XXXIII. En las buenas y en las malas (Parte 2) +18


🌟Advertencias: insinuaciones con temas delicados y lo que varios estaban esperando



Sentía su cuerpo pesado, un frío le recorría e intentaba mover sus extremidades, sin éxito. Estaba en completa oscuridad, pero podía oír voces a lo lejos. Intentó reconocerlas, pero el mareo y el dolor de cabeza eran tan intensos, que entendió que estaba bajo los efectos de algún tipo de droga. Un olor a humedad inundó su nariz, volviéndose cada vez más fuerte y provocando que tosiera. Su razonamiento la hizo suponer que debía encontrarse cerca de algún lugar con agua.

Logró abrir de a poco sus ojos, desafortunadamente su vista seguía nublada, a su izquierda, divisó a dos figuras masculinas hablando entre sí. Quiso aprovechar su distracción para escapar, pero al intentar mover una mano para apoyarse, se dio cuenta de que estaba atada, tendida sobre alguna especie de cama y solo vestía su ropa interior. Instintivamente, soltó un gimoteo de asombro, que alertó a quienes le hacían compañía.

-Así que al fin despiertas –le dijo uno acercándose a ella.

-Tiene que haber una explicación -dijo Shinichi intentado bajar el perfil de la situación -No pudo haber desaparecido como si nada.

-Además, ella es muy lista -reafirmó el moreno –No se dejaría atrapar o ponerse en peligro tan fácilmente.

-Separémonos –propuso Hakuba, estaba más preocupado que los demás -Kudō-kun, vamos.

Lo jaló del brazo y a Shinichi no le quedó más remedio que seguirlo y a los otros dos, hacer grupo juntos.

Kaito propuso regresar al punto de partida, donde se había visto con Ai-chan la última vez, ya que pensaba que lo más probable, era que ella había vuelto al lugar donde él le dijo que no se moviera.

Revisaron cada rincón, preguntando a un par de personas que caminaban por allí, pero no tuvieron suerte, no había rastro de Ai-chan.

-¡Mocosa del demonio! -exclamó Hattori –Ya me estoy preocupando.

La verdad era que a Kaito también comenzaba a preocuparle el asunto.

-¿No existe manera de revisar las cámaras de seguridad?

-Por el sector no existen muchas cámaras de vigilancia -miró su reloj –Y para eso, tendremos que volver a la estación de policía.

-Será lo mejor -concluyó el mago y echaron a andar.

★·.·'¯'·.·★ . ★·.·'¯'·.·

Mientras tanto, los otros dos detectives imitaron los pasos de Kaito y Heiji, inspeccionando cada calle y preguntando por el paradero de la niña.

-Esto es muy extraño -dijo Shinichi con el teléfono pegado a la oreja, todo ese rato no había dejado de marcar el número de Haibara -¿Qué le pudo haber sucedido?

Hakuba no tenía mucho comentario que aportar, sobre todo porque sabía que el país era lo suficientemente seguro para que a un niño no le sucediera nada en la calle.

-Quizás, solo está perdida.

Pero Shinichi sabía que no se trataba de eso –Habría llamado y que su intercomunicador no funcione tampoco es normal -volvió a mirar hacia todas partes.

-Puede que, al no encontrarte, regresó hacia el lugar de antes.

-De ser así, los chicos nos hubiesen avisado.

Analizó la actitud de Kudō por unos momentos. Se veía pensativo, pero más que todo, preocupado, dando la impresión de que tenía un mal presentimiento.

-No perdamos la calma, las probabilidades de que alguien le haya hecho algo son muy bajas -intentó tranquilizarlo.

Entonces Shinichi recordó el por qué andaba metido en todo eso, un escalofrío le recorrió el cuerpo y esperaba tener una idea equivocada y encontrar a Haibara antes de que ocurriera alguna desgracia.

-Pero, no son inexistentes.  

Iban corriendo para llegar lo antes posible a la estación, solo les quedaban unas cuantas cuadras, cuando el bolsillo del mago emitió un pitido.

Frenó en seco y sacó su teléfono, erróneamente pensando que el sonido había provenido de allí.

-¿La encontraron? -le preguntó Hattori.

Kaito mantenía la concentración fija en la pantalla del móvil -Que extraño -exclamó -Juré haberlo oído sonar.

Revisó bien, pero no tenía nada nuevo.

-Debe haber sido idea tuya –lo empujó suavemente por la espalda –Sigamos.

Retomaron el paso, pero el sonido volvió a repetirse y esta vez, Hattori también lo escuchó.

-Responde –le dijo ansioso.

-¡Pero no hay nada! -le hizo saber mirando impaciente la pantalla del teléfono.

Una vez más, el sonido volvió a hacerse presente, solo que ahora, entendió que no venía de su móvil. Aquello que sonaba seguía en su bolsillo. Hundió su mano, desentendido y miró las gafas que Shinichi le había prestado anteriormente. En la parte del vidrio, parpadeaba un punto rojo.

Se las acomodó para ver la luz con más claridad y presionó el pequeño botón del costado. Rápidamente, le fueron enseñadas las calles y la ubicación exacta de la débil luz que amenazaba con desaparecer en cualquier momento.

-¡¿Dónde es esto?! -Kaito le preguntó a Heiji.

Era una gran suerte que él conociera tan bien el sector –Cerca de donde se encontraban ustedes ¡Vamos!

En esos momentos, hubiese sido útil volar, lamentablemente, Kaito no podía darse el gusto de hacer eso, había demasiada gente y llamar la atención era lo que menos querían hacer.

Llegaron a dicho punto, casi con la lengua afuera, llenando sus pulmones de aire, desesperadamente y buscando con la mirada a la pequeña.

-No la veo por ninguna parte –el moreno se encontraba en cuclillas intentando volver a respirar con normalidad.

-Es imposible, la señal venía de aquí.

Volvió a mirar con las gafas, chequeando el suelo, por si de alguna casualidad, la insignia se encontrara tirada por allí, pero no había rastro.

Estaban ubicados a orillas de un cauce, en los alrededores no se veía nada y a varios metros de distancia, solo unos pocos edificios. Intentó comunicarse una vez más, esperando impaciente que respondiera o se activara nuevamente la señal. Sintió a Hattori caminar a su lado y verlo apoyarse en la barandilla a mirar como corría el agua.

Pensativo, concentró una vista panorámica de todo el lugar, hasta que se detuvo de golpe.

Pestañeó intentando ver con claridad -¡Dámelos! -le arrebató los anteojos a Kuroba y se los acomodó. Hizo un acercamiento –Veo una puerta.

-Estamos buscando a Ai-chan, no a una puerta -espetó.

El moreno le devolvió una mirada de fastidio.

-Ya lo sé, animal. Pero si ella está perdida y la señal vino de aquí -apuntó a la puerta que pasaba desapercibida entre el material y la vegetación -No sería extraño que la tengan secuestrada.

Kaito tragó saliva y asintió algo asustado –Tienes razón.

Ágilmente, descendieron hasta tocas la angosta orilla de pavimento. Avanzaron mirando hacia todas partes y asegurándose de que nadie los estuviera siguiendo. Intentando hacer el menor ruido posible, Kaito abrió la puerta y ambos entraron.

Por supuesto que estaba a oscuras, olía horrible, una mezcla entre agua estancada, moho y humedad. Hattori encendió una linterna, apuntando hacia adelante; era un camino recto, el cual parecía interminable.

Caminaron unos pocos metros, sintiéndose perdidos y algo claustrofóbicos y como siempre, ante ese tipo de dificultades, la mente les jugaba malas pasadas. Cualquier tipo de ruido lograba que se espantaran y ambos quedaron con las uñas del otro, marcadas en los brazos y espalda, cada vez que oían algo raro y por acto reflejo se aferraban entre ellos.

-Escucho agua -habló Kaito de repente.

-Estamos al lado de un canal, es normal que escuches correr agua.

-No –sostuvo agudizando el oído -Se oye cada vez más cerca -en eso, el mismo pitido volvió a sentirse, a lo que el mago volvió a concentrarse en las gafas-¿De dónde proviene? -intentó analizar lo más rápido que pudo y buscando ayuda en Hattori.

Se fijó bien, pero no lograba acertar con claridad –Es como si estuviera bajo nosotros.

-Pero eso es imposible, no hay más que cemento bajo nuestros pies.

Kaito intentó buscar alguna escalera que condujera a otra parte. La señal nuevamente comenzó a debilitarse. Se echó a correr por el pasadizo, rogando que la señal no volviera a apagarse.

-¡Kid detente! -le gritó Hattori antes de ver como el chico caía por lo que parecía ser un precipicio.

Se apresuró en llegar hasta él, llamándolo por su nombre y esperando que la caída no lo hubiese matado.

-¡Mierda! -gritó apuntando con la linterna hacia abajo -¡Responde! ¡Ladrón de pacotilla!

-¡Ouch!

Lo escuchó quejarse y volvió a apuntar en todas direcciones hasta encontrarlo. Kaito se encontraba tirado en un charco de agua sucia y se sobaba el tobillo, lo más afortunado de todo, fue que la caída no parecía de más de dos metros de altura.

-¿Te encuentras bien? -le preguntó apoyándose en la orilla para bajar de un salto, hundiendo sus pies en el agua y salpicándole en la cara a Kaito.

Le extendió la mano y lo ayudó a ponerse de pie. Dentro de todo, parecía encontrarse bien y podía andar con normalidad. Recorrió el lugar alumbrando con la linterna. Habían llegado a una especia de alcantarilla, ya no era tan angosto y a lo lejos, divisaron el camino iluminado tenuemente.

-Sigamos –el mago avanzó.

Esta vez, Heiji fue en frente y fijándose bien donde pisaba, pero dentro de todo, no parecía haber peligro. El camino doblaba hacia la derecha y esta vez sí que alcanzaron a escuchar voces.

Por miedo que el detective cometiera alguna imprudencia, Kaito le tapó la boca por detrás y lo apegó a la pared y obligando a que ambos oyeran atentamente antes de hacer cualquier cosa.

-No entiendo cómo se te pudo escapar –una voz masculina en modo de regaño se hizo presente.

-Solo me descuidé un momento y me mordió -se excusó otra.

-Será mejor que la encuentras ¡Y rápido! No estamos seguros en este lugar miserable en el que vives.

-¡Pedazo de mierda! No vivo aquí.

Heiji y Kaito sintieron como los pasos se acercaban e intentaron ocultarse en una esquina, pero el par parecía dispuesto a seguir con su infantil discusión.

-¿Y por qué hay una cama, tus pertenecías y comida basura?

-Es porque... -no parecía tener explicación -¡Porque funciona como centro de operaciones! Solo me he quedado un aquí por un par de días para avanzar con el trabajo.

-¡Deja de darme explicaciones estúpidas y encuentra a la cría!

Volvieron a escuchar los pasos y esta vez tuvieron que tomar una decisión rápida. O esconderse hasta que se fueran o encararlos sin tener pruebas de la persona a la que ellos estaban buscando. Parecía que la impulsividad de Heiji nuevamente quería salir a flote, Kaito lo vio en sus ojos y negó con la cabeza, frenéticamente, intentando que el moreno no cometiera alguna tontería.

-¡Ey! -llamo una de las voces –Se fue hacia el otro lado.

Oyeron como los pasos se fueron en dirección contraria y cuando parecía que ya no había señal de peligro, los chicos se asomaron de a poco para corroborarlo.

Parecía un espacio en el que alguien fácilmente podía vivir. Efectivamente, había una cama, una mesa llena de artefactos, restos de envases de comida y un sector que parecía un escritorio, con una computadora portátil y al lado de todo eso, el teléfono de Ai-chan.

Kaito se aceró a husmear, pero fue detenido por Hattori.

-Ni se te ocurra tocar nada.

Kaito ya se había puesto los guantes –Solo será un momento, descuida, no dejaré rastro –se guardó el teléfono de la niña en el bolsillo.

Mientras hacía eso, Heiji se dedicó a fotografiar todo el lugar y a alzar la vista para seguirle el rastro a los sujetos.

El mago, una vez más, intentó comunicarse con Haibara, estaba seguro de que la niña debía andar cerca. Para bien o para mal, el camino se separaba en cuatro nuevos pasadizos.

Heiji se frotó la cien, podían haberse ido por cualquier lado y Ai-chan también. Tampoco parecía buena idea separarse, había leído muchos libros y películas que corroboraban que eso era la peor idea posible.

Pensó, cada vez más rápido, considerando que lo más oportuno era atraerlos. Tocó su bolsillo y su rostro se iluminó, miró hacia arriba, no había demasiada distancia entre el techo y el piso. Alumbró donde pisaba, cada uno de los túneles era recorrido por una cantidad de agua que no llevaba más arriba de los tobillos.

-Detrás de mí –le ordenó a Kaito.

Preguntó preocupado -¿Qué vas a hacer?

Escuchó tres disparos seguidos que rebotaron en el agua y que casi lo dejaron sordo.

-¡¿Por qué hiciste eso?!

-¡Preocúpate de encontrar a Ai-chan! -volvió a pedirle.

Como supuso, los sujetos llegaron corriendo al lugar donde ellos se encontraban, armados y preguntándose qué es lo que estaba ocurriendo.

-¿Quiénes son ustedes?

Kaito se dirigió a Heiji y le colocó una máscara antigas –Intenta salir ileso esta vez.

Hizo aparecer en sus manos una bomba de humo que estrelló contra el suelo y dejó salir rápidamente su contenido. Se camufló hasta dar con uno de los túneles escuchando como los demás se quejaban y tosían.

Corrió sin ningún cuidado, lo único que quería era encontrar a Haibara, gritó su nombre varias veces e intentó rastrearla, se devolvió una y otra vez por los pasadizos que se abrían en caminos nuevos cada vez más.

-¡Ai-chan! -llamaba dejando que su voz retumbara entre las paredes generando un eco perfecto.

La señal volvió a hacerse presente y logró ubicarla como pudo. Se apresuró en seguirla, hasta que finalmente dio con ella.

Haibara estaba tirada, arrastrándose entre el agua, intentando mantener la insignia elevada en sus manos y golpeándola frenéticamente con el dedo para hacerla funcionar para que alguien viera su señal de auxilio.

-¡Ai-chan! -Kaito se acercó corriendo a su lado y la ayudó a sentarse -¿Estás bien?

La observó, estaba pálida, con el rostro sucio, tosiendo con ganas, seguramente había ingerido agua. Tenía marcas de heridas en las rodillas, vestía solamente una camiseta apegada y su ropa interior, intentando ver inútilmente a Kaito con claridad, ya que su vista parecía desorbitada a causa de la sustancia con la que la habían anestesiado.

-Te tengo –la tranquilizó y la cargó en sus brazos.

Sintió como Haibara se aferraba a su ropa y cerraba con fuerza sus ojos, la apegó aún más a su pecho, procurando que se sintiera lo más segura posible, avanzando por donde había venido para salir de ese horrible lugar y rogando al cielo para que ella estuviese bien y no le hayan hecho nada. Pensó en llamar a Shinichi, pero la prioridad era salir de allí lo más pronto y ver si la niña necesitaba atención médica.

-Pequeña -la llamó dulcemente- Sé que no es el momento, pero necesito saber qué fue lo que te hicieron.

Ella no respondió, pero Kaito vio como ella volvió a cerrar sus ojos intentando no dejar escapar lágrimas. Estará bien, intentó tranquilizarse y se apresuró en encontrar a Hattori.

No se equivocó a pensar en que el moreno podía arreglárselas solo. Tenía a ambos sospechosos inmovilizados y esposados en el suelo.

-La policía ya está en camino –le informó cuando lo vio llegar -¿Cómo está? -se asustó al ver el estado de Haibara.

-Está atontada, no puede caminar –dijo sin ocultar su respiración -No tengo idea de lo que le dieron.

Se giró para encarar a los hombres.

-¡¿Qué le hicieron?! -al ver que no recibía respuesta, pateó no tan suavemente a uno -¡Te estoy haciendo una pregunta!

-Hattori-kun –dijo Kaito –Necesito sacarla de aquí.

El detective asintió y salieron rápidamente del lugar. Ella necesitaba aire fresco y atención inmediata. Logró escalar hasta la superficie y al patear la puerta para salir, se topó a los oficiales de policía listos para entrar.

-¡Es por aquí! -avisó al escuadrón -Necesito ayuda -pidió a uno de los oficiales –La pequeña está mal herida.

Vio como el oficial hablaba por radio y los guiaba a uno de las patrullas, estaba por subirse cuando una figura conocida lo interceptó.

-¡Kuroba-kun! -lo llamó preocupada.

Se mostró ligeramente sorprendido -¿Qué haces aquí?

-Me enteré de que Heiji se metió en problemas -explicó Kazuha –Fui a buscarlo a la estación, cuando recibimos su llamado pidiendo ayuda -miró a la pequeña que Kaito traía entre sus brazos -¡Es Ai-kun! ¿Qué le pasó? -preguntó preocupada e intentando verla de cerca.

-No lo sé, pero no se encuentra bien -profesó -Tengo que llevarla al hospital.

Subieron los tres al vehículo y la chica se removió entre los brazos de Kaito. Acarició su cabello intentando transmitirle calma y la oyó susurrar.

-Estoy bien -jadeó -Solo quiero ir a un lugar tranquilo...Por favor.

-¿Estás loca? No sabes lo que te dieron, es mejor que te revisen.

Negó con la cabeza -Estaré bien, solo llévame a donde pueda descansar -suplicó.

Esa terquedad, que le recordó a él mismo, lo hizo dudar. Creía en las palabras de la chica, pero no dejaba de pensar en que necesitaba atención médica.

Miró a Kazuha -¿Podemos ir a la residencia de Hattori- kun? Nuestras pertenencias están allá.

Kazuha tenía sus dudas, sentía preocupación por el estado de la niña, pero como no entendía nada, asintió y pidió al oficial que estaba de chofer que condujera a casa de Heiji.

No quedaba demasiado lejos, así que aprovechó el camino para llamar a Shinichi.

-¡Kaito! -habló primero con notoria preocupación.

-Shin-chan, la encontramos, se encuentra...bien -mintió, pero sabía que Shinichi entendería a lo que se refería.

-Hattori ya nos informó de todo, voy a reunirme con él.

-Nosotros vamos camino a su casa.

Se quedó en silencio por unos segundos –Pero ella necesita atención médica.

-Ella está bien, Shin-chan - pero sabía que el detective tenía razón -Estoy con Toyama-chan, me ayudará a cuidarla -miró a la nombrada esperando apoyo y ella asintió de la manera más sincera que pudo.

-Estaré con ustedes en cuanto pueda -colgó.

Al llegar, Kazuha los guio como si se tratara de su propia casa. Recostaron a Haibara en la sala, Kaito le hizo mil preguntas, preguntas a las cuales ella respondió a una sola.

-Kuroba-kun –lo nombró con la voz en un hilo y con rostro apenado –Creo que...Ahora si quiero recibir tu suéter.

Kaito curvó los labios en una conmovedora sonrisa, quitándose la prenda y ayudándola con cuidado a vestirla, la pequeña tenía frio.

-Te queda bien –la miró. La diferencia de talla era tanta, que ella quedó completamente envuelta.

-Descuida, me durmieron con cloroformo -recordó -El resto fue un anestesiante limpio y común, tan solo que en una dosis muy alta... -no quería recordar mucho más.

A Kazuha aun no le explicaban lo que había pasado, pero estaba muy preocupada, sumado a que no tenía noticias de Heiji.

-Te traeré un poco de agua –se ofreció y fue a buscar.

Kaito peinó la melena castaña de la niña con los dedos, ella seguía con la cara sucia, pero tenía mejor color. En unos momentos, Kazuha regresó con el vaso de agua, el cual Haibara recibió y bebió gustosamente.

-¿Quieres que te ayude a darte un baño? -le ofreció Kazuha con voz tierna.

Haibara se sonrojó levemente y estaba punto de decir que sí, cuando abrieron la puerta de un golpe bestial, dejando ver a los tres detectives irrumpiendo en la sala y con rostros desorientados.

-¿Por qué vinieron para acá? -preguntó Heiji alterado –Ella no se ve bien -apuntó a Ai-chan.

-Cálmate Heiji –le respondió Kazuha –No está herida.

Shinichi se abrió paso entre los dos y se acercó a su amiga.

-¿Estás bien? -le preguntó sujetando con fuerza sus hombros y mirando su estado -¿Qué te hicieron?

Rara vez había visto a Kudō actuar de ese modo.

-Estoy...estoy bien –lo tranquilizó, pero el detective no parecía convencido, seguía mirándola de arriba abajo.

-Tus rodillas –se fijó en que estaban heridas.

-No es nada -agachó la cabeza.

Hakuba se acercó al grupo y comprobó con sus propios ojos que la niña realmente estuviera bien. La examinó el tiempo suficiente, para que Haibara se incomodara y soltó un suspiro de alivio, casi invisible que solo ella notó.

-Justo iba a ayudarla a darse un baño -dijo Kazuha.

-Si, por favor, ayúdala -coincidió Hattori –Sus cosas están en aquel rincón -apuntó las pertenencias que habían sido enviadas con anterioridad –Pueden pedirme cualquier cosa que necesiten.

Kazuha ayudó a Haibara a ponerse de pie y cuando estaban por salir de la sala, Shinichi se les acercó.

-Kazuha-chan ¿Puedo pedirte un favor?

Asintió y Haibara entendió que era algo privado, así que caminó sola hacia el cuarto de baño.

-Claro -asintió con esa amabilidad tan característica suya.

-Sé que puede ser algo incomodo -explicó nervioso –Pero necesito asegurarme –lo inquietaba que su amiga, por miedo o algo similar, haya omitido algo -¿Puedes ayudarme a sacarle información y asegurarte de que no fue abusada?

La muchacha empalideció -¿Cómo hago eso?

-Yo te explico.  

-Duerman en mi habitación -le decía Hattori a su amiga –Se sentirá más tranquila y segura si estás a su lado.

Y Kazuha estuvo de acuerdo. Se acomodaron en la habitación del moreno, ya listas para dormir, no sin antes, dejar que Kudō hablara con Ai-chan.

-Haibara –se acercó a ella, quien ya estaba instalada en la cama y con ojos cansados -¿De verdad te encuentras bien?

Ella asintió y pestañeó agradecida –Gracias. Por ayudar a encontrarme.

Sonrió -Por supuesto que tenía que encontrarte, de lo contrario ¿Quién me ayudaría a recuperar mi cuerpo normal?

Bromeó y recibió una cálida sonrisa de vuelta, compartieron una mirada complica y aquel chiste que solo ellos dos entendían y que dejaba en evidencia, que la relación entre ellos se había fortalecido y dejado atrás cualquier tipo de diferencia que alguna vez los atormentó.

-Kudō -kun –lo llamó Kazuha cuando se encontraron en el pasillo –Creo que decía la verdad, está bien, no hicieron nada más que...drogarla.

Sabía que no podían estar cien por ciento seguros, pero confiaba.

-Que alivio -suspiró -Muchas gracias por ayudarla.

Se desearon buenas noches y el detective volvió a la sala a reunirse con Hattori, el moreno se veía cansado y bebía de una lata que seguramente era cerveza.

-¿Las chicas ya se fueron a dormir? -le preguntó concentrado en seguir bebiendo.

-Si -confirmó buscando con la mirada a los demás -¿Y Kaito?

Hizo un ademan con la cabeza –Afuera, conversando con Hakuba y yo que tú no los interrumpo.

No quería ser intruso, ya había sufrido malas experiencias por actuar de esa manera, pero no contuvo las ganas de echar un ojo por la ventana. Los chicos parecían llevar una charla algo desagradable, Kaito tenía el ceño fruncido y parecía dar explicaciones al rubio, quien con los brazos cruzados lo escuchaba atentamente y le respondía de vuelta.

-Lo siento por todo el alboroto –salió de la ventana y se disculpó con Hattori.

No le respondió, solo pensaba en el regaño del tamaño de un buque que le llagaría al día siguiente y lo último que quería era que su padre apareciera por la puerta. Dio otro trago a la lata y mantuvo su mirada perdida en un punto fijo.

-Hay más en la nevera –le ofreció a Kudō.

★·.·'¯'·.·★ . ★·.·'¯'·.·

Heiji los había guiado a otra habitación.

-Ustedes dormirán aquí -abrió la puerta y les lanzó dos almohadas -¡No quiero oír ruidos extraños! -les advirtió levantando el dedo índice.

Kaito miró a otro lado, Shinichi no pudo evitar sonrojarse y Hakuba se extrañó ¿Ruidos? De todas maneras, sería difícil escuchar cualquier cosa, parecía que Hattori se había preocupado en dejarles la habitación más alejada de la casa.

-Tú dormirás conmigo -jaló al rubio de un brazo.

Kaito no pudo evitar tomarle el pelo –Lo mismo va para ustedes –le enseñó los dientes.

-¡Idiota! -lo insultó antes de que se pusiera rojo y cerró la puerta.

Al quedar completamente solos se miraron por unos segundos si saber que hacer o decirse. No habían tenido un momento a solas ese día y ya había pasado tiempo desde que estuvieron ambos en sus cuerpos adultos. Kaito sabía que, en esos casos, la actitud de Shinichi, al tener su cuerpo original, lo hacía actuar de manera diferente y podía mirarlo con otros ojos.

Le sonrió dulcemente y Shinichi se animó a hacer lo mismo. El detective era quien tenía más ganas de sentirlo cerca. Se aproximó hasta él y le acarició, Kaito cerró los ojos, sintiendo la delicada mano de Shinichi sobre su rostro.

No se contuvo y lo abrazó con fuerza y agradeciendo que ambos se encontraran bien.

-Te eché de menos –le confesó el detective.

Le dedicó una sonrisa torcida, sin entender –Nunca me fui a ninguna parte.

-Digo –se corrigió -Eché de menos, sentirte así de cerca...de esta manera.

El mago miró los labios del contrario -Tú -le recordó -Querías darme algo.

Ahora fue Kudō quien miró los labios de Kaito, se acercó con cautela, con una pizca de duda, estaba a escasos centímetros. Se detuvo un instante para tomar todo el aire que pudo y finalmente, juntó sus labios.

Ambos cerraron los ojos, embriagándose por el momento, envueltos en ese beso tierno y lleno de afecto.

Al separarse, se miraron con cara de bobos y sin saber que hacer.

-Vamos a dormir -sugirió Shinichi y comenzó a desvestirse.

Como siempre, Kaito se quitó la playera y se tiró a la cama y cuando Shinichi se acomodó a su lado, dejó que se recostara sobre su pecho y acarició su cabello. El detective oía los latidos del corazón del ladrón en ese delgado pecho que subía y bajaba. Enterró su cara aún más y luego subió de a poco hasta alcanzar su cuello, para besarlo en esa área tan sensible.

El mago lo incitó a que siguiera. De a poco, sintió que los besos que estaba recibiendo se humedecían, aumentando sus ganas de sentirlo más cerca. Lo tomó del rostro y lo besó, suave y dejando que el momento siguiera su propio curso.

Sabía que, para ambos, podía ser algo incomodo subir el tono de la situación. Estaban en un lugar ajeno y Kaito no quería forzar a Shinichi a nada, ni mucho menos ponerlo nervioso.

Pero lo que él joven mago no sabía, era que Kudō tenía muchos más deseos de poder pasar un momento íntimo con él. Si, era algo incomodo no estar en su propia casa, pero entendía que eran muy pocas las veces que podía estar de esa manera con él.

Así que, esta vez, fue él quien aceleró el ritmo, pasando sus manos por el torso desnudo de Kaito, invadiendo cada rincón de su boca y subiéndose de a poco a su cuerpo, apoyando su pecho contra el suyo y recordando el sueño de ese día, casi traspasándole esas ganas infinitas que sentía de poseerlo, con cada beso y caricia que le daba.

Kaito lo paró, para mirarlo con ojos lascivos y sintiéndose deseoso.

-Podemos hacer lo que tu quieras.

-¿A qué te refieres con lo que yo quiera? -preguntó Shinichi extrañado y pensando que la situación se había desviado.

-Ya sabes...puedes amarrarme, jugar con comida -sugirió apoyando un dedo en su boca -Lo único que sé, es que quiero que esta noche, tú tengas el control.

Lo miró profundo y casi suplicante.

-¿Por qué? -quiso saber el porqué de esa disposición.

-Porque...Sé que tienes ganas de tener el control.

Shinichi tragó saliva y su corazón se aceleró, no lo iba a negar, sentía algo de nervios y Kaito entendió eso.

-Tengo algo que puede ayudarnos –le confesó con pudor –La verdad es que, yo también estoy algo nervioso.

Buscó entre sus cosas el obsequio que tuvo guardado durante todo ese tiempo, aquel que la madre de Shinichi le había dado cuando fueron de compras. Acercó la pequeña botella a las manos del detective, este leyó la etiqueta.

-¿Y esto?

Soltó una risa nerviosa –Me lo regaló tu madre.

-¿Cuándo? -preguntó sintiendo como el rubor subía por sus mejillas.

-El día que fuimos de compras con Ai-chan.

Miró a Kaito que acomodaba las tapas de la cama y procedió a abrir el afrodisiaco, acercando su nariz y dejando que el aroma lo embriagara. Pensó en lo osada que era su madre, ni siquiera se atrevía a encararla o a decirle algo al respecto, era algo demasiado vergonzoso para él.

Kaito se recostó de frente y con ambos codos apoyados en la cama. Shinichi lo miró y se acercó a él para unir sus labios, logrando que la espalda del mago se extendiera en la cama y quedara bajo suyo. Movió su boca lentamente, disfrutando del dulce sabor de los labios de su novio.

Kaito apoyó sus manos en las mejillas del detective, intentando intensificar el contacto e introduciendo su lengua en la húmeda cavidad de Shinichi. La inquieta mano del contrario comenzó bajar por el pecho de Kuroba, hasta llegar a las caderas, donde la hebilla del cinturón no hacía más que estorbar.

-Bueno, vamos a poner en evidencia la efectividad de este curioso producto -interrumpió Kaito reincorporándose –Recuéstate boca abajo, voy a devolverte el masaje de la otra vez.

Sintió el aceite caer sobre su espalda y enseguida, las finas manos del ladrón abriéndose paso de a poco por toda la extensión desde su nuca hasta la cintura. Relajándose de a poco y dejándose envolver por la delicadeza y el cariño que Kaito le entregaba.

Al pasar el rato, comenzó a sentir más calor de lo normal, esperaba que Kaito le entregara más caricias. Automáticamente, el mago le besó el cuello y enterró levemente las yemas de sus dedos en el hombro de Shinichi, logrando que su vello corporal se erizara ante el contacto.

Se dio la vuelta, para quedar de frente, el mago lo miraba con los pómulos enrojecidos y con ojos deseosos. Una vez más, volvió a abalanzarse sobre su boca y este le devolvió el gesto con la misma energía, cerrando fuertemente los ojos y comenzando a jadear a medida que la situación se aceleraba.

-Hazme tuyo -pidió Kaito con voz seductora.

De un movimiento brusco, Shinichi le presionó las muñecas y las posicionó por encima de la cabeza, de modo que este no se pudiera zafar. Lo miraba con los ojos entrecerrados y con la boca ligeramente abierta a causa de la excitación, dándole a entender, que sus deseos serían órdenes.

Se acercó a su oído, soltando un gruñido que ni él mismo reconoció como suyo y comenzó a morder el cuello del ladrón, sacándole un agudo gemido.

Desgarró el pantalón del muchacho, sin importarle que tal vez era la única prenda con la que andaba. Él solo quería sentirlo cerca, sentirse a sí mismo, dentro de él.

Se separó unos instantes, solo para deshacerse de su ropa, la erección que tenía pedía a gritos salir de su ropa. Vio como Kaito intentaba desvestirse y el gesto le molestó.

-Quieto -ordenó con autoridad.

Y cuando quedó completamente desnudo ante él, lo ayudó a quedar en igual condición. Se acercó con cuidado, juntó sus frentes y volvieron a besarse con pasión. Shinichi tomó el miembro de Kaito y comenzó a masturbarlo, separando sus piernas de a poco, encajando su cadera entre ellas y envistiendo involuntariamente preso del deseo sexual que sentía.

-Ten –el mago le entregó el lubricante que tenía escondido y dudó unos segundos antes de hacérselo saber –Te voy a pedir que por favor...No seas muy gentil.

Eso no hizo más que enloquecer a Kudō. Untó sus dedos en ese pegajoso liquido e introduciendo un dedo lentamente. Kaito cerró el ojo derecho y arrugó un poco la nariz ante la intromisión, pero se relajó al instante en que Shinichi volvió a besarle, sintiendo como el detective introducía un segundo dedo y comenzaba a simular embestidas.

-Shin-chan –se retoricó jadeante, sintiendo su carnosa extensión lubricando presemen.

No aguantaba más, necesitaba entrar en él.

-Acomódate como más te guste.

Kaito ejecutó la orden, quedando con el pecho pegado a la cama, arqueando la espalda y elevando las caderas, en una posición perfecta.

Shinichi admiró por unos segundos esa vista y se alineó contra la entrada del ladrón para penetrarlo de una vez. Kaito soltó un grito aferrándose a las sabanas y acostumbrándose a esa parte de Shinichi que ahora estaba gozante dentro suyo.

Empezó a mover de a poco sus caderas y el detective al fin pudo soltar el aire e imitar la acción. El interior de Kaito se sentía tan apretado, las paredes internas vibraban y se sentía como un húmedo y caliente abrazo, cerró sus ojos, ciego de deseo y comenzaron a disfrutar de sus cuerpos mutuamente e intentando satisfacer al otro de la mejor manera posible.

Kudō enterró sus manos en las caderas de Kuroba, aumentando el ritmo de las embestidas, creando una vez más, una melodía de jadeas y gemidos suplicantes por más placer, por parte de ambos.

Supo que había dado con el punto débil del ladrón cuando este soltó un gemido diferente a los demás, mucho más agudo y al rebotar en él, nuevamente sintió como las paredes se contraían provocando que ninguno pudiera evitar dejar la mirada blanca debido al placer.

-Ahí...Ngh -suplicó y Shinichi aceleró el ritmo.

Querían durar un poco más, pero estaban tan excitados que fue imposible, sobre todo para Shinichi, que era un novato en eso. Esas benditas paredes se estrecharon aún más que antes, Kaito sintió un denso calambre en su interior y derramó su esencia en la cama al mismo tiempo que Shinichi lo hacía dentro suyo. Ambos gritaron ante aquel orgasmo fulminador que les recorrió el cuerpo en una sensación electrizante.

Las piernas de ambos temblaron y lograr calmar sus respiraciones les tomaría un buen rato. Kaito se giró como pudo y quedó en posición fetal. Shinichi se acostó tambaleante a su lado con el pelo goteando sudor, repasando en su cabeza lo que acaba de hacer y sentir.

-¿Estás bien? -le preguntó preocupado a su novio, quitando unos mechones rebeldes y en las mismas condiciones de la cara de Kaito, para poder verlo a los ojos -¡Mierda! -exclamó recordando –Me vine dentro tuyo.

Respiraba con la boca abierta.

-No pasa nada, pero para la próxima no lo olvidemos. No porque seamos hombres no existe algún tipo de riesgo por no usar condón -estaba tan satisfecho que prefirió restarle importancia, confiando en que eso no significaría un problema –Si eres tú, no me importa.

A pesar de sentir calor, Shinichi se abrazó a él y se mantuvieron un rato entre los brazos del otro.

-Menudo día de locos -expresó.

-¡Es cierto! -recordó Kaito con exaltación -No me contaste que ocurrió con los rufianes.

Suspiró fatigoso -Mañana lo sabrás.  




Holi :B  feliz navidad atrasada, feliz año nuevo, felices fiestas y todos los felices que pasaron mientras me desaparecí 🎄 🎆

¿Cómo están? <3 

Me demoré porque estuve trabajando full estas ultimas dos semanas, pero ya volvió todo a la normalidad y espero poder seguir actualizando una vez por semana. 

Hasta que al fin Shinichi cumplió su deseo 7w7 espero que les haya gustado y que se entendiera que Shin-chan necesitaba un empujoncito para poder hacerlo 🤭 

Tal vez sea un poco apresurado decirlo, sobre todo porque a veces surgen capítulos de la nada, pero a la historia ya le queda la mitad para que termine ;0 

Como siempre, cualquier cosa me lo hacen saber, si hay algún error, algún comentario (que me encanta leerlos) me lo dejan sin problemas 🤩 

Abrazos 

;DD 

💙 💚💖 💛 💜

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top