XXVIII. El Apostador


-Ahora viajarás al pasado mediante hipnosis.

-¿Qué? -preguntó el pequeño sin entender.

Kaito sostenía su monóculo con movimientos de péndulo justo delante de los ojos de Shinichi.

-Silencio o de lo contrario no funcionará.

-Déjate de tonterías -le dio un manotazo, logrando que el objeto cayera y rodara por el piso –O vas a logar que nuevamente me desmaye –dijo recordando lo de hace unos días.

-Esos malestares solo ocurren cuando estás en tu forma adulta –le respondió buscando su pertenencia en cuatro patas por el suelo –Ya sabes, por lo del bebé.

-¡No es por eso! -le gritó ofendido inflando sus cachetes –Fue porque se acabó el efecto del antídoto.

-¡Aquí está! -exclamó cuando lo encontró bajo la mesa junto a un calcetín con un tierno estampado de gato que creía perdido –Eso del efecto pasó horas después.

-Como sea ¿Vas a contarme o no? -comenzaba a perder la paciencia.

-Dije que te contaría y eso haré -volvió a recostarse en el sofá y estiró su cuerpo por todo lo largo del mueble -Tú solo relájate y deja volar tu imaginación.


~~5 años atrás~~

Se encontraba dando vueltas por la habitación, leyendo aquella información que había separado minuciosamente acerca de Pandora. Estaba seguro de encontrarse cerca del último paradero de la renombrada joya. Un pitido, al que estaba acostumbrado lo hizo desviar su atención a la pantalla de su ordenador.

-¿Qué quieres? -saludó aburrido a su madre y fue a sentarse al escritorio.

Ella no se inmuto y siguió bebiendo su jugo en una terraza de lo más agradable -¿En qué estás tan ocupado? ¿No deberías estar rellenando solicitudes para alguna universidad?

Kaito miró la torre de papeles acumulados y los cuales no se había molestado en leer.

-Tengo cosas más importantes que hacer ahora.

-¿Más importantes que tu futuro? -revolvió su bebestible para no demostrarle a su hijo que se había puesto un poco tensa.

-Cosas del oficio.

Chikage lo miró cruzándose de brazos -¿Qué tramas?

-Mamá, realmente estoy ocupado ahora –se removió el cabello ya cansado de la charla –Todo está bien –se despidió de ella con la mano y no le dejó tiempo de hacer lo mismo ya que cerró la pantalla con brusquedad.


~ 4 años atrás ~

-Joven amo ¿Por qué no se toma un descanso? Lleva todo el día en esto.

-Luego, Jii-chan -abrió la botella de té y bebió, estaba sediento -Esto es incluso mejor de lo que te pedí -sonrió con entusiasmo.

Sostenía entre sus dedos unas esferas que contenían humo y gas, inofensivas, si lo pensabas bien y bastante más pequeñas en tamaño comparadas con las que solía usar la mayoría de las veces, por lo que era más fácil ocultarlas.

-Perdone la intromisión -Jii-chan agachó la cara ligeramente –Pero ¿No cree usted que se está obsesionando demasiado?

Kaito subió la mirada de golpe con una sonrisa medio torcida, no quería que la agradable estancia se tornara intensa solo por un simple comentario.

-¿A qué te refieres? -preguntó haciéndose el desentendido, después de todo se trataba de Jii-chan, su amigo y aquel hombre que lo ayudaba a lograr todo lo que significaba Kaitō Kid.

-Usted es un chico joven e inteligente –intentaba controlar sus nervios, no quería pasar a llevar al joven Kaito –Fuera de su vida como Kaitō Kid tiene todo un futuro por delante y en este último tiempo se ha dedicado a efectuar actos exitosos y a buscar la legendaria Pandora.

Kaito sonrió, realmente no estaba molesto –Empiezas a sonar como mi madre.

-¿Ha hablado con ella?

Asintió dando otro sorbo a su botella de té -Me dijo casi lo mismo que tú, sumado a que había desperdiciado un año de estudios para centrarme en esto, pero dentro de todo, ella me apoya. Y no te preocupes, somos amigos -volvió a dedicarle una sonrisa cálida e inocente –No te sientas mal por decirme estas cosas.


~ Casi 3 años atrás~

Observaba desde el tejado del edificio cercano como el Inspector Nakamori le gritaba a su equipo por no lograr detener el robo. A su izquierda, el asesor Suzuki intentaba calmar a su perro Lupin, que no dejaba de saltar a sus piernas, juguetonamente. A la derecha, el detective Kogoro Mōri encendía un cigarrillo con semblante aburrido y junto a él, el grupo de tres característicos e infaltables personajes. Sonoko abría y cerraba la boca entusiasmada y a una velocidad increíble, expresando lo magnifico que era Kaitō Kid. Ran, la escuchaba atentamente poniendo su mejor cara y de la mano de ella, un pequeño niño de traje azul y gafas que miraba impaciente al cielo en busca de alguna señal del ladrón.

-Tan tierno -pensó Kaito al observarlo.

Se dio la vuelta para retirarse del lugar, no iba a arriesgarse a ser descubierto. Camino por la delgada orilla del tejado para bajar cuidadosamente a un callejón. Cayó en perfecta posición y apenas volvió a dar unos pasos, una figura negra de más o menos su altura lo plantó de frente. Debido a la oscuridad le fue imposible descifrar si era hombre o mujer.

-Kaitō Kid.

Adoptó aquella actitud segura y cargada en arrogancia –A su servicio –hizo una reverencia con sus sentidos completamente alerta.

-No tengo mucho tiempo –su voz sonaba algo mecanizada, probablemente se debía a algún aparato en la máscara que ayudaba a distorsionar su verdadera voz –Entrégame la ubicación de la joya.

Kaito se extrañó, pero por supuesto que no lo demostró.

-No tengo idea de donde pueda estar y si lo supiera, jamás te lo diría.

La figura lo apuntó con un arma y Kaito instintivamente levantó ambas manos.

-Tengo la certeza de que no es así y si cooperas... a cambio te doy información del Kaitō Kid original.

Soltó una carcajada –Yo soy el auténtico Kaitō Kid.

-No lo eres -demostró tal seguridad en sus palabras que Kaito le creyó -Y con esa actitud demuestras que estás interesado en saber la verdad -guardó el arma y dio un paso al frente para ganarse su confianza –No sé por qué comenzó a esconderse, pero desde que tomaste su lugar no has hecho más que atrasar lo inevitable.

Para Kaito era tema delicado, todo lo relacionado con su padre le generaba una gran nostalgia y apenas ponía un poco más de interés que lo normal en aquel asunto, hacía que se obsesionara por completo, pasando días dándole vueltas, por lo que no quería darle esa satisfacción a aquel extraño. Sumado a que escuchó las sirenas y a un grupo de policías acercándose a ellos.

-Perdone mi falta de respeto, pero no tengo tiempo para usted -lanzó una bomba de humo al suelo y desapareció al instante.

No lo iba a negar, eso lo dejó pensativo por varios días, días que se transformaron en semanas cargadas de dudas, en ganas de averiguar todo, el de cuestionarse que tal vez ese desconocido tenía razón. Después de todo, su padre había sido una persona talentosa e inteligente, que no se dejaría engañar fácilmente ¿Valía la pena albergar la esperanza de que su padre siguiera con vida? Existía la posibilidad de que haya fingido su muerte para mantenerse oculto.

Después de eso, todo empeoró, su manía de pensar en eso llegó a tal punto que tenía pesadillas demasiado frecuentes y no lograba concentrarse en nada más. Su madre, lo vio tan complicado, que lo invitó a pasar una temporada con ella y al poco tiempo, el mago se vio volando hacia los Estados Unidos.

En un comienzo, siguió con la misma postura, pero era joven y su madre vivía en la ciudad del pecado, por lo que, al poco tiempo, pasó de volver a ser el mismo a soltarse de las riendas por completo, ni Chikage Kuroba fue capaz de frenar a su hijo, quien vivía en fiestas y metiéndose en líos con una actitud completamente irresponsable.

-¿Dónde estabas? -le preguntó a Kaito cuando lo vio entrar a casa, una vez más cerca del mediodía, con los ojos rojos y apestando a alcohol.

-Con unos conocidos -caminó a paso irregular para ir a recostarse a su habitación -Y no bebí, me tiraron una copa encima.

La impaciente mujer se cruzó de brazos –Una copa, una botella y toda la licorería. No te invité a vivir conmigo para que terminaras así -le recriminó sintiéndose frustrada –Era para que cambiaras un poco de ambiente ¿Qué es eso? -le preguntó mirando unas marcas moradas que su hijo tenía por todo el cuello, Kaito se cubrió los chupetones demasiado tarde –No me sorprendería que tuvieras hijos repartidos por ahí.

-Déjame en paz -escupió con desprecio.

Y como ya era costumbre, llegaba a casa, dormía hasta altas horas de la tarde y volvía a deambular por ahí y perderse entre ese entorno fácilmente cautivante. Solo que esa vez, fue a parar al lugar equivocado, ni él recordaba con detalle como ocurrió todo.

Estaba tan ebrio y enfadado que terminó apostando todo lo que tenía en un simple juego de póker con un grupo de hombres desconocidos en un bar de dudosa reputación. La suerte no estuvo a su favor y perdió todo lo que incluso no era de él...


-Espera, espera, espera –el detective lo interrumpió con brusquedad -¿Qué significaba realmente apostarlo todo?

-No puedes interrumpir la narración de esa manera –le llamó la atención preocupado y mirando a todas partes, como si al romper esa regla fuesen a desaparecer o algo similar.

-Ya lo hice.

Se rascó la nuca y respondió a la pregunta con vergüenza -Todo lo que tenía en ese momento, Shin-chan. Dinero, joyas, los ahorros que dejó mi padre y la casa en la que vivía mi madre.

Abrió la boca sin poder creérselo, incluso sintió miedo de escuchar el resto de la historia.

-¿Y qué ocurrió después?

-Bueno, era un juego justo, con personas que, a pesar de saber que había que andarse con cuidado, dentro de todo jugaban limpio, así que no me quedó más remedio que entregarlo todo -apoyó sus dedos en el mentón intentando hacer memoria –El problema real vino luego, cuando le conté a mi madre lo que había ocurrido –no pudo evitar soltar una risa al recordar la cara de su madre, la de no creer ser capaz de engendrar a un hijo tan imbécil, claro que en esos momentos no le hizo gracia –Estaba en la mierda, tengo lagunas mentales. Recuerdo que fueron a encararme civilizadamente a casa y mi mamá supo tratar con ellos. Claro que lo apostado tenía que entregarse, lo único que ella hizo fue ganar un poco de tiempo.

-¿Qué hicieron? -preguntó pensando en algunas posibilidades.

-¿Hicieron? -soltó una carcajada sarcástica -Me llevé el regaño de la vida, por supuesto y ella me amenazó. No tenía opción, necesitaba recuperar lo perdido y encontré un par de dólares en mi zapato e hice lo único que se me ocurrió en esos momentos, me fui a beber a un bar.

El pequeño se llevó la mano a la cara ya harto de escuchar tanta irresponsabilidad.

-No me digas que lo gastaste.

Volvió a sonreír -Me alcanzaba para un trago y en esos momentos no pensaba en nada. Salvo, en una bella chica que se me acercó y créeme que regalarle la bebida me salvó la vida.

Kaito prosiguió con la historia, como había dicho, ella cayó como caída del cielo. Era bailarina y prostituta, muy guapa y joven, pero con experiencia y que se acercó a Kaito, le llamó la atención por el simple hecho de que fuese extranjero, en palabras sencillas, una presa fácil para atraer y coquetear.

Como estaba acabado, no titubeo en contarle sus problemas, ella incluso sintió compasión al saber que eso que estaba bebiendo había sido lo último que a él le quedaba. No la manipuló en ningún momento, simplemente era su encanto natural congeniar tan bien con cualquiera. Luego de lo que fue una larga charla, la muchacha quedó encantada con él y como tenía experiencia al llevar la vida que llevaba, le ofreció un trato, ya que a ella también le convenía.

-¿Te volviste proxeneta? -se exaltó el pequeño Kudō -No me digas que te...

-¿Qué cosas dices? ¡Por supuesto que no! -levantó una ceja –Llegamos a un acuerdo, me presentó a un grupo de colegas suyas y nos fuimos 40 y 60 porciento en las ganancias.

-¿Haciendo qué?

-Tenía pocas opciones. O me prostituía, vendía droga o robaba y como ninguna de esas opciones me parecía factible en un país que no era el mío, comencé a vender la ropa interior que ellas usaban en su trabajo –se dio unos golpecitos en el labio inferior con el dedo índice -Los jóvenes y viejos pagan muy bien por ella -Shinichi se puso completamente rojo al conocer la información -¡No pongas esa cara! Gracias a eso logré recaudar buen dinero e información valiosa acerca de las apuestas y el juego. Ya solo quedaba invertirlo y esta vez, de buena manera.

Se adelantó a sus propios pasos y a los de todos los demás, como había dicho, realmente no tenía opción de equivocarse, por su culpa se encontraba en la ruina, así que estudió y escuchó todos los consejos que llegaron a su oído acerca de donde realmente podía darle vuelta a todo. Adoptó la mejor actitud de triunfador y se dirigió directamente al lugar donde podía llevarse un premio gordo, al Bellagio.

Empezó de a poco, primero disfrutó de las vistas que ofrecía el lugar. Era un casino increíblemente grande y lujoso, con un lago artificial, un espectáculo de fuentes danzantes con música y luces. Con áreas de póker, una importante cantidad de máquinas tragamonedas, un sector para apostar en carreras de caballos y otros juegos conocidos. Junto a las animadoras, meseras y la elegante barra de cocteles, Kaito terminó acoplándose en aquel animado ambiente.

Logró agarrar el ritmo de las máquinas tragamonedas, siguió con la ruleta y finalmente con eso que tanto lo representaba, las cartas. Es decir, por el juego más famoso del lugar, el blackjack. Adueñándose de toda la atención de los presentes y con cada minuto que pasaba, llenándose de seguridad para ganar todo lo que le fuera posible y a medida que aterrizaba en la realidad, se dio cuenta de que logró superarse a sí mismo.

-¿Lograste reunir lo suficiente?

-Lo suficiente para dar un pie seguro -sonrió como un completo psicópata mostrando sus dientes brillar –Pero, yo quería más. Quería demostrarle a la pesada de mi madre que, así como había perdido todo, podía recuperar mucho más.

Kudō se volvió a desesperar y a tomar nota mental de que jamás lo dejaría apostar nada.

–No quiero saber más, tengo miedo de lo que puedas decir.

-Calla que viene la mejor parte –se acomodó la espalda –Aquella dama, me llevó con gente de confianza. Nuevamente me arriesgaba a apostar y perderlo todo. Solo que yo no tenía opción de perder -chasqueó los dedos –Y aquí la clave del éxito, no puedes perder si ya sabes que eres un ganador.

Shinichi sonrió de manera boba y convenciéndose de que salía con un chiflado, esos delirios de grandeza no los podía tener nadie más en el mundo.

-No me digas, hiciste trampa.

-No -respondió sin expresión alguna -Jugué limpio, como pocas veces, está vez desafié al destino y al azar. Y terminé ganando un poco más del triple.

-¡¿Cómo es posible?! -exclamó sin ocultar su completa sorpresa y Kaito le sonrió.

-Te lo dije, no tenía opción de perder –bruscamente pasó de lo de la apuesta al resto de la historia, solo porque le daba un poco de rabia recordarlo –Ahora que lo pienso bien, no debí esforzarme tanto.

-¿Por qué?

Se mostró molesto –Mi madre vivía bien y su trabajo era bueno, pero comparado con lo que yo gané ... -Tensó la mandíbula -Está viviendo como una reina a costa mía.

Entendió a que se refería -Supongo que se merece un descanso luego de lo que la hiciste pasar.

-Ya, pero la mayor parte de eso es mía y ella no hace más que enviarme migajas ¡Ni siquiera ha sido capaz de enseñarme el lugar donde está viviendo!

-¿No te ha dicho donde vive? -se preocupó.

-Si, me lo dijo y es un lugar caro, además ella es como una maldita mafiosa, supo invertir bien todo lo que gané –se miró las uñas intentando canalizar su molestia –Solo que luego de que recuperamos lo perdido ella me mandó de vuelta a Japón -resopló -Y pasaron meses hasta que me dijo donde vivía -se cruzó de brazos y miró hacia un lado –Pero soy orgulloso, a pesar de que me ha invitado un par de veces, me rehúso a ir.

-Eres un niño -le dedicó una media sonrisa -Deberías agradecerle, a pesar de como la cagaste no te ha exigido nada, te envía dinero, no tienes que preocuparte por mucho y se sigue interesando por tu bienestar.

-Ese dinero es mío.

-En parte, porque obtuvieron todo eso gracias a los bienes que eran de ella ¿O me equivoco? Seguramente solo quiere darte una lección, esta vez saliste bien parado, pero dudo que ocurra nuevamente y honestamente, no veo que necesites nada con urgencia.

Hizo un puchero, como siempre Shin-chan tenía razón -Bueno, para terminar la historia, aun sigo algo molesto con ella y hace un tiempo ha vuelto a cuestionar mi despreocupación por la vida, así que es por eso que la tengo agendada de esa manera en el contacto del teléfono.

Lo miró con dulzura y terminando de procesar todo el relato.

-A todo esto ¿Quién era la persona que te hizo entender que tu padre seguía con vida? -tragó saliva y evaluó a Kaito con la mirada, no quería incomodarlo, pero ya había abierto la boca para preguntar.

Se encogió de hombros negando –Hasta el día de hoy no lo sé, existe mucha gente detrás de la joya y seguramente solo quería perturbarme -pensó -Lo que si me parece algo extraño es la manera en la que me lo dijo, casi asegurándolo.

-¿Y crees que sea verdad?

-Honestamente, le di tantas vueltas al asunto que terminé trastornándome un poco –se apagó -No me gusta pensar en eso, no gano nada.

El pequeño lo miró entregándole toda su comprensión y apoyo a través de sus intensos y bonitos ojos, aprovechó que Kaito estaba inmóvil para apegarse a él y abrazarlo.

-La joven de tu historia ¿Pasó algo más con ella? -preguntó curioso de repente, intentando no sonar celoso, sobre todo ahora que había vuelto a su cuerpo de niño.

Kaito ahogó una risa –Si, cada vez que se presentaba la oportunidad -recordó algunos detalles –Pero a ti no te lo recomiendo, ni yo estuve a la altura, practicar esa actividad con esas mujeres te deja agotado. Cada vez que nos acostábamos yo terminaba mareado de tanto esfuerzo físico, me dejaba seco y cuando volví al país me costó un poco retomar mi vida sexual.

-¡No me interesa saber de tu vida sexual! -se removió incomodo entre sus brazos tapando sus oídos.

-Tienes que aprender, mi pequeño -lo alcanzó a sujetar de ambos hombros antes de que se zafara -Estás en edad de aprender.

La alarma del teléfono móvil del detective, que había programado especialmente pare ese día espantó a ambos.

-Se hace tarde, deberíamos alistarnos –se puso de pie.

-Tienes razón -lo miró con burla –Ese pastel de cumpleaños no se soplará solo y tu novia exige tu presencia para ese momento.

Le enseñó esa sonrisa traviesa y Conan-kun se acomodó el cabello, devolviéndole un gesto de desaprobación y maldiciendo una vez más las ideas de Kaito.  



Holaaaa 

Me siento extraña, en comparación de otras veces actualicé temprano 😆

No tengo mucho que decir, el capitulo está más corto en comparación de otros, pero siento que resulta un poco más cómodo así porque de lo contrario saturo de tanta cosa

¿Qué mas? ¡Ah si! 😅

Le agregué la restricción a los capítulos que tienen escenas +18 para no estar a cada rato diciendo "isti cipitili tini nipir" asdfg

Eso :33 espero que lo disfruten, que se encuentren bien y cualquier cosa me lo hacen saber 

¡Y sí! hay una parte donde justifico mi falta al interrumpir el relato e.e 🐳

Abrazos ;DD 

💙 💚 💖💛 💜


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top