XXIV. El suceso que lo cambia todo
-¿Estás bien? -Kaito le preguntó a Shinichi.
El nombrado se separó, tenía la cabeza apoyada en el pecho de Kaito –Lo siento –le dijo mirándolo afligido.
-Ey, no me tienes que pedir disculpas por nada -levantó tiernamente su mentón con el dedo índice -Está todo bien, se sintió de maravilla –le sonrió -Solo espero que para ti no haya sido tan incómodo.
-¡No! -se apresuró responder y explicar –Me hiciste sentir muy bien...mucho, de hecho. Es solo que...bueno, no quería...
-Amor, te digo que todo está bien. Todo a su tiempo –acercó su boca y le besó la mejilla –Tampoco sientas vergüenza por tenerla más pequeña. No todos podemos ser yo -comenzó a bromear haciéndose el orgulloso y lograr que Shinichi se distrajera y dejara de cargar con un sentimiento que no debía. Como había dicho, todo estaba bien.
El detective tomó uno de los cojines y comenzó a ahogarlo cobrando venganza por aquel comentario, Kaito comenzó a patalear y mover sus manos hacia todas partes intentando liberarse.
Detuvo su acción de repente -¿Puedo preguntarte algo?
Kaito se reincorporó dando fuertes y exageradas bocanadas de aire y con la cara media morada –Lo que quieras, pero por favor no vuelvas a intentar matarme, ya tengo suficientes enemigos.
-¿No te molesta que yo... -desvió su rostro avergonzado y a la vez molesto por no ser capaz de articular una simple oración -¿Qué yo no esté en igual condición que tú?
El mago le devolvió una mueca de desentendido –No sé a qué te refieres, sé más específico.
-¡No me obligues a decirlo! -definitivamente tenía que trabajar en eso de sentir pudor con respecto a su intimidad –Ya sabes a lo que me refiero -apuntó con la mirada a la entrepierna del chico.
-¡Ahh! -entendió a lo que se refería -Yo me depilo por comodidad, pero no me molesta que tú no lo hagas, eso es cosa tuya –puso una mueca intentando aguantar la risa –Detective, acabas de darme sexo oral, a estas alturas ¿De verdad te da vergüenza preguntar eso?
Estaba rojo y conteniéndose de armar uno de sus berrinches –Ya ves que sí.
-Me toca preguntar –se acomodó en posición india sobre la cama como un niño que está apunto de oír una historia.
-Ya sé lo que vas a preguntar –se apresuró a decir –Y la respuesta es sí. Me crece el vello cada vez que paso de niño a adulto -rodó los ojos –Indiferente de si me he depilado anteriormente. Aunque sigo sin entender por qué no me crece la barba –se preguntó palpándose la zona.
-¿Eso quiere decir que han hecho pruebas?
-Así es, Haibara tiene que tener en cuenta todo.
-Ya veo -cambió de tema –Me dijiste que nunca lo habías hecho con un chico, pero ¿Con una chica?
El detective asintió pudoroso -Sí, y la persona con quien fue es un poco obvia.
-¡¿Con Mōri?! -abrió mucho los ojos, lo invadió la curiosidad de conocer cada detalle.
-Solo fueron dos veces –se pasó la mano por el cabello recordando más de lo que quería, pero obligándose a restarle importancia al asunto –Era algo que evidentemente iba a ocurrir. Éramos novios y yo había vuelto a mi cuerpo normal, luego de mucho tiempo.
A pesar de que quería saber más, prefirió no preguntar. Entendió que él no tenía el ánimo para ponerse a contar eso y realmente, no era el momento ni le correspondía preguntar más.
-Bueno, tampoco te compliques con estas cosas, cada uno lo vive a su manera. No es como si la primera vez que te acuestes con alguien seas un experto. Eso no ocurre nunca –le dio ánimos.
Volvieron a acomodarse en la cama, la temperatura de sus cuerpos ya no estaba tan elevada y lo mejor era cubrirse bien o alguno podía pescar un resfriado. Esta vez fue Kaito quien se apoyó en el pecho desnudo del detective, disfrutando del momento de paz y plenitud que sentía. Shinichi comenzó a jugar con su cabello, enredado los dedos en el y masajeando su cabeza con la misma sensación.
-Desearía quedarme así para siempre -pensó en voz alta y se tapó la boca de inmediato, avergonzado, como si acabara de rebelar un secreto.
Escuchó a Kaito soltar una risita a causa de la ternura que le dio.
-Disfrutemos de este tipo de momentos, hay que ser realistas, pasará tiempo antes de que podamos llevar una vida así.
-¿Y por qué tan repentino? -preguntó Shinichi con asco intentando dar un sorbo a su taza de café. Se había despertado con ese malestar y no podía recordar que era lo que podría haberle caído mal.
Kaito miraba su teléfono móvil -Ni idea, pero mientras antes logremos averiguar algo, mejor.
-Le explicaste que no sería posible ir con Conan a verla -volvió a preguntar para asegurarse.
Asintió sin despegar la vista de la pantalla y releyendo la conversación -Sí y dice que no importa –se rascó la nunca pensativo –No lo sé, Shin-chan, desde que me reencontré con ella que la noto extraña.
Estaban disfrutando de un tranquilo desayuno cuando el teléfono de Kaito comenzó a sonar. Isabelle le había enviado un mensaje explicándole o más bien, solicitando que se reuniera con ella en el mismo lugar que el otro día, sin dar detalles. A lo que Kaito respondió de inmediato informando que podía reunirse con ella, pero sin el niño. Esta vez iría en compañía de su novio.
Ella le explicó que no era problema, que necesitaba contarle algo y aquello le preocupó. Tenía sus razones para afirmar que la chica no se veía igual a la vez que la conoció y entendía que todo el asunto con Hattori, la esperanza de poder escapar de su situación actual había aumentado significativamente, por razones obvias. Aun así, creía que algo no andaba bien y parecía ser el único en notarlo.
-Entonces no perdamos el tiempo –le dijo Shinichi –Termina de comer y nos alistamos.
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Como se trataba de una simple reunión, por el momento no era peligroso frecuentar los lugares en los que habían estado, ni mucho menos necesario encontrar un lugar seguro para poder conversar. Los chicos prefirieron recorrer a pie hasta llegar al punto de encuentro.
-Shin-chan, espera –lo sujetó del brazo una cuadra antes de llegar -¿Crees que sea conveniente que te vea? -preguntó con duda, pero ya la había cagado –Te reconocerá de inmediato.
Tenía razón, era un detective demasiado reconocido, no iba a pasar desapercibido ante ella -¿Y si me hago pasar por ti y tú te disfrazas de alguien más?
Kaito sintió una gota de sudor bajar por su frente –No te enfades, pero eso no es posible. Ella ya te conoce.
-¿Cómo es eso posible? -le exigió una explicación con tono serio.
-Primero, promete que no te enfadaras –puso las manos de tal modo que generó una distancia, por si al detective se le ocurría darle algún tipo de golpe.
-¡Dime de una vez!
Tragó saliva -¿Recuerdas el otro día cuando te quedaste dormido? -la mirada que recibía de Shinichi era tan severa que se preparó para salir huyendo -Tomé una foto y se la envíe -dio unos pasos alejándose.
-¡¿Qué hiciste que?! -lo agarró de la camisa.
-Lo hice sin pensar y quería presumir al chico más lindo del mundo -intentó excusarse, pero lo único que logró fue que Shinichi sintiera más vergüenza y por lo tanto, más enfado.
Lo soltó y forzó una sonrisa sin dejar de expresar las ganas que tenía de ahorcar a su novio.
–Vamos a ser positivos, esperemos que al reconocerme tenga el mismo efecto como ocurrió con Hattori.
Retomaron el paso, rogando que la teoría del detective fuera acertada.
Al igual que la vez anterior, la pelinegra se encontraba sentada observando como la niña jugaba con el resto de los niños del lugar, se veía pensativa, como si estuviera repasando algo en su mente y no recayó en la presencia de los chicos hasta que Kaito le tocó el hombro.
-Tierra llamando a pecosalandia –la llamó.
Ella se sobresaltó y pestañeó intentando concentrarse en el presente -¡Kaito! Hola -saludó -Lo siento, ando un poco distraída.
-Lo noté -le sonrió y prosiguió con el saludo –Te presento a mi...novio.
La chica entornó un poco la vista evaluando a Shinichi y al reconocerlo soltó un pequeño grito de sorpresa y cubrió su boca con las manos -¿Acaso no eres?
-¡Bingo! -se emocionó Kaito y lo abrazó de manera brusca –Shinichi Kudō, el mejor detective de Japón.
Shinichi miró molesto a Kaito por el halago y luego se concentró en Isabelle. Ella seguía con expresión de asombro y desconfianza. Iniciaron una guerra de miradas, evaluándose y esperando que el otro cayera primero. El detective estaba a punto de pestañear y perder cuando el grito de la chica lo sobresaltó.
-¡Que lindos se ven juntos! -se llevó ambas manos a la cara emocionada y disfrutando de conocer esa información.
-También me da gusto conocerte, supongo –le dijo Shinichi un poco descolocado. Sabía que era ese tipo de persona que se había imaginado cada detalle de su relación disfrutando con eso y se le hacía extraño sentirse como material para su entretenimiento –Gente rara-pensó.
-En un principio se hizo el difícil -explicó Kaito moviendo la cabeza teatralmente de un lado a otro –Pero ya ves que toda fiera puede ser domada ¡Ouch! -se sobó el reciente pellizco y la mirada asesina del detective.
Se sentaron y Shinichi notó como la muchacha intentaba aun calmar su nivel de emoción, Kaito, por su parte, observaba contento como los pocos niños del lugar revoloteaban junto a la pequeña Gina.
-Gracias por venir -agradeció ella -Sé que fue repentino, pero necesitaba hablar contigo.
El tono empleado fue el suficiente para incomodar a Shinichi, sentía que sobraba y lo hizo pensar que tal vez había sido un error acompañar a Kaito.
-Si quieren, puedo volver más tarde -ofreció.
Sintió la cálida mano de ella en su hombro –No hace falta, supongo que esto involucra a ambos -miró con culpa al mago.
-Siendo así -continuó Shinichi –No nos hagamos los tontos y vayamos directo al grano. Sé quién eres y a que te dedicas –la encaró con tono brusco.
Ella se tensó sin ser capaz de mirar nada más que el suelo y Kaito lo reprendió con la mirada preguntándole qué demonios estaba haciendo. Kudō levantó el mentón tomando una posición de seguridad y orgullo, casi sintiéndose superior a sus acompañantes.
-Sé que lo que estoy haciendo es grave y un delito, pero no vas a intimidarme –Isabelle respondió apretando los dientes, no iba a dejar que la culparan de todo sin dar su propia opinión de la historia –Nunca he tenido opción y si piensan enfrentarse a ello, no tienen idea de la gente con la que se están metiendo.
-Por eso necesitamos que cooperes –le estaba aforando toda la actitud del oficio -Mientras más conozcamos, más fácil nos será ayudarte.
-¿Podemos calmarnos un poco? -sugirió Kaito, con esa actitud que estaban tomando era cosa de tiempo para que todo se saliera de control –Lo siento, Isabelle, pero era imposible ocultarle algo así a él.
-Eso lo tengo claro -respondió con tono seco, sabía que Kaito tenía razón -Y está en lo cierto, mientras más conozcan de la situación, más fácil será abrirse camino.
-¿Qué tienes para contarnos? ¿Para qué lo llamaste? -se apresuró nuevamente a preguntar. Ya creía que le nacieron celos repentinos contra la chica.
-Realmente no tiene mucho que ver con esto y no sé cómo comenzar.
La pequeña Gina se acercó a ellos tan distraída como siempre, sin mirar a ninguno de los chicos. Era como si para ella no existiera nada más que su ambiente infantil e Isabelle.
-Quiero ir al baño -le dijo apoyando sus manos en las piernas de Isabelle.
Ella asintió y se puso de pie -¿Me esperan o me acompañan?
La siguieron hasta el combini que se encontraba en la esquina, que, para fortuna, tenía baño para clientes. Cuando las puertas eléctricas se abrieron, el olor a la comida preparada que vendían en el lugar golpeó los 4 en la cara.
-Que olor más fuerte -expresó Shinichi con una mueca de asco y sintiendo como su estómago se revolvía -Creo que me están dando nauseas.
-Claro que vas a sentir nauseas, no has comido nada –lo regañó Kaito –Es fatiga.
Las niñas se apresuraron en ir directo al baño y Kaito aprovechó para comprar golosinas y ese té embotellado que tanto le gustaba.
-Escoge algo –le exigió -No quiero que te desmayes por el camino.
Sabía que, en parte, su malestar se debía a la falta de alimento. Cogió de mala gana un sándwich que sabía no iba a comer y lo acercó a la caja registradora para pagarlo. En eso las chicas salieron del baño.
-Listo. Ahora vamos, Kudō tiene razón, el olor es tan fuerte que marea -expresó Isabelle.
-Están exagerando –Kaito miró extrañado al par y agudizó su olfato moviendo la nariz como un conejo –Y lamento informar que también me urge usar el baño -anunció y caminó hacia el final del pasillo.
Gina, como todo niño inquieto, comenzó a pasearse por los iluminados pasillos del lugar, admirando cada uno de los coloridos y llamativos productos que ofrecía la cadena de abastecimiento. Isabelle frunció el cejo intentando dar con la escurridiza cuando de la nada, sintió el piso moverse y perdió el equilibrio.
-Cuidado –Shinichi la sujetó evitando que cayera -¿Estás bien? -preguntó preocupado y con el rostro aun cargado de malestar por culpa del olor.
-Sí -afirmó ella con la misma expresión de desagrado –Ven, esperemos a Kaito afuera o ambos terminaremos vomitando.
A los pocos instantes de haber salido, Kaito volvió sonriente y se unió a ellos. Regresaron a paso lento al lugar de donde estaban y cuando la niña retomó su actividad de ir a jugar con los demás. Los jóvenes se sentaron buscando las palabras para reanudar la interrumpida conversación.
-¿En qué estábamos? -preguntó el ladrón destapando la botella y acercándosela a la boca.
-Isabelle quería contarnos algo -respondió Shinichi sin ganas y sacando lo que había comprado para comer, mirando el interior del sándwich sin apetito.
-¡Ah, sí! -recordó Kaito mirando en dirección hacia ella y llevándose un gran susto.
La muchacha estaba pálida y con expresión ida, de a poco comenzó a desvanecerse y caer hacia el lado de Shinichi. Se apresuraron a intentar reanimarla con los primeros auxilios necesarios, llamando la atención de los demás ciudadanos que rondaban el lugar. Gracias a eso, logró no caer por completo. Se sentía fatal y su único alivio era saber que no estaba sola.
-¿La llevamos a un hospital? -preguntó Kaito nervioso a Shinichi mientras la ayudaba a sostener sus pies en alto.
-No –dijo ella como pudo –Por favor no me lleven a ningún sitio.
-He escuchado esa testarudez en otra parte –Shinichi le dedicó una media sonrisa y le acomodó un mechón de cabello que tapaba parte de su cara -¿Qué te ocurre? ¿También estás enferma?
Derrotada, cerró los ojos con fuerza por un par de segundos y pidió que la ayudaran a sentarse.
-¿Y bien? -volvió a preguntar Kaito.
Sabía que si lo decía podía generar un problema. Como le había dicho a Kaito, era algo que necesitaba contarle y que Shinichi Kudō estuviera con ellos en ese momento, podía "facilitar" un poco las cosas, ya que no quería dar explicaciones dos veces. Y la inseguridad que sentía por dentro no la dejaba en paz.
Se llevó las manos a la cara, abatida, intentando ocultar su rostro con ellas de las lágrimas que amenazaban desesperadas por salir.
-Creo que estoy embarazada.
Ese tipo de noticias, sobre todo en los momentos en que no te lo esperas, te dejan sin habla. Ninguno dijo nada, siendo hombres y jóvenes, se sentían ajenos a lo que ella podría estar sintiendo. Sumado a la compleja situación en la que vivía, dudaban que si felicitarla por la noticia era lo más apropiado en esos momentos.
-¿Crees o lo estás? -Kaito intentaba entender y guardar la compostura.
Se encogió de hombros –Tengo la sospecha.
-Eso de tener la sospecha no sirve –el detective lo habló con más brusquedad de la que quería -Es tu cuerpo ¿Cómo no vas a saber?
-Es que soy muy irregular y he tenido pocos síntomas –la voz le temblaba y el consuelo no llegaba por parte de ninguno.
Kudō se levantó del asiento sin molestarse en ocultar su enfado –Lleva a la niña a casa y reúnete conmigo más tarde.
-N-no me es posible hacer eso -explicó nerviosa y sin comprender –Si desaparezco pensarán que ando en algo que no debo. No me mando sola.
-No te lo estoy sugiriendo, es una orden.
Kaito lo imitó y se puso de pie mirándolo con desafío, Shinichi estaba comportándose con demasiada intensidad y por mucho que fuese su pareja, no iba a tolerar esa actitud en un momento tan delicado, la chica estaba pidiendo ayuda, no llamadas de atención injustificadas.
-¿Una orden? ¿Qué te crees ahora? ¿Un emperador? -preguntó con irritación -No estás actuando como deberías. Se supone que eres un profesional, tu deber es ayudar a quien lo necesita, no empeorar la situación.
-No lo estás entendiendo -levantó la voz, molesto por la ingenuidad de Kuroba.
-No. Tú no estás entendiendo –no recayó en el mismo recurso de gritarle, pero si demostró convicción al hablar –Voy a suponer que intentas ayudarla y que tu reacción es debido a la sorpresa ¿En qué estás pensando?
Se arrepintió de inmediato de haberle gritado a Kaito y sentía unas incontrolables ganas de abrazarlo ahí mismo y no soltarlo más. Su estado de ánimo daba brincos como loco, casi sentía como si él fuera el hormonal y no Isabelle. No lograba pensar con la cabeza fría.
-Quiero asegurarme que si lo que dice es verdad. Voy a llevarla con Haibara.
Al fin el mago pudo relajar un poco su expresión y encontrar cordura en los profundos ojos de su novio. Miraron al mismo tiempo a la chica esperando que les respondiera algo.
-Accederé a acompañarte al lugar, cual sea al que te refieres, pero Gina viene conmigo.
Para darles un poco de espacio, llamó a la pequeña hacia donde se encontraba y comenzó a hablar con ella, explicándole que irían a casa de Kaito por un momento y pareció comprender.
Isabelle tenía suerte de que la niña confiara tanto en ella. Gina, al sentir la ausencia de sus padres, había desarrollado una especie de rencor, por lo que Isabelle significaba más que nadie en su vida, eran casi cómplices. La mayor tenía seguridad en que podían ir sin problemas ya que, aunque a la niña la interrogaran, no diría nada. Lo único que tenían que hacer era no tardar demasiado y volver a casa a cierta hora.
No tan alejados, los chicos se encontraban hablando entre ellos.
-Shin-chan, por favor –le pedía Kaito cansado -¿Podemos actuar como personas adultas? No quiero que discutamos, ni siquiera entiendo tu enfado.
Kudō se encontraba concentrado enviando un mensaje a Haibara desde el teléfono del mago.
-Perdóname -le dijo apenado y con tono inocente –No supe reaccionar y no estoy enfadado ni contigo ni con ella –se escuchaba nervioso –Simplemente no logro calmar mis emociones cuando se trata de ti, pero prometo trabajar en ello.
Kaito acercó su mano a la suya, disimuladamente y la estrechó entrelazando sus dedos y transmitiéndole toda la seguridad y el cariño del mundo. Lo soltó rápidamente, después de todo, se encontraban en plena calle y a la luz del día.
Shinichi presionó la tecla para enviar y le guardó el móvil en el bolsillo –Vamos, recuerda que el efecto no dura para siempre –le sonrió.
Prefirieron viajar en taxi, era la opción más rápida para todos. Como había dicho Shinichi, el efecto de la píldora no duraría todo el día y contando el tiempo desde que la había ingerido, le quedaban pocas horas antes de volver a su cuerpo de niño, si es que no era menos. Y por otra parte, Isabelle y Gina tenían el tiempo justo para ir y volver.
Haibara les abrió la puerta.
-Como decía tu mensaje que era urgente, tengo todo listo –le habló a Kaito y luego evaluó al grupo con la mirada como si fueran integrantes de un circo –Pasen.
Gina se aferraba tímidamente a la pierna de Isabelle, podría haberse emocionado por ver que también había una niña en el lugar que estaban visitando, pero como Haibara no actuaba como tal, no hizo más que intimidarla, obviamente sin intención.
-¿Tú eres la chica que tiene sospechas de embarazo? -le preguntó de manera natural y mirándola directamente a los ojos.
Asintió sin entender nada de lo que ocurría. Cuando el detective le explicó lo de llevarla con esa tal Haibara no se esperaba para nada que se tratara de una niña de la misma edad que Gina. Ella creía que visitarían una consulta médica o un profesional que dominara el tema.
-Sígueme -le indicó dándose la vuelta y caminando hacia el laboratorio.
Isabelle miró a Kaito buscando una mínima explicación y el muchacho solo asintió animándola a que la siguiera.
-Pero, es una niña -respondió atónita.
Le dio un empujoncito para apresurarla –No hagas preguntas y ella no hará más de las necesarias. Luego te explico yo –la convenció.
Claro que no iba a explicarle nada. No era el momento para hablar acerca de gente que se encogía por causa de una droga.
Shinichi se sentó a esperar intentado calmar su impaciencia. Algo le molestaba, pero no quería sacar conclusiones apresuradas. Mientras tanto, Kaito comenzó a jugar con Gina, sacando flores de su manga y distrayéndola con trucos de magia de lo más simples, pero no por eso menos alucinantes. Milagrosamente le sacó varias sonrisas a la pequeña y ante esto, el detective desvió su concentración para observar lo adorable que se veía su novio sonriendo y haciendo payasada a la niña. Definitivamente pensaba que era un chico lleno de una luz cautivadora.
-¿Sabes cuánto tiempo toman estas cosas? -le preguntó a Kaito.
-No sé qué clase de cosas tenga montadas Ai-chan –le respondió sin dejar de jugar a las palmas con Gina –Supongo que un tiempo similar a lo que toma una prueba casera.
Pasados unos diez minutos, las chicas volvieron a la sala en silencio y como los otros no se atrevieron a pregunta nada, Haibara dio explicaciones.
-Tardará unos minutos más -se sentó en el sofá, no le quedaba de otra que esperar.
Isabelle se apresuró en sumarse al juego con Kaito y Gina. Al mismo tiempo, Shinichi aprovechó para acercarse a Ai-chan.
-¿Cómo estás? -se sentó esperanzado a su lado.
-Bien -escupió y ni se molestó en mirarlo o preguntarle cómo estaba él.
Seguía enfadada. No tanto como cuando ocurrió todo, al pasar los días la cólera y todos esos sentimientos de molestia que sentía habían disminuido, pero una cosa no quitaba la otra. Aún seguía sintiéndose pasada a llevar, entendía que tal vez Kudō había actuado guiado por la rabia y que lo que había dicho era solo una expresión mal empleada.
Ella era la primera en entender cómo funcionaba todo al respecto, pero no era una roca sin sentimientos. No por ver las cosas de una manera diferente y sin dejarse llevar por las emociones significaba que no podía sentir cosas.
Si la relación de amistad volvía un día a ser como antes, sería solamente porque se dio de esa manera y no porque se forzaron a ello y eso solo el tiempo lo diría.
-¿Estás segura de que los resultados serán exactos?
Ahora si lo miró, pero solo para mostrarle lo ofendida que se sentía con esa pregunta.
-Fui capaz de crear una droga que rejuvenece las células -arqueó una ceja –Por supuesto que puedo realizar una simple prueba de sangre en un tiempo récord.
-Claro –le sonrió como un bobo -Después de todo, se trata de ti.
Puso los ojos en blanco. El gran detective Shinichi Kudō era un tonto y se convenció de que era Kuroba-kun quien se llevaba todo el trabajo pesado, incluso sintió compasión por él.
-¿Y el Profesor?
-Está tomando un baño -se aburrió de las preguntas y de lo forzosa que estaba siendo la conversación. Prefería esperar en el laboratorio.
Al menos, la corta conversación había servido para que Shinichi se diera cuenta de que ella no estaba tan molesta como en un principio y eso lo hizo echarla de menos.
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Regresó a la sala con los demás cuando había concluido el informe de las pruebas. Repasó la hoja con actitud inexpresiva una y otra vez, no le interesaba mucho la situación ni la relación que tenían los chicos con Isabelle. Lo único que le había explicado Kaito era que necesitaban contar con su ayuda para eso porque se trataba de algo urgente y que la chica tenía relación con los sujetos que habían atacado a Kuroba previamente, metiéndolo en la actual situación.
Estaban tensos y ansiosos por conocer los resultados. Para prevención, dejaron a Gina concentrada viendo la televisión. No era conveniente que escuchara una conversación de adultos y Haibara tenía un par de detalles importantes que agregar.
Lo primero que hizo fue ordenarles que se sentaran junto a ella y que guardaran silencio. Por alguna razón, Shinichi era el más nervioso de todos, casi sentía que el examen era de él.
-No hay ninguna duda -miró el informe -Según lo que me explicaste y lo que arrojó la prueba, tienes casi 12 semanas de gestación.
Isabelle dio un gran suspiro e intentó controlar sus temblorosas manos. Había pensado en que eso fuera así y el simple hecho de darse cuenta de que en su vientre se estaba formando vida, la aterraba. Sumado a que vivía en el peor escenario posible y si sus superiores se enteraban de eso, estaría metida en un gran lío.
-Y debes comenzar a cuidarte, sobre todo si decides tenerlo -prosiguió Ai-chan -Tienes anemia y si no haces nada al respecto, tu salud podría correr riesgos.
Kaito y Shinichi no habían reaccionado, eran apenas unos veinteañeros sin razón de conocer tanto de estas cosas, era fácil verlo desde afuera, pero ya cuando se involucraban sentimientos personales debido a estar relacionado con la persona, que además no conocías su opinión al respecto, no hacía más que incomodar todo.
El llanto repentino de Isabelle los obligó a concentrarse en ella. Se veía tan afectada y se secaba rápidamente las lágrimas sin mirar a nadie, parecía estar lamentándose por dentro, provocando más sollozos y ganas de devolver el tiempo.
-Tranquila –Kaito era el único realmente empático en comparación con los otros dos que seguían en sus asientos. Apoyó su mano en el hombro de ella –Te vamos a ayudar en lo que necesites –le extendió un pañuelo y ella lo recibió -¿Qué quieres hacer y cómo te ayudamos?
-No conozco tu situación -Haibara seguía inexpresiva, cruzada de brazos, pero con intenciones de ayudar –Pero deberías contarle al padre, antes que nada.
Ella volvió a llorar con más fuerza.
Shinichi sintió subir un líquido ácido y amargo por su garganta -¿Cuánto dijiste que tenía?
Haibara pestañeó extrañada por la pregunta e intentando ubicarse –Tres meses.
-Oye, espera –el rostro de Kaito empalideció de a poco.
-Kaito...¿Hace cuánto fue que la conociste?
Hizo énfasis en esa última palabra y la desesperación junto con las emociones encontradas sumado a su tono arisco y medio quebrado, ayudó a que Haibara entendiera lo que estaba ocurriendo, ella abrió los ojos y miró a los chicos preguntando que mierda estaba pasando.
Kaito intentó que la muchacha lo mirara a la cara, pero ella se negaba –Isabelle ¿De quién es el niño que estás esperando?
El mago estaba preocupado, molesto, con miedo, con duda y podía seguir y seguir sintiendo cosas nuevas cada segundo que el reloj avanzaba. Si efectivamente ese era el tiempo que la chica tenía de embarazo, existía una posibilidad enorme de que el padre fuese él.
Si así era, no podía juzgarla ni cargarle toda la responsabilidad, él tampoco se había cuidado, había sido completamente irresponsable y necesitaba escuchar la verdad salir de su boca.
La tomó de los brazos, para que lo mirara a la cara y con exigencia volvió a preguntar -¿Quién es el padre?
Ella no se atrevía a mirarlo a los ojos, los mantenía cerrados, pero sin dejar de llorar y eso terminó por comprobar las sospechas que el detective tenía desde que les confesó lo que ocurría.
Estaba reaccionando mal, lo sabía, pero se trataba de su pareja y no podía evitar sentir lo de esos momentos, esa impotencia de mandar todo muy lejos y maldecir al destino que no le causaba más que problemas con la persona que quería a su lado.
Se puso de pie y lanzó la silla para que todos los presentes se enteraran de lo que sentía al conocer la verdad. Se marchó a una de las habitaciones topándose con un desentendido Profesor Agasa que acababa de aparecer en la sala.
-Kudō -lo llamó Haibara sintiendo lástima por él y lo siguió.
Ustedes se preguntarán ¿Por qué? y la respuesta es: No hay por qué
Halloooo!!😋😋
A veces pienso que me desquito demasiado con Shinichi, sobre todo después de lo que le dijo a Haibara (tampoco voy a negar que me gusta verlo sufrir) :v
Quería actualizar más temprano pero hoy salieron los spoilers del nuevo capítulo del manga de Shingeki y estuve toda la tarde llorando 💔😭
🌟(Si alguien lo lee, entenderá mi dolor, espero)
Nada pues, déjenme sus opiniones y lo siento de antemano por si causé algún infarto o ganas incontrolables de putearme (les doy permiso de hacerlo) Yo ya lo hice 😅
Abrazooos
;DD
💙 💚💖 💛 💜
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