesitaba dinero –vio que Shinichi se movió poniéndose en una posición para refutar –No me malentiendas, no lo justifico, sea como sea estaba actuando mal. Y la única respuesta que tengo para eso es que yo también lo estaba. Actuaba como un verdadero idiota.

Remover su pasado le disgustaba, se sentía ajeno a aquel joven desatado que fue en algún momento, sentía vergüenza y algo de rabia hacía sí mismo.

-¿Y ahora como piensas que estás?

Levantó la mirada algo confundido. Esperaba una reprimenda, alguna llamada de intención e incluso más preguntas al respecto. No significaba que pensara que Shinichi era alguien desconsiderado, pero en ese momento, logró traspasarle una preocupación real, como si realmente le importara y le afectara como se sentía Kaito en esos momentos, tanto así que no sabía bien cómo responder.

-Supongo que estoy mejor –se rascó la mejilla algo apenado.

Quería hacerlo entender de verdad, que se tomara el tiempo de pensarlo y dar una respuesta.

-¿Supones?

Utilizó su brazo izquierdo para apoyar su cabeza y con la mano libre tomó el vaso, mirándolo hipnotizado y movió el contenido anaranjado dando unos pequeños movimientos para que el líquido y el hielo se movieran.

-Si. Me siento mejor ahora si comparo con cómo me sentía antes -bajó el tono de voz, creyendo por un momento que se encontraba solo hablando consigo mismo –Siento que ahora encontré algo más importante que me ayuda a seguir adelante.

Esta vez fue Shinichi quien se bebió el vaso de golpe.

-¿Y cómo es que tienes permitida la entrada? -intentó bajarle el perfil a la situación -¿Cómo es que no hay carteles con tu cara? Incluso parecen tratarte como alguien importante.

-Hice muchas cagadas cuando estuve aquí en Estados Unidos -volvió a darle la cara –Y mi madre tuvo que respaldarme varias veces.

-¿Se enteró de lo sucedido?

Soltó una pequeña risa nerviosa –Fue ella quien fue a buscarme a comisaría -estiró los brazos hacia atrás poniéndose cómodo -Y finalmente hizo lo que toda persona con dinero hace para intentar tapar sus errores.

-Compró este lugar –le quitó las palabras de la boca –Es la dueña y por eso han tenido este trato contigo. Viniste hace un rato para asegurarte de que todo estaba en orden.

-¡Bingo!

Kudō respiró agotado –Ay Kaito...

-¿Qué? ¿Volviste a cambiar la impresión que tienes de mí? -sabía que no era del todo así, solo no quería silencios incómodos entre ellos, no cuando ambos estaban en sus cuerpos adultos, mucho menos en víspera de Navidad.

Negó con la cabeza y lo tomó de la mano, como estaba cada uno en lo suyo y prácticamente estaban con poca luz y alejado del gentío, no le importó.

-Ven.

Lo guio hasta los baños. Cuando el par de personas que estaba dentro mirándose al espejo arreglándose la ropa salieron, rápidamente se encerraron en un cubículo y Shinichi cerró la puerta.

-No significa que no me importe lo que hayas hecho en el pasado. Lo que me importa es que ahora puedas vivir una vida tranquila, haciendo lo que te gusta y actuando de manera correcta –esta vez, lo tomó de ambas manos y siguió hablando de manera tranquila sin dejar de mirarlo a los ojos –Entiendo tus motivos como Kaitō Kid, vamos a arreglar todo y cuando esto acabe, no quiero que te queden dudas de que seguiré intentando atraparte -sonrió.

Le sonrió de vuelta –Y yo espero que nunca te detengas, porque lo tendrás difícil.

Apoyó suavemente sus manos en el cuello de Kuroba para atraerlo hacia sí y besarlo, despacio y dejando que el tiempo se detuviera.

Dio un respingo cuando sintió que Shinichi metió la lengua en su boca.

-¡No hagas eso! -se ruborizó -Me pone cachondo.

Se rio –Era la idea.

Siguieron con su instinto de intercambiar besos y suspiros por un rato, hasta que decidieron ponerle pausa y salir del baño antes de que las cosas se subieran de tono. Ellos eran expertos en entregarse caricias y muestras de amor de más en lugares que podían ser inapropiados. 

- Jingle bell, jingle bell, jingle bell rock
  Jingle bells swing and jingle bells ring

El mago cantaba tambaleándose, completamente ebrio intentado hacer una corografía mientras avanzaba por las iluminadas calles para volver a casa. Shinichi le seguía el paso en el mismo estado, solo que este no bailaba, solo reía y quedaba boquiabierto cada vez que pasaban por afuera de alguna tienda iluminada con luces de navidad, como si nunca antes las hubiese visto.

- What a bright time, it's the right time
  To rock the night away
  Jingle bell time is a swell time
  To go glidin' in a one-horse sleigh

Intentó montarse en la espalda de Shinichi, logrando que los dos se cayeran al suelo.

En una circunstancia normal, el detective se hubiese molestado con él, pero como a penas entendía de su existencia, no hizo más que volver a reír e intentar ponerse de pie. Casi les tomó cinco minutos volver a pararse y retomar el rumbo.

-Kaito –iban apoyados el uno contra el otro para no resbalarse tanto –Tu teléfono está vibrando.

Se aguantó un hipo –No. Lo que me vibra es otra cosa.

Se quitó la bufanda y la colocó en el cuello de Shinichi para atraerlo.

-¡Idiota estamos en la calle! -arrastró a ambos hacia la entrada del edificio y subieron por el ascensor.

-Creo que voy a vomitar –se quejó Kaito afirmando su estómago con las manos.

-Aquí no, que hay cámaras -esperaba haber pulsado el botón con el número de piso correcto.

Lograron llegar, ahora lo difícil era pasar desapercibidos. Al detective no le apetecía para nada que alguno de sus padres los viese en ese estado, era algo que no encajaba con su perfil.

-Shhh –Kuroba se llevó un dedo a la boca, como si le estuviese enseñando el gesto a un niño pequeño -Vas a despertar a tus padres.

-Apresúrate y quítate los zapatos –le susurró quitándose los suyos.

-No puedo –se sentó en la entrada y elevó ambos pies para enseñárselos -Perdí uno de mis zapatos.

Era verdad, en uno de sus pies solo llevaba un calcetín con patrones de muñecos de nieve, todos sucios en la planta. Más que muñecos de nieve eran muñecos de tierra.

-¿Cómo? ¿Dónde lo perdiste? -se tocó los bolsillos riendo, ya habían pasado a otro nivel de idiotez.

-Creo que cuando intenté subirme en tu espalda –con una mano se afirmó el vientre y con la otra se tapó la boca para no meter ruido al reír.

Fueron hasta la habitación y se lanzaron a la cama mirando hacia el techo. Sintiendo que habían caminado kilómetros. Guardaron silencio sin pensar en nada.

Como tenían la puerta abierta, escucharon unas risitas tontas proveniente de la habitación de Yukiko y Yusaku.

Shinichi se sentó de golpe con el rostro horrorizado.

-Cierra la puerta –le pidió mirando a Kaito sintiendo que se le removía el estómago.

Con dificultad se puso de pie sin comprender su actitud -¿Por qué?

-¡Ciérrala! ¡Ciérrala! -le rogó cubriéndose los oídos cuando escuchó que las risas no tenían intención de cesar.

Kaito volvió a recostarse en la cama a su lado, ahora entendiendo el porqué de su espanto.

-Tranquilo, detective. Tienen derecho a divertirse.

Tomó un cojín y acomodó el mentón acurrucándose en la suavidad de la tela y el relleno.

-No sé tú, pero es incómodo para mí ver o escuchar a mis padres en ese tipo de situaciones.

Pegó un sonoro bostezo y respondió perdiendo de a poco la consciencia –Solo imagina que son aplausos.

-¡Cállate! -volvió a taparse los oídos removiéndose en la cama como un niño e intentando a duras penas quitarse la imagen mental que no lo dejaba en paz en ese momento –Oye ¿Crees que nos hayan oído entrar? -no obtuvo respuesta -¿Kaito?

Miró hacia el lado, el mago había caído dormido con las extremidades desparramadas y roncaba profundamente.

No le quedó de otra que acercarse a él y abrazarse a su cuerpo, deseándole las buenas noches e imitando la acción casi de inmediato.  

Según recordaba, se había quedado dormido abrazado al cuerpo de Kaito, no con sus pies aplastándole la cara. Los apartó de un manotazo, haciendo que despertara.

-Kaito, tu teléfono está sonando –no le respondió -¡Kaito! -tuvo que moverlo bruscamente para que reaccionara -¡Atiende! Puede ser importante –le acercó el móvil a las manos.

El chico miró la pantalla con mala cara.

-Otra vez ese número desconocido –lo dejó sonar hasta que la llamada se cortó -No ha dejado de llamarme.

-¿Y por qué no responder para ver que quieren? -se sentó de a poco, seguía algo mareado.

-Porque no quiero.

Era así de fácil para él.

-¿Dormiste bien? -le preguntó Shinichi preocupándose por su estado, ya que casi no recordaba como habían llegado caminando anoche.

Adquirió un tono coqueto –Ey, buenos días -se abalanzó hacia él y restregó la cara contra su pecho.

Kudō enterró sus dedos en el cabello de Kaito por un buen rato, para poder despertar por completo.

El mago miró la hora en su teléfono, aún quedaban un par de ellas para que Shinichi volviera a ser Conan. Levantó la cabeza y tomó la iniciativa para juntar sus labios. El contrario no se negó y continuaron con el gesto hasta sentir el calor suficiente para entender que, o seguían o paraban.

-No pares –le pidió tranquilamente Shinichi a Kaito cuando este se detuvo para tomar aire.

Que el detective le pidiera que no se detuviera era algo impagable para él. Se quitó la camisa con brusquedad, sintiendo que le estorbaba y volvió a pegarse a la boca de Kudō, metiendo desesperadamente la lengua.

Se acomodó de tal manera arriba de él, que lo dejó sin escape. Sin dejar de besarlo, llevó una de sus manos al interior del pantalón de Shinichi hasta dar con su objetivo.

Un suave gemido emanó de los labios del joven detective, removiéndose un poco ante el contacto.

-Deja que yo me encargue esta vez –le habló Kaito al oído pasando la lengua por su oreja.

Siguió con el mentón, el cuello y las clavículas, hasta descender en sus caderas, dando cortos besos, sujetando con cuidado el elástico de la ropa interior para bajarlo en su totalidad.

Era difícil que luego de todo ese cariño y contacto estrecho el cuerpo de Shinichi no haya reaccionado. Era como un adolescente, se había puesto duro con el primer roce de sus labios.

Ahogó un grito cuando Kaito se llevó su falo a la boca y comenzó a practicarle sexo oral.

-¿Lo estoy haciendo bien?

Preguntó con seductoramente. Aunque no obtuvo respuesta verbal, vio como Kudō asintió con la cabeza y enterró sus uñas en las sabanas, mordiéndose el labio para no gemir tan fuerte.

Esa fue la señal para que Kaito se bajara el pantalón y comenzara a masturbarse sin dejar de atender a Shinichi. Se sentían tan calientes que varias veces estuvieron a punto de correrse sin avisar al otro.

-Perdona, pero no aguanto más -clamó luego de unos minutos Shinichi con voz ronca.

Kuroba no dejó lo que estaba haciendo hasta sentir aquel líquido caliente en su boca y dejándolo pasar a través de su garganta, al mismo tiempo que él eyaculaba encima de las sábanas.

El pecho de ambos subía y bajaba agitadamente. Tal vez no era el momento, pero el observador detective se percató de que el ladrón había aumentado levemente de peso y no dudó en hacérselo saber.

-Estás más gordo –le dijo sin delicadeza.

Se limpió la boca con la mano con una naturalidad similar a cuando uno se quita las migajas de la boca -Tú mamá me estuvo consentido mucho estos días.

Se acomodó a su lado buscando cariño.

-¿Te lo tragaste? -Kaito asintió -Cochino.

Descansaron un rato sin hacer nada en particular, comenzaban a sentir algo de hambre, pero el desayuno podía esperar. Tenían la televisión encendida, y cambiaron muchas veces de canal intentando encontrar algo interesante que ver, pero la mayoría solo mostraba películas navideñas que Kaito había visto incontables veces.

-Deja esa -pidió quitándole el control remoto.

-¿Home alone? -se extrañó -Hasta yo la he visto más de dos veces.

-No importa, déjala.

No lo iba a contradecir y tampoco le importaba demasiado, la cosa era pasar el rato hasta darse el ánimo suficiente para ir a buscar algo de comer.  

★·.·'¯'·.·★★·.·'¯'· 


Fue en el momento en que acercó su mano para alcanzar su teléfono para ver la hora cuando comenzó a sonar. Por quien era, más le valía contestar.

Activo la videollamada –Hola, Haibara.

Una pequeña de melena castaña y con el ceño algo fruncido lo saludó al otro lado de la pantalla.

-Kudō-kun.

-¡Ai-chan! -Kaito se asomó por la cámara para saludarla -¡Mira lo que compré para ti!

Buscó entre sus cosas y sacó un bonito vestido de duende color verde chillón adornado con un cinturón negro y unas medias de rayas rojas y blancas.

-Ni lo sueñes, Kuroba-kun –le advirtió desde ya, aunque intentando ocultar una sonrisa.

-¡Pero te verías muy tierna con el puesto! Incluso trae un gorro ¡Mira! -sacudió el gorro del mismo color del vestido haciendo sonar las campanas doradas que traía como adorno.

Suspiró -Puede que llegue a considerarlo -volvió a dirigirse a Shinichi -¿Te has tomado las pastillas que te di?

-Sí -vio como la niña entrecerraba los ojos.

-Tienes cara de haber tenido un orgasmo -manifestó poniendo incómodo al chico.

-¡Haibara! ¡¿Qué cosas dices?!

-Solo digo lo que veo -miró a Kuroba que aún se divisaba en la pantalla, recostado con el torso al descubierto, el cabello despeinado, que dejaba en duda si se debía a que se habían levantado hace poco y con las manos apoyadas en la nuca, acompañado con la misma cara de satisfacción y cansancio –Mira a ese –le apuntó -Tiene la misma expresión.

Kaito curvó de a poco la comisura de los labios en una sonrisa, no tenía nada que ocultar.

-¿Para eso llamaste? -la regañó el detective.

-No. Solo quería asegurarme de que estabas haciendo lo que te ordené -hizo una pausa, no quería ser desagradable ni quitarles demasiado tiempo –Pero veo que lo llevas bastante bien.

Rodó los ojos –Claro o de lo contrario no podré recuperar nunca mi cuerpo normal.

-Ya lo vas entendiendo. Solo era eso, salúdame a tus padres y deséales feliz navidad.

-Gracias, lo haré.

Se despidió de los chicos y colgó, confiaba en que Kudō seguiría todo al pie de la letra.

-Shin-chan –se le había ocurrido una idea y esperaba que Shinichi aceptara -¿Me acompañas a comprar un par de cosas?

No le hacía gracia, pero aceptó de todas maneras –Vale, pero que sea después de que se acabe el efecto del antídoto.

-Claro -sonrió -Y luego de eso buscamos un lugar tranquilo. Necesito contarte que averigüé con el policía, puede que lo que vayas a escuchar no te guste demasiado 



🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄

HALLOOOOOO

Les voy a contar lo que tuve que hacer para escribir este capitulo y el que sigue.

La idea era subir este tipo de capítulos para las fechas mencionadas, pero como pasó todo lo que pasó 🤷‍♀️ pues obviamente ahora estaba lejos de sentirme en modo "fiestas"

Así que tuve que ver películas de navidad para poder ambientarme 

(Así super desubicada viendo pelis de navidad en Semana Santa equisde) 

Y bueno, preferí actualizar antes del final del manga de aot, que ya sale en 5 días, porque sé que me va a dejar mal emocionalmente 😩

Como siempre quedo atenta a sus comentarios y muchas gracias por leer 😊

Abrazos 

;DD

💙 💚💖 💛 💜

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