XXIX. Feliz Cumpleaños


Como se trataba del cumpleaños de Gina, Kaito se había tomado la molestia, o más bien, obligado a Shinichi a vestir un atuendo especial que él mismo había escogido.

-Esta camisa me pica –se quejaba el pequeño rascándose el cuello mientras caminaban –Y parezco un tonto con esta ropa.

-No tiene mucha diferencia con la habitual –le refutó -Deja de quejarte y sonríe.

Kaito activó la cámara frontal de su teléfono, se agachó a la altura del detective y sonrió. La foto tomada mostraba a un alegre Kaito junto al pequeño Kudō totalmente adorable con esa camisa roja, corbata de moño negro y pantalones del mismo color con suspensores. Sin que el otro supiera se la envió a Yukiko y Hattori.

-A ti no te afecta, ya que te ves estupendo.

Miró la tenida del mago, que solo constaba de un pantalón y camisa negra, con una chaqueta azul rey que le encajaba a la perfección. Evitaba mirarlo, ya que bastaban solo un par de segundos para que el pequeño sintiera calor en la cara.

Él lo sabía, pero por esta vez, fue modesto -Arréglate ese pelo.

Lo ayudó a acomodarse el cabello y siguieron su trayecto.  


-Así que, aquí es –el detective miró la fachada a través de la gran reja que rodeaba el lugar.

-Estamos afuera –Kaito habló por el teléfono y a los pocos minutos divisó a Isabelle salir por la puerta junto con una dama que parecía ser una empleada doméstica.

-¡Qué caballero más guapo! -la pelinegra saludó a Conan-kun y Kaito sonrió orgulloso e inflando el pecho como si se tratara de su propio hijo.

-¿Yo no recibo cumplidos?

Isabelle le sonrió -¿Cómo estás? -lo saludó cuando las grandes rejas terminaron de abrirse y los muchachos ingresaron.

-Qué bonita te ves –le hizo sabes el mago con toda confianza.

Saludaron educadamente a la otra mujer que parecía de unos años mayor que ellos y entraron por la puerta principal de la casa. Esta vez, los chicos si quedaron impresionados con la grandeza del lugar. No había que ser un experto en el tema para darse cuenta a simple vista que todo era extremadamente caro y como los dueños eran extranjeros, la distribución de todo era algo diferente. Poseía una gran sala con amoblado y adornos lujosos, no solo tenía una escalera, eran dos ubicadas una en cada esquina que conducían al segundo piso, con barrotes y barandales de fierro con diseño.

-Yo pensé que tu mansión era grande, pero esto es otra cosa –exclamó Kaito mirando hipnotizado el candelabro que colgaba en el centro de la sala.

-Síngame, por favor –les pidió otra mujer vestida de la misma manera que la que los acompañó en la puerta.

La siguieron por un largo pasillo que conectaba directamente hacia una segunda sala y esta misma, hacia un patio. Todo estaba decorado para una celebración, unos cuantos globos, una gran mesa llena de comida. Shinichi se fijó que la cantidad de adultos que había era mayor a la de niños que revoloteaba por el lugar, sin contar a los sirvientes y al mirar al exterior se percató de que incluso había un castillo inflable donde otros niños jugaban.

-Voy a presentarte a la señora -informó Isabelle.

La chica se acercó a una mujer que conversaba serenamente con un grupo de hombres y mujeres. Ella se excusó y se acercó a los chicos caminando de manera elegante junto con Isabelle a sus espaldas con la mirada agachada.

-Permítame que los presente –dijo la chica –Ella es la señora Majime, madre de Gina y dueña de la casa. Ellos son Kaito Kuroba y Conan-kun.

Los tres hicieron una debida reverencia y la mujer posó los ojos en Kuroba.

-¿Tú eres el mago que contratamos? -preguntó sin despegar los ojos de él.

Kaito la observó bien, ella no era extranjera, realmente guapa para la edad que debía tener, de su misma altura, delgada, de postura firme y mirada calculadora, le recordaba un poco a aquella mujer de la familia Addams.

-Estoy a su servicio –con tono seductor, la tomó de la delgada y suave mano e hizo aparecer un ramo de orquídeas amarillas y rosadas.

Ella le devolvió la mirada con la misma confianza y aprobación de que habían conectado de inmediato. En otras circunstancias, Kaito no habría desaprovechado la oportunidad para pasar con ella a asuntos más adultos.

-Tú debes ser el niño del cual mi hija no para de hablar -miró a Conan levantando levemente las cejas.

No supo que responder, aquella mirada era un poco intimidante y para darle más credibilidad a la situación, se aferró temeroso a una de las piernas de Kaito. Ella le sonrió a su manera y volvió a concentrarse en el mago.

-Sírvete lo que quieras. Si hay algo en específico que te gustaría, no dudes en pedírmelo personalmente –se giró para volver con el grupo de antes y agregó -Estaré esperando tu acto de esta noche.

-¡Vaya! -exclamó Isabelle –Si que quedó fascinada contigo.

Había quedado un poco pasmado, pero reaccionó de inmediato.

-Es natural, ocurre todo el tiempo.

-Presumido –dijo Conan entre dientes.

-Vengan -pidió la pelinegra –Vamos a buscar a la cumpleañera.

Salieron por el umbral de vidrio para llegar al área verde. Como se percataron anteriormente, el exterior era territorio infantil, era como una plaza de juegos, con los típicos que se encontraban en cualquier lugar, salvo que la atracción principal era el castillo donde un grupo de niños brincaba.

-¿Puedo saltar yo también? -soltó Kaito sin quitar los ojos de castillo.

-Si quieres... -le respondió Isabelle intentando ocultar las ganas que ella sentía de hacer lo mismo.

Una pequeña apareció corriendo y tomó la mano de Conan.

-Conan-kun, te estaba esperando -saludó.

-Ehh –se inquietó, pero supo fingir –Feliz cumpleaños.

-¡Pequeña Gina! -la saludó Kaito –Conan-kun te ha traído un obsequio -sacó de la nada una caja cuadrada envuelta en un lindo papel lila con listón dorado que le entregó al niño para que este mismo se lo diera.

Un poco a regañadientes y con un pellizco sutil en su espalda, tomó el regalo, que no sabía ni lo que era, ya que Kaito se había encargado de eso y se lo acercó a la niña. Ella lo tomó con una sonrisa y se lo acercó al pecho, aferrándose como si se lo fuesen a quitar.

-Vamos a jugar –lo jaló del brazo, pero al intentar irse, Kaito los detuvo.

-Momento -tomó a un niño de cada cabeza y miró a Gina -Sé que estás ansiosa por ir a jugar, pero prométeme una cosa –la nombrada lo miró con atención -Que lo vas a cuidar.

Esta vez miró al detective y solo él pudo notar la pizca de malicia en su mirada, hacia eso para molestarlo. Gina asintió y Kaito le pidió que chocaran los cinco. Ella obedeció elevando sus pies del suelo para alcanzar la mano del mago y arrastró a Conan a una casita de juegos, donde el menor se vio obligado a sentarse en la pequeña mesa del exterior y fingir tomar el té.

Kaito se llevó una mano a la boca para ocultar su risa. Definitivamente haría una lista de cosas para molestarlo de por vida.

-¿Tienes hambre? ¿O prefieres algo para beber? -preguntó Isabelle caminando junto a Kaito para sentarse en una cómoda banca.

-Estoy bien -fingió. Porque realmente si tenía y quería beber algo, pero no quería parecer un muerto de hambre –Luces cansada ¿Te encuentras bien?

Ella asintió soltando un poco la correa de su tacón -Estuve moviéndome mucho hoy -explicó -Organizando todo, moviendo cajas y muebles. Y lo más importante, encargarme de vestir y peinar a Gina.

-Creí que tenían gente para el trabajo pesado.

-Así es, pero quería que todo estuviera perfecto, al menos la parte que era para ella.

Kaito sonrió con ternura –Se ve que realmente la quieres mucho y todo te ha quedado de maravilla -miró la decoración a su alrededor –Pero no deberías hacer mucho esfuerzo -apuntó con el mentón al vientre de la chica que pasaba desapercibido con los volantes del vestido que traía puesto.

-Estamos bien –lo tranquilizó.

Kaito volvió a mirar disimuladamente la cantidad de adultos que no cuadraba con la celebración de cumpleaños de un menor, así que bajó la voz para preguntar.

-¿Y toda esta gente?

Ella se encogió de hombros –Gente de negocios.

Le hizo un resumen con las descripciones y detalles lo mejor posible. Aquella información podía serles de utilidad y Shinichi le había pedido el favor de averiguar todo lo que fuera posible, ya que, por obvias razones, sabía que a él se le dificultaría y andar colocando micrófonos con ese tipo de gente era algo riesgoso.

-¿Crees que les importe si nos acercamos un poco? -preguntó mirando a un grupo del interior.

-No si lo hacemos disimuladamente –Isabelle se puso de pie –Finjamos ir a la cocina.

Caminaron hacia el lugar, el cual era igual de grande que todo el resto de la vivienda. Había dos chicas vestidas igual que el resto, acomodando aperitivos en bandejas, junto con otros dos hombres. Uno que podía rondar los 50 años y otro que parecía de la edad de Kaito.

-¿Vienes a robar comida otra vez? -preguntó burlándose el menor.

Isabelle le sacó la lengua y se llevó un bocadillo de las bandejas a la boca.

-No creas que no me doy cuenta que eres tú quien viene a saquear mi cocina a mitad de la noche –el mayor se giró y ella le sonrió aniñadamente.

-¡Ah! -exclamó terminando de tragar –Muchachos, este es Kaito, el mago que contrataron y un buen amigo.

Ellos lo miraron y el hombre lo saludó animadamente –Un gusto conocerte, yo soy Hideo y él es Yasuhiro, mi hijo –se presentó.

-¿Qué tal? -el chico lo saludó de la misma manera.

Kaito los saludó de vuelta -¿Ustedes preparan todas estas delicias?

-Son mis cocineros personales -jugueteó Isabelle llevándose otro bocadillo a la boca y ofreciéndole que tomara asiento junto a ella.

-Ten, prueba esto –Hideo le acercó a Kaito unos diminutos pasteles de chocolate, con eso se lo compraron de inmediato, jamás había probado algo tan sabroso.

El resto del tiempo se dedicaron a reír, entrar en confianza y a darle de probar diferentes tipos de panes, pasteles, bebidas y comidas que Kaito no había degustado nunca y que eran realmente deliciosas, desconcentrándose de lo que realmente había ido a hacer.

-Desde el día de hoy te envidio, pecosa –se relamió los dedos -También quiero castigarme y comer así todos los días -elogió la comida del padre y su hijo.

-Y cada día se superan –ella les sonrió.

-Aún recuerdo el día que llegaste –dijo el hombre mayor –Ten pequeña y temerosa, pero logré tranquilizarte a través del apetito -sonrió.

Ella recordó lo que decían. La primera vez que pisó esa casa estaba aterrada, nadie le decía o explicaba nada, no entendía el idioma y todos parecían personas frías y distantes. Hasta que una de las empleadas la llevó a la cocina, donde conoció a Hideo, quien inmediatamente supo de qué se trataba todo y le mostró un poco de humanidad, sirviéndole un delicioso postre para que se tranquilizara. Lo consideraba como un amigo y cuando su hijo comenzó a aprender el oficio fue imposible no entablar una amistad con él también.

Kaito pudo sentirse un poco aliviado, de que al menos en ese lugar tuviera alguien que si la trataba con respeto y cariño.

La figura venerable de la señora de la mansión irrumpió la cocina, todos agacharon la mirada demostrando respeto, todos excepto Kaito. Ella lo miró levantando una ceja debido a su atrevimiento, pero como Kaito era la excepción a la regla, eso no hizo más que intrigarla.

-¿Está todo bien, joven mago? -apoyó sus huesudas y heladas manos en los hombros de Kaito.

Kaito, que se encontraba sentado en la silla, tensó la espalda ante el contacto, definitivamente esa mujer quería algo con él.

-Todo está bien, muchas gracias por la preocupación -sintió como ella generó una ligera presión con sus manos –Solo vine a elogiar a sus cocineros. Espero no haya sido muy atrevido de mi parte.

-Espero todo esté siendo de su agrado –dijo Hideo dirigiéndose a la señora.

La mujer lo miró con una sonrisa de aprobación.

-Todo está delicioso, como de costumbre –no podía ocultar el talento que tenían los hombres que trabajaban para ella. Luego posó sus ojos en Kaito –Pareces un muchacho serio y comprometido ¿Por qué no vienes conmigo para presentarte a algunos de nuestros destacados invitados?

Si esa era realmente la intención de ella, su objetivo principal estaba avanzando bien. Kaito se puso de pie y siguió con la misma actitud educada y caballerosa.

-Claro, yo encantado –la miró fijamente a los ojos.

Ella hizo lo mismo por unos cortos segundos y cuando pestañeó, se dirigió a la pelinegra.

-Isabelle, me parece que Gina te estaba buscando.

-Voy enseguida, señora -se limpió las manos y antes de salir, miró a Kaito deseándole suerte.

Al mismo tiempo, Hideo y Yasuhiro siguieron su trabajo. La mujer le hizo una señal con la mano a Kaito para que la siguiera. Llegaron a la sala principal donde se encontraban el resto de invitados, pero ella no se detuvo allí, si no que volvieron a la sala principal, donde se encontraban las grandes escaleras. Justo en ese momento, los encargados de recibir a los invitados abrieron la puerta y a Kaito se le erizó todo el vello de la nuca.

Como bien pensó anteriormente, nunca olvidaría el rostro del hombre que intentó propasarse con él en aquella fiesta. Intentó ocultar su cara por si al hombre se le ocurría recaer en su presencia. Afortunadamente, la señora Majime lo guio hacia un anexo de la sala donde se encontraba el resto de los invitados, donde claramente no había nadie.

Lo invitó a tomar asiento en uno de los cómodos y lujosos sitiales individuales que la sala poseía.

-Ya empiezan a llegar los amigos de mi esposo –se fijó en el reloj que ocupaba la mitad de la pared y haciendo referencia al hombre que acababa de llegar.

-Entonces, también va siendo hora de mi presentación -no podía mostrarse nervioso ni descortés.

-¿Hace cuánto prácticas el oficio? -se interesó y miró los zapatos del mago.

-Desde niño siempre me interesé por los trucos de magia -explicó -Ya era un experto cuando era un estudiante de preparatoria.

–Eso es fascinante –estaba realmente interesada –Aun no he visto ninguna de tus demostraciones, pero estoy segura de que estas a la altura de lo que busco –el ambiente comenzó a sentirse más acalorado de lo normal –Todos necesitamos un poco de distracción en nuestra vida.

Kaito no era tonto, no en ese sentido, sabía a lo que ella se refería y por una vez se maldijo por ser tan irresistible y seductor.

-No me malentienda -apoyó su codo en el brazo del mueble y apoyó su cabeza en su mano –No soy el bufón personal de nadie, pero con gusto puedo acceder a que contrate de mis servicios para eventos como este.

La mujer no pudo evitar soltar una vibrante carcajada, para volver rápidamente a su postura original.

-Te tomaré la palabra –se soltó un poco -¿Tienes pareja?

-Así es –se apresuró en responder, pero sin caer ante sus impulsos de comportarse de manera grosera.

-Qué afortunada.

-Afortunado -corrigió.

Ella casi ni demostró sorpresa, aunque la sentía. Lo siguiente fue un silencio algo incómodo, solo se escuchaban las voces y risas del salón contiguo. Kaito echó un vistazo por el arco que separaba ambos espacios y al ver como el resto fumaba le dieron ganas de hacer lo mismo.

La señora Majime le leyó la mente y sacó de unos cajones una cajetilla de cigarrillos y le ofreció. Él no se negó y ambos comenzaron a fumar hasta que el ambiente volvió a relajarse, trayendo consigo una conversación casual acerca de Gina y su fiesta de cumpleaños.

Sintió su teléfono vibrar en el bolsillo varias veces e intentó ignorarlo hasta que le fue imposible. Se fijó en la pantalla arrugando la nariz, Shinichi no había dejado de enviarle mensajes.

-¿Tu novio? -preguntó ella dando una calada al cigarro.

-No -mintió -Nada importante.

Intentaron retomar la conversación, pero a los pocos momentos apareció una de las empleadas.

-Disculpe la interrupción -ella mantenía la postura inclinada y las manos juntas –El niño que vino con usted lo está buscando.

Lo maldijo por dentro ¿Qué demonios quería tan urgente?

-Ve con él -le pidió la mujer –De todas maneras, tengo que volver con los demás y por favor, no te pierdas, que te llamaré.

Kaito le agradeció por la charla y siguió a la señorita hasta el área verde, notando que había oscurecido. Divisó a lo lejos a Kudō rodeado de niñas que parecían insistir en darle de comer dulces en la boca.

-Alega de mí y es igual de conquistador -pensó.

Cuando el detective recayó en él, Kaito le mostró su confusión a lo lejos, preguntándole que quería. El otro apuntó con los ojos disimuladamente a una niña que resaltaba entre los demás por ser la más pequeña. Kaito se encogió de hombros casi diciendo '¿Qué hay con ella?' El niño volvió a insistir con el gesto para que recordara.

El recuerdo llegó a su mente, había visto a esa niña en el Tropical land, junto con el otro hombre y si mal no recordaba, no era hija de él. En ese momento se acordó de la presencia del hombre e instintivamente se trató de ocultar, colocándose un sombrero para cubrir un poco su cara.

Se acercó al grupo de niños, visualizó a Isabelle, que le acomodaba el moño del cabello a Gina. Juró ver como Shinichi suspiró aliviado cuando llegó a su lado y las niñas se dispersaron.

-¿Por qué tardaste tanto? -lo regañó.

-Me estaba encargando de otros asuntos, Conan-kun -también estaba algo tenso -¿Qué quieres? ¿Por qué me mandaste a llamar?

-Por esa niña -susurró -Es la misma de la otra vez.

-Ya lo sé, el otro idiota también anda aquí.

Se preocupó -No dejes que te vea o todo se arruinará.

-Cálmate, compañero -le acomodó un poco la ropa –Recuerda con quien estás tratando.

-Sí, con el ladrón más tonto de todos, que a la primera cometió un error de muerte.

Kaito lo miró cabreado –Te recuerdo que tú también fuiste descuidado y terminaron drogándote.

-¡Ay ya está bien! -exclamó. No era el momento de discutir por tonterías -Oye, esa mujer no deja de mirarte.

La señora le hizo un gesto con la cabeza, indicándole que ya era la hora del espectáculo.

-Escucha, tengo que ir a hacer mi presentación -le avisó -No te preocupes, todo va a salir bien.

Le tocó la punta de la nariz juguetonamente y Gina se acercó a ellos, jalando del brazo al pobre niño. Él tuvo que ceder, pero Kaito alcanzó a sujetarlo de la parte de atrás del cuello de la camisa y le susurró.

-Sé que te estás divirtiendo -cambió su tono a uno mucho más atrevido –Solo no olvides que eres mío.

Le susurró al oído de tal manera que el detective sintió un escalofrío por todo el cuerpo y su corazón se aceleró.

Isabelle se acercó a su lado, sudando más de lo normal, pero restándole importancia –Ya es hora. Y la verdad es que yo también estoy ansiosa.

-Pecosa ¿Puedo pedirte un favor? -ella asintió -¿Existe la manera de que distraigas a ese hombre? -apuntó con el dedo –No puede verme...¿Te encuentras bien? -su pinta era preocupante, sobre todo para su estado.

Ella miró a Kaito un poco confundida, pero no le hizo preguntas ni respondió a su pregunta.

-Cuenta con ello –le levantó el dedo pulgar y se encaminó hacia el objetivo.

Cuando Kaito notó que se perdieron de vista, se acercó a la señora Majime, quien le pidió que la siguiera hacia un escenario que tenían montado. Habló con el encargado de animar el evento y este hizo la debida presentación.

Antes de subir al escenario, Kaito tomó una de las copas que los camareros andaban ofreciendo. Si iba a presentarse, lo haría como era debido y como mejor lo sabía hacer.

Se acercó al micrófono, comprobó que estaba encendido y elevó un poco la copa. Shinichi lo miraba tenso al notar esa actitud tan altiva.

-Buenas tardes a toda la distinguida audiencia. Me presento, soy el mago que los hará delirar esta noche -miró fijamente a la señora de casa, con aquel lenguaje visual que solo ellos entendían -Pero antes, me gustaría hacer un brindis.

Sabiendo que todo podía joderse en 1 segundo, Shinichi se desesperó.

-¡Kaito, no! La vas a cagar -pensó, pero ya era demasiado tarde.  




Hola! ¿Cómo están? 

No se asunten con los nombres de los personajes nuevos que no son muy relevantes.

Quería actualizar antes, pero ando un poco mal de ánimos 

Esto no tiene taaanto que ver 😅

Solo les quería contar que escribí una parte que va a ocurrir un poco más adelante en la historia y que me hace muchísima ilusión que la lean porque en mi mente se ve bien bonita XD solo tengan un poco de paciencia. 

Ya saben, cualquier comentario, duda o lo que sea me lo hacen saber 

Abrazos ;DD 

💙 💚 💖💛 💜

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top