XXVII. Laberinto por la Metrópolis
"Voy a seguir adelante"
El mensaje era de parte de Isabelle, informando que había tomado una decisión. Iba a seguir adelante con su embarazo, lo que significaba que estaban contra reloj para comenzar a actuar. Ya que estaba en eso, se tentó en ver los nombres de los siguientes contactos que el mago tenía guardados y que habían enviado mensajes. Le llamó la atención uno que tenía el nombre de una mujer "Chikage".
"¿Hasta cuándo piensas seguir ignorándome? Tenemos asuntos importantes de los que hablar"
Buscó si es que la conversación seguía desde más arriba, pero al ver que los otros mensajes habían sido, notoriamente eliminados, comenzó a montarse todo tipo de películas.
Dejó el teléfono con cuidado encima de donde estaba y miró a Kaito para asegurarse de que no se hubiera despertado, afortunadamente el chico se encontraba roncando profundamente y Shinichi se sentía tan mareado que no tardó nada en unirse a él.
A la mañana siguiente, Kaito se despertó removiéndose en la cama con un quejido de lamento.
-Me duele la cabeza –se la sujetó con ambas manos.
-Shh –le pidió Shinichi, él también tenía dolor de cabeza –No grites.
Estuvieron en estado vegetal por alrededor de una hora, hasta que Shinichi, que era el que se encontraba un poco más sano, se sentó de a poco en la cama sujetándose la cien con una mano. Solo que se arrepintió de inmediato de hacerlo, ya que sintió una vez más sintió como el vómito matutino subía por su garganta. Se tapó la boca con ambas manos, estaba seguro que esta vez no alcanzaría a llegar al baño. Kaito tuvo mejores reflejos y le acercó rápidamente el cubo de la basura para que el detective purgara en el.
-Te odio –le dijo entre arcadas y mostrando sus ojos llorosos a causa de eso.
-¿A mí por qué? Si no te he hecho nada –le respondió con el ceño fruncido debido al malestar que sentía -Nadie te obligó a beber y te advertí que eso último que te tomaste pegaba fuerte.
No tenía más que expulsar y al pensar en eso, recordó lo último de la noche.
-Anoche, cuando te quedaste dormido –le explicó -Llegó un mensaje a tu teléfono.
-¿Y eso que tiene de relevante?
Pestañeó azorado –No me contuve y lo leí -prefirió omitir que había leído el otro.
-Ah -respondió Kaito sin saber bien como sentirse al respecto –Agradezco que me lo digas –le dijo y alcanzó el teléfono para chequearlo. No quiso darle la oportunidad de que le mintiera, así que prefirió no interrogarlo acerca de que, si por esas casualidades había leído otra conversación, porque la respuesta era más que obvia. Levantó una ceja al leer dicho mensaje. No se esperaba una respuesta tan rápida, pero no le correspondía a él pensar en eso -¿Qué hacemos ahora?
-¿Por qué no quedas con ella?
-¿Por qué ese empeño en que me vea con ella? -preguntó extrañado.
Se encogió de hombros –Porque está en un momento delicado, seguramente necesite hablar con alguien de confianza.
-¿Y tú que harás?
-Tengo que ir a la Estación de Policía, luego los alcanzo.
Había pasado tiempo desde que no iba a la estación a tratar asuntos laborales con el Inspector Megure, con toda la cuestión de Kaito, todo andaba desordenado.
A pesar de que dejó claro que estaba trabajando por su cuenta en un caso complicado, quería asegurarse de entregar los informes que tenía terminados en casa y aprovechar su cuerpo de adulto para hacer acto de presencia y no levantar sospechas, ya que no sabía en cuanto tiempo más tendría nuevamente la oportunidad. Y no se equivocaba al pensar que el inspector lo recibiría con los brazos abiertos, como cada vez que se encontraban. Ser un detective de renombre tenía sus ventajas.
La visita fue particularmente corta, por lo que se apresuró en ponerse en marcha para encontrarse con Kaito e Isabelle. El mago lo había llamado previamente para notificarle su ubicación. Se encontraban por los alrededores de Shibuya, así que apuró la marcha antes de que se oscureciera por completo y fuese más difícil encontrarlos.
Aunque era un sector bastante transcurrido, no le costó dar con ellos. Ambos estaban arrinconados y riendo a gusto cerca de unos locales comerciales, junto a ellos una pareja de dos hombres a quienes no les tomó atención, ya que, al acercarse, quedó un poco pasmado por lo que veía.
-¿Se puede saber que mierda están haciendo? -preguntó con tono de regaño cuando llegó.
-Buenas tardes –le respondió la pelinegra mirándolo confundida y dando una calada al cigarrillo.
Kaito expulsó el humo hábilmente por la boca y lo saludó -Hasta que al fin llegas ¿Cómo te fue?
Shinichi miró a ambos intentando descifrar si se trataba de alguna especie de broma, de muy mal gusto, por cierto.
-¿Qué haces fumando? -le preguntó aturdido a la chica cuando comprobó que no le estaban tomando el pelo -¿No se suponía que querías tener a tu hijo? ¿No sabes que no deberías fumar? -ella lo miró con clara señal de que no tenía idea.
-Es que, me ayuda a distraerme un poco –le respondió con cara de cervatillo
-¿Y tú no le dices nada? -se dirigió a Kaito.
Kaito se encogió levemente de hombros –No soy la persona más indicada para decirle que debe o no meterse al cuerpo.
El detective lo miró molesto y luego miró a Isabelle –Por favor, dame eso –le dijo con tono sobreprotector y le quitó la colilla de las manos para pisotearla y apagarla en el suelo -Tú también -hizo lo mismo con Kuroba.
-¿Por qué me lo quitas a mí? No estoy preñado ni nada de eso –se quejó.
Suspiró intentando mantener la paciencia –Pero ella si lo está y el humo le llega de todas maneras -recogió las colillas del suelo y caminó para encontrar un basurero para tirarlas y los otros lo siguieron –Isabelle, dame la cajetilla -quería confiscársela para evitar que siguiera fumando.
-No es mía -respondió mirando de reojo a Kaito.
Shinichi volvió a mirarlo con fastidio -¿No puedes malgastar el dinero en otra cosa?
Kaito sonrió -No fue necesario pagarla. La tomé prestada de tu inquilino –se arrepintió de inmediato al confesar cuando vio la expresión del detective –Luego se la devuelvo.
-Y tienes el descaro de robar en mi propia casa -negó cansado con la cabeza -¿La niña dónde está? -preguntó de repente alterado y mirando hacia todos lados. Con lo irresponsables que eran, existían altas posibilidades de que la niña se les haya perdido.
-Esta vez no vino conmigo –le comentó Isabelle -Tenía un poco de fiebre y se quedó en casa con su madre.
-¿Tú cómo estás? -le preguntó avanzando con las manos en los bolsillos.
-Intentando seguir todo con normalidad y de pensar en que todo estará bien -respondió rendida con un ligero toque de desesperanza en su voz –Lo bueno es que no he sentido los típicos síntomas del embarazo, solo cansancio. Y que el padre de Gina se haya ido de viaje por unos días me ayuda a sentirme un poco más aliviada.
-¡Ja! -exclamó Kaito en modo de burla -Así que confirmamos que definitivamente tus síntomas los está viviendo Shin-chan.
El nombrado lo ignoró y prosiguió con las preguntas -¿Piensas contarle lo que sucedió?
La chica hizo una mueca con la boca –Mi relación con él no se basa en nada más que empleador y trabajador, por lo que realmente no espero un apoyo de su parte -miró a Shinichi –Y también tengo que ser realista, sé que por mucho que intenten ayudarme, no será algo que se solucione en poco tiempo -posó suavemente una mano en su vientre y agachó la mirada –Quiera o no se está comenzando a notar.
Kaito la miró de perfil –Yo te veo igual que siempre.
-Ella se refiere a que en un par de meses será difícil de ocultar -rodó los ojos y volvió a preguntar -¿Qué te hizo tomar la decisión?
-Supongo que si antes no hice nada al respecto es porque inconscientemente sabía lo que quería -miró a Kaito con timidez –Y porque no está del todo mal tener esperanzas y seguir adelante.
Siguieron avanzando sin rumbo por las iluminadas calles hasta que Kaito preguntó.
-¿Hasta qué hora te puedes quedar?
-Hoy es viernes, tengo una entrega en un par de horas y como Gina no está conmigo puedo llegar un poco más tarde ¿Por qué?
Kaito movió la cara dando a entender que solo era una pregunta y Shinichi juró escuchar que había agregado algo más, pero que fue incapaz de entender ya que pasaron por afuera de una cafetería y su atención se centró totalmente en ella.
Se sintió extrañado, ya que tenía sus comidas al día, por lo que no debía sentir hambre. Continuaron el camino con Kaito e Isabelle charlando de quien sabe qué y con Shinichi siendo incapaz de quitarse las insaciables ganas de entrar en la cafetería en ese mismo instante, porque por algún motivo, lo necesitaba desesperadamente.
-Kaito –se detuvo de repente y sostuvo su brazo, adoptando una actitud completamente dulce, que hasta él mismo se desconoció -¿Podemos devolvernos?
Kaito lo miró con extrañeza -¿Se te olvidó algo?
-No es eso -negó y se cubrió la boca con una mano, avergonzando y sintiendo como el rubor invadía sus mejillas.
-¿Te sientes mal? ¿Quieres ir al baño? ¿Viste a alguien? -comenzó a desesperarse -¡Dime algo!
Shinichi movió sus ojos llenos de ilusión en la dirección por la que habían caminado y los chicos miraron hacia donde apuntaba. Su expresión era tan demostrativa que era imposible no dejarse manipular por el muchacho.
-¿Te seguimos? -le preguntó Isabelle amablemente ya que el detective no hablaría.
Asintió y no les quedó de otra que seguirlo. Por suerte, era solo un par de cuadras más atrás hasta que llegaron a la vistosa cafetería, la cual no resaltaba entre las demás, ya que el sector estaba lleno de lugares de ese tipo. Shinichi se detuvo a admirar la vitrina llena de una variedad excesiva de pasteles y evitó el contacto con sus acompañantes debido a avergonzado que se sentía.
-¿Quieres entrar? -preguntó Kaito sin poder creérselo -¿Por esta tontería creas tanto misterio?
Kudō juntó las manos y se disculpó -No sé qué me pasa, simplemente necesito comer algo específico de aquí.
-Por mi está bien –se entusiasmó Isabelle.
El mago puso los ojos en blanco y luego esbozó una sonrisa –Si así lo desean.
Shinichi abrió la puerta con impaciencia y se dejaron embriagar por la mezcla de aromas del interior, que mayormente era a café y pasteles. Kaito le dijo que pidiera cualquier cosa para él y se fue a sentar a una mesa alejada, dejando a los chicos haciendo la fila para pagar.
-Si quieres ve con él -le sugirió Shinichi a Isabelle, no quería que se cansara de más -¿Qué te pido?
Ella lo pensó por unos breves momentos hasta decidirse –Pastel de limón.
Kudō la miró poniendo una cara que expresaba un claro "Tú eres de las mías" -Que sean dos.
Ella le hizo caso y se sentó junto a Kaito, quien miraba su teléfono con concentración. Aludido, comenzó a sentirse un tanto inquieto, el pensar que en esos momentos su novio podría estar hablando con esa tal Chikage. Quería averiguar a toda costa quien era y que relación tenía con la mujer. Se distrajo solo cuando la amable voz de la chica del mostrador lo hizo despertar de su ataque de celos, cuando le preguntó su orden.
Una vez que pidió, volvió a la mesa, le acercó a Isabelle un trozo de pastel de limón y a Kaito una porción de helado de chocolate decorado con salsa y un par de frutas.
Miró el helado con entusiasmo -¿Cómo supiste? -lo miró con ojos expresivos e infantiles.
-Recordé la foto que me envió mi madre, esa vez estabas comiendo helado de chocolate –le explicó -¿Te gusta mucho?
-Es mi favorito -confesó con una tímida sonrisa sin dejar de mirar a su novio y sintiendo que se había enamorado aún más con ese nuevo gesto, Shinichi hizo lo mismo.
Isabelle miraba entretenida a ambos chicos que parecían haberse olvidado de que no estaban solos y que se encontraban en un lugar público. De hecho, ella parecía disfrutarlo, ya que soltó un comentario sin poder contenerse.
-A mí no me molesta que se den de comer en la boca –les hizo saber con voz soñadora y llevándose ambas manos a sus mejillas.
-¿Por qué haría eso? -preguntó Shinichi.
Ella se llevó una cucharada de pastel a la boca –Porque es tierno y estoy segura que al igual que yo, a varias chicas del lugar les gustaría ver algo así.
Shinichi miró a los demás clientes, en efecto, eran casi todas chicas jóvenes y una pareja de ancianos, ellos eran los únicos varones en el lugar.
Abrió los ojos -¿No serás de esa clase de chica que tienen ESE fetiche? -preguntó un poco divertido haciendo énfasis para referirse a las chicas que disfrutaban viendo a dos hombres comportándose de manera cercana y comprometedora.
-Sí, me gustan esas cosas -respondió sin ningún pudor moviendo su nariz, logrando que las pecas que adornaban su rostro resaltaran.
-Yo si quiero hacerlo –Kaito se unió a la conversación, no iba a desaprovechar la oportunidad de hacerse notar y de avergonzar a Shinichi –A ver, Shin-chan, di 'Ah' -le pidió acercando la cuchara con helado a la boca del contrario.
-¿Qué haces? -se asustó mirando hacia todos lados para asegurarse de que nadie los había visto.
-¿Me vas a dejar con la mano estirada? -se mostró triste.
No supo si fue la presión psicológica que sentía al ver a Kaito con esa expresión, el hecho de dejarlo con la mano estirada haciéndolo quedar como un tonto o porque realmente una parte de él quería ser alimentado por él.
Abrió la boca y comió el contenido de la cuchara apresuradamente. Solo que eso no bastó, Kaito volvió a repetir la acción y por muy extraño que se sentía, Shinichi volvió a acceder, esta vez, llamando la atención del resto de chicas del lugar, que los miraban sonrojadas y susurrándose con incontrolables sonrisas entre ellas, mientras Isabelle disfrutaba del espectáculos tomando una infinidad de fotografías con su teléfono.
-Fue suficiente -expresó Shinichi con el rostro rojo y tragándose su trozo de pastel para ir rápidamente a pedir otro.
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-No termino de entender –dijo la pelinegra dando un sorbo a su taza de té -¿Trabajas para la policía o como detective privado?
Shinichi terminó de tragar lo que tenía en la boca, ya era el tercer trozo de pastel que comía.
-Técnicamente soy detective privado, pero coopero con la policía en los casos más complicados. Digamos que por ser yo tengo este tipo de oportunidades especiales -alardeó.
-Que envidia, trabajas en lo que te gusta y eres doblemente remunerado -expresó ella –Y tú Kaito ¿Qué estás haciendo ahora?
Tomó aire, se golpeó el pecho orgulloso y agregó -Soy estrella porno en internet.
Ella soltó una risa y Shinichi rodó los ojos, era increíble como su humor lograba inventar cada respuesta estúpida. Y esta vez, eso le quedó dando vueltas. Sabía que, al igual que él, llevaba una doble vida, pero ya no eran estudiantes y tenían que sustentarse de alguna manera y Kaito no parecía llevar ningún tipo de negocios o algo similar. Las joyas que robaba las devolvía y dudaba acerca de que el mago se dedicara a robar bancos o a vender drogas...o eso creía.
-Oye, pero hablando seriamente ¿Cómo te sustentas? -preguntó preocupado más que curioso.
No quería responder, realmente no era el momento ni el lugar para hablar sobre aquello y como la mayoría de las veces que quería evitar algún tema, la campana lo salvó nuevamente. Al estar en posición directa mirando la entrada, vio como los hombres, que hace un rato habían estado junto a ellos, entraban a la cafetería con una actitud demasiado sospechosa. Pidieron lo primero que leyeron en el menú y con brusquedad se sentaron al otro extremo del lugar, mirando nerviosamente cada un par de segundos hacia el exterior.
-¿No son los sujetos de hace un rato? -Isabelle entrecerró los ojos agudizando la mirada en dirección a ellos y Shinichi la imitó.
En ese mismo instante, la puerta volvió a abrirse, dejando entrar al detective Takagi y al detective Chiba, quienes parecían estar buscando a alguien. Se acercaron a la caja registradora y enseñaron la placa de policía a la muchacha que estaba en el puesto.
-Buenas tardes -habló el detective Takagi –Estamos buscando a alguien por presunto tráfico de drogas.
Los tres agacharon la cabeza instintivamente y se miraron nerviosos, Shinichi miró a Kaito y este a Isabelle. La chica había perdido el color de su cara y temblaba ligeramente, el mago posó sus ojos en el pequeño bolso de mano que ella traía.
-Entrégamelo -le ordenó en un susurro y Shinichi aumentó su respiración preocupado. Ella negó sin saber cómo reaccionar -Confía en mí.
Y Shinichi iba a hacerlo, a pesar de que no quería verse involucrado, no tenía mucha opción, miró a Isabelle y con un gesto de cabeza le incitó para que obedeciera. Ella se lo acercó disimuladamente sobre la mesa y Kaito, como el excelente ladrón que era, se la escondió entre la ropa sin levantar sospechas y se dirigió sin ser visto al baño.
-Cálmate -le pidió el joven con tono serio y apoyando su mano sobre la de ella para que dejara de temblar –O van a sospechar. Deja que yo me encargue.
Se levantó del asiento y se acercó a los detectives. El primero en reconocerlo fue el detective Chiba.
-¡Kudō-kun! -lo saludó con sorpresa.
Takagi reaccionó de la misma manera -¿Qué haces aquí?
Se colocó de tal manera que tapaba totalmente el ángulo por el que Kaito había ido al servicio y los distrajo explicándoles que solo estaba allí pasando el rato con unos amigos. Les pidió que le contar sobre la situación para poder cooperar con ellos. Afortunadamente, Kaito salió de inmediato del baño y los oficiales accedieron a ponerlo al tanto.
-No especificaron el sexo, pero tenemos un cálculo aproximado de la hora a la que podría haber entrado a este lugar -explicó Takagi y Shinichi supo de inmediato que tenía que tratarse de los hombres que habían entrado, ya que nadie más lo había hecho antes que ellos, pero tenía que disimular.
-¿Entonces es más de uno? -preguntó para asegurarse de que no se tratase de Isabelle.
-Según la información que nos llegó, se trata de tres personas -agregó Chiba.
-Entiendo –dijo sin más -Iré a avisarle a mis acompañantes y comienzo a ayudarles.
Ellos asintieron y solicitaron la ayuda de los empleados para que no permitieran la entrada ni salida de nadie y corroborar la hora a la había entrado cada cliente.
Shinichi llegó a la mesa en la que estaban sentados –No te buscan a ti –dijo en voz baja, pero eso no calmó a ninguno de los tres -¿Dónde la escondiste? -miró a Kaito.
Tenía el rostro serio –La tengo yo –el detective cambió un poco la expresión, así que, para calmarlo, agregó -No la van a encontrar con un simple chequeo, pero en caso de que la situación se salga de las manos, necesito que hagas abuso de tu poder.
La respuesta, en lugar de relajarlo, solo causó el efecto contrario -¿Es una broma? -llegó a sentirse mareado al entender el lugar donde tenía escondida la droga.
-Cállate y sigue con tu trabajo –Kaito apretó la mandíbula e Isabelle se tapó la cara con las manos intentando no desesperarse.
No les tomó casi nada de tiempo ordenar los hechos y descubrir que entre el intervalo de tiempo en el cual les había llegado la información a los oficiales solo existían cinco sospechosos dentro de la cafetería.
-Entonces, tenemos que solo ustedes –dijo Takagi hacia el grupo que se conformaba de aquellos dos hombres, Kaito, Shinichi e Isabelle –Son posibles sospechosos.
-Que extraño -bromeó Kaito –Normalmente son tres.
-Si –lo apoyó el detective Chiba –Y supuestamente se trataba de tres personas.
Los detectives miraron con duda al grupo de Kudō, confiando casi totalmente de que no podía tratarse de ellos por el simple hecho de que Shinichi era parte.
-¿Lo ve? -dijo el hombre más bajo –Si eran tres personas, es imposible que seamos nosotros.
-Pero el muchacho de aquí es colega nuestro -explicó Takagi un poco nervioso –Es detective y las posibilidades de que sea culpable son casi nulas -confió.
-¿Y qué me dice de la chica? -el otro la miró de arriba abajo –Te he visto rondando los fines de semana por estos sectores.
Isabelle tomó aire ofendida –A diferencia tuya, tengo vida social.
El hombre la miró sintiéndose insultado y Kaito se sumó a la defensa -Y si la has visto significa que también andas seguido por aquí.
-Bueno, no nos alteremos, por favor -pidió Takagi intentando controlar el ambiente.
-Esto se arregla fácilmente –dijo el detective Chiba -Kudō-kun ¿Estuviste todo el tiempo con ellos?
-No, no lo estuvo -aseguró el primer hombre que habló apresurado -Vi a estos dos cerca de aquí y el muchacho llegó después -apuntó despectivamente a Kaito e Isabelle.
Los detectives miraron a Shinichi y este explicó -Estuve en la estación con el Inspector Megure para tratar lo de siempre –ellos entendieron a que se refería.
-¿Me enseñan sus pertenecías? -Chiba se dirigió a Kaito e Isabelle ya cabreándose del asunto. Solo quería comprobar que los amigos de Kudō no tenían nada que ver.
Vaciaron el bolso de Isabelle ha vista de todos, Shinchi se fijó en que parecía uno de esos bolsos caros y que, si Haibara estuviera en ese momento, sabría que marca era y su precio exacto. El interior no tenía nada más que unos pocos objetos personales.
En el caso de Kaito, al no llevar nada más que su billetera y teléfono móvil en sus bolsillos, revisaron palpando cada uno de los pliegues de su ropa, el interior de la billetera y sus zapatos, de los cuales por supuesto, no encontraron nada y lo dejaron libre de sospechas.
-No traen nada que los incrimine -demostró el detective Chiba –Su turno –se giró hacia los hombres, pero estos se negaban a que los revisaran, sin mencionar que se encontraban enfadados por los comentarios anteriores.
-Señores, que se nieguen solo confirma más los hechos -soltó Shinichi.
-Está bien, como se niegan a cooperar, no nos queda más remedio que llevarlos a la estación, a todos –Takagi cansado, comenzó a llamar a la patrulla que andaba con ellos.
Eso complicaba las cosas, que los llevaran a la Estación de Policía aumentaba enormemente las posibilidades de que revisaran uno a uno de manera completa ¿Y si los sujetos no traían nada que los inculpara consigo? Kaito sería al que descubrirían y pensar en eso, aterraba a Shinichi.
Miró a sus acompañantes, Kaito parecía tranquilo, como si nada estuviera pasando, en cambio Isabelle, volvía a sudar frío y a mostrarse nerviosa. Aprovechó la distracción de los detectives que intentaban hacer entrar en razón a los dos hombres y se dirigió disimuladamente a ambos.
-Te lo ruego, no digas nada -enterró sus uñas en el brazo de la chica con la suficiente brusquedad para que se sintiera intimidada.
-No puedo, lo siento –Kaito los miró de reojo, sabiendo de lo que hablaban –Es él o yo.
-Demuéstrame que realmente puedo confiar en ti y en un par de meses estarás en una playa del mediterráneo con tu hijo en brazos –la soltó.
El detective entendía que las cosas funcionaban así, por eso necesitaba chantajearla. En ese tipo de casos, por muy amigo que fueras de alguien, el estar entre la espada y la pared te hacia velar por tu propia seguridad y si llegaban a descubrir a Kaito con cualquier tipo de sustancia ilícita, la palabra de él contra la de ella no valía de nada. Y en cierto modo, entendía el comportamiento, a nadie le gustaría acabar tras las rejas por muy culpables que fueran del delito.
Cuando la patrulla se estacionó en las afueras con sus características luces rojas y azules, provocó que el más bajo de los sospechosos perdiera el control e intentara salir huyendo del lugar.
Con un rápido movimiento, Kaito se acercó de un salto hacia él, ocasionando que cayera de bruces al suelo al ponerle el pie. Como todas las veces en las que Shinichi era participe, los culpables fueron arrestados con éxito. Takagi y Chiba agradecieron su cooperación y antes de que los detenidos se perdieran en el vehículo, Kaito e Isabelle se aseguraron de levantarles el dedo del medio por la ventana y que ellos los miraran frustrados sin ser capaz de devolverles el gesto ya que se encontraban con las manos esposadas.
-¿Me puedes explicar cómo es que siempre que pisas un lugar terminas envuelto en situaciones como estas? -le preguntó Kaito.
-No lo sé -respondió Shinichi sintiéndose culpable.
-Si no hubiésemos cedido a tu antojo -soltó Kaito un poco molesto.
Eso lo irritó bastante –Si tú no te involucraras con cada caso perdido que se te cruza por el camino -respondió defendiéndose y miró a la chica –Sin ofender.
Ella hizo una mueca de que se sentía ofendida por el comentario, pero que tenía razón.
Se sentía incómodo, así que salió disparado del lugar y a los otros dos no les quedó más remedio que seguirlo. Ni le importó que Kaito aun tuviera la droga escondida.
-Shin-chan ¡Espera! -lo llamó siguiéndole el paso hasta que logró frenarlo -Sé que todo esto fue una mierda, pero ya pasó -intentó calmarlo –Somos un buen equipo, todo salió bien y demostramos que podemos cooperar juntos.
Colocó una sonrisa sarcástica -Tienes razón, somos un gran equipo, conformado por la traficante, el drogadicto y el detective mentiroso -sonrió con ironía -De hecho, deberíamos decirle a alguien que escriba una historia sobre nuestras aventuras ¡A mi padre por ejemplo!
-Si lo dices así, suena feo –Kaito intentó ahogar una risa.
-Chicos –Isabelle los llamó nerviosa –Creo que nos están siguiendo.
Los tres voltearon a ver en la dirección por la que habían venido. Un hombre alto y robusto se asomaba por un callejón a una cuadra de ellos con cara de pocos amigos.
-Un momento –Kaito hizo el alcance -¿No dijo el detective que se trataba de tres sujetos?
Kudō los empujó para que apresuraran el paso, siguieron por la misma calle y doblaron un par de veces, confirmando que, si los estaban siguiendo, seguramente porque el otro integrante había visto como se llevaban detenidos a sus compañeros y que Kaito e Isabelle le hicieran la peineta no hizo más que enfurecerlos.
-Tengo una idea –dijo Isabelle mirando su reloj y animándolos para que la siguieran.
Caminaron por unas cuadras más hasta llegar a las afueras de un edificio donde se encontraban formados un grupo de jóvenes esperando ansiosos para entrar al lugar y se camuflaron entre ellos.
Su perseguidor llegó a los pocos momentos después intentando identificarlos entre medio del gentío. La multitud comenzó a avanzar y a formar una ordenada fila para entrar ingresar a lo que Shinichi entendió, se trataba de un club nocturno.
A diferencia de los otros dos, no estaba familiarizado con ese tipo de lugares, por lo que se encontraba un poco desorientado cuando el guardia del lugar registró bruscamente su ropa y los dejó pasar. Como toda normalidad, Kaito pagó por los tres y avanzaron por un estrecho pasillo hasta llegar a una gran sala repleta de luces, música, gente distribuida por el lugar, en un ambiente de aire encerrado.
-¿Qué hacemos aquí? -preguntó Shinichi acercándose al oído de Kaito para que lo oyera, ya que con la música y el ruido del ambiente era imposible hacerlo de manera normal.
-Disimular –le gritó también al oído y se restregó las manos con una gran sonrisa –Entonces chicos -pasó sus brazos por encima de los hombros de Shinichi e Isabelle -¿Qué quieren para beber?
Los guio entre la gente hacia la barra del bar y miró la carta pidiéndole al joven que atendía algo para los tres. El barista asintió de mala gana y en un momento les acercó a los tres un vaso para cada uno con un sospechoso liquido azul lechoso.
Al ver que la chica se acercaba el vaso, de quien sabe que, a la boca, Shinichi la detuvo –Espera, tú no puedes beber.
-Tranquilo –le dijo Kaito –Para la señorita pedí algo sin alcohol –le guiñó el ojo y Shinichi dudó de que si eso era realmente cierto.
Ella confió y comenzó a beber el contenido junto con ellos al mismo tiempo. Kaito se bebió el vaso de un solo sorbo y avisó que iba al baño. Cuando volvió, logró divisar nuevamente al hombre que los perseguía.
-Hora de subir –los invitó a seguirlo hacia el ascensor que se encontraba en un costado, al cual alcanzaron a subir totalmente apretados.
Perdieron la noción del número del piso al que habían llegado a parar, pero lo importante era perderse entre los demás. Cuando las puertas se abrieron, contemplaron que se encontraban en una sala que no se diferenciaba mucho de la anterior, con gente en el centro bailando, en el fondo un DJ y unas luces que salían disparadas hacia todos lados, logrando que todo se tornara mucho más hipnotizante.
-Vamos –Isabelle tiró a Kaito de la mano y comenzó a girar con él para acercarlo hacia el centro y comenzar a moverse y unirse a los demás, los cuales bailaban, saltaban, reían y e intentaban moverse al ritmo de la música.
Como estaban en su ambiente, los dos no tardaron nada en comenzar a comportarse como si nada hubiera pasado. Eso provocó que Shinichi se cabreara y se quedó en una esquina, enojado y bebiendo de su vaso con cara amargada.
-Vamos a ver los otros pisos –le dijo Kaito cuando volvió a su lado usando unos lentes coloridos que seguramente andaba trayendo como parte de su material de trucos de magia.
-No -espetó molesto –Volvamos a casa.
-Está bien -tomó a ambos de la mano y caminó hacia el ascensor, el cual nuevamente estaba atochado de juventud con la intención de salir del lugar.
Así se la llevaron un buen rato, con Shinichi pidiendo ir a casa, con los otros dos mezclándose en la pista de baile y moviéndose aturdidamente entre los diferentes pisos del edificio que parecían ser infinitos y que se hacía imposible escapar de ellos. Probablemente se trataba de un máximo de 4 niveles, pero el hecho de estar ambientados de manera similar, la gente, la oscuridad mezclada de luces de colores, la música rebotando dentro del pecho y el alcohol en la sangre, hacían que quien entrara terminara totalmente desorientado. Y Shinichi juró que su bebida tenía algo extraño, ya que sentía taquicardias muy diferentes a cuando pasaba de un cuerpo a otro.
Estaba de brazos cruzados y apoyado en una pared cuando Kaito se acercó nuevamente a él bebiendo una botella de whisky.
–Ven a bailar conmigo –le pidió jalándolo del brazo.
Se soltó de manera brusca -¿De dónde sacaste esa botella? -preguntó esperando que no la haya robado de la barra del bar.
Sonrió triunfante y dirigió su vista hacia la pista –La pecosa la consiguió para mí.
-Tú y ella son tal para cual –lo sujetó del mentón obligándolo a que lo mirara a los ojos y entendiera lo molesto e incómodo que estaba.
-¿Estás celoso? -preguntó acortando la distancia entre ellos.
-Deja de hacer le tonto y compórtate como adulto por una vez –escupió seco –Nos estaban persiguiendo. Acabamos de vivir un momento intenso ¡Te escondiste droga en el culo! ¿No estás siquiera un poco preocupado?
-Detective, tengo dos opciones –hizo el número con los dedos y moviendo las caderas al ritmo de la música–O me lamento por algo que ya pasó o disfruto la nueva oportunidad que la vida me ha dado.
Isabelle se acercó a ellos con la cara acalorada pidiendo lo mismo que el detective, retirarse del lugar. A Kaito no le quedó de otra que aceptar y se dirigieron nuevamente al desgraciado ascensor, el cual los hizo revivir la misma historia. Les tomó una eternidad llegar al primer piso y salir a la calle.
-Bueno, parece que se cansó de perseguirnos -confirmó Kaito mirando hacia todas partes y quitándose el sudor de la cara con la manga de su camiseta.
Caminaron con Isabelle hasta que ella tuvo que seguir su propio camino.
-Gracias chicos –les dio un abrazo al mismo tiempo –Y lo siento por lo de la tarde.
-Déjalo -Shinichi hizo un gesto con la mano, ya estaba cansado y no quería seguir discutiendo con nadie -¿Estás segura de que puedes volver sin problemas tu sola?
Ella asintió mostrando seguridad- Si, solo tengo que entregar eso a unas pocas calles de casa.
-¡Cierto! -habló Kaito sacando del bolsillo de su pantalón una cantidad importante de pequeñas bolsas envueltas en plástico transparente. El detective quedó impresionado al percatarse que todo eso había estado dentro de él -Esto es tuyo –la miró apretando los labios y ella lo escondió rápidamente dentro de su bolso.
-Isabelle, cuídate, por favor –le pidió Shinichi con una sonrisa ladeada y ella lo miró con ternura asintiendo y conmoviéndose por el gesto de que preocupara por ella y su bebé, llegando incluso a salirse de su libreto como investigador para velar por los suyos.
Le hicieron un gesto de despedida con la mano antes de que se perdiera por su camino y ambos volvieron a casa. Al pasar por demasiadas emociones en tan pocas horas, ya se estaba haciendo la idea de que con Kaito sería siempre así. Caminó cansado y en silencio hasta llegar a su habitación.
-Perdóname -le pidió Kaito con sinceridad y sentándose a su lado en la cama –Tienes razón, debería comenzar a comportarme como un adulto.
Shinichi miraba al suelo indeciso de sus palabras. Lo tomó de la mano y le dio unas palmaditas en ella para expresar que lo comprendía y que todo estaría bien.
-No te estoy pidiendo que cambies por mí, ni que lo hagas realmente. Es solo que me preocupo demasiado, no quiero que te sigan ocurriendo cosas malas -sintió a Kaito recostar la cabeza en su hombro, quería tenerlo así para siempre y para eso tenía que ser sincero -Sé que no debería decírtelo a estas alturas -recordó lo de los mensajes –Pero anoche, cuando revisé el mensaje, también leí otro que ya había sido abierto.
Kaito se incomodó y deshizo su posición. Sabía que no tenía nada que ocultar, pero cuando se trataba de la privacidad de los teléfonos todo era diferente, por algún motivo se sentía un poco pasado a llevar.
-Ve al grano -pidió de manera brusca y Shinichi se sintió mal enseguida.
-¿Puedo preguntarte algo? -miró a Kaito y este asintió -¿Quién es Chikage?
Kaito pasó de tener el rostro serio a abrir ampliamente los ojos y llevarse las manos a la boca para controlar su escandalosa risa –De todos los mensajes que podrías haber leído ¿Tenías que abrir ese? -dijo sujetándose el estómago.
-Tsk -soltó -Tenía nombre de mujer, la curiosidad me ganó.
-¿Te preocupa? ¿Otra vez estás celoso? -levantó una ceja de manera pícara y que el detective sonrojara y girara su rostro, confirmaba aquello –Bobo, Chikage es mi madre.
Se sintió como un completo imbécil y su cara de descolocado no ayudó a la situación. Se apresuró a cubrirse el rostro con las manos y de tirarse de lado e la cama para no ser visto por Kaito, quien seguía riendo sin parar.
-Vamos a dormir –dijo apagando la luz de la lampara de la mesita, dejando la habitación a oscuras.
Seguía escuchando como Kaito intentaba ahogar la risa y se recostó a su lado, envolviéndolo por detrás con un cálido y amoroso abrazo. Comenzando a dar fugaces besos en su nuca, que comenzaron a surgir efectos sobre ambos, liberándolos totalmente de la tensión.
-No seas tan celoso –le susurró Kaito al oído y enrollando las manos por su pecho –Yo te quiero a ti y solo a ti.
-¿Qué clase de idiota guarda a su madre en el teléfono con su nombre?
-Larga historia –le contestó -Pero tienes dos opciones. Podemos ocupar la noche hablando de eso -bajó la mano hasta su vientre por debajo de la camisa de Kudō y la otra la posicionó sobre su cuello –O nos damos amor el uno al otro hasta el amanecer.
Era curioso, demasiado, de hecho y se moría de ganas por conocer una parte más de la vida de Kaito, pero su cuerpo fue más rápido. Se echó hacia atrás, chochando con la pelvis del mago, quien lo ayudó para que quedara debajo de él y de frente para besarse con pasión y deseo, intensificando las caricias y los ronroneos, desencadenando que se entregaran el uno al otro nuevamente y volviéndose uno solo hasta altas horas de la noche. Con Shinichi convenciéndose de que, como había dicho Kaito, lo mejor era disfrutar del ahora demostrándose cuanto se querían y respetaban, y que ya tendrían tiempo para conversar de cualquier cosa después.
Hallo! n.n ¿Cómo están?
Como tal vez ya se dieron cuenta, vamos a conocer una parte de la vida de Kaito muy pronto, porque hay harto que contar 🤭 (por supuesto, no todo es bueno -.-)
En la parte del club me basé en una experiencia real que viví cuando viajé a Japón
¡De verdad estoy convencida de que la bebida que tomé tenía algo que me dio taquicardia! :v y honestamente no volvería a ese lugar, de solo pensar me siento mareada e.e
Creo que no tengo más que agregar por ahora, como siempre gracias por leer y estoy atenta a cualquier duda o comentario 🌺
Abrazos
:DD
💙 💚 💖💛 💜
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