XXX. El fruto de un show más (R18)


🌟Advertencias: habemus un Shinichi activo de una manera muy peculiar🌟


Indiferente del conocimiento que tenía acerca de lo que estaba pensando Shinichi, se tomó el atrevimiento de hacer tal cosa. Agradeció por la excelente recepción, por la comida y por la oportunidad de poder presentarse allí. Incluso hizo un chiste acerca de recomendaciones médicas y copas que sacó una risa a los presentes, hizo enfoque en la excelente anfitriona que era la señora Majime y por supuesto, lo más importante, felicitó y pidió un aplauso para la cumpleañera.

Había preparado cuidadosamente su presentación desde que hizo el acuerdo con Isabelle. Era lo que mejor sabía hacer y no iba a desaprovechar la oportunidad de lucirse.

Comenzó con trucos sencillos con cartas y monedas para entibiar el ambiente, siguió apareciendo y desapareciendo objetos, logrando que los invitados se interesaran poco a poco y se acercaran a admirar su acto.

Como era un experto en la materia, prosiguió con algo más elevado, hizo participar a un hombre y una joven en trucos adivinatorios hasta llegar incluir sus infaltables palomas, para finalmente concluir con su gran acto final.

Cuando se lo comentó a Shinichi, este se preocupó un poco. No porque no confiara en él, sino que no veía necesario que se expusiera de tal manera. Por supuesto que Kaito lo tranquilizó explicándole que había ensayado eso muchas veces y como el detective siempre decía, no eran más que trucos e ilusiones. De todas maneras, el pequeño Shinichi se acercó para verlo más de cerca.

Kaito pidió a la señora de la casa que se acercara y solicitó su ayuda. Le dio indicaciones de que revisara que el piso del escenario no tuviese ninguna especie de trampilla ni nada similar.

Ella lo hizo tal como el mago ordenó y confirmó que no existía nada como eso. A continuación, le acercó una caja de cerillos y le pidió, amablemente que encendiera uno y que revisara el resto.

-Son todos iguales –dijo ella.

Kaito asintió -Ahora le voy a pedir un último favor -explicó -Perdone usted el atrevimiento, pero ¿Podría pasar sus bellas y delicadas manos por encima de mi ropa?

Un ruido de asombro y risas coordinado se escuchó por parte del público. La señora Majime se cubrió la cara juguetonamente fingiendo pudor y vergüenza, Kaito le siguió el juego y levantó las cejas, sacando otra sonora carcajada al grupo de espectadores. De manera suave y elegante, la mujer pasó sus manos por la ropa de Kaito constatando que era tela, de alta costura, pero nada fuera de lo común para ese tipo de material.

-No noto nada extraño -avisó y Kaito comenzó a rociar el piso con líquido inflamable.

-Damas y caballero ella lo acaba de confirmar -sacó de sus bolsillos unas esposas, las mismas que Shinichi había utilizado anteriormente con él para otro tipo de actos –Por favor -pidió que lo esposara y amarrara firmemente con una cuerda a una silla.

Estaba todo listo, la dama bajó del escenario y se sentó en su asiento. Kuroba encendió el fósforo y lo lanzó hacia el camino de líquido inflamable que había formado y el fuego comenzó de inmediato. Intentó zafarse a medida que las llamas avanzaban y al ver que no lograba desatarse, la multitud comenzó a impacientarse, exclamaban y se cubrían la boca, expectantes de lo que ocurriría.

El fuego llegó hasta sus pies, por lo que optó por liberarse de las esposas, que, para él, era algo sencillo. Los gritos comenzaron cuando su ropa comenzó a arder desde abajo y tuvo que soltar la cuerda de la parte trasera de la silla.

Y llegado el momento en que la mitad de su cuerpo ardía, logró ponerse de pie, dar un paso hacia adelante y juntar sus manos en modo de aplauso estirado, desapareciendo en una nube de humo y extinguiendo el fuego por completo, para finalmente, aparecer detrás de todos los espectadores con la ropa intacta.

Kudō no pudo evitar sonreír con estmación y soltar una risa en forma de soplo cuando todos rompieron en un aplauso y se acercaron desesperadamente a aquel joven mago que había cumplido con todo lo prometido.

-Pueden ir a confirmar el escenario si quieren –dijo a un grupo de chicos un par de años más joven que él, que parecían no estar muy convencidos.

Claro que se tragaron sus propias palabras al examinar el lugar en el cual encontraron rastros de manera quemada en el suelo y la silla seguía caliente. Estuvo un rato tomándose fotos con los invitados y entregando figuras de papel a pedido.

Se despidió de la última pareja que le pidió una foto y se hizo a un lado para tener un respiro. Shinichi aprovechó el momento y siguió su impulso de correr y saltar a abrazarlo.

-¡Ey! ¿Qué pasa? -le preguntó el mago con ternura y devolviéndole el abrazo.

No respondió, pero el hecho de que se aferrara a él con tal cariño y rodeados de desconocidos, fue respuesta suficiente para Kaito.

-¡Eso fue asombroso! -el cocinero y su hijo se acercaron a felicitarlo.

-Por un momento creí que estabas en problemas –se sinceró Yasuhiro.

-Muchas gracias –les sonrió aun sosteniendo a Shinichi en brazos, lo había acomodado en el lado izquierdo de su cadera.

-¿Es tu hijo? -preguntó el joven extrañado con un ligero toque de desilusión en su mirada, al mismo tiempo Conan-kun pestañeó de manera inocente y aferrándose más a Kaito.

-¿Lo parece? -bromeó el mago moviendo al niño en sus brazos –Es mi primo.

Desvió su mirada al grupo que se encontraba conversando en el umbral de vidrio y divisó a la señora Majime apoyada y cruzada de brazos. Cuando ella notó que Kaito había recaído en su existencia, le dirigió una última mirada y se perdió al entrar.

-Con permiso, muchachos -bajó al pequeño -Debo atender un asunto.

-¡Antes de que se me olvide! -habló el joven cocinero –Isabelle te andaba buscando.

-¿Dónde está?

-La última vez que la vi se dirigía al baño del último pasillo -explicó.

Escuchó como ambos le ofrecían algo de comer a Conan y se marchó para buscar a la chica.

Siguió las indicaciones, solo que no contaba con que el pasillo tuviera una infinidad de habitaciones, una escalera que descendía y al menos tres cuartos de baño. Isabelle no se encontraba en ninguno.

Se adentró un poco más por el corredor hasta que por fin dio con la pelinegra.

-¡Pecosa! ¿Me viste desaparecer entre las llamas? -alardeó con entusiasmo.

-Si, fue asombroso -respondió sin ganas y Kaito notó que había estado llorando.

-¿Estás bien? - se asustó de verla tan acongojada y la guio para que se sentaran en la escalera.

-No te preocupes por el hombre de antes -explicó una vez que se sentaron –Lo dejé con el padre de Gina y un par de invitados en las habitaciones de arriba.

-¿Te hicieron algo? ¿Por qué estás así? -el otro asunto había pasado a segundo plano para él.

Ella se abrazó a sus rodillas temblando ligeramente –Estoy asustada de lo que pueda pasar –sus ojos volvieron a humedecerse e intentó quitarse un poco el pudor que le impedía hablar.

-¿Específicamente con qué?

-Me había sentido un poco mal, supongo que por el esfuerzo -suspiró -Pero me di cuenta de que...estaba sangrando.

Kaito se asustó, no sabía mucho acerca del tema, pero estaba seguro de que eso no podía ser una buena señal.

-Tranquila –le pidió cuando ella no pudo seguir aguantando las lágrimas –Vas a estar bien ¿Te duele? Dime que sientes.

La ayudó a secarse las lágrimas con la palma de las manos, no soportaba verla así, por lo que la ayudó a que recostara la cabeza en su hombro para demostrarle su afecto. Sintió unos pasos detrás de ellos que se detuvieron justo un escalón antes del que los chicos estaban sentados y se dieron vuelta a mirar.

-¡Señora! ¡Lo siento! -Isabelle se disculpó al ver a la señora Majime detrás de ella.

-¿Qué ha pasado? -preguntó sin entender y viendo a la chica.

-Se siente mal –se apresuró Kaito a responder –Creo que tiene fiebre.

La mujer acercó sus manos al rostro de Isabelle, se preocupó al verla tan pálida y cansada, notando que efectivamente su temperatura estaba un poco elevada, solo que a causa de que estaba llorando.

-No es nada –dijo para evitar sospechas –Solo se trata de mi periodo.

-¿Estás segura? Nunca te había visto así por eso.

-¿No sería mejor que un médico la revise? -sugirió el mago –Desde la tarde que ha estado pálida y hace un rato estuvo a punto de desmayarse.

-Si. Mañana mismo irás para que un especialista te haga un chequeo.

La mujer se concentró en la pantalla de su teléfono y Kaito estuvo a punto de comentar que era mejor que la vieran en ese instante, pero Isabelle aprovechó la distracción de la dama para negarle con un gesto. Hacer eso podía ser demasiado sospechoso.

-Voy a ver a Gina -avisó, pero la señora la detuvo.

-Gina está bien. No te preocupes, yo me encargo de ella -miró a Kaito -¿Me ayudas a llevarla a su cuarto? Lo mejor será que descanse.

-Por supuesto -tomó a la chica del brazo como un caballero y los tres avanzaron hasta llegar a la recepción de las escaleras.

-Cuando se acueste, espérame en el área de la galería, la reconocerás de inmediato por la vegetación -aclaró la señora -Voy unos momentos a hablar con unos invitados que acaban de llegar y luego me reúno contigo para arreglar lo de tu pago.

Kaito asintió y subió junto con Isabelle por las escaleras, con cuidado por si ella llegaba a marearse o algo similar. Como suponía, había más de dos pisos y como cual princesa, el cuarto de la chica se encontraba en el más alto. Abrieron la puerta y la ayudó a sentarse en la cama.

-Gracias -intentó sonreír.

-Que considerada fue al ofrecer que te viera un doctor –no esperaba un trato parecido.

-Ella es así, es fría y distante, pero se preocupa y respeta al resto.

Kaito la ayudó a soltarse el cabello y quitarle el colgante que llevaba. Al disfrazarse de mujer en reiteradas ocasiones, sabía el alivio que implicaba aquello.

-Supongo que tienes algo más cómodo para ponerte –dijo refiriéndose al vestido, no podía ser nada cómodo acostarse con esa prenda a dormir.

-Sí, en el armario que está allí -apuntó al mueble que estaba cerca de la ventana y él se acercó para inspeccionarlo.

Sacó lo que parecía ser un pijama y se lo acercó.

-Te ayudaría con eso, pero no veo correcto estar en el cuarto de una chica ni mucho menos ayudarla a vestir –se disculpó.

Ella ladeó la cabeza –No te hagas. Cuando nos conocimos me manoseaste todo el cuerpo.

Kaito se puso nervioso –F-fue diferente, además no te vi completamente desnuda.

Isabelle logró sonreír al ver como el mago se puso incómodo.

-Descuida, puedo sola.

Se acercó de repente a ella y volvió a abrazarla protectoramente. Ella se sorprendió por aquel gesto tan repentino e intentó devolverlo.

-Vas a estar bien –le acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja -Tú y...la pequeña van a estar bien.

-¿Pequeña? ¿Te refieres a Gina? -no entendía a que se refería hasta que sintió la cálida mano del chico sobre su vientre.

-Tengo la sospecha de que será una niña -sonrió por unos segundos y quitó la mano para ponerse de pie –Descansa, y por favor, cuéntame cómo te va mañana.

La pelinegra asintió y Kaito salió del lugar para devolverse al ala donde había visto el área de descanso rodeado de verdes plantas y donde la señora Majime le había indicado. Sacó su teléfono y envió un mensaje a Shinichi, indicándole donde estaba y que haría lo posible para que pronto regresaran a casa.

-Lamento hacerte esperar –la mujer apareció a su lado con semblante mucho más relajado.

-No se preocupe. No debe ser fácil lidiar con tantas personas.

Asintió con solemnidad y se sentó frente a él.

-Gracias por ayudarme con Isabelle, me preocupé. Nunca la había visto así.

Kaito prefirió no mostrar ninguna emoción, la mujer parecía ser lo bastante intuitiva para darse cuenta de lo que ocurría, por lo que cualquier muestra de algo podría hacerla llegar a conclusiones demasiado acertadas.

-No dejo de sorprenderme por la grandeza de la decoración -Kaito miró los maceteros con diseño y los cuadros que adornaban la pared –Muchas gracias por la confianza de permitirme estar aquí.

-Creo que la más sorprendida soy yo. Estuviste realmente increíble -se refirió a su presentación y le acercó un sobre –Revísalo para ver si está todo en orden.

El mago abrió el sobre y se inquietó al ver la cantidad de dinero que había dentro.

-Estoy seguro de que es mucho más de lo que acordamos.

-Déjalo -le restó importancia –De todas maneras, es más de lo que mereces. Eres un mago y un joven realmente increíble.

Él no quería parecer aprovechado, pero sonrió de todas maneras.

-¿Hay algo más en lo que pueda ayudarle?

Ella lo miró fijamente a los ojos, sin soltar palabra alguna por un tiempo que pareció ser largo.

-Hoy lo dudo -suspiró cansada –Se hizo tarde y supongo que el pequeño que anda contigo debe tener sueño.

-Él puede esperar -soltó realmente sin querer.

No quería nada más con ella, sabía que cualquier palabra más podía sonar sugerente y terminar en otra cosa, y él no quería eso. Tan solo se trataba de que la presencia de ella lo perturbaba de tal manera que su cerebro y su boca no terminaban de conectar.

-¿Qué sugieres? -le preguntó, pero en seguida una risotada conjunta interrumpió el ambiente.

La señora miró de mala manera hacia el lugar de donde provenía aquel ruido y se puso de pie enseguida, parecía que iba directo a matar a alguien.

-¿Está todo bien?

-Mi marido que no entiende que debe comportarse cuando es el cumpleaños de su hija –se enfadó -No te preocupes, querido. Es todo por hoy -avisó desconcentrada y sin dejar de mirar al lugar –Estoy segura de que nos veremos nuevamente.

Se despidieron con una reverencia y cada quien tomó su camino.

Kaito aprovechó de aligerar el paso para ver los detalles de la casa con más atención. Personalmente, sentía que era un exceso de lujo, pero no porque a él no le pareciera la idea de vivir en un lugar así, significaba que no podía admirarlo.

Se quedó pasmado admirando un cuadro que parecía tener siglos de antigüedad. Acercó su rostro a él, agudizando la vista para fijarse en los detalles, hasta que sintió un ruido seco detrás de él.

Se giró asustado y vio al pequeño Shinichi respirando agitadamente y con su reloj de dardos anestesiante apuntando a un hombre en el suelo.

-¿Qué mierda? -preguntó aturdido.

-Parece que cuidarte la espalda se está volviendo costumbre.

Kaito se acercó al hombre tirado en el piso y se percató de que era de quien había estado huyendo.

-¿Me vio?

-Casi. Un segundo más tarde y no la cuentas -aseguró el pequeño de gafas.

El mago se apresuró para tomarlo de la mano y bajaron rápidamente por las escaleras. Quería abandonar el lugar lo más pronto posible y como no tenía que despedirse de nadie más, así lo hizo. Shinichi juró que recorrieron la mitad del camino a casa a paso apresurado, con Kaito gritando de vez en cuando de la nada para molestarlo y asustarlo. Para quedar iguales, el niño se subió a su espalda y lo usó de medio de transporte lo que quedaba de recorrido. 


-Por última vez, te lo agradezco Shin-chan, pero no era necesario. Lo tenía controlado –se mintió más que nada a sí mismo.

-Lograste trastornar mi tranquilidad –se lamentó el niño.

-¿A qué te refieres? -preguntó sin seguir el hilo de la conversación -Estabas tan cariñoso cuando terminé mi presentación.

Se dio vuelta en la cama dándole la espalda –No te lo diré.

-No te hagas el difícil ¡Quiero saber! -se abrazó a él.

El simple contacto de sus manos cerca suyo lo hizo revivir la dichosa sensación de orgullo y exaltación al verlo deslumbrar en aquel escenario, sin mencionar que ya lo había provocado cuando lo reclamó como suyo. Por lo que optó por copiar su humor y atrevimiento.

-Digamos que hace un rato, tu ropa no fue lo único que se encendió.

Se cubrió el rostro hasta la nariz con la sábana, aunque Kaito no podía verlo ya que la habitación se encontraba a oscuras.

Se lamentó de inmediato por haber dicho eso. El ladrón no dejó de hacer preguntas acerca de lo que había sentido. Por supuesto que lo ignoró y se hizo el dormido, pero ni en sueños su conciencia lo dejó tranquilo.


Su sueño fue más lúcido que lo habitual. Él se encontraba en su forma adulta y caminando por la mansión que habían visitado. Llegó hasta una habitación que tenía solo una mesa con un mantel blanco y un florero con dalias color violeta.

Kaito también se encontraba allí, con el mismo traje que había usado para la fiesta. Shinichi se acercó a él con paso firme, le tomó la cara con ambas manos y lo acorraló contra la pared sin dejar de besarlo y meter su lengua en la boca de su novio.

Se moría de ganas por poder sentirlo. Comenzó un cachondeo suave, pasando sus manos por el pecho de Kaito y sujetándolo de la cintura para atraerlo hacia él y evitar que se escapara, excitando a ambos y provocando que exhalaran gemidos de placer.

Se quitó la camisa al sentir que su cuerpo ardía y prosiguió apresando a Kaito, lamiendo su cuello, tocando cada parte de su abdomen y ayudándolo a quitarse la camisa. Lo obligó a enrollar las piernas en su cintura y lo elevó para apoyarlo contra la pared moviendo sus caderas a un compás que lo hacía desear más.

Metió las manos por la parte trasera del pantalón del mago y comenzó a masajear sus nalgas, buscando con sus dedos hasta dar con su entrada, la cual parecía escurrir y lubricar sola.

Estaba demasiado excitado, necesitaba sentirlo de una vez. Aun con el muchacho en brazos, apoyó a Kuroba en la mesa que yacía en el centro del cuarto y en el momento en que lo depositó, el mueble se transformó en una cama. Shinichi, le quitó con brusquedad los pantalones que tan bien se le veían, volvió a besarlo y a introducir su lengua con la respiración completamente agitada. Kaito parecía ceder a sus deseos, se dio la vuelta quedando boca abajo apegado con el pecho en la cama y la espalda perfectamente arqueada.

Kudō se bajó su propia ropa dejando escapar su desesperada erección. Se fijó en la ropa interior del ladrón, era un boyshort gris con elástico rojo que le quedaba un poco suelto de los muslos, por lo que perfectamente podía penetrarlo sin necesidad de quitárselo.

Admiró embobado su blanquecina piel similar a la porcelana y pasó sus dedos por encima de toda la zona que parecía ser solo para él y de una vez le hizo a un lado la ropa. Como había confirmado previamente, Kaito se encontraba muy mojado, metió dos de sus dedos y el chico soltó un quejido de satisfacción.

Gozó la sensación de tener los dedos dentro de él por unos momentos y se tocó a sí mismo para introducirse de una vez dentro de Kaito. Con una sola estocada entró cerrando sus ojos y abriendo su boca, embriagándose de la calidez que se sentía al estar dentro de su pareja.

Comenzó a moverse y a bombear dentro de él, provocando que los gemidos del mago fueran cada vez más agudos y suplicantes. Le dio nalgadas que sonaban armónicamente y aumentaban su excitación. Lo ayudó a darse la vuelta para mirarlo directamente a los ojos y volvió a introducirse en él aumentando el ritmo de las embestidas y que Kaito gimiera de tal manera no ayudaba en absoluto a calmar a la criatura que clamaba por placer y que sentía crecer dentro de todo su ser.

Sintió que le interior del mago se contraía y al mismo tiempo como el pecho se le empapaba de una cantidad considerable de semen. Shinichi se corrió dentro suyo con un gran gemido y al mismo tiempo despertando sin dejar de clamar y sentándose en la cama empapado de sudor.

Kaito lo miraba en su lado de la cama, sentado en posición india y con expresión completamente perturbada.

-¿Qué soñaste? -preguntó. 




Hallo gente! 

Dije Voy a actualizar temprano y me distraje jugando con mi conejo asdfgh

Así con los sueños del Shin-chan 7w7 ¿Creen que se atreva a contarle a Kaito?

Esto fue un paso importante para él así que tal vez da entrada para cosas nuevas 😏 

No sé si en el próximo capitulo, pero se vienen momentos complicados 😓

Ya saben que amo leer sus comentarios y cualquier duda, sugerencia o lo que sea me lo hacen saber :33 

Abrazos ;DD

💙 💚💖 💛 💜


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top